METAMORFOSIS 42
Idilios.
Aparecían unos fuertes rayos de sol en la mañana de sábado correspondiente al periodo vacacional escolar de 1940, se dejaba ver la habitación con ventanas ampliamente abiertas por donde se reflejan los rayos solares en la cara de Luis cubierto con las sábanas, entreabrió los ojos metiéndose las manos por el calzoncillo para manosearse el pene hasta ponerlo erecto a la vez que estiraba las piernas bostezaba producto de la pereza del momento, a su mente llegaron las imágenes de Melesio en el río cuando se hacían el amor, se dibujó una amplia sonrisa en su cara con los ojos cerrados y una acelerada respiración, no se quitaba de la mente la imagen de ese grueso pene moreno claro de Melesio que le hacía fantasear su ano rosáceo dilatado, quiso compararlo, para ello deslizó el pijama dejando descubierto su pene de piel blanca muy tieso rosáceo con el glande amoratado de las apretadas que le daba con las manos, lo agitaba a los lados diciendo el nombre de Melesio luego se ladeó y metió el dedo de en medio de la mano por el ano hasta quedar casi todo adentro dándose placer en su encorvado cuerpo diciéndose en voz baja el nombre de Melesio con sumo placer lamiéndose los labios y oliéndose el dedo que antes había estado casi todo dentro de su ano, ese olor más lo calentó poniendo juntas dos almohadas en medio su pene simulando con esas almohadas que era el ano de Melesio al que estaba cogiendo, el movimiento de la cama fuertemente hacía ruido, de pronto quiso salírsele el semen, contuvo un poco su ímpetu de eyaculación para no dejar manchada las almohadas de semen, luego levantándose arrimando la cara en la pared agitándose el tronco del pene y así botando el semen en un rincón sonreía suspirando y en su mente retumbaba la imagen desnuda de Melesio, tomó fuerte respiración caminando desnudo por la habitación con sus pies descalzos tocando el entablado, vio el paisaje por la ventana saliendo al balcón de su cuarto con su cintura rodeada de una sábana, respiraba hondo, se podía ver su pene algo erecto que se lo manoseaba por la tela, desde ese lugar trataba de divisar a lo lejos el cuerpo de Melesio sin poder encontrarlo, sintió la necesidad de estar con él y rápidamente se vistió yendo a todo galope en su búsqueda, se incrementaba su desesperación por estar a su lado, su piel caliente instintivamente lo anunciaba, no tuvo mucho que galopar para encontrarlo ya que Melesio galopaba lentamente por el cerco de ganado, Luis se le juntó al galope, conversaban y de ahí salió la insinuación de ir a casa de Melesio a tomar agua luego Luis se enteró de boca de Melesio que sus padres fueron al pueblo y sus hermanos estaban en la faena de pastoreo y regando el sembrío, regresarían tarde porque llevaron fiambre, la cabaña grande estaba solitaria, Melesio abrió la puerta sacando el candado, Luis por primera vez entraba a esa cabaña humilde pero con abundante comida, se dio cuenta lo abultado que estaba el pene de Melesio al rozarle la cintura, subieron lentamente por las escaleras, Melesio mostrándole su cama junto a otras tres que eran de sus hermanos, al lado del biombo la cama de sus padres, la vista de Luis se centró en aquel soldadito de lata Dinky Toys Buick Meccano que estaba parado en un cartón junto a la cama de Melesio, lo tomó en las manos viendo a Melesio que se ponía cabizbajo con una sonrisa como emitiendo disculpas, si, era el soldadito de lata que Luis había perdido en la arena mientras lo cogía a Arnulfo esto hace mucho tiempo atrás, Melesio le dijo que desde aquella vez lo sabía todo acerca de la inclinación sexual de Luis y que siempre lo espiaba cuando lo cogía al pequeño Arnulfo, mientras le decía eso se iba acercando a Luis frotándole las manos por la cintura recorriendo las costillas llegando a los omóplatos, Luis ya con piel caliente lo abrazó haciendo agitar sus caderas con los ojos cerrados, les dio por besarse apasionadamente, la espalda de Luis sintió apretujarse con las manos de Melesio que le transmitía su pasión, mutuamente despacio se iban sacando la ropa, se miraban la piel pero sobre todo esos penes erectos llenos de pasión transmitida por lo caliente de la piel, sus labios recorrían apasionadamente sus juveniles pieles calentándose con el orgasmo que anunciaba su llegada, sus penes erectos de pieles distintas en color se frotaban rítmicamente, el pelo negro del tronco de pene de Melesio se mezclaba con el pelo rubio del pene de Luis, así abrazados parados deslizaban sus manos manoseándose las nalgas mutuamente, Luis ya sin ropa se acostó en la cama de Melesio esperó a que el cuerpo de Melesio estuviera sobre su cuerpo sintiendo ese peso y a la vez esa calentura de piel mezclada con gemidos apasionados, a Luis le salieron suavemente las palabras llegando a oídos de Melesio escuchando el pedido de que era suyo, que lo cogiera, que lo amara, que lo poseyera, los besos y caricias que se daban alborotadamente contrastaba con el roce de sus calientes pieles, era un contraste ver esa piel mestiza sobre la clara piel blanca, hechos uno solo se movían sobre la cama con pasión, daban roles sobre la cama, Luis y Melesio aprovecharon del momento para compenetrarse más diciéndose palabras dulces, Melesio se paró en el piso junto al filo de la cama dejando a Luis acostado boca arriba viendo que el dedo gordo del pie de Melesio trataba de entrar al ano, Luis reía y a la vez cerraba los ojos mordiendo los labios luego Melesio lo puso boca abajo lamiéndole las nalgas y el ano lanzando saliva varias veces, de nuevo el dedo gordo del pie entraba en el ano de Luis, en seguida Melesio sacó el dedo gordo y procedió a besarle el pelo, cuello, espalda y nalgas de Luis que para ese momento ya estaba muy caliente, tomó el pene trigueño y se lo fue metiendo por ese ano blanco de paredes rosaditas, se escuchó un suave gemido por parte de Luis, luego el placer de tener adentro ese grueso pene, Melesio contenía la respiración al metérselo y exhalaba cuando el pene estaba afuera, la cama se movía a medida que los movimientos se hacían entre ellos, mientras Melesio le hacía el meter y sacar le decía a Luis que él también lo deseaba siempre, hicieron un alto, ahora Luis arrodillado frente a la cama con Melesio sentado a filo de cama, la boca de Luis se abrió para dar paso a la entrada del pene de Melesio, a Luis no le importó saborear los restos de su ano impregnados en la piel del pene de Melesio, el sabor acido salado se confundía con popó, es que era grande la calentura de Luis que fueron muchos minutos así lamiendo, chupando y apenas mordiendo ese pene de Melesio que a Luis lo enloquecía al tenerlo en sus manos pero mejor aún en su boca, de pronto todo el semen salido del pene de Melesio quedó dentro de la boca de Luis sus labios rosados escurría el semen cayendo por gotas al suelo luego le vino la sonrisa, el ano de Luis latía producto de tanta pasión, Melesio lo acostó boca arriba en el suelo y procedió a mamarle el pene de piel blanca hasta que Luis eyaculó dentro de la boca de Melesio, Luis se dejó dar la media vuelta acostándose boca abajo en el piso, los restos del semen que aún tenía en los labios lo puso en las nalgas, de nuevo le metió el pene sometiéndolo a Luis por muchos largos minutos, Melesio lo hacía para que a Luis no se le olvidara de ese que era su momento, que no se olvide de su pene, de su cuerpo, de su deseo, de su pasión, de su amor, ese meter y sacar era vital en los deseos e instintos de Luis pues se estaba enamorando de Melesio, de un tiempo acá, Luis ya venía con más frecuencia a la estancia de su padrastro, lo primero que hacía era buscar a Melesio, ambos se cuidaban de no ser descubiertos en sus encuentros sexuales, en varias ocasiones de sus entrevistas se propusieron ir al río aguas arriba a donde poca gente iba y allí sobre una roca el cuerpo desnudo de Luis, nuevamente su ano recibía las embestidas del pene de Melesio, luego en la orilla sus cuerpos cubiertos de arena ya sintiéndose libres daban vueltas sobre el barro de la arenilla llenándose sus cuerpos de placer por tantos besos prodigados, Luis arrodillado en la arena aprovechaba para lamerle el pene de Melesio con gran gusto, luego así desnudos comieron del fiambre de Melesio, esa mañana y tarde de aquel día para Luis fue uno de los más importantes de su vida, hicieron sexo cuatro veces hasta que la tarde caía, todo aquello, según él, lo hicieron con amor.
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En la capital, Sandra insinuaba su coquetería con Lorgio el nuevo chofer a través de la excesiva confianza que se tenían desde hacía mucho tiempo, Serafín se daba cuenta de aquello en los viajes a la escuela viéndolos manosearse pero guardaba prudencia, el niño se bajaba del vehículo y Sandra quedaba por más tiempo dentro, una vez desde la ventana los vio besarse, al niño le dio un gran pesar pero prefirió no darle disgustos contándole lo que había visto a Carlos Felipe del Olmo, su protector, el niño lo quería mucho y con el tiempo sus costumbres y hábitos eran muy parecidos también en lo físico de lo que Hermógenes se daba cuenta pero también callaba a la edad de veinte años se estaba convirtiendo en un aprovechado estudiante de medicina, Serafín por su parte no se quedaba atrás en el estudio, la relación afectiva con Sandra se congelaba con el pasar del tiempo ahora poco la acompañaba en las compras o cuando tocaba de ir con el chófer, en cierta ocasión en la que Carlos Felipe estaba fuera de la ciudad ya era muy de noche y Serafín le dio por bajar a tomar agua, al bajar en pijamas sus pies se detuvieron a media escalera atisbando por la ventana mostrándose a lo lejos esas sombras arrimadas al auto en aquella alta hora de la noche, el niño se dio cuenta que era Sandra y Lorgio besándose apasionadamente, estrujándole los senos sobresalidos del escote, chupándoselos con pasión infinita, ella respondía acariciándole desordenadamente el pelo, los amantes caminaron abrazados hacia el cuarto del chofer sin dejarse de besar, el pequeño Serafín fue sigilosamente a su cuarto, desde ahí veía la luz encendida del cuarto donde estaban los amantes, en la mente de aquel niño de once años ya se ideaba lo que estaba sucediendo en aquel cuarto, seguramente él le estaba metiendo el pene, ella respondiendo con gemidos, alaridos, solo de pensarlo se le vino el instintivo deseo de tomar una sábana e imaginarse que era mujer para besarla dejando saliva impregnada en la tela producto de los besos supuestos, ya su piel calientita insinuaba por instinto despojarse del pijama que lo iba suavemente deslizando hasta quedar en sus tobillos para una mejor movilidad de su penecito erecto, se imaginaba el cuerpo desudo de los amantes haciéndose el amor, se le hizo agradable el contacto de su pene con la suave tela de la almohada y la apretó fuertemente con las piernas simulando penetrar, Serafín abría la boca desfogando placer con besos recorridos por la tela de la sábana, las manos apretaban el colchón a la vez que la cadera se alzaba y bajaba sobre la almohada haciendo que el pene se ponga rosáceo por tanto frote, luego el deseo de orinar, no sin antes tener agitación recurrente en su pecho tras una acelerada respiración, vio las luces del cuarto del chófer aún encendida probablemente Sandra y Lorgio seguían haciéndose el amor, los pies descalzos de Serafín lo condujeron al baño, al orinar sintió un adormecimiento en su parte posterior del cerebro que bajaba como electricidad por la espina dorsal haciendo delicioso el orinar, algo agitado se acostó en la cama mirando a través de la oscuridad en la que se había mantenido su cuarto todo ese tiempo, le vino el sueño quedando plácidamente relajado, Serafín cuando observaba a Sandra se imaginaba el sexo que realizaba con Lorgio el chofer su comportamiento con ambos cambiaría notablemente, meses después llegó a casa una nueva empleada de nombre Casilda que trabajaba mañana y tarde saliendo las primeras horas de la noche, por lo general siempre llevaba a la más pequeña de sus hijos de nombre Emérita una niña de piel morena clara que tenía por ese entonces la edad de seis años, era una niña muy bonita que hizo desde los primeros días buena amistad con Serafín que era el que más pasaba en casa por eso se hizo grande el afecto y el apego de ellas hacia él, Serafín notó que Lorgio se le insinuaba amorosamente a Casilda pero ella mantenía las distancias.
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El sol era muy cálido aquel invierno, las precipitaciones lluviosas contrastaban el clima sin embargo se podía ver los cultivos de ciclo corto verdear por las montañas, los campesinos labraban la tierra con el objetivo de obtener más pesos en sus humildes bolsillos gracias a las futuras cosechas, aquel campesino hace un alto en su faena descansando arrimado a sombra de un árbol quitándose el sudor preparándose para beber agua de su poma, divisa a lo lejos galopando entre las plantaciones una señora muy bien vestida acompañada de un joven, el campesino se extrañó por la presencia de gente galante, empezó a tener agitaciones ante la grata impresión que a su vista llegaba, la mujer sostenía una sombrilla al pasar cerca del campesino que no lo vio a plenitud debido a las sombras, su instinto hizo que el campesino se ocultase, la mujer miraba adelante con indiferencia a los campesinos que la atendían igual lo hacía su hijo obediente ante la mirada de su madre, el motivo de la presencia de Andreina y Luis por esos sectores era la de buscar cera y miel de tierra, el barbado campesino desde su escondite se impresionó por la mirada de la mujer que era electrizante hacia aquellos campesinos, ya no era aquella mujer que había conocido, había pasado mucho tiempo desde su último encuentro, la risa irónica del campesino se mostraba a través de su tupida barba, ella seguía sujeta a la mano firme de su hijo que ahora caminaban pausadamente por el terreno, Andreina fue conducida a lo alto de una pronunciada loma tupida de árboles por una campesina a su cabaña para obtener la miel y sustraer cera, había galopado mucho desde la estancia así que Luis optó por descansar debajo de un árbol agitándose el viento con un pañuelo, una mano detrás de su espalda se extendió alcanzándole una taza de porcelana con base oxidada, regresó a ver alegremente el agua fresca brindada, sus vistas se centraban en la cara de ese campesino barbado que lo atendía gratamente, el campesino se sentó a su lado y empezaron una charla amena hablando sobre agricultura y sobre la ciudad y el campo, Luis notó alegría en aquel rostro del campesino pero también lágrimas recorrer aquellas comisuras, el campesino enjugaba sus cortas lágrimas y miraba en detalle cada parte física de Luis, su porte vestido, su perfil, aquel campesino estaba absorto viendo desenvolverse el juvenil modo de ser, tan fino y educado como lo había hecho su madre, luego de ambos vinieron sonrisas rompiendo el recelo inicial, hubo un lapso en el que las gruesas manos palmeaban y acariciaban en corto abrazo los hombros del joven y el frote de sus gruesas y encallecidas manos sobre el pelo de aquel joven de piel blanca que aceptaba con una inusitada familiaridad, fue en ese instante en que la conversación se cortó ya que se escuchó el grito familiar de Andreina llamando a su hijo para que ayude con la carga de envases de miel, el campesino prudentemente se alejó volviendo a su lugar de escondite, desde ahí los vio montar y alejarse lentamente del lugar, el llanto en el campesino no se hizo esperar, sus manos hechas puños golpeaban la corteza del árbol, una mezcla de orgullo y pesar combinado apuntalaba su existencia en aquellos momentos, deseaba volver a verlos y el destino haría que meses después ya a finales del año Andreina fuera en búsqueda de miel y algunas yerbas medicinales pero ahora la acompañaba Clemencia, la mamá del pequeño Arnulfo, el paisaje era desolado para las visitas, que buscaban con paciencia a la curandera que pudiera darle las provisiones medicinales naturales que deseaban, inevitablemente el campesino barbado cruzó en delante de las damas, abusadamente entabló dialogo con ellas, Andreina fue la que más dialogaba con el campesino barbado, esperaron un buen rato a que apareciera la curandera, con mucho respeto Clemencia pidió a su patrona Andreina que le permitiese revisar su estómago de la curandera, pues Clemencia ya desde hace tiempo sentía molestia de nauseas, en ese tiempo a Andreina y al campesino se le unieron otras personas para ser atendidas, Andreina salió a tomar aire fresco acompañada de aquel campesino, súbitamente le toma las blancas manos rozándolas luego con sus encallecidas manos, ella no salía del asombro viendo la mueca de sonrisa del campesino, a ella le vino la indignación por el atrevimiento, quería irse, la sostuvo bruscamente del brazo, a él no le quedó más remedio que decir su nombre, ella tapó su boca con las dos manos emitiendo una expresión de asombro, moviendo negativamente la cabeza, de nuevo quiso irse siendo ahora tomada de la cintura, el campesino vio a todos lados para no ser vistos y con violencia la llevó hacia otros árboles, sin miramientos los labios del campesino bebieron forzadamente el néctar apasionado de los labios de aquella mujer blanca, quería soltarse de su agresor dando de puños al pecho del fornido campesino pero los besos fueron con más fuerza hasta que suavemente se deslizaba sus manos por aquellos fornidos brazos hasta dejarse llevar por aquella pasión truncada desde hace mucho tiempo, duraron varios minutos aquellos besos, de repente surgió una inusitada cachetada en rosto del campesino que respondió riendo sujetándola de la cintura para continuar besándola, ella desesperadamente alborotaba el pelo masculino en señal de sentimientos encontrados de sorpresa, amor y rabia descontrolada, sus órganos sexuales vestidos se rozaban ella lanzaba fuertes alientos que él correspondía con fuerza en sus orejas, todo este tiempo había soñado con este momento le dijo a ella, sin reparo le dijo así de simple que la seguía amando, ella aún no salía del asombro, conversaron por corto tiempo hasta que salió una pálida y pensativa Clemencia con las medicinas y la miel, Andreina montó a caballo orgullosa como siempre con mirada indiferente del campesino, durante el camino Andreina trataba de que Clemencia le dijera lo que le había dicho la curandera increpándola pues su esposo bien podría atenderla de mejor forma a su dolencia, lo que Andreina no sabría es que la curandera le dijo a Clemencia que esperaba un hijo, esa noche en su cuarto Andreina rozaba sus labios con la yema de sus dedos, estaba pensativa no podía comprender tal atrevimiento de aquel campesino pero se le salió un suspiro con sentido de deseo, todo era calor esa noche y su ansiedad lo incrementaba, cerraba sus ojos pensando en aquellos momentos de pasión prodigada, en aquellas caricias marcadas a hierro de sentimientos bonitos, aquellos sentidos alterados por ser penetrada por primera vez por aquel hombre, sus senos siendo apretados por aquellas manos callosas pero a la vez seguras, aquellas caderas siendo sometidas a la seguridad de su peón ahora convertido en campesino, ni su barba disimulaba ese instinto por saberlo suyo y ella suya, su olor a monte, su energía de macho, sus besos característicos que ningún hombre lo había hecho solo él, Andreina durmió pensando en aquel campesino. Los primeros rayos de sol irrumpieron su habitación, desayunó con apremio, a lo que más pudo tomó un caballo y galopó por el camino de herradura como poseída, briosa y atenta al paisaje llegó al lugar donde el día anterior estuvo, la atenta anciana curandera fue a su encuentro, ella miraba a todos lados, quería verlo, la anciana insistía en el motivo de su visita, Andreina gallardamente le solicitaba miel, no está se decía, no está, era compromiso preguntar por él, tomó el bote de miel y salió cabalgando lentamente, triste, a distancia vio a un hombre cabalgar recibiendo su venia detrás otro más erguido que le sonreía alzando su sombrero mostrando su tupida barba, lo vio pasar lentamente, quiso reaccionar para detenerlo, su orgullo le hizo seguir viendo con indiferencia al resto de campesinos que pasaban, luego de un galope corto a sus espaldas sintió un desaforado galope de bestia, era él, era él se dijo, una exclamación de alegría le vino al alma, le tomó las riendas de su corcel deteniéndola, le insinuó que la siguiera por un estrecho camino de herradura, a los pocos minutos de rodear tupidas lomas llegaron a una cabaña de caña y madera, era el hogar del campesino, se apeó y la fue a tomar de la cintura bajándola como en aquellos tiempos pero antes de que los pies de Andreina toparan suelo ya sus labios eran colmados de besos así como su cuello, el lugar era muy apartado en su interior había mecheros por todas partes, un fogón y una cama desatendida, carne seca tendida en cordeles, la mirada se detuvo en una mesita junto a la cama donde estaban las fotos de sus hijos fallecidos también la de su esposa y en un lugar especial sobresalía la foto de Andreina y la de su hijo Luis vestido de marinerito sobre un caballo de madera en el parque del pueblo, ahora entendía Andreina el paradero de esas fotos que curiosamente habían desaparecido de la sala de la estancia de su padre Rodolfo Buonanote, el campesino las había hurtado, Andreina las tomó viéndolas fijamente, el campesino por detrás golpeaba su respiración en sus orejas y pelo diciéndole que nunca la había olvidado, siempre ha sido es y será el amor de su vida, eso bastó para que ella cierre los ojos le tome el cabello acariciándole la barba con ternura viéndose frente a frente con pasión infinita, las miradas lo decían todo, ella lentamente obedecía las miradas insinuantes de su hombre, su piel caliente del deseo sentía el desliz de la tela, él le ayudaba como en otros tiempos, se agachó para ver ese pene abultado del campesino, con desespero lo olió deslizando la cremallera se propuso luego de oler esa carne en lamerlo, lentamente el hombre fue llevándola a la cama, ahí se acostó mostrándole el pene como mástil terminándose de desvestir, ese grueso pene la inspiró a besarlo y lamerlo, él le insinuó que abriera la boca, ella arrodillada en la cama abría su boca bajando su cabeza, la alzaba y la bajaba al momento de mamar ese pene campesino, ya la piel estaba brillosa, al mismo tiempo las callosas manos estrujaban los senos estimulándola a seguir mamando ya para ese momento el pelo rubio de Andreina estaba alborotado, se acostó sobre el hombre, su cara descansaba en ese pecho fornido, escuchaba la acelerada respiración y el latir de su corazón, se vieron desnudos, se sintieron las pieles ardientes del deseo, se prodigaron besos sobre la cama humilde del campesino, manosearon sus cuerpos, ahora el campesino la llevó a filo de cama abriéndola de piernas, ella lentamente vio que el glande rozaba sus labios vaginales y luego entraba despacio, cerró los ojos para sentir ese tuco de carne dentro de su ser, volvía a sentirse mujer desde hace mucho tiempo, las embestidas irracionales la hacían dar alaridos, ese pene grueso por el que había soñado la noche anterior ahora lo sentía en verdad, quería más, se preguntaba si el tiempo no hubiera transcurrido y si acaso que hubiera sido de su vida con él, sin embargo, Andreina estaba haciendo el amor con el padre de su hijo, los flujos vaginales salían, el hombre se negaba a eyacular quería seguir viviendo ese maravilloso momento de tener a su poder esa piel blanca tan suave delicada de gran dama, en aquella cama quedaban rotos los complejos sociales, eran uno solo piel a piel, el idilio de ambos soñado por muchos años se cumplía, cerraron los ojos para proyectarse al éxtasis que solo los amantes experimentan lejos de toda perturbación, era su momento, ella pedía más y él le correspondía, lamía el clítoris lleno de jugos vaginales, no le importaba a él, quería sentirla a toda medida sin recelos, estereotipos ni inhibiciones, eran sólo ella y él, recordando su verdadero amor que renacía ahora, ella le mostró las nalgas a filo de cama, el campesino segundos después ya le penetraba el ano, el sentir fue diferente que cuando se lo metió en la vagina, pero no dejaba de ser sensacional aquel gustito de sentir su piel, el chocar sus testículos en las nalgas, el de escucharle por cada penetrada aquel gemido delicioso demostrando que era suya, hace mucho tiempo que no había perforado un ano rosáceo de piel blanca, animado con los embistes siguió el mete y saca fuertemente, diciéndole no me olvides, no me olvides, soy tuyo, soy tuyo, tu eres mía, eres mía mientras ella sentía el semen dentro de su ano desfalleciendo él sobre el cuerpo de ella, habían experimentado un amor sexual verdadero si el termino cabe, Andreina y el campesino pasaron acostados desnudos sobre esa cama manoseando la piel de sus cuerpos viendo ella el pene mojado de semen desde los testículos a su glande y él viéndole la vagina y ano mojado de semen estampado en las sábanas, graciosamente se limpió el pene con el calzón de ella que trataba de quitárselo, al estar ya manchado le limpió el ano y la vagina luego lo dejó debajo de la cama y siguieron abrazados sintiéndose la piel desnuda, habían reencontrado su amor de esa forma, Andreina salió satisfecha de esa cabaña abrazada por aquel hombre al que en verdad amaba y era el padre de su hijo, rato atrás ella no pensó en la pobreza de aquel hombre, sintió el manjar de su cuerpo, ahora se despedía apasionadamente, junto a su corcel vio el bote quebrado y la miel regada en suelo, presagio quizá, montó su corcel y desde ahí le dio un beso con lengua a su campesino tan fuerte fue que casi cae, el hombre la vio alejarse, desde hace mucho tiempo no se había sentido tan feliz, ansiaba volverla a ver, esa noche con gran alegría besaba las fotos de ella y la de su hijo arrullándose con plena satisfacción, había vuelto a vivir.
FIN DEL CUADRAGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
Sigue contando me cuesta mucho seguir la trama porq son mucho participantes muy buena historia amigo saludos ya estare esperando los siguientes capitulos ….. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
Se trata de una composición que busca avidez en el lector. Muy agradecido por tus atentos comentarios.