METAMORFOSIS 45
Curiosidades.
Los comentarios de Amalia hacia Andreina respecto a la conducta sexual de su hijo cayeron en la provocación por las insinuaciones de la cuñada y a punto estuvieron de las agresiones verbales y físicas en presencia del doctor Luis Daniel Pérez, el martirio de Andreina era convivir con su cuñada, no había lugar ni espacio en la que no escuche insinuaciones acerca de la debilidad sexual de su hijo, inclusive lo hacía delante de Luis que cabizbajo se alejaba del lugar, ya en la estancia se pasaba el rumor de la inclinación sexual del joven Luis como le decían, Andreina no perdonaba ese comentario mordaz pero en sus adentros sabía que eran ciertos, alguna que otra ocasión siendo más pequeño a Luis lo había visto montado cogiendo a los niños de su cuadra que se encerraba en su habitación, sobre todo a sus amiguitos Geovanny de 12 y Fernando de 13 años por eso se hizo más continua la atención en su hijo, a oídos de Clemencia estuvo tal comentario diciéndole a su hijo Arnulfo que se mantuviera distante del joven Luis, qué lejos estaba la señora de pensar que Luis ya había sodomizado varias veces a su hijo, la noticia de tal comentario mordaz llegó a oídos de los abuelos de Luis, sus primos y tíos que cuando los visitaba su aire protocolar era frío sobre todo el de su abuelo Rodolfo, el joven Luis percibía el desapego, le daba dolor en el alma ver que el cariño de su abuelo se acogía más hacia los hijos de su tía Noelia, se notaba que era mucho mejor sobre todo hacia su primo Gustavo Adolfo que ya contaba casi con once años de edad, solo su abuela Micaela tenía más acercamiento de cariño, cuando llegaba lo recibía con los brazos abiertos acostándolo en su regazo, Luis recibía ese afecto con suma paz que le prodigaba el recorrido de los dedos suaves de sus abuela por su pelo y mejillas.
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La inquietud de fisgonear por parte de Serafín a Sandra se incrementaba con el paso del tiempo, Lorgio el chófer era el fogoso seductor, siempre en el apartado cuarto desfogaban su deseo sexual, Serafín atisbaba desde lejos la entrada en ese cuarto y se imaginaba las poses sexuales que se hacían en la cama por parte de los dos amantes cuando se acercaba pegando la oreja a la pared de esa forma podía escuchar ambos gemidos, a veces alcanzaba a verlos por la ventana, su pene pre púber se ponía duro y de inmediato iba al baño o se encerraba en su cuarto, sintiéndose seguro en la soledad se bajaba los pantalones y se manoseaba el pene hasta dejarlo completamente rojo de tanto toque con los dedos ya para ese tiempo tenía bastante confianza con la pequeña Emérita de seis años y jugaban casi a diario sino en casa, en el parque o en la calle con otros niños haciéndose de líder por su edad, la pequeña le hacía caso en la mayoría de los actos, la diferencia marcada de edad hacía consolidar el liderazgo de Serafín sobre la pequeña, mutuamente eran cómplices de travesuras simples como la de bromearse con la comida o hacerse montones y empujaditas con luchitas, el cuerpo de Serafín experimentaba la metamorfosis del deseo incrementado por las escenas sexuales de Sandra y Lorgio, su pene experimentaba cambios aunque el prepucio cubría totalmente el glande de su piel clara que contrastaba con la piel canela de su hermano Hermógenes, de aquello Sandra se burlaba, ultimadamente para ella los dos chicos se habían convertido como un lastre y las peleas con Carlos Felipe del Olmo se hacían más seguidas, los dos chicos se hacían a su protector, se rumoraba que él tenía una amante aludiendo a su secretaria de comercio pero eso no menguaba el cariño que aquel hombre sentía por sus protegidos, en una ocasión Serafín estando a solas no aguantó más el deseo que le venía por instinto sexual de manosearse el pene debido a aquella deliciosa picazón en el prepucio, de inmediato va a su habitación y con velocidad de rayo se sienta a filo de cama y se baja el pantalón y calzoncillo dejando libre el pene para el manoseo, estaba dándose el gustito cuando de pronto se asusta al ver salir debajo de la cama a la traviesa Emérita que salía con la comisuras manchadas de chocolate con galletas que seguramente había hurtado de la cocina, la pequeña observó a Serafín abierto de piernas que rápidamente se cubría en parte su pene con una sábana, el chico al verse sorprendido lleno de vergüenza le gritó que saliera, ella salió asustada y triste, no se hablaron por días, aun así la pequeña a veces lo miraba fijamente a su entrepierna, él respondía manoseándose el pene vestido a través de la tela de su pijama o de los shorts o calzoncillos ajustados que a veces usaba para irse a bañar, por un tiempo Casilda la mamá de Emérita era acompañada por Hortensia su hermana llevando a su hijito Emilio de casi dos años, a la pequeña Emérita le correspondía cuidar de su primito sobre todo en el aseo, al cambiarle pañales le llamaba la atención el penecito del nene, jugueteaba agitándoselo con las yemas de los dedos, se lo olía y a veces la punta de su lengua probaba de su sabor, de aquello se daba cuenta Serafín y Hermógenes quien la reprendía con risas y ella sentía vergüenza picaresca, para Serafín fue el punto de inicio de una atracción con óptica diferente al criterio de juicio que tenía de ella, es decir, le vino el deseo sexual por ella, de esa manera de a poco se iban acercando a la pequeña frotándole el pene vestido por detrás de su espalda en las nalgas cuando tenían la oportunidad de estar a solas en los juegos que se hacían con tocamientos en sus cuerpos, veces estando unidas sus frentes se sentía el golpe de su respiración en sus rostros, la pequeña como que al principio no aceptaba pero con el tiempo se quedaba quietecita recibiendo los frotes que le hacía Serafín, aquella tarde en que se quedó con Emérita y Emilio en casa, Serafín la condujo a su cuarto con mentirijillas, de pronto Serafín se baja el pantalón corto que tenía abultado dejando libre el pene de piel clara recubierto por el prepucio, ella se limitaba a mirar la forma en que se lo manoseaba y lo agitaba alocadamente acercándolo al pechito de ella sintiendo recelo y vergüenza en parte aunque no podía disimular a través de su mirada el agrado leve que sentía, la abrazó frotándole el pene en su pecho y ombligo así parados como estaban luego la acostó despacio en la cama boca arriba ella miraba al techo luego vino el instante en que las manos de Serafín suavemente le deslizaba la faldita y el calzoncito saliéndole por los tobillos, ella los miró poner a su costado, vino el clímax para Serafín al momento de rozarle el pene virgen en aquella vaginita virgen, fue un contacto sutil aquella su primera vez, Serafín cerraba los ojos pensando en el cuerpo de Sandra y Lorgio, en lo que se hacían el amor, así que suavemente deslizaba su pene entre los labios vaginales, ella pujaba por el peso de Serafín sobre su cuerpo, él estiró los brazos para alivianar el peso apoyando las manos en el colchón pero sin dejar de mover las caderas circularmente para que el pene siga rozando esa vaginita sin pelos en contraste con los pelitos castaños que ya en algo poblaban la pelvis de Serafín, le vino un gustito delicioso al sentir su pene la humedad de esa vaginita que olía a orina recientemente expulsada, unieron las frentes, Serafín le dio un besito corto a manera de piquito lo que a ella le provocó sorpresa y algo nuevo sentimentalmente experimentado, seguramente era el primer beso que un chico le daba, segundos después escucharon los llantos de Emilio llamando a Emérita, se levantaron arreglándose la ropa sin decirse palabra alguna, era el comienzo de algo que de sorprendente sería maravilloso después para ambos.
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Los periódicos hablaban del Danzing polaco invadido por el ejército nazi , Rodolfo apretaba con fuerza el papel lleno de impotencia, quería estar ahí protegiendo a su amada de tantos años, aquella mujer que una vez le había manifestado su amor sin medida, aquella mujer de infancia y juventud que lo había marcado: Anastasia Buolova, bella, rosagante, alegre, pura, sencilla, amorosa, tenía todos los atributos que un hombre pudiera desear y mucho más todavía, Rodolfo la conoció antes de relacionarse con Micaela y Natasha, la hermosa Anastasia y Rodolfo tuvieron una fugaz relación sentimental ya que los padres de ella decidieron emigrar a Polonia, el viaje fue largo y tortuoso, según lo que ella le comentaba con cartas que llegaban a los meses, de ella durante todo este tiempo tuvo una foto como recuerdo, en 1885 no supo más acerca de la vida de ella, aun así, recordaba como ambos mutuamente se desvirgaron, en aquel paraje, fue en aquel invierno nevado de 1884 cuando Rodolfo tenía catorce años y ella trece, se encontraron en un lugar apartado ella recolectando leña cuando a lo lejos se escucha el sonido de un hacha, se acerca y mira a Rodolfo partiendo leña, gustosamente le regala un poco, la tormenta de nieve empezó, se escondieron en una cueva, frotaban las manos, el gélido ambiente los hacía tiritar, la tormenta continuaba, vino el deseo de abrazarse y frotarse sus manos, se unieron los labios tiritantes dándose mutuamente calor, cerraron sus ojos transportándose al éxtasis del amor carnal, todo era caricias en sus rostros de pronto la idea de estar más cómodos pues el calor ardiente de sus pieles os lo demandaba, el pene virgen de Rodolfo salía mostrado por la tela, ella deslizaba lentamente sus pantaletas hacia los tobillos, por un instante Rodolfo miraba fijamente esa vagina virgen abierta por los dedos sutiles de su amada le invitaban a estimular su pasión y deseo sexual ya su glande rozaba los labios vaginales haciéndola exclamar intermitente ambos con los ojos cerrados se besaban ardientemente, ella decidida a todo se acomodó adecuadamente sin dejar de ver el pene erecto de su amado, él acomodó las piernas y ya estuvo encima de ese cuerpo femenino que pedía sexo con la expresión de su cara, acomodó la cintura tomándose el virgen pene con una mano hacia la virgen vagina, las punteadas eran periódicas algo aparecía el glande entre el prepucio algo corrido, el gustito de ambos al contacto de sus genitales se incrementaba con los movimientos de cadera, Rodolfo miraba el pene tratando de meterlo con su mano en la vagina de su amada que fruncía la cara, el contacto entre los genitales se hacía delicioso, pese a ello, se separaban pero luego volvían a estar juntos besándose, eso a ella la estimulaba, se decían te quieros, la pasión se incrementaba ya que ambos se deseaban y de un impulso de cadera Rodolfo con los ojos cerrados desvirgó a su amada corriéndole todo el prepucio dentro de esa vagina cuyo himen ya estaba roto, ambos jadeaban y se quedaron quietecitos por unos instantes aferrados a un fuerte abrazo con hormigueos en la piel casi desnuda, ambos gimieron, Rodolfo vio alejarse de su cuerpo a su amada Anastasia que se sentaba en el suelo tocándose el vientre viendo que de su vagina salía sangre, era el resultado de haber sido desvirgada, le vino culpa y temor combinados miró a Rodolfo que se tomaba el pene ensangrentado muy adolorido porque el prepucio se había corrido dejando expuesto completamente el glande, pasaron en cautiverio varios minutos luego que la tormenta de nieve había menguado ella se limpió y decidió salir de la cueva caminando con dificultad, Rodolfo mientras tanto se miraba el pene desflorado, apenas tocaba y le dolía el glande expuesto, miro los rastros de sangre en el piso, se limpió con el calzoncillo, tuvo sentimientos encontrados que por el momento no se detuvo a analizarlos primaba el llevar de inmediato leña a casa y en su dirección caminó abierto de piernas como escaldado, pasaron muchos días para que volvieran a verse en aquel lugar y amarse desenfrenadamente una y otra vez hasta que una mañana emprendió con su familia el viaje a Polonia, allí los esperaba su familia en el Danzing, lugar que ahora era invadido por Alemania nazi, Rodolfo meciéndose en su silla tomando el periódico con sus manos arrugadas y temblorosas sintió angustia al no saber de su amada Anastasia y cual sería ahora su destino.
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Los dedos de los pies salían por un hueco hecho en el zapato, la juvenil silueta reflejada en la espesura del monte daba movimiento pausado del caminante, los ojos color negro se dejaban dirigir por el haz de luz enfrente, todo parecía calma a su alrededor, mientras más pasos daba su andar pausado más le daba esperanza en encontrar civilización, tomó un camino estrecho de herradura, la lluvia había dejado su testimonio con el fango pisoteado por las bestias, se detuvo a descansar sobre una ronca a un lado del camino estrecho en una loma tupida de árboles, arrimado a uno de ellos pudo ver desde que ahí la hondonada al río turbulento y caudaloso prodigándole sonidos de relax, cerró los ojos, vio su ropa raída, a su lado el bultito de ropa que lo acompañaba, en su bolsillo agitado se escuchaban los centavos que le quedaban de su último trabajo, la angustia y el pesar junto a los recuerdos estimularon al llanto de aquel joven de diecinueve años, Teodomiro de nombre, había heredado de sus ancestros la pasión por la aventura, estaba cansado, jadeante, caminó junto con su bulto al río, de súbito escucha voces infantiles muy cerca que se aproximaban, se escondió, lo hizo por vergüenza y por instinto de protección, el monte le cubría su estado de cuclillas, vio una pareja de niños blanquitos caminar tomados de la mano por el camino, iban bien vestidos, ella llevaba en su cabello rubio una flor del lugar, el chico le iba haciendo gestos físicos de abrazos, la mirada de Teodomiro se concentró en la chiquilla muy tímida al caminar en contraste con el chico que caminaba a orillas del turbulento río, dio un mal paso y cayó a las caudalosas aguas, estática la chiquilla le gritaba que saliera, pero las aguas lo llevaban golpeándole el cuerpo, alzaba y bajaba la cabeza en el agua, como un rayo Teodomiro salió de su escondite y se lanzó al agua, duró un determinado tiempo en poder sacar al chico, Josefina miraba la escena llena de llanto y pavor suplicando que lo salve, los dos quedaron en la orilla, Teodomiro cansado respiraba profundo, vio que el chico al que había salvado no respiraba, le dio rápidamente respiración artificial bucal, de pronto reacciona tosiendo botando el agua, los moretones en la cara y brazos eran elocuentes en su piel blanca mojada, la chica le agradeció por su buena acción pidiéndole que le ayude a llevar a su hermano a casa, gustoso aceptó, él seguía viendo a la chica con una atracción única que en ese momento no podía describir adecuadamente, dos peones en la puerta de la casa auxiliaban al chico llevándolo a su cuarto, la madre preocupada iba detrás en dirección a su cuarto, la chica llevó a Teodomiro para que se entreviste con su padre, abrieron la puerta y ahí en un sillón del cuarto de estar se encontraba sentado don Gustavo con mirada firme y expresión de agradecimiento por haber salvado a su único hijo varón, el joven Teodomiro aceptó los pesos de obsequio aprovechándose de la oportunidad para solicitar trabajo, el agradecido padre aceptó ya que hace pocas semanas atrás dos peones dejaron el trabajo, Teodomiro se despidió de don Gustavo y de Josefina, luego fue conducido a un cuarto muy cercano en los bajos de la estancia que aún se erguía como una referente construcción victoriana del lugar, el chico arregló sus cosas y se puso a reposar sin dejar de pensar en la silueta de la bella Josefina, a las primeras horas del siguiente día ya se encontraba lidiando bestias y acomodando cercos, su edad le había prodigado una musculatura envidiable, desde prudencia distancia Josefina observaba con disfrute y detenimiento, las sonrisas se cruzaban, los diálogos entre ellos se incrementaban, igual de incremento era la confianza, Gustavito por su parte tenía especial deferencia por quien le había salvado la vida, Noelia también le tenía especial consideración a Teodomiro regalándole ropa, el chico respondía con su original sonrisa cautivadora, cuando se le preguntó por sus padres y familia decidió ser indiferente con la respuesta limitándose a contestar lo trivial o cortaba de lleno el tema hablando de otro asunto, en la soledad de su cuarto lloraba recordando hechos pasados que le marcaron su vida, tenía una estampa garbosa, a sus diecinueve años era la atracción de ciertas chicas del pueblo cuando lo enviaban de compras o a traer provisiones, Josefina mayormente viajaba a su lado y la amistad se reforzó, Teodomiro sintió de pronto la atracción de su piel y de a poco iban las sutiles caricias, en una ocasión estando solos en la cocina de la estancia aprovecharon para darse el primer beso apasionado, el cuerpo de ella envuelto por la musculatura de Teodomiro la transportó a un mundo que ella lo conocía por primera vez, experimentaba pasión, ella se sentía segura de sus abrazos, la atracción de su cuerpo se incrementaba en cada encuentro sobre todo ese penetrado olor a macho que la arrebataba, se citaban clandestinamente, ella se dejaba recostar en el pasto permitiendo que el cuerpo de Teodomiro cayera sobre su cuerpo colmándola de besos, pudo apreciar el bulto de su amado sobre su vagina vestida, las gruesas manos rozaban la entibiecida y temblorosa piel de Josefina, tan suave, sedosa, sutil y tersa, estando en la estancia disimulaban indiferencia pero a veces con las miradas mutuas se demostraban el amor y pasión que sentían, fue en aquella fiesta del pueblo que lograron estar a solas por un momento cuando ella fue a comprar canguil entre la multitud, fue tomada del brazo de Teodomiro haciéndole señas para verse en la oscuridad, allí la esperó y pronto al verla la tuvo entre sus brazos, la calentura de ambos cuerpos era intensa, allá en el monte alejado de la fiesta deslizaron su ropa, ella lentamente se acostaba al unísono con los besos dados, se vieron los genitales sobre todo ella que experimentaba algo nuevo ya que Teodomiro por primera vez le rozó su glande en la vagina de Josefina, ella probó curiosidad latente al sentir que el glande trigueño trataba de penetrar su virginal vagina blanquita que para Teodomiro el joven trigueño creía que estaba deseosa seguramente de mucho sexo, a punto estaba de penetrarla a causa del estímulo que daban sus gemidos pero fue quizá la casualidad que escucharon unos sonidos en el monte los cuales los pusieron alerta y no permitieron que siguieran con el sexo, Josefina caminó sigilosamente en dirección a la fiesta a reunirse con su familia, su padre la increpó por tardarse tanto ya que la había estado buscando por toda la fiesta, a punto estuvo de abofetearla en público, motivo que hizo para que se retirasen a casa luego de un buen rato de permanencia, irónicamente Teodomiro los acompañaba en el regreso a casa.
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Mauricio conocía la situación de Arnulfo, por ese motivo se apegaba más al niño, en cierta ocasión cerca del gran jardín de la estancia estaban jugando simulando ser espadachines, el par de peones jardineros avivaban la escena del juego simuladas las espadas con palos entre estos niños, el tiempo transcurría y era el momento de almorzar, ya estando los dos en la cocina como de costumbre Mauricio le habló a Arnulfo para que saliera con él, le hizo caso y lo siguió, en eso le llevó a un rincón distante de la caballeriza donde no los pudieran ver, y de inmediato se bajó los pantalones, Arnulfo quedó un poco asombrado y le pregunta el porqué de bajárselos aquí ya que pudiera pasar alguien y los viesen, de inmediato Mauricio sólo le dijo que se lo toque al pene porque como siempre le va a gustar, Arnulfo lo hizo con recelo mirando a los lados, al hacer ese tocamiento fue entonces que le empezó a crecer y le gustó, a esa edad de Mauricio ya se estimulaba y lo disfrutaba, en eso le dice a Arnulfo que se baje el short que llevaba puesto lo acercó para que los penes se rocen mutuamente escapándose exhalaciones de ambos pechos, le puso al niño en cuclillas en su delante, le dijo que se la chupe porque le iba a gustar, y mucho, los labios rozaban el pene, la boca se abría introduciéndoselo en la boca, ambos cerrados los ojos disfrutaban del momento, sí, Mauricio con el pene dentro dela boca sentía el desliz del tronco, Arnulfo en su paladar sentía el roce de ese glande juvenil al que lo ensalivaba, lo sacaba y le rozaba la punta de la lengua, los dos viéndose así sonreían de forma cómplice, posteriormente Mauricio le dijo que se pusiera en cuatro, o sea, en posición de perrito, Arnulfo le obedeció y le empezó a chupar su pequeño traserito, en realidad lo disfrutaba mucho, luego le dice que se la chupe yo le hace caso y lo chupa, en eso le empieza a chupar el traserito y se la mete despacio diciéndole que ese traserito le pertenece, así hablaba como los mayores, para Arnulfo fue de lo más delicioso que experimentaba del pene de Mauricio, se le notaba en el rostro lleno de complacencia, pues así fue que en muchas ocasiones antes iba y se la metía y se la chupaba, luego le sentó en sus piernas y le dijo que: quieres que te haga el amor, primero Arnulfo se ponía pensativo haciéndose el que no sabía que era y en eso se reía Mauricio y obedecía las poses sexuales que Mauricio le insinuaba, le empezó a besar y a la vez a cogerle por l traserito y eso le gustaba mucho a Arnulfo, el cuerpo del muchacho más grande se posaba sobre el más pequeño, las caderas empezaban a subir y bajas, subir y bajar en aquel apartado lugar de la caballeriza, Arnulfo pujaba y eso le estimulaba más a Mauricio que seguía con su pene en el traserito de su amiguito, luego se apartaban quedándose acostados de perfil viéndose estirar su penes, para ese momento Arnulfo sentía dilatado su traserito, Mauricio viéndole fijamente a los ojos y agitándose su pene le decía a Arnulfo si le gustaba, si deseaba más de su pene, el nene se puso cabizbajo sonriente, levantó su mirada de picardía y de aquello entendió el sonriente Mauricio que de inmediato se acostó sobre Arnulfo besándole el rostro y el pelo, el nene se dejaba besar, le gustaba, tanto así que sus bracitos rodeaban las costillas de Mauricio apretándolas en señal que le hicieran el amor por el traserito, de inmediato el ano estaba ensalivado y el pene entraba lentamente, Arnulfo pujaba, su metamorfosis se daba en todo su apogeo, así la cara de Mauricio se posaba en el pelo de Arnulfo dándole pene de forma continua, hasta quedar exhausto, lentamente sacaba el pene de ese ano, lo agitaba yendo a micciar en un rincón de la caballeriza, mientras tanto aún sentado Arnulfo se pasaba la mano por el trasero humedecido de líquido y saliva, fue a un rincón acuclillándose a pujar a manera de defecar, se vieron con amplia sonrisa, sin lugar a dudas que el lugar de Wilson ahora lo ocupaba su amiguito Mauricio, giraban sobre el suelo, hasta quedar acostado Mauricio y encima de su pecho estaba la espalda de Arnulfo de piernas abiertas mostrándose su penecito a plenitud, por debajo sobresalía el pene erecto más grande que era el de Mauricio por tener mayor edad que Arnulfo, miraban esos penes, Mauricio no paraba de lamerle las orejas de Arnulfo, le decía que mire a ese pene que era suyo para su traserito, la mirada de Arnulfo se concentraba en ese pene, tragaba saliva, Mauricio le decía que lo recuerde, que le pertenecía, d inmediato le besaba el pelo haciendo que su respiración también choque en ese hermoso pelo lacio, quedaron así acostados en esa postura por unos instantes, hasta que lo viró poniéndole de cara al suelo, Arnulfo acostado así sentía resignado que su traserito era lubricado de nuevo con un dedo de saliva, para después sentir que ese tronco de pene juvenil entraba despacio y suavecito en su ano, ya para ese momento el esfínter no daba resistencia, lo había roto el pene de Luis Izaguirre, el muchacho hijo de la patrona Andreina Buonanote e hijastro del patrón Luis Daniel Pérez, seguramente para Mauricio era una cogida más, pero para Arnulfo significaba mucho en su metamorfosis, lentamente se fueron poniendo en pie, se agitaban los penes, los vieron que se pusieron erectos, intercambiaron sonrisas, se tomaron de la cintura, se rozaban los penes, los miraron haciéndose frotar el uno con el otro ese movimiento, luego se apartaron y se vistieron, Arnulfo fue camino a la cocina a beber agua, rato después llegaba Mauricio pidiendo agua, sus miradas eran llenas de complicidad, la tarde terminó para ellos jugando a los espadachines en el amplio jardín .
FIN DEL CUADRAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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