METAMORFOSIS 241
Bufa.
La comunidad eclesial estaba de aniversario, en la capital se encontraban prestantes personajes del acontecer capitalino, entre ellos resaltaba la figura de Fulgencio Arichabala quien había perdido a sus dos nietos y ahora la comunidad tratando de mejorar su estado emocional se dignó a invitarle para que reciba un reconocimiento por su altruista labor en beneficio de la iglesia, uno de los altos prelados dirigió un atento discurso breve al homenajeado, el alto jerarca se acercó a entregarle el reconocimiento dentro de los presentes en esa fila de honor se encontraba el superior del prestigioso internado capitalino quien también recibiría un acuerdo por su acertada labor en bien de la educación de los jóvenes que en su mayoría eran hijos de hombres pudientes de la capital, se escuchó un coro de niños y otro al extremo de niñas, los visitantes eran atentos al trabajo hecho para el efecto, el cruce de mirada del superior hacia el anciano hombre prestante era muy rígido pero que rayaba de una inusual cortesía al momento de saludarse, pasaron a la recepción y el superior se sentó al lado de Fulgencio intercambiaron opiniones sobre la triste realidad del país, comentaba con tristeza la triste desaparición de Carlos Hernán, se refirió como un aplicado estudiante, tomaron unas copas de vino y prometieron volver a encontrarse, el auto estaba a la entrada del histórico edificio, el superior ingresó en su obra de internado, subió las escaleras hasta llegar a su habitación se sintió cómodo quitándose la ropa, quedó acostado en calzoncillo con sus manos al pecho, estaba pensativo, entrecerraba los ojos, su memoria lo trasladaba a tiempos idos, allá en su infancia, recordaba el establo, ese lugar de propiedad de aquella noble familia anfitriona de la fiesta, el superior cerrando los ojos pensaba y sudaba su frente, la imagen de su infancia vivida en ese establo, recordaba los acordes desde donde escuchaba la fiesta, aquella banda de pueblo que estimulaba a los bailantes, estaba él a distancia, ese hombre a quien tanto admiraba le había dicho que vaya a ese lugar, al pequeño le gustaban mucho los caballos, con sus manitos pasaba sobre el cuello de uno de ellos, recordaba a ojos cerrados que a ese hombre lo admiraba mucho, era su ejemplo a seguir, de pronto lo vio y se abrazaron, estaba un poco entonado de alcohol, el tufo de alcohol llegó a su rostro, unieron las frentes, las palabras de aquel hombre aun retumbaban en su mente “¡viniste para que te enseñe a cabalgar!” “¿no es cierto?” el niño brincaba de gusto moviendo la cabeza afirmativamente, puso el morral y ensilló diciéndole que monte, lo recibió con delicadeza, al montar sintió el morbo de aquel hombre, el superior fruncía el rostro recordando aquello con su frente sudorosa, recordaba que se adentraron en el monte, le dijo que lo llevaría a un lugar especial, el niño estaba feliz viendo aquel paisaje muy nuevo para él, le tenía confianza y respeto a ese hombre, se había ganado la estimación de sus padres y consecuente al del hijo, se apearon del caballo sentándose a ver la vegetación y el río que pasaba en su delante, lanzaban piedras y se maravillaba viendo los peces grandes en las cristalinas aguas, prometió que en otra ocasión lo llevaría de pesca en el bote, de pronto escucharon relinchos, una yegua era alcanzada por un alazán que se le montaba sacando el miembro y se notaba lo alargado que era, de inmediato de apearon del caballo el cual estaba inquieto y lo amarraron dentro del monte, esa escena le llamó la atención al niño, suavemente se dejó abrazar por detrás, “¡mira así es como se quieren los animales!” “¡de esa forma también se quieren los humanos!”, “¡así también se quieren las personas como tu padre y tu madre!”, el adulto miró con fijación al niño “¡así se quieren, como tú me quieres o…. como yo te quiero a ti!”, “¡como todos los que sabemos querernos!” “¡como todos los humanos que desean saber querer!” “¡como tú… mi precioso!” puso su mentón sobre el pelo del pequeño golpeando su respiración con algo de tufo de alcohol, le pasó la mano por el bracito perfumado y sedoso sin dejarle de ver, la mirada del pequeño fue a dar al piso, se ruborizó, se puso algo tembloroso al sentir en su suave y sedoso cuello el roce de los dedos de aquel hombre “¡sigue viéndolos… míralos como se aman!” alzó su mirada, estaba fija en ese pene largo del alazán, el hombre unió las mejillas a las del niño, “¡mira como ella lo acepta!” “¡mira cómo se sube!” “¡se los ve preciosos!” “¡míralos… les gusta hacer eso!” en eso la mano del hombre bajó a la entrepierna del pequeño haciendo movimientos circulares en el pene vestido, seguían unidos de mejillas, sintieron la tibieza de sus pieles, el niño miraba ese roce de dedos en la tela, la nariz rozaba las orejas, el aliento golpeaba el cuello, “¡te fijaste… ya se la metió!” “¡mira… está todita adentro!” “¡qué buen alazana!” “¡se nota que se gustan mucho!” “¡tendrán muchos potrillos!” la mano ahora rozaba el culito, el nene sintió esos dedos metidos que estaban rozando los glúteos y el coxis, de a poco se lo rascaba, “¡se siente bien eso!” el dedo rozaba los glúteos, se rozaban las mejillas, “¡es lindo verlos así… amándose!” sacó bruscamente la mano del culito, ahora trataba de meterla por el pantaloncito corto, quietecito como estaba miraba ese movimiento, los labios del hombre ahora descendían a los botones de la camisa de época victoriana, se notaba descubierto el hombro y las tetillas del pequeño en donde empezó a besar y lamer, esa lengua subía por el cuello llegando a la oreja, “¡siente que te quiero mucho!” “¡déjate… anda!” “¡eres muy lindo!” “¡me gustas!” “¡y sé que te gusto!” le besaba con insistencia la nuca haciendo que su piel se ponga de gallina, el niño sentía que aquello le estaba gustando, era la primera vez que sentía eso y le encantaba, sí, le encantaba por naturaleza y ahora ese hombre se lo hacía confirmar en su saber y en su despertar, empezaba así su metamorfosis por los de su mismo sexo, “¡déjate!” “¡te gusta!” “¡sé que te gusta!” “¡mira!” aquel hombre se bajó la cremallera mostrándose todo ese prominente pene erecto, “¡esto te gusta!” “¡ven!” “¡tócalo!” el niño estaba estático sorprendido ante lo que estaba viendo, no atinaba a reacción, el hombre se acercó con el pene rozándole el estómago, “¡tócalo!” “¡sé que te gusta!” “¡acuérdate las veces que me seguías… cuando era para verme micciar!” “¡me di cuenta que te gustaba verlo!” “¡míralo bien… admite que te gusta!” “¡ahora lo tienes cerca!” “¡tócalo!” “¡anda!” “¡no tengas pena… es nuestro secreto!”, el pequeño levantó su manito por donde estaba la camisa desabotonada, lentamente la fue acercando a ese tronco de carne viva deseosa de placer, estaba algo sudorosa, gustaba verle al pequeño que miraba atento el deslizamiento de su manito sobre ese pene pero había expresiones de disimulo, “¡sé que te gusta!” “¡tócalo… es tu oportunidad!”, lentamente el pequeño deslizaba los dedos hasta tocar los testículos, así lentamente la manito iba sintiendo esa piel adulta, estaba cabizbajo, con vergüenza, “¡no te apenes mi pequeño!” “¡demuéstrame que me quieres… como yo te quiero a ti!”, “¡acércate más!” “¡deseo que sientas que te quiero!” le marcó con mucho cariño casi de forma paternal, eso lo sensibilizó un poco, “¡tú bien sabes que te quiero mucho!” le dio de besos en la mejilla, lentamente le puso en pie en el suelo, “¡quiero demostrarte que te deseo!” “¡y sé que tú también lo deseas!” “¡acuérdate cuando por casualidad me viste desnudo en la cama cuando entrabas a mi cuarto jugando a las escondidas!” “¡te protegía de los que deseaban verte!” “¡acuérdate de aquella vez que te metiste debajo de mi cama!” “¡al salir de la cama me viste el pene!” “¡me di cuenta que te gustó verle!” “¡tu miraba te delataba… no lo niegues!” el niño bajó su mirada “¡desde ese día buscabas a donde micciaba para espiarme!” el niño se ruborizaba “¡acuérdate del mozo de caballeriza!” su rostro fue de sorpresa, entendía que había sido descubierto “¡te dejabas a acariciar en secreto como ahora!”, “¡yo los vi!”, “¡te metía la mano por el culo!” el pequeño se ruborizaba, “¡te dejabas besar de él!” el niño sorprendido movía negativamente la cabeza “¡no debes negarlo… es así!” las manos del adulto acariciaban el pelo, “¡no tengas pena!” “¡sólo quiero decirte cuanto te quiero!” “¡mira allá!” “¡mira cómo se quieren!” el hombre con su pene erecto se puso detrás del niño abrazándole, “¡mira!”, “¡mira!”, la mirada del pequeño era fija en ese par de animales, de repente sintió que su pantaloncito corto se deslizaba, la voz del hombre retumbaba cerca de su oído infantil, “¡sigue viendo!” “¡mira!” el pequeño ahora sintió que su calzoncillo se deslizaba, sintió el roce de los dedos en su culito, le salió un suspiro, tal y como el hombre lo esperaba, el aliento retumbaba en el cuello, “¡mira lo que hacen!” el caballo penetraba a la yegua, sintió que lo sujetaba detrás, “¡no te muevas… sólo mira al frente!” el nene hizo una mueca de mal gesto, era que el glande rozaba el culito, el hombre lo punteaba, sentía extrañeza, estaba bien sujeto por aquel hombre que botaba el tufo de alcohol, le besaba el pelito “¡te quiero!” “¡te quiero!” “¡siente cómo te quiero!” le besaba el cuello “¡tú también me quieres!” “¿verdad?”, hizo un suspiro prolongado y emitió un gemido, es que el glande trataba de penetrar ese ano cerradito virgen, lo encorvó un poco y se vio su pantaloncito y calzoncillo a los tobillos, no miraba pero sentía el roce del glande en el culito, escuchó el sonido de la hebilla de la correa en el suelo, en lo encorvado que estaba vio caerse con el pantalón luego vio el calzoncillo amplio, de nuevo sintió esa punteada de pene en ese culito voluminoso, pujaba y pujaba, “¡lo tienes cerradito!”, ahora gemía, “¡sí… está cerradito!”, “¡pero es lindo!”, empujó la pelvis, los vellos tupidos del pene rozaban la piel del culito, “¡ya te siento!” “¡ya!” “¡ya!”, de pronto el pequeño en lo encorvado que estaba sintió un líquido que se deslizaba por su culito y por parte de los muslos, quiso moverse, “¡quieto!” “¡tranquilo!” lo alzó un poquito, “¡míralos como se quieren y desean!”, “¡igual que tu y yo!”, de inmediato sintió el alejamiento del hombre liberando su cuerpecito, luego vio que la mano del adulto pasaba con un papel por debajo de su pene y testículos humedecidos de semen, vio el papel lanzado en la yerba, estaba humedecido de ese líquido blanco, en silencio se dejó vestir, en ningún momento el pequeño dio cuenta del roce del glande en su culito, se montaron en el caballo, el pequeño llevaba las riendas, miraban el paisaje, atrás quedaban ese par de animales ya terminados de aparearse, el nene recordaba esa forma de penetrar del alazán en la yegua, “¿sí te gustó?” el niño no respondía, tenía la mirada fija en su delante, sintió besos en cuello y nuca, “¡me gustó mucho quererte!”, el caballo andaba a paso lento moviendo la cabeza, la espalda sentía el pecho del hombre, el mentón descansaba sobre su pelo, al llegar a la caballeriza de apearon del caballo, lo sostuvo de las costillas para bajarlo, lo marcó “¡allí te vi con él!” miraban aquel rincón, lo llevó marcado a ese lugar, “¡es bonito el lugar… nadie nos mira!”, “¡ven!”, lo llevó de la mano arrimándole al rincón de espaldas a la pared, “¡aquí!” rozaban las narices, se notaba el rostro sonriente del hombre ante el rostro tímido del pequeño, lo miró a los ojos con cierta seguridad que de sus labios sale la expresión “¡te quiero mucho!” rozaban los labios, vinieron los repetidos besos, las caricias, se acuclilló descendiendo la cremallera, sacando el pene, sorprendido el niño vio que la boca del hombre chupaba su “tripita” blanquita, como se le decía al pene en aquellos lugares campestres, sintió sensaciones nuevas nunca antes percibidas, el hombre hizo un alto, “¡te gustó!” “¿verdad?”, de nuevo rozaron los labios besándose, “¡prueba del sabor de tu tripita!”, el niño probó un beso con lengua, algo parecido al del mozo de las caballerizas, “¡ahora prueba el mío!” el niño en pie viéndose su pene erecto ensalivado vio que se deslizaba la cremallera del hombre saliendo un pene bien erecto, “¡tócalo!” “¡es tuyo… sólo tuyo!”, las manitos sostuvieron el tronco del pene, se lo llevaba a la boca, lo rozaba en sus labios, “¡abre!” “¡anda!”, “¡abre!”, el nene abrió la boca y sintió el glande humedecido con restos de semen, le pareció raro probarlo, se mostraba su rostro con extrañeza, un par de dientes rozaba el glande, fue sacada de inmediato de la boca, “¡con cuidado!” “¡debes aprender!”, se acuclilló, “¡mira cómo lo hago!”, “¡así!” abrió toda su boca chupando y luego lamiendo esa tripita, ahora le tocaba el turno al pequeño, “¡eso!” “¡ya vas aprendiendo!” “¡bien!” “¡cuidado con los dientes!” luego vinieron los lamidos “¡bien!” “¡así se hace!”, sacó el pene viéndose en salivado, lo miraba muy atento, se sorprendía que parte de ese pene habría entrado en su boca, unieron las mejillas, “¡no olvides lo que hicimos!”, “¡no olvides este lugar!” decidieron vestirse e ir hacia la fiesta, durante todo ese tiempo el hombre lo miraba al pequeño con mucho agrado, y con el tiempo lo colmaba de presentes, era sólo el inicio de lo que se vendría, .
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Jasmani se encontraba haciendo tareas en la cerca de corral de la caballeriza, estaba muy atento en el arreglo con dos peones que comentaban la llegada de dos mujeres al pueblo, decían que una de ellas tenía un cuerpo escultural mientras que la otra como que estaba enfermiza mostrando un semblante muy triste pero que compensaba la belleza de su rostro en su piel morena clara, Jasmani preguntó por el nombre de la mujer considerando la apariencia física que le describían, la primer mujer se llamaba Paulette y la segunda se llamaba Eunice, se las ve como hermanas y son bien agraciadas, están de paso por el pueblo con sus números musicales, viven de la bohemia y en algunos casos se dice que andan borrachas con los señores de los pueblos que vistan, a Jasmani le entró la curiosidad por conocerlas, gustaba ir al pueblo por las noches de fin de semana, y lo haría esta noche a fin de cuentas era el primer sábado de marzo de 1962, se vistió adecuadamente saliendo al pueblo, al llegar mucha gente estaba en espera del número musical, Jasmani estaba con un grupo de peones compañeros de trabajo bebiendo ron, de repente se inicia la presentación, en primera fila estaban los potentados del lugar bebiendo el buen whisky, entre ellos se encontraba don Elías con quien había llegado acompañándole, a más de ser su patrón era su amigo quien le había dado ese puesto de trabajo, se hacía presente la primer mujer de nombre Paulette la que tenía un lunar en la mejilla lo que la hacía atrayente, cantaba bien y se movía cadenciosamente, luego tocaba el turno de Eunice, aquella mujer de malla brillosa en la noche, de cuerpo escultural y de piel morena clara era la atracción del público por sus movimientos, Jasmani notaba en ella esa peculiar peluca pelirroja, le encantó ver esa mujer despampanante, uno de los potentados subió al escenario con dos rosas entregando a cada una, era muy interesante verlas bailar, su coreografía gustaba mucho a los parroquianos humildes del sector, Elías estaba muy entusiasmado viendo el espectáculo, detrás de Jasmani se escuchaban el lanzamiento de bengalas lo que hacía más atrayente el acto musical, al despedirse las mujeres los aplausos eran ruidosos, pedían más, ellas complacieron con dos números más, Jasmani ya un poco entrado en tragos se puso en pie aplaudiéndolas, al retirarse todo era algarabía, la orquesta de pueblo empezó a tocar, Elías se acercó a Jasmani a indicarle que lo acompañase a la posada donde se hospedaban la mujeres, un socio de Elías lo acompañaba, los dos hombres pidieron ser recibidos, Jasmani quedaría a la espera, sin embargo ya adentro Elías pidió que ingrese, allí estaban los dos hombres potentados llenando de lisonjas a las mujeres, una de ellas miró fijamente al humilde peón que estaba sentado en el rincón a la expectativa y voluntad de esos dos hombres potentados, Jasmani no daba atención a la mirada fija puesta en él, los dos hombres se retiraban haciéndoles una invitación para que canten en la estancia de Elías a un grupo selecto de amigos, ellas entusiastas aceptaron, Jasmani un tanto presuroso dejó salir al par de potentados y se rozó con Eunice quien al verle le dio una sonrisa irónica “¡anda y ve con ellos!” “¡para eso te pagan!” “¿no crees?” e hombre no dio palabra alguna, se retiró dándole la espalda, le molestó aquellas inadecuadas expresiones pero lo dejó pasar por alto, Elías y Jasmani dejaron al hombre en la entrada de su casa, estaba ya avanzada la madrugada, Elías en su auto se estacionó cerca de aquella casa, “¡espera aquí!” “¡regreso pronto!” el hombre tocaba la puerta con insistencia, estaba bien mareado, “¡abre querida!” “¡soy yo!” “¡tu Romeo!” lo miró a Jasmani con amplia sonrisa que le respondió del mismo modo “¡abre querida!” la puerta se abre, la mujer intenta decirle algo pero de súbito la besa frenéticamente, ella al principio forcejeaba pero después le permitía besarse, de un empujón entraron, Jasmani sentado en el auto trataba de acomodarse a descansar, en su mente estaba el rostro de Eunice, pensaba que la había visto en alguna parte, le dio por fumar, salió del auto y muy pensativo deambulaba por el lugar, entendía que su patrón se tomaría buen tiempo con su amada, se arrimó al auto fumado constantemente, de repente ve alguien acercarse, era Osman, venía contento, se saludaron, prudentemente Jasmani trataba de ganar tiempo para que el muchacho no ingrese a casa y viese a Elías con su madre, pero de qué tiempo, si hace poco entró, le hizo charla sorprendido de cómo un niño de casi ocho años todavía transitase por esas solitarias calles, Osman le aclaró que había salido con permiso de su madre en compañía de sus amiguitos de la escuela y del sector, en ese instante pasaba uno de ellos saludándole, Osman se despidió de Jasmani, se acercó a la puerta y escuchaba unas fuertes risas venidas desde el interior, quiso tocar pero su mano en el aire se descendía hasta pegarse a la cadera, se puso cabizbajo, Jasmani desde cierta distancia lo vio triste, se acercó a consolarle “¿qué te pasa?” le dijo acariciándole el pelo, “¡está allí!” “¿verdad?”, “¡sí!” “¡lo estoy esperando!” “¡lo siento!”, el muchacho muy triste caminaba “¡espera Osman!” “¿A dónde vas?” el muchacho no dijo palabra, se dedicó a caminar, iba contrariado, Jasmani lo sujeta de uno de sus brazos, lo detiene, “¡calma!” “¡te entiendo!” lo abrazó por detrás rodeando sus brazos en sus caderas, “¡siempre lo mismo!” decía con tono inocente, tembloroso el nene quería seguir caminando pero Jasmani lo sujetaba del brazo, “¿A dónde quieres ir?” “¡es peligroso que andes a estas horas!”, el nene exclamaba “¡quisiera ir a otro lugar menos a mi casa!” a Jasmani se le encendió el foco de la idea, “¿qué te parece si damos un paseo por allí en el auto hasta llevarlo a don Elías?” el nene giró y muy contento brincaba de gusto, Jasmani sabía que a esa edad los sentimientos cambian drásticamente los conocía y usaba para sus fines, tomado del hombro llevó al niño hacia el auto, iniciaron la marcha, adentro del cuarto Elías en su estado etílico no escuchó el motor, estaba concentrado en penetrar a la mujer, en hacerla suya cómodamente, ella esperaba terminar con ese idilio para obtener dinero que le serviría para la mantención de su hijo, el auto transitaba por esas calles semi oscuras, aún la planta de energía abastecía medianamente al sector, sobre todo las casas de los más pudientes que daban un dinerito más para el efecto de iluminación, Jasmani lo sentó sobre su entrepierna haciendo que con sus manitos tomase el volante, le besaba el pelo diciéndole con ánimo que lo estaba haciendo muy bien, las manos de ambos se entrelazaban, el culito donde estaba sentado Osman sintió la creciente de bulto de Jasmani, la nariz con su punta se deslizaba sobre el rostro del pequeño Osman, se deslizaba entrando en la patilla del pelo sudoroso, se detuvieron en un lugar oscuro en donde la luna de aquel primer domingo de marzo de 1962 iluminaba el sector, los besos en el cuello y nuca eran atrayentes, eran relajantes, Osman se concentraba mentalmente ahora en esos besos que recibía de Jasmani, le alzó un poquito para bajarse los pantalones hasta los muslos, se hizo en ambos casos, “¡siéntate!” Osman era tomado de las caderas y suavemente se sentaba sobre el recto pene que rozaba su culito “¡prueba de mi pene!” el nene empezó a gemir, el pene entraba en ese culito sin lubricante lo que hacía un poco más incómodo sentirlo adentro, Jasmani le manoseaba los muslos al pequeño, sentía el pene que entraba, “¡te lo estás comiendo rico!” “¡eres un goloso!” las manitos gruesas de Osman ya para ese momento se aferraban al volante, se encorvaba a veces para que la frente roce el volante, lo alzaba y lo levantaba para que el pene entre y salga con un deslizamiento que hacía furor en el culito de Osman, el pequeño jadeaba mucho, sentía el pene saliendo y entrando, ya bufaba en algunas ocasiones al moverse, lo levantó abriendo la puerta “¡ven vamos acá!”, no fueron muchos los pasos que dieron, abrieron la puerta del asiento trasero y lo recostó a Osman de cara al asiento, le besaba el culito y se lo estaba abriendo adecuadamente para meterle abundante saliva con el dedo índice, “¡ahora sentirás más rico!” Jasmani recordaba cómo lo cogía al “niño” de esa manera, “¡eres un niño precioso!” “¿lo sabías?”, empezó a metérselo con delicadeza, la cara de Jasmani se posó en la nuca de Osman, súbitamente le salieron preguntas, “¿te gusto?”, el nene contestaba afirmativamente, “¿me quieres?” de igual manera Osman contestaba afirmativamente, “¡bien!” “¡bien!” “¡mi pequeño!” “¡ahí te va!” empezaron el mete y saca, los testículos rozaban ese culito, la pelvis chocaba con los glúteos, así en posición encorvada al extremo del asiento Osman recibía las embestidas del pene de Jasmani, “¡ahí te va!” “¡ahí te va!” Jasmani le decía insistentemente a Osman, “¡ahora date vuelta!” el nene se acomoda acostándose de espaldas al asiento abriendo las piernas que rozaban las caderas de Jasmani, eran tomadas las caderas de Osman bien sujetas así en ese abierto humedecido culo de saliva recibía el pene de una manera adecuada, las caderas se movían adelante y atrás haciendo mover el cuerpo del pequeño, los testículos de Jasmani se movían hacia adelante y hacia atrás al igual que el pene mientras los testículos y penecito lampiño de Osman dependían del movimiento de lo que hacía Jasmani, sacó el pene y se puso a lamer el pene de Osman, lo chupaba con insistencia ensalivándolo por completo, se sentó sobre el pene humedecido haciendo movimientos circulares del cullto de Jasmani en el pene de Osman, “¡lo haces bien mi amor!” se acostó encima del nene uniendo los labios y así estaban besándole apasionadamente, “¡sácate el pantalón!” “¡quiero cogerte bien!” lo encorvó sobre el asiento y al abrir bien las piernas se notaba ese hoyito dilatado de saliva, el glande entraba haciendo furos las entrañas de ese niño precioso, “¡eres mío, recuérdalo siempre!” “¡mío!” “¡mío!” “¡mío!” y lo embestía sobremanera haciéndole sacar gemidos y pujes con jadeos a Osman, el nene aguantaba estoicamente esos movimientos bruscos de pene que hacían furor en ese ano delicioso, el tiempo transcurría así en es apostura hasta que le vino el semen dejándole dentro del culo, “¡es para que me recuerdes!” “¡recuerda siempre a tu macho!” “¡el que te lo mete con amor!” lentamente Osman bajaba sus pies al suelo, de inmediato se acuclilló a micciar y defecar, estaba gustoso Jasmani con alcohol en la cabeza que se agitaba el pene “¡mira lo que te estimula a hacer mi pene!” “¡que es tu pene!” “¡míralo!” se acercó a donde estaba el nene acuclillado, “¡es tuyo!” “¡acarícialo y bésalo!” el glande pasaba por labios y rostro del pequeño, “¡te gusta sacarme leche!” “¡pruébala!” Osman movía el rostro en señal de desaprobación, Jasmani se limitó a reír con su pene erecto, “¡lo hiciste porque te gusto cómo te lo hago!” “¿verdad que te gusta mi pene y mi culo?” Osman pujaba defecando, salía excremento con semen, lo veía lanzando orina, ese voluminoso culito recibió el pene de Jasmani, “¡vamos a vestirnos!” “¡ya es hora!” Osman apesadumbrado miraba el lugar donde habían hecho sexo y pensaba en el retorno, la marcha del vehículo era lenta, sentado el niño de casi ocho años con su cuerpo grueso bien desarrollado parecía hijo de extranjero, Jasmani y él desconocían la procedencia del padre, le besaba el cuello, el pelo y la nuca diciéndole frases halagadoras hasta llegar al lugar donde se encontraron, esperaron un poco dentro del auto, se escuchó el movimiento de la puerta de la casa, el niño rápidamente abrió la puerta trasera del auto y salió a esconderse al mismo tiempo salía Jasmani al encuentro de Elías para que no lo viese al niño, le dio un cigarrillo arrimándose al auto, “¡eres muy atento mi querido Jasmani!” “¡nunca cambies!” le puso la mano en el hombro “¡conmigo siempre tendrás favores!” al escuchar eso Jasmani le hizo giran con mano al hombro “¡lo considero mucho don Elías!” de ese movimiento Osman aprovechó para girar la llave en el pestillo de la puerta e ingresar, los dos adultos subieron en el auto en dirección a la estancia, “¡lamento mucho Jasmani que no hayas disfrutado esta noche sexo como yo!” “¡es una lástima!” “¡en una de estas noches ya te tocará… mi buen Jasmani!” el auto transitaba despacio, sin ser visto, Jasmani se limitó a emitir una leve mueca irónica.
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Carlos Maximiliano jugaba entretenido con su tatarabuela nana Dulce, sin lugar a dudas el pequeño era el centro de atención de sus abuelos maternos Guillermo Izaguirre y Griselda, el niño era muy trigueño, eso lo hacía más engreído de Dulce, Pedro Artemio era el padre un tanto receloso de verle la piel a su hijo pese a haber adquirido su rostro en parte de parecido, el padre del niño tenía una piel blanca típica de los hijos descendientes de caucásicos y como no serlo si llevaba la estirpe Romanov y la de los nobles hidalgos españoles, los esposos salieron a la acera de la casa caminando unas cuadras del lugar, planeaban hacer el viaje de retorno a gran manzana, su hijo ya cumpliría los tres años, ante los sucesos por los que estaba pasando el país decidieron regresar a esa vida en la que se sentirían más cómodos, así que hicieron los trámites tiempo después, para los padres de la esposa de Pedro Artemio fue un duro golpe y ni hablar de la anciana que se había encariñado mucho con el pequeño, la pareja y el niño fueron a la mansión Del Olmo siendo recibidos por Noelia, Carlos Felipe y su hijo Carlos Augusto Rodolfo, los dos hermanos se fundieron en un fuerte abrazo, se querían mucho, abrazaron a los padres, Pedro Artemio fue con la noticia de su decisión de viajar con su hijo, Noelia tenía en su regazo al pequeño escuchando lo que su hijo les decía, tristes aceptaron tal decisión, el ambiente se volvió tenso, Noelia no pudo contenerse poniéndose a llorar, su esposo la consolaba, pasarían un par de semanas en la que la pareja y su hijo tomarían el vuelo de retorno a la gran manzana, al principio las cartas y fotos familiares eran un tanto frecuentes y con el tiempo se irían disminuyendo, desde el pueblo Rodolfo Buonanote miraba una de las fotos de su mulato bisnieto, sonreía, la piel era diferente pero los unía ese rostro perfilado, ese niño llevaba el aire de la familia, a distancia el anciano descendiente de los Romanov bendecía a la pareja y a su tierno hijo.
FIN DEL DUCENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO PRIMER EPISODIO
Grande historia
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