METAMORFOSIS 57
Cavilaciones.
El viento fuerte del atardecer rozaba la cara del hombre que ensimismado daba de sorbos a una botella de ron, no se había levantado del árbol, por mucho rato así seguía recostado pensando en lo que había sido su vida, escucha unos pasos pero no se da por sorprendido, seguía en su meditación con sus ojos a medio abrir, una mano roza su pelo pero aun así no reacciona, luego esa mano baja por sus mejillas rodeando el mentón, se da cuenta que es Clemencia, la madre de su hijo, ella se sienta a su lado y pone su cabeza en el hombro del doctor, la calma del apartado lugar daba para meditar, fueron largos momentos de silencio entre ambos solo roto por las coces del alazán amarrado al árbol, el pasar del tiempo permitió que ella articule palabra preguntándole el porqué de esta situación de emborracharse, ella se sentía preocupada, ya que su hijo como siempre esperaba a jugar con su orgulloso padre en los fines de semana, le pidió levantarse e ir a ver a su hijo, el doctor asintió dándole la razón a Clemencia pero siguió en sus cavilaciones, es que la fecha lo ameritaba, era el aniversario de la muerte de su primera mujer, Justin, la madre de su hija Justin Daniela, aquella chiquilla ahora lejos de su presencia residiendo en un convento de niñas y señoritas, la desgracia llegó cuando en una desafortunada mañana decembrina de 1931 se escucharon impactos de bala en la entrada de un banco, esos disparos desafortunadamente hicieron impacto en la humanidad de su primera esposa, habían concurrido al banco a sacar ahorros para los regalos de navidad, era la intención de vestirla bien a su hija y comprarle las mejores muñecas lenci de moda de aquel año, la ilusión se trunca en los semi oscuros pasillos del hospital de la ciudad, la agonía de su esposa duró un par de horas, nada se pudo hacer, el doctor Pérez pasó depresivo por muchos meses, solo tenía el consuelo de su única hermana que desde esa fecha se hizo cargo de la crianza y educación de su hija, Clemencia irrumpió sus pensamientos colmándole de besos, la calentura rompió sus cavilaciones, hubo una acción de cambio, ella lo estimuló a amarse, se dejó llevar por la caricias féminas, las ropas fueron despojadas de a poco y ya sintiéndose la piel de sus cuerpos desnudos vinieron los abrazos y los manoseos por todo el cuerpo, rodaron por las hojas secas del lugar, ella colocó con sus manos el pene de su hombre dentro de la vagina tomándolo de las caderas para que pudiera hacerle un delicioso sexo, el doctor muy animado por el momento la besó repetidamente mientras entraba y salía su glande en la vagina de la mujer que le había dado su único hijo varón, ella le repetía que lo amaba en cada embestida fuerte que el glande hacía al entrar, las nalgas con la cintura del doctor se alzaban y bajaban el licor aumentaba el pacer de poseerla, el lugar le avivaba su ímpetu, los movimientos eran rápidos ella abría la boca y la cerraba mordiendo los labios en señal de gusto apasionado, sacó el pene, puso las piernas de la mujer en sus hombros las empezó a besar, vio esa vagina afeitada como le gustaba que estaba mojada, por unos segundos disfruto mirando esa postura, los dedos arremolinaban esa deliciosa esa vagina, lamió el ombligo, chupeteó la piel del estómago fémina, mamaba y chupaba los senos las saliva brillaba a los rayos de sol, los besos se hicieron intensos, e nuevo puso las piernas de ella en sus hombros, tomó el pene y lo introdujo a medio glande en la vagina luego empujó haciéndola gemir en cada mete y saca de glande, la sostuvo por un buen rato ella le decía mil te “quieros” y el correspondía a lo mismo, ambos mordían los labios, las caderas del doctor eran de gran movimiento, la espalda de ella se movía por efecto de las embestidas del doctor en esa vagina, ella no pudo más y humedeció el pene del doctor, los pelos de la pelvis de pene estaba mojado por el líquido salido de la vagina de Clemencia, el doctor Pérez siguió en el mete y saca embistiendo, el licor le hacía producir movimientos bruscos el pene erecto y de pronto lo metió bien al fondeo de la vagina segundos seguidos ella sintió el semen dentro de su vagina, él complacido lo dejó adentro por unos segundos luego siguió el mete y saca ahora más lento y así quedaron esos dos cuerpos desfallecidos por el efecto de la pasión desenfrenada sin darse cuenta que Luis lo había presenciado todo escondido entre el monte, así ambos cuerpos desnudos al sol quedaron abrazaditos por un largo rato la piel sentía la intemperie de aquel momento inolvidable para los dos.
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El cuarto semi oscuro era interrumpido por constantes ruidos de tos, la anciana sudaba a causa de su fiebre interna, las manos morenas aplicaban paños de agua fresca en su frente, don Rodolfo preocupado por la situación de su esposa, el ambiente estaba consumiéndola, su salud se deterioraba con el pasar de los días, de pronto la llegada del médico le daba esperanzas, la mujer balbuceaba producto de la fiebre, mencionaba el nombre de su difunta hija Andreina, eso rompía el corazón del anciano, afortunadamente con los días se iba recuperando pero quedó huella de su enfermedad en sus debilitados pulmones, el anciano estuvo siempre al pie de su cama, profesaba su amor pese a tantos avatares de su vida, el medico trajo consigo los medicamentos, hizo su tarea, caminó con sigilo junto Al Anciano caucásico, puso su mano en el hombro diciéndole que le hiciera en la ciudad exámenes inmediatos, podría tratarse de tuberculosis, Rodolfo apretó sus manos, era de esperarse, su esposa tenía la particularidad de tener pulmones muy débiles, desde la puerta vio a su pálida esposa con su rigidez y sus ojos violeta cerrados, su boca entreabierta demostraba la dificultad de respiración, el médico cabizbajo se despidió pidiéndole que le evitara sobresaltos a la enferma, al anciano le hacía falta la presencia de nana Dulce y su hija Noelia que seguían en la capital..
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Las corrientosas aguas del río golpeaban inclementes las rocas grandes provocando ruidos que a veces relajaban al caminante que se dedicaba a descansar debajo del árbol frondoso quedando aun largo camino a su paso, uno de esos casos lo era Melesio haciendo un alto a su caminata desde el pueblo, sofocado y a la vez sediento bajó a beber, la frescura del agua contrastaba con el calor imperante de una tarde naciente, había comido de su fiambre en minutos anteriores, satisfacía la sed, escuchó gritos infantiles alegres, un grupo de niños con peones llegaban al lugar, luego se divisaba las vacas bebiendo, Melesio saludó y cuando se disponía a saludar observó la llegada de Arnulfo, Teófilo y otros niños que caminaban rezagados, la luz fuerte del sol los había hecho sudar, los peones con cierto grupo de niños continuaron su camino a la estancia del doctor Pérez arreando las vacas, los perros ladraban guiándolas para que no rezaguen, solo quedaron el río Arnulfo, Melesio y Teófilo con cinco niños, todos estaban desnudos y se bañaban alegremente, unos jugando en la arena que era el caso de los más pequeños, los otros echándose agua haciendo torres humanas y cayendo al agua, Melesio de veintitrés años estaba sentado desde la orilla con su cargamento traído del pueblo, reía viéndoles jugar, algunos niños estaban sentados en la arena con su penecito húmedo, vio que Arnulfo y Teófilo se alejaban del grupo de los otros niños en cada momento muy prudentemente aguas abajo entre los matorrales tupidos de la orilla, siguió viendo a los otros niños desde la distante ubicación en que estaba y de repente cuando quiso volver a verlos ya no estaban, se habían metido entre los altos matorrales, se levantó limpiándose la tela del pantalón liberándola de la arena pegada, decidió quedarse en calzoncillos y lanzarse al agua a jugar con los niños, los sostuvo con sus brazos parados encima de sus hombros lanzándolos al agua, a ellos eso le gustaba sobremanera, era el de mayor edad en los juegos, por su alta estatura los nenes más pequeños se peleaban por estar con Melesio para que los lance desde la altura de sus hombros, todo era gritos de alegría en los pequeños, de pronto, estando en la orilla, Melesio los alcanza a ver a los dos que salían caminando con lento y pausado paso, cabizbajo iba Teófilo mientras que Arnulfo se iba manoseando el pene dándose de estiradas, Teófilo se apartó de Arnulfo cuando intentaba abrazarle, en su rostro se mostraba lo contrariado que estaba, se iba rozando el potito con los dedos, luego yendo a donde estaban jugando los más pequeños sumándose a sus juegos, Melesio vio el traserito de Teófilo mojado y estaba con arena en su espalda y en su pelo, Arnulfo se acercó a Melesio a que lo subiera en sus hombros, al hacerlo le fue rozando su pene abultado por el coxis y las nalgas, varias fueron las veces que Melesio lanzó al agua a ese chico de once años, ya tenía su pene algo abultado, se notaba que de grande sería grueso pensó Melesio con una sonrisa irónica, giró su cara viendo las nalguitas de Teófilo que estaba en posición perrito igual que otros niños, estaba empujando arena impulsándose con sus pies descalzos haciendo pocitos, en una de esas acciones el travieso Teófilo de casi seis años pasaba sus dedos por entre las nalgas de sus amiguitos los cuales reían con el hecho, otros estaba indiferentes y otros se extrañaban ante esos tocamientos, luego el precioso Teófilo se les subía acostándose sobre los cuerpos a manera luchitas que disimulaba sus inocentes juegos sexuales, de eso también se dio cuenta Arnulfo y ambos rieron, Teófilo seguía jugando lanzando chicos o correteándolos en el agua, Melesio era el mayor de todos los que se bañaban y tenía cierta autoridad en los demás, uno de aquellos niños a los que agarraba y lanzaba al agua era Teófilo, lo tomaba de la cintura, su pene salido por las costuras del calzoncillo le frotaba la suave piel de las nalgas de Teófilo, Arnulfo se daba cuenta que se demoraba en subirlo y lanzarlo es que lo tenía dentro del agua turbia alzado haciéndole movimientos de cadera con abrazo prolongado, Arnulfo vio que Teófilo daba gemidos y luego dio un grito, los niños a su alrededor pensaban que era causa del puro juego, segundos después lo subió lo lanzó y lo volvía a abrazar, Arnulfo se dio cuenta que al pequeño niño de rostro bonito le estaba haciendo sexo anal dentro del agua, para disimular lo soltaba y tomaba a otro chico que de igual manera lo abrazaba por detrás teniéndole así por varios segundos, Arnulfo miraba el pene erecto de Melesio que se amoldaba en la tela del calzoncillo al lanzarse al agua, luego Melesio iba por Teófilo y lo tomaba de la cintura teniéndolo por otro rato con movimientos de cadera, en una de esas acciones Arnulfo con su pene erecto va por detrás de Melesio y lo abraza frotándole su pene en el trasero, Melesio se dejó estar, los movimientos seguían, las manos de Arnulfo que seguía abrazándole por detrás a Melesio se deslizaban por la cadera de Melesio hasta tocarle el pene, al sentir eso, le soltó a Teófilo girándose el cuerpo en el agua poniéndose de frente a Arnulfo, se abrazaron manoseándose dentro del agua de las caderas, unieron sus pechos sonrientes uniendo las frentes, la turbia agua no mostraba esas caderas unidas con penes rozándose y con calzoncillos a las rodillas, por su parte Teófilo salía a la orilla cabizbajo con rostro fruncido rascándose el trasero pasando el dedo entre los glúteos, se sentó en la arena tapándose la carita, quería sollozar, miraba a Melesio con recelo, un niño se acercó invitándole a seguir haciendo pocitos y castillos de arena, en eso vio que estaba triste sentándose junto a él y le preguntó el por qué, Teófilo con timidez no respondió pero sí lentamente caminó con su amiguito cabizbajo, Arnulfo vio caminar con dificultad a Teófilo que se manoseaba los glúteos y se apartó de Melesio para seguir jugando a lanzar chicos, de pronto unos peones montados a caballo llamaban a sus hijos que estaban en el río, los pequeños se vistieron y salieron galopando en compañía de sus padres uno de ellos era Teófilo, el capataz llamó a Arnulfo para llevarle, Melesio quedó solo con su carga ya había vaciado semen la última vez que tuvo a Teófilo pegado a su cuerpo dentro del agua dejándole el semen entre los glúteos, esa tarde fue de gran significación para Melesio, además, extrañaba el pene de Wilson.
FIN DEL QUINCUAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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