METAMORFOSIS 240
Órdenes.
Era agridulce para muchos la celebración de la venida del año nuevo 1962, muchas familias habían sido tocadas por la parca, por las montañas del eje agrícola del país de la canela la situación de insurrección era notoria, los robos y ataques a la propiedad privada iba en aumento, los campesinos sin embargo celebraban la ventura del nuevo año, los patrones y caporales de igual manera, Jasmani estaba acostado en su cama aquel primer día del año, tenía una cruda fuerte y para ello bebía bastante cítricos, estaba acostado en ese caluroso día, la tranquilidad del lugar por donde estaba su cuarto le daba seguridad de tener abierta la puerta y estar en trusa, tenía entreabiertos los ojos sintiendo ese placer de sobarse el pene salido de la tela, se complacía que a su edad todavía lo tenía erecto, escuchó unas risitas, siguió acostado metiendo se el pene dentro de la tela, las risitas continuaban, se metió la mano dentro de la trusa, a piernas abiertas mirando hacia la puerta la figura de un niño que se arrimaba a la puerta y se estiraba el pene, Osman estaba allí sonriente con una mano estirándose el pene dentro de short y con la otra mano metida rascándose el culito, Jasmani sacaba el pene peludo de la trusa y Osman se deslizaba el short mostrándose su pene lampiño, los agitaban, “¡ven, acércate!” “¡quieren jugar a las espaditas!”, Osman puso seguro a la puerta entrando con la intención de deslizarse el short y quitarse la remera para quedar desnudo y sentarse encima de Jasmani, los glúteos del niño se sentaban en los muslos de Jasmani mientras el penecito se deslizaba sobre el pene de Jasmani, eran muy erectos ambos miembros sexuales, el niño inquieto muy gustoso de deslizaba con su penecito sobre el pene de Jasmani que los tomó con sus manos a ambos, era deleite ver ese deslizamiento, lentamente se fue acostando sobre Jasmani, se acomodó para que ahora su pene se deslice por ese pene peludo, Jasmani le besaba el cuello y las mejillas, “¡házmelo!” “¡házmelo!”, la pelvis del niño se alzaba y bajaba uniéndola con la de Jasmani, lo abraza pegando su carita en el pene tieso de Jasmani, el adulto no se sorprende pues Osman había venido a “jugar”, giran en la cama jugando y el riendo, se sentó en la cama y le abraza, luego voltea a verle y cuando ve su carita recargado y sobando su pene duro, no le importo nada, lo sienta en la cama con las piernas abiertas y lo puso semi recostado para ver lo que le hacía, trataba de hacerse cosquillas y Jasmani fingía también quitando sus manos del estómago y llevándolas al pene, Osman reía y el adulto solo disfrutaba del morboso juego, le apretaba el pene y seguía riendo como parte del juego, así estuvieron varios minutos, la verdad es que Jasmani disfrutaba tenerlo así, se decidió dejando el pene al aire, Osman se quedó quieto y le dijo, “¡juega con él!”, Osman lo toma entre sus manos y comenzó a jalarle el pene de la manera más deliciosa, usaba sus dos manitos y Jasmani sentía de lo más rico, le permitió que jugara con su juguete de carne viva erecta un rato, de pronto le dijo que si quería chuparle, me contestó que sí, se quita el pantalón, suben en la cama, lo puso en medio de sus piernas puse las manos sobre la nuca y disfrute de sentir su boquita mamando solo la cabeza del pene grueso y peludo, por supuesto que se notaba que no era la primera vez, se dio cuenta cuando comenzó a pedirle “lechita”, Jasmani se levanta y ya para ese momento se sentía que explotaba, le pidió que la chupe de nuevo sin parar, así Osman lee obedeció y comenzó hasta que sintió el adulto que ya no podía aguantar más y le lanza el semen en la boca y en una parte del rostro sonriente de Osman, “¡límpiame!” “¡mi amor!” “¡hazlo!”, Osman con delicadeza le agarra el pene y se lo limpia como pudo, se tumba en la cama, disfrutaba de esas lamidas sobre todo la punta de la lengua cuando se deslizaba desde los testículos hasta la punta del glande dándole una sonrisa de gusto y aceptación por lo que le estaba haciendo, se levanta y lo pone en posición perrito, ahora ese glande del pene ensalivado rozaba el agujerito del traserito de Osman de siete años, le restregaba suavemente sus piernas velludas por esos muslitos de niño precioso, a la vez que le manoseaba y le acariciaba la espaldita desnuda con un movimiento circular y fue agachándose bastante le empezó a empujar el pene contra ese culito, a la vez que le decía bajito en mi oreja “¡ya mi niño…relájese y suéltese despacito, despacito!» Osman sentía como si entre las piernas le estuviesen restregando un grueso fierro candente y de a poco iba entrando mientras se encorvaba lentamente para que le entre todo el pene en el culo, su pene iba entrando y sentía milímetro a milímetro, hasta que se detuvo una vez que sintió el cosquilleo de sus vellos pubianos el en ese culito, el deslizamiento del pene era singular, lo tenía bien cogido, “¡eres mío y me perteneces!” “¡tu culo es mío, sólo mío!” “¡mío!” “¡mío!” “¡mío!”, “¡de nadie más!”, Jasmani concentrado en las embestidas que le daba no se daba cuenta del rostro irónico de Osman, le penetró con el pene hasta el cansancio, hasta agotarse, ambos quedaron desnudos acostados viendo el techo del cuarto por unos instantes, Osman se acostó de perfil y Jasmani lo abrazó detrás, le acariciaba el pelo con las manos y le daba besos en la mejilla y el cuello, “¡debo irme, me esperan!”, Jasmani exclamaba “¿quién te espera?”, bostezando Osman dice “¡mi mamá…. obvio!”, el niño se pone en pie dándole la espalda a Jasmani que muestra lo humedecido de su culito, alcanza con su mano a rozarle los glúteos, “¡trae le pantalón!” saca un billete de mediana denominación “¡toma.. te lo has ganado!” alegre toma el billete, lo mira detenidamente, asiente y se va cerrando la puerta, Jasmani queda acostado complaciente manoseándose el pene con restos de semen, “¡sexo a la puerta!” sonríe ampliamente “¿qué más puedo pedir?”, a metros de distancia Osman camina por el sendero, lo intercepta aquel hombre que lo abraza por detrás “¡mi niño!” “¡mi niño precioso!” “¡te estaba esperando!” caminaron juntos por aquel sendero, el hombre olía a tabaco, seguramente lo había estado esperando por mucho tiempo, le puso la mano en el hombro yendo a aquel paraje donde siempre hacían el sexo, de entre la maleza se podía escuchar los gemidos de Osman, en aquel lugar se notaba el movimiento de los dos cuerpos desnudos haciendo el amor.
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La empleada entraba en la lujosa mansión Arichabala, iba de copiloto del chófer del esposo de Fernanda, miraba por detrás del retrovisor a Cayetana de siete años, Adrián Daniel de seis años y a Mateo Fulgencio de tres años, en la entrada de la mansión los esperaba una empleada que los condujo hacia la gran biblioteca, los ancianos los esperaban con mucha empatía, los abrazos con besos y caricias no se hicieron esperar para Cayetana y Mateo mientras que Adrián recibía caricias en las mejillas por parte de Matilde, los niños salieron al jardín mientras que la empleada a cambio de recibir dinero contaba pormenores de la relación entre Fernanda y su esposo, contaba que el señor estaba muy apenado y no superaba el dolor de la pérdida de su hijo, sin embargo en algo la pasaba bien en compañía de Eliazar quien se iba apegando y ganando de a poco el afecto del señor, la empleada comentaba que Fernanda era muy recelosa de enviar a sus hijos acá y le pedía que no se separe de los niños, los ancianos le hicieron ver a la empleada que se justifica los temores de madre pero que sepa bien que ellos son los abuelos y no desean algún mal para sus nietos, la empleada estaba conforme con lo que los ancianos le decían, creían en sus palabras y subestimaba los recelos de Fernanda, la empleada había tomado la sugerencia de doña Matilde Peñalba para que Adrián acompañe a los niños, les decía que a Fernanda le parecía bien que ese niño sea compañía de sus hijos, por el gran ventanal vieron a Adrián cuidando de los juegos de los niños y vieron a Dionisio el vecinito de once años que se acercaba al jardín a unirse en los juegos de los niños, los adultos continuaban en la tertulia, mientras tanto el indigente miraba desde las rejas a esos niños, uno le marcó vista en especial, sacó su navaja, “¡justicia!” “¡justicia!” acarició a su fiel can “Nerón” y se sentaron al frente en la calle contigua a pelar naranjas para chupar y comer sin perder de vista a los movimientos de esos niños, repetía “¡justicia!” “¡justicia!” el can asesaba, Cayetana tuvo un mal movimiento cayendo en el césped, se puso a llorar y Adrián acudió a socorrerla, los tres adultos salieron al jardín, sólo era el susto de la caída comprobó la empleada, Fulgencio tomó de la mano a su nieto Mateo y con la otra mano la puso en el hombro de Dionisio, les dijo que les iba a mostrar algo muy interesante y se alejaron del lugar, mientras tanto Matilde ordenó sentarla a Cayetana bajo el árbol, asimismo le pidió a la empleada que le acompañe a seguir conversando, con gusto la mujer aceptó, le dijo a Adrián que se quedase y Matilde preguntaba por el comportamiento de ese niño, la empleada le dijo que era un niño muy formal, muy estudioso y que no causaba problemas a sus padres por ser muy obediente, la anciana muy orgullosa le dijo que eso merece un premio, le dijo a la empleada que fuese por unos helados del congelador para servirse, el niño muy animado fue a ayudar a traer, a una corta distancia de allí Mateo brincaba de gusto viendo a su abuelo que abría la puerta de la bodega de vinos, entraron a observar aquel lugar, para Dionisio aquel lugar le era muy familiar, Mateo estaba delante, Fulgencio lo abrazaba por detrás a Dionisio viendo a Mateo acuclillado en tomar un objeto que lo entretuvo, se trataba de un tirabuzón antiguo, Fulgencio empezó a manosearle al muchacho de once años a espalda de Mateo sin que notase esos movimientos de manos que iban hacia el pene vestido del Dionisio que de inmediato se sentía erecto notándose en el bulto que se hacía en la tela del pantaloncito corto, la cara de Fulgencio se apoyaba en el hombro del muchacho emitiendo golpes de respiración que le ponían la piel de gallina, cuando Mateo se pone en pie sigue yendo hacia un lugar donde habían muchos vasos, el niño se maravillaba viéndolos, no daba cuenta que su abuelo besaba el cuello de Dionisio y manoseaba el pene vestido, vieron que el niño se agachaba empinando el culito al momento de tomar un objeto del suelo, al oído Fulgencio le decía a Dionisio a manera de susurro “¿no te gustaría jugar con ese culito?” el muchacho sonrió ampliamente sin dejar de ver ese culito empinado, la nariz rozaba el cuello del muchacho, “¡podemos jugar los tres… aquí!” Dionisio seguía riendo, ahora la nariz rozaba la mejilla, “¡míralo bien… ese culito es tuyo!” “¡te lo regalo!” Dionisio asintió “¡hoy nos lo comemos!” le pasó la lengua por el cuello haciéndole suspirar al muchacho mientras Mateo tenía empinado el culito “¡ven!” le susurró al oído, Fulgencio marcó a su nieto mostrándole los objetos del lugar, pidió que lo baje para ver de cerca algo muy atrayente para él, se trataba de una urna muy larga cubierta de terciopelo, le pregunto por aquello, el anciano le dijo que era el más valioso objeto, que por ahora no lo mostraría sino después de un tiempo, Mateo miraba fijamente aquel objeto, le era atrayente, de eso dieron cuenta Fulgencio y Dionisio, continuaron con el recorrido por el amplio lugar, Mateo iba siempre adelante indicando con sus deditos los objetos preguntando por sus nombre, sin lugar a dudas el niño era muy curioso e inteligente, caminaron hasta llegar a un rincón muy apartado con toneles, allí estaba un mesa con unas botellas que contenían vino, “¡les voy a mostrar a manera de juego cómo se adivina el licor!” Fulgencio sacó un pañuelo de su bolsillo y se vendó los ojos, Dionisio y Mateo vieron con atención los movimientos de Fulgencio catando vinos, “¡ahora es el turno de Dionisio!” “¡pero como es grandecito debe sacarse la camisa!” le vendó los ojos y Mateo maravillado agitaba sus manitos muy feliz de ver que Dionisio acertaba con todos los vinos probados, Fulgencio y Dionisio se miraban de una forma cómplice, sabían que ahora es el turno de Mateo, Fulgencio le puso en pie acariciándole el rostro, “¡ahora te toca!” “¡pero antes tienes que prometernos algo!” continuó acariciándole el rostro “¡no debes decir lo que vas a hacer… en especial a tu mamá!” “¡porque si lo haces no te dejará venir acá!” “¡esto que viste es nuestro secreto!” “¿de acuerdo Mateo?” el niño viendo fijamente a los ojos de su abuelo asentía con amplia sonrisa, “¡bien entones escucha!” “¡como lo vas a ser por primera vez te vamos a quitar toda la ropa!” “¿quieres hacerlo?” el niño asentía muy alegre, estaba muy inquieto por probar esos líquidos, alzó sus bracitos para quitarle la camisa por parte de Fulgencio, mientras que Dionisio le sacaba las sandalias y los calcetines, Fulgencio le bajaba la cremallera y le deslizaba el pantaloncito corto con el calzoncillo, se admiraron de ver ese penecito hermoso, las manitos de Mateo se apoyaban en los hombros de su abuelo para alzar los pies y liberarse de la ropa, por unos instantes contemplaron ese cuerpo desnudo de Mateo, a más de tener un rostro hermoso también su culo, piernas y pene eran muy hermosos, tenía una piel suave y brillosa heredada de su madre, de so lo había comprobado Fulgencio cuando engendró a Victoria por violación a Fernanda, ahora Mateo estaba a disposición de lo que diga su abuelo, le vendó el rostro con el pañuelo, “¿puedes ver Mateo?” el niño estaba muy sonriente haciendo un movimiento negativo de su cabeza, cada probada que hacía respondía y Fulgencio con disimulada algarabía le decía que iba respondiendo bien, “¡para terminar tu primer examen vas a sentir algo en tu boca!” “¡si logras aguantar te ganas el premio!” “¡será lo que te guste!” le acarició el pelo, con disimulado gesto de ánimo Dionisio estimulaba al niño “¡vamos Mateo… tú puedes, es fácil!” Dionisio miraba sonriente a Fulgencio “¡vamos, adelante, tú puedes!” Mateo se sentía estimulado, de sobremanera, gustaba mirar esos labios rojizos rozando el filo de vasos, Fulgencio en cada respuesta lo colmaba de besos y caricias diciéndole lo orgulloso que se sentía, esto hacía más feliz al niño, acercó sus labios al oído del niño “¡Mateo, ahora viene lo bueno de todo!” “¡tienes que prometer que serás muy valiente!” el niño dijo “¡sí, abuelo!” “¡sí!”, “¿quieres ganarte el premio?” “¡sí Dionisio!” “¡sí!” “¡eso es Mateo tú puedes!” Dionisio lo recostó quedando su pechito en la mesa, pies descalzos quedaron suspendidos agitándose al viento, Fulgencio y Dionisio quedaban desnudos de la parte inferior a sus cuerpos, “¡vamos a jugar Mateo!” “¡quietecito!” Fulgencio besaba la espalda del niño, deslizaba la lengua en la rajita del potito de tres añitos, mordía suavemente los glúteos, besaba las piernas y piecitos, cada dedito del pie se lo metía en la boca, sentía cosquillas y reía “¡te gusta!” “¿verdad que sí, Mateo?” “¡sí, abuelito!” “¡sí, me haces cosquillas!” siguió besándole el potito y luego le besaba las costillas haciéndole cosquillas, lentamente se encorvó poniendo su cuerpo adulto mayor sobre Mateo, su rostro se posaba sobre el pelo sedoso bien cuidado, por su parte Dionisio miraba atento con amplia sonrisa cómo el anciano con su pene flácido alzaba y bajaba su pelvis sobre el culito, Dionisio miraba las piernas velludas del adulto mayor que se rozaban sobre las piernitas al aire de Mateo, la cara de Fulgencio se apoyaba en la espalda del niño, de sus labios salieron expresiones que a Dionisio le perturbaron en inquietud, “¡Patricio!” “¡Patricio!” “¡eres lindo!” “¡muy lindo!” Fulgencio besaba intensamente el pelo, cuello y mejillas de Mateo, próximo a él Dionisio se daba placer en su pene ya amoratado de lo muy erecto que estaba, Fulgencio continuaba besando el culito y restregando el flácido pene en ese potito, instantes después se apartó del pequeño niño precioso, le hizo gestos a Dionisio y comenzó a besarle el culito, le lamía entre los glúteos y el niño reía sintiendo cosquillas, Fulgencio se sentó a ver a piernas abiertas cómo el pene erecto de Dionisio se deslizaba entre los glúteos, Fulgencio sonreía con gesto de aprobación a Dionisio para que siga, puso una mano en la espalda y con la otra apuntaba con un dedo medio ensalivado le iba introduciendo de a poco en poco, “¡aahhh!” “¡aahhh!” “¡lele!” “¡lele!” Fulgencio a distancia le decía “¡aguanta!” “¡aguanta!” “¡recuerda el premio!” el nene respiraba hondo la piel de su rostro se puso muy rojiza, lo sostenía y le introducía el dedo “¡aahhh!” “¡es una cala Mateo!” “¡igual a la que te pusieron cuando tenías fiebre!” “¿te acuerdas?” “¡es para que tengas buena salud y el líquido que acabas de tomar te salga bien por allí!” “¡aguanta!” Dionisio en silencio deslizaba sutilmente el dedo haciendo gemir a Mateo, “¡eso mi niño!” “¡eres muy valiente!” “¡muy valiente!” Fulgencio manoseaba su pene flácido por la edad, parecía una prominente ciruela pasa, miraba con gusto al niño encorvado sobre la mesa con el culo abierto de piernas, sus pies agitándose al viento siendo dedeado con sutileza, la sonrisa amplia de Dionisio mostraba el placer, la mano continuaba sujetando la espalda del niño y ahora la otra mano sujeta el pene tieso para ponerlo entre los glúteos, “¡respira hondo Mateo vamos!” el nene obedecía, “¡ahora ten calma!”, sujeto el pene ensalivado iba entrando el glande, Mateo gemía fuerte “¡lele!” “¡lele!” “¡ya!” “¡ya!” “¡lele!” “¡ya no!” “¡ya no!” “¡lele!”, el pene se movía adelante y atrás punteando la entrada del ano de Mateo, quedó allí el pene, las dos manos de Dionisio pasaron a sujetarle, movía la cintura adelante y atrás, el nene sentía ese desliz en su culito, Dionisio se apartó, por unos instantes quedó sin moverse Mateo encorvado en la mesa, “¡ya vamos a terminar Mateo!” le dijo Dionisio “¡ya pronto recibirás tu premio!” “¡falta poco!” ahora lo puso al niño de espaldas sobre la superficie fría de esa mesa, se notaba el polvo en el pecho cuando estaba de cara en la mesa, ahora seguramente ese polvo se impregnará en su espalda, Fulgencio vio que los piecitos del niño se sentaban sobre la mesa, se deleitaba viendo la curvatura delineante de esas piernas bien formaditas, esos dedos alargaditos que se movían, se ladeó un poquito pasándose la mano por el culito mientras tanto Dionisio ensalivaba m{as el glande, Fulgencio muy satisfecho miraba con amplia sonrisa cómo Dionisio se acercaba al extremo de la mesa, ponía los pies del niño sobre sus hombros, lo deslizaba sobre la mesa tomándole de las caderas con las manos, el culito estaba siendo rozado por ese pene erecto que era agarrado de una mano y punteaba el culito, las manitos de Mateo descansaban sobre la mesa pero se alzaban al sentir ese pene tratando de entrar en el culito, bufaba, sentía más molestia que antes, le salía saliva por esos labios rozagantes, abría su boquita, sus ojos seguían vendados, Dionisio punteaba con el pene sujeto, los piecitos se movían intensamente sobre los hombros, Dionisio lo sujetaba más “¡sé valiente!” “¡ya casi!” “¡ya casi!” el glande desflorado de once años estaba tieso punteando la entrada del culito, el cuerpo de Dionisio se encorvó un poco más hacia adelante, los testículos lampiños de Mateo quedaban encima del tronco del pene que lo hacía deslizar, Fulgencio seguía observando sentado manoseándose el pene flácido, “¡vamos Mateo!” “¡vamos!” “¡aguanta!” “¡ya casi termina!” “¡valiente!” “¡muy valiente!” “¡ese es mi nieto!” “¡vamos Mateo, aguante!” así arengaba a su nieto mientras Dionisio trataba de sodomizarle, la ironía de Fulgencio hacia el peño niño vendado era extrema, festejaba verle en ese estado sexual, a fin de cuentas Mateo no era su nieto, ahora el pene erecto de Dionisio se deslizaba por encima del pene lampiño de Mateo, se sentía el gustito, le vino como una electricidad en su cerebro, Dionisio sintió esa rareza por vez primera y de pronto le salió un líquido transparente, no era semen, pero aquello si le llamó la atención a sus once años, le latía el pene, lo dejo quieto allí, Fulgencio se acercó a chupar a uno ya otro, “¡son deliciosos!” “¡son míos!” los chupaba frenéticamente, el rostro vendado de Mateo cambió de expresión ahora se sentía relajado, Dionisio fue a vestirse mientras que Fulgencio continuaba chupando el penecito de Mateo, “¡eres lindo Mateo!” “¡te pareces mucho a Patricio!” Dionisio no comprendía, Fulgencio se apartó del niño que quedaba vendado y acostado en la mesa polvosa, “¿ya?” “¡si mi tesoro!” “¡ya pasaste la prueba!”, le pusieron en pie limpiándole el polvo del cuerpo prolijamente con cuidado para que la ropa no se le manche, lo vistieron y le sacaron la venda de los ojos, “¿ves que fue muy rico?” el niño pasaba sus manitos por los ojos “¡sí abuelito!”, “¡mi niño precioso, me siento orgulloso de ti!” lo marcó y salieron de aquel lugar, Dionisio se encargó de cerrar la puerta, fueron al encuentro con su madre y la empleada dijo que Matilde fue con Adrián entraron a la mansión, Fulgencio se puso a jugar al balón con sus dos nietos y con Dionisio en el jardín, a cierta distancia de ellos Matilde se encerraba en la biblioteca mostrándole los objetos del lugar, “¡dime que es lo que te gusta y te lo regalo!” el niño maravillado veía muchos objetos atrayentes sobre todo de papelería, pese a tener siete años se notaba su inocencia, la anciana lo miraba fijamente, en voz baja exclamaba “¡te pareces tanto a él!” el niño no comprendía, ella le sonreía, estaba sentada “¿ya elegiste?” el niño vio un accesorio y lo señaló con el dedo, “¡es tuyo!” “¡tómalo Adrián!” “¡te lo regalo!” muy contento lo tomó, “¡póntelo en el bolsillo!”, el niño muy feliz brincaba de gusto y eso a la anciana le complacía, “¡ahora ven!” “¡acércate!” “¡a cambio debes darme algo!” “¡es lo justo!” “¿verdad?” el niño asentía, se acercó y ella lo tomó de los hombros, lo alzó un poquito, se sentía temblorosa, el niño extrañado se dejó llevar de ella, lo miraba fijamente “¡Adrián!” “¡eres muy lindo!” “¡sí, muy precioso!” sus labios estuvieron muy cerca y empezaron a rozarse, unieron los labios en segundos, ella los sentía con pasión que desde hace muchos años no sentía, ver ese rostro lo llevaba al pasado, ese rostro le estimulaba a besarle, Adrián comprendió que eso no estaba bien pero su timidez y temor a ser maltratado por aquella mujer autoritaria, mejor se dejó llevar por la anciana que continuaba besándole, unieron las frentes “¡eres precioso!” “¡muy precioso!” unieron las mejillas, lentamente el muchacho se alejó de Matilde, “¡ahora sal Adrián!” “¡ve a jugar!” “¡diles que ya voy!” el niño con algo de extrañeza y sin decir palabra alguna salió de esa amplia biblioteca, se iba pasando el antebrazo por los labios, ella se recostó pensando en su tío, tiempo después de tanto rememorar salió al jardín, vio a su hijo Fulgencio que dirigía el juego de los niños, Adrián estaba sentado junto a la empleada, “¡ve a jugar también!” en voz baja sin que la escuchen exclamaba “¡ve a jugar con tus parientes!” “¡son tu sangre!”, tiempo después Fulgencio dispuso llevar a los niños a la mansión de Fernanda pero antes pasarían por comer gaseosa y pasapalos por el parque, Dionisio también fue invitado, los niños brincaban de gusto, aquella tarde fue ideal para todos.
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Adrián Fernando disfrutaba de una caminata con su padre en el campo, de pronto vio desmayarse a su padre, tuvo que ser trasladado de urgencia a la capital siendo atendido con premura, luego de un corto tiempo de estar en el hospital fue trasladado a su hogar en franca recuperación, la noticia de la salud del prestante agroindustrial recorrió el país de la canela, muchos personajes de la economía y negocios lo visitaban, entre ellos estaba su aliado Fulgencio Arichabala, llegó con un regalo suntuoso, la entrevista duró muchos minutos, el hombre obeso agradecía la deferencia, Adrián Fernando era el encargado de ordenar los obsequios recibidos por su padre, el tiempo transcurría, ya para ese último sábado del mes de enero de 1962 aquel hombre estaba convaleciente, fue a su oficina en compañía de su hijo que no lo desamparaba, el recibimiento fue adecuado ante el saludo de sus colaboradores, padre e hijo entraron en la amplia oficina, revisaban la agenda, la empleada ingresa anunciando la visita de Luis Izaguirre y una niña, extrañado el hombre obeso le ordenó que pase, al verlo entrar a Luis con Amarilis el muchacho se sorprendió mucho, ella también estuvo expuesta a la intranquilidad al momento de verle, Adrián Fernando trató de disimular su sorpresa y nerviosismo, “¡he venido a hablarle de algo muy importante!” la mirada del obeso que tenía puesta en Luis se desvió hacia la pequeña nacida en diciembre de 1952, la mirada era muy tierna, “¡seguramente es algo importante!” “¿verdad?” Luis con su característica seriedad asentía, el hombre obeso giró su silla mirando a su hijo “¡acompaña a la niña a la cafetería de abajo!” “¡ya te mandaré a ver!” tembloroso Adrián Fernando tomó del hombro a la pequeña de nueve años saliendo de la oficina en dirección a la cafetería del lugar, el obeso Teodomiro invitó a sentarse a Luis, “¡en qué te puedo servir, estimado amigo!” con una sonrisa en el rostro Luis le pidió ser escuchado, “¡sucede que esa niña de nombre Amarilis con la que vine tiene una novedad!”, extrañado Teodomiro preguntaba “¿de qué se trata?” franco y directo expresó “¡esa niña es su nieta!” Teodomiro se puso en pie acercándose a donde estaba sentado Luis, “¡no es posible!” Luis exclamaba “¡debe mirarle bien!” “¡es su nieta!” “¡es tan parecida a su difunto hijo que se vestía de negro!”, extrañado decía “¿me está diciendo que esa niña es hija de mi difunto hijo Emilio?”, “¡en verdad que lo es don Teodomiro!” “¡por eso he venido!” “¡para que la reconozca como tal!” le dijo que Amarilis siendo muy tierna fue dejada por su madre a su padrastro un noble campesino y que éste al morir le pidió que le ayude con la identidad de Amarilis llevándola a donde estaba su familia sanguínea, “¿y la madre?”, “¡no se ha vuelto a saber de ella!” “¡Amarilis necesita conocerlos a ustedes!” “¡convivir con ustedes!” estando aun contrariado el hombre obeso no daba crédito a lo que escuchaba, cerca de allí Adrián Fernando y Amarilis se miraban con recelo, le había pedido un jugo y tostada, la nena cabizbaja comía y bebía viendo al plato, “¿cómo has estado Amarilis?” ella respondía que estaba bien, “¡es una sorpresa verte aquí!” ella seguía cabizbaja, de pronto la mano de Adrián Fernando se posaba sobre la manito de Amarilis, ella seguía cabizbaja y trataba de deslizar la mano con la intención que no la toque, de pronto la mano se desliza poniéndola debajo de la mesa, “¡ya ha pasado mucho tiempo que no nos vemos!” “¡desde aquel día!” “¿te acuerdas?” ella mirando el plato asentía, “¡fue maravilloso lo que hicimos en esa cueva!” Amarilis seguía comiendo cabizbaja, “¡sabes que te quiero mucho!” “¡me da mucho gusto de verte!” ella tenía un gesto indiferente como que deseaba irse y dejarle pero no podía, “¡nunca he olvidado lo que hicimos!”, “¡quisiera hacerlo de nuevo contigo!” “¡allá en la cueva!” “¿aceptas?” ella cabizbaja movía negativamente la carita, “¿por qué no?” le dijo que no era posible pues ya no vivía en ese lugar, que su padre había fallecido y ahora vivía con Luis, “¿a qué viniste?” ella le dijo que no lo sabía, en ese instante un oficinista dijo que don Teodomiro los esperaba en la oficina, Luis le había contado al hombre obeso que su difunto hijo tuvo amoríos con la socia de esa fábrica, Adrián Fernando abrió la puerta para que entre Amarilis, la mirada se centró fija en al niña, “¡acércate!”, le vio cercana, miraba cada detalle de su rostro, sin duda alguna se parecía mucho a su difunto hijo, lo miró a Luis que estaba atento a los movimientos de Teodomiro, intrigado estaba su hijo a su lado, “¿de qué se trata papá?” a Teodomiro se salió una risa irónica, miró a Luis “¿qué lo garantiza?” Luis se puso en pie “¡esto!” estira la mano y le hace entrega de un documento, el obeso lo leyó con detenimiento, “¡puede quedarse con él si lo desea!”, el obeso lo miró a los ojos, “¡está bien!”, guardó el documento en una gaveta, “¡lo estudiaré con calma!”, Adrián Fernando continuaba extrañado inocente de lo que ambos hombres habían hablado, Luis le estrechó la mano al obeso, “¡gracias por atenderme!” tomó a la niña de una mano y se disponía a retirarse, “¡espere Luis!”, el obeso se puso en pie acercándose a la pequeña, “¿me puedes dar un abrazo?” ella tímidamente asintió, el abrazo mutuo era sentido, ambos sintieron cierto apego, Adrián Fernando continuaba observando ese abrazo, Luis sentía calma, era un buen inicio, se despidieron, ella agitó su manito y ellos le respondieron de igual forma, durante el trayecto a casa Amarilis preguntaba a Luis el motivo de la visita a la oficina de ese señor, “¡Amarilis… es una promesa que le hice a mi padre!” “¡debo cumplirla!” “¡es muy importante para ti!”, la noche se acercaba, Luis y Amarilis estaban comiendo palomitas de maíz entretenidos viendo una película de la naciente televisión local, se escuchó tocar el timbre de manera insistente, al abrir la puerta se encuentra con la grata sorpresa de la presencia de Teodomiro, “¿me permites pasar?” Luis asintió, el hombre obeso iba acompañado de su hijo quien saludó a Luis, el rostro relajado del hombre obeso hizo que se dirija a donde estaba parada Amarilis “¿me das un poco de palomitas?” ella presurosa le dio, “¡sabes… a mí también me gustan!” se sentaron a comer juntos viendo la tele, Luis y Adrián Fernando estaban sentados, al terminar la película el hombre obeso abrazó a la niña, “¡Amarilis… debo decirte algo!” la extrañeza ocupaba el rostro de la pequeña, Adrián Fernando se puso cabizbajo, conocía del propósito de su padre, “¡Hace mucho tiempo perdí a mis dos hijos varones y a mi hija!” “¡sólo me queda como hijo Adrián Fernando y mi nieto Gustavo Andrés Teodomiro!” le acarició el pelo, “¡pero el destino así como me ha quitado seres muy queridos!” “¡ahora me da otro!” “¡y eres tú, Amarilis!” la niña lo miraba con extrañeza, “¡sí mi niña!” “¡llevas mi sangre!” la niña estaba perturbada “¿su sangre?”, “¡sí… mi pequeña!” “¡tú eres hija de mi hijo Emilio!” ella estaba asustada vio a Luis y esté respondía moviendo afirmativamente la cabeza, “¡eres mi nieta!” “¡mi nieta!” la abrazó con gusto mientras ella se dejaba, estaba ida, lo miraba a Luis preguntándole con la mirada si todo lo que escuchó era cierto, “¡abraza a tu abuelo Amarilis!” “¡eres la verdadera hija del difunto Emilio!” “¡no eres hija de Aparicio!” “¡don Teodomiro es tu abuelo!” “¡así lo menciona Aparicio en esa carta que declara que tu madre es Lucrecia y tu padre fue Emilio!” la niña lloraba, tenía sentimientos encontrados, aunque ya lo percibía sin embargo todo era muy difícil de asimilar, Adrián Fernando pese a ya saber aquello quedó estático observando ese abrazo, para él también era difícil de asimilar que a la persona que desvirgó en aquella cueva se trataba nada menos que de su sobrina, así de complejo era el destino de los amantes que se entregaron en aquel día de los enamorados, el muchacho hacía puños, el recelo le colmaba la conciencia, el hombre obeso lloraba, le acariciaba el pelo, “¡eres tan bonita!” “¡llevas la sangre de tu tía, mi difunta hija!” ella lo miraba con sus ojos llenos de lágrimas, se sentaron, le pasó un brazo por los hombros, “¡quisiera que hoy mismo te vinieras a vivir con nosotros!” esa declaración sorprendió a Adrián Fernando, no se lo esperaba, “¡ven con nosotros Amarilis!”, la niña miró a Luis quería su comentario, “¡ve con ellos Amarilis!” “¡son tu verdadera familia!” se acercó acariciándole las mejillas y limpiándole las lágrimas, “¡ve con ellos!”, “¡permíteme cumplirle la promesa a mi padre Aparicio!”, ella se levantó a abrazarle de las caderas “¡te quiero mucho Luis!”, “¡yo también… mi pequeña!”, el hombre obeso le puso las manos en los hombros mirándole fijamente a los ojos, “¡eres mi nieta… debes estar conmigo!”, “¡yo te cuidaré… nada te faltará!”, le dio besos en la frente, “¡ve a ver tu ropa!” ella lo miró a Luis, “¡anda i pequeña!” fue a su habitación, Adrián Fernando le ayudaba arreglando las petacas, ya al despedirse Luis le dijo que la visitaría con frecuencia que no se preocupe porque estaba en buenas manos, él se sentía feliz de que esté con su familia, la vio ingresar al lujoso auto, Teodomiro agradeció mucho la buena acción de Luis, “¡perdí una hija, pero gané una nieta!” “¡y eso se lo debo a usted!” “¡viviré agradecido por su nobleza!”, “¡mi casa desde ahora también es su casa, Luis!” se dieron un fuerte abrazo despidiéndose, para Luis era lo más adecuado, la presencia de Amarilis en casa no permitía traer a sus amantes jóvenes a su casa, estaba tranquilo por lo que hizo, en verdad, ella se merecía algo mejor que estar en su compañía, vio el reloj, aún era temprano, decidió transitar por las calles de la ciudad capital, de repente vio a un conocido transitando de peatón, iba puesta una trusa con una remera y unas sandalias, al verle el rostro se le iluminó, “¡hola!” “¿te llevo?” el muchacho de diez años al reconocerle le brindó una amplia sonrisa, para el muchacho ir en auto sería un lujo, sin pensarlo mucho se subió al auto, “¡es usted el amigo de Renzo!” “¿verdad?”, “¡efectivamente!” “¡soy amigo de Renzo!” “¡dime qué es de su vida!”, el niño se puso un poco triste, al ver ese rostro Luis se preocupa “¿le pasa algo a Renzo?”, “¡sí!” “¡está muy enfermo!” “¡tiene mucha tos!” de inusitada manera activó la marcha “¡vamos, quiero verlo!” llegaron a estacionarse junto al humilde chalet, para sorpresa de cuando llegaron un niño s ele acerca a Ezequiel “¡toma, tu mamá te dejó esta llave!” “¡dijo que no la esperes, que te acuestes a dormir!” “¡se fue con la vecina llevando a Renzo Orestes muy grave al hospital!” Luis le pregunto a qué hospital lo llevaron, al enterarse de boca del niño se subió al auto, “¡quisiera que me lleve!” “¡Renzo es mi amigo, como mi hermano!” “¡quiero verlo!” Luis aceptó y al llegar al hospital las dos mujeres se extrañaron de verle a Ezequiel, la anciana que conocía a Luis pidió ayuda, Luis se entrevistó con médicos y enfermeras para saber el estado de salud del muchacho, le dijeron que era muy grave, preocupado les dijo a los galenos delante de las mujeres que no se fijen en gastos, Renzo era su empleado y estaba preocupado por su salud, las mujeres vieron a bien ese gesto de Luis, despachó una costosa receta, estaban sentados en las afueras de la fría noche, la anciana y la vecina estaban bien arropadas no así Ezequiel, la madre le dijo que vaya a casa, Luis se ofreció a llevarlo, las mujeres agradecieron el gesto, le dijeron a Ezequiel que en el primer claro de la mañana llegarían a casa, que se prepare el café y se vaya a la escuela, el obediente Ezequiel asintió, se subió al auto y partieron en marcha, durante el trayecto a casa de Ezequiel se detuvieron a comer y a beber algo, el muchacho comí de forma presurosa, parecía que alguien le quitaba la comida, se notaba que nunca había comido de esa forma, luego continuaron el trayecto, se detuvieron en un negocio de bebidas alcohólicas, vio que Luis ponía en la parte trasera muchos envases de cerveza, “¿te parece si antes de llegar a casa paseamos por la ciudad en el auto?” el niño aceptaba “¡destapa una para mí!” “¡y otra para ti!” encendió la radio y bebían cerveza “¡eso es música!” “¡nacional!” Ezequiel bebía animado “¡veo que te gusta la cerveza Ezequiel!” “¿quieres que compre más?” el niño asentía, “¿qué te parece si las tomamos en tu cuarto?” Ezequiel asentía gustoso de escuchar la idea, “¡vamos!”, estacionaron el auto en un lugar discreto cerca de los chalet, entraron al cuarto llevando la cerveza, se sentaron a comer botanas que habían comprado y bebían cerveza, “¡qué tranquilo aquí!” se sentó a su lado, vio que los ojos estaban entrecerrados, aprovechó para sacarse la camisa aduciendo el calor, Ezequiel hizo lo mismo sacándose su remera y deslizando las sandalias de los pies, de afuera los vecinos curiosos veían el auto estacionado, la mano de Luis se deslizaba por los muslos de Ezequiel, “¡si eres amigo de Renzo!” “¡sabrás lo de esto…!” la mano de Luis ahora se deslizaba sobre el pene vestido de Ezequiel, el muchacho bebía y sonreía “¡te gusta hacerlo y que te lo hagan!” “¿verdad?” “¡hagámoslo!” “¡te doy dinero!” Ezequiel sonreía, lentamente Luis lo fue recostando en ese sofá parchado al muchacho de diez años, la nariz recorría el rostro de Ezequiel, “¡hueles rico!” “¡además de ser muy bonito!” los labios de Luis marcaban de saliva el cuello y mentón, “¡deseo hacerte el amor!” suspirando Eliazar se dejaba sacar la trusa deslizándose por las piernas delgadas, recibía los besos a lo largo de los muslo llegando al pene y los testículo, “¡date vuelta mi amor!” recibía los besos en los muslos, los sentía en su culito, sentía ese desliz de lengua haciendo círculos en el hoyito “¡qué hermoso está!”, Ezequiel por efecto del alcohol abría voluntariamente su culito con las manos para que Luis lo oliese de mejor forma, suspiraba al sentir el paso de lengua de delimitaba su culito, mordía el culito, ensalivo la entrada del ano, Ezequiel abría más su culo para que le entre más saliva, “¡yaaa!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” Luis comprobaba aquellos instintos y el deseo de ser poseído, “¡métemelo!” Luis toma su erecto pene y empieza a penetrar “¡aahhh!” “¡que rico, sigue, sigue!” “¡me gusta, me gusta!” “¡sigue metiéndolo!” “¡sigue metiéndolo!” “¡aahhh!” el pene estaba adentro, “¡déjalo así, no lo muevas!”, “¡déjalo!” “¡quiero sentirlo todo adentro!” “¡me gusta!” “¡me gusta!” Luis estaba sorprendido de las declaraciones de Ezequiel producto de la cerveza ingerida, “¡me gusta tu pene!” “¡es rico!” respiraban aceleradamente, Luis decidió meter y sacar, meter y sacar, “¡aahh!” “¡aaaahhh!” “¡aaahhh!” gemían sudorosos, tenía el deseo mutuo de pertenecerse, era un cuerpo en uno, lo tenía bien sujeto sometido a sus embestidas, “¡vamos a la cama!”, “¡vamos!”, Luis se terminó de quitar la ropa y Ezequiel fue el primero en acostarse, Luis se acostó sobre él besándose apasionadamente, “¡te lo voy a meter profundo!” se sentó sobre Ezequiel, alzó sus caderas, el pene se alzaba rozando los labios de Ezequiel, “¡abre!”, abrió su boca, el glande entraba, los labios se deformaban, el glande se deslizaba en la boca, alzaba y bajaba las caderas, quieto Ezequiel recibía el sexo oral de Luis como activo, no pudo contenerse y regó semen en la boca y en el rostro de Ezequiel, quedaron rendidos acostados por un momento, Luis se puso de cara al colchón, “¡ahora házmelo tú!” Ezequiel encima de Luis lo embestía con el pene, lo hizo hasta el cansancio, quedaron dormidos por unas horas, se despertó Luis a ver por la ventana a su auto, aún era de madrugada, vio a Ezequiel acostado y completamente desnudo, se vio el pene que se erectaba, se acostó sobre el muchacho despertándole con los besos que le daba, “¡eres mío!” “¡no lo olvides!” le metió el pene todito adentro, “¡ya está adentro como a ti te gusta!” las manos con dedos alargados hacían puños en la sábana, empezaron las embestidas haciendo furor el pene en le culito del muchacho de diez años, Luis se sentía en la gloria “¡me gusta tu culo!” “¡siente mi pene!” “¡te lo estoy haciendo con amor!” “¡con amor!” Ezequiel gemía, todo ese trozo de carne estaba dentro de su culito, de pronto sintió que el cuerpo de Luis no se movía pero dentro de su cuito sentía el desliz de semen, lo había sodomizado bien, aun así siguió embistiéndole constantemente, el pene salió con semen, fue a lavárselo, Ezequiel pujaba sentado en una bacinilla, salía orina, sacó de su bolsillo un par de billetes de mediana denominación, lo dejó en su mesita, sentado vio vestirse y alejarse a Luis, antes de cerrar la puerta le dijo “¡te veré muy pronto!” “¡si quieres te espero en el lugar donde te encontré!”, la naciente mañana no sería muy grata para las dos mujeres que estaban a la espera de resultados en el hospital, un apesadumbrado doctor informaba el fallecimiento del que fuese ropavejero.
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Pasha Ifimovich estaba feliz teniendo a su lado a Agripina, aunque las edades eran distantes se notaba el amor proferido, lamentaban que el doctor Pérez se haya enterado de mala forma de la existencia de su hijo Daniel Eduardo fallecido tras secuestrarle sin saberlo el muchacho de quince años, lamentaba que se haya enterado en el hospital, el doctor estaba muy triste y se refugiaba en la estancia, el no poder decirle o hablarle a su hijo tras su muerte le dolió mucho, ni Justin con su nieto podían alegrarle, Agripina notaba la tristeza de su hermano, el estar pensativo por mucho tiempo la alertaba de que algo malo le estaba pasando, trataba de sacarle la verdad de aquello pero el muchacho se iba a su cuarto sin poder hablar, se notaba la tristeza y angustia, cómo no tenerla si él tiene cargo de conciencia, él sodomizaba sin saberlo a su propio hermano, ahora que estaba en el segundo sábado de enero de 1962, ya habían pasado muchas semanas desde la tragedia de aquel mes de octubre de 1961, ella se preocupaba de su hermano, entendía tal vez por qué Luis Alfonso estaba así tras enterarse que tenía un hermano con apego, también en parte entendía lo que le pasaba al doctor Pérez, el ambiente cambiante de los hechos políticos hacían que los esposos viajasen a la capital, lamentaban en parte dejar solo a don Rodolfo Buonanote, padre de Pasha, con quien se sentía a gusto, al pasar el tiempo Agripina tenía gran apego con el anciano extranjero y con Noelia y resto de la familia Buonanote, inclusive los esposos tenían un gran afecto con Gustavo Adolfo Buonanote y con Amanda junto con su hijo, aquel sábado había una recepción auspiciada por el consorcio de Valentín en donde la gran mayoría de industriales y comerciantes se reunían para hablar sobre el asunto agro exportador del país de la canela, se hablaron de muchos asuntos, varias mesas de trabajos, Pasha sobresalía en sus observaciones hacia Valentín, del mismo modo lo hacía el agroindustrial cercano a la mesa de Agripina, tras finalizar el evento el agroindustrial invitó a la pareja a su casa a cenar, decía orgulloso que su esposa cocinaba de mejor manera el cordero, Nicolás estaba cerca y se adhería a la invitación del agroindustrial, Valentín estuvo de buena forma para ser invitado, así que al día siguiente el segundo domingo de enero de 1962 se reunían en la cómoda casa los invitados haciendo tertulia en ese amplio jardín, no era momento de hablar de negocios sino de la familia y aspiraciones a futuro en el entorno de amistades, Nicolás empezó diciendo en aquella amplia mesa que aspiraba a que su único hijo varón Daniel Nicolás llegue a heredar y superar los bienes alcanzados, el agro industrial manifestaba en segundo orden lo mismo de su hijo, y que lo tenía presente a su lado, se lo apreciaba como un muchacho tímido y la mirada de Nicolás se centró en los movimientos algo amanerados que hacía y se reservaba el disimulo, Pasha manifestaba que aspiraba a tener pronto un hijo, Agripina se puso cabizbaja ante lo manifestado por el extranjero caucásico, le preguntaron al joven Valentín sobre su aspiración familiar manifestando que no pensaba en el matrimonio pero que con el tiempo se dará, su sonrisa era dirigida en especial a aquel muchacho cuya mirada estaba fija, bebían bastante y conversaban de buen modo hasta esperar la afamada comida de cordero, en una aparte Valentín y el hijo del agroindustrial sostuvieron conversaciones, le decía a Valentín que extrañaba regresar al país del norte, a superarse en conocimientos, se aburría del país en el que vivía con tantos conflictos y complejos sociales, Valentín lo invitó a viajar con él y que le permitiera enseñarle el mundo de los negocios en un país de progreso, emocionado llamó a su padre indicándole la invitación de Valentín, con mirada fija y con sonrisa atrayente se limitó a decirles que sobre el permiso lo pensaría, el agroindustrial se encontraba en un dilema, su hijo era muy joven para viajar solo, por otro lado no deseaba hacer un desaire a su más ilustre invitado quien había solicitado el permiso para que su hijo pueda viajar con él, así el muchacho pasó todo ese tiempo del evento rogándole a su padre por el permiso, el agroindustrial sólo quedaba en silencio, para sacárselo de encima a su hijo prefirió sostener conversación con Pasha y Agripina, los felicitaba al verles como buena pareja y lamentó que el doctor Pérez no se encuentre presente en el lugar, Nicolás se unía al diálogo manifestando la tristeza de verle a su suegro en tal estado de depresión, les decía que pronto estará en sus actividades normales, es cuestión de tiempo y que su esposa se encuentra siempre a su lado ahora para atenderlo, Agripina cabizbaja hizo una mueca irónica que no la percibieron los que estaban a su lado, ni siquiera su esposa, ella guardaba gran recelo de aquel doctor ex senador de la república, es más, se le ocurrió una idea luminosa, haría el tercer sábado de enero de 1962 una recepción cuyo motivo sería una celebración por la alianza en los negocios, a voz alta se dijo lo propuesto y todos estuvieron de acuerdo, así tendrían la oportunidad de departir animadamente con el doctor Pérez, se haría en la casa de playa propiedad de Nicolás, de esa manera se le comprometía a Justin con los preparativos del evento, la mirada de Valentín estaba fija en el ese muchacho delgado y también lo estaba Nicolás; aquel sábado llegó y la reunión se convertía en familiar, el homenajeado doctor Pérez se encontraba allí, Justin había cumplido con su cometido de organizar el evento, el hombre barbado le había ayudado en la actividad, claro está que antes habían tenido sexo permitido pues se amaban mucho y el hombre barbado estaba muy feliz sabiendo que Daniel Nicolás el hijo de Justin era su hijo biológico, se enorgullecían en haber hecho un hijo muy precioso, ella le tenía una agradable sorpresa que se lo diría tras la fiesta en uno de los próximos encuentros que tenían en esta casa de playa, así entonces tiempo después ya se apreciaba a los carros lujosos que hacían hilera ante los sorprendidos transeúntes del pueblo humilde de pescadores, algunos ganaban pesos cuidando o limpiando los autos a vista de los chóferes, Leroy llegaba con Valentín al evento, allí se encontraba Jairo Camilo el hijo del agroindustrial con su short de playa mostrando esas piernas brillosas lampiñas, parecían las de una hembra que se complementaba con ese voluminoso culito delimitado por la tela del short, tenía puestas sandalias y un aplique de gafas den el rostro, el pelo lacio daba al viento, el muchacho decidió caminar por el pueblo, Leroy lo siguió detrás, se sorprendió estar cerca de aquel hombre que hablaban con acento extranjero, hicieron amistad de inmediato, conversaban de Valentín, el fiel Leroy se refería de buena forma de Valentín, aquello lo fortificaba en confianza, le dijo a Leroy de su intención de regresar al país del norte y que Valentín le había hecho la invitación, Leroy estaba complacido de saber aquello, aspiraba a que pronto su padre le diese permiso, Leroy en su instinto depredador de sexo se lanzó hacía el muchacho con toques en el cuerpo luego de hacer chistes que a Jairo Camilo le era de buen agrado, la mano de Leroy de vez en cuando rozaba el brazo del muchacho que se lo permitía, se miraban de forma cómplice en cada sonrisa, fueron a beber fruta en un quiosco del lugar, había mucho viento en el sector en aquella tarde de sábado, de lejos se escuchaba la música saliendo de la casa de Nicolás, cada vez más cerca se posaba Leroy hasta que en un de repente Leroy le tocaba las manos, el muchacho miraba la entrepierna de aquel hombre halagador, se notaba el bulto de aquel short, las miradas eran al disimulo viendo en parte a su alrededor, decidieron caminar por la playa, las risas continuaban, pasaron por un lugar discreto que era un tupido palmar, se recostaron sobe las hojas secas, no habían transeúntes por ese apartado lugar, se miraban de forma cómplice, Jairo Camilo se hacía en parte el desentendido pero no dejaba de mirar de reojo la entrepierna del hombre, “¡tienes unas piernas muy bonitas!” el muchacho se limitaba a sonreír cabizbajo, “¡tienes un buen porte!” “¡me atrevo a decir que tienes una linda sonrisa!” Jairo Camilo sonreía ampliamente, con humildad exclamaba “¡no es así!” “¡aunque muchos lo han hecho!” intrigado Leroy le pregunta “¿quiénes?” “¿tus amigas… o…?” el muchacho lo miró con nerviosismo, “¡tranquilo… no tengas pena!” “¡soy tu amigo!” Jairo Camilo vio que la mano de Leroy se posaba sobe su mano, se miraron saliendo una amplia sonrisa cómplice entre los dos, “¡se me ocurre una idea!” “¿qué te parece si damos un paseo en el auto?” al muchacho le vino bien esa idea, “¡de acuerdo, me gustaría pasear por los alrededores de la playa!”, entusiasmado Leroy le dijo “¡espérame aquí, voy por el auto!” el muchacho asentía, se subió al auto en cuanto llegó Leroy, al pasar por la casa justo estaba su padre viéndole en el auto, se alegró de ver que estaba con Leroy, le gustaba que haya hecho amistad con uno de los distinguidos extranjeros, Valentín lo había hecho pasara a Leroy como uno de sus consejeros de negocios pero que en realidad Leroy para Valentín a más de ser su custodio era su amante, el auto daba marcha lenta, el agroindustrial alzó el vaso con whisky avivando el movimiento de su muñeca y mano en señal de aprobación “¡que te diviertas hijo!” el muchacho sacó la cabeza cuyo pelo lacio se movía al viento, agitó la mano “¡sí papá… con tu permiso!”, el hombre exclamaba “¡continúa, hijo!” “¡que te diviertas mucho!” el muchacho exclamaba “¡sí padre!” “¡hasta ahora!”, Leroy se limitaba a sonreír, estaba centrada su mirada en el volante y en el terreno que conducía, desde lejos la mirada de Valentín y Nicolás miraban al muchacho perderse en el auto, “¿sabes manejar?”, “¡un poco!”, “¡si de seas, te enseño!”, “¡está bien!”, el muchacho toma el volante y con las manos puestas sobre el volante Leroy le iba guiando, “¡guarda con los cambios, nene!” “¡lo haces bien!” la marcha lenta hizo que el rostro de Leroy se apegue al de Jairo Camilo que sonreía en cada roce, era el momento se dijo, la mano bajó a rozarle el muslo y pasarle por la entrepierna del muchacho, la mirada de Jairo Camilo continuaba viendo al frente, disimulaba no sentir el pase de los dedos por la manga del short rozando la trusa, los dedos traban de llegar al pene, “¡conduce, lo haces… bien!” unieron las mejillas, allí en ese roce notaba Leroy que Jairo Camilo estaba caliente su piel, uno de los dedos logró rozar la punta del pene, “¿qué hace?” se miraron, “¡hago sólo lo que tú deseas!” volvieron a rozarse las mejillas, esta vez la nariz del hombre rozaba el cuello, Jairo Camilo sentía ese roce, Leroy sabía que estaba yendo más allá de lo permitido pero su experiencia sexual le daba para tener algo de certeza en lo que estaba por hacer, los dedos rozaban los muslos, al oído le decía lo precioso que era agregado un golpe de respiración en cuello y oreja, el lado derecho del cuerpo de Jairo Camilo era tocado por las manos de Leroy, “¡entra allí!” “¡ahora!” el muchacho lentamente hizo entrar al auto, el acogedor lugar era muy distante para la vista de alguna persona, habían salido varios kilómetros del pueblo, le abrazó, “¡te parecerá raro lo que te voy a decir!” “¡pero me gustas mucho!” “¡y sé que también te gusto!” “¡me di cuenta cuando bebíamos frutas!” de súbito de deslizó la cremallera del pantalón y el calzoncillo, “¡mira!” se mostraba un grueso pene afeitado, “¡míralo bien!” “¡sé que te gustaría tocarlo!” “¿verdad?” Jairo Camilo estaba muy sonriente y cabizbajo mirando de reojo a ese afeitado pene, sus manos de dedos delgados estaban aún aferrados al volante, “¡déjame ver el tuyo!” “¡me gustaría mucho verlo!” “¡por favor!” el muchacho deslizó el short mostrándose un delicado suave y erecto pene, “¡qué hermoso es!” “¡déjame probarlo!” sin reparos Leroy se metió a la boca al pene de Jairo Camilo, lo chupaba y lamía de manera seguida, la punta de la lengua rozaba la punta del glande a lo que eso lo hacía suspirar al muchacho, “¡delicioso!” “¡delicioso!” las manos de Leroy rozaban los muslos del muchacho haciéndolo suspirar, Leroy sabía que tenía en parte controlada la situación “¡lo tienes rico!” “¡rico!” “¡rico!” seguía suspirando, de pronto se viene un levante de arena por el aire moviéndose bruscamente, la cabeza de Leroy continuaba moviéndose arriba y abajo deslizándose sus labios por el tronco de pene de aquel muchacho que abría la boca suspirando prolongadamente al mismo tiempo que tenía cerrado los ojos, estaba recibiendo una mamada de pene inolvidable, “¡ven mi pequeño!” salieron del auto quitándose la ropa, Leroy abrió la puerta del asiento trasero y se acostó de cara al tapizado, Jairo camilo vio ese culo con pelos “¡ahora quiero que lo pases por mi culo!” “¡hazlo!” sin más Jairo Camilo se acostó sobre el hombre y empezó a ensalivar el culo, Leroy dio cuenta que el muchacho ya tenía experiencia en esto, no se había equivocado en la decisión que tomaba, se había ganado la confianza del muchacho que tenía guardado su desenfreno y ahora todo lo mostraba pasándole el glande entre los glúteos, “¡anda, métemelo!” “¡métemelo!” “¡este culo es tuyo!” el muchacho jadeaba “¡así!” movía sus caderas alzándolas y bajándolas “¡métemelo!” “¡adentro!” “¡bien adentro!” “¡aaahhhh!” “¡así!” “¡así!”, ya para ese momento de penetración todo el pene delgado de Jairo Camilo estaba dentro de las entrañas de Leroy, sintió en su espalda el deslizamiento del semen de Jairo Camilo, “¡aahh!” “¡qué delicia… cómo me cogiste!” “¡lo haces bien!” el muchacho estaba en silencio, arrimado a una palmera se veía el pene amoratado de tanto sexo oral y de las penetradas que le dio a Leroy, del pene salía orina intermitente, Leroy miraba ese cuerpo desnudo arrimado a la palma de coco le gustaba ver esas piernas delgadas y sobre todo ese voluminoso culito, e pelo estaba despeinado de tantas caricias que le dio Leroy, el muchacho dio un giro dejándose ver desnudo a plenitud, “¡eres precioso!” “¡inigualable!” “¡ven!” al acercarse Leroy le fue a dar besos en los muslos, en el pene, en los testículos, se puso detrás para pasarle la lengua por el culo haciéndole suspirar, le abrió el culo botándole saliva, lamía la piel del culo llegando al coxis haciéndole suspirar, “¡acuéstate!” el muchacho obediente se acuesta de cara al asiento trasero del auto, “¡quiero que me pruebes!” “¡tómalo!” el glande rozaba la separación de los glúteos, Leroy estaba en la gloria, se iba a comer su primer culito de ese país en aquel lugar distante del pueblo junto al mar, “¡aahh!” el pene entraba, “¡descuida… te lo haré con amor!” “¡aahhh!” de nuevo gemía el muchacho, es que el pene de Leroy es prominente, el glande iba punteando el culito, como flashback le vino a la mente el momento en que fue desvirgado por el superior del internado siendo muy niño cuando iba a ver a un perrito en el zoológico del internado, ese mismo sentir que le hizo el superior lo estaba experimentando, el pene entraba más y más con delicadez “¡aahh!” “¡aahh!” “¡aaahh!” “¡aaahhh!” Leroy estaba entusiasmado cogiéndose ese culito, “¡ya está!” “¡todo está dentro!” “¡todo!” el culo de Jairo Camilo tenía a dentro a todo el tronco del pene de Leroy, los testículos rozaban los glúteos, la piel afeitada de la pelvis rozaba con ese culito, “¡ya está adentro!” “¡ya ves, yo cumplo!” “¡te dije que te iba a penetrar con amor!” “¡confieso que me acabo de enamorar de ti!” la pelvis del hombre estaba en acción como el pene deslizándose por las entrañas de aquel precioso muchacho hijo del agroindustrial, los movimientos comenzaron a hacer acelerados, “¡me gustas Jairo!” “¡me gustas mucho!”, el muchacho animado le respondía “¡tú también me gustas mucho… Leroy!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” animado Leroy aceleraba los movimientos del cuerpo suyo sobre el del muchacho, el auto se movía mucho, en un de repente se quedó estático Leroy, para Jairo Camilo eso no era que a señal de eyacular y no se equivocaba, segundos después sintió el semen dentro de su culo, “¡eres maravilloso Jairo!” “¡me gustas mucho!” el muchacho se quedó quieto, aún tenía el grueso pene metido en el potito, “¡eres sensacional Jairo!” “¡underful!” siguió embistiéndole, le atraía el sentir ese roce de la piel tan suave con colágeno de Jairo Camilo, “¡choc!” “¡choc!” “¡choc!” se escuchaba de las embestidas de Leroy en ese culito, se complacía de haberse cogido ese culito en ese país, lo sacó despacio, se apartó del muchacho mirándose el pene con restos de semen, fue a sacar papel, para eso Jairo camilo ya estaba en cuclillas defecando, “¡míralo!” “¡no lo olvides!” “¡te pertenece!” limpiaba el pene con el papel mientras Jairo Camilo orinaba y botaba parte de excremento con semen acuclillado en la arena, le manoseaba la espalda estando en esa postura, se limpiaron y se vistieron con rumbo a la fiesta, al llegar, como si nada, Leroy estaba entre los invitados conversando mientras el muchacho se sentaba a ver a los invitados, le sorprendió la presencia de aquel hombre barbado que ingresaba de la mano de una niña, había seriedad en el rostro, Justin los hizo pasar, adentro estaba Nicolás Arichabala junto a Pasha Ifimovich y a una desentendida Agripina, retrasado llegaba el doctor Pérez, la primera en intervenir fue Justin, se dirigió con la mirada a los presentes, el hombre barbado tenía tomada de la mano a la niña, Justin con tono suave se dirigía a Agripina, “¡desde hace mucho tiempo tenías una pesadumbre en tu ego de madre!” “¡ahora tienes la oportunidad de superarlo!” le dijo a la niña que se acerque, Mielicilla se soltó de la mano de Agustín en hombre barbado para unirse a ella a su lado, “¡Mielicilla!” “¡hace poco perdiste a una madre!” “¡ahora… el destino te da la oportunidad de conocer a quien te trajo al mundo!” Agripina como un resorte se impulsó del asiento, sin lugar a dudas que era a ella a quien se refería Justin, muy cerca el asombrado doctor Pérez no daba crédito a lo que miraba y escuchaba, “¡Agripina!” “¡Mielicilla es tu hija!” “¡Ve… Mielicilla!” “¡abraza a tu madre!” la descontrolada Agripina se dejó llevar por el impulso abrazando a esa niña, “¡Pero!” “¿Cómo es posible?” el hombre barbado intervino ante la pregunta llena de asombro de Agripina, “¡fue al agonizar mi esposa!” “¡me hizo jurar que le encontraría a la verdadera madre de su hija de crianza!” “¡dijo un nombre!” “¡Agripina!” “¡describió el pueblo y la forma en la que usted parió!” el doctor Pérez se puso cabizbajo “¡me dijo que le habían arrebatado a la criatura antes de nacer!” “¡usted no supo el sexo de la criatura!” “¡fue la madre de mi esposa quien le asistió como partera en su alumbramiento!” el hombre barbado continuaba con su relato “¡al pasar el tiempo le dijeron que la criatura había muerto!” “¡tamaña mentira que sé la ha martirizado todo este tiempo!” Agripina lloraba desconsoladamente igual que la pequeña, “¡es su hija!” “¡la ha recuperado!” “¡véala bien… tiene de usted!” las manos de Agripina acariciaban el mentón y rostro de la pequeña, “¡mi hija!” “¡mi hija!”, el hombre barbado continuaba “¡mi difunta mujer no me habló del padre de la pequeña!” “¡sólo me dijo que quizá usted con seguridad lo sepa!”, Serafín miró al doctor que estaba pensativo, Justin intervino “¡no importa lo del padre!” “¡la hubiese buscado si le interesaba un poco la existencia de la pequeña!” “¡sólo usted lo decide Agripina!” “¡lo importante es que está con su hija!” “¡la ha recuperado!”, Agripina daba besos al pelo y rostro de la pequeña, la abrazaba con tanta ternura que Justin lloraba emocionada, Nicolás estaba complacido, Pasha Ifimovich se acercó a unirse en el abrazo de madre e hija, “¡gracias a Dios… has recuperado a tu hija!” se dieron un beso en señal de complacencia, los presentes estaba muy contentos viendo esa escena maternal, “¡vendrás conmigo ahora!” Mielicilla vio a Serafín con tristeza, “¡ve mi pequeña!” “¡tu madre te necesita!”, ella lo abrazó de la cintura “¿y tú, no vendrás conmigo?” miro hacia Justin, “¡no mi preciosa!” “¡ya me diste mucha felicidad, más de lo que yo podía esperar!” “¡ya tengo tu cariño!” “¡ahora te toca de hacer feliz a tu madre!” “¡dale cariño y ternura!” “¡siempre estaré aquí esperando tus visitas cuando lo desees!” “¡recuerda que mi humilde jacal también te pertenece!” le dio un beso en la mejilla, la nena regresó a los brazos de su madre Agripina, o hubo tiempo a más, pidió a su esposo Pasha que las lleve a la capital, emocionada le dijo que le compararía ropa y otros utensilios, Agripina había vuelo a vivir, su mirada era de ternura hacia su hija, iban saliendo de la habitación muy contentos con lo que habían presenciado, se estaba quedando sentado muy pensativo el doctor Pérez, Justin comprendió que había sido fuerte haber presenciado aquello, decidió acompañarle un momento, “¡el saberse madre por parte de Agripina nos hace poner felices!” “¿verdad papá?” le hizo salir de su ensimismamiento provocándole que mueva la cabeza de forma afirmativa sin perder la compostura de meditabundo, ella comprendió que su padre no había podido superar la muerte de su medio hermano Daniel Eduardo de quince años en aquel cruce de balas con la intención de secuestrar al doctor Pérez y a su hijo, la fiesta continuaba con una muy feliz Agripina, Valentín que se encontraba inocente de lo sucedido bailaba con la esposa del agroindustrial, lamentaban la no presencia de Squeo y la esposa con sus hijos, s debía al lamentable desenlace que había tenido las aventuras de la hijastra con seguramente algún joven que la preñó y por esa inexperiencia de no tener hijos se hizo un curetaje que le produjo la hemorragia y el consecuente paro cardiaco, para Valentín se hacía necesaria la presencia de Venancio Alberto, de repente vio a Jairo Camilo y se acercó a conversar animadamente, la amistad se iba fortaleciendo y el deseo de que logre el permiso de sus padres para ir al país del norte.
FIN DEL DUCENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO EPISODIO
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