METAMORFOSIS 60
Expresiones.
Los rayos del sol despuntaban haciendo luminoso la cocina de la estancia en la que se encontraban Agripina con su mamá y estaban arreglando la ropa, con ellas estaba el pequeño Rómulo de tres añitos y su mamá quien llevaría la ropa a lavarla al río, el cuerpo voluptuoso de la mujer caminaba cadenciosamente atrayendo las miradas de los hombres y sin dudar la del doctor Pérez, Agripina y el pequeño Luis Alfonso se unieron a la señora, los tres niños iban tomados de la mano, los caminantes ponían atención a las aguas tranquilas del río que cruzaban por la espesura de la montaña llevando su sedimento, se escuchaba de lejos el ruido de las aguas golpeando las rocas, además se apreciaba el sonido de las aves y el viento fresco de una mañana que se presentaba soleada, encontraron un lugar debajo de un frondoso árbol donde estaban unas rocas planas propias para lavar, Agripina y la señora Liliana madre de Rómulo refregaban la ropa, ya el sol se ponía en el cenit cuando escucharon el galope de caballos, vieron a distancia a dos jinetes, era don Ricardo y su hijo Tiburcio quien se bajó del caballo llevándole más ropa de trabajo para que la lave, Tiburcio miraba con timidez a Agripina, y, los jinetes se alejaron, luego de tener una plática corta entre marido y mujer, Agripina observaba al pequeño Rómulo desnudo corriendo por la playita y lo seguía también desnudo el pequeño Luis Alfonso, los penecitos se agitaban al brincar y saltar en el agua con arena en la playa, los desnudos cuerpos humedecidos brillaban tras la luz solar como reflejo, se abrazaban y rodaban por la arena con mucha alegría transmitiéndoles sonrisas a Liliana y Agripina que seguían restregando ropa, pasó un buen rato, Liliana decidió ir a la estancia llevando ropa lavada en su cabeza a manera de tongo y dijo que al regreso viene con el almuerzo, Agripina quedó al cuidado de los niños que seguían jugando en el agua, pasó un buen rato viéndolo a Rómulo sentado mostrando su penecito lleno de arena jugueteando con los dedos, eso de ver ese penecito infantil le calentó a Agripina, llamó a Luis Alfonso y lo sentó en una toalla diciéndole que se quedara allí sentado sobre la amplia piedra, ella se quitó la pantaleta y se quedó puesta con la falda y de inmediato se metió en el agua muy cerca de la orilla abrazando al pequeño Rómulo, los cuerpos aligerados en el agua se movían lentamente, lo fue llevando al niño a la sombra debajo del árbol donde el agua corría lentamente arrimándolo en la piedra de espalda ella con su cuerpo sentado en el fondo e hizo flotar el cuerpo de Rómulo abriéndose de piernas que cruzaba sus caderas así el pene de Rómulo rozaba la vagina de Agripina como ella quería, Luis Alfonso sentado sobre la roca miraba el movimiento de su hermana, lo cristalino del agua permitía ver cómo Rómulo tomado de las caderas era empujado hacia adelante y su pene se metía un poquito de su tronco en la vagina de Agripina que ya estaba su piel con alta temperatura, ella siguió con los movimientos, ambos pegados en el agua, haciendo el amor infantil en el agua cerca de la orilla arrimados a una piedra, le dio de repetidos besos con lengua y caricias por toda la cara que el niño al sentirle simplemente estaba quieto dejándose hacer de esos movimientos, mientras el pene entraba un poco más el niño ya le decía que sentía molestia frunciéndole la carita con sus manitos apoyadas en los hombros, ella lo entendió y se encorvó para atrás llegando a la orilla con medio cuerpo, el pequeño Rómulo encima de ella se podía ver ambas caderas pegadas, el penecito rozando la vagina de Agripina y ella abriéndole las nalgas pasándole el dedo en repetidas veces llevándoselo a la boca con amplia sonrisa definida en su rostro, el niño decidió apartarse, ella lo permitió viéndole parado orinando cuya orina caía en el agua, Luis Alfonso sintió lo mismo a la distancia al ver a su amiguito micciar, dejó que la toalla que lo cubría se deslice al ponerse en pie, con sus manitos se agarraba el penecito agitándole mientras sacaba orina, cabizbajo veía el impacto de la orina cayendo en el agua, sonreía gustoso, miraba a su amiguito y entre los dos miraban sus penes orinando, Agripina se acercó para verle mejor, el niño no se inmutaba y solo miraba salir su orina, ella lo marcó y le tomó de la cintura y unieron sus pechos, le dijo a distancia a su hermanito Luis Alfonso que se ponga la toalla y quede en cuclillas sobre la piedra, que no se mueva de allí, de inmediato ella se adentró en la maleza con el niño marcado llegando a un claro de arena donde habían muchas rocas planas, en una de ellas le acuesta y le hizo abrir de piernas, su penecito era agitado por los dedos de Agripina que se lo chupaba en repetidas veces, el nene vio que en su delante Agripina se quitaba la ropa quedando completamente desnuda, luego lentamente se acostó sobre él moviendo su vagina en el penecito y así quedó por unos instantes sobre el niño que pujaba por el peso de aquella niña de nueve años, posteriormente Luis Alfonso miraba que su hermana salía con su amiguito Rómulo de entre el matorral, lo llevaba marcado, ambos se metieron al agua, allí le siguió besando y posteriormente se apartó a seguir lavando la ropa, ante todo eso el pequeño Luis Alfonso seguía sentado en la roca cubierto con la toalla y sintió felicidad cuando su hermana le ordenó que siguiera jugando, rato después llegaba Liliana con la comida y se sentaron a comer en la arena, Agripina no podía evitar ver sentado a Rómulo con las piernas abiertas y su penecito rozando el plato de comida, ese penecito que lo había chupado y lamido hace poco.
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Cuando entró ese niño ya estaba con su cuerpo flaco y aún sin desarrollar desnudo en la cama, el visitante entró al ver la puerta apegada, le miró sonriente y comenzó a sacarse la ropa tras cerrar la puerta con seguro, se sacó la camisa primero y después se sentó en la cama y se sacó los zapatos y los calcetines, después se paró de frente al niño y se sacó los pantalones en su delante, a pesar de todas las veces que habían estado juntos, el niño no había tenido muchas oportunidades de verle completamente sin ropa, así a plena luz, por lo que cuando se bajó el calzoncillo y quedó totalmente desnudo, el niño se estremece de gusto, de verle tan grande, tan machote, tan poderoso con ese pene ya erecto esperando poseerle en forma total, sí, así lo pensaba ese nene, su metamorfosis estaba a plenitud, el visitante se acostó a su lado y le preparó con un lubricante que había traído para la ocasión, le masajeó mucho el hoyito, le metió el dedo repetidas veces y le dejó deleitarse con sus bolas y el pico de glande que derramaba abundante juguito pre seminal, después le hizo ponerme como perrito y comenzó a puntearle varias veces continuas con sus manos en sus caderas sin hacer caso a esas quejas de dolor salidas de su hermosos labios, le dio mucho miedo, es verdad, se nota en su rostro, pero también sentía que debía confiar en él, ante tantas frases motivadoras que le decía al pequeño, le decía que se calme, que él sabía lo que estaba haciendo en ese jueguito rico en el que siempre terminaban bien, de a poquito sentía que el culito se le adormecía con los punteos y que poquito a poco la puntita del pico del glande se iba metiendo en ese hoyito hasta que la cabeza traspasó el anillo esfínter completamente, el nene gritó a más no poder, le dolía, le dolía. Le decía a su sodomizador, él se quedó quieto por primera vez y luego comenzó con un vaivén muy suave, no daba crédito a las lamentaciones pero sí gustaba de escuchar los gemidos en las embestidas que le daba con su pene en ese hoyito, le mentía diciéndole al oído como que se lo quería meter, pero no se lo metía, lo hacía para calmarle y motivarle a seguir “jugando”, le decía que relaje el culito, que hiciera fuerzas como para expulsarlo, al decirle eso le besaba las mejillas y cuello, lo tenía bien sometido a su voluntad, le decía que no se contradiga, que lo estaba esperando para “jugar es lindo de las tardes”, y de pronto cuando hizo eso de entrar el glande, dejó ir todo el pico punta del glande dentro de sus entrañas, volvió a gritar gimiendo dolor, con algo de autoridad le decía que se estuviese quietecito que ya acabaría con el “jueguito”, el niño casi se desmaya del dolor, no lo disfrutaba como antes, ahora el visitante había ido más allá, instantes después se quedó quieto con todo el pene incrustado en su ser, el niño se iba acostumbrando en cada encuentro a tenerlo encajado en sus entrañas pero esta vez fue más allá, y pronto ya el dolor se transformó en una sensación de querer defecar, se convertía en una sensación que más que dolor era de incomodidad, como decía él: “duele pero te va a encantar”, cuando el visitante le penetró se quedó muy quieto el nene, al principio iba despacio hasta lograr meterle todo el pene por ese hoyito, no le dejó de sujetarle de las caderas, le tenía muy pegadito a él, con sus nalgas fuertemente pegadas a su pelvis, y cuando supo que era el momento comenzó con un meter y sacar que le enseñó una forma de gozar que le sorprendió y era que a la vez le masturba el penecito “siente como te lo meto y cómo se estira, mi amor”, “¡Qué rico lo sientes!”, “¿Verdad, amor?, para ese pequeño que fue un verdadero descubrimiento de sensaciones, le gustó sentir el pico del glande de esa forma y sin querer comenzó a mover el potito para que este pene no se saliera, todo esto le decía el visitante a precioso niño, este visitante debe haber notado aquellas ganas que se le estaban formando, porque comenzó a cogerle fuertemente y muy pronto se derramó el semen en su interior, como otras ocasiones, pero por primera vez sentía los latidos del pene cuando se está descargando bien adentro del hoyito y a cada descarga el pequeño niño bonito cerraba involuntariamente el anillito lo que le sacaba gemidos de gusto al visitante y más adentro lo metía al pene y aún después de haberse corrido lo mantuvo un rato dentro de sus entrañas infantiles, cuando se la iba sacando, lo hizo despacito y cuando salió todo ese pene venoso sonó como cuando uno saca un corcho como quien destapa un champagne fino, y es que en verdad estaba destapando un hoyito fino como de costumbre en aquellas visitas, sólo que al pasar el tiempo cada visita era más intensa con cosas nuevas en poses que la niño lo dejaba deslumbrado, y al escuchar ese sonido del “cho, choc, choc” le dio vergüenza al pequeño, porque además sentía un leve olorcito a excremento, pero el visitante no se dio ni por enterado; gemía diciendo acostado muy complaciente; “¡Ahh!”, “¡qué rico tu potito!”, “cada vez lo haces mejor, mi amor”, “te quiero, en verdad”, le dijo motivándole, secándose el sudor de la frente, y el niño también se quedó acostado de cara al techo concentrado en la sensación de adormecimiento que tenía en el ano, aunque ya no tenía ese pene venoso adentro de su ano, aún parecía tener la sensación de que lo sentía, era como si ese hoyito no se resignara a quedarse vacío y el anillito reclamase con pulsaciones la presencia del pico glande de pene delicioso nuevamente, era eso las meditaciones y el deseo de volverle a ver al visitante, ese niño con su amplia metamorfosis se estaba siendo adicto a ese delicioso pene, de ahí en más, cada vez que le decía que le iría a visitar como podía que le avise siempre al pasar por la calle, el nene asentía y siempre lo esperaba ansioso, deseoso de sentirlo dentro de sí, cuando aparecía, su figura se le hacía más grande aún de lo que realmente era, él se desnudaba completamente y el niño lo miraba sin perder detalle de su cuerpo precioso, luego en cada encuentro siguiente él le desnudaba tocándole todo, especialmente el culito al que le dedicaba especial atención, enseguida le ponía a lo perrito, con el culito al aire y él se embadurnaba el glande con crema para dejárselo ir todo adentro, lo más que podía, esa era imagen que se lograba recrear en el pensamiento infantil de ese precioso niño, con su glande en la mano y el niño mirando con la cabeza ladeada en la cama, es algo que jamás se la ha olvidado, un visitante excepcional para coger y un nene tan flaco y pequeño sostenían escenas sexuales del más perverso contraste, y, sin embargo, de máxima lujuria al mismo tiempo, sobra decir que las cogidas entre ambos se fueron haciendo cada vez más frecuentes y se hicieron aún más cercanos a la ausencia de la abuela.
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El sol fuerte de temporada hacía su efecto aquella tarde en la que Lucrecia sentada en la orilla del arroyo enjabonaba a su hombre, desde hace meses Lucrecia ya empieza a consolidar su poder económico en el mercado con sus dotes de vendedora, el único obstáculo es ser la hija de un asesino pero con vehemencia poco a poco se hace respetar, esos comentarios se intercambiaban en el arroyo, el hombre feliz de ver crecer a su hijo viendo que ambos tienen un lunar en el hombro, el hombre le prodiga cariños al pequeño que sonríe, desde lejos Luis observa la escena, llora su tormento de no poder estar ahí con aquel hombre que en agonía de su madre supo que era su padre, su orgullo de piel y posición no se lo permitían, pero sentía un vacío de cariño, se preguntaba por qué el destino quiso que sea hijo de aquel hombre, un peón y campesino, a veces se preguntaba por qué estaba ahí si sentía dolor, quizá quería saber, quería ir y preguntarle su origen, quizá decirle en su rostro lo cobarde de su acción, quizá decirle por qué, su rostro se llenó de lágrimas, había visto a la mujer en el pueblo con su carácter jovial convenciendo de su oferta y demanda, había puesto a la venta víveres en el mercado e iba incrementando su local, Clemencia la esposa del doctor Pérez se había hecho amiga y eso a Luis le molestaba más, irónico, ambas de alguna forma habían ocupado el lugar de su difunta madre Andreina en los corazones de los dos últimos hombres que habían ocupado su corazón, le vino a la mente la imagen del que creía ser su padre, Guillermo Izaguirre, desde que salió de estas tierras no tenía noticias, fue el único que de niño le había dado cariño esforzándose un poco, esta vez Luis fue un poco más audaz que antes y ya estaba muy cerca viéndoles bañarse, el niño estaba parado desnudo sobre una roca plana, estaba escurriéndose, con angustia y sorpresa Luis vio el lunar del niño que lo tenía en el hombro igual que él, sin duda, se dijo, que el niño era su hermano, más, corroborando cuando aquel campesino se levantó a ponerle la toalla a su hijito y también tenía un lunar en el hombro, sin duda alguna, padre e hijos por igual genética, sonrió irónicamente pensando que su madre Andreina le había dicho la verdad, aquel campesino al que miraba con pausa en realidad sí era su padre, inclusive el lóbulo de la oreja era similar en ambos, Lucrecia cargó al pequeño dejándole dentro del humilde rancho, el hombre estaba completamente desnudo y ella en la orilla estaba viéndole sonriente, animadamente se despojó de toda la ropa haciendo el amor, Luis escondido presenciaba todo, escuchó de ella decirle al hombre que tuviera cuidado porque podría dañar al bebé que estaba esperando, el hombre como loco saltaba de alegría lanzando esa agua cristalina con las manos y gritando desaforada satisfacción de volver a ser padre, la colmó de besos y caricias diciéndole lo feliz que le hacía, Luis hizo puños, en un arranque de altivez se dijo interiormente que él era el primogénito, vio sus puños y sintió mascar los dientes apretándolos, tuvo sensación de celos propios de hijo engreído y prefirió alejarse del lugar, tomó las riendas de su caballo haciendo un sigiloso paso, dijo que ya no podía estar más ante una familia realizada, al llegar a la estancia de su abuelo Rodolfo se da la sorpresa grata de verlo a Nicolás que contaba ahora con quince años, desde hace mucho tiempo no se habían visto, Nicolás había adoptado su caminar amanerado mucho más expresivo que el de Luis, Rodolfo lo miraba caminar y sonreía discretamente, Luis ya tenía diecinueve años y a verlo le vinieron los recuerdos de aquellos actos sexuales que de niños hicieron, guardó un poco de prudencia en decirlo, le invitó a jugar pelota en el patio con césped, se despidieron de doña Matilde que al saber la noticia de la gravedad de la enfermedad de su buena amiga la vino a visitar con su nieto, los dos muchachos luego fueron a la cocina, estaban solos, Luis con gestos insinuantes se tomaba el pene vestido apretándolo en la tela con el pulgar, Nicolás lo miraba fijamente con una sonrisa forzada, los dedos de Luis recorrían las manos de Nicolás, luego las piernas de Luis recorrían los muslos de Nicolás, de nuevo Luis estiró su pene ahora a lo que Nicolás también lo hacía, estaban sentados juntos en taburetes altos, así las manos de Luis recorrían los muslos de Nicolás viéndose fijamente con sonrisa, eso fueron interrumpidos de pronto por las voces de la abuela de Nicolás y de don Rodolfo que le agradecía por la grata visita a su enferma esposa, la señora le expresó que se quedaría con su nieto hasta luego de pasar el año nuevo con sus amistades en el pueblo ya que su hijo Fulgencio y su otro nieto Mateo estaban de viaje de negocios, así que las visitas podrían ser periódicas, Rodolfo le agradeció solemnemente la deferencia con una venia pues comprobó que la presencia de la abuela de Nicolás a su esposa la había reconfortado en su estado de ánimo, la señora asintió galante aprobando la deferencia y se despidió haciendo lo mismo su nieto, los dos ancianos bajaban las escaleras, los dos chicos iban detrás, de súbito Luis se pone detrás y lo detiene de la cintura a Nicolás, lo lleva a un rincón y le frota el pene por el trasero vestido de Nicolás que se queda quietecito y ayudándole a sentir mejor esos movimientos, ambos miraban a los ancianos perderse por la sala, se pusieron de frente tomándose las cinturas y frotándose los penes se apretaban las manos a la ropa, todo fue rápido y se soltaron para guardar las apariencias, Luis lo vio bajar las escaleras y desde abajo Nicolás miró a Luis que se restregaba el pene vestido en señal de necesidad sexual, sonrió y caminó al césped de la entrada donde estaban los ancianos esperando a Nicolás, de esa forma Matilde y su nieto entraron en la carreta que los llevaría a pueblo, Luis corrió a la ventana viéndolos alejarse, se dijo hacía sí que sería suyo pronto.
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La última semana del último mes del año de 1942 Carlos Felipe del Olmo decidió pasarlo con su familia en la estancia de su amigo Daniel Pérez aceptando sus tantas insistencias de visita, el hombre terrateniente decidió pasear en su auto solo viendo las extensiones de tierras de su amigo, el encuentro entrañable con su amigo Gumersindo no podía ser mejor al compás de unas cervezas en el pueblo, el terrateniente preguntó por la vida de los Buonanote enterándose de que Noelia se había convertido en una guardiana de los bienes heredados por su difunto marido, don Rodolfo conservaba sus bienes y había tenido bonanza últimamente, le habló de la muerte de su hija mayor Leonor y de su segunda hija Josefina que ya había tenido un hijo con un aventurero al que había sido asesinado rumoreándose que su asesinato había sido planeado y ejecutado por el difunto Gustavo Pozzo padre de Josefina, los amigos siguieron libando, de Gustavito el noble campesino dijo que era un chico formándose de hombre, muy responsable a sus trece años y era muy cariñoso con su madre, era la adoración de su abuelo Rodolfo Buonanote y era muy querido en el pueblo, bien apuesto y formal, aseado con modales muy viriles, parecía un príncipe, un muchacho descendiente de la nobleza, tenía un temple imperial decía el campesino refiriéndose al hijo de Noelia Buonanote y de Gustavo Pozzo, muchos parroquianos analizaban contrastando el físico y el carácter del muchacho con los de su difunto padre y tenía este muchacho descendiente de europeos tenía gran parecido facial a su madre igual que su piel pero diferente el color del pelo que tenía con respecto a sus hermanas, Carlos Felipe ya lo había notado de aquel muchacho desde que era un niño robusto en las visitas a la casa de su madre Noelia cuando vivía en la ciudad antes de asarse de vivir como ahora en la capital, la libación y tertulia continuaron, posteriormente Carlos dejó a su amigo en su rancho, insistió en invitarle a comer la tradicional comida campestre, Carlos Felipe del Olmo reposó un poco en aquel catre, caminó hacia donde estaba ubicada la ramada de los padres de Hermógenes, se le vino a la mente el rostro de la madre de su hijo Carlos Serafín, sus expresiones faciales de ternura combinaban con las de angustia e impotencia, se imaginaba que en ese lugar había hecho el amor a esa mujer engendrando en ese lugar a su hijo Serafín en aquel mes de diciembre de 1928, sí, allí engendró a su hijo de ahora trece años cumplidos, suspiró hondamente, apretó los puños, pero se contrajo más pensando en Noelia, tenía sentimientos encontrados, había pasado tantos años y aún la seguía amando como el primer día en que se encontraron cuando eran niños, se despidió de su noble amigo y manejaba a marcha lenta combinando su pensamiento con la vista de la geografía hermosa del lugar, el sol se acentuaba, se detuvo en lo alto de la montaña con su auto Ford Cupé 1942 negro con filo de llantas blanco, se arrimó prendiendo un cigarrillo lucky strike, miró a lo lejos las propiedades de Noelia, anhelaba siquiera poder verla de lejos, pero no le era posible, a lo lejos una figura montada en bicicleta venia presurosa bajando la montaña de enfrente, vio al chico caerse sin opción a levantarse debido a la imprudencia de gran velocidad, encendió su auto y llegó al cuerpo del muchacho que estaba tendido boca abajo a un lado la bicicleta, de inmediato le dio la vuelta y se encontró con el rostro de Gustavito que tenía los ojos cerrados con laceraciones en los brazos y frente, puso su oreja en el pecho, aún respiraba, fue al auto por una botella con agua y le limpió la cara, el chico abre sus ojos, reacciona sorprendido viendo el rostro de aquel hombre, Gustavito trata de reaccionar intentando ir a montarse en la bicicleta pero estaba con el aro delantero y timón doblados, el terrateniente le pidió que tuviera calma y que se sentase para limpiarle y humedecer con agua las heridas, el silencio que duró unos instantes largos fue cortado por el adulto con una sonrisa, le dijo al muchacho que cuando tenía esa misma edad se había lesionado la rodilla y se arremangó el pantalón mostrándosela, los dos estaban juntos sentados, Gustavito hizo gestos de dolor en las caderas, lo que se incrementó la angustia del hombre que afanosamente le daba masajes, era muy atento con el muchacho, Gustavito aceptaba con recelo aquellas atenciones del hombre que había lesionado la vida de su madre, en algunos casos las rechazaba pero Carlos insistía, trajo medicina del botiquín del auto y le curó completamente las heridas, cuando terminó le frotó el pelo con cariño, Carlos puso la bicicleta en la cajuela y Gustavito se sentó de copiloto, mientras la marcha lenta del auto iba en dirección a casa de Noelia, el terrateniente miraba de reojo al muchacho, en algunas ocasiones intercambiaban miradas, Gustavito se ponía cabizbajo, no se dijeron palabra alguna, Carlos tenía sensaciones encontradas de angustia y cariño indescriptible, detuvo su Ford Cupé 1942 en el portón de la entrada de la estancia de Noelia, desde la ventana la mujer atenta miraba impresionada a su hijo salir del lujoso auto, sus piernas estaban manchadas y se aumentó su angustia cuando vio que él era Carlos Felipe quien abría la cajuela ordenándole a un peón que saque la bicicleta descompuesta, la mujer iracunda salió corriendo al reclamo pensando que su hijo había sido atropellado por ese hombre, pero Gustavito reacciona deteniéndola y le contó lo sucedido, ella asintió tranquila ante las palabras pausadas de su hijo, el más querido por ella, le agradeció con altivez y con una frialdad le pidió que se marchase, Carlos quiso argumentar pero la insistencia cortante al diálogo de la mujer era determinante y caballerosamente hizo una venia y se metió al auto saliendo del lugar, la mujer con los ojos rojizos a punto de llorar lo vio alejarse, abrazó a su hijo y entró a darle sus cuidados, Gustavito se limitaba a ver el rostro de su madre, se toparon en el interior de la casona con Luis que había llegado primero minutos antes para pedalear bicicleta, un poco lejos de ahí Carlos meditaba, paró su auto, salió a fumarse un cigarrillo, vio la estancia de Noelia y se dijo interiormente lo bella que estaba.
FIN DEL SEXAGÉSIMO EPISODIO
wow amigo sigue contando mas y saludos amigo… 🙂 😉 🙂 😉