METAMORFOSIS 47
Deseos.
Los rumores de la relación de Teodomiro llegan a oídos de don Gustavo padre de Josefina disponiendo que los vigilen, la relación entre ambos fue discreta, la actitud del patrón hacia el empleado cambió sobremanera, eran más las actividades que hacía de lo normal aquel muchacho, reclamaba por lo injusto a cambio recibía silencio del capataz, fue a hablar con el patrón quien en tono despectivo hizo caso omiso a lo que se le decía, el enojado Teodomiro salió del despacho no sin antes decirle que no iba a renunciar, Don Gustavo se sentó con risa jocosa pensando que dicho vaquero tenía temple de líder, tenía vehemencia y decisión, los días pasaban, la pareja sentía la presencia de fisgones por todas partes, querían aburrirlos, asfixiarlos, que se sientan perseguidos, por eso las entrevistas eran cortas como sus besos, ella lo amaba a pesar de la distancia, deseaba que su cuerpo fuera rodeado por los fuertes brazos de su amado, cierta vez estando solos por un momento ella le preguntó sobre su familia, de un fuerte tono altisonante de voz hizo cambiar el diálogo, sólo pudo decirle en esa tarde que ella había cambiado su vida y la quería para bien, que estaba dispuesto a cambiar lo que había sido con tal de tener su amor, ella con extrañeza escuchaba que debajo de su cama estaba parte de la historia de su vida encerrada en un pequeño morral, en esa ocasión se despidieron con un fuerte beso, indiscreto pues ese deseo traería nefastas consecuencias, Don Gustavo se enteró de aquella acción, increpó a su hija prohibiéndole verlo, ella con sumisión aceptó, en verdad hizo caso aunque los días de angustia y deseo por ese cuerpo vaquero se incrementaba, de lejos de lo alto de la estancia lo miraba al pasar, las risas se intercambiaban, él ahora era más aseado y bien recatado, la sorpresa de Josefina fue grande cuando la nana Dulce le pidió que la acompañase al estudio de su padre, ahí se encontró con Teodomiro y Don Gustavo frente a frente, el patrón por discreción aceptó la entrevista y dio a conocer a su hija la excesiva osadía de Teodomiro en pedir la mano de su hija lo cual rechazó despidiéndole de inmediato, Josefina sólo se limitó a decir que lo amaba y corrió a su cuarto encerrándose a llorar largamente, su madre que llegaba de ciudad con Gustavito matriculándolo en secundaria fue a su consuelo, por la noche el patrón dispuso que su hija fuera a la ciudad a terminar los estudios, la mañana siguiente Teodomiro se despedía de sus amigos, todos muy tristes, se había convertido en un líder humanitario, vio la ventana de su amada, le salieron lágrimas, se enteró que saldría a la ciudad, pasaban los días, no tenía trabajo por los alrededores debido a la influencia de Don Gustavo, pidió trabajo en la estancia de Luis Daniel Pérez, pero todo estaba copado, sin vacantes, suplicó por trabajo pero nada, su estadía en el pueblo hacía que su dinero se agote, sus amigos con discreción le regalaban algo de dinero, de ellos tuvo la noticia de la partida de Josefina en los próximos días a la ciudad, divisó de lejos a Josefina con la empleada caminado por los alrededores de la estancia, al mínimo descuido la esperaría en el sendero apartado para raptarla, no había otra salida, pensó, tuvo en cuenta el lugar a donde la llevaría, esperó y esperó el momento, ante las señas lejanas que Teodomiro le hacía ella se sorprendió apartándose con alguna excusa de la empleada, al estar con él se abrazaron apasionadamente dándose besos cuidándose de no ser vistos, se adentraron en el monte despistando a la empleada, presurosa se entregó en los brazos de Teodomiro, sin más, la besó apasionadamente correspondiéndole con caricias en el cuello y espalda, tomaron precipitada carrera hasta donde se encontraba el caballo que había prestado, cabalgaron por considerable distancia hasta llegar a un potrero abandonado muy alejado de la estancia, la empleada desesperada fue corriendo a avisar a Don Gustavo de la desaparición de su hija, lleno de cólera se armó con los vaqueros Gerineldo y Araldo para seguirlos, Teodomiro y Josefina no paraban de besarse, a su alrededor había paja en aquel cuartucho de caballeriza abandonada, los deseos de poseerla rayaban de lo normal, Teodomiro estaba poseído por los encantos, ya antes en su encuentro Josefina se dio cuenta que estaba no muy borracho, aun así se dejó llevar de sus caricias, Teodomiro le hizo varias promesas de días mejores, le hizo muchos halagos haciéndola sentir feliz, las manos del vaquero pasaban por esa tez blanca de trece años, se deslizó por la espina dorsal haciéndole la piel de gallina, el sol de mediodía los ponía más calientes, la mano llegó al coxis y con las yemas empezó a masajearlo, ella turbada por la sensación se dejaba, luego posó su mano en la nalga y empezó a sobarla con delicadeza para luego llegar a la vagina, hubo un intento de parte de ella de apartarle la mano por instinto, hubo un pequeño forcejeo que terminó con besos largos apasionados luego ella dejó que las manos de Teodomiro manosearan la vagina especialmente los labios vaginales, los sintió mojados, sin esperar, bajó el calzón de la pequeña, la luz solar dejaba notar esa vagina rubia, la expresión de Josefina era de vergüenza recelosa de que Teodomiro sea el primer chico en manosearla, vio que se levantaba cerca de ella, la cremallera se deslizó notándose un bulto en el calzoncillo salido, rápidamente se quitó el pantalón mostrándose ese pene trigueño muy erecto al momento en que se deslizaba el calzoncillo alzando una y otra pierna para sacárselo por completo, lo mismo hizo con la camisa sudada que llevaba puesta quedándose desnudo por completo, todos los movimientos Josefina los había visto con detenimiento, Teodomiro acarició el rostro de Josefina y le dio varios besos apasionados acercándose y pegando su piel caliente del deseo mutuo, sonrieron tímidamente mientras Teodomiro estaba acostado encima de Josefina, la puso boca abajo deslizándole la cremallera quitándole la ropa, así desnudos daban vueltas sobre la paja seca, aún Josefina no salía del asombro de tener a su hombre desnudo completamente, ella quedó boca arriba completamente desnuda tapándose su vagina con las dos manos en señal de vergüenza, Teodomiro se las quitó se volvió a colocar encima del cuerpo de su amada Josefina, ambas pieles se unían en contraste la trigueña con la blanca, el pene rozaba la vagina, él miraba el cerrar de los ojos de Josefina denotando complacencia, los besos llegaron de nuevo en repetidas ocasiones, hasta que ella sintió que algo se introducía por su vagina, le dolía, quiso ver, alcanzó solo a mirar pegada la piel de la pelvis trigueña con su pelvis blanca de pelos rubios, el pene trigueño era empujado por la cintura de su hombre, ella se apoyó de los muslos de Teodomiro para zafarse pero él la contuvo suplicándole que se dejara, apartó el pene de la vagina y la lengüeteó por varios minutos, la punta de la lengua hacía electrizar el clítoris y la espina dorsal de Josefina quien se retorcía del placer moviéndose bruscamente, todo parecía llegar al clímax, solo con mirarla sabía que debía hacer algo más, la miró para sí solo a ella acostada totalmente desnuda, era suya se decía, escupió su glande con abundante saliva y lo metió entre los labios vaginales que se hincharon ante tan grande volumen de carne, lo metió un poquito, estaba latente, la cavidad vaginal contribuía con la dilatación, lo metió más hasta sentir el himen las punteadas y los cortos mete y saca se repetían, empujó un poco escuchando un ay!! Femenino, la impetuosidad del deseo hacía su efecto, sacó garra pasionaria y de un fuerte impulso empujó el pene rompiendo el himen, no se quedó quieto pese al grito de Josefina al sentirse desvirgada, siguió con el mete y saca progresivo llenándose de placer, no era la primera vez que desvirgaba a doncellas, no quiso pensar en el recuerdo que se quería hacer recurrente en su mente, deseaba vivir y sentir el momento haciéndole el amar a Josefina, la amaba, y mucho, su carnal idea de poseerla se consumaba, había esperado tanto por este momento que lo disfrutaba sin pensar en su pasado, no, no era el tiempo de aquello, se decía, para aquel instante ya se escuchaba el sonido de los dos genitales humedecidos, Teodomiro cerró los ojos apretando los labios con los dientes, desde dentro de su ser salía el semen depositándolo en el interior de la vagina de la pequeña Josefina de trece años que ya desde hace rato estaba semi desfallecida, lentamente siguió haciéndole el mete y saca, el pene trigueño de veinte años lubricado seguía erecto por efecto del alcohol entrando y saliendo por esa vagina rubia, todo el pene lo sacaba y luego lo volvía a meter totalmente, el semen sobre el pene al contacto con la vagina le hacía gran placer y disfrutaba de ese movimiento de tener a su rubia Josefina ahora convertida de niña en mujer, rato después se apartó del cuerpo de la pequeña quedando los dos boca arriba viendo los haces de luz solar entrando por las goteras del techo de aquella caballeriza abandonada, ambos quedaron exhaustos, Teodomiro había bebido la noche anterior, quizá el trago le dio la entereza para llevarse a Josefina a aquel lugar, ella con sus pensamientos de su familia y casa le venían los sentimientos de nostalgia y pesar, movió apenas la cabeza para ver dormido al hombre que la hizo mujer, no podía moverse, le dolía la vagina, algo extraño tenía en su vientre, al rato decidió ir a orinar, se levantó con pausa, Teodomiro tenía entreabierto sus ojos, su subconsciente no le dejaba dormir estando alerta, no deseaba que Josefina huyera, ahora tendría que llevársela lejos, si, muy lejos, vio que Josefina se sentaba a orinar, le salió sangre y luego un líquido blancuzco con orina, ella mientras orinaba se quejaba del dolor, se topaba el vientre, ella lo miraba fijamente con pena y temor, Teodomiro se vio totalmente desnudo, entendió que lo que estaba mirando ella era su pene arqueado a un lado de su muslo, estaba ensangrentado con mezcla de semen que ya se cristalizaba, llevó dos dedos al pene y luego los llevó a la nariz, se sentó y tomó un poco de papel que llevaba en el bolsillo y se limpió el pene, se acostó, con un gesto le dijo a ella que se acerque a su lado, temerosa lo hizo, la abrazó y sintió el temblor de piel ya no de niña sino de mujer, de su mujer, así quedaron abrazados por largo rato viendo a su alrededor y colmándose de besos esa tarde solo era sexo desenfrenado, ella de a poco perdía el temor, las penetradas le gustaban, él se extasiaba con ese cuerpo delicioso que era todo suyo.
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Por aquella tarde el agua se escurría por las piernas brillosas suaves del chico de doce años cayendo a la piedra donde estaba parado luego de zambullirle, hace una pausa, mira hacia atrás, sonríe, da un brinco y entra en el agua turbia profunda saliendo a la orilla, Melesio de 21 años lo observa acostado debajo de la sombra de un samán frondoso, minutos antes habían hecho el amor, estaba agitando su pene recorriendo sus dedos por el tronco llevándose el olor de los restos de semen a la nariz, eso le complacía porque también olía los restos del ano del chico de 12 años, en su mente asociaba ese olor con el olor a las nalgas abiertas de Mauricio, Melesio seguía agitándose el pene viendo nadar a Mauricio totalmente desnudo, el lugar donde estaban era muy apartado, seguro para hacer el amor, tupido de vegetación en los extremos de los linderos, poca gente iba por esos caminos fangosos, era impensable siquiera en época de invierno pasar por ahí, aquella mañana era de fuerte sol, Melesio recordaba cómo había convencido a Mauricio que lo acompañase encontrándolo en el camino, se sentaron un rato a pescar pero el deseo de coger por parte de Melesio era fuerte y así con insinuaciones y promesas de dinero lo convenció para adentrarse en el monte por donde pasa el río entre un banco de arena se acostaron dando vueltas jugando a las luchitas, Melesio encorvó el cuerpo de Mauricio sobre una roca abriéndole las nalgas metiendo el ensalivado pene hasta muy al fondo cosa que lo hizo gemir y pujar a Mauricio, el meter y sacar fue muy rápido tanto así que Melesio dejó el semen dentro del ano de Mauricio, momento después se separaron, Melesio le dijo que luego le tocaba a Mauricio para que le metiera el pene en su ano de 21 años. Ahora Melesio se encontraba relajado sobre la arena cobijado por la sombra del frondoso árbol, Mauricio se acercó, ambos se vieron los penes parados le vinieron las risas al rostro, se adentraron a donde se habían cogido antes, Melesio se encorvó sobre la roca, el ensalivado pene con pelusita de Mauricio empezó a entrar lentamente, suavemente hasta dejarlo adentro totalmente, ese mismo ano de Melesio había desvirgado el pene de Mauricio corriéndole el prepucio infantil de un sentón, por eso aquella compenetración, sutilmente le hacía el mete y saca, es que su pene era pequeño, Melesio sonreía alternando con gemidos, Mauricio se esforzaba por hacerlo bien, le gustaba cogerlo pero su pene era muy pequeño, segundos después se escuchan caer a los lados unas piedras, los dos amantes se levantan, se escucha una risa característica, de entre el monte tupido sale Luis muy sonriente, Melesio y Mauricio se miran, sin dar opción a defensa se lanzan sobre Luis cayendo a la arena dando roles, los tres reían, Luis se dejó sacar la ropa, al poco instante ya estuvo desnudo, Melesio le puso el cuerpo en posición perrito escupiendo el ano para que la cavidad se llene de saliva, Mauricio sentado en la piedra abierto de piernas apreciaba la boca de Luis mamándole el pene, Melesio le metía el pene en el ano de Luis lo empujaba hacia adelante y atrás con el mete y saca haciendo dificultosa la mamada al pene de Mauricio que estaba erecto aunque su tamaño era pequeño, trataba de agarrarle la cabeza a Luis para que le siguiera mamando el pene, el deseo que se tenían los tres era muy grande, siempre en sus respectivas camas a solas soñaban con esos deliciosos momentos, se acurrucaban pensando en los penes, Luis gustaba la doble acción de mamar y se penetrado, ya sudaba su piel que contrastaba con la piel de sus amantes, de pronto sintió el semen dentro de su ano, Melesio había acabado de eyacular y le daba de besos repetidos en su espalda subiendo su lengua por la espina dorsal terminando sus labios por besar en forma repetida el pelo de Luis mezclándolo con saliva que brillaba al sol, Luis continuó mamando el pene a maurico, Melesio parado agitaba su pene, Melesio hizo separar el pene de Mauricio de la boca de Luis, ahora Melesio se sentaba sobre la roca, abriéndose de piernas le mostró su pene a Luis que seguía acuclillado pujando el semen que salía de su ano, ahora mamaba el pene de Melesio lamiendo el semen y parte de excremento del ano, Mauricio le metió su pene en el ano de Luis, el mete y saca duró un poco, Mauricio sacó el pene y se puso en posición perrito para que Luis le metiera el pene en su ano a la vez que mamaba el pene de Melesio, esa orgía duró un poco, Luis aprovechaba del meter y sacar para apretar los labios sintiendo el placer con los ojos cerrados, todavía quedaban restos de las mamadas en los labios, Luis lo metía al pene con todas sus fuerzas haciéndole gemir tanto que ladeaba las nalgas debido a que Luis igual que Melesio tenían un pene grueso, la escena fue vista por Amalia la hermana del doctor Luis Daniel Pérez desde prudente distancia montada en su caballo desde cierta altura, se bajó caminando sigilosa entre la maleza para presenciar mejor, pero no caminó mucho pues por detrás de su cerebelo sintió un golpe mortal cayendo ya instantáneamente muerta, así, de aquella escena los tres muchachos no se dieron cuenta, aquel hombre todavía tenía en las manos la pala ensangrentada producto del impacto óseo, se preocupó de ver el cuerpo cerciorándose que estaba sin vida, sin inmutarse lo subió al caballo, todavía se podía ver la sangre manada por los oídos producto del impacto brutal, golpeó las ancas del caballo saliendo a galope pausado pero firme, ya se enterarían de lo sucedido los familiares se dijo asimismo, mientras tanto Luis gemía de placer dejándole el semen dentro del ano de Mauricio, se quedaron ambos quietos de lo que aprovechó Melesio para ponerse detrás de Luis metiéndole el pene en el ano, Luis y Melesio mutuamente se hicieron por segundos un breve mete y saca y luego cayeron al suelo los tres viendo el sol entrar entre las ramas de los tupidos árboles, el hombre tenía la pala en las manos apretándola con vehemencia lleno sus ojos de lágrimas, optó por retirarse, ya había cumplido su cometido.
FIN DEL CUADRAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
Bueno amigo creo que su papa lo esta protegiendo y llora por luis de lo que a estado mirando sigue contando mas amigo…. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉