METAMORFOSIS 41
Encuentros y secretos.
El pequeño Arnulfo ya tenía cumplidos nueve años desde hace una semana, como todos los domingos en la mañana estaba listo para ir a pasear al pueblo junto con su madre y hermana, todos los habitantes de la estancia iban al pueblo por la mañana cumpliendo a así aquella tradición rural religiosa, pero ese día no iba a ser así ya que su madre acostada en la cama demostraba tener jaqueca, recomendó el cuidado de sus hijos Arnulfo de nueve años y Agripina de siete años a su amigo Wilson de veinte años, había llovido torrencialmente días anteriores por lo que el camino estaba enfangado y el caminar solo se podía hacer a bestia, de esa forma Wilson montó a los pequeños en su caballo, con galope lento pasaron por la fachada principal de la estancia en cuyo balcón estaba asomado el Doctor Luis Daniel Pérez, se saludaron agitando la mano el prestante caballero pidiéndole a Wilson que tuviera cuidado, el chico asintió la orden recibida continuando con su lento tránsito por el camino de herradura que de la estancia daba al pueblo por un atajo, luego de andar un buen tramo del camino Arnulfo sentado en la parte de atrás del caballo le pidió a Wilson que se detuviera porque deseaba orinar, el alazán se detuvo, Arnulfo no esperó a que lo baje Wilson, bajándose bruscamente del caballo perdiendo el equilibrio, cayendo al fango, su pantaloncito blanco quedó manchado y sus zapatos recién regalados por el patrón de su madre quedaron sumergidos en el fango, había sido su regalo de cumpleaños ese terno y zapatos, al ver la cómica escena Wilson y Agripina se reían, Arnulfo malhumorado caminó como pudo adentrándose en el monte hasta llegar a un árbol bajándose la cremallera para que pueda orinar su salido pene del pantalón, al retornar seguían las risas, Arnulfo malhumorado no obedeció a Wilson a que subiera al caballo, el niño dibujó en su cara gestos de malhumor negándose a ir al pueblo de esa forma, Wilson le sugirió que regrese a la estancia, que se cambie de ropa y que aproveche de los peones que aún no salen de la estancia para que lo lleve al pueblo donde lo esperaría con su hermana, la distancia no era tan lejana de donde estaba a la su casa cercana a la estancia, así que el niño decidió regresar caminando, Wilson dibujo una mueca de triunfo alegre en su rostro al ver perderse en el camino a Arnulfo, se le había dado la oportunidad para estar a solas con Agripina, cabalgaron despacio, Wilson le iba besando el cuello notando que la pequeña presentaba calentura en su piel ruborizándose por los manoseos a las piernitas y el roce de los dedos hurgando la vaginita por entre la tela del calzoncito frotando los dedos por los labios vaginales, abriendo en movimiento circular, luego, sacando los dedos para llevárselos con el deseo de olerlos y sentir el aroma de esa vaginita, diciéndole al oído de la niña que esa vaginita era suya, sólo suya, fue ahí que empezó a besarle el cuello y las mejillas infantiles, esos dedos los pasaba también por la nariz de la pequeña para que oliera como estaba su vaginita, mientras galopaban lentamente, la encorvaba y así metió los dedos por entre las nalgas el dedo índice jugueteaba hurgando el anito de la pequeña Agripina notándose el cerrar de su ojos mordiéndose los labios, desde hace mucho tiempo Wilson deseaba romperle el ano y deseaba tener alguna oportunidad como ésta para hacerlo, la iba excitando de buena forma, le sacó el dedo que tenía entre las nalgas llevándoselo a su nariz y también pasándolo por la nariz de ella, le decía que tenía un lindo traserito, la pequeña Agripina sentía por detrás aquel bulto de Wilson, el corto galope del caballo hacía que se movieran rozándose la nalga con el pene vestido, Wilson la llevaba abrazada repitiéndole besos en su cuello y mejillas, diciéndole palabras sexuales en la oreja, Agripina se dio cuenta que se desviaban por un sendero al lugar donde siempre la cogía, al principio la expresión de su cara era de resignación pensando lo que le iba a suceder, pero en el fondo su preocupación se diluía ya que después le iba gustando todo eso sexualmente que Wilson le hacía, lejos de ahí, Arnulfo caminaba en dirección a su casa algo preocupado de que al verlo sucio su madre le diera tremenda tunda, su angustia en algo se disipó que desde muy lejos caminando por el monte tupido tuvo por sorpresa ver entrar en su casa al Doctor Luis Daniel Pérez, el niño fue en dirección a la letrina a limpiarse el fango, vio con tristeza los zapatos sucios, tuvo vergüenza de entrar así y que el doctor los viera sucios le dio pena pensar que al verlos así no le regalaría más zapatos ni ropa en sus siguientes cumpleaños y navidades, así que decidió sacársela prudentemente y entrar por la puerta trasera de su casa, solo que en el trayecto de la letrina de los peones a su casa se encontró con Mauricio de doce años quien lo quedó viendo sonriente de pies a cabeza, le pasó las manos por las piernas y las nalgas, Arnulfo le hizo un ademán insinuándole que podrían ser vistos, Mauricio lo acompañó por un tramo a su casa vieron de lejos que unas cortinas se corría por las ventanas de madera, Mauricio rió sarcásticamente acercándose lentamente a la ventana, despacio con una mano apenas movió el ángulo de la cortina de tela de saco de harina viendo desnudos acostados en la cama a la mamá de Arnulfo y a Luis Daniel Pérez haciéndose el amor, Mauricio soltó la cortina sin ser visto con prudencia arrimándose de espaldas a la pared de caña de la casa abriendo la boca con risa seca sin ruido, Arnulfo que estaba parado se acercó a ver por la ventana, su sorpresa fue mayor viendo a su madre arrodillada mamando el pene del patrón que estaba sentado sobre la cama tomándole la cabeza con los dedos de la mano metidos en el pelo de la mujer, Arnulfo y Mauricio unieron las mejillas para ver por ese huequito de ventana lo que estaba sucediendo, sentían muy de cerca la respiración sobándose las mejillas en situación cómplice, los amantes ni cuenta de que estaban siendo fisgoneados, seguían en su faena sexual, ahora ella se sentaba sobre las piernas del doctor haciendo como que cabalgaba metiéndose el pene en el ano; para luego, finalmente que ella se acueste a filo de cama bien abierta de piernas en donde el pene del doctor entraba en la vagina haciéndole producir gemidos de tanto movimiento brusco de meter y sacar, la cama se movía por el intenso y repetitivo meter y sacar de rudo movimiento, gemían apasionados, él ya terminaba sintiendo en sus ojos cerrados la delicia de esa piel campesina, la eyaculación se venía, quiso sacar el pene pero ella lo contuvo con fuerza de la cintura y nalgas dejando el pene adentro botando semen dentro de la vagina de la madre de Arnulfo, se podía ver las manos de ella frotando la espalda de su hombre que desfalleció sobre el cuerpo de ella luego sacándole el pene de la vagina todo mojado de semen y flujos vaginales, se sentaron en el filo de la cama los niños miraban esa peluda vagina por la que salía semen y esos peludos testículos del pene en cuyo glande goteaba los últimos restos de semen, ella trajo un recipiente con agua para lavarle el pene en forma delicada, el hombre se vistió con la ayuda de la madre de Arnulfo despidiéndose con un fuerte beso y abrazo manoseándole las nalgas apretujadas con pasión, Arnulfo no pudo escuchar lo que se decían solo alcanzó a ver las miradas que se daban que eran de pasión y deseo, luego el hombre se despidió y fue el momento en que los niños emprendieron carrera a esconderse en el monte para no ser vistos por el patrón, el pequeño Arnulfo llevaba en sus manos la ropa llena de lodo, estaba cabizbajo viendo al patrón montar a caballo alejándose a fuerte galope muy cerca donde estaban escondidos los niños, Mauricio reía a la vez que le manoseaba el calzoncillo que cubría las nalgas, Arnulfo vio el pene tieso de Mauricio que le insinuaba adentrarse en el monte y hacer lo que habían visto, el humor de Arnulfo no era para hacerlo en ese momento, tenía un sentimiento de sorpresa y a la vez de rabia, pero de súbito fue levantado por las manos de Mauricio y con algo de fuerza fue conducido monte adentro, en un pequeño claro Mauricio tendió la ropa de Arnulfo sobre ella puso la suya, fue fácil bajarle el calzoncillo al hermoso al pequeño Arnulfo quedándose desnudo, Mauricio gustaba de verle los pies bien formaditos con dedos alargados diferente a los niños hijos de peones que tenían los dedos muy gruesos, este Arnulfo no, se decía Mauricio, parecía que tenía dedos de mujer por lo alargado de sus manos, Mauricio le agitó el pene hasta ponérselo durito aunque Arnulfo seguía en su negativa de continuar, Mauricio por el contrario había quedado muy caliente viendo eso y deseaba cogerlo a su amiguito de nueve años, se acostaron sobre ropa abrazaditos por un rato viéndose acostados de perfil como sus penes se rozaban entre sí con movimientos circulares sin dejarse de abrazar ajustaditas las caderas que se alejaban y se acercaban, el pene de Mauricio ya mostraba pelusitas en la ingle, giraron sobre la ropa quedando Mauricio encima de Arnulfo empezando a mover las caderas cerrando los ojos sintiendo la delicia de que su pene roce la piel suave de Arnulfo que ya le iba gustando eso, en especial cuando lo pasaba por las nalgas, se le ocurrió a Mauricio sentarse sobre la ropa bien abierto de piernas sentando las nalgas de Arnulfo sobre sus piernas, recordó como cabalgaba la madre de Arnulfo sobre el pene del patrón y quiso hacer lo mismo, Arnulfo levantó sus nalgas abiertas por las manos de Mauricio que luego dejaba puesto su pene virgen cubierto su glande completamente por el prepucio, Arnulfo comenzó a menearse despacio sintiendo apenas la punta del pene de Mauricio en la entrada de su ano, el deseo de Arnulfo se incrementó y de un sentón todo el pene de Mauricio entró en el ano desvirgado de Arnulfo que Luis meses atrás se lo había hecho, Mauricio sintió un dolor, Arnulfo seguía cabalgando con gusto alzando y bajando las nalgas, Mauricio le dijo que se detuviera empujándolo hacia adelante, al quedar salido el pene, el cuerpo de Mauricio se contrajo quedando en posición fetal con las manos cubriéndose el pene haciendo muecas de dolor, luego se sentó viéndose el pene desflorado, es decir, todo el prepucio se le había corrido dentro del ano del niño, irónicamente el ano de Arnulfo había desvirgado el pene de Mauricio, el pequeño dejó al chico de doce años viéndose el pene desflorado saliéndole pequeñas lágrimas causado por el dolor, Arnulfo tomó su ropa manchada de fango y caminó lentamente, estaba contemplativo y a la vez pensativo por lo que había visto, ahora entendía todos los regalos y mimos del patrón para él y su hermana, es que la estaba cogiendo a su madre, siguió con pasos pausados a su casa, su madre lo regañó por la ropa, Arnulfo cabizbajo solo se limitó a acostarse en su cama y a llorar, no olvidaría esa mañana soleada.
* * * * * * *
El alazán pausadamente galopaba entre los montes tupidos del sendero lodoso con charcos de agua llevando a Wilson y Agripina en su lomo llegando debajo de un frondoso samán, Wilson bajó amarrando el alazán, tomó a la pequeña por la cintura bajándola lentamente arrimada a su cuerpo, no la soltó más bien la abrazó por detrás para que su traserito vestido sintiera el roce del bulto masculino, vieron al inquieto animal alzando las coces traseras saliéndole un grueso genital, ambos miraban fijamente como lo movía, Agripina reía mucho viendo el tremendo miembro del alazán, Wilson aprovechó en sacarse el pene y mostrárselo a la pequeña, lo vio y reía, se acercó a tocarlo por orden de Wilson, los dedos suaves infantiles pasaron por el glande, se arrodilló llevándoselo a su nariz, luego lamerlo con pausa, dieron unos cuantos pasos adentrándose en el monte, se escuchaba la fuerte corriente con el golpe del agua del río en las rocas, pese a lo soleado de la mañana se sentía el fresco debajo de otro samán mucho más frondoso por donde pasaba la brisa del río, la tierra estaba húmeda no así las rocas grandes donde en una de ellas Agripina se acostó desnuda esperando que Wilson se acerque lentamente con su pene bien tieso a frotarle el glande y testículos peludos en su vaginita sin pelos, se dejó besar apasionadamente, a su corta edad ya entendía el deseo sexual que le había enseñado Wilson, el fresco de aquel muy apartado lugar de tránsito a bestia y la gran distancia al camino del pueblo le daba la seguridad a Wilson de hacer sexo sin preocupación, lamió los abiertos labios vaginales haciendo retorcer a la pequeña, luego el clítoris lamido por la punta de lengua dejaba un brillo producto de la saliva, a cada acción en cada momento le preguntaba a ella si le gustaba eso, ella respondía asintiendo lo que le estimulaba a Wilson a seguir lamiendo y chupando esa vaginita que él la había desvirgado con su grueso glande, ella se retorcía del gusto mordiendo los labios apretando la piedra con los dedos de los pies y manos, pujaba y gemía lo que a Wilson le excitaba, seguía y seguía lamiendo con gusto y deseo, Agripina jadeaba saliéndole saliva que se la quitaba con las manos, estaba en su calentura total, se detuvo, la sentó agachándola un poco con su carita acercarse en dirección a donde estaba parado le acercó el pene rozándole los labios y mejillas, tuvo la osadía de pasar el glande por los oídos y hombros, ella miró acercarse a su cara el glande, instintivamente sabiendo lo que vendría abrió la boca cerrando a medias los ojos viendo que el glande entraba en su boca, miraba la pelvis peluda de Wilson que hacía adelante y atrás frente a su cara cuya boca sentía el correr del tronco de pene rozando el paladar descansando en su lengua salida lo más posible, ella agarrada a la piedra guardaba equilibrio, la boca hacía un gran “O” por el cual salía y entraba ensalivado el tronco del pene, algunos pelos rozaban los labios y nariz de Agripina, luego de unos segundos la mano de Wilson se posaba sobre el pecho de la pequeña Agripina de siete años empujándola suavemente hasta quedar acostada boca arriba sobre la roca de 40cm de alto con respecto al suelo, a los costados de la roca se abrían las piedras, parecía virgen vestal al sacrificio de las antiguas tribus, ella miraba acercarse una vez más el cuerpo de Wilson posándose sobre su pecho y estómago para besarle apasionadamente con lengua su pechito junto con lamidas que a ella le gustaba, dio un paso atrás agarrándose el pene peludo, esta vez ese glande brilloso ensalivado hacía movimientos circulares sobre los labios vaginales de la pequeña Agripina que cerraba los ojos mordiéndose y ensalivándose los labios, le metió un poquito de glande en la vaginita preguntándole si le gustaba, la pequeña de siete años respondía afirmativamente con la cabeza sin dejar de cerrar los ojos, le metió el pene más adentro, ella gimió, en cada mete y saca le preguntaba si le gustaba la cogida ella decía que si, Wilson seguía embistiéndola alegremente, miraba con placer su pene entrar y salir de esa vaginita que era solo suya la cual había desvirgado, sintió mojado el tronco del pene, los últimos embistes fueron con mucha fuerza haciéndola mover grandemente sobre la piedra plana donde estaba acostada, el ruido de la corriente del río ahogaban los gemidos de la pequeña, con saña Wilson le metía todo el pene lo que más podía, ella respondía con gemidos y pocos alaridos de lo fuerte de las embestidas, Wilson sintió el instinto por eyacular y se contuvo deteniéndose en las embestidas en esa vaginita, la niña observó la pausa levantando su tronco hasta quedar sentada nuevamente sobre la piedra, el glande de Wilson de nuevo entraba en la boca de la pequeña Agripina, para Wilson eso era lo más delicioso, ver sometida a la pequeña al movimiento del pene en la boca infantil, dio un paso atrás nuevamente quedándose contemplativo ante la pequeña sentada abierta de piernas mostrando su vaginita rosada de tanto frote, los dedos de la pequeña pasaban por los labios vaginales como quien insinuando que la siguiera penetrando pero con la mirada le decía muy despacito, Wilson manoseaba las piernas de la pequeña hasta llegar a los extremos de las nalgas, le dio un par de suaves palmaditas Agripina respondiendo con sonrisas, Wilson vio que su pene estaba completamente ensalivado, la acostó a la pequeña sobre la roca plana ahora boca abajo, Wilson olió lo que salía de entre las nalgas de la pequeña de siete años, mordió con sutileza las nalgas haciéndole semi ladear el tronco de la pequeña, le dijo que se estuviera quieta en esa posición boca abajo que algo más le iba a gustar, hizo pausa para ensalivar un dedo y metérselo por el ano, ella respondía por instinto con movimientos bruscos, luego le clavó dos dedos con dificultad, Agripina sentía dolor pidiéndole que ya no más le hiciera eso, luego Wilson abrió las nalgas, escupió el ano descubierto pasándole la punta de la lengua, eso a ella le gustó respondiendo con gemidos, la boca abierta de Wilson hacía que los dientes inferiores rocen con la piel de las nalgas de la pequeña rodeando el ano, el característico olor del ano se puso de manifiesto al pasar nuevamente la nariz, escupió por varias ocasiones el ano, la saliva recorría las nalgas pasando por la vaginita cayendo sobre la roca, fue en ese instante que cambiaría más la vida de la pequeña Agripina de siete años pues el glande grueso bien erecto de Wilson empezó a meterse entre las nalgas, la pequeña sintió un escalofrío por efecto de la saliva que lubricaba el glande al entrar, poniéndose la piel de gallina de la pequeña, el pene de veinte años empezó a entrar poquito a poquito milímetro a milímetro gozando con pausa la sodomía en la pequeña, que al intensificar el ruido Wilson se detenía sacando el pene lentamente, pero nuevamente se lo metía avanzando otro poquito más, ella gritaba del dolor, él decía que aguante que ya terminaba, pero ella no quería saber nada de eso, que le dolía y que la soltase, Wilson cerrando los ojos sacaba y metía lentamente el pene, la pequeña gritaba desgarradoramente ahogándose el ruido por el sonido de la corriente del río, de una fuerte embestida logró meterle todo el pene en el ano, como un animal en celo siguió sacando y metiendo el pene por ese ano desvirgado desoyendo los gritos y suplicas de Agripina, se detuvo únicamente cuando sintió que el semen quedaba dentro del ano de la pequeña, al sacar el pene vio ensangrentado el ano de la pequeña, lo lavó mojando su calzoncillo quedando manchado de sangre, le vino un ligero sentimiento de culpa al ver llorar a la pequeña pero menguaba con las caricias que se dejaba hacer, se acostaron de perfil sobre la piedra estando abrazaditos por unos minutos, notó que solo un hilito de sangre le salía al ano de Agripina, de nuevo la aseó haciéndola caminar lentamente, ella le decía que le dolía y que al montar en el alazán sentía dolor por lo que demoraron más de lo debido en llegar al pueblo casi a media mañana, Wilson no desamparó en todo el momento a la pequeña en el pueblo llevándola a los juegos, comprándole una muñeca con muchos dulces y helados, ella agradecía con tímida sonrisa, Wilson a cambio le pedía que no contase lo que él hacía conocer a ella como lo de sus juegos en el monte esa mañana, ella asentía obediente, la pequeña Agripina pasó muy pensativa con dolor en el recto, Arnulfo nunca llegó, de regreso cabalgaron lentamente, ella iba muy pensativa, el dolor iba menguando pero no así el latido de su ano desvirgado, volvieron a aquel lugar para que Agripina pueda asearse nuevamente lavando su ensangrentado calzón, el ano ya no sangraba, vieron botado en la arena de río junto a las ramas secas del frondoso samán el calzoncillo ensangrentado de Wilson como prueba del sangrado del ano de la pequeña, Wilson lo lanzó al río, desaparecía en el agua corrientosa y turbulenta los restos de evidencias del ano desflorado de Agripina en aquella soleada mañana de 1940.
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Meses después a finales del año llegó la noticia de un supuesto robo en el que participó el padre de Wilson fugándose en la madrugada para evitar ser preso o linchado por los peones y campesinos de la estancia, Wilson tuvo que irse en fuga con su padre y familia dejando ese recuerdo sexual a la niña Agripina, solo de esa relación la supo Melesio el amigo de Wilson que en las esporádicas borracheras íntimamente alardeaba de que la vagina y el ano de Agripina habían sido suyos ya que él los desfloró, Melesio era cómplice en los actos sexuales de Wilson con los pequeños intercambiándose confidencias, posteriormente Melesio le contaría de aquella relación sexual a Luis.
FIN DEL CUADRAGÉSIMO PRIMER EPISODIO
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