METAMORFOSIS 28
Padecimiento y placer.
La angustia aceleraba la respiración de Noelia, por varias ocasiones intentó hablar frontalmente con Carlos Felipe sin conseguir resultado, la ausencia de su hombre amado se hizo un martirio en los días siguientes, ella se sentía desdichada por su abandono supuesto de su amor de siempre Carlos Felipe, también por el desprecio de su esposo Gustavo al saber que tendría un hijo de otro hombre, la angustia de no poder ver a sus hijos que estaban en la estancia de su esposo, de la indiferencia de sus padres al conocer la noticia que mancillaba su honor, su madre padecía de tristeza, su padre de desprecio, Noelia estaba en un torbellino de desdicha y desamor, anhelaba ver a sus hijos pero Gustavo se lo negaba, todo era un caos nervioso con sus emociones, pero como en toda perturbación siempre hay una lucecita de esperanza y era que mantenía su trabajo de operaria en una factoría, el dueño era muy condescendiente pero le preocupaba aquel estado de parto, nana Dulce en contra la voluntad de los patrones, los padres de Noelia, fue a cuidar para que de un buen parto Noelia, mientras tanto Sandra llena de cólera al saber la noticia de las visitas de Noelia trató de impedir los encuentros, dispuso convencer a Carlos Felipe para que se haga tratar en la capital su dolencia sufrida por el atentado automovilístico del cara cortada, las semanas pasaban con mucha pasividad ante la incertidumbre de Noelia por no saber de Carlos, en uno de los casos pensó que era verdad seguramente que estaba de una segunda luna miel con su esposa, eso menguó su avidez, desistió de saber sobre Carlos y se dedicó a su futuro bebé, nana Dulce la acompañaba en todo momento, pasos atrás el cara cortada la seguía espiando por órdenes de Sandra, se acercaba el día del parto, los padres y hermana fueron indiferentes al llamado de nana Dulce para que estén con Noelia en el hospital público donde daría a luz a su bebé, llegó el día, un soleado mediodía del 25 de diciembre de 1935, los primeros gritos salidos de los pulmones anunciaban la vida de un precioso niño blanco con pelo rubio, era el hijo de Carlos Felipe del Olmo y Noelia Buonanote, su madre lo abrazó llena de llanto con dicha, el bebé por instinto buscaba el seno materno, nana Dulce lloraba de emoción, la única testigo de su alumbramiento, pese a nacer arrugadito y todo como cualquier recién nacido ya daba señales de su hermosura física, el recién nacido fue llevado a su cuna, el pesar y la alegría de ambas era un mixture de emociones encontradas, ella simplemente se preguntó en su interior qué sería de sus vidas.
* * * * * * *
Sandra al conocer la noticia del nacimiento del hijo de Carlos Felipe con su amante Noelia se llenó de cólera, su instinto maloso le hizo venir la idea de que aquel niño debería desaparecer, llegó de la capital dejando a Carlos en su terapia inocente del alumbramiento de su hijo, lo primero que hizo Sandra fue entrevistarse con cara cortada, planificaron el rapto del pequeño en forma inmediata, aquel hombre obedeció todas las instrucciones recibiendo un anticipo por su acto futuro, así fue que Noelia era sigilosamente vigilada constantemente por aquel hombre de igual manera la nana Dulce quien había informado a sus patrones del nacimiento de su nuevo nieto, la noticia la recibieron con estupor e indiferencia, Gustavo lleno de cólera no permitió que sus hijos supieran de la existencia de su nuevo hermanito y prohibió a sus suegros y servidumbre que hablaran sobre el alumbramiento, Andreina la visitó a las semanas del alumbramiento, estuvo consciente que el pequeño era hermoso y buscaba parecido con su hermana o con sus padres pero el niño tenía un parecido a la familia paterna, para ser preciso, el pequeño a futuro tendría un parecido al padre de Carlos Felipe del Olmo, solo lo diferenciaba el color de su pelo rubio, de ahí todas las facciones eran parecidas.
* * * * * * *
En la estancia todo era reserva, nadie supo de la existencia del recién nacido inclusive los hijos de Noelia aunque la hija mayor presumía del embarazo de su madre pero no opinaba, una vez comentó algo de aquello delante de su padre pero fue interrumpida por una bofetada, Gustavo en realidad daba mala vida a sus hijos desatendidos en su vestimenta y alimentación, los padres de Noelia lamentaban esa actitud y de vez en cuando ayudaban a los niños, extrañaban las atenciones de su madre.
* * * * * * *
Cara cortada estaba como un águila atisbando su presa, había estudiado atentamente el recorrido de la nana Dulce a ese parque donde antes había llevado a los otros hijos de Noelia, la tarde caía, la anciana iba distraída acompañada por Noelia, de entre un rincón de penumbra sale cara cortada amenazante con un revólver, ambas mujeres asustadas, fueron segundos para que el hombre tuviera en sus brazos al pequeño, el instinto de madre al saber que su hijo era tratado hizo que Noelia actuara pero fue en vano, un disparo impactó su abdomen cayendo de bruces, otro disparo impactó la pierna de nana Dulce cayendo al piso gritando que no se llevara al niño, el hombre estaba decidió al terminar su cometido de rematar a Noelia que se desangraba arrastrándose en el suelo suplicándole que le devolviera a su hijo, el hombre iba a disparar pero un transeúnte hizo gritos el cara cortada disparó sin atinar al transeúnte, decidió correr disparando al aire, cuadras cercanas de ahí un auto lo esperaba, ingresó sentándose junto a Sandra que miraba detenidamente al recién nacido se percató que era precioso, le dijo al hombre lo que tenía que hacer a continuación, el auto dejó al cara cortada cerca de su casa con el niño en brazos, se podía notar el bolsillo abultado de billetes de baja denominación, la mujer sorprendida hacía preguntas de la presencia del niño, el hombre malhumorado no daba contestación, esperó la noche para salir con el niño, ante tanto ruego de su mujer aceptó que lo acompañase tomando rumbo a la playa, ahí sería su nuevo lugar donde regalaría al niño, su mujer al ver las intenciones suplicó en nombre de los hijos fallecidos que le permitirá criar a ese niño, para cara cortada era peligroso, al principio hubo negación pero de a poco se dejó convencer, en principio para calmar a su esposa para que no cometiera una indiscreción, el tiempo ya le daría la oportunidad de deshacerse del chiquillo.
* * * * * * *
Noelia se recuperaba en el hospital de las lesiones sufridas igual que su nana, Andreina estuvo junto a su hermana igual que su madre Micaela, Don Rodolfo no daba su brazo a torcer y no perdonaba a su hija pese a la desgracia sufrida, no estuvo presente en su lecho de dolor, para Noelia fue de gran ayuda estando en su casa la vista de sus hijos, desde hace mucho tiempo no los había visto ya estaban un poco más creciditos sobre todo las niñas Leonor y Josefina, Gustavo Adolfo desmejorado delgado fue como siempre más cariñoso con su madre, ya recuperada Noelia trató de pedirle perdón a su padre, fue negado ese perdón por el anciano al deseo de entrevista, tardaron días de ruegos de Noelia para que Don Gustavo la perdone, ante tanto ruego de doña Micaela y Andreina aceptó que viviera sobre el mismo techo a sus reglas y condiciones, no la perdonaría pero por sus hijos lo hacía, al pasar del tiempo la autoridad de Noelia era casi nula y eso se notaba en la desobediencia de sus hijas por el mal ejemplo que les había dado y ante los desplantes de Gustavo, no así el pequeño Gustavo Adolfo quien le prodigaba caricias y mimos reconfortantes, así pasaron los meses desde aquel día de su desgracia, Noelia en cuanto podía salir iba a la ciudad tratando de averiguar el paradero de su hijo pero como siempre todo fue infructuoso, su vida se había convertido en martirio, sentía un gran vacío en su alma, no tenía el calor e su tierno hijo, periódicamente pasaba por la casa de Carlos Felipe, tratando de saber de él, semanas después se enteró que en ella habitaban nuevos dueños, había perdido a su hijo y al gran amor de su vida.
* * * * * * *
El sol incidía con sus rayos la figura de aquella alegre chiquilla con un evidente cuerpo femenino en desarrollo corriendo por el campo lleno de verdor, siempre regresaba a ver hacia atrás a su perseguidor, aquel hombre la seguía con entusiasmo, los rayos del sol mejoraban el panorama de dicha que se prodigaban al momento de capturarse, abrazarse y besarse revolcándose por la hierba húmeda o en las hojas secas, con la mirada se decían pertenecerse, no cabía la diferencia de edades sino esa pasión por parte de ella en aprender todo lo que él en cada encuentro le enseñaba con posturas deliciosas llevándola al orgasmo precoz, cada vez su deseo apasionado se incrementaba, se necesitaban el uno del otro, su lugar era el monte como testigo para el desenfreno que realizaban en ausencia de Dagoberto, era maravilloso apreciar la risa amplia y sincera de ella cuando veía aparecer a su hombre, la dicha era grande, solo que siempre era mayor el cuidado por no dejar verse de Dagoberto, a veces el niño llegaba con el almuerzo y no la encontraba a su hermana, cuando ella llegaba le decía que estaba defecando o haciendo otra necesidad, la pareja también se cuidaba de ser vistos por algunos niños amigos de Dagoberto que jugaban en el río y en los alrededores. Aquella mañana soleada de entre semana Lucrecia caminaba con su hermano en dirección a la escuela, allí estaba él de casualidad, siempre brioso montado a caballo, al pasar el pequeño lo saludó con respeto sin saber que era el amante de su hermanita, aquel apuesto hombre montado a caballo los saludó respetuosamente desde su montura arreglándose el amplio sombrero, ella se limitó a mirarlo y a sonreírle con disimulo agachando la cara ruborosa, aquel hombre la miraba con detenimiento sobre todo aquel trasero que era suyo, solo suyo, de nadie más igual que aquella deliciosa suave vagina, se desmontó, el hombre esperó durante toda la mañana poder en algún momento estar con ella, se frotaba el pene vestido recordando los momentos con ella y poder poseerla nuevamente, su mente se centraba en los labios y los gemidos que daba al penetrarla, vino el receso, se vieron a distancia prudente por un momento, le hizo señas a la chiquilla que la esperaba en el camino de herradura al río, él deseaba ese cuerpo femenino infantil, su pene latía del deseo y su respiración daba con la angustia calentándose la piel, ella simplemente sonreía, con la mirada se despidieron, el hombre esperó paciente en la cantina del pueblo tomándose unos tragos ligeros, esperó con paciencia hasta que sonaron las campanas de salida en la escuela, los niños salían, el hombre vio acercarse a pie al padre de Lucrecia y Dagoberto cargando a hombros un gran bulto, el hombre sentado en el portal de la cantina miraba a prudente distancia la escena paterna, el padre sacó del bolsillo unas monedas dándoselas a Lucrecia ella las tomó guardándoselas, se despidió de su padre con beso en la mano y mejilla tomando el camino directo a su casa alejada del pueblo ahí seguramente le esperaba su madre para recibir el dinero que le daba su padre de encargo, a Lucrecia la acompañaba una amiga, su padre y hermano continuaron su camino en dirección a la quesería, se podía apreciar el caminar de Dagoberto a regañadientes ya que tendría que trabajar en la quesería el resto de la tarde y unas cuantas horas de la noche, el hombre montó su caballo galopando pausadamente viendo en su delante a Lucrecia y a su amiga, decidió pasarlas haciéndoles un guiño, desde lo alto de una colina cercana vio a Lucrecia despidiendo a su amiga que entraba en su casa, todavía a Lucrecia le tocaba caminar la mitad del trayecto para llegar a su casa, la angustia y el deseo de la oportunidad que se le brindaba hizo que el hombre galope aceleradamente hasta interceptar a Lucrecia, sin perder el tiempo le hizo señas para que se subiera, ella obedeció de un brinco estuvo delante de él, le dijo al oído que la llevaría a un lugar precioso apartado entre los montes, ella aceptando la idea arrimó la cabeza al pecho de su hombre, él respondió con caricias en las mejillas y besos repetidos en el pelo de la chiquilla, la tarde aún empezaba y había tiempo para una gran cogida, se adentraron por el camino de herradura entre el monte, ella percibía en su espalda la respiración acelerada del pecho del hombre más aun chocando en sus orejas con lamidos que le ponían la piel de gallina, llegaron a una cabaña abandonada entre el monte tupido, si, aquella cabaña, que al hombre le traía recuerdos cuando siendo joven años atrás hizo varias veces el amor, se acercaba a galope lento y contemplaba la construcción con nostalgia, como si fuese un príncipe la bajó del caballo a su princesa, caminaron apartando a su paso el monte reseco tupido, empujaron la puerta improvisada de tabla cruzada, en el interior el polvo y telarañas les daban la bienvenida, por unos segundos ella contempló el lugar con luz que entraba por el techo hueco debido a tejas faltantes, comprendió que sería su nuevo nido de amor desde ahora, las paredes de barro y caña le daban un ambiente humilde, algunos montes cortos resecos habían como testigo de la soledad dando a entender que por este sector la gente no caminaba seguido, giró su cuerpo y vio a su macho sentarse sobre un tronco la llamó para que le ayudase a sacar las botas, así arrodillada le bajó la cremallera saliéndole el pene por el calzoncillo, ella lo olió pausadamente, luego le pasó la lengua, él cerraba los ojos de placer, el ritual sexual de ambos empezaba de esa manera acalorada, el cabello de la chiquilla mestiza se movía pausadamente sobre los muslos y resto de las piernas del hombre que gesticulaba ansiosamente, la pequeña mamaba sin parar haciéndolo gemir al hombre, ella hizo una pausa, contempló por segundos ese pene brilloso de saliva bien prominente rosado con algo de amoratado por la presión arterial, el hombre lo agitaba en su delante, esa era señal para que ella se recostase sobre el piso de tierra en forma lenta, el hombre apreciaba con ganas el movimiento del cuerpo de Lucrecia sobre el piso que se estaba quitando la ropa, primero dejó al descubierto sus pechos sin dejar de sonreír, vio los labios de la pequeña remojándose por esa lengua que le había dado placer a su pene, luego fue el turno de su falda larga alzándose las caderas y sus hombros, para aquel hombre el movimiento de las manos de Lucrecia al desvestirse siempre era un grato espectáculo visual, sobre todo al verle deslizarse el calzón por las piernas saliéndole sutilmente por esos pies bien bonitos con dedos alargados, el hombre tragaba saliva con pasión mirando detenidamente a la chiquilla abierta de piernas dejándose ver esa vagina mojada de la dilatación por el deseo de pene, tomó la ropa colocándola a un lado de su cuerpo desnudo recostado en el piso de tierra, seguidamente el hombre se acercó a olerle la vagina, a lamerla, chuparla y acariciarla con los dedos, ella mordía los labios repetidamente, él escuchaba la respiración acelerada de ella que gemía al instante, se miraron por un instante en forma cómplice intercambiando sonrisas, ella vio acercarse el pene de su macho a rozar la vagina, después vio introducir ese trozo de carne entre sus labios vaginales ambos genitales latiendo al unísono, deseándose, poseyéndose, el instinto de hembra y macho entraba en acción dando como resultado el mete y saca delicioso llevándolos a la gloria extrema del placer, los rayos de luz solar entraban con intensidad a través del techo de tejas y por los huecos de las ventanitas, él encima de ella manoseaba las piernas y cadera, mientras la penetraba lamia y chupaba los senos de la chiquilla, ambas bocas intercambiaban las lenguas, la saliva les inundaba las comisuras de los labios, todo era pasión y deseo, ella sintió en sus pezones el pecho velludo de su macho, gemía en cada penetrada, le gustaba, cada vez más atraída por el movimiento de las caderas y ese pene lubricado que entraba y salía, le salía el flujo que al contacto con el pene lo lubricaba más escuchándose el clásico “choc choc” onomatopéyico del pene y la vagina mojados, el hombre sentía que se venía el semen pero se detenía haciendo pausa, ella quería recibirlo dentro de su vagina pero él se separó prudentemente, le hizo un brusco giro al cuerpo de ella poniéndola boca abajo, el hombre miró su pene mojado de flujo vaginal, abrió las nalgas de ella para lanzarle saliva que la introducía con su lengua sin dejar de morder y chupar suavemente las nalgas de la pequeña que le gustaba mucho ese mordisqueo al que la había acostumbrado, Lucrecia se dejó estar de su macho como siempre, deseaba sentir dentro su ano ese pene viril, se lo pidió a él, y sin dudarlo el hombre rozaba el glande por entre las nalgas mezclándose con la saliva recién puesta, el glande entró suavecito sintiendo ella el placer de su macho que ponía el pecho varonil en su espalda femenina, penetraba con sutileza, lo dejó por unos segundos dentro y de ahí vino un movimiento brusco y rápido tanto así que eyaculó dentro del ano de Lucrecia, agotado el hombre posó su cara sobre el pelo de la chiquilla emitiendo fuertes exhalaciones combinadas de sudor, por unos instantes dejó que su pene descargara dentro del ano todo su semen, ella quietita sentía dentro de las paredes de su ano el latir del pene combinado con el líquido seminal, esperó a que el hombre le sacara el pene del ano y de que se levantara como siempre a orinar, ella en posición de cuclillas a manera de defecar pujaba para sacarse el semen, simplemente lo vio a su hombre que estaba orinando de espaldas a ella diciéndole después a su macho que tenía un día de haber dejado de menstruar, el hombre volteó dirigiéndole una sonrisa a la que ella también respondió, ella se puso en pie recibiéndolo con un abrazo, la cara de ella alcanzaba la altura de su cuello, a él le gustaba olerle el pelo de chiquilla de campo, la colmó de besos por todo el cuerpo y se sentaron viéndose los cuerpos desnudos tocándose sus genitales, ella con su cara recostada sobre el pecho de su macho que le rozaba las manos en su delicada y fresca piel de niña campesina, se relajaron, el hombre vio por el hueco del techo la posición del sol, la tarde aún empezaba, ambos cerraron los ojos así abrazaditos, un buen rato después el hombre abría los ojos a causa de los besos y lamidas que Lucrecia le estaba dando a su pene, de inmediato se le puso erecto, ella juguetona con su lengua le invitaba a que la cogiera de nuevo, se acostó en su delante boca arriba con las piernas abiertas y sin dejar de sonreír le pedía que se lo metiera sobándose con el dedo medio de su mano derecha el clítoris y labios vaginales, de un impulso el hombre agitó su pene se arrodilló abriéndole más las piernas para lamerle el clítoris ya bien rojito y dilatado ella tomó el pene poniéndoselo a la entrada de la vagina, el hombre solo tuvo que empujarlo, el mete y saca continuaba, ella apretaba los dientes, gemía deseosa de sexo, el hombre penetraba y chupaba los pezones de su hembra, aquel lugar bien apartado les daba seguridad para sus instintos pasionales exorbitados, el sudor corría por sus pieles, ahora el mete y saca era más prolongado por el ímpetu del hombre debido a que hace minutos ya había eyaculado, sintió su pene el orgasmo de Lucrecia, el hombre la besaba con lengua chupándole los labios, ella con los ojos cerrados alcanzó a decirle por primera vez que lo amaba, el hombre complacido con esa declaración hizo mover más fuerte su cadera haciéndola gemir grandemente, los gemidos eran intermitentes en cada mete y saca, una mezcla de pasión y cariño hizo que el hombre eyaculara un poco de semen dentro de la vagina de la chiquilla de casi trece años, ella al sentir el semen adentro buscó los labios del hombre para repetirle varias veces que lo amaba en cada beso sentido, quedaron acostados de perfil, él sujetándola de las caderas sin sacarle el pene veían cómo salía semen de la vagina por un costado del pene penetrado, el semen mojaba los pelos de ambos genitales, el hombre empezó en esa postura de perfil a meterle y a sacarle el pene, ella gustosa miraba ese movimiento, él le decía que ese era el verdadero amor, que nunca olvidara estos momentos felices que pasaban, ella asentía abrazándolo con seguridad sintiendo el pene dentro de su vagina, ambos vieron el sol caluroso, escuchaban los vientos fuertes de la tarde agitar las ramas de los árboles y el trinar de pájaros revoloteando por la cabaña, uno que otro ingresaba a los nidos del techo, así fue cómo Lucrecia visitó por primera vez aquella cabaña prodigándole amor del bueno.
* * * * * * *
La abuela de Nicolás salía cauta a las visitas de aquellos hacendados del pueblo, le llamaba la atención la pareja de esposos Buonanote con quien estrechaba buenos lazos de amistad de un buen tiempo a esta parte, así, eran frecuentes las visitas de esa venerable mujer mayor de manos de su nieto, también logró entablar una adecuada relación de amistad con Andreina y su compañero sentimental el doctor Luis Daniel Pérez, en una de aquellas charlas en el jardín Luis no pudo evitar escuchar el motivo de visita de doña Matilde de Arichabala, nacida en 1879, abuela del pequeño Nicolás, hijo del fruto del segundo matrimonio de su hijo Fulgencio, el niño mostrar una cadena muy simbólica que estrictamente le estaba obligado a ponérsela en momentos especiales familiares y sociales como ahora, la mujer había llegado al pueblo a recordar tiempos vividos, había arrendado un cuarto acorde a sus necesidades y había entablado una buena relación de amistad con los moradores del sector, de carácter altivo, se mostraba rígida en autoridad, su nieto era obediente ante sus disposiciones, no le permitía jugar con cualquier niño de la calle, pero hubo uno en especial al cual le confió el cuidado de su nieto y fue en aquella vez en que estando ella bordando una prenda que escucha el toque desesperado de la puerta y una voz juvenil que le lama, al abrir ve a Melesio marcando a su nieto quien se había raspado la rodilla, la atenta mujer curó a su nieto agradeciendo la buena voluntad del muchacho, desde allí Melesio y Nicolás son inseparables, Luis que atendía sigilosamente la conversación emitió una disimulada sonrisa socarrona, para él seguramente la muer desconocía la verdadera relación de su nietecito Nicolás con el joven Melesio, ya había terminado de arreglar la cadena de su bicicleta pidiéndole permiso a su mamá para pasear por el campo, Andreina le dio el consentimiento a su hijo, Nicolás que había estado sentado junto a su abuela escuchando la conversación en silencio se puso en pie pidiéndole permiso a su abuela para acompañar a Luis en su paseo en bicicleta, la abuela dio permiso y los dos amiguitos llevaban la bicicleta al exterior de la estancia, Melesio a prudente distancia los vio pasear por el amplio campo adentrándose por el viejo camino al pueblo, se limitó a sonreír y a rascarse su pene vestido, pasearon por los alrededores del sector de la estancia, Nicolás estaba maravillaba en la bicicleta, Luis le mostraba los alrededores, el calor estaba en aumento, sus cuerpos sudorosos se detuvieron en la cima de una loma, el viento agitaba sus cabelleras, Nicolás se bajó de la bicicleta a ver desde ese lugar el panorama, se veía el pueblo a lo lejos y los meandros del río, con una mano se estiraba el pantaloncito corto en su delante e instintivamente con la otra mano se la metió dentro de la ropa rascándose el trasero, Luis hacía lo mismo a propósito para que Nicolás lo viese sus repetidos movimientos, intercambiaron sonrisas y se sentaron a ver el panorama desde allí, golpeándoles el viento a sus rostros arrimados bajo la sombra de un frondoso árbol de ese lugar apacible, Luis se restregaba su pene vestido mostrándole su erección que se definía en la tela de su pantalón corto, Nicolás miraba atento esos movimientos de manos de Luis en su entrepierna, de pronto el inquieto Nicolás se puso en pie adentrándose en la maleza, Luis miraba sus movimientos, se quedó acostado con los ojos entreabiertos ante el resplandor, d pronto se escucha gritos de ente la maleza, de un salto Luis corre en dirección a Nicolás abriendo monte, Nicolás le dijo que había visto una serpiente, que esto que aquello, o marcó sacándolo del lugar, ya estando a salvo le mostraba que ya no había nada de qué preocuparse y lo acostó junto al árbol, para calmarle un poco Luis se acuesta su lado y le empieza a hablar para que se calme, Luis se acostó detrás de Nicolás aún tembloroso, estaban así acostados de perfil, tenían las manos entrelazadas, la cara de Luis se posaba sobre una de las mejillas de Nicolás, le besaba el pelo diciéndole que se calme, que ya todo pasó, que ese animal y otros no vendrán por aquí porque estaba él para defenderlo, le dio un beso en la oreja alcanzando su mejilla, Nicolás ya relajado se hizo para atrás sacando el trasero y la apoyo en el pene vestido de Luis que continuaba abrazándole, en el acto se le puso erecto el pene a Luis, continuaba acostado a su lado, abrazándole desde atrás y así empezó a hablarle quedito, que no tuviera miedo, que esto que aquello, Nicolás se hizo más para atrás su traserito y quedo más pegada al pene de Luis que ya estaba más dura casi como piedra, le acariciaba suave , le preguntaba al niño si eso le gustaba, le dijo que si con un leve movimiento de cabeza, que si le gustaba que seguía y Nicolás volvió a decirle que si con ese movimiento de cabeza, se estaba entregando pensó Luis, le salió un corto “sí” con su vocecita, Luis lo sostienes abrazado contra su cuerpo y le seguía acariciando, su pene seguía duro como piedra, así abrazadito, mientras le acariciaba le preguntaba si sabía algo de sexo, si ya había tenido alguna experiencia, su expresión de duda en el rostro daba a entender que Luis posiblemente se estaba pasando de la línea de comprensión o cautela del nene, sin embrago Luis tomó el riesgo de preguntarle con insistencia ya que el traserito de Nicolás se rozaba voluntariamente con el pene vestido de Luis que insiste para que le cuente, Nicolás le dijo que se había acariciado con una compañerita de la ciudad en donde vive, respondía entrecortado mostrándose su timidez, Luis le preguntó si la había besado, Nicolás tiernamente le dijo que no, le pregunta si sabía besar mejor, le dijo que no de nuevo, Luis le dice si quería que le enseñe, Nicolás tímidamente asintió, y se dio vuelta, quedando su carita, blanca y sus labios rojos, frente de Luis, perdió la cabeza y ya lo besaba en los labios, suavemente, abriendo apenas los labios a un ritmo entrecortado de respiración, rozando con la lengua los suyos, suavemente, le hizo abrir un poco su boquita, “si… así” le dijo y él suspiro, con su lengua rozaba sus labios y le pidió que saque su lengüita un poco, la sacó y la acariciaba con la lengua y sus labios, le pidió que la saque más y la lengua ya en algo se entrelazaba suavemente con la suya , el pequeño Nicolás suspiraba bajito al efecto de esos besos apasionados con legua que le daba Luis, le pregunta a Nicolás si le gustaba y el nene asentía con una leve sonrisa aun mostrando algo de timidez por lo que estaba haciendo con Luis, de sus labios salía su vocecita sensual que contenía la frase que le arrebata a Luis: “Si Luis”, le preguntaba si quería que siga, le dijo asintió de nuevo a que sí y siguió besándolo suave, rozando sus labios rosaditos , ya con su mano le acariciaba el traserito, por encima del pantalón corto, después le mete la mano por debajo del pantalón corto y con los dedos le acariciaba su agujerito, el suspiraba, le pregunta si le gusta y si quería que siga, Nicolás dijo que si saliendo de sus labios, seguía Luis besándole y acariciándole su traserito, hasta que no aguanta y le dice que le iba a hacer el amor, hubo un silencio corto, una pregunta corta de Luis diciéndole si se dejaba, de sus labios volvieron a salir un “sí… Luis” con voz erótica como deseosa de sexo pleno, le dio de vuelta y le puso de espaldas, de costadito, se ensaliva aquel pene y su cola y se lo apoya en su agujerito, la cadera de Luis empuja, como la tenía tan dura, casi le entra la cabeza de una, gritaba y se quejaba, se dio vuelta y se escucha el silbido del viento a causa del movimiento de las ramas de los árboles, Luis se sujeta al nene y le dice que hasta ahora si le había gustado lo que estaban haciendo , le dijo que si asintiendo, entonces le Luis le dice que si en caso alguno no quería que no había problema y se olvidara de todo, que de todos modos esto quedaría e iba a ser un secreto entre ellos, Nicolás giraba para verse frente a frente y lo miraba a Luis con extrañeza, le dijo a Luis que si quería que siga, el rostro de Luis dibujó una amplia sonrisa, lo acuesta, lo abraza de atrás y le apoya el pene, le dio de vuelta y lo besa suavemente en la boca, Nicolás correspondió abriendo sus labios, le pregunta de nuevo si quería que le haga el amor como lo hace un papá a una mamá y su contestación fue una voz infantil salida de sus labios con sentencia y seguridad de que “sí quiero Luis… sí”, Luis satisfecho lo alza y lo lleva a recostar sobre el arco de la raíz del árbol que sobresalí en el suelo, le fue desnudando de a poco, lo mismo hizo Luis viendo ese traserito a su disposición, le empezó a besar y acariciarle su traserito, suspiraba, se baja el rostro y le chupa si traserito, le hizo dar vuelta y le chupaba el tronco de ese pene a media vista del prepucio, también le chupaba sus huevitos, lampiños, había mucho calor mostrándose bien su cuerpito, blanco desnudo sudoroso, suave, hermoso, le dio vuelta otra vez y le chupaba su agujerito, se veía hermoso, rosadito, bien suavecito, le metía la lengua y él se quejaba y suspiraba, le dijo que no haga ruido, que sin embargo nadie los escucharía allí, siguió chupándole su penecito, sus huevitos, su traserito, le dijo que le iba a hacer el amor y lo di vuelta, puso mucha saliva en su pene y en el traserito de Nicolás y se la apoyaba, empujaba despacio sobre ese traserito virginal y le entraba despacio con dificultad ese glande rozagante de Luis, se quejaba con su vocecita, diciendo ayayay Luis, se queda quieto el muchacho para no metérselo más, empezaba d nuevo al hacer para atrás, suavemente y cuando casi salía parte de la cabeza del glande, empujaba adentro un poquitín, otra vez, se quejaba el hermoso Nicolás, le decía precioso chiquito a Nicolás para que se relaje, pero Nicolás respondía con un ayayay Luis, ayayay Luis, sin embrago eso a Luis le animaba a continuar teniéndole en esa posición de pies a los hombros, Nicolás se sujetaba con sus manos aferrándose a los brazos de Luis que lo tenía sometido, estuvo unos instantes así, cogiéndole suave y lo puso luego boca abajo, se apoya con la mano en el suelo, esto, para no caer encima de él y que no le entre todo, aun él se quejaba, se movió en un no se sabía cómo, y él levanto traserito y allí logró Luis con su movimiento de cadera que le entre casi toda el pene, Nicolás se quejó con un fuerte, ayayay Luis, ayayay, el sorprendido Luis bajó junto con Nicolás las caderas quedándose quietecitos sobre el suelo, todo el cuerpo de Luis estaba sobre el cuerpo de Nicolás, eran uno solo, la metamorfosis en el pequeño Nicolás estaba dando efecto, Luis sintió cómo le entro algo de su pene en ese traserito de su amiguito, sentía los latidos del pene en ese traserito, Nicolás no paraba de chillar, pedía que se lo saque, que se lo saque, que le dolía, que le dolía, mucho, dolía mucho, mucho, ayayay, ayayay, ayayay, lentamente Luis va sacando el pene del trasero de Nicolás, un alivio al sentir el glande con el contacto del aire, el traserito latiendo en cambio en las entrañas de Nicolás, el ene de Luis había ido más adentro que el de Melesio, Luis lo sabía, así que lentamente se aparta del cuerpo de un rígido Nicolás que no paraba de sollozar, allí se mostraba el cuerpo de Nicolás completamente desnudo con el traserito al aire y ara sorpresa d Nicolás un hilillo de sangre salido apenas del ano de ese precios niño descendiente de noble linaje, termina de bajarse sobre él lentamente, a Luis le vino un instinto animal, pensó que era el momento para más, se agitó el pene y ante la negativa de Nicolás suplicante por ya no más Luis desobedeció y se acostó sobre el nene, su ensalivado pene primero rozaba suavemente diciéndole que aguante como los machos, que iba a sentir rico, Nicolás algo desfallecido trataba de zafarse del peso del cuerpo de Luis pero éste lo dominaba y es así que le entraba parte del pene en su traserito y él se quejaba, ayayay Luis, y ya lo aplastaba con su peso aumentando sus jadeos, gemidos y pujes, Luis como un desaforado empezaba a penetrarle más, sentía que su pene en algo le entraba y le salía en ese traserito y Nicolás se quejaba y se quejaba, con su vocecita y su ayayay Luis, estuvo así unos instantes y de nuevo el cerebro de Luis sintió un adormecimiento así como su pulso acelerado por lo que estaba haciendo, la metamorfosis en ambos estaba en su apogeo, pene y trasero hacían el deleite al sexo, Luis quedó tendido sobre el cuerpo de su amiguito sin dar a más cuando sintió el latido de su ene y que de sus entrañas salía un palpitar acompañado de un líquido blanquecino, lentamente sacó el pene, estaba con tinte de sangre pero de su glande salía gotas de ese líquido blanquecino, Nicolás no se movía, no paraba de llorar, Luis le dijo que se tranquilice, que ya todo había pasado, lentamente se pone acostado de perfil, nota el hilillo leve de sangre saliendo del ano del nene, le pasa lentamente le dedo por el roce de su piel, nota que ese líquido blanquecino está mezclado con ese hilillo de sangre, Luis se acuesta a su lado para calmarle, lo abraza al niño de atrás y se quedaron así por un rato, lentamente de a poco Nicolás dejaba de llorar ante las caricias prodigadas por Luis y sus frases motivantes, lentamente Nicolás se apartó de Luis y dándose vuelta le dijo que le salía algo de su traserito, Luis le explica al tierno nene que era la causa del juego, que no tuviese miedo, que pronto eso pasaría, tiempo después continuaron así abrazados, al rato le dijo que otra vez le salía, le dio de vuelta y lo puso mejor boca abajo y le abrió su traserito, vio que su agujerito, rosadito, como le salía un poco de ese líquido, acariciaba su traserito haciéndole suaves masajes en los glúteos, eso le hacía suspirara aunque decía que le dolía el traserito, Luis fue por papel para sacarle el líquido con cuidado, una vez limpio, le empezó a olerle el traserito, ese olor, ese olor, decía Luis, ese olor tan atrayente, tan único, ese olor proveniente de ese traserito de Nicolás, sin pero Luis como desaforado y sonriente de lo que le había hecho comenzó a chupar ese traserito, metiéndole en algo la lengua por el ano dilatado, que como estaba lubricado aun, le entraba y el suspiraba y decía ayayay Luis, le chupaba su traserito con metiéndole la lengua en su agujerito, se le empezó a ponerse erecto el pene de nuevo, Luis se empezó a masturbar, mientras le chupaba el ano a Nicolás que hacía movimientos bruscos por alejarle, al ver que ya no era posible eso, Luis lo puso boca arriba a la contra de Nicolás, pasaron varios minutos para que logre calmar al nene y se deje acostar boca arriba, Luis le dijo que con esto se terminaba el jueguito y que ahora él era la mamá y que le iba a chupar su penecito, y efectivamente así fue, Luis le chupa su penecito con sus huevitos , al rato lo da de vuelta y otra vez le empieza a chuparle su traserito a chuparle su colita hasta el cansancio, ese momento se había convertido en algo maravilloso para Luis, era único, espectacular, nunca antes lo había hecho así, lentamente se pusieron en pie limpiándose los cuerpos desnudos de la mugre, con cuidado Nicolás se vistió para no entrar en sospechas ante su abuela doña Matilde de Arichabala, tomaron el camino hacia la estancia, Nicolás decidió caminar junto a Luis que llevaba de manos la bicicleta, le dolía el traserito, hicieron un alto, Nicolás se adentró en el monte, de distancia prudente Luis escuchaba los pujes y gemidos de Nicolás, entró para verle el pene micciado y del traserito salía el excremento con algo perceptible de sangre y semen, al llegar a la estancia entraron a las letrinas sin ser vistos, Luis terminó de limpiarle el traserito a Nicolás, aún le dijo que le dolía el traserito, fueron a la habitación en precipitada carrera y Luis le puso crema acariciándole con un dedo su traserito que estaba bien rosado e irritado, lo llevo a jugar a su cuarto y esperó a estabilizarle, lo distrajo con algunos de sus juguetes, se describía que el rostro de Nicolás aún estaba irritado, seguramente para ganar confianza Luis se desvistió delante de Nicolás, éste lo vio con recelo cuando se acostó en la cama, desde allí Luis le dijo a Luis que juegue al papá y a la mamá y que ahora Nicolás sería el papá, el pequeño dejó de lado algo su recelo y se limitó a acostarse vestido sobre el cuerpo desnudo de Luis que simulaba gestos de gemidos, pujes y jadeos, pese a todo había conseguido la confianza en el nene, rato después desde la planta baja se escuchaba la voz de doña Matilde que llamaba a su nieto Nicolás, asimismo Andreina llamaba a su hijo Luis, es que era tiempo de la despedida, como un rayo Luis se vistió, se acuclilló delante del niño diciéndole que guarde su secreto del jueguito en el monte, que no diga lo ocurrido, el tierno Nicolás asentía, le hizo estirar la mano y le dio un juguete al niño, mientras salían de la habitación las manos de Luis manoseaban el trasero vestido de Nicolás, ya no había restos de sangre ni de excremento, a bajar de las escaleras Luis apartó su mano del trasero del tierno niño, la abuela mimosa como siempre lo recibía con los brazos abiertos preguntándole si se había divertido mucho, el nene responde asintiendo con una leve sonrisa y mirada al piso, se cruzan las miradas entre los dos amiguitos asintiendo al mismo tiempo, las dos mujeres sonríen complacientes, dijo doña Matilde que no cabe duda que Luis y Nicolás son dos buenos amiguitos, se despidieron con abrazos cordiales, vieron tomados de la mano a abuela y nieto caminar por entre los árboles donde un vehículo del pueblo los esperaba para transportarles, Andreina y luis agitaban las manos en señal de despedida, Andreina ingresa a la casona ante el brusco llamado de la servidumbre, Luis queda a verles desaparecer la figura de los visitantes tomándose el pene vestido en señal de haber cumplido sus deseos, ahora Luis pensaba mientras se restregaba el peen vestido que Nicolás lo recordaría para siempre.
.FIN DEL VIGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!