METAMORFOSIS 63
Entrevistas.
La celebración de fin de año de 1942 había terminado, los primeros días del naciente año de 1943 transcurrían con la rutina de siempre, luego de varias semanas llegó el día en que Josefina junto con su madre tenía que viajar de nuevo a la capital a entrevistarse por segunda vez con el abuelo del pequeño Andrés, el viaje era largo hacia la capital que por esos días llovía constantemente, las pocas calles asfaltadas y empedradas se contrastaban con el agua que corría, la gente iba con paraguas, Josefina y Noelia iban acompañadas por el hombre de negro como ellas le decían en secreto para identificarlo o referirse de Emilio, hermano de difunto Teodomiro, pero para Josefina aquel hombre ya tenía un cierto apego que iba más allá que afecto, en los últimos meses había existido una atracción que se demostraba en sus miradas cómplices, así, el hombre de negro viajaba con frecuencia a la estancia de Noelia bajo cualquier pretexto para estar cerca de Josefina, y entretenerse con el pequeño llevándole costosos obsequios desde golosinas finas a juguetes de moda, el tiempo transcurría para los visitantes recorriendo la ciudad, y la lluvia continuaba cuando entraron a la gran mansión, el niño daba pasitos con ayuda de su mamá que lo llevaba de la mano, algo lejos al terminar el gran pasillo el abuelito lo esperaba acuclillado con los brazos abiertos, Josefina soltó a su hijo, el niño dando pasos con dificultad llegó a los brazos de su abuelo, Roxana completó los abrazos llevando a su pecho dando vueltas con el niño, los dos lo tenían colmado de mimos, el abuelo sacó de su bolsillo un dulce al que le quitó la envoltura y se lo dio, el niño chupaba con gusto el dulce regalado, Roxana le ayudaba, de lejos presenciaban Noelia y Josefina, se miraban con alegría, Emilio cerca de Josefina sonreía por la acción, pasaron al gran salón, sofisticado, lujoso, parecía el de un gran palacete, el abuelo seguía marcando a su nietecito, de pronto aparece una mujer mulata que al ver al niño abre los ojos en forma desorbitada con una amplia sonrisa dibujada en su rostro que se llena de lágrimas, para los visitantes esa aparición causa impresión, Emilio se acerca a la mulata de igual manera lo hace Roxana, con mirada de insinuación del dueño de casa los tres se retiran llevando a la anciana mulata cabizbaja, se escucha el golpe de la unión de las dos grandes puertas, el niño va a donde están sentadas su madre y su abuela, el hombre saca de su gaveta las pertenencias de Teodomiro que Josefina le había dejado, el hombre iba a empezar el relato cuando fue interrumpido por el crujido de las puertas abriéndose apareciendo una empleada con refrescos y aperitivos, la empleada sale haciendo venia, el hombre al escuchar el cierre de las puertas continua su relato, a la joven madre le dice que no la van a desamparar pues ver la cara de su nieto le recuerda en efecto la infancia de su hijo, algo más que asombra a las visitantes es cuando manifiesta que Teodomiro desciende de realeza africana, que sus antepasados fueron de linaje real, el aro que sostiene mostrando con sus dedos son de orfebrería de la época y que se pasaba entre los primogénitos de cada generación al cumplir la mayoría de edad y que ahora su nieto era el dueño, ambas mujeres se vieron con asombro, le preguntaron cuáles fueron los indicios y él le respondió que en la abadía de un amigo religioso había encontrado en el libro de las crónicas de indias la remesa de esclavos africanos y que se adhirieron a las colonias llegando del Caribe a la América continental y una fracción de estos llegó al país de la canela, tras la independencia lograron hacer logias, unos al trabajo campesino, artesanal y otros a la mala vida, la madre de Teodomiro desciende de esa fracción de esclavos cuyos secretos de origen son bien arraigados, por las venas del pequeño Andrés Gustavo Teodomiro corría pues sangre europea, africana y americana, todos vieron con alegría al niño que estaba sentado lamiendo alegremente su paleta, el hombre las invitó al almuerzo en su honor y les ofreció hospedaje por toda una semana, Noelia manifestó que sería molestia a lo que el hombre respondió con cortesía que no, las visitantes aceptaron pasar toda la semana incluido el fin de semana, en esa estadía muchas cosas pasarían que a las visitantes les cambiaría la vida.
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En uno de esos días, aquel muchacho le preguntó si le podía enseñar su pene, a lo que respondió negativamente, siendo pocas las veces vez que se negaba a hacer algo que él quería, el muchacho al notar que ese nene le tenía desconfianza le dijo que él le mostraría el suyo también, al plantear eso último su postura cambió, el muchacho siempre le había atraído al nene por sus juegos sutiles haciéndole participar con los muchachos mayores, y la idea de poder ver su pene fue como una corriente eléctrica sobre su cuerpo pues ya se lo había visto antes en los juegos de las luchitas sobre los cartones puestos en el suelo donde por una manga del short se sacaba el pene, el nene asentía con la cabeza sin decir nada, el muchacho le puso de pie y le mostraba su miembro viril lampiño, el muchacho sonrió con una perversión y satisfacción que le hicieron sentir bien al nene sobre todo cuando ´éste lo agitaba muy cerca de la pierna del muchacho que la acercaba para que ese penecito la roce suavemente, así, los dos sonreían en ese apartado cuartucho donde se ponían los trastes del mercado, al nene le gustaba saber que el muchacho disfrutaba viéndole con las manos metidas al short estirándose el pene vestido, sí, lo disfrutaba y mucho, luego vino el “Te toca” le dijo el nene al muchacho, se notaba su expresión de timidez mientras se guardaba su miembro en su short corto que llevaba ajustado a la piel de su traserito y penecito, el muchacho rápidamente se levantó con mucha seguridad y ágilmente sacó su pene velludo del short ajustado, como que rebotaba al salir de la tela ajustada a su piel, era lindo, un poco más grande que el del nene obviamente por las edades diferentes pero ambos no perdían su gracia de estar erectos, y aún se apreciaba más claramente su belleza por lo que en sus venas se notaban un poco más su esplendor sin perder también lo que le toca al del nene que temblaba de nervios, aquello le gustaba pero sabía que si alguien les veía en ese lugar habría problemas, a pesar de ser un tanto inocente el nene sabía que eso no estaba bien aunque no quería en sus adentros que eso terminara debido a su metamorfosis creada por ese muchacho que era su iniciador, él notaba en el rostro del pequeño la intención de descubrir más, el muchacho lo motivaba a seguir adelante en ese descubrimiento, en esa inquietud, desde ese momento se sometía a su voluntad, cualquier cosa que le ordenaba el muchacho el nene lo hacía sin cuestionar, eso lo calentaba demasiado y a él le llenaba de excitación y gusto saber que disfrutaban con lo que hacían, en esos días, cuando tocaba de pasar la tarde solos, sucedía de todo lo que quiso el muchacho, seguidamente se tocaban, incluso el muchacho aprovechaba en enseñarle a besar al pequeño nene, en eso, le ordenó tocar su pene, cosa que quiso hacer el nene travieso desde un inicio, pero que por vergüenza no se atrevía, hasta que salió de la iniciativa del muchacho y él tocaba el suyo con más habilidad y menos temor, eso al nene le llevaba al cielo y de regreso una y otra vez, se bajaban los shorts mostrándose el agita de sus penes al descubierto, unían sus caderas y allí se aprovechaba el muchacho a que le enseñaba a hacer espaditas y más cosas mostrándose las diferencias de edades en sus miembros, luego se separaban y se vestían de nuevo, el muchacho salía por la puerta a cerciorarse de la ausencia de gente por ese apartado lugar en los rincones del mercado donde se guardaban cajas y desechos sólidos, luego regresaba tranquilo, al nene le fascinaba ver su cara cuando se le ocurrían más cosas que explorar y él se entretenía por un rato tocando el traserito infantil pasando su mano dentro de la tela del short, “lo tienes muy lindo” le decía el muchacho al pequeño, mientras le acariciaba y de esa manera le iba acostando al pequeño nene sobre el montón de cartones regados en el piso, así, con mucha confianza y seguridad de encontrarse a solas en ese lugar el muchacho le deslizaba el short ajustado al cuerpo llegando a las rodillas infantiles, instintivamente el nene al sentir eso miraba a la puerta del cuartucho de enseres, el muchacho lo tranquilizaba recordándole lo seguro que supuestamente brindaba aquel lugar, así, sentía el roce de las manos del muchacho en su traserito, luego los besos en sus pompis, la carita del nene fruncía al sentir la metida de un dedo en su anito, mordía los labios y salía saliva de su boca rodeándole los labios mientras gemía bufando, le decía que aguante pues eso a él le gustaba, el muchacho le sacaba el dedo del culito llevándoselo a su nariz oliendo pausadamente, “oye, huele tu culo” le decía mientras le pasaba el dedo por la nariz del pequeño, olía ese resto de excremento, luego se sentaban viendo al muchacho que se deslizaba rápidamente el short mostrándose el pene velludo muy erecto con la punta del glande de líquido pre seminal, pasaba el dedo por el pene erecto que lo tenía al descubierto recogiendo ese líquido llevándole a la nariz del nene “huele mi leche.. que es también tu leche” le decía mientras le rozaba el dedo en la naricita, el nene se quedaba quieto ante esos movimientos, luego le recostaba de carita al cartón, el nene sentía el peso del cuerpo del muchacho sobre su cuerpito infantil, sentía además el golpe de la respiración del muchacho en su pelo, orejas y cuello oyéndole decir que le pertenecía, luego sentía en su traserito ese roce acostumbrado de pene velludo sobre sus nalguitas humedecidas de líquido preseminal para luego finalmente sentir en la entrada de su hoyito entre la separación de los glúteos ese deslizarse del semen que el muchacho le dejaba, se tranquilizaba al sentir ya no más movimientos en su cuerpito por parte del muchacho, lentamente se iba apartando del nene, “aún lo tienes cerradito, pero en algún momento será mío tu potito”, así, luego de verle el rostro tímido al nene y éste viendo ese rostro lleno de satisfacción del muchacho se limpiaban, el muchacho lo hacía con su pene usando papel higiénico y el nene se quitaba como podía los restos de semen dejados en su traserito, luego como si nada salían de ese lugar a jugar con los otros niños; aquella tarde-noche del tercer sábado de enero de 1943, la abuela del nene junto con unos vecinos participaba de un baile en honor a su santo, santa Priscila como era su nombre; mientras el muchacho y el nene se divertían en otra habitación, se miraban y se manoseaban los penes al jugar a las luchitas los dos, cuando de pronto ya caliente le dijo que quería que fuesen al baño, le dijo el nene que estaba bien pero que había gente en el otro cuarto, que les verían entrar juntos, el muchacho le dijo que entrasen separados, la idea le agradó y fue el nene el primero en ir al baño, después de unos momentos el muchacho con mucha se dirigió al baño silenciosamente y cerré la puerta detrás de él, y sin más se acercó al nene, le tomó de la cintura y comenzaron a frotarse de frente al ritmo que el marcaba con sus manos y pelvis, se lo saco y le dijo que hiciera lo mismo y comenzaron a juguetear con aquellos penes por un rato, en un momento su cara de iluminó con una gran sonrisa y sus ojos brillaban como estrellas… “arrodíllate” le escucha decir y casi al momento ya se encontraba frente a él con su carita a la altura de su erección, “Chúpale”, dijo apenas conteniendo su respiración, “¿Cómo?”, contesta confundido el nene, “Sí, como si fuera una paleta”, respondió el muchacho con cierta ansiedad tratando de hablar bajo para que no fuesen escuchados, de esa manera es que comenzaba a lamerle todo, los huevos, el tronco y se lo metió ese glande en la boca, aún se notaba que fue una de las primeras mamadas que recibió pues a pesar de ser torpe y algo malo por su naciente experiencia lo disfrutaba bastante, lo sabía porque colocaba sus manos en la cabeza enredando sus dedos entre el cabello hasta que su respiración se aceleró y rápidamente se apartó sacándole su pene de la boca, le dijo que saliera del lugar y lo esperase en el cuarto, cosa que hizo el nene y después de unos minutos de esperarle llegó y se comenzó a acercar con una cara que le intimidaba pero agradaba y emocionaba a la vez, significaba que tenía algo nuevo en mente para que hicieran algo más con seguridad, se veía en sus ojos un obsceno e indecente deseo, se pegaba a su cuerpo y comenzó a recorrerle con sus manos mientras tenía sus manos en su pene, siempre que podía lo tocaba, era como el mejor juguete que existía para el nene, sintiendo su miembro entre sus manos no existía nada más y a él le encantaba que se lo tocase, le giró quedando a espaldas de él, le bajó el pantalón junto con el calzoncillo y le ordenó que se agache, estando en la posición que le dijo, se puso saliva en la mano y se lubricó el pene el nene no tenía idea de lo que ese muchacho iba a hacer, y por qué lo estaba haciendo, pero le obedecía en todo y dejó que el hiciera lo que quería, segundos después sentía el pequeño cómo separó sus nalgas con las manos y rápidamente el muchacho ensalivaba el hoyito metiendo a lo posible el dedo para lubricar, el pequeño daba movimientos hacia adelante, sentía la lengua que pasaba por la piel de las nalgas lo que le hacía suspirar, la yema de los dedos se desliaban sutilmente por ese culito a manera de masajes circulares muy sostenidos y sensuales, para ese momento la boca del pequeño estaba entreabierta y sus ojos cerrados sintiendo lo delicioso de esa caricias, de pronto el pequeño sintió que el muchacho colocó su pene velludo venoso en la entrada del ano haciéndole gemir al calce de entrar, con una mano se agarró de la camisa y la otra sostenía su miembro para que entrara con más facilidad, comenzó a ejercer presión lentamente pero cuando la cabeza entraba despacito, empujó su cuerpo contra el del pequeño niño precioso y vio que le metió la mitad de su pene de una sola estocada, el nene sentía como una molestia leve que al pasar el tiempo ya comenzaba a sentir caliente en su hoyito con un ardor creciente en su hoyito que hasta entonces continuaba virgen, le pedía inocentemente que se apresurase, esto, pensando que solo tomaría unos segundos en hacer lo que quería, el muchacho se limitaba a susurrarle “¡shhh!” al oído mientras trataba lento y seguro de meter el resto de su trozo de carne en el interior, para el nene era extraño sentir algo dentro de su potito de esa manera, pero en anteriores encuentros le gustaba la sensación de que el glande el muchacho le roce el traserito, pero ahora comprendía y sentía que era algo diferente, d esa manera fue que se sujetó de las caderas infantiles y empezó el vaivén de aquellos cuerpos, el tenía el control de todo, de sus movimientos, de los suyos, de la velocidad y las posiciones, el nene sentía un hormigueo en su interior y el penecito lampiño se ponía más duro cuando por momentos el pene rozaba con algo dentro de sus entrañas y después de un rato de estar rozando el glande en la entrada del ano, el nene sintió un fuerte dolor indescriptible para él en ese instante, estaba siendo desvirgado, quiso soltarse pero las férreas manos del muchacho se lo impedía, no daba oído a las súplicas de que le soltase, despacio le metiendo, le fue exorcizando, le fue haciendo formar su metamorfosis, se escuchó un grito desgarrador que fue tapado por la mano del muchacho, “calla” “ya casi” “ya casi” “aguanta” “bien sabes que te gusta” “ahora aguanta” “aguanta” “ya casi” el nene se limitaba a sentir ese dolor que lo desfallecía, “ya casi eres mi mujer” “mi mujer” “mi preciosa” le decía al nene de forma jocosa mientras sentía que su pene entraba en ese hoyito virgen “hoy es tu día para sentir por todas que eres mía, mía , mía” “mi mujer” la metamorfosis en ese nene precioso de humilde origen al cuidado de su abuelita estaba empezando a desarrollar su metamorfosis, de fuertes movimientos de empujes que se notaban en el movimiento de caderas el nene y el muchacho sintieron que el pene había entrado al fondo de la cuevita del hoyito, el niño no dejaba de bufar siendo tapada su boca, estaba sudoroso, su piel rojiza algo amoratadas sus mejillas, por las manos del muchacho se escurría la saliva salida de los labios atrapados del nene, “¡ya está!” “¡ya está!” “ahora quédate quietecito, quietito, eso, eso, mi amor” “ahora” “ahora” “siente como soy tu amo” “siente mi amor” “siente” “siente” para ese instante volvía el movimiento de cadera del muchacho y se hizo más fuerte y constante el pene metiendo y sacando a ese rico anito desvirgado, se aferró con sus manos a las hombros infantiles y comenzó a taladrar más ese culito con más fuerza y velocidad, no podían hacer ruido pero las coordinadas respiraciones estaban muy aceleradas, por suerte la música de la otra habitación ocultaron los gemidos ahogados del nene que estaba soltado, momentos después el movimiento del cuerpo de ese muchacho perdía velocidad y le clavó su virilidad por últimas veces con las fuerzas que le quedaban en su cuerpo mientras apretaba con más fuerzas la cadera infantil y las pegaba a su pelvis lo más fuerte que pudo diciéndole “recuerda siempre este momento” “recuérdame” “recuérdame” fue así que con su última embestida se dejó caer lenta pero fuertemente sobre aquella espalda infantil y soltó en el cuello del nene un gemido que le fue imposible contener, el asustado nene sintió un líquido dentro de sus entrañas, es que era la vez primera en que sentía semen en esa parte de su precioso cuerpito por vez primera, quiso gemir con fuerza pero su boca seguía tapada por esa mano férrea de su iniciador, de su desvirgador, esperó a que su pene se saliera por si sólo cuando redujo su tamaño, la mano se deslizó por los labios, el cuerpo del muchacho seguía acostado sobre el del nene parcialmente, el pene estaba posándose sobre una de las nalgas, se notaba los hilillos de sangre y semen que se deslizaban por esa tierna piel sedosa infantil, su carita notaba ese deslizamiento del líquido así como también el intenso ardor en el interior de su potito, lentamente se fue incorporando hasta quedar delante de ese cuerpito tendido en la cama mostrándose ese culito al descubierto, la carita del nene posándose en la cama, sus manitos habían delimitado líneas de fuerza en la sábana como evidencia de haber sufrido la sodomía del muchacho, le vio masturbarse en su delante, le dijo que se quedase quietecito y le pasó papel por la zona desvirgada, el nene mostraba dolencia al pase del papel, luego le acostó y le masturbó con su mano por unos minutos ese penecito lampiño, pero el nene no deseaba eso, su mirada estaba perdida en el infinito de lo que dio cuenta el muchacho, le vio que aunque no eyacule por la edad que tenía el niño sintió que esos movimientos no le satisfacían, sentía molestia en su potito, tiempo después apartó su mano y la llevo a su cara para olerla, se dibujaba satisfacción plena su rostro, quedaron en silencio viéndose por unos instantes, y le miraba al nene como nunca antes lo había hecho, es que en realidad le había hecho suyo, su mujer, su desde ya amante en los encuentros que vendrían, eso le dio a entender pero todo sería siempre un secreto, su secreto mutuo, lo que el deseara que fuera el nene debería de cumplírselo, estaba manipulándole psicológicamente, le besó el pelo y le acarició acostándose con él en la cama dándole seguridad con sus brazos y motivándole a que no sintiese temor por lo que habían hecho, el nene tiritaba y aún no se diluía de su cerebro aquella sensación de extrañeza que le emitía el ardor latente de su culito desvirgado, le limpió las lágrimas del rostro infantil, aquella noche de fiesta durmieron juntos en la habitación parecía que hubiese sido su luna de miel a manera de un original casamiento de lo que daba a notar la fiesta, de aquel pensar se lo hizo saber al niño quien suspiraba, esa noche no durmieron lo habitual, era una noche especial para ambos, ya al amanecer le hizo suyo la veces que quiso, en las posiciones y acciones que se le antojaba hacerle con cuidado, al ritmo y fuerza que le dictaba el deseo y ansias de su cuerpo por satisfacer su lujuria teniendo delante ese niño precioso que nunca olvidará ver esa cara del muchacho llena de perversión cuando le miraba a los ojos mientras le corrompía y acababa con su inocencia, sintiendo un placer que apenas quedaba en el cuerpito, con el tiempo todo de aquel muchacho al nene le iba encantando haciéndole nacer esa sensación de pertenecía y necesidad de estar con él, su cara, su aliento, su cuerpo, su olor, su piel, su pene, todo ello recordaba estando a solas y se emocionaba al verle, con el tiempo ya plenamente disfrutaban mucho todo lo que hacían sobre todo en esos encuentros a escondidas, al nene le iba creciendo esa sensación de necesidad de ser poseído y le excitaba de sobre manera al muchacho que el mismo nene lo buscase para “jugar” y que así el nene era completamente sumiso ante su voluntad y estaba dispuesto a cumplir todas sus fantasías y realizar todo lo que su sucia mente ingeniara para tratar de calmar su insaciable pasión , su metamorfosis le llenaba de excitación y ansias al saber que podía hacer con él lo que quería el muchacho, siempre en cada embestida le decía al oído que era sólo suyo y que nunca olvide las cogidas que le daba, que fue el primer hombre en penetrarle y el primero dejar su semen en su potito y por ende ahora tenía algo que siempre será suyo, y que nadie más podrá tener: su virginidad, así, desde ese día aquel nene cambió su vida convirtiéndose en uno más de los adoradores del sexo, el muchacho acostado en las noches pensaba en ese traserito que había desvirgado, era el segundo, el primero estaba un tanto lejos de allí, se puso en pie dando unos pasos a la ventana, se arrimó, vio lo oscuro de la noche, suspiró, a pronto las luces de ciudad se apagarán, sonrió viendo hacia cierta distancia divisándose unas tenues luces, se llevó la mano a la entrepierna, se daba placer, pensó que mañana visitaría a su “primer mujer” aquel niño al que fue el primero en ser desvirgado, de inmediato la luz se fue, prendió un candil, lo típico de ese tiempo en el país de la canela, se acostó en la cama suspirante, seguía manoseándose la entrepierna, pensaba cuál de los dos nenes al ser desvirgados fue el mejor acto, sonrió, entrecerraba los ojos y se iba entregando así a los brazos de Morfeo y Mefistófeles.
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Aquella tarde de sábado dos figuras cruzaban el campo en bicicleta a veloz carrera, los primos jadeantes aceleraban el pedaleo en eso Luis observa que Gustavito va deteniéndose, otra vez la cadena suelta, regresó a ayudarle y seguir el camino, recorrieron un largo tramo a menos velocidad, se detuvieron en ese mausoleo hecho recientemente debajo de un frondoso samán muy cerca del camposanto, los dos curiosos primos caminaron lentamente por el lugar, vestían pantaloncitos cortos con zapatos y medias a las rodillas, lenta y detenidamente veían la hermosa construcción que se alzaba imponente en la loma, comentaban que los adornos y vitrales eran muy lujosos, se sentaron un rato a conversar debajo de ese frondoso árbol, a lo lejos vieron de súbito acercarse un lujoso auto, por temor los dos muchachos tomaron sus bicicletas emprendiendo veloz carrera, pero no recorrieron tanto pues otra vez se le salió la cadena a la bicicleta de Gustavito, Luis regresó a ayudarles y el auto lujoso se acercó a ellos se bajó Carlos Felipe del Olmo preguntándoles si necesitaban ayuda, Gustavito con mirada llena de cólera hacia aquel hombre que había desgraciado la vida de su padre causando por un tiempo la separación de sus padres no articuló palabra, quien si lo hizo fue Luis, con diálogo atrayente contrario a la actitud de su primo trataba al hombre con cortesía, es que Luis era codicioso y gustaba relacionarse con gente adinerada como lo hacía en la ciudad, Luis felicitó a Carlos por esa imponente construcción fúnebre, ya arreglada la bicicleta Carlos los invitó a que vean el interior, Gustavito al principio no quería pero ante la insistencia de su primo Luis aceptó receloso, en el interior el más sorprendido fue Gustavito pese a no decir palabra, era imponente aquel trabajo de decoración artesanal, Luis vio muchas divisiones viendo dos selladas, que ocupaban el lugar más alto y preguntó quiénes estaban en esos nichos, Carlos le respondió que eran los restos de sus padres, y a petición de su padre fue enterrado debajo del samán y que luego se le hizo este mausoleo para que estén juntos, a Gustavito le vino un escalofrío seguido de un síntoma de desmayo, sin que lo notaran se sentó sobre uno de los reclinatorios, vio fijamente las lápidas y las fotos que contenían, le vino un no se qué por llorar y luego una paz interior que relajaba su cuerpo, giró su mirada hacia su primo y aquel hombre viéndolos que estaban de espaldas, las palabras retumbaban en las paredes, siguió viendo las fotos en aquellas lápidas un frío sensible recorrió por su cuerpo, como que la brisa lo acariciaba, como que ellos estaban junto a él, sintió escalofrío en su cuero cabelludo, como si lo acariciaran, como si, como si, sentía un abrazo, cerró los ojos, estuvo por unos instantes fijándose en su mente las fotos de aquellos difuntos, siguió metiendo y de pronto fue interrumpida su meditación por la voz de Luis indicándole la salida, Gustavito había experimentado por primera vez aquella sensación intensa, salió como ido, como el haber terminado con una entrevista gastándose la inteligencia, el único en despedirse de Carlos fue Luis, esa actitud de Gustavito le apenó a Carlos Felipe quien se quedó arrimado a su auto fumando un lucky, los muchachos emprendieron la carrera, el camino era sinuoso y en partes estrecho, Luis aventajaba, le satisfacía ganarle a su primo, pedaleó hasta ya no verlo, quiso detenerse seguramente por el desperfecto de la cadena pero esta vez no regreso, más bien continuó su pedaleo fuerte, pensó que era mejor dejarlo y esperarlo sentado en la entrada de la estancia de su abuelo mofándose de su llegada tardía con un vaso de naranjada en la mano como deliciosamente lo preparaba la nana dulce, la sed y el pensar en el jugo le animó a pedalear más fuerte, lo que Luis desconocía era que su primo se había caído por un desmayo, el golpe que se dio Gustavito fue considerable quedando inconsciente, algunas partes de su rostro y brazos tuvieron heridas superficiales, su cuerpo empolvado quedó de cara al sol, se escuchó la fricción del neumático y el suelo, se abre una puerta con rapidez inusitada, del auto sale Carlos, ve que Gustavito está inconsciente, se sienta y lo coloca en su regazo y le limpia las heridas con su pañuelo quitándole la sangre y el polvo, no reaccionaba el muchacho pese a sus suaves topes de manos en el rosto juvenil, la angustia se incrementaba en Carlos, pese a no ser su hijo era el hijo de la mujer que amaba, Noelia Buonanote, le dio un sentimiento indescriptible lo cual le dio por llorar pensando que el muchacho iba a morir y se angustiaba al sentirse impotente, de no tener agua ni su botiquín de primeros auxilios, solo contaba con su pañuelo, vio la cara de Gustavito a ojos cerrados con su boca entreabierta, igual a la de su madre y abuelo materno, pasó los dedos por el suave pelo lacio castaño, lo acariciaba tratando así de que reaccione, pero nada, siguió limpiándole con el pañuelo, de pronto Gustavito entre abrió los ojos, pero seguía ido, se sacó la camisa y le dio aire, le vino la esperanza a Carlos Felipe, le vino un cariño indescriptible, le vino la compasión, le vino la dicha de que aquel muchacho de catorce años estaba reaccionando, siguió acariciándole el pelo, dándole luego un beso en la frente, después él mismo no sabía por qué ese impulso lleno espontaneidad, las manos acariciaban el rostro del muchacho, Gustavito le recordaba a su hijo Carlos Serafín ya que nacieron a la misma hora en distintos lugares aquel 9 de septiembre de 1929, Carlos miraba afligido el rostro de Gustavito, se detuvo a ver la barbilla del muchacho, se parecía a la de su hijo Carlos Serafín, en fin, casi todos la tienen igual se dijo, vio el pelo del muchacho y una herida bien abierta en la comisura de su labio, le quedaría secuela de aquello en su rostro por el resto de su vida, a los pocos minutos Gustavito reaccionaba abriendo totalmente los ojos, se sorprendió al ver la cara llorosa de Carlos Felipe notándose su angustia y preocupación, al sentir la reacción del muchacho Carlos se calmó emitiendo una sonrisa de complacencia, la espalda y pecho de Gustavito estaban rodeados por los brazos de Carlos Felipe, se quiso levantar pero Carlos lo sostuvo, Gustavito volvió a ver el rostro lloroso de aquel hombre y no daba crédito a lo que miraba, Gustavito sintió compasión, sintió como que aquella era una alma buena, pero también sintió recelo, como pudo se apartó de Carlos, algo le dolía, pasó sus dedos por la comisura y sintió de nuevo el dolor de una herida lacerada, vio a un costado el pañuelo ensangrentado de Carlos, reaccionó haciéndose a un lado del cuerpo de Carlos, torpemente Gustavito se levantó con el instinto de montarse en la bicicleta, Carlos lo detuvo, Gustavito pese a tener un carácter pasivo que lo había hecho merecedor de ser el engreído de su abuelo Rodolfo esta vez con Carlos no fue así, estaba histérico y algo rebelde, Carlos en un momento de angustia y descontrol le preguntó el por qué aquel odio, el muchacho airadamente le dijo que era por lo que le había hecho a su madre, aquella canallada de haberla dejado sola cuando le arrebataron a su hijo sin importarle siquiera por emprender su búsqueda, quizá hoy ya esté muerto o vendido en algún sitio de pobreza extrema, y también el odio y rencor por ser a resumidas cuentas el causante de la infelicidad de sus padres, Carlos le dijo que no era así, que hasta ahora sigue buscando a su hijo y que no fue abandono, que esa noche fue víctima de un atentado criminal quedando mal herido, Gustavito pese a su cólera bajó el tono airado de su respiración, Carlos juró que lo que decía era la verdad, nana Dulce sabe de aquello, que le preguntase, el muchacho optó por retirase negándose a la invitación de Carlos en subir al coche como la anterior ocasión en que tuvo el accidente, ahora con pedaleo lento y pausado Gustavito iba camino a la estancia de su abuelo, le molestaba el dolor en la comisura y las heridas latentes en el brazo derecho, detrás de él iba el auto de Carlos Felipe del Olmo escoltándolo, periódicamente regresaba a ver hacia atrás y se encontraba con la imagen de Carlos, se contrariaba a detenerse para arreglar la cadena, Carlos se bajaba del auto y le ayudaba, el muchacho se negaba pero más valía la terquedad de Carlos, luego Gustavito emprendía la marcha y así un par de veces más arreglaban la cadena hasta que en la bifurcación cercana a centenares de metros de la estancia de Rodolfo Buonanote decidió separarse del muchacho, se detuvo en una loma arrimándose a fumar otro cigarrillo viendo a Gustavito acercarse a la estancia, le tenía ternura, era un buen muchacho, se decía complaciente.
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Los meses transcurrían, Liliana y su esposo Ricardo tenían que salir de urgencia a la ciudad por cuestiones de salud en los pulmones de Ricardo y así lo había dispuesto el doctor Pérez quien personalmente en su auto los llevó a la ciudad para que sea internado, el pequeño Rómulo quedó al cuidado de su hermano Tiburcio pero por sus faenas en el campo sólo lo cuidaría en la noche, mientras que durante el día estaría en cuidado de una empleada que cuidaba a Luis Alfonso, solo que Agripina los cuidaba también al retorno de la escuela, desde el primer día de ausencia de los padres de Rómulo ya hubo roces de genitales por parte de Agripina a Rómulo, la muchacha hija de Clemencia la esposa del dueño de la estancia, estaba muy contenta de cuidar a los niños, hubo una tarde en que Agripina tomó de sus manos a su hermanito Luis Alfonso de ya estaba por cumplir los tres años, en su otra mano llevaba al pequeño Rómulo de cuatro años ya cumplidos, se adentraron en los caminos del bosque, la tarde era calurosa, sudaban, caminaron por la orilla del río que no estaba caudaloso por esa época del año, los niños y ella se sentaron sobre una gran roca saliente al río lanzando piedrecitas al agua, bajaron a jugar a la orilla lanzando hojas, los niños correteaban por la orilla arenosa, el lugar en donde se encontraban estaba muy apartado y difícilmente se podía ver pasar gente por ese camino, de eso sentía seguridad Agripina y le quitaba la ropa a su hermanito Luis Alfonso, en su delante el pequeño Rómulo seguía imitando a Agripina quitándose la ropa con dificultad, Agripina se acercó para ayudarle deslizándole el pantaloncito corto y el calzoncillo que tenía puesto, lo miró con detenimiento, sobre todo su mirada se concentraba en ese penecito que el niño se lo estiraba debido al calor de la ropa, lentamente los llevó a la orilla y se sentaron lanzándose agua, estaban felices, Agripina desde la sombra los miraba, Rómulo se ponía boca abajo a nadar sobresaliendo su traserito brilloso por el efecto de estar mojado reflejándose a la luz solar, luego se recostaba en la orilla y sobresalía el penecito, Luis Alfonso junto a Rómulo se acostaban con mirada al cielo, para ese entonces Agripina ya se había quitado la ropa, solo quedándose en ropa interior, se la lanzó al agua, la tela se ajustaba a su piel, le decía a Rómulo que lo abrace para enseñarle a nadar, haciendo movimientos de juegos el niño reía, lo colocó entre sus brazos extendidos mirándole el traserito, luego lo puso boca arriba sosteniéndole de sus brazos extendidos a nivel de agua, Agripina estaba concentrada viendo la ingle y el pene de Rómulo, no se había percatado de la existencia de un jinete escondido entre el matorral que la estaba viendo desde que llegó al río, el jinete miraba con detenimiento los movimientos de Rómulo, la muchacha vio a su hermanito concentrado sentado haciendo montones de arena, de eso se aprovechó la muchacha y lentamente lo iba desplazando al niño por el agua diciéndole que no se moviera, en ese desplazamiento ella acercaba su cara rozando y oliendo el pene de Rómulo, llegaron a una gran roca, lo paró a Rómulo arrimándolo a la roca, el nivel de agua cristalina le daba al niño hasta su ombligo, estaba totalmente desnudo que desde el agua se podía ver ese penecito, Agripina se deslizó el interior que solo tenía puesto y se apegó al niño arrimándolo a la gran roca, hizo movimientos circulares que desde lejos Luis lo apreciaba escondido entre el monte tupido, Agripina tomaba el pene de Rómulo y se lo hacía pasar por la vagina, ambos abrazados flotaban en el agua bien arrimados en la gran roca, la cara del niño apegada entre la roca y el pecho de Agripina, la niña de diez años hizo un alto separándose del niño de cuatro años para ver a su hermanito Luis Alfonso que estaba todavía sentado en la arena haciendo huequitos, la hermana le dijo que no se moviera de ahí y retornó donde estaba el niño que seguía parado arrimado a la piedra viéndose y estirándose el penecito dentro del agua, Agripina lo tomó del brazo a Rómulo llevándoselo pasos atrás de la gran roca donde Luis Alfonso no podía verlos, pero no se daban cuenta que Luis observaba todo a plenitud desde el lugar donde estaba escondido, Agripina se acostó de espaladas en la arena a medio cuerpo salido del agua y lo tomó de la cintura a Rómulo acostándolo sobre su cuerpo, los movimientos de cadera del niño eran de arriba abajo y alzando y levantando el traserito, ese traserito brilloso por el agua lo miraba fijamente Luis, se deslizó la cremallera de su pantalón de monta y sacó su erecto pene deslizándolo por la mano dándose auto placer, cómo no dárselo si los movimientos de alzada y bajada del traserito eran bien visibles y erótico provocativos, dentro del agua el pene de Rómulo rozaba la piel de la vagina de Agripina que tenía los ojos cerrados mordiéndose los labios, puso las manos en las nalgas de Rómulo, Luis vio eso y más excitó haciendo más rápido los movimientos de su mano en su pene, Luis no solo estaba descubriendo el deseo sexual que hasta ese momento Agripina lo tenía escondido, sino que también le estaba atrayendo ese traserito de Rómulo muy mojado siendo abierto por las manos de Agripina que le pasaba el dedo entre las separaciones de los glúteos, el niño se movía con mayor intensidad sintiendo el pasar de esos dedos por su piel, la carita del niño descansaba sobre el pecho de Agripina, se separaron, Rómulo parado, Agripina arrodillada tomaba el penecito y se lo llevaba a su boca haciéndole sentir a Rómulo, tiempo después Agripina lo acostaba lentamente al niño de espaldas en la arena con su penecito algo flácido, ella siguió mamándoselo por un rato, Luis en ese momento ya eyaculaba, vio acostarse a Agripina sobre el cuerpo de Rómulo, alzó su cadera y tomó el pene de Rómulo y se lo puso en la entrada de su vagina y empujó hacia abajo, el niño pegó unos gritos que Agripina no daba crédito y seguía con sus movimientos, Luis apreció que la muy caliente Agripina estaba desvirgando a Rómulo, la niña hacía movimientos bruscos que ante cada impulso el niño respondía gritando, lentamente se levantaron, Rómulo se cogía el pene viéndoselo, Agripina se rascaba la vagina, se metieron en el agua ahí estaba Rómulo arrimado a la gran roca otra vez y Agripina que le daba besos seguidos, por toda la carita del niño, Agripina movía las caderas, Luis miraba con detenimiento desde su escondite, la carita de Rómulo descansaba sobre el hombro de la niña de diez años, estaban bien abrazados, ello lo tenía bien sujeto al niño arrimado a la gran roca, dentro del agua se movía la mano de Agripina estirando el penecito de Rómulo llevándoselo a su vagina y ya en la entrada Agripina empujaba su cintura hacia adelante, el niño seguía con su carita sobre el hombro de la niña dando expresiones de dolor, a los movimientos de cadera de Agripina Rómulo daba gestos de y chillidos de dolor, Luis Alfonso se acercó sentándose en la arena al lado de la gran roca, Agripina lo vio y sin dejar de moverse solo le dijo a su hermanito de tres años que se quedara quietecito sentado, el niño obediente miraba a su hermanita y a su amiguito lo que estaban haciendo dentro del agua sin saber por su inocencia el significado de su inocencia, pero Luis que estaba escondido mirando sí sabía, estaba presenciando la desvirgada de Rómulo pues en la cara de Agripina se leía ese interés, así que la niña siguió empujando su cadera dentro del agua haciendo que el penecito de Rómulo se metiera cada vez más y más asimismo el niño chillaba del dolor al ser desvirgado, por unos instantes Agripina quedó inmóvil y lentamente se separó de aquel niño de cuatro años, lo sacó del agua hacia la orilla y lo sentó con las piernitas abiertas, le vio el penecito, estaba el prepucio algo corrido, le tocó el glande a medio descubrir, el niño hacía gestos de protegérselo con las manos, la niña inquieta le sopló y le dejó saliva en la piel descubierta, Rómulo se acostó lentamente de espaldas sobre la arena, Luis vio ese penecito a medio desforre y se llevó las manos al genital, Agripina lentamente se iba acostando sobre el cuerpito tímido de Rómulo, agarró suavemente el pene y se lo puso en la entrada de la vagina, Luis miraba con calma y detenimiento sin perder detalle, vio los glúteos de la niña que se alzaban y bajaban y Luis Alfonso parado junto a los dos niños acostados que miraba esos movimientos sexuales sin comprender que era aquello, Rómulo volvió a chillar, ella hacía lentos movimientos, ambos con las piernas abiertas, de pronto Agripina hizo un alto, Luis vio parte del pene de Rómulo que seguía dentro de la vagina de Agripina, Luis Alfonso se sentó a seguir jugando en la arena, Agripina volvió a mover las caderas pero ahora alzó su cintura y con un súbito movimiento se sentó sobre el niño haciéndole dar un grito fuerte que lo hizo acercarse a Luis Alfonso viendo sentada a su hermana muy quieta con su vagina teniendo dentro todo el pene de Rómulo, el niño pedía que se quite de su cuerpo, ella obedeció de inmediato y se sentó junto al niño que no se movía por el efecto del dolor de haber sido desvirgado, Luis se tomó el pene viendo fijamente el penecito de aquel niño de cuatro años que había sido desvirgado por una niña de diez años, Rómulo seguía quieto solo llorando, Agripina le puso espuma de jabón en el penecito, al principio el niño gritaba chillando de dolor pero luego se i iba calmando, sentado sobre la arena con las piernas abiertas se miraba con sus ojos llorosos su penecito desflorado, Luis tenía prisa y decidió partir cuando Agripina se dedicó a bañarlos para ir a la estancia del doctor Pérez, la marcha a galope lento de Luis lo conduciría esa tarde a la estancia de su tía Noelia a visitar a su primo Gustavito, durante la cena en la estancia del doctor Pérez estaba Luis sentado en el comedor en su delante Agripina que viéndola se reía burlescamente a disimulo, fue a la cocina y ahí estaba el pequeño Rómulo con su hermano mayor, Luis vio al niño que se movía con dificultad en la silla y caminaba con dificultad, rió y salió a fumar en la parte trasera de la estancia para no ser visto con su padrastro, el humo del tabaco y las bocanadas le recordaban lo que había visto horas antes, se limitaba a reír y a pensar viendo la estrellada noche.
FIN DEL SEXAGÉSIMO TERCER EPISODIO
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