METAMORFOSIS 68
Agridulce.
Aquella navidad para los Buonanote habría de ser agridulce, las finanzas mejoraban para Rodolfo y Noelia dándoles cuantiosas ganancias, pero sentían enormemente la ausencia de doña Micaela, por el estado de ánimo de los presentes todo hacía suponer que se irían a dormir temprano luego de comer pavo antes de nochebuena, Gustavito extendió el tiempo tocando el piano haciendo acordes de los que aplicaba su extinta abuelita, las sonrisas nostálgicas de malestar con lágrimas que se adentraban en las almas familiares emitiendo complacencia sonora, todos los presentes tarareando interiormente, Josefina se encontraba sentada con su hijo dormido en su regazo ocupando el largo del sillón, le acariciaba el pelito, le pasaba los dedos por las cejas bien formadas, Luis estaba con ellos, después de un rato la familia en silencio escuchaba las palabras de Rodolfo Buonanote como todos los años, en pie, brindando por un mejor año, solo que ahora no estaba su esposa, se quebraron sus ánimos, la edad avanzada le hacía temblar a ese hombre nacido en Maikop en 1870, las lágrimas corrían ante las palabras emitidas, los demás, pero no perdía su temple aristocrático, la altivez fue cobrada por el ánimo y la inspiración en recuerdo de su esposa Micaela nacida en Labinks en 1874, los familiares le imitaron en pie con llantos pero unidos en pensamientos y en sentimientos, los acordes del piano continuaron, detrás, una amplia foto con un listón negro denotaba el luto y la tristeza de quienes lo habían puesto, se lo escuchaba en las afueras de la estancia, los peones y campesinos libaban escuchando la música, ellos en su tertulia iban trayendo a colación la muerte de la patrona, lo solo que había quedado el marido y la pena de la señora Noelia.
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En la estancia del doctor Pérez se daba una opulenta fiesta, su compadre Carlos Felipe del Olmo estaba con su familia, la música de temporada se escuchaba en el fonógrafo, el baile no podía esperar entre los invitados, Luis Daniel y Clemencia daban el primer baile, le seguía Carlos con su esposa, Arnulfo y sus hermanos sentados viendo el baile, afuera estaban jugando y bailando muchos niños y jovencitos, Arnulfo se levantó saliendo a ver los juegos de los niños, participó de los mismos, vio a lo lejos entre claro y oscuro a Justin Daniela conversando con las manos tomadas a Justin Daniela y a Hermógenes, a lo lejos Serafín estaba sentado ya cabeceando con sueño, eran ya altas horas de la noche y ya había pasado la cena ahora estaban en el baile, Arnulfo bailaba con muchas chicas invitadas, al tiempo los invitados se iban a dormir, Carlos Felipe y Daniel libaban recordando junto a sus esposas hechos de su juventud, Serafín y su hermanito fueron a su habitación que había sido preparada para los invitados, no así Hermógenes que besaba acaloradamente con manoseos a la hija del doctor Pérez, la pasión se mostraba acalorada, Arnulfo miraba la escena agarrándose con estirones el pene vestido, la muchacha arrimada al árbol sostenida de la cintura de su enamorado, las caderas se movían, el muchacho de veintitrés años deslizaba el interior de la muchacha de quince años, ella correspondía con besos apasionados, lentamente se acostaron en la yerba húmeda, los interiores se deslizaban por los muslos de la muchacha, Hermógenes al sentirse seguro en aquel apartado lugar se dejó ver de la chica el pene erecto salido por la cremallera abierta del pantalón, ella se encorvó con la cara para atrás abriendo la boca ampliamente, Arnulfo se apretaba más el pene con gusto viéndoles de lejos aquel pene de Hermógenes que rozaba la vagina de Justin Daniela, irónicamente ella había sido de la iniciativa insinuándole hacer el amor, Hermógenes continuaba con los roces y los besos y lamidas en los pezones de la muchacha, se estaban amando con la tibieza y el roce de las manos y los labios unidos férreamente, de pronto Arnulfo ve las caderas descubiertas con el pantalón a los muslos de Hermógenes, ella comienza a gemir al sentir el miembro tratando entrar, Arnulfo se aprieta el pene vestido amanera de masturbe, si no fuera por el ruido de unos niños correteando por el lugar el sexo entre ambos se hubiese continuado, rápidamente se ubicaron correctamente la ropa cada uno saliendo del lugar por sentido contrario, los dos muchachos continuaron el baile, se prometieron volverse a ver en la mañana, horas más tarde los olores a ron seguían en el ambiente al igual que los de candiles y mecheros aún prendidos en contraste con la luz del día, la fiesta de navidad en la estancia del doctor Pérez había seguido hasta la mismísima madrugada, todavía se podían ver los rastros de alcohol y comida regada en el césped, lo comprobó Luis llegando a la estancia en las primeras horas de la mañana viendo además a los peones sentados aún libando moviéndose como monigotes, se sacó el pañuelo haciendo un acto de desprecio e indiferencia tapándose la nariz, abriendo la puerta principal con sus llaves personales, en el interior casi igual que afuera, el desorden, los cuarto cerrados de los invitados, subió las escaleras, entró a su cuarto abriendo las ventanas, vio la luz solar iluminando el paisaje, el verdor de la montaña tras semanas de fuertes lluvias tropicales de invierno, aire fresco entraba en sus pulmones al inhalar, desde ahí pudo ver la figura de un niño saliendo lenta y pausadamente del cuarto de Arnulfo, vio con detenimiento al niño que se paró a meterse la mano por detrás de sus glúteos deslizándola por su interior hasta llegar a su pene acomodándose el calzoncillo de su pantalón corto, siguió caminando lentamente hasta desaparecer su figura entre las caballerizas y porqueriza, Luis rio irónicamente, se imaginaba lo que había sucedido en el cuarto de Arnulfo, aquel cuarto muy apartado de la estancia, luego quedó un rato pensativo en su futuro, su abuelo le había propuesto vivir con él, Luis lo iba a pensar, si estaba en la estancia de su padrastro era porque anhelaba una parte de la herencia que por consorte le pertenecía de parte de su fallecida madre, Luis se propuso en ese día finiquitar el asunto pero un motivo fuerte era precisamente lo que acababa de ver hace poco, le ligaba el deseo de satisfacerse sexualmente y las comodidades de su padrastro en la estancia, sin embargo, ante mucha meditación prevaleció su codicia y se propuso solicitarle su pedazo de herencia al doctor Pérez su padrastro, en eso ve a Arnulfo salir de su cuarto caminando a la caballeriza llevando una funda de papel, al rato salió entrando a su cuarto agarrándose el pene, luego el niño salía agarrando de una mano la funda de papel y con la otra una barra de chocolate, era Teófilo quien lo disfrutaba, un muchacho de siete años hijo único de un humilde peón, no tenía madre, había muerto al nacer, se sentó sobre una silla de montar ubicada en el suelo y arrimada a la pared, seguía masticando el chocolate con su carita pensativa, las piernitas abiertas, dejó la bolsa junto a la silla para rascarse los glúteos por detrás, estaba descalzo como la mayoría de niños hijos de peones, su ropita a remiendos, Luis bajó lentamente las escaleras, la mayoría dormía, inclusive la servidumbre, caminó a donde estaba Teófilo y se sentó junto a él, conversaron un poquito de trivialidades infantiles y llegó el momento de decirle a Teófilo que lo acompañe, el niño receloso agachaba la carita linda con timidez, el joven de veinte años le proponía un buen juguete traído de la ciudad si le obedecía, Teófilo asintió tímidamente aceptando la propuesta, le dijo que dejase en la ramada esa bolsa y que lo esperaba en el árbol tupido de la loma, el niño obediente cumplió lo pedido, Luis sentado arrimado al árbol esperaba la llegada de Teófilo, para Luis ese lugar apartado significaba mucho, en ese mismo sitio fue desvirgado por su tío René, cada vez que recordaba aquello pensaba en Melesio que también había sido sodomizado por su tío, a su mente llegó el recuerdo de Leandro, aquel niño de cinco años que fue suyo en el agua, la tensión en su cuerpo aumentó, el deseo llegó a los tuétanos, la sangre circulando incrementaba su temperatura, vio acercarse a Teófilo y de un impulso como fiera a su presa se revolcaron sobre las hojas secas, lo besó cuanto pudo, el deseo carnal aumentó, se bajó la ropa y le ayudó a Teófilo, lo puso en posición perrito y le introdujo un tanto de su glande en el ano, decidió detenerse, lo acostó boca arriba a Teófilo, lo miró con detenimiento, se imaginó que era Leandro, decidió que en ese lugar no, lo vistió y lo montó a caballo y lo llevó al lugar donde había desvirgado a Leandro, apeó al pequeño, lo condujo a la orilla, se quitaron la ropa, Luis acostado boca arriba encima de su cuerpo estaba el cuerpo desnudo de Teófilo muy obediente a las indicaciones de Luis, el lugar apartado, el agua un poco turbia se escuchaba el golpe a las rocas, las manos de Luis pasaban por la espalda y muslos de Teófilo quien escuchaba los latidos del corazón de Luis con su carita descansando en el pecho del joven que lo acariciaba y le rozaba los dedos entre los glúteos tratando de meterlos hasta llegar al ano, estaban quietecitos sintiéndose la piel, Luis besaba el pelo de Teófilo, el niño inmóvil se dejaba de Luis, estaba bajo la sombra de un frondoso árbol con ramas colgadas caídas que servía de ocultamiento escénico a lo que estaban haciendo y por el hacer sexual, los dedos de Luis acariciaban el pelo del niño de siete años, alzó su carita para intercambiar miradas, tímidamente su gesto en su linda cara le indicaba algo a Luis que inmediatamente lo interpretó, le tomó al niño de la cintura alzando sus caderas deslizándolas a la altura de su pene peludo, ahí el pene lampiño se rozaba mutuamente, el niño cerrando los ojos con expresión de placer alzaba repetidamente con movimiento rápido las caderas haciendo que el roce de los penes sea constante, Luis permitió al niño que se moviera a su gusto, después vino la calma, Teófilo quedó inmóvil encima del cuerpo de Luis quien le pedía que continuase, el niño obedeció y lo hizo por unos breves instantes, Luis se levantó igual que el niño al apartarse del cuerpo de Luis, caminaron sobre la arena dela playa hasta llegar al agua, Teófilo vio la espalda de piel blanca de Luis que tenía pegada la arena y cómo se deslizaba cuando Luis salía del agua, lo agarró de la mano sobre el agua llevándolo a una gran roca en el mismo lugar donde Leandro fue suyo, la cara de Teófilo arrimada a la roca igual que su pecho, sintió algo entrar en su ano, gemía ante la embestida del movimiento de caderas, los testículos peludos de Luis rozaban los muslos del pequeño, Luis cerró los ojos sintiendo el pene entrando por el ano de Teófilo, ese ano desvirgado que no sabía quién era su autor, y que algún día lo sabría, ya que el niño se negaba en decírselo, no quiso eyacular ahí, se contuvo de la venida de semen, salieron a la orilla sobre el tronco caído ahí lo encorvó a Teófilo, puso abundante saliva en el ano del pequeño, igual en su glande, a Luis le satisfacía ver su pene blanco entrar en ese ano de piel diferente, sobre todo cuando inicia su glande la penetración y va adentrándose lentamente, lo completa el gemido y puje de Teófilo, ya estando todo el pene dentro del ano lo deja quietecito por unos segundos y empieza lentamente el mete y saca hasta hacerlo rápido y eyacular dentro del ano de Teófilo, el sudor invadía el cuerpo grueso de Luis aquel joven de veinte años que fue sodomizado en parte por Lastenio un mulato nieto de nana Dulce cuando Luis tenía casi la misma edad de Teófilo, los movimientos sexuales siguieron, hasta que el semen salía por el ano del pequeño, fueron a lavarse al río, retornaron a la orilla ahí sentó Luis a Teófilo sobre la arena debajo de ese frondoso árbol con gran sombra, Luis se arrodilló y mamó el pene del pequeño por buen rato, ya ensalivado le dijo que se estuviera quieto, Luis se puso saliva con los dedos llegando dentro de su ano, se acomodó poniendo al niño con las piernas unidas y tomando ese pene lampiño lo puso en la entrada de su ano, solo bastó un sentón de Luis para que todo ese pene de siete entre en su ano de veinte años, el dolor para Teófilo era inconmensurable, le pedía que se quitase pero Luis con su ano lo tenía atrapado e hizo varios sentones hasta sentir ese penecito desvirgado, ya que no había podido desvirgar su ano había cumplido su deseo de desvirgar el penecito lampiño de Teófilo, al sacar el pene Teófilo quedó en posición fetal con serias muestras de dolor e incomodidad, lo llevó al agua en contra de su negativa y le limpió con delicadeza el glande descubierto, el pequeño se sentó sobre una gran roca viéndose el pene desvirgado con sus piernas abiertas, Luis acostado en la orilla lo miraba, le dijo que se había ganado un buen regalo, Teófilo guardo muy secretamente el dolor y la incomodidad al roce de su glande descubierto con la tela de su pantalón corto, a fin de cuentas su padre la mayoría de las veces pasaba borracho y no se daba cuenta de su vida, sólo se preocupaba de su alimentación y que le ayude en las simples faenas de trabajo.
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Para vísperas de año nuevo que se venía, Amacilia recibió un sobre de parte de un peón de Rodolfo Buonanote, el peón mensajero se despidió ante el asombro del esposo de Amacilia, la mujer abrió el sobre, su esposo el rascarrabias vio que Amacilia sacó dinero del gran sobre el cual también venía una carta junto con el dinero, lo agarró el complaciente hombre y se retiró a guardarlo, al esposo no le importó la carta pues no sabía leer ni escribir, Amacilia al contrario leyó la carta en silencio, Rodolfo Buonanote le pedía que le ayudase en casa como en los buenos tiempos, pidiéndole que lo acompañara en su soledad, que ella era el bálsamo eficaz para mitigar la soledad que le embargaba, rato después, el esposo se acercó a preguntar por el contenido de la misiva, ella le respondió que solo eran frases de agradecimientos por el trato que le dio en vida a la esposa del terrateniente y también les enviaba saludos con parabienes, el hombre se retiró a las faenas de trabajo, Amacilia lentamente se dejó caer en el banquito de madera rustica, se puso a cavilar por un buen rato, sonreía, era feliz, aún lo recordaba complaciente, para ella ese hombre adulto le había significado mucho en su vida y ahora la pedía en compañía, sus cavilaciones fueron rotas por la fuerte voz de Nicandro su marido, aquel hombre que solo le importaba él mismo, le ordenó que le ayude en las faenas de arado, fue a su llamado, por la noche la discusión fue fuerte entre la pareja, no así en la madrugada resultando la aceptación del esposo a que su esposa fuera a trabajar a la estancia Buonanote a cambio de la mayoría del dinero ganado por su esposa pasaría a sus manos.
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En los viajes a la capital la nana Dulce visitaba a su nieta Griselda y a sus bisnietos, le llamaba en particular su bisnieta Sara Guillermina hija no reconocida de Guillermo Izaguirre, ambas se preguntaban por la vida de aquel hombre que irónicamente no sabe la existencia de su hija ahora de doce años, la vida de la niña en particular era normal con sus hermanitos de color de piel diferente a la de ella, que era blanca, Sara resaltaba en la familia, nana Dulce preguntó si había hecho el intento por decirle la verdad de su origen a su hija pero la nieta de la mujer de color lo negaba, su actual esposo había aceptado ser el padre de Sara y no se hablaba de otra cosa sino de la felicidad de la muchacha, Sara Guillermina estudiaba corte y confección y a su edad era muy creativa, los colegios aún no eran metas posibles para una muchacha como ella, la vida en su ciudad era normal, muy sociable y amiguera, siempre le tenía un regalito a su bisabuela cuando las visitaba, todo era respeto y consideración en el hogar de Griselda, que pese a todo, seguía recordando su entrega de amor a Guillermo Izaguirre siendo todavía una niña de catorce años, las penurias pasadas y el casi aborto de su hija, era feliz por su vida actual.
FIN DEL SEXAGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
Buena historia , sigue escribiendo por favor. Falta más de Justin y quizá más adelante de Sara.
Efectivamente