METAMORFOSIS 26
Aquellas inquietudes y latidos.
Gumersindo se encontraba alisando el pelo de un caballo de paso de la finca de Carlos Felipe donde trabajaba, a lo lejos divisó polvo levantado en el aire a causa de un vehículo acelerado, su sonrisa fue amplia al observar el vehículo del Doctor Luis Daniel Pérez, íntimo amigo de su patrón Carlos Felipe del Olmo, abrió la puerta, ayudó a bajar a Andreina, estaba linda, la mirada del campesino estaba fija en ese cuerpo esbelto, la orgullosa mujer lo miraba de pies a cabeza, pese a todo el campesino mantuvo la venia y la sonrisa humilde, estaba lleno de emoción, a continuación salió por el otro extremo Luis, el campesino se quedó absorto viendo la figura del muchacho que días anteriores había cumplido los trece años, Gumersindo y Luis intercambiaron gestos de buena voluntad, Andreina se dio cuenta y de inmediato abrazó a su hijo llevándolo al interior de la casa, el campesino sorprendido se limitó a bajar la mirada y la cabeza y siguió resignado en su tarea, Carlos Felipe que había salido a saludar a la pareja se dio cuenta de aquello, en la sala los adultos conversaban animadamente, eran vecinos de hacienda y planificaban ligeramente sobre sus negocios, a Luis le aburría estar ahí por obligación de su madre siendo su aspiración que Luis administre los negocios de su padrastro cuando sea mayor, solo que el doctor Luis Daniel Pérez tenía a su hija Justin de cinco años que sería la verdadera heredera, a raíz de establecerse la relación entre Luis Daniel y Andreina, la hermana del doctor se hizo cargo de la pequeña Justin debido a que Andreina y su cuñada no tenían buena relación hasta tal punto que se fueron de bofetadas mediando Luis Daniel distanciándose más la relación, ahora la pequeña vivía en la capital con su tía y los gastos económicos les solventaba el doctor, cada mes o periódicamente visitaba a su hija, los adultos seguían el dialogo, Luis arrimado en el marco de madera del amplio ventanal recibiendo aire, expresaba su monotonía, a través de los gestos de su madre disimulaba pero ya todo se le estaba haciendo patético, desde la ventana observó al campesino Gumersindo que seguía con su faena, aprovechó de un descuido en la conversación para acercarse al buen hombre, el chico se presentó, el campesino argumentó que ya lo conocía desde que nació pues tiempo atrás trabajó para su abuelo Rodolfo Buonanote, la conversación cada vez era más fluida, hubo un instante en que el muchacho se acercó a pasar el cepillo, el campesino observaba los finos dedos bien cuidados de Luis, eran muy diferentes a los suyos con cayos, tostados de tanto sol, ambas manos estuvieron posando sobre el caballo, se notaba la diferencia del color de piel, la de Luis blanca, la de Gumersindo trigueña de hombre casi cincuentón, era clara su diferencia, la vida para ambos era distinta, habían nacido en circunstancias diferentes, Luis notó tristeza en el campesino, era la primera vez en mucho tiempo que el corazón arrogante de Luis ahora sorprendentemente se afligía al ver la tristeza de alguien, sobre todo de esta persona inferior de clase social como aquel campesino que lo tenía enfrente, no entendía lo de su congoja, pensó tal vez por su cansancio la cusa de aquella debilidad o por la mirada triste que le daba a notar el campesino, mientras transcurría el tiempo el muchacho tomaba más afecto al campesino, su madre desde la ventana los vio dirigirse al cerco de doma, Luis observó a Gumersindo domar un potro, la edad del casi cincuentón tenía vigencia de fortaleza, Carlos y los invitados se acercaron a ver tal espectáculo, los peones lo avivaban, el potro resultó ser domado, Luis quedó impresionado, Carlos lo llamó a felicitarlo con un abrazo, Daniel se limitó a estrecharle la mano sonriente, lo mismo hizo su hijastro Luis, cuando tocó felicitarlo por parte de Andreina la orgullosa mujer extendió la mano sin apretar la del campesino, fueron muchos segundos de agarre sin dejar de mirarse, se dibujaba melancolía en el rostro del campesino, ella giró el rostro con la intención de no mirarlo, daba a entender su repugnancia, el orgullo era característico en su personalidad, había sido criada con mimos, la posición de su nuevo esposo la hacía nuevamente protagonista social, únicamente su hijo Luis se dio cuenta de aquel desplante, el campesino continuó su camino rodeado de sus amigos, Luis tuvo un impulso de seguirlo pero instintivamente su madre leyó las intenciones y lo tomó del hombro impidiéndole seguirlo, la mirada tosca y rígida de su madre hizo apaciguar su ánimo entrando nuevamente a la sala, Carlos habló de su gran amigo en forma positiva, dijo que había trabajado con Rodolfo Buonanote, padre de Andreina y que ella lo conocía ya que siendo todavía un niño fue a trabajar con su padre, Andreina pasivamente escuchaba el relato parecía no agradarle la idea de hablar de la servidumbre y pidió permiso para salir, la acompañó su hijo, en ese momento Sandra llegaba en su automóvil, los saludos ahora no fueron muy cordiales reduciéndose a un estrechón de manos y sonrisa gélida, Sandra se encontraba frente a frente con la hermana de la amante de su esposo, pero eso no hizo para que no entablaran conversación hipócrita de comentarios sociales, Sandra con diplomacia manejaba la conversación, Sandra creía seguramente que Andreina desconocía las andanzas de su hermana Noelia con su esposo Carlos Felipe sin embargo persistía el recelo.
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Luis estaba incómodo en medio de conversación femenina, pidió permiso para retirarse, caminó por los pasillos de la estancia observando las plantas ornamentales, pasó por el establo, caminó por un lugar muy apartado de la estancia donde estaba un granero amplio, escuchó que desde adentro salía un gemido infantil como si estuviera defecando alguien, caminó despacio arrimado a la pared de tablas ocultándose sobre un montón de paja para no ser visto, observó a prudente distancia que la puerta del granero se entreabría saliendo una niñita desarreglada su faldita y pelo manoseándose la vagina vestida arreglándose el calzón, esa niñita estaba parada como si esperase a alguien, la sorpresa de Luis se incrementó minutos después observando salir a un niñito arreglándose el interior del pantalón, el niño miró hacia atrás en dirección a la puerta y al interior del granero con cara de recelo, llevaba restos de paja en su pelo negro, el niño mestizo tomó de la mano a la niña y caminaron en dirección a la estancia, la niña iba brincando de alegría producto de su inocencia, el niño en cambio caminaba con dificultad estirándose la tela posterior del pantalón en cada momento, Luis se apegó a la tabla viendo por la ranura el cuerpo de un muchacho sin ropa de la cadera a los pies limpiándose su pene con su calzoncillo, orinando después, Luis estaba admirado de ese tamaño de pene y de aquellas nalgas, lo vio vestirse y salir del granero, ese muchacho era su amigo Wilson llevando en su hombro azada y rastrillo, Luis continuó su camino pensando lo que había visto, en su mente se imaginaba las posibles escenas sexuales que su amigo Wilson les habría hecho a ambos niños, le vino a su mente la cara linda de aquel pequeñito, así como el deseo de cogerlo a ese niño del granero que tenía unas nalgas bien voluminosas, de tanto pensar se limitó a manosear el pene, para el mediodía sentados en el comedor una empleada servía la comida, Luis cometió un error en el uso de los cubiertos manchándose la camisa, pidió disculpas, fue a lavarse a la cocina, vio a la empleada que les había servido, estaba comiendo con la niña que horas antes había visto salir del granero, estaba sentada en el regazo de la mujer que le daba de comer en la boca, les sonrió, continuó enjabonándose, de repente junto a él está el niño del granero esperando a que termine de asearse para lavarse las manos para comer, se miraron, Luis con cortesía le brindó el jabón con una sonrisa que el niño amigablemente le correspondió sonriente, luego del almuerzo vio a la pareja de niños corretear por el amplio espacio verde en los jardines de la estancia, aprovechó de aquello para hacer amistad en los juegos ahí supo que el niño se llamaba Arnulfo, tenía cinco años y su hermana Agripina de tres años, ambos niños eran muy lindos de carácter y de rostro sobre todo el niño que tenía un parecido mayor a su madre, se unieron otros niños a sus juegos con su amigo Wilson y otros jóvenes de su edad, Luis al despedirse ya había dejado sembrada una amistad con en esos niños.
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Mientras Carlos Felipe y Sandra estaban en la estancia, en la ciudad Griselda salió a realizar compras con Hermógenes, se tomarían toda la mañana en el mercado regateando precios, Aida quedó al cuidado de los niños, la empleada estaba pelando frutas viendo a su lado corretear a la pequeña Sara Guillermina y al inquieto Serafín, el niño tenía puesto solo el calzoncillo muy ajustado a su piel, Aida miraba con detenimiento el movimiento del bultito cuando brincaba, el calzoncillo se le escurría al saltar con demasiada fuerza quedándole visto media porción de nalgas con la rajita de las nalgas, Serafín se lo subía a dos dedos, la pequeña Sara de cinco años estaba sentada jugando con cubitos de madera multicolores, Serafín de casi siete estaba parado con las manos metidas en el calzoncillo manoseándose el pene viendo el juego de la pequeña, Aida se excito viendo los movimientos del pequeño, se acercó al niño dándole un beso en la mejilla, el niño respondió con una sonrisa, la piel de Aida estaba caliente de lujuria, le dijo al oído que lo esperaba en su cuarto para jugar como de costumbre y que le daría al final del juego el regalito que tanto le gustaba y eran los juguetitos, Sara quedó ensimismada en la sala jugando con los cubitos y las muñequitas, Aida en su cuarto se quitaba el interior quedando en un ligero camisón, se metió entre las sábanas, la puerta de su cuarto se abrió lentamente, apareció en primer lugar los hombros y la cabeza de Serafín lleno de alegría agarrando con su manito el filo de la puerta, después entró, Aida le hizo gestos que apegue la puerta, y se acercara junto a ella, Serafín obedeció acercándose parado al filo de la cama, Aida dobló su cintura incorporada, estiró los brazos tomando el calzoncillo del niño, cayéndose a los tobillos, el niño alzó las piernas para hacer a un lado el calzoncillo con los pies, Aida contempló por breves instantes esa piel suave de niño, más clara que la piel de su hermano Hermógenes, pasó los dedos para sentirla a la altura del estómago y pecho infantil, los dedos recorrieron los labios del pequeño, los pasó por largo rato al igual que por las mejillas, Aida se calentaba más y más cuando sus dedos frotaban el pene y los testículos de Serafín que recibía cosquillas apenas apartándose de la cama por instinto, ella frotó la punta del dedo en el glande apenas descubierto, Aida se llevó los dedos a la nariz oliendo los restos de orina, le puso los dedos en la nariz del pequeño para que también oliera, Serafín frotó los dedos en la punta de su pene oliendo su orina luego extendió su bracito, Aida acercó su cara para que la nariz huela el dedo de Serafín con orina, ambos rieron, Aida ya caliente hizo a un lado las sabanas que la cubrían, alzó su camisón sin calzón, metió los dedos a su vagina que ya estaba mojada de placer los llevó a la cara de Serafín que por segundos olió los dedos, Aida lo sujetó de las caderas acercándolo más a la cama, el niño se acostó junto a ella, se acostaron de perfil, ella pasaba las manos por las piernas del pequeño y Serafín pasaba sus manitos por los muslos de ella que la hacían excitar más y más, sujetó las manos del pequeño haciéndoselas pasar por entre las separación de las nalgas, Serafín se arrodilló en la cama viendo a Aida quitarse el camisón quedando totalmente desnuda y viéndola acostarse boca abajo sobre el colchón mostrándole las nalgas, ella le hizo gestos para que se acostara sobre su cuerpo, el penecito frotaba la tibia piel de las nalgas de Aida haciendo gestos simulados de meter y sacar, Serafín por orden de Aida se sentó en el filo de cama, la empleada se arrodilló en el suelo abriendo su boca conteniendo en su interior ese pene delicioso de Serafín llenándolo de saliva, la lengua de Aida pasaba por los muslos, lo hizo recostar de espaldas a la cama abriéndole las piernas, ahora la lengua pasaba por los testículos y por el ano haciéndole temblar de gusto a Serafín emitiendo risas fuertes, lo volvió a sentar sobre la cama y le siguió lamiendo y chupando el pene, se detuvo ella para ponerse en posición perrita sobre el piso, le dio órdenes a Serafín para que se acerque, el niño se levantó de la cama se acercó, puso su cara sobre la espalda de Aida tomándola con las manos en los hombros, el pene rozaba las nalgas, vio que ella se metía el dedo más largo de la mano en la vagina, estaba bien caliente, gemía de placer, ambos se dirigieron a la cama, ella se puso a filo de cama con las piernas abiertas, el niño vio esa vagina peluda que le salía líquido, Aida lo agarró de las nalgas al pequeño llevándolo a su cuerpo, la carita estaba entre los pezones, el pene apenas introducido en la vagina hacia un leve mete y saca, Aida en su ansiedad quería sentir más, por lo que empujaba más la cadera del pequeño para que así el pene entrara más pero su tamaño no entallaba, Serafín sentía molestia en su prepucio que estaba apenas corriéndose, en ese instante escuchan un objeto caer al suelo y luego abrirse la puerta muy lentamente, no tuvieron tiempo a cubrirse con las sábanas, vieron a Sara Guillermina que casualmente había entrado viendo la escena de ambos, la niña sonreía, desconocía de aquello debido a su edad, preguntó qué era lo que estaban haciendo, Aida dijo que un juego, la niña inocentemente dijo que también quería jugar, Sara se acercó a decirle al oído que lo haría pero que con la condición de que no contara de este juego a nadie, ella jubilosa dijo que sí, en la mente de Aida se dibujó la oportunidad de vengarse de Griselda, a su compañera de labores le tenía envidia porque al poco tiempo se había ganado más que ella la confianza de sus patrones, eso a ella la incomodaba y la relación de amistad era fría entre ambas empleadas, más aún porque Simón el lechero galanteaba a Griselda y no le daba asunto a Aida que sentía atracción por el lechero, Aida volvió a la realidad viendo a la pequeña Sara le ordenó que se quitara el calzón y las sandalias, ella lo hizo, Serafín vio la escena en la que Aida llevaba empujando de la espalda a la pequeña para que se acueste boca arriba, le hizo abrir las piernas, Aida le hizo gestos a Serafín para que se acueste sobre el cuerpito de la pequeña, Serafín le subió el vestidito, Aida lo ayudó a ponerse sobre ella de tal suerte que su pene rozaba la vaginita de Sara, para la pequeña era la primera vez que su vaginita sentía e contacto con el pene de un niño, sintió extrañeza y a la vez curiosidad, el frotar del pene erecto del niño la hacía sentir raro sobre todo al frotarse con los labios vaginales, Aida le preguntó a la niña si le gustaba eso, ella decía un simple si, luego la hizo ponerse boca abajo dejando alzadas las nalguitas, Serafín se acostó sobre la espalda y nalgas de la pequeña frotándole el pene, Serafín alzaba y bajaba la cadera simulando el mete y saca, la niña sintió más delicioso ese frote sobre todo cuando rozaba la separación de las nalgas, Aida le preguntó si le gustaba, ella volvió a decir que si, ambos niños se vieron, Serafín sonriente, Sara pensativa, Aida viendo la acción de los niños la había excitado más, acostó a Serafín con las piernas abiertas, acuclilló a Sara con las piernas abierta sobre la cara de Serafín de tal suerte que la vaginita era rozada por la nariz de Serafín que la olía, Aida se arrodillo sobre el otro extremo del cuerpo de Serafín a la altura de su penecito que la empleada lo lamió suavemente y lo chupó en repetidas ocasiones, al mismo tiempo que Aida mamaba el penecito, Serafín con la nariz frotaba la vaginita de Sara, duró solo un corto momento pero fue lo suficiente para que Sara sintiera por vez primera algo de placer sexual a su corta edad, Aida le ordenó a la pequeña que saliera del cuarto quedándose con el niño, al salir la pequeña, Aida se puso el pene de Serafín en su vagina amplia, se ayudó a excitarse frotándose el clítoris produciéndose el orgasmo, ella extrañaba en ese momento la presencia de Hermógenes con su grueso pene que más la hacía sentir, tomó al niño de la cabeza llevándolo a su pecho entre los pezones, Serafín escuchaba el latir y lo acelerado de la respiración de Aida, la empleada miraba cómo sus manos se deslizaban suavemente por la espalda blanca del niño y sobre las nalgas, el cuerpito quietecito del niño estaba pegado a su estómago y pecho, Aida vio las caderas del niño que eran rodeadas por sus piernas, el niño levantó la cabeza en su mirada como que pedía algo que Aida entendió, se trataba de un beso con lengua, se fusionaron por largo rato en besos, Serafín se sentía cada vez más inquieto por esos jueguitos, Aida siempre le recordaba que debería guardar silencio, al pasar de las semanas Aida los sorprendió a Sara y Serafín desnudos, Serafín encima de Sara frotándole el pene en su vaginita, ambos estaban gustosos de los movimientos que se hacían, Aida con una amplia sonrisa cerró con cuidado la puerta dejando a los niños en su jueguito, estaba algo complaciente, era una forma de cómo había conseguido vengarse de Griselda.
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El tiempo transcurría, el idilio de Noelia y Carlos se acentuaba, meses después al salir del motel fueron vistos desde larga distancia por Sandra, se retorcía de celos e impotencia, había manejado la situación prudentemente y no quería romper con su amado, aún lo quería pese a todo, el hombre cara cortada estaba junto a ella, reía sarcásticamente, Sandra con mirada fría le hizo callar, ordenándole salir del lugar, Sandra estaba convencida que esa noche no habría sexo con Carlos, su despecho le hizo ir a un bar, coincidentemente entabló diálogo con el trigueño Squeo, un rival en los negocios de Carlos Felipe, Squeo había sido un matón de poca monta que a base de extorciones y amenazas había conseguido algo de poder, notó el desamor de la mujer sin preguntarle, tenía un olfato hacia las féminas que poco se equivocaba en sus intenciones, Sandra se dejó llevar por él a su cuarto, aquella noche y madrugada hicieron varias veces el amor, de esa forma Sandra desfogó en brazos de otro hombre su desamor, se levantó con los primeros rayos de sol, el cara cortada la vio salir sin dejar de mover su moneda arrimado de un hombro en la pared con su recurrente sonrisa sarcástica, para él era otra más del montón, unas cuadras de ahí Noelia estaba preparando el desayuno delante suyo sus dos hijas cantaban alegremente, Gustavito se acercó aún dormido salido de la cama abrazando a su mamá, los niños se asustaron al ver de repente caer un plato de las manos de su madre, ella estuvo a punto de caer al sentir el súbito desmayo con agregada acidez, se apoyó en la mesa, Leonor le trajo una silla para sentarla, le dieron viento con las manos y manteles, Noelia cerraba y abría los ojos boquiabierta, los pequeños se asustaron ya estaban a punto de llorar, por instinto Noelia se repuso, diciéndoles que ya pasó todo, los días pasaban y los mareos se hacían seguidos con ciertos antojos, tenía los mismos síntomas de su último embarazo, embarazo, se dijo para así ella, embaraza, sí pudiera ser, pudiera ser, le vino un sentimiento de júbilo con alegría desbordante pasándose las manos por su vientre, Noelia tenía la seguridad que estaba esperando un hijo del hombre que había amado toda su vida, pero también le vino el temor al saber de lo que pensaría Gustavo, la angustia se apoderó de ella, pensó lo peor, pensó que por vergüenza y venganza su esposo Gustavo lo haría que perdiera a su hijo ya que estaba seguro que no era suyo, los siguientes meses los pasó entre el sobresalto y la esperanza, miraba a sus hijos con más cariño sabiendo que pronto tendrían un hermanito o hermanita, se propuso que nadie de su familia lo sepa, esquivaba las visitas de su hermana, su vientre crecía, en las visitas de su esposo trataba de no estar mucho tiempo con él, se pretextaba que estuviera horas en casa por lo de las riñas, argumentó a sus padres que tuvieran a los niños en la estancia por los meses de vacaciones escolares de fin de año ya que los pequeños extrañaban mucho a su padre y abuelos, aquella noche de encuentro con Carlos estaba bien contrariado por asuntos de negocios, no consideró decirle en ese estado lo de su embarazo, se resignó a realizar el sexo oral y anal, cuando era el momento del vaginal ella le fue esquiva, Carlos muy extenuado se quedó dormido, en los primeros rayos de sol ella despertó ahora de forma inusual al ver junto a ella en la almohada una flor y una tarjeta que le decía, tuve que salir de urgencia pues salgo de viaje a la frontera por negocios, no quise irme sin antes llevar impregnado en mi piel tu divino cuerpo, espérame mi amor, regreso pronto, siempre tuyo, Carlos, la enamorada Noelia leyó el papel con la ilusión de que en la nueva entrevista le confesaría lo de su embarazo, al salir del motel el hombre de mal aspecto la siguió muy de cerca, notó el crecimiento del abdomen en la mujer, sin lugar a dudas aquella rubia blanca estaba esperando un hijo de su amante Carlos Felipe del Olmo, fue una noticia relámpago que llegó a oídos de Sandra, la mujer le dio algunos billetes sacados de su cartera estaban ajados por la rabia expresada en sus manos, él se despidió con galantería de mofa, ella se sentó en una banca del parque, su rostro estaba lleno de lágrimas, vio pasar a una elegante mujer con un cochecito llevando a un precioso niño, Sandra apretó las manos con rabia e impotencia, maldecía no poderle dar hijos a Carlos, tenía dos niños recogidos pero no era suficiente como darle uno propio, se consoló al saber que Carlos no había tenido con otra mujer, pero le vino el recuerdo de la posibilidad que Noelia fuera la primera en darle el tan ansiado hijo propio y de esa manera la posibilidad de perderlo, se levantó súbitamente erguida de la silla haciendo puño al pecho proponiéndose que ese hijo no llegaría a las manos de su esposo, si ella no podía tener un hijo para Carlos ninguna mujer lo haría, menos Noelia, a su mente llegaron las ideas maquiavélicas más terribles que cambiaría la vida de muchos por completo.
FIN DEL VIGÉSIMO SEXTO EPISODIO
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