METAMORFOSIS 61
Fisgoneo.
En aquella mañana de diciembre de 1942 los niños brincaban desnudos en una gran improvisada tina metálica de baño, sus penecitos se movían alzando y bajándose el tronco, se agarraba cada uno sus testículos cuando estaban sentados haciendo burbujas en el agua, Agripina muy cerca de ellos los estaba cuidando, su atención era mayor al pequeño Rómulo que a su hermanito Luis Alfonso, los minutos pasaban, decidió primero secar a su hermanito y llevarlo a su cuarto co se lo había dicho su madre antes de irse con la mamá de Rómulo al pueblo, desde la ventana del cuarto de alto miraba hacia la tina a Rómulo que seguía brincando desnudo muy alegre en el agua, su vista se centraba en aquel penecito gruesito que tanto le atraía y en esos infantiles labios carnudos rozagantes que ahora estaban amoratados de tanto contacto con el agua, bajó con su hermanito vestido de marinerito hacia la sala donde lo dejó, luego fue a donde estaba Rómulo y lo secó con toalla pasándole la mano por el penecito y sin más abrió la boca y chupó esa extensión de carne infantil, pero todo fue en segundos al sentirse al descubierto, sin perder tiempo lo cubrió con la toalla, con una mano llevaba la ropa del niño y con la otra conducía al niño en dirección a su cuarto, mientras caminaban podía verle los piecitos mojaditos del niño dejando huellas en el piso entablado y en las escaleras, Luis Alfonso los vio subir mientras jugaba con sus autitos, Agripina cerró la puerta de su habitación para sentirse segura, el niño con el pelo lacio negro alborotado se sentó en la cama todavía tenía la toalla cubierto, ella lentamente se iba sacando toda la ropa, Rómulo la miraba que se e acercaba, le hizo parar y la toalla cayó al piso de madera dejándose ver a Rómulo completamente desnudo con su penecito que era agitado por los dedos de Agripina que no dejaba de sonreírle, el niño se dejaba hacer esos movimientos pues sentía delicioso y como muestra de aquello su penecito se puso erecto, ella lentamente lo acostó en la cama, su pene descubierto erecto, Rómulo alzaba su cabecita viendo que el cuerpo de Agripina se le acercaba poniendo a rozar la vagina en su penecito, sintió presión por el peso en su cuerpito haciéndolo pujar, eso a ella le motivaba a seguir pero al niño le inquietaba, ella como serpiente se deslizo por el cuerpo del niño separándose quedando arrodillada con la cara cerca del penecito de Rómulo, ella cerró los ojos abrió su boca y lamió el penecito luego se lo introdujo en la boca con placer mutuo gustaban de esos movimientos, por varios minutos le hizo eso hasta dejarle bien ensalivado, ella se puso en posición de perrito con sus nalgas bien expuestas y le dijo al niño que se acerque, Rómulo obediente se levantó de la cama dando unos pasitos para estar junto a ella, le dijo que se ponga detrás y que se arrime, así lo hizo, tomó el penecito del niño y se lo puso detrás rozándoselo, abrió sus nalgas y de la cadera sujeta del niño que le hizo movimientos adelante y atrás por varios minutos, fueron interrumpidos por llamados de Luis Alfonso golpeando la puerta, ella con rapidez lo envolvió con la toalla sentándolo en la cama, rapidito se vistió y abrió la puerta, el niño entró pidiéndole a su hermana unas galletas, ella le afirmó su pedido y pidió que espere en la sala, el pequeño salió contento de la habitación, se acercó a Rómulo diciéndole que también había galletas para él, esa noticia le hizo al niño abrir los ojos y mostrar una cara de gran felicidad, se dejó manosear el pene y besar repetidamente ya para esa instancia Rómulo permitía todo lo que le hiciera Agripina a cambio de dulces y galletas.
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Las visitas de Nicolás con su abuela a la estancia de don Rodolfo Buonanote eran frecuentes por la atención que les daban los anfitriones, la señora era carismática y jovial aquello que le hacía sentir bien a la esposa del dueño de casa, Nicolás paseaba por aquella construcción victoriana de madera, sentía que le faltaba algo al muchacho, estaba un poco triste viendo las plantas y los animales del lugar, subió a lo alto de la casa para evitar estar aburrido, de lejos miraba que habían algunos niños jugando a la pelota, estaba a punto de baja e ir allá donde estaban, cuando de pronto a lo lejos observó que se acercaban dos figuras montando bicicleta, eran Luis y su primo Gustavito que visitaban a la abuela, muy animado bajó a su encuentro con su amanerada forma de caminar, Luis al verlo se complació con una amplia sonrisa, luego de entrevistarse los primos con su abuelita pasaron a manejar bicicleta por los alrededores de la estancia alternando el préstamo de la bicicleta a Nicolás que vestía pantalón corto con medias altas a las rodillas y solapa de marinero, un peón a caballo llegó a decirle a Gustavito que de parte de su madre se acerque para ayudarle en la contabilidad que él tenía registrado de la cosecha de algodón, el chico se despidió de los adultos y de sus amigos y aceleró en su bicicleta, el peón lo acompañaba a su lado montado a caballo, bajó un poquito la velocidad y se detuvo ante el frondoso samán que cubría el mausoleo hecho al padre de Carlos Felipe del Olmo para tomar aire, el lugar le atraía indescriptiblemente cada vez que pasaba por ahí, no se lo podía explicar aquel sentimiento de inquietud, siguieron la marcha sin darse cuenta que Gumersindo el fiel amigo d Carlos Felipe del Olmo había fisgoneado al muchacho desde el interior de la construcción, hizo movimientos de cabeza a manera de negación con un poco de tristeza, lejos a de ahí Luis y Nicolás subieron al ático, vieron varias cosas antiguas, Luis abrió las ventanas, la luz permitió observar de mejor manera los objetos, Nicolás se arrodilló a manipular una reata y Luis se le puso por detrás rozándole su pene vestido en la espalda, su cara bajó con la intención de besarle el cuello, no hubieron palabras, Luis continuaba con sus besos repetidos en las mejillas de Nicolás, quería amarlo, lo deseaba, Nicolás lo entendió, se levantó y se desabonó el pantaloncito corto cuidando de no ensuciarse ante la presencia de polvo, detrás Luis se bajaba los pantalones y calzoncillo mostrándole el pene peludo muy erecto, le hizo gestos a Nicolás para que se arrodille, el chico de quince años abrió la boca permitiendo que le entre el pene del muchacho de diecinueve años, Luis sentía placer con los ojos cerrados moviendo su pene en la boca de Nicolás, las caderas de Luis se movían rápido que a punto estuvo de eyacular pero se detuvo, quería más, le quitó toda la ropa al chico de quince años y lo puso a en posición perrito, le abrió las nalgas todo lo que pudo y e introdujo su pene ensalivado dándole placer al ano entrando y saliendo, Nicolás gemía, Luis notó que todo su pene estuvo dentro y los movimientos fueron más rápidos, Nicolás era suyo, se estaban cumpliendo sus deseos desde hace pocas semanas, el lugar era propicio para la intimidad, allí años atrás fue el lugar que por vez primera el mulato Lástenlo le hizo el amor luego de haber fisgoneado haciendo el amor al mulato y a su tío René, Luis recordaba eso y le decía a Nicolás que este era su lugar secreto y también ahora era suyo y le pidió que no lo divulgue, Nicolás asentía obediente, estaba escuchando esa solicitud con sus ojos cerrados concentrado en el placer de ser sodomizado y de pronto sintió un líquido en su ano, era el semen de Luis depositado en las entrañas anales de Nicolás, ambos quedaron con respiración acelerada haciendo pausa antes de vestirse, se arrimaron a la ventana, Nicolás como gato ronroneaba en la oreja de Luis que deseaba hacerle el amor allá en el monte, bajaron las escaleras en precipitada carrera llenos de risas, esa actitud complacía a los ancianos que los veían orgullos a esos chicos llenos de vida sin imaginarse lo que acababan de hacer esos pendejos, Luis montado en la bicicleta hizo que Nicolás se siente en el cuadrante y emprendieron camino en dirección al monte tupido en los alrededores limítrofes de la estancia del abuelo de Luis, eligieron un lugar que era donde precisamente Luis había perdido la virginidad de manos de su tío René, muchas veces acudía ahí con Melesio pero que ahora lo pasaba trabajando más en el pueblo y así poco se veían para esos encuentros, todavía estaba el árbol frondoso en la loma y aquel tronco caído, Luis se desnudó completamente, igual lo hizo Nicolás, ambos cuerpos desnudos giraban sobre el suelo llenos de risas, lejos estaban de sospechar que eran fisgoneados por un hombre con los ojos bien abiertos dibujándose la ira y los puños bien cerrados agarrando un filoso machete, Luis se encorvó en el tronco, Nicolás detrás puso el pene ente las nalgas y empezó a empujar, Luis de abajo le pedía más fuerte, deseaba sentir más y más ese pene de Nicolás y minutos después Luis sintió el semen de Nicolás en su ano, los movimientos de caderas desnudas eran fuertes y contundentes haciéndoles gemir con más fuerza que antes, se sentían libres en la naturaleza, aquel hombre lloraba impotente dentro de la maleza viendo esa escena sexual, se contuvo de intervenir con su filoso machete, nomás se limitó a seguir viendo, si actuaba las consecuencias hubieran sido nefastas para él mismo, los dos chicos ya estaban acostados de perfil de frente rozándose sus piernas y dándose besos y caricias a sus rostros, Nicolás tenía apariciones de acné, pero eso no le quitaba lo hermoso de su rostro, Luis se acostó sobre Nicolás moviendo la cadera arriba y abajo haciendo que se rocen sus penes peludos erectos, puso las piernas de Nicolás en sus hombros abriéndolos y le introdujo el pene en el ano dándole metidas y sacadas al ratito sacó el pene haciéndolo pasar por ente los testículos y salió semen cayendo en la ingle de Nicolás que miraba complaciente esa postura sexual y de ser sexuado de esa manera, ellos se levantaron limpiándose con papel, Nicolás de quince años decidió defecar y con el excremento salía el semen, Luis de diecinueve años miraba a su amante el pujar parado orinando, ya limpios y vestidos tomaron el camino a la estancia de Rodolfo Buonanote, iban diciéndose muchas cosas entre ellas poniéndose de acuerdo en un próximo encuentro, decidieron aprovechar el máximo de tiempo que les quedaba de aquel fin de año, se decían mutuamente que era su gran secreto para toda la vida, sin darse cuenta aquel hombre lleno de cólera se acercó al lugar donde antes había presenciado las escenas sexuales, se arrodilló y lloró por largo rato hasta que el ocaso se estaba presentando.
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Pedro Artemio periódicamente visitaba la familia de su mentor Guillermo Izaguirre la anciana tía lo quería mucho al niño por ser tan bonito, de fina piel pero que era irreverente y altivo pese a ello lo toleraba porque era justo pese a la poca edad de siete año que tenía, la tía aconsejaba a su sobrino que realice su vida con alguna mujer, tocó el punto de quedarse solo sin descendencia, miró al niño y le dijo a su tía que la providencia le había dado esa descendencia, la tía dijo que el niño no era su sangre y era su obligación de hacer descendencia, Guillermo asintió diciendo que solo el tiempo y el destino lo decidirá ya tuvo su compañera pero lamentablemente murió, la tía estaba muy contenta con la presencia del niño y convenció a Guillermo para que le dejara al niño a su cuidado, ya en su primer año de escuela Pedro Artemio fue bien vestido y aseado, Guillermo y su tía lo acompañaron, parecía un precioso príncipe rubito de piel blanca, a manera que iba creciendo el niño Guillermo encontraba un parecido leve a su ex esposa la difunta Andreina pero más se parecía al niño a su madre Noelia Buonanote, ese secreto que guardaba del origen del niño lo guardaba y le minaba la conciencia, sabía que Noelia no estaba disfrutando de su hijo por su silencio, su conciencia a veces le impulsaba a ir a la estancia de Noelia y decirle que él tenía a su hijo pero se contenía de hablar o escribirle, tenía malos recuerdos de aquella familia Buonanote y de todo lo que ellos representaban, a pocas cuadras de aquella escuela que asistía por primera vez Pedro Artemio a sus siete años estaba el pensionado donde estudiaba Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote e iba tomado de la mano de su madre, de lejos Noelia observó a Carlos Felipe del Olmo en compañía de sus hijos y de su actual esposa que sostenía marcado a su hijo, las miradas se cruzaron, ella muy firme y erguida con mirada punzante y seria, él cabizbajo por su conciencia, Gustavito sintió la angustia de su madre cuando le apretó la mano, su hermana Josefina y su sobrinito Andrés Gustavo Teodomiro lo acompañaban, pese a la tensión en la formación Serafín y Gustavito intercambiaban sonrisas, el destino de nuevo los volvía a unir.
FIN DEL SEXAGÉSIMO PRIMER EPISODIO
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