METAMORFOSIS 77
Convenios.
Dos niños pequeñitos jugaban con una pelota en el portal de la casa, un hombre vestido con porte militar se acercó a uno de ellos acariciándole el pelo, estaba seguro que la madre estaría dentro de la habitación, empujó la puerta con delicadeza y la vio acostada dándole de lactar a su hijo de exactamente un mes de nacido, llevaba consigo un regalo envuelto especialmente para bebé, ella vio que lo puso en la mesa y se acercó sentándose al filo de la cama, extendió el brazo para pasarle la yema de los dedos por el pelito en crecimiento, pasó por las mejillitas y luego las alejó tratando de acariciar a la parturienta quien esquivó aquellas intenciones, Roberto Alpízar la miraba a Elena con ternura, le había dado un hijo, eso era lo importante, para él, su tercer hijo, con vehemencia como había sido adoctrinado militarmente le dio un beso a la mujer que al principio los esquivaba pero la fuerza y el temperamento transmitidos de piel a piel hizo que aceptase dejándose llevar por los manoseos y caricias por todo el cuerpo, había pasado un mes sin hacer el amor, su esposo estaba en destacamento alejado de la capital, deseaba hacer el amor, lentamente vio como las manos del militar deslizaban su vestido sedoso de dormir, él se detuvo viendo al pequeño recién nacido, ella le correspondió con sus besos diciéndole que en realidad era su hijo, los dos amantes se fundieron en besos enternecedores, acomodaron al recién nacido en la cama pues luego de lactar estaba profundamente dormido, ella fue a decirle a su hijo Domingo que se quedara allí jugando a la pelota, el niño obedeció gustoso, discretamente Elena apegó la puerta, los amantes se abrazaron con manoseos en los glúteos, el militar estaba por quitarse la ropa y era ayudado por ella, el hombre tenía fina estampa mejor que su marido hasta para ser el amor, por eso ella no lo podía olvidar, pese a su rencor lo amaba tanto que esta vez se entregaría de nuevo, ya viéndose los dos desnudos, se acostaron en la cama donde dormía Melquiades, se adoraban tanto que esa cama sonaba por los resortes debido al intenso movimiento, ella se portaba ya esplendida y él complaciente la penetraba, otra vez sentía la húmeda vagina que mojaba el tronco de su pene, ella hizo rápido el orgasmo, él mañosamente se demoraba en eyacular quería sentirla a plenitud, eran meses de no haberlo hecho, los besos con lengua en forma desaforada continuaban, era media mañana, Melquiades estaba en la escuela, su hijo Domingo jugando con un amiguito en la acera, estaban seguros de hacerlo a plenitud, se escuchaba el sonido del humedecido pene de Roberto haciendo mete y saca frotando la vagina de Elena, se decían amarse y continuaban con sus besos; muy cerca de ahí Domingo seguía jugando ahora solo con la pelota pues su amiguito había sido llamado por su mamá, el niño siente la necesidad de ir a orinar, se baja el short y la ajustada trusa que era de su hermano, ve que de su penecito sale la orina y encorva más su cadera saliendo más a relucir su pene sobresalido, lo agarra por unos instantes hasta que toda la orina sale y se lo agita quitándose de su pene virgen los últimos rezagos de orina, se agacha para recogerse el short y la trusa que le habían quedado en los tobillos y lentamente se los acomoda pues un pedazo de ropa estaba en el glúteo de su traserito mestizo, de pronto a lo lejos escucha su nombre y curiosamente se acerca a la ventana desde donde lo llaman, ve la cara de su vecino que con las manos le hace gestos de que entre en el cuarto, el niño de casi dos años obedece llevando consigo la pelota, la persona que lo llamaba era conocida y le gustaba estar con el vecino pues a él y a su hermanito le regalaba gaseosas o golosinas con juguetitos, Domingo entra y ve a Dagoberto puesto solo una trusa pero el pene bien erecto, sin perder tiempo lo lleva a su dormitorio y lo acuesta de pecho a filo de cama, le baja el short y la trusa puesta y le pasa el pene sobándolo por la piel de sus glúteos, le dijo que aguante el jueguito abriéndole con una mano lo que más pudo a esos delicados y muy deliciosos glúteos, con la otra sostuvo su erecto pene para tratar se penetrarlo, la punta de su glande rozaba la entrada del ano, así le hacía frotes a lo que el nene gemía, se arrodilló detrás del niño para olerle el ano por unos instantes, luego le pasó la lengua por la piel de los glúteos, la metió llegando su punta al ano haciéndole sentir raro al niño, posteriormente le chupó el traserito, el niño inquieto se reía retorciéndose en la cama con movimientos de cadera, escupió la entrada del ano y ensalivó su glande, Dagoberto introdujo un pedacito de glande en ese ano infantil haciendo gemir al niño, quiso lloriquear diciéndole a Dagoberto que le dolía, se detuvo en su intensión de sodomía, ya su glande había entrado un poco más, Dagoberto se había propuesto desvirgar también analmente a Domingo el hermano de Melquiades, e hizo dar vuelta y poner de espaldas al colchón acostado a filo de cama, alzó las piernitas del niño y puso frotar su pene por entre las piernas haciendo que los penes se soben, Domingo miraba su penecito lampiño como era sobado por ese tronco erecto de pene peludo de Dagoberto que se deslizaba desde su penecito y testículos llegando a su ombligo, Domingo vio que del glande de Dagoberto salía un líquido blanco, Dagoberto se detuvo jadeante, con mofa le decía que ese era el premio del jueguito, era leche para hacer hijos, el niño a su corta edad no entendía, se limitó a seguir viendo como ese líquido blanco recorría su piel y continuaban los movimientos del pene de Dagoberto en su penecito que era mojado por el semen, Dagoberto le dio un besito como piquito en los labios y le hizo sentar en la cama, fue por papel para limpiarle la barriguita y el penecito que tenía algo de semen, luego de vestirlo lo llevó a la cocina a que tomara la mitad de una gaseosa que había sobrado, el niño con alegría la bebía, Dagoberto consideró que había pasado mucho tiempo desde que el niño entró a su cuarto así que le dijo que recoja su pelota y fuera a su cuarto seguramente sus mamá lo estaba esperando; coincidentemente la madre e hijo salen de los respectivos cuartos con el trasero irritado, ella llama a su hijo Domingo que estaba en el patio e ingresa al cuarto de arriendo, desde la ventana Dagoberto observa al militar que campante realiza su marcha ajustándose el pantalón, había hecho un convenio con ella para seguirse viendo discretamente, Dagoberto desde hace muchos meses sabía lo de la relación de la vecina con el militar, con la venida de éste nuevamente al cuarto de Elena, ya tendría más tiempo Dagoberto de tenerlos en su cuarto a los hermanos para hacerles el amor en repetidas ocasiones.
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El resentimiento de Gustavito hacia Carlos Felipe se acentuaba aunque discretamente trataba de esquivar las buenas maneras de trato del amante de su madre como lo consideraba, Noelia y Carlos no tenían aún el hogar formado, se veían periódicamente en la capital cuando visitaba a sus hijos y se hospedaba en la casa de Carlos, ahora lo importante para ella era encontrar a su hijo perdido, Carlos hizo convenios de trabajo con investigadores para que lo busquen; por su parte nana Dulce visitaba a su nieta Griselda y sus bisnietos le daban ese aliciente de vida, muchas veces su nieta pidió que viviera con ella, nana Dulce se negaba pese a los buenos tratos que le daban, la anciana de color estaba contenta ayudando a Don Rodolfo Buonanote pero ultimadamente quien más centraba esa atención era Amacilia, Griselda preguntó por la vida de los Buonanote y después con melancolía le preguntó que sabía de la vida de él, la nana a través de la miradas inquisidoras de su nieta logró decirle que desde hace muchísimos años no lo había visto, inclusive años antes de la muerte de su ex esposa, la mulata comprendió y vio a sus hijos jugando en la sala y a su primogénita sentada haciendo deberes, era muy inteligente, la mejor de la clase y fue una de las mejores estudiantes de la escuela, siempre resaltaba entre sus compañeras, por su piel blanca, en contraste con la piel canela de sus hermanitos, ella ya sabía que el padre de sus hermanitos no era el suyo, su madre le había mentido que su verdadero padre había muerto y que se había hecho de este segundo compromiso, cuando en la realidad Guillermo Izaguirre todavía estaba vivo, nana Dulce estaba feliz viéndole, nana Dulce le hizo caso a su nieta de esconder la verdad, convinieron en guardar aquel secreto, por el bien de ella se dijeron, otro secreto más que la anciana de color guardaría, se daba cuenta que su bisnieta era una mujercita de carácter dulce, responsable y solidaria, pero también de temple un tanto elocuente para ordenar, Griselda le decía a su abuela que su hija lo había sacado de su difunto padre, la muchacha que ya había cumplido los trece años se dio cuenta con la mirada que estaban hablando de ella, se acercó y la anciana le dio un fuerte abrazo diciéndola cuanto la quería y ella correspondió del mismo modo, los dos niños no quisieron quedarse atrás y la rodearon con abrazos y caricias a la anciana, después se sumó Griselda.
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Agripina se encontraba tomando sol en una de las mecedoras de la estancia, a su lado estaba su hermanito Luis Alfonso jugando con el pequeño Rómulo, más allá su madre tejiendo con los ojos llorosos ante la irreparable pérdida de su hermano Arnulfo, por discreción de luto, no fueron aquella tarde a la fiesta de cumpleaños de Gustavo Adolfo y Serafín, la muchacha seguía meciéndose pausadamente, de lejos vio la figura de Tiburcio entre los montes que se sacaba el pene para orinar viéndola jocosamente con una amplia sonrisa, lo movía al miembro de tal suerte que ella podía verle orinar, le vino el deseo de estar con él y ser suya, cerró sus ojos, deseaba sentir ese pene entrando y saliendo de su vagina, de un impulso se retiró del lugar sin decir palabras a pasos acelerados rodeando el lugar para llegar a donde estaba Tiburcio, se hicieron gestos de verse por los altos matorrales, ella llegó primero y él después luego de rodear el lugar y sentirse seguros de estar solos, sin esperar a más vinieron los abrazos y besos cayendo lentamente al suelo donde se sacaron la ropa en forma desordenada, lo primero que estaba al alcance las manos, piel con piel se unieron al unísono, todo iba marchando adecuadamente para sus propósitos íntimos, ella emocionada tomó el pene de Tiburcio y se lo introdujo en la vagina, el muchacho solo tenía que penetrarla, con un vaivén de caderas lo que hacía placentero esa postura sexual, se decían muchas cosas, como que se pertenecían, ella ya había hecho lo suyo en su vagina y se escuchaba el sonido de pene y vagina mojados, eso hizo que Tiburcio acelerase el ritmo de tal suerte que eyaculó de inmediato dejando su semen dentro de la vaginita de Agripina, ahí quedó ella acostada con su largo pelo con restos de hojas secas y tierra, estaba abierta de piernas, sentada viéndose el semen salir de su vaginita, Tiburcio con machismo miraba a su hembra sometida por su pene, ella se limpió acuclillada viendo a Tiburcio perderse entre los altos matorrales; en la estancia Luis Alfonso estaba jugando animadamente con los finos autitos a escala que su padre le había comprado a su lado estaba Rómulo jugando con uno de esos autitos, la tarde estaba acentuándose con el calor, Luis Alfonso fue al llamado de su madre para que se desvistiera y se bañase en la tina con agua fresca, el niño quedó completamente desnudo, Rómulo lo vio detenidamente, con su mirada pedía también bañarse, hizo gestos que la madre de Luis Alfonso entendió y también lo desnudó para que se bañasen juntos, los niños alegremente jugaban con el agua, tiempo después fueron secados con la toalla, Luis Alfonso subió las escaleras a su habitación a traer la ropa por mandato de su madre, el niño de ya más de cuatro años fue obediente en irse acompañado de Rómulo que se había puesto la misma ropa que usaba antes, al llegar a la habitación, Luis Alfonso buscaba la ropa, se había sacado la toalla, estaba completamente desnudo acuclillado, de tal forma que se mostraba ese voluminoso traserito, el pequeño Rómulo de cinco años miraba a su alrededor, cuando lo tuvo de frente a su amiguito, se bajó el short a las rodillas y le mostró su pene agitándolo, lo abrazó de las caderas frotándole el pene desnudo, Luis Alfonso correspondió abrazándolo cayendo al suelo, Rómulo montado sobre Luis Alfonso desnudo en el piso, alzaban y bajaban las caderas, se miraban sus penecitos lampiños que se frotaban muy seguido, después se levantaron y fueron a la cama, Luis Alfonso voluntariamente se acostó de cara al colchón, dejándole ver a plenitud su espalda y su traserito desnudo mientras que su penecito descansaba sobre el colchón, Rómulo se quitó el short e inmediatamente se acostó sobre la espalda de Luis Alfonso poniendo su pechito, de esa forma el penecito de Rómulo frotaba la piel de los glúteos de su amiguito alzando y bajando las caderas, eso mucho le gustaba a Luis Alfonso que quietecito recibía aquellos movimientos, Rómulo era incansable pese a tener corta edad, siguieron en esa postura por unos momentos hasta que Rómulo ahora era el que se acostaba de espaldas a la cama recibiendo encima suyo el cuerpo de Luis Alfonso, ambos pechos unidos viéndose la cara y viéndose también los penecitos frotándose entre sí, los movimientos de los penecitos fueron interrumpidos por los gritos de la mamá de Luis Alfonso llamándole, se miraron los penecitos y se los estiraban con juegos, luego e un tiempo bajaron las escaleras, a Luis Alfonso le iba gustando cada vez aquellos jueguitos conviniendo juntos no decir absolutamente nada.
FIN DEL SEPTUAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
Genial amigo sigue contando mas me gustan tus relatos muy buenos y bien contados saludos amigo….. 🙂 😉 🙂 😉