METAMORFOSIS 38
En el granero.
La vida en la estancia se daba con pinceladas de armonía, la pequeña Agripina estaba por cumplir los seis años, se había convertido desde meses atrás en una niña muy activa en los juegos con los niños de su edad, la inquietud sexual que le había dejado Wilson en su vaginita la transformó notablemente, de eso no se daba cuenta su madre pues a solas la niña preciosa se manoseaba el clítoris de su vaginita desvirgada dándose placer, ese placer que lo aprendía de Wilson estando a las veces en que se quedaban a solas en la cocina aprovechando del momento la sentaba sobre sus piernas abriendo las piernas de la pequeña, le manoseaba metiendo la mano por el calzoncito frotándole la yema de los dedos por los labios vaginales entrando un poco más para frotarle el clítoris, para así cerrando los ojos y en su mente complacerse con la idea de que esa vaginita había sido suya, los dedos gordos de Wilson propiciaban placer en la niñita, la tenía así sentadita moviéndose con retorcijones acompañados de leves gemidos que excitaban más a Wilson que ya tenía el pene bien tieso con precum en la punta del glande vestido, la barbilla de Wilson se posaba sobre el pelito negro con olor característico a niña de campo sudorosa de piel suave, ahí sobre ese pelito largo Wilson golpeaba su aliento besándole por repetidas ocasiones el cuello y las mejillas, la niñita se dejaba sintiendo por debajo de sus nalgas el bulto de Wilson que crecía en volumen, la apartó de el haciendo que se pare en su delante, le hizo ver cuando se bajó la cremallera del pantalón mostrándole su pene peludo con un glande brilloso por el líquido del precum, Agripina miraba con detenimiento el movimiento de ese pene tibio, le preguntaba a la niña que ese pene era suyo, que lo toque, ella lentamente le rozaba con sus deditos, se lo pasó por los labios, le hizo abrir la boca y el pene lo fue metiendo a medio glande, era un pene muy grueso baboso de saliva, le hizo bajar el calzoncito quedando a los tobillos mientras las sandalias quedaban en el piso al momento de sentarla en su entrepierna, Agripina miraba con detenimiento el movimiento de ese pene tibio que se asomaba por debajo de sus piernas frotando apenas sus piernitas, quién iba a suponer que meses atrás, ese pene desvirgó aquella vaginita, y que ahora ese pene buscaba frotar los labios vaginales, a Wilson le salía saliva por los labios debido al placer moviéndose sobre la silla, en cuestión de segundos volteó a la niña haciéndole apoyar el pechito sobre la sentadera del banco alargado de madera, le encorvó dejándose ver ese traserito por el que pasaba frotando el glande dejándole el precum en la piel suave de las nalgas, por detrás le frotó el glande tratando de empujarlo dentro del ano, la niña gemía haciéndose a un lado por el instinto de dolor que sentía, Wilson tomó el pene poniéndoselo por detrás en la vaginita de la niña empujándolo con fiereza a tal punto que casi la hace ir para adelante con banco casi cayendo al suelo, fueron cortos segundos que de inmediato se arreglaron la ropa, se separaron para disimular por si alguien venía, la respiración acelerada por el deseo de hacerla suya le acaloraba la piel, en su mente bullían los más concretos pensamientos sexuales, se acordó del granero, le dijo que le regalaba una preciosa muñeca si jugaban en el granero, la niña gustosa aceptó, para cerciorarse de que no había nadie en el granero le dijo que él ahora iba primero, espere por un momento y que después de un rato fuera solita al granero sin que la vieran, que estuviera alerta porque él desde adentro le haría señas llamándola para que entrase y poder jugar a escondidas como en otras ocasiones, de esa forma con inquietud Agripina se quedó jugando en un rincón de la cocina de la estancia, por aquel entonces la inocencia infantil era determinante en los niños del campo creyendo a esa edad que el sexo era simplemente un jueguito que a la postre mientras crecían le cambiaba la vida, Wilson caminó sigilosamente por el sendero con montes elevados que da al granero semi abandonado testigo de la otrora bonaza económica de los primeros terratenientes de la República del país de la canela, cual fue sorpresa de Wilson que caminando por la hondonada vio movimiento de cuerpos, se acercó con precaución entre la maleza alta y tupida del lugar viendo a su amiguito Mauricio de nueve años acostado sobre el cuerpito de Arnulfo de siete años tendido sobre las hojas secas, ambas caderas moviéndose arriba y abajo, ambos niños desnudos, la cara de Mauricio posándose sobre el pelo de Arnulfo, los movimientos rápidos de frote del pene en las nalgas lo excitaban más a Wilson, los contempló por un rato viéndolos cambiar de posición, ahora Arnulfo estaba sobre Mauricio, después haciendo roles en la arena quedaron frente a frente de perfil abrazándose y sujetándose de las nalgas para que los penes frotaran entre sí con movimientos lentos, Wilson viendo esa postura sexual de los niños le recordaba que así los había cogido, esos niños habían aprendido las posturas de cogidas sexuales de Wilson y la estaban practicando, le vino la sonrisa irónica al muchacho observando a los dos niños cogiéndose fuertemente, esa misma postura Wilson había hecho antes con esos niños y le complacía verlos cogerse de esa manera, tuvo el impulso de importunarlos, pero mejor decidió ver hasta donde llegaban, Arnulfo se puso en pie mientras Mauricio se acostaba boca arriba con piernas abiertas sobre el suelo con hojas secas, el pequeño de siete años se sienta sobre la pelvis de Mauricio que empieza a moverse, el pene le salía por un costado de las nalgas de Arnulfo que se movía de caderas arriba y abajo, Wilson ya tenía el pene bien erecto amoldado a su pantalón sacando un poco la lengua mordiéndola suavemente saliéndole saliva por los labios, se masturbaba con delicia pero instintivamente hizo un alto recordando que iba a cogerla a Agripina y seguramente estaría ya en el granero próximo a esa hondonada, pese a todo, siguió viendo coger a los niños, vio que Arnulfo se paraba, Mauricio seguía acostado con las piernas abiertas frotándose el pene, Arnulfo manoseaba su pene, ambos viéndose se reían del movimiento de sus penes que hacían con las manos, Mauricio le hizo un gesto para que se acerque Arnulfo quien se acostó sobre su amiguito de nueve años uniendo las frentes al mismo tiempo que movían las caderas, Arnulfo las alzaba y las bajaba con movimiento sexual, Wilson miraba el frote de los dos penes, los niños se quedaron quietecitos por un instante en esa postura, luego se levantaron para orinar en el tronco de un árbol, Wilson apreciaba el pelo lleno de hojas de los niños así como sus espaldas y nalgas con hojas, irónicamente pensó que ellos habían sido suyos en las cogidas y que a futuro lo serían de nuevo, ahora lo más importante era llegar al granero pues seguramente ya estaría Agripina muy cerca y Wilson no se equivocaba pues la niña estaba escondida entre los matorrales viendo aparecerse a Wilson entrando al granero, la vio y le hizo señas de que entrase, la respiración aceleraba en el chico y la piel se calentaba del gusto de ver a la inocente Agripina acercarse dándose un abrazo, la levantó marcándole haciendo que sus piernitas rodearan las cedras masculinas, la vaginita vestida se rozaba con el pene del muchacho que le frotaba los dedos índices por el traserito de la niña, le gustaba olerla y besarle el pelito, ella reía al ser sostenida de esa forma, Wilson sujetándola le dio vueltas, la bajó de sus caderas y la hizo ponerse de cuclillas, la niña frente a Wilson miraba que se bajaba la cremallera del pantalón sacándose el pene erecto con precum por el calzoncillo, se lo mostró acercándolo a su carita, el glande frotaba las mejillas y los labios tiernos infantiles, Wilson se complacía viendo que su glande recorría los maxilares de Agripina, subieron las escaleras que daba a un entablado y en el rincón de siempre donde había paja seca la acostó, en las paredes se podía ver manchas de semen de algunas cogidas pasadas, la pequeña se dejó acostar argumentándole que iban a jugar, Agripina vio que las manos de Wilson deslizaban suavemente el calzoncito le alzó un poco el vestidito a la barriguita, luego Wilson se quitaba el pantalón viendo las piernas y la vaginita descubierta de Agripina se dijo para así mismo que iba a ser suya de nuevo, su pene latía acalorado, su glande era mojado con saliva, la niña veía los movimientos de Wilson que se apretaba el tronco del pene para darse placer, ella instintivamente deslizaba sus dedos en los labios vaginales cerca del clítoris algo retorciéndose del placer, Wilson se reía al verla, no cabe duda que era una buena aprendiz, ella se hacía auto placer como él le había enseñado, se arrodilló a besarle las costillas, muslos y barriga, le apartó lentamente las manos, le hacía cosquillas para entrar en confianza, el dedo rodeaba el hueco del ombligo de la niña, le dio un beso en la frente diciéndole que si deseaba jugar al papá y a la mamá, ante la pregunta hecha Agripina sonreía asintiendo, Wilson le daba de besos en el rostro complaciente ante lo escuchado, no dejaba de sonreír, después dio cuenta que la vaginita de la niña tenía un olor característico a orina, lo comprobó oliéndose el dedo medio que antes se lo había metido con suavidad y que ella había soportado con gusto, la besó por todo el cuerpo sobre todo en las nalgas, por un momento pensó que sería bueno romperle el ano pero sería peligroso ahora, aunque se complació un poco, recordando que esa vaginita había sido desvirgada por su glande, puso las piernitas de la niña en sus hombros lazándola un poquito para que su pene entrase suavemente por esa delicia de vaginita de niña de casi seis años, Wilson se puso con piel de gallina al sentir lo húmedo de esa vagina, Agripina cerraba los ojos frunciendo la cara, Wilson complaciente miraba los gestos de la niña que la estaba penetrando con agrado y lo más importante era que ella se dejaba, que aprobaba con entusiasmo ese acto sexual, segundos después de un solo empujón le metió todo el pene, Agripina respondió con gemidos fuertes mordiéndose los labios a ojos abiertos, el muchacho miraba con gusto el pene entrando y saliendo por los labios vaginales, la pequeña se relajó un poco, sentía placer, alzó su carita viendo entrar en su conchita ese grueso pene de Wilson que cerrando los ojos se complacía de coger a la niña, le sacó el pene poniéndola acostada boca abajo levantando un poco la cadera de la niña acostándose sobre su espalda metiéndole le pene por detrás en un fuerte y seguido mete y saca, luego él se acostó sobre la paja con piernas abierta mientras ella en pie miraba el pene erecto de Wilson agitándose con ayuda de las manos, la atrajo hacia él haciéndola sentar sobre sus piernas, la levantó un poco acomodando el pene mojado de abundante saliva entre los abiertos labios vaginales de la niña, le hizo que se sentara bajando suavemente la vagina por el pene de tal manera que entraba suavemente, la niña a manera de suaves galopadas alzaba y bajaba sus caderas, Wilson en pendiente que su pene no saliera de aquella deliciosa vaginita sentía un gran placer, para Agripina todavía sentía un poco de dolor pero más era placer, el contacto del pene de Wilson con su vaginita era formidable, Wilson alzó a la nena cabizbaja, se levantó en pie poniendo de cuclillas a la niña, le ordenó que abriera la boca y que cerrara los ojos, Agripina obedeció y en instante tuvo algo frotando sus labios y luego dentro de su boca, al abrir los ojos vio que era el pene de Wilson, olía a orina y a precum, con suavidad lo chupaba como antes lo había hecho por primera vez, su sabor era raro, estaba combinado de precum y flujos, a los pocos minutos el pene se alejó de su boca pudo verlo lleno de saliva, Wilson lentamente la acostó arqueando la columna de la niña sobre un hato de heno, de tal forma que su vagina se abriera más, Agripina alzó su carita viendo que el pene de Wilson entraba en su vaginita, se dejó llevar quedando su cuerpo totalmente arqueado, Agripina sentía en su vaginita los embistes del pene de Wilson con movimientos muy acelerados debido a que Wilson cerraba los ojos pensando en lo que había visto con Mauricio y Arnulfo, el muchacho hablaba varias obscenidades referidas a que la niña le pertenecía a él, Agripina quietita era cogida, sentía los besos y caricias en su rostro, se detuvo dejando el pene adentro de la vaginita, su respiración aceleraba mientras la lengua de Wilson pasaba por las mejillas infantiles, de pronto ella sintió un líquido dentro de su vaginita, era el semen de Wilson depositado, los dedos del muchacho recorrían el pelo largo de la niña igual su nariz la olía, ella se sentó cabizbaja sobre el hato de heno viéndose salir semen de su vaginita, Wilson sentado a su lado miraba su pene que en la punta del glande salía el rezago de semen al apretarlo, ella miraba con detenimiento ese pene que antes había estado en su vagina, Wilson mostrándoselo le pregunta si le gustaba, ella se puso cabizbaja algo pensativa asintiendo con vergüenza, el chico se levanta pasándole el glande por los labios de la niña quedando el semen que lo probaba haciendo gestos extraños a lo que Wilson reía, la niña fue a orinar en un rincón del granero, el muchacho veía la orina salir de la vagina, eso lo estimuló también a orinar junto a ella, Agripina miraba ese pene que por el glande salía la orina y la de la forma como Wilson lo agitaba, luego de hacer el sexo con Wilson tenía sentimientos encontrados de pena y vergüenza con temor por el dolor que había sentido aunque en los últimos movimientos del pene antes de dejar el semen ella había sentido placer combinado con molestia, para Agripina ese movimiento de pene de diecisiete años con pelo negro y testículos grandes le quedaría fijo en su mente para siempre.
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Luis sentía más libertad cuando al llegar al campo su madre la pasaba mayormente visitando a su tía y abuelos, desde aquel hecho de querer cogerlo a Gustavito se había alejado de sus primos por vergüenza, poco jugaba con ellos, más lo hacía con los niños de vaqueros o campesinos que trabajaban en la estancia de su padrastro Luis Daniel Pérez, aquel fin de semana novembrino de 1938 Luis llegó con unos dulces para regalárselos a Arnulfo y a su hermanita Agripina, durante el viaje venía pensando en cogerlo, también en dejarse coger de Melesio, cuando llegó animadamente a la cocina fue recibido por la madre de Arnulfo, doña Clemencia, como él le decía en su trato cordial, preguntó por Arnulfo pero ella no le daba razón, Luis vio a su costado a la pequeña Agripina sentada jugando en un rincón a las muñecas, la mayoría de ellas eran obsequios de Wilson y del doctor Pérez, rato después Luis caminaba por los alrededores de la estancia, su camino se iba alejando, durante el trayecto de su caminar vio pisadas frescas de sandalias de niños, una de ellas era la de Arnulfo pues la marca de la chancleta era aquella que semanas antes su mamá le había regalado a los hijos de doña Clemencia, la huellas frescas se dirigían al granero, por la cabeza de Luis pasaron muchas ideas sexuales, ya estaba excitado de solo pensar lo que Arnulfo y el otro chiquillo estuvieran haciendo adentro, era media tarde, el sol golpeaba con fuerza, el viento agitando fuertemente las ramas y el monte tupido que rodeaba el granero semi abandonado, lo rodeó con cautela de no ser visto, por las hendijas de la pared de caña miraba con atención tratando de ubicar al par de niños preguntándose quién sería el que está con Arnulfo, la respuesta vendría al empujar lentamente la puerta entreabierta entrando con mucho cuidado sin ser visto, se apegó a la pared deslizándose sin ser visto por las cortas divisiones, se arrodilló para ver que desde arriba se escuchaba unos leves quejidos salidos de la voz de Arnulfo, de la otra voz salían pujes, subió despacio por la escalera apenas apareciendo su rostro al altillo cuando vio a Mauricio que lo tenía encorvado al cuerpo de Arnulfo con su pene rozándole las nalgas, ambos niños desnudos estaban de espaldas a Luis, las caderas de Mauricio se movían para adelante y para atrás alzando y bajando la cabeza al mismo tiempo en posición sexual como si un perrito se estuviera cogiendo a una perrita, en ese instante Luis lanza una carcajada, ambos niños de súbito asustados lo vieron y se quedaron por unos segundos quietos, luego atinaron a buscar la ropa y a vestirse frente a la mirada burlona de Luis que seguía riendo, sin decir palabras el primero que bajó las escaleras fue Mauricio iba muy sonrojado de la vergüenza, Arnulfo quiso hacer lo mismo ya que su timidez y recelo le estimulaban a abandonar el lugar, pero Luis que ya estaba su cuerpo ardiente del deseo sexual lo detuvo al pequeño quitándole bruscamente la ropa dejándole el pene y trasero al descubierto, Luis se quitó el pantalón corto y el calzoncillo, lo acostó a Arnulfo sobre heno boca abajo y empezó a escupirle el ano y escupirse su glande, Arnulfo quietecito se dejaba hacer lubricar el ano con saliva, Luis olía el ano, chupaba, besaba y mordía suavemente las nalgas con pasión animal, sin miramientos empujó el glande por el ano de Arnulfo, el pequeño sintió dolor por la entrada de ese trozo de carne en su ano, era más de lo acostumbrado, quiso por instinto separarse pero esta vez Luis estaba decidido a algo más, lo contuvo y le fue metiendo el pene tanto que de un solo empujón de caderas lo metió totalmente, desde lo más profundo de las entrañas de Arnulfo salió un grito desgarrador de su boca que fue tapada por las manos de Luis, luego vino el llanto producto del susto y el dolor de sentirse sodomizado por el pene blanco de Luis entrando y saliendo ahora por el ano de Arnulfo, los testículos chocaban con las nalgas, Luis sin piedad lo había sodomizado, el niño llorando rogaba que lo suelte, pese a las súplicas Luis continuaba metiendo y sacando el pene, el cuerpo desfallecido de Arnulfo estaba encorvado recibiendo las embestidas en su ano, ya su esfínter dilatado estaba como cajón de abierto, Arnulfo gemía llorando del dolor, Luis hecho un animal seguía con el meter y sacar, el sudor aumentaba en el cuerpo de Luis, le venía el placer y sin reparos eyaculó dentro del ano de Arnulfo que por vez primera recibía semen a la altura de su esfínter roto, el placer de Luis se consumó al sacar el pene con semen y sangre, primero Luis sintió complacencia de haberse comido ese ano virginal, era el primero, para toda la vida, pero para Luis ahora vendría la parte que él experimentó años atrás a casi esa misma edad con su tío René, la parte del convencimiento para que no se delataran, Arnulfo escucho las severas palabras de Luis, argumentando que si decía algo de lo sucedió hace minutos, él le contaría que estaba haciendo cogidas con Mauricio, el temor y la inocencia infantil hizo mella en Arnulfo quien cabizbajo asentía aprobando lo que Luis le decía, se dejó curar el ano, Arnulfo tenía dificultades en caminar, Luis lo llevó al río para bañarse y asearse completamente, Luis miraba a Arnulfo sentado en la orilla del río tratándose de ver el ano dilatado, se pasaba los dedos, ya la sangre había parado pero le quedaba un fuerte dolor, quejándose al andar, algunos chicos llegaron a bañarse, entre ellos estaba Mauricio que al verles se bañaba a prudente distancia mirando a su amiguito Arnulfo que estaba apartado de los niños pensativo y cabizbajo, Mauricio a lo lejos lo miraba con recelo, estuvo poco tiempo bañándose, Luis se acercó al pequeño tratándolo de alegrar con algo sin tener resultado, llegaron a la cocina de la estancia, su madre no estaba, Luis lo dejó diciéndole que era un secreto el cual no debería ser contado, el niño resignado asintió, toda la tarde y noche la pasó en cama pensativo de lo que Luis le había hecho, al defecar salió sangre, no tanto como antes, a la mañana siguiente en los primeros rayos de sol Arnulfo abrió los ojos, desde ese momento sería otra persona, Luis había creado una especial metamorfosis en Arnulfo que cambiaría por completo su vida.
FIN DEL TRIGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
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