METAMORFOSIS 31
Deseos y complacencia.
El resto de los días de estadía de sus primitos serían un calvario para Lucrecia por si en algún momento la imprudencia de Ignacio se hiciera efecto en oídos de sus padres, por un par de semanas no se vio con su amante, lo deseaba, necesitaba de sus caricias, pero sentía recelo de ser vista de nuevo, en su cuarto la chiquilina estaba caliente del deseo de ser poseída, se había convertido en una adicta al sexo, desfogaba frotándose el dedo en el clítoris para imaginarse que su dedo era algo del grueso del pene de su amante que la penetraba, aquella tarde ella se sentía sola en su cuarto, escuchaba a su primito Ignacio jugar con Dagoberto, su primita Mariana se había quedado dormida en la cama de sus padres que con su tía habían ido al pueblo a hacer pan y queso retornarían en las primeras horas de la noche, a ella le tocaría hacerles la comida, desde la ventana del entablado alto observa llegar a Wilson que al rato se pone a jugar con los pequeños, ella estaba sola en su cuarto, aprovechando de esa seguridad de soledad se acostó en la cama lubricando su dedo con saliva pasándolo por los labios vaginales, se abrió de piernas manoseándose la pelvis con los ojos cerrados gimiendo de placer pensando en el cuerpo de su amado, las manos cruzadas recorrían sus hombros y brazos pasando por las caderas, olía con sus dedos el aroma sexual de su vagina impregnado en las yemas, la lengua mojaba los labios, mostraba sed de pasión, de deseo, y por qué no, de lujuria, el sudor hacía presa del momento acalorado, ya sentía que el orgasmo se daba, hizo pausa estrujándose los calientes senos que se desarrollaban en su cuerpo, instintivamente abrió los ojos y para sorpresa de ella arrimado a la puerta estaba Ignacio con su carita atenta a los movimientos de Lucrecia, de súbito movimiento se tapó en parte su cuerpo con la sábana, le preguntó por qué estaba ahí parado y no jugando con Dagoberto y Wilson, el pequeño respondió que Dagoberto se fue con Wilson al pueblo porque lo había mandado a ver sus tíos, y así que ellos dijeron que se quedase con ella, Lucrecia estaba muy acalorada, Ignacio la había visto así totalmente desnuda, el pequeño inocentemente le preguntaba lo que estaba haciendo, ella le hizo un gesto para que se acercase, el pequeño inocentemente le obedeció caminado hacia ella, al tenerlo cerca parado junto al filo de la cama empezó a manosearlo por las piernas, Ignacio sonreía diciéndole que le hacía cosquillas, ella le preguntaba mirándole fijamente al rostro si le estaba gustando “eso” y él le decía que sí con movimiento de su carita, de sus labios salió el decir que se sentía bien, de pronto las manos de ella recorrieron las piernas metiéndolas por una de las mangas del pantalón corto sin calzoncillo hasta frotar el pene, el pequeño quedó inmóvil de la sorpresa, ella le preguntaba si le gustaba también esto, Ignacio solo reía con timidez cabizbajo, ella le dijo que juegue a esto sin decir palabra a nadie, lo agarró de la cintura acercándolo al filo de la cama ella estaba sentada con su vagina descubierta cuando se abría de piernas siendo mostrada por el vestidito que llevaba puesto el cual se lo fue quitando hasta quedarse completamente desnuda frente al nene, así ella gustosa estaba contemplando como luego sus dedos deslizaban la cremallera del pantaloncito corto del nene, le deslizó lentamente el pantalón, Ignacio estático se limitaba a observar como lo desnudaba, después lo acostaba abriéndole de piernas manoseando el penecito y sobre él ponía sus mejillas femeninas, Lucrecia lo olía y lo lamía con sutileza, hizo una pausa para cerciorarse si había alguien en casa, su primito la siguió, comprobaron que no, su primita seguía dormida, caminaron desnudos al cuarto y ella cerró la puerta, de su cuartucho donde ya estaba Ignacio acostado viéndola acercarse con sus manos manseándose la vaginita, ella le dijo que iban a jugar, Ignacio se limitaba a escuchar y a dejarse tocar el pene, luego Lucrecia empezó por besarle el cuerpo en repetidas ocasiones, el pequeño reía sintiendo cosquilleos, Ignacio se sorprendió gratamente cuando su prima abría la boca cubriendo su pene chupándolo y lamiéndolo varias veces, le miró fijamente la carita infantil, estaba complaciente, después de todo Ignacio era un nene trigueñito hermoso, cerraron los ojos para besarse, ella le enseñaba y él le seguía, ella encima del pequeño movía las caderas viéndose rozar el pene en la pelvis alrededor de la vagina, ella tomó la puntita del pene de su primito Ignacio asomando parte del glande, lo frotó en su clítoris haciéndose sentir la venida del orgasmo, ella sentía delicioso apretando el pene, Ignacio se incomodaba por la estrujada, le pidió que lo dejase ella quedó acostada sobre el cuerpo de su primo, el flujo mojaba el pene lampiño del pequeño, al rato, ambos cuerpos acostados desnudos quedaron inmóviles boca arriba, se escuchaba la fuerte respiración de Lucrecia, se contemplaron sus cuerpos por primera vez así como estaban desnudos, los dedos rozaban mutuamente las pieles, Lucrecia se apoyó en los codos viéndole el pene de su primo Ignacio, lo olió y lo lamió en varias ocasiones, lo tomo de la cabeza para que la cara del pequeño rozara su vagina, lo tuvo así por varios minutos, le excitaba el choque del aliento del pequeño en su pelvis, de súbito lo besó apasionadamente con lengua, él se dejaba nomás, le vio el pene algo duro y con los dedos lo frotaba, ella se acomodó en la cama con bastante soltura, el pequeño aún algo receloso le hacía caso a su prima de acostarse sobre ella, el pene frotaba la vaginita, ambas piernas unidas moviendo las caderas, ella lo tomaba de las nalgas enseñándole a hacer sexo tempranamente a sus cuatro años, vio que Ignacio cerró los ojos en señal de complacencia y de gusto, Lucrecia animada le besaba el cabello y las mejillas, había encontrado en aquel primito otro desfogue sexual, estuvieron rozándose el pene y la vaginita por un buen rato dando roles sobre la cama, ella lo condujo a la letrina improvisada campestre limpiándole el pene, al pasarle el jabón se notaba que el pene de Ignacio estaba rojito de tanto frote pero eso no impedía que se ponga algo erecto, Lucrecia olía el pene perfumado de su primito no dudó de nuevo en lamer el tronco y los huevitos del pene, manoseándole a la vez el resto de su cuerpo, Lucrecia observaba la pasividad de Ignacio teniendo los ojos cerrados manifestando placer carnal, al terminar de mamar el pene de Ignacio hasta el cansancio rogó que no dijera nada de lo sucedido, el pequeño solo asentía obediente.
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A unos cientos de metros de la casa de Lucrecia, el pequeño Dagoberto y el joven Wilson caminaban en dirección al pueblo, Melesio galopaba por el sector y fue al encuentro, les permitió subir a caballo, Dagoberto iba en medio de ambos, al pasar un rato Melesio escuchaba gemidos sexuales graciosos de Wilson haciéndolo mover adelante y atrás la cadera de Dagoberto que rozaba la espalda de Melesio, los movimientos se hacían rápidos en su espalda, hizo que se detenga el caballo, los tres se bajaron en los samanes, ya antes Wilson le iba diciendo al oído a Dagoberto que si se dejaba tendría muchos centavos en su bolsillo, Melesio sospechaba en las intenciones de ambos, ya antes Melesio con Wilson habían cogido a otros pequeños en el río, en ambos existía complicidad, y cuando ellos no tenían a algún pequeño se cogían entre ambos haciéndose el 69, lo habían aprendido de las parejas de campesinos que furtivamente iban a los lugares apartados del río a cogerse, rato después Melesio le volvió a repetir aquellas palabras sexuales insinuantes al pequeño Dagoberto que se limitó a bajar la cara con sonrisa forzada asintiendo cabizbajo dejándose llevar por ambos jóvenes monte adentro, se quitaron la ropa, Dagoberto se acostó sobre una piedra, sentado en su delante estaba Wilson con las piernas abiertas el pene bien erecto, acercándolo a su boca, le pidió que la abriera y le metió el glande, Dagoberto lo mamaba y lamía de pronto el pequeño sintió sobre su espalda el pecho de Melesio, sintió la saliva entrar en su ano lubricándolo con los dedos, Dagoberto se detuvo mirando instintivamente hacia atrás, pero Wilson le ordenaba que siguiera lamiendo y mamando, el pene de Melesio entró en el ano actuando el mete y saca, Dagoberto sudaba y gemía, al rato sintió el semen de Melesio dentro de su ano, pasaron unos minutos en que los tres estaban sentados mirándose desnudos, Dagoberto acuclillado delante de ellos se quitaba a pujes el semen del ano, los dos chicos sonreían viendo a Dagoberto acuclillado pujando poniendo su piel rojiza de tanto puje, mutuamente se hicieron gestos, tomaron a Dagoberto de los hombros y cintura acostándolo nuevamente sobre la piedra, el pequeño se dejó llevar, ahora mamaba el pene de Melesio y era Wilson que le metía el pene en el ano con placer, Dagoberto reconoció que el pene de Melesio le había dado más placer, de nuevo sintió semen dentro de su ano ahora era el de Wilson, era poco, no tanto como el de Melesio, lo dejaron acostado sobre la piedra, los dos jóvenes fueron al rio a lavarse, Dagoberto sentado en la piedra miraba como ambos jóvenes se abrazaban de la cintura frotándose los penes, vieron donde estaba sentado Dagoberto y le hicieron gestos para que se acercara, el pequeño tímidamente se acercó permitiendo que lo manosearan y le besaran el cuerpo, vieron al sol, consideraron que era el momento de partir, Dagoberto sentado en una piedra con un puñado de centavos en las manos los vio subirse en el caballo, subió con ellos, y al llegar al pueblo entró rápidamente en el negocio de sus padres, no hubo despedida, quizá, próximos encuentros.
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El camino que conducía las estancias era en ciertos tramos muy angostos, se trazaba el diseño para lo que sería la carretera asfaltada dejando a un lado la función del tren en los próximos años, tras la crisis, el progreso llegaba al país, por esos lares se asentaron caseríos simples periféricos a la carretera, la plusvalía entraba en acción, los terrenos aumentaban de precio, sentado debajo de un samán frondoso estaba Gumersindo ocultándose del sol de aquella calurosa tarde junto a su caballo, miraba a los obreros hacer el trazado de la carretera, un joven topógrafo daba las órdenes de ubicación, era su primer trabajo de ese tipo, al campesino le llamaba la atención el instrumento que usaba el joven topógrafo que seguía haciendo señas con las manos para que coloquen cinta, Gumersindo ve aproximarse un chico montado en bicicleta, a lo lejos divisa que tiene problemas, se emociona al ver ya más de cerca que era Luis quien se aproximaba, el muchacho hizo un freno de impericia y a punto estuvo de caerse de la bicicleta, el campesino de un impulso rápido estuvo en pie, se acercó al muchacho que arrodillado intentaba ajustar la cadena al engranaje, Gumersindo le dio una mano llevándole la bicicleta debajo del samán la mirada cariñosa y humilde de Gumersindo contrastaba nuevamente con la de Luis demostrando angustia y contrariedad, ambos unieron esfuerzos, las manos de Luis blancas y sedosas rozaban sobre las manos bronceadas de soles en décadas y muy ásperas de Gumersindo, intercambiaban sonrisas, estaba muy emocionado de ver al chico, pasaron los minutos y ya estaba arreglada la bicicleta, los dos sentados veían trabajar a los obreros, comentaban lo que sería el trazado de la carretera y las consecuencias de cambio en el sector, Luis hablaba de que le gustaba más el campo que la ciudad, eso emocionó a Gumersindo que le contaba maravillas del lugar, Gumersindo sabía que a su lado estaba Luis, el nieto de Don Rodolfo Buonanote, sabía perfectamente que los padres del chico eran Guillermo y Andreina, el campesino cuando podía le acariciaba el pelo con frotes suaves y delicados, Luis aceptaba de buen grado, se hacían bromas, tomaron confianza, Luis notó la alegría desbordante de Gumersindo cuando le abrazaba, le hacía mimos, hubo un momento en que la mejilla del campesino se posó sobre el pelo de Luis abrazándolo con fuerza, para Luis eso era más de lo debido a cariño y simpatía creyó que eso era extraño, el muchacho se apartaba sutilmente del rudo campesino cuando percibía el olor sudoroso característico del grajiento campesino, Luis fue a revisar el estado de su bicicleta, montó pedaleando haciendo círculos, comprendió que estaba arreglada la cadena en los engranes, Gumersindo junto a él ayudándole, Luis agitó la mano despidiéndose del campesino, Gumersindo vio al chico alejarse, su pecho estaba colmado de emoción.
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El desconocer el paradero de su nieta hacía de nana Dulce una mujer triste, aquella tristeza la menguaba cuidando de los pequeños hijos de Noelia, especialmente del pequeño Gustavito, de vez en cuando su primo Luis se sumaba a los juegos en el amplio jardín de la estancia, la anciana nana de color se maravillaba viendo la actuación del pequeño, estaba creciendo, se ponía más hermoso, lleno de vida, en contraste con la madre del pequeño que la pasaba pensativa, a veces distante del mundo, el campo la relajaba pero su esposo le daba mala vida, ella ejercía poco control sobre sus hijos, estaba encerrada en su mundo de desdicha, de algo que pudo ser una maravillosa relación con Carlos Felipe del Olmo pero no fue y ahora pagaba las consecuencia de su impertinencia viviendo aquel infierno con el padre de sus hijos, Gustavito jugaba a la pelota con su primo Luis, la calurosa tarde del país de la canela hacía que juntos se bañaban con trusas cortas, Luis miraba a su primo Gustavito diferente, ya estaba crecidito, observaba con detenimiento los movimientos de Gustavito, en especial le atraía mirar el blanco penecito y las nalgas que se apreciaban ante el blanco transparente de la tela de la trusa que el niño llevaba puesto, Luis astutamente con sigilo manoseaba las partes íntimas de su primito, el pene abultado de Luis rozaba la nalga mojada de Gustavito y eso le hacía cuando la nana no los vigilaba sin que su primito se diera cuenta de lo que le estaba haciendo, cuando jugaban pateando pelota en el jardín deliberadamente el muchacho pateaba la pelota dentro de los galpones, aprovechaba de eso para ir con pretexto a ver el balón y así llevarlo a Gustavito con engaños a uno de esos cuartos de escasa luz a buscar el balón encerrándose para abrazarse de la cintura, Gustavito inocentemente se dejaba pensando que era el juego de las luchitas por eso obedecía todo lo que su primo mayor le decía acostándose lentamente de cara sobre el suelo, así boca abajo sentía sobre su espalda el cuerpo de Luis que a la vez le decía que se quede quietecito, Gustavito obedecía ante el movimiento de la pelvis de Luis sobre las nalgas, pujaba ante el peso del cuerpo de Luis encima de su cuerpo, los movimientos eran rápidos, rato después Luis se detenía, Gustavito así acostado obedecía a Luis que con dificultad le deslizaba el pantalón corto con tirantes llegándole a los muslos dejando descubiertas las nalgas, Luis se acostaba de nuevo sobre Gustavito, esta vez el pene descubierto de Luis frotaba las nalgas de Gustavito, ahora los movimientos eran más rápidos, Luis gemía y jadeaba, Gustavito solo se dejaba, Luis se detuvo, Gustavito pudo ver que su primo tenia sujeto el pene con las manos yéndose a un rincón a acuclillarse, el pequeño miraba atentamente las nalgas descubiertas de su primo con el pantalón corto a los tobillos, se le acercó a ver que Luis botaba un líquido blanco al suelo salido del pene, luego orinaba y agitaba el pene deslizando el prepucio, rato después sin decir nada Luis se subía el pantalón corto, se acercaba a su primo, lo levantaba arreglándole el pantalón limpiándole la paja seca pegada al cuerpo sobre su pelo, después Luis iba caminando despacio a la salida del lugar con el balón debajo del brazo diciéndole que guardara silencio, hubo una ocasión en la que Luis jugaba en la arena con Gustavito que estaba arrodillado moviendo un autito de metal, Luis miró a los lados ya sintiéndose sin moros en la costa se colocó detrás de su primo sujetándolo de la cintura pegando su pene vestido a rozar la nalga vestida de Gustavito que tuvo una reacción de resignación, Luis se apartó haciéndole gestos a su primo para que lo siguiera, Gustavito obedeció caminando en dirección a unos árboles de guayacán rodeados de monte, Luis vio un claro alrededor, sin perder mucho tiempo lo acostó a Gustavito sobre las hojas y yerba secas su pelito castaño contrastaba con las hojas amarillentas, vio como Luis le deslizaba la cremallera y le bajaba el pantalón corto llegándole a los tobillos, los dedos de Luis frotaban el penecito blanco de Gustavito que ya sentía gusto por el masturbe que su primo le hacía en su tierna edad, Luis notó que ya estaba algo durito el penecito de su primito procediendo a olerlo y a lamerlo, después de un rato Gustavito miró a Luis en pie que deslizaba su pantalón descubriéndose un pene erecto que lo manoseaba, Luis acostó a su primito en el suelo, Gustavito vio acercarse a su primo lentamente poniendo el pecho sobre su carita, Luis le acariciaba con los dedos el pelo, alzaba su pelvis unida a la de su primito para que así Gustavito pueda ver cómo su penecito era frotado por el pene erecto peludo de su primo Luis cuyo glande se movía por los testículos lampiños, Luis se levantó haciendo girar el cuerpo de Gustavito ahora quedando el pecho y cara sobre el piso, ahora Gustavito sentía los movimientos rápidos del pene de su primo en sus nalgas, Luis osadamente escupió saliva al ano de Gustavito poniendo el glande en la entrada del ano de su primito empujándolo suavemente el glande tratando de sodomizarlo, Gustavito respondía con gemidos que ya no, que lo soltase, que le dolía, Luis muy firme y seguro le decía con autoridad que guardara silencio siguiendo con la intención de penetrarlo, en ese momento Luis escucha el rudo de unas pisadas que eran las de su prima Josefina viendo a su hermanito Gustavito acostado en el piso boca abajo desnudo completamente con las nalgas descubiertas y a su primo Luis del mismo modo desnudo acostado encima de su hermanito con ambas caderas unidas moviéndose hace instantes nomás, Josefina sorprendida preguntaba que estaban haciendo, Luis sin decir nada se limitó a vestirse rápidamente no así Gustavito que fue ayudado por su hermana Josefina viéndolo con extrañeza y severidad a Luis, le rogaba a su prima guardar silencio, que solo estaban haciendo el jueguito de las luchitas, la niña se quedó sin respuesta, claro que no se creyó eso, hubo un largo silencio por buen rato la mirada acusadora de Josefina hacia su primo hizo que Luis optara por irse, desde ese momento todo cambió de ella para con su primo, se sentía mal, Gustavito se metía la mano por las nalgas frotándolas diciéndole a su hermana que el traserito le dolía, Josefina únicamente vio con ternura a su hermanito abrazándolo llevándolo a la estancia de sus padres, para el criterio de Josefina, eso sería un secreto para no mancillar la honra familiar y que se comente en los corrillos del pueblo, pero sí estuvo claro para ella que sería la última vez que Luis haría tal cosa sexual a su hermano Gustavito.
FIN DEL TRIGÉSIMO PRIMER EPISODIO
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