METAMORFOSIS 65
Golosinas.
Los primeros meses de clase para Pedro Artemio fueron difíciles en su adaptabilidad y costumbres citadinas, diferentes a las que había aprendido en las montañas, a sus ocho años cumplidos ya las niñas lo miraban con apego, parecía un principito, de piel blanca, rubio, de manitos con dedos gruesos, era la atracción de las niñas, parecía un lunar entre la mayoría de niños mulatos, mestizos y no tan blancos como él, simpático, con buena talla, al caminar lo hacía con cierta arrogancia, como no hacerlo, siendo hijo de madre descendiente del Cáucaso y de padre descendiente de nobles españoles, aunque Pedro Artemio no lo sabía, sentía en su ser que era especial, su carácter innato le hacía proceder por instinto, con ello vino el celo de los varones de la escuela, era tan arrogante que no importaba el peso ni estatura de los niños con que peleaba, se iba con todo a golpes con quien lo molestaba, ya en pocos meses tenía reportes de mal comportamiento, Guillermo Izaguirre, su protector, iba a las citas haciendo viajes largos de la montaña a la capital, no había golpes en el reclamo, si sermones, la tía comprensiva de Guillermo hacía todo lo posible por criarlo pero su edad no hacía fuerza de ejemplo ante la conducta del niño, Pedro decía que simplemente se defendía de los improperios de los compañeritos mayores porque andaba con chicas paseando por los jardines de la escuela, Guillermo le dijo que había sido sorprendido detrás de los baños besando a una niña, qué podía responder al respecto, el niño cabizbajo asentía con vergüenza, se salía la pícara sonrisa, Guillermo disimulaba su risa, quería mucho a ese niño como si fuera su hijo, Guillermo no tenía hijos, la tía lo mimaba a Pedro, pese a los problemas era feliz, una tarde fue a cortarse el pelo, esperaba sentado su turno, a su lado estaba Serafín con su padre Carlos Felipe del Olmo, el niño los miraba de lo bien vestidos que estaban y se miraba su ropa, de pronto un auto último modelo de la época se estaciona frente a la peluquería, de él salía un niño como de diez años, cuando terminó de cortarse el pelo Serafín y su padre el turno era para Pedro Artemio pero el otro niño bruscamente se sentó quitándole su lugar, Pedro con rabia lo agarró del hombro tratando de sacarlo diciéndole que era su turno, se vino un intercambio airado de palabras entre los dos muchachos, Carlos Felipe observaba la actitud del pequeño ante el chico de mayor edad, le gustó la actitud del pequeño, hubo un intento del golpe del mayor prepotente, la mano del adulto interceptó el golpe arrimándolo a la pared, el muchacho salió de la barbería, Pedro se montó en la silla, Carlos le hizo el gesto al barbero que hiciera su oficio, Carlos esperó a que terminase y cuando el niño iba a darle el dinero al barbero vio a Carlos y este barbero no aceptó y con soltura Carlos saca monedas de su bolsillo dándoselo al fígaro, Pedro vio fijamente el rostro de ese hombre, hizo un puchero de resignación, en eso entra el padre airado con el niño prepotente que se habían bajado del auto, Carlos le explicó lo sucedido, el padre del chico prepotente le dio una bofetada a su hijo por mentir, pidió disculpas igual que su hijo y se retiró, Carlos le dijo que si aceptaba el dinero a pagar le corte de pelo tal vez le aceptaría una invitación a tomar una gaseosa en la próxima confitería, el niño aceptó y se sentaron en una mesa a disfrutar la gaseosa, Carlos vio de lejos a Gustavito en dirección a la barbería, Serafín fue al encuentro, conversaron en la acera, Gustavito se limitaba a verlo a Carlos sin hacer gesto de saludo, Carlos continuaba bebiendo gaseosa con Pedro Artemio, le hizo gestos a los muchachos que se acerquen, Gustavito no quería pero ante la insistencia de Serafin aceptó y le dieron una postobón, Carlos reía por las ocurrencias de Pedro, Gustavito huraño solo miraba y escuchaba sin articular palabra, la mirada tierna de Carlos contrastaba con la fría expresión del muchacho, Gustavito miró con detenimiento a la cara de Pedro Artemio, pero su análisis fue cortado por el movimiento brusco del niño al escuchar que un par de amiguitos lo llamaban a jugar, el niño se despidió agradeciendo la gaseosa, Carlos Felipe también quedó impactado por el rostro de aquel niño rubio, lamentó lo corto de la conversación, Serafín pidió permiso a su padre para ir a jugar futbol al parque con Gustavito, el padre asintió en señal de aprobación, ambos muchachos habían sido un gran aliciente para Carlos, caminó lentamente fumando un cigarrillo, caminaba pensativo, ese niño rubio le había recordado a alguien, le vino una angustia, hizo un juicio con sus ideas, corrió con el afán de encontrar a ese niño, le recordaba el rostro de Noelia, ya no estaba por los alrededores del tupido parque, caminó muchas cuadras pero dio cuenta que el niño desapareció, es que Pedro iba sentado en una bicicleta manejada por su amiguito, tiempo después, cuadras adelante desde el portal la tía de Guillermo le hacía señas a Pedro Artemio para que ingrese a realizar sus tareas, al rato pasaba caminando Luis por la acera de enfrente en dirección a tomar el tren.
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Las faenas en la estancia se daban con normalidad, los niños sentados desgranando maíz y ordenando los cítricos de temporada, las aves de corral siendo alimentadas con el lanzadero de los granos de maíz, eso a los niños más pequeños les gustaba hacer, las niñas más grandes lavaban la ropa en tinas llenas de agua y jabón, antes de mediodía los niños iban a la caballeriza o porqueriza a alimentar a los cuadrúpedos, los perros eran bañados y despulgados, a los pequeños les fascinaba una pelea de gallos improvisada debido a una gallina en pugna, ante ese ruido de pelea se reunían los pequeños ante el caminar indiferente de los adultos, por lo general las peleas se daban detrás de la porqueriza, los adultos ya sabían que por lo general los niños hacían esas peleas agarrando un gallo que lo lanzaban sobre otro, esa nublada mañana en la que peones y vaqueros estaban cercando y limpiando el campo, Luis escuchó a un grupo de niños avivando una pelea de gallos, la pelea duró poco, los niños iban yéndose, Luis se acercó a ver la porqueriza, estaba muy atento a la montada de un cerdo sobre la hembra y el pene hecho tirabuzón que intentaba introducirlo, el pene de Luis se puso erecto viendo eso, sintió alguien a su lado, unas manitos se agarraban a la madera del corral, era Teófilo de siete años, a su lado estaba Arnulfo que con sus pantalón corto se le facilitaba el manoseo del pene de doce años, los tres miraban con atención al cerdo montado en la hembra, reían viendo esos movimientos, Teófilo se puso detrás del trasero de Arnulfo simulando los movimientos del cerdo, Luis reía aprobando la acción, Arnulfo muy sonriente giró y lo sujetó de los glúteos y lo arrimó a su pene vestido haciéndole movimientos sexuales, dieron vueltas sobre el suelo y Luis los contemplaba sin parar de reír escuchando el “oinc” “oinc” salido de Arnulfo, se escuchó el llamado de la mamá de Arnulfo, los dos se dirigieron corriendo a la estancia, Luis iba caminando a la caballeriza a montar, vio a Arnulfo cargando un morral, iba detrás de su mamá que se arreglaba para ir al pueblo en una carreta donde estaban sentados esperando Agripina y el pequeño Luis Alfonso, Luis montado en su corcel los vio partir, se bajó del caballo y entró a la cocina donde Teófilo estaba tomando un jugo de naranja, intercambiaba sonrisas con aquel niño de siete años, vestía un pantaloncito corto de fina tela y remerita cosida, tenía puesto sandalias de campo, estaba algo despeinado, a Luis se le ocurrió subir a su habitación, envolvió un par de chocolates y galletas en un trapo y bajó las escaleras, se acercó al niño y le dijo algo en el oído, el niño quedó contento sentado en un taburete, esperó un rato corto saliendo de la cocina, caminó sigilosamente por la porqueriza y se adentró en el monte tupido de la caballeriza, caminó por un buen rato viendo siempre para atrás con la sensación de prevenir de que nadie lo viera, hasta que salió a un claro, donde un jinete lo esperaba arrimado a un árbol teniendo en sus manos chocolates y galletas que a Teófilo tanto le gustaban, Luis los guardó en el morral, se subió al caballo y lo montó al niño en su delante, estaban en un lugar muy lejano de la estancia e intransitable, galoparon por un corto rato, llegaron a un lugar donde corría el río poco caudaloso, era el lugar donde Agripina había desvirgado a Rómulo, Luis había sido testigo de ese hecho escondido en la maleza, aun recordaba esos cuerpos desnudos en el agua y sobre la arena, tenía presente esos glúteos salidos del agua bien brillosos, momentos después Teófilo y Luis rodearon el lugar apartado, el agua escasamente cristalina, la probaron tibia al meter sus pies descalzos, el sol salió a plenitud dando calor, estando sobre la arena Luis se quitaba de a poco lentamente la ropa delante del pequeño que le miraba el bulto del pene descubierto por la tela del calzoncillo bien erecto, el pequeño estaba sentado en una roca agitando sus húmedos piecitos, estaba viendo a Luis acostado sobre la arena de cara al sol con los ojos cerrados y sus dos manos metidas en su calzoncillo manoseándose el pene vestido, Luis le recordó el premio por si obedecía, el pequeño se bajó de la roca y se acercó a Luis sentándose a su lado, Luis se levantó arrodillándose en la arena y le ayudó a desvestirse, al sacarse el pantaloncito el niño no tenía calzoncillo quedando completamente desnudo cuando la prenda se deslizaba por sus piernas, Luis miraba ese cuerpito, esas piernitas rellenitas, esos piecitos con dedos alargaditos algo gruesitos, vio el penecito algo flácido, lo tomó de los glúteos y acercó las caderas del niño a su cara y le lamió el pene a boca abierta, el niño lentamente se iba sentando y Luis con sutileza le fue acostando sin dejar de lamer y chupar el penecito, sus caras unidas en la frente y los besos que se daban, Luis miró las caderas y ese pene lampiño ensalivado del niño pasándole la mano en repetidas ocasiones, la nariz de Luis recorría el pelo de Teófilo, recordaba lo que vio en la porqueriza, le dijo al oído que eran dos “oinc” “oinc” el nene sonreía, Luis lo llevó al agua, jugaban deslizándose en carrera sobre el agua, Teófilo flotaba en el agua sobresaliendo su penecito, eso lo motiva a Luis a tomarlo de la cintura poniéndose detrás pasándole el pene entre la división de los glúteos tratando de metérselo por el ano, lo arrimó lentamente en la roca donde tiempo antes Agripina y Rómulo se habían bañado, el pequeño Teófilo tenía su carita y pecho arrimado a la gran roca, daba gestos de incomodidad, es que el pene de Luis estaba entrando, las manos de Teófilo estaban apoyadas a la roca, los dedos apretaban sujetándose con fuerza como dos garras, el niño estaba pujando y gimiendo saliéndole saliva dela boca debido a sentir en su hoyito la penetrada de Luis, los movimientos de Luis aumentaban y tenían efecto en Teófilo, la barbilla de Luis estaba apoyada sobre la cabeza del niño, Luis podía oler a la roca pues su cara estaba apegada, sacó el pene del ano y le dio besos en el cuello, le lamía la oreja diciéndole muchas cosas acerca de la belleza de su cuerpo, de nuevo tomó el pene que estaba dentro del agua y se lo volvió a meter, la penetrada era lenta, Luis se deleitaba sintiendo el roce del tronco de su pene de veinte años en ese ano de siete años, entro todito, Luis notó que el niño ya había sido desflorado, le vino cólera que trataba de disimularle, pensaba que ese momento era para desflorarlo, se llevó una decepción, con rabia le hizo fuertes embestidas que en el agua aligeraba la intensidad, Teófilo gemía y Luis le daba con todo, lo aprisionó con su mentón en la cabeza, lo tenía bien abrazado, bien sujeto, sus caderas se movían adelante y atrás, Luis estaba contrariado, se preguntaba quinen se había adelantado a sodomizar por completo a ese ano de Teófilo, simplemente Luis cerró los ojos, ya no se hacía preguntas mentales, solo se dejó llevar por las embestidas que le daba, aún así pese a todo le estaba haciendo el amor y disfrutaba del momento, le vino el deseo de eyacular dejando el semen dentro del ano, deslizó su pene sacándolo y agitándolo dentro del agua, le dijo “cajón” se apartó del nene agitando su pene, Teófilo con pasos cortos fue a la orilla y se acuclilló, pujando sacaba lo que tenía dentro del ano, Luis vio el pene del niño rozando la arena y sus piecitos sobre la arena, las manitos apoyadas sobre las rodillas dobladas apretaban la piel a causa de los pujes, Luis vio salir semen del ano, el joven de veinte años salió del agua mostrándole el pene mojado que por sus pelos de pelvis el agua se deslizaba, el glande pasó por los labios y el pequeño abrió la boca, Luis metió su pene en esa boca dándose placer con la saliva, después lentamente se acostó sobre la arena, Teófilo se acostó sobre el cuerpo de Luis rozándole el pene entre los glúteos, por varios minutos Teófilo se quedó acostado sobre Luis, miran la corriente lenta del río desde donde estaban, los pájaros y demás animales hacían su presencia de ruido, el lugar donde estaban era debajo de frondosos árboles donde el río hacía grandes meandros, los miraron donde habían estado en la gran roca por donde pasaba el agua, esa gran roca que estaba debajo de las ramas del frondoso árbol, Luis y Teófilo fueron al agua a quitarse la arena, se abrazaron y fueron a arrimarse a la gran roca, ahora Luis era el que se arrimaba y Teófilo le pasaba el pene por detrás, salieron a la arena, Luis acostó a Teófilo boca arriba sobre la arena, dio unos pasos atrás en cuclillas hasta poner su trasero encima del pene de Teófilo, lo fue bajando poquito a poquito, puso el pene de Teófilo en la entrada de su ano y se dio un sentón, Teófilo pegó un grito fuerte, Luis alzó su cuerpo y vio en parte desflorado el pene de Teófilo, quiso hacerlo de nuevo pero el niño se acostó en posición fetal cubriéndose tímidamente con las manos su pene en parte desflorado, Luis se sentó junto a él, le quitó las manos, parte del glande estaba salido, Luis sonrió, lo levantó y le limpió en el agua, Teófilo hacía gestos de dolor pero a medida del tiempo ya se iba calmando, solo le molestaba el roce de la tela al caminar para eso abría las piernas, Luis reía al momento en lo que le estaba poniendo el pantaloncito corto, el niño cabizbajo miraba sus pies y las sandalias que Luis le estaba poniendo, lentamente lo acomodó en la montura y fueron camino a la estancia, durante el trayecto iba acariciándole las piernas y se repetían los besos en la oreja y mejillas de Teófilo, al bajar le dio los chocolates y galletas, el niño con una risa forzada aceptó, lo vio caminar con dificultad, Luis había conseguido desvirgar en parte el pene de Teófilo, el niño no olvidaría nunca esa tarde igual que aquella noche en que fue desvirgado analmente por un joven borracho estando él solo en casa.
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La fiesta pomposa de Gustavo Andrés Teodomiro era del todo acorde a la época, muchos niños hijos de vecinos, de clientes y sociedad en general fueron testigos del anuncio público del feliz abuelo ante su nieto, hasta ahora su único, vinieron las risas, el niño estaba vestido como un príncipe con ropa fina y zapatos brillosos, la abuela y madre también recibían elogios de los invitados, Gustavito estaba junto a ellas sin separarse contemplaba a los comensales y las bailarinas, se heló la sangre a los tres cuando vieron entrar sonriente a Carlos Felipe del Olmo con su esposa, vestía una triada de joyas hermosas, el abuelo anfitrión los recibió personalmente, eran socios en varios negocios de comercio, se murmuraba su fortuna a base de contrabando, luego del saludo afectuoso le mostró a su nieto en brazos, Carlos y la señora le hicieron mimos y pasaron a asentarse en la mesas especiales, Carlos observo a Noelia, su primer impulso era estar junto a ella, se contuvo, no quiso indisponer a su mujer, Noelia estaba preciosa como una reina igual que su hija Josefina, ello lo notaba en la mesa principal en la que se encontraban, Luis desde una mesa con amigos bebía Martini, hubo la ocasión de que Carlos invite a bailar en la pista a Noelia mientras el abuelo del niño bailaba con la esposa de Carlos Felipe su entrañable amigo, dialogaban mientras bailaban, le decía que estaba preciosa, los tragos ligeros le hicieron confesarle que la seguía amando, ella bajaba la mirada, Gustavito hacía puños viéndole bailar a distancia, pero de pronto sentía sentimientos encontrados, algo de entro de sí le hacía dubitar y hasta una pizca de alegría le vino del corazón reflejándose en su rostro, pero por bipolaridad de hecho le recordó a su mente a su padre fallecido, le vino el cólera, se puso en pie, quiso separarlos, pero un escándalo en la fiesta de su sobrino era de mal gusto, la pieza musical se le hacía eterna, Carlos le propuso a siguientes días un encuentro en el parque de la capital, ella solo se limitaba a verlo a la cara con mucha seriedad dibujándose la decepción, se notaba en sus manos que le temblaba, estaba emocionada, no había perdido la tersura de sus féminas manos, Noelia disimulaba sonriente y temerosa al escuchar esas frases de labios de Carlos Felipe, así bailaron varias veces, Noelia sentía recelo en cada pieza, ella se negó a la cita, le dijo que ya no podía ser, que ya tenía su compromiso y que fuera responsable, discretamente la llevó entre la gente perdiéndose de vista hasta llegar a un lugar apartado junto a un tupido jardín de rosas, la besó con fuerza ya que ella al principio no aceptaba dándole bofetadas, pese a todo consiguió besarla, finalmente ella se dejó, los besos y las caricias apasionadas seguían, Noelia más lo sentía y era la que más entusiastamente besaba, él la tomó de la cintura y ella agarrada al cuello seguían besándose, le dio que no podía vivir sin ella, le dijo lo mismo, se abrazaron y se fundieron en un fuerte beso, Gustavito quiso llegar donde ellos estaban, Luis discretamente lo agarró del brazo, lo contuvo, forcejaron, Gustavito quería soltarse, Luis lo tenía agarrado, le dijo que no era el momento, entraron al salón de baile, al rato Noelia y Carlos entraron por su cuenta, Gustavito muy enojado le contó a su madre lo que había visto, ella se sintió mal de haber sido descubierta, desde esa noche la relación de madre e hijo iba a ser tirante.
FIN DEL SEXAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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