METAMORFOSIS 78
Entronques.
Los piecitos blancos se deslizaban por aquellas piernas de piel blancas y muy velludas, se escuchaban gemidos en la apartada semi oscura habitación, los muslitos de piel blanca descansaban sobre unos aquellos muslos velludos, la caderita se alzaba y bajaba, el pene erecto firme recibía el ano deslizante de arriba abajo cuyos glúteos se topaban con la pelvis llena de pelos y especialmente con los testículos peludos, el pelito rubio de Leandro era acariciado por los labios ardientes y bien formados que Luis tenía, su nariz recorría ese pelito rubio de Leandro, le daba de besos en la nuca, lamía el cuello y oreja diciéndole tiernas palabras de deseo y complacencia por lo que estaban haciendo, Leandro apretaba los dientes con los ojos cerrados gimiendo fuerte en cada subida y bajada de su cadera jadeando en cada contacto y penetración, Luis sentado sobre la silla morisca lo ayudaba sosteniéndolo de la cadera y lo alzaba y bajaba moviendo la cintura a Leandro, ya su pene entraba y salía fácilmente del ano lubricado del pequeño que parecía estar cabalgando sobre el cuerpo de Luis, los minutos pasaban y ellos estaban en sexo a plenitud, Leandro se encorvaba para atrás en un mejor acomodo, todo eso a Luis le significaba entrega total, pues Leandro se dejaba llevar, las manitos estaban apoyadas en las manos de Luis que logró entrelazarlas y llevarlas sobre la silla morisca, Leandro las apretaba cada vez que descendía su cuerpo sobre el pene de Luis, el niño cerraba los ojos al sentir esa penetrada de acuerdo a esa postura, Luis lo disfrutaba plenamente, sentía a total plenitud ese cuerpito deseado por tanto tiempo, era tanto así que Luis estaba enamorado del pequeño, Leandro de igual manera a su edad y raciocinio correspondía la atracción y el afecto; Luis lo hizo girar uniendo sus pechos, sus frentes y narices, se miraban el uno al otro fijamente, sus pelos unidos, su mirada viendo el penecito sobre el grueso pene que se rozaban, luego se quedaban quietecitos escuchándose su respiración, el pene de Luis se puso dentro del ano de Leandro, se abrazaron y se besaron, era sentida la atracción mutua, miraron a su alrededor moviendo las caras, todo era silencio en ese momento en que hicieron pausa, pero fue roto por los siguientes movimientos de alzada y levantada de cadera de Leandro descansando sus glúteos sobre los muslos de Luis, los gemidos volvieron pero ahora de ambos abrazados sintiéndose piel a piel sudada por las emociones vividas, las manos de Leandro descansaban sobre los hombros de Luis haciendo un lento frote en su piel, Luis correspondía besándole el cuello y el pecho chupándole las tetillas que lo hacían sonreír a Leandro, de movimiento rápido se hicieron movimientos lentos, luego pausados, como que el cansancio le venía a los dos, sin parar de gemir, sintiendo placer mutuo, Leandro seguía cabalgando, el pene de Luis seguía penetrando, de pronto Luis y Leandro quedaron quietos nuevamente, lentamente Leandro se fue separando de Luis alejándose de la silla morisca en la que solo quedó sentado Luis, los dos se miraron los penes, el uno lampiño y el otro con pelo abundante, los dos apreciaban sus miembros de tamaños diferentes, Luis apreciaba detenidamente el cuerpo de Leandro, tan blanco de piel y sedoso rozagante, sus pies bien alargados característicos de sus dedos, las piernitas rellenitas que daban una figura hermosa a sus glúteos abultados contorneados en una cadera sensual, el pequeño caminaba desnudo por aquella bohardilla colmada de recuerdos, el niño tocaba los objetos, vio una silla de montar colgada en la pared, tenía roto un pedazo faltante, los dedos pasaron por la superficie del objeto, Luis miraba con detenimiento el movimiento de esos deditos y bajaba su mirada al verlos que rascaban los glúteos y que entre ellos se apreciaba la saliva que anteriormente le había puesto, el pequeño continuaba su recorrido viendo la habitación, se detuvo viendo unas cabezas de animales exóticos cazados algún tiempo atrás por Rodolfo Buonanote, regresó su mirada a Luis dándole una sonrisa justificando lo que estaba viendo, sus manitos de más de seis años recorrían una foto empolvada de un hombre, Leandro preguntó por aquel retrato, Luis simplemente le dijo que era su fallecido tío René, primo de su difunta madre Andreina, sobrino de su abuelo Rodolfo Buonanote, el niño continuó observando los objetos, de pronto Luis lo abrazó por detrás llevándolo lentamente sobre una mesa polvorienta, puso una manta volteada y lo encorvó sobre ella, le vio el traserito y se lo abrió poniéndole saliva de tal suerte que entraba con el dedo medio en su ano, el niño disfrutaba de esas metidas y sacadas, la barbilla de Luis se apostaba sobre el pelo del pequeño, de reojo vio cómo su mano que sostenía el pene le ayudaba a penetrar ese traserito de niño hermoso, el gringo, como le decía cariñosamente, volvía a gemir, le introdujo todo el pene de un solo empujón, empezaron de nuevo los mete y saca, la mesa se movía con ellos, el niño hacía leves chillidos, se entrelazaron las manos estirándose los brazos apoyándose en la mesa, después se separó del niño, se acostó en el piso boca abajo dándole señas para que se acostara sobre su cuerpo, Luis sintió el paso del penecito de Leandro por sus glúteos, le ayudo a abrirse el trasero para que el pene de Leandro topase la entrada de su ano, el niño disfruta de aquello, estaba haciéndole el amor al trasero de Luis por primera vez en esa postura dominante, después se quedaron acostados de perfil sobre el piso, viéndose de frente uniéndolas y pasándose las manos por las caderas y pechos, los dos se miraban sonriendo viéndose los penes que se frotaban en la piel sudorosa, Luis puso el pecho de Leandro recostado sobre la silla morisca, recordaba lo que años atrás le hizo Lastenio y le hizo lo mismo a Leandro ahora con besos y lamidas en los glúteos para después introducirle el pene, esa postura era deliciosa para Luis que penetraba de mejor manera a Leandro haciéndolo sentir placer, el pequeño se agarraba de la silla teniendo sus rodillas apoyadas en el piso, Luis miraba cómo su pene lentamente entraba y salía de ese anito del gringo, todo era placer para ambos, Luis lo había sodomizado bien, el niño se dejaba llevar por los instintos y deseos de Luis que continuaba viendo el movimiento de su pene, de pronto eyacula dejando el semen dentro del ano del niño, lo saca mojado todo su tronco de semen, el pequeño ve ese pene mojado de semen que pasa por sus mejillas, huele la cabeza del pene de Luis y se lo pasa por los labios infantiles, se acostaron por un momento en el suelo rozándose las piernas, acariciándose las mejillas y el pelo, el pene mojado de Luis pasaba por los glúteos de Leandro, desde su ano salía restos de semen, Luis se complacía viendo ese movimiento de pene y más al sentir el roce de la piel de Leandro, se dieron cuenta de lo sudoroso de sus cuerpos y se limpiaron y se vistieron ayudándose mutuamente con la ropa, siguieron un rato más viendo ese cuarto de objetos, Luis lo tomó de la cintura y le dio varios besos con lengua, estaba fascinado con el pequeño, Leandro simplemente se lo permitía, se asomaron por la ventana viendo el horizonte del campo rayando el sol de aquel maravilloso día, Luis entrelazó sus manos con las del pequeño, su barbilla estaba sobre el pelo del pequeño, Leandro correspondió apoyando su carita en el pecho de Luis con un abrazo adicional y besos en el pecho, ese día fue de gran significación para ambos pues aquel lugar sería causa de futuros encuentros sexuales.
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Elena estaba lavando ropa cuando de repente se presenta Roberto Alpízar, el amigo, su marido estaba en casa, le hizo señas que se fuera pero el hombre no le hizo caso, ingresó en forma prepotente y se fue a la parte trasera del cuarto donde estaba arreglando una cocina de kerosene, los dos amigos se saludaron e igual hizo con los dos niños que estaban ayudándole a su padre limando el metal oxidado, el motivo de la visita de Rodolfo era para como siempre ir a jugar al cuartel y luego tomarse un buen aguardiente, el hombre que ya había terminado de reparar la cocina aceptó y decidió llevarse a sus dos hijos, quedando Elena con el recién nacido en casa cuidándolo, Melquiades y Domingo iban felices con su padre y su amigo Roberto quien se despidió de ella con una mirada cómplice; en el campo de juego ya había bastante militares con familiares jugando, los niños jugaban con los de su edad por el campo que tenía varios árboles, Roberto y su amigo Raúl el esposo de Elena libaban copiosamente junto con varios amigos de levas distintas después de un gran partido, de pronto que le llega a la libidinosa mente de Rodolfo recurrentes pensamientos de Elena, su pene se erecta, hubo necesidad de ella en ese momento, de un impulso se aleja de sus amigos con pretexto de ir a casa por dinero, en realidad toma camino en dirección a casa de Elena y la encuentra barriendo la entrada del cuarto, en segundos entran, el hombre mira al pequeño y le da un beso en la frente, la toma de la cintura a la mujer llevándola a la cama donde al mismo tiempo caen acostándose y luego quitándose la ropa, él estaba un poco mareado como a ella le gustaba, con ese pene bien erecto de su amante que se lo lleva a su vagina, las caderas del hombre se impulsan en el mete y saca, el placer de ambos es infinito, se decían amarse, ella estaba enamorada de él, lo sentía en sus adentros, ella se sentía más mujer con Roberto que con Raúl, al rato de sentir esa piel viril desfogó su orgasmo, él sintió el humedecido liquido vaginal transferido a su pene haciendo sonido en el mete y saca en su contacto piel a piel y en ese roce, al oir ese sonido entre genitales le estimuló a seguir penetrándola con vehemencia, no contento con oir eso, la hizo poner boca abajo sobre la cama y con seguridad le introdujo el mojado pene deslizándolo por su piel del ano haciéndola gemir de forma fuerte, el pene entraba y salía del ano lubricándolo con sus roces, le decía que era suya, que le pertenecía, por él, por su amor y ahora por el hijo de ambos, él le metía el pene en lo más profundo haciendo latir su glande dentro del ano dejándolo quieto por unos segundos, tiempo que escuchaba el gemir de su hembra, le recordaba que él era el veradero padre de su tercer hijo, ella lo aceptaba asintiendo con los ojos cerrados mordiéndose los labios, agarrando con puños las sábanas al sentir ese erecto pene dentro de su ano, él hace un par de años la había desvirgado analmente en una de sus citas en las pensiones de aquellas muchas borracheras, eso la había hecho engrupir más todavía con Roberto, era el único hombre que le hacía el sexo anal, aunque al principio de su gestación lo odiaba, ahora lo deseaba, se deseaban, los dos tenían el poder de sexuarse, todo era para ellos placer, todo era necesidad de estar juntos, el pequeño Roberto los había unido y se jugaban aquella situación de encuentro clandestino a espaldas de Raúl, el hombre seguía penetrándola, ella pedía más, los movimientos acelerados de cadera no se hacían esperar en ese glande dentro del ano ardiente del deseo sentido, se efectuó la eyaculación, el semen dentro de su hembra, justo a tiempo, el recién nacido empezó a llorar, quería lactancia, Elena se separó del cuerpo de su amante en búsqueda de su hijito, Roberto vio esos senos dando lactancia, aquellos senos que antes los había lamido y degustado con el pase de su pene por aquella piel que ahora su hijo estaba mamando, todo se dio así, el hombre se vistió, ella sentada en el taburete lo miraba irse con paciencia dándole a ella un sentido beso con lengua y caricias al recién nacido, la mujer vio abrir y cerrar la puerta, se dio cuenta que en la base del taburete y su trasero corría el semen depositado, una vez más había sido suya, cada día deseaba más a su amante, ella se preparaba para la venida de su familia que vendría a conocer al pequeño y a pasar las navidades y a recibir año nuevo de 1945, vendrían desde el otro muy extremo distante del país de la canela.
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David era un niño que en ese entonces estaba sentado en una silla articulada de madera que daba a la acera de aquella humilde vivienda, vestía sencilla remerita y ajustada trusa, estaba allí por mandato de su madre soltera, lo había dejado al cuidado del hijo de la vecina, Joel, un joven muy apuesto afeminado, los piecitos del pequeño David estaban bien formaditos, de finos dedos alargados, empeine plano se agitaban al aire, sus sandalias a medio poner se desliaban al movimiento que hacían sus piecitos levemente polvorientos, estaba garabateando sobre la mesa con un crayón sobre una hoja impreso un dibujo en blanco y negro, su lengua estaba a un extremo de sus labios, algo le rozaba la saliva, algo despeinado por el viento fuerte que corría en aquella nublada tarde, estaba ensimismado con su labor de pintar, quería darle una sorpresa cuando su madre regrese junto a la vecina, a su edad de casi siete años ya tenía una inteligencia adecuada, su piel blanca y su alta talla le hacía resaltar ante sus amiguitos de su misma edad, sus amiguitos de juegos y de la escuela en la que ya había estado un primer año, su pelo lacio al viento se alborotaba, sus labios rosáceos brillaban al contacto de la saliva, sus deditos alargados daban a entender que era un niño fino bien cuidado por su madre, era de esperarse por ser el hijo único varón, él no lo sabía aún, pero su madre lo quiso tener por así nomás, vino un hombre en una noche de tertulia y la empreñó, al principio como a los otros embarazos quiso quitárselo abortando, ero se sentía de edad, no deseaba estar sola, la vecina eso le aconsejaba, ella meditó y se lo dejó estar hasta parirlo, en definitiva, en parte la vida de David se la debe a la vecina intima de su madre en la que ahora están de viaje, Joel de dieciséis años y David de casi siete años fueron concebidos casi de las mismas circunstancias, ambas mujeres madres solteras cuyos hijos desconocen la existencia de sus padres, el pequeño David iba de la mano de Joel al mercado a presenciar la vida de los niños del sector con quien humildemente jugaba, especialmente lo hacía con Tomás de nueve años y con Andrés de casi su edad, Joel más conversaba con Tomás, iban seguido al cuarto donde el niño vivía con su abuelita, de allí traían cartones y cajas hacia el mercado, en varias ocasiones David les ayudaba, lo original del caso es que cuando llegaban al cuarto de arriendo de Tomás con su abuelita, ambos se encerraban en la habitación dejando a David jugando a solas, luego salían algo pasivos y cabizbajos dirigiéndose al mercado, Joel también jugaba mucho con Andrés, en aquella ocasión David los sorprendió jugando alas luchitas entre los cartones en el cuarto de trastes del mercado, había otro niño en especial al que Joel y David hicieron amistad, era un niño de edad parecida a la de David, mayor con algunos meses, Patricio, se trataba del hijo de aquel borracho que permitía al niño que acompañase a un hombre al lugar apartado del mercado donde otro tipo le esperaba para saciar sus bajas pasiones, recientemente el afeminado Joel había hecho amistad con aquel hombre que se daba de guardaespaldas de aquel prestante hombre que siempre esperaba en el auto para luego desarrollar sus pasiones carnales; en aquella tarde en que David estaba haciendo la pintura Joel le llama un momento para que ingrese a la vivienda, le dijo al niño para que lo acompañase al mercado a ganarse unos centavitos, el niño muy feliz dejó su tarea para hacerla luego, a fin de cuentas siempre su mamá y la vecina venían la tarde o noche del siguiente día quedándose con Joel, el nene obediente toma su tarea e ingresa, sobre la mesa estaba un sándwich y un medio vaso de gaseosa, se sienta a comer, mira al fondo a Joel recogiendo una trusa que llevaba puesta, se la llevó a la nariz para olerla, viendo al niño emitió una amplia sonrisa que contagió a David, se la pasó por la nariz, olía a lechita, aquel semen impregnado en la tela que adquiría un olor original del que ya David tenía conocimiento, rato antes habían hecho sexo en la cama, le dijo al niño que se apure para ir al mercado a trabajar y a jugar, David muy presuroso comió y bebió, mientras dejaba los trastes en el lavadero sintió los manoseos de Joel en su traserito, vio que deslizaba su trusa hasta llegar a las rodillas, ahora sí sentía más placer con el roce de las manos de Joel a la altura de su coxis y de su potito voluminoso, el joven puso su mentón sobre el cabello del niño precioso, mientras sus manos acariciaban deliciosamente ese traserito, David se encorvó y sintió el dedo de Joel que intentaba penetrar en su potito, el nene hizo un instintivo quite hacia adelante, Joel comprendió esa acción, es que el culito de David era virgen, le dijo al nene que tenía rico su potito y sus dedos agitaban ese penecito lampiño, lo marcó y lo llevó a acostarle en la cama, se deslizó su short que llevaba puesto mostrándole el pene peludo que lo acercó al penecito uniendo las caderas, luego vinieron los movimientos circulares donde los penes se frotaban, después le hizo poner de cara a la cama, abrió los glúteos y por esa rayita de separación le deslizó el tronco del pene moviéndose el prepucio hacia adelante y hacia atrás, le besaba el cuello y le pasaba la lengua por la espalda, eso le hizo tiritar al pequeño, Joel lo sabía, así lo dominaba, los besos en cuello y espalda del nene no se hicieron esperar por parte de Joel que ahora trataba de meterle el pene en el potito, David gemía repetidamente, de pronto sintió el deslizamiento de ese líquido blancuzco, cuidadosamente Joel se apartó de David, debajo de la cama sacó la bacinilla y empezó a micciar saliéndole orina y semen, el nene lentamente se puso en pie, vio sus pies descalzos en el piso, su trusa que caía a los tobillos, quedó desnudo, vio a Joel agitándose el pene mientras le decía que ese pene era suyo, el nene caminó hacia donde había papel y se limpió del semen, Joel luego de micciar le ayudó, rápidamente se vistieron , con llave en mano cerrando el cuarto se fueron al mercado, allí estaban sus amiguitos de juego, Joel iba a ayudar a cargar a los comerciantes, rato después un hombre se acerca a Joel, muy bien vestido estaba, Patricio que estaba en el grupo de David salió en precipitada carera, el hombre lo vio alejarse, emitió un gesto de burla, como dándole a entender a Joel que ya no le gustaba sino aquel, la mirada intuitiva de Joel recayó en el pequeño David, el hombre le habló al oído y mientras le daba indicaciones Joel asentía, estiró la mano y le dio un billete de baja denominación y en su rostro se notaba que se sentía feliz, al meterse el billete en el bolsillo del short miraba con detenimiento a David que jugaba con sus amiguitos en la explanada del mercado, el hombre bien vestido se despidió de Joel dándole una palmada en la mejilla y otra en el hombro, se fue así como vino de sigiloso tratando de no ser visto, a pocas cuadras de allí otro hombre en el asiento posterior lo esperaba se dieron mutuamente el asentimiento y el auto lujoso echó a andar, atravesaron la ciudad saliendo de ella tiempo después y se estacionaron en la verja de entrada de una lujosa propiedad del padre del hombre lujoso, las puertas las abrió el chofer único acompañante del potentado hombre, la propiedad por esas fechas estaba deshabitada, sólo los dos entraron a la gran casona campestre ubicada en las afueras próximas de la ciudad, el acompañante giró sobre sus talones en señal de reverencia yendo al auto de regreso a la ciudad, el hombre esperaría lo que deseaba, vio al auto partir, suspiró, arrimado al cristal de la ventana hacía puños, estaba luchando contra su conciencia, da un fuerte golpe que casi quiebra el vidrio, se repuso fue el micro bar a tomar una copa de brandy, lo calmó en algo, su ansiedad persistía, vio el acercamiento del ocaso por esos parajes del país de la canela, muy autóctonos y vistosos, siguió bebiendo, dirigió su mirada de 360 grados a la propiedad donde estaba, sí, era de su padre, pero la sentía suya desde niño, allí presencio a escondidas cosas de su padre con ciertas mujeres de sociedad, en el jardín en la alberca, en los pasillos aislados, e inclusive en los cuartos y la cochera, pero, no se imaginó que su padre, oh, su padre… con un niño, sobre todo, un niño descendiente de indígenas, se sentía mal, quería decírselo, pero no podía, tenía miedo de enfrentarle, sí, su pare lo estimuló a hacer lo que ahora realizaba con aquellos niños sobre todo con aquellos nenes humildes e indigentes del mercado, aquel hombre nacido en 1924 ya esperaba cumplir sus veinte años, estaba en toda la flor de juventud y en la potencia sexual, solo que, padecía de enfermedad cardiaca, siguió pensando y meditando, lejos de allí el ocaso se daba, Joel llevaba de la mano a David al cuarto de alquiler, le recordaba que sus madres vendrían a la tarde del siguiente día, sacó de su bolsillo un billete de mediana denominación poniéndoselo en la cara, los ojos del pequeño David se abrieron, sonrió ampliamente y brincó de la alegría al escucharle decir que con ese billete iban a comprar golosinas, le dijo además que podían ganar más dinero, David preguntó con el cómo y Joel le decía que acompañando a un señor a un lugar padrísimo, donde había mucho lujo y diversión, le preguntó al niño si deseaba a acompañarle y éste en respuesta dio un rotundo sí con la ayuda de brincos cuyo pelito se agitaba al viento, Joel miró hacia el reloj ubicado en el interior del cuarto, ya casi era la hora, salieron presurosos del cuarto así nomás vestidos de remera y shorts, llevaban puestas las sandalias, el hombre les había pedido que vayan en ropa ligera, caminaron presurosos a aquel lugar apartado desolado sin iluminación, efectivamente a la luz de luna se mostraba aquella fina carrocería, se notaba el encendido de un cigarro, al verlos rápidamente les hizo señas de que ingresen, así, el auto emprendió la marcha, al rato se detuvo en la carretera de poca circulación de vehículos, de su bolsillo sacó un par de billetes de mediana denominación y les entregó a cada uno de ellos, Joel y David no cabían de felicidad, el hombre les recordaba que se los daba con la condición de que hicieran todo lo que se les ordenase, ambos asintieron de buena gana y continuaron el viaje viendo con detenimiento el billete, desde el retrovisor el hombre reía ampliamente al ver el rostro inocente de David que casi tenía ya siete años, le dijo que podía tener un par más si se portaba bien, el niño asintió repetidamente y a punto estuvo de brincar dentro del auto lleno de gusto, el hombre le dijo a Joel si su amiguito estaba enterado de que pasarían la noche en la propiedad de su jefe, Joel cabizbajo lo negó pero para David no importaba y se lo hizo conocer al señor del volante, sus madres vendrían en la tarde del día siguiente, no había problemas, el hombre asintió con una lasciva mueca, en cuanto llegaron se bajaron del auto y parados con sus sandalias sobre la grama miraban a 360 grados la propiedad, vieron la alberca, se acercaron, el hombre vio hacia el amplio cristal donde varios mecheros daban muestra de la presencia de aquel prestante joven hijo de oligarca, asintió en señal de aprobación, el hombre se dirigió a los invitados diciéndoles que podían hacer uso de la alberca, Joel y David jugaban a gusto en el agua, el hombre les traía jugo de frutas, pan queso y manjar para que se puedan sentir más a gusto, el hombre miraba a través del cristal la algarabía de ese par de invitados, seguí fumando y bebiendo, vio al cielo, estaba despejado y estrellado, genial, se dijo para sus adentros, fue a su cuarto, no sin antes darle una señal a su vasallo, sentados con sus cuerpos húmedos estaban comiendo en esas sillas metálica de art decó de la época, les puso luz cercana, David tenía sus pies descalzos atrayentes para la vista de aquel hombre con casi cuarenta años a cuestas pues había nacido en 1905, ese hombre no apartaba la vista del niño, veía ese trasero voluminoso y esa entrepierna infantil en donde se amoldaba ese penecito hecho bultito, los piecitos se agitaban al movimiento de sus piernitas demostrando placer en lo que estaba comiendo, los labios rojizos eran excitantes al ver probar bocado, los deditos alargados de sus manitos sostenían el alimento llevado a la boca que se abría con soltura, desde el interior el hombre viéndole al niño tragaba saliva de la emoción, la luz de los candiles delimitaba la figura de David, los pies juntos ahora se movían como si fuese un péndulo sentado en esa silla, instintivamente el hombre se llevaba la mano a la entrepierna, suspiraba, no dejaba de verle al niño, luego los dos invitados fueron a seguir bañándose a la piscina, jugaban a las topadas y a las carreras, ambos estaban felices ante la mirada de aquel hombre, desde el interior le hizo señas que el hombre inmediatamente observó acercándose a la alberca a decirle a los niños que lo acompañasen, sus cuerpos húmedos sólo tenían puestos las respectivas trusas, les hizo que tomasen sus ropas y le acompañasen al interior de la gran casona, los pies descalzos dejaban los rastros de su caminar, sentían la fría baldosa del piso, asombrados quedaron en pie viendo el interior de la lujosa casona de campo, aún tenían sus ropa en las manos cuando aparece el dueño de la propiedad, se acerca a saludarles, suavemente al tacto de sus manos le saluda a los invitados, le acaricia el pelo a David, y pasa sus manos por el mentón del nene, se vieron fijamente, David sentía la autoridad de ese hombre en el rostro y en su mirar, le dijo que lo acompañe, ambos caminaron por un pasillo corto que daba a las escaleras por donde caminaban, le iba guiando con su mano en el hombro derecho, el hombre casi cuarentón y Joel caminaron por sendas distintas a las de David y el dueño, la puerta se abre, el niño tenía su ropa en las manos, caminaba descalzo, la mirada del adulto se fijaba en el caminar y en esos pies bien formaditos, a simple vista se notaba que ese niño era fino pese a tener ropa raída, las facciones de David eran la de un niño descendiente de noble linaje, le dijo que dejase su ropa en aquella silla, David obediente se acercó y lo hizo, el hombre ingresó a un biombo diciéndole al niño que se siente en la otra silla que daba a la ventana amplia de la habitación, se sentó viendo el anochecer desde ese lugar, de pronto aquel hombre sale vestido con una bata de dormir, se acerca la niño acariciándole el pelo, saca de su bolsillo un billete de mediana nominación, el niño de un salto se pone en pie desde la silla recibiendo el billete que lo va a poner junto a su ropa, brincaba de gusto, aquel adulto estaba sentado en la silla, le dijo que se acerque, puso su rostro en la mejilla del niño que ya estaba sentado en las piernas y cubierto con la bata de dormir, murmurándole al oído le dice si le gusta el lugar, el niño asiente con entusiasmo, le dice además que tendrá un billete más alto si se deja hacer el jueguito que viene, el niño asiente, recibía los besos y caricias en su rostro, los manoseos en sus piernas, le puso en delante de él viendo cómo esas manos adultas lentamente deslizaban la trusa que David llevaba puesta hasta quedarse totalmente desnudo en su delante, las manos adultas recorrían la piel del traserito y penecito, en su rostro se marcaba el deseo sexual, David vio el pene erecto del hombre que solo llevaba puesta la bata, l hizo caminar por el cuarto como si estuviese modelando, así disfrutaba apreciando de mejor forma su vista en ese cuerpo infantil de glúteos bien voluminosos y piernas bien formadas y rellenitas en partes, luego David caminó y se sentó sobre la entrepierna del hombre sintiendo su traserito el roce del pene grueso, le besaba e cuello y los hombros en forma repetida, recordándole que ya terminado el juego recibiría un billete de mayor denominación que el que tenía en la ropa, el recelo de David se iba diluyendo por la codicia, sintió las manos de aquel adulto que rozaban y acariciaban su penecito lampiño de casi siete años, mientras le besaba el pelo las manos acariciaban y estiraban ese penecito que de inmediato se puso erecto, le manoseó la espalda, le besaba repetidamente el pelo, el hombre lo puso en pie llevándole de la mano a un cuarto contiguo donde se encontraba una tina de baño, era el cuarto del padre de aquel adulto, las manitos pasaban por la fina cerámica y accesorios, la curiosidad del niño era descriptiva, el hombre le preguntó si le gustaba y el niño asentía respondiendo con su mirada en los alrededores, el hombre le señaló la tina donde iban a jugar, abrió los dos grifos por donde salía agua, se sentaron a ver correr el líquido depositándose en la gran tina, los dedos alargados del niño jugueteaban con el agua a vista del adulto, se quitó la bata y la mirada de recelo de David se notaba al ver en su delante el cuerpo desnudo, se sentó junto a él diciéndole que no tenga miedo, le acarició la mejilla y los hombros, le dio besos en las mejillas, le tomó el mentón acercándose sus labios en un sentido beso, el primer beso que recibía de aquel hombre, la mano recorría el pecho, el abdomen llegando a la entrepierna, le tocaba el pene haciéndole poner erecto, al verle así ambos sonreían, de eso se valió para que se acuclille David en su delante, el hombre agitando su pene hizo que David abra la boca para metérselo, se sentía suave, notaba que el nene era ya un experto por la forma en cómo sus labios delimitaba el movimiento del tronco del pene, pudo apreciar de mejor manera el rostro hermosos infantil, aquellas cejas bien formadas, aquellas pestañas curveadas, aquel mentón bien formadito que le daba esa fresca hermosura infantil en David, le tomaba del pelo ayudándole a moverse adelante y atrás, a sacar y meter ese pene en su boquita, e hombre vio que el agua tenía cierta profundidad y cerró los grifos, él fue el el primero en entrar a la tina, luego David que se acostaba a su lado viéndose los penes con las piernas estiradas en esa amplia tina de baño, se manoseaban los penes, le dijo que ya empezarían con lo mejor del juego, le arrimó al extremo de la tina de baño encorvándole de tal suerte que su pecho estaba arrimado a la tina y su mentón se posaba sobre el filo de la tina, le abrió los glúteos y empezó a lamerle el traserito, David emitía una respiración acelerada de placer sin duda, eso lo animaba al adulto a seguir, desde allí David miraba su ropa y aquel billete encima, sintió una molestia como de algo que sentía en la entrada de su culito, recordaba que eso mismo le hacía Joel estando a solas en la cama, ahora era un poco más molestoso, quiso regresar a ver los sucedido pero el pecho del hombre se lo impedía, su espalda estaba sometida ese pecho adulto, el nene gemía, sentía los movimientos de caderas de ese hombre sobre su traserito, le dijo que estaba muy cerradito, lo hizo con un amplio gesto de complacencia, le dio unas palmaditas al los glúteos de David y optó por apartarse, le dijo que se acueste junto a él, quedaron en silencio por unos momentos, luego el pecho de David se posaba en el pecho del adulto, sonrieron forzosamente uniendo las frentes, las manos adultas recorrían las costillas y piernas de David, asimismo lo hacía en el traserito, allí abría los glúteos y trataba de meterle el dedo medio de su mano, el niño fruncía el rostro, alzaba y bajaba sus piecitos, el rostro infantil de David descansaba resignado en el hombro de aquel adulto, ese hombre miraba el movimiento de sus manos en ese traserito que ahora era suyo, sólo suyo, así obviamente lo sentía, de nuevo le acostó a su lado, miraba esos piecitos infantiles y ese penecito lampiño, el hombre salió de a tina, David desde allí miraba que el hombre tomaba un botecito de crema poniéndoselo en el pene, entró en la tina y le hizo encorvarse, sintió el fresco de la crema en su traserito, le dijo que le hacía esto para disfrutar mejor del jueguito, resignado se dejaba, sentía molestia en su culito cuando era lubricado en la entrada del ano con ese dedo que tenía crema, abría su boca ampliamente, fruncía su seño, parecía interminable esa molestia, el hombre le decía que ya estaba listo, ahora el pene se posicionaba en la entra del ano, lo encorvó más sobre el extremo de la tina de baño, así se empinaba más el culito, abrió lo que más pudo esos glúteos y el pene empezaba a penetrar, le decía que lo tenía cerradito pero que se aflojaría, su mano adulta se apoyaba en la espalda infantil, con la otra tomaba el pene tratando de penetrar, a instantes hacía pausa besándole desaforadamente el cuello y la espalda y continuaba con su deseo de penetración anal, David se sentía raro al experimentar eso, el potito le estaba doliendo más que cuando Joel le hacía sentir con esos movimientos que ahora no eran tan suaves por parte del adulto, lo blanquecino de la crema contrastaba con el color de piel de los amantes en ese momento, David experimentaba una rareza, el hombre estaba cumpliendo su fantasía sexual de tener un niño desnudo en su tina de baño, pero quería más, sí, más, ponto lo conseguiría, eso, aquello de … oh! Se decía a sus adentros, eso, de ese traserito… de romperlo, de ser el primer hombre en la vida de ese niño hermoso al que ahora lo sometía, su mentón se apoyaba en el pelo de David, vio las manitos del niño bien aferradas al borde de la tina, la piel de sus deditos alargados se puso más rosácea, pujaba y pujaba, al sentir ya el dolor pedía que ya no más, que ya no más, pero el adulto insustía en su cometido, el glande iba entrando al anillo haciéndole deformar de apoco, de a poco, de a poco, ya sentía el glande la tibieza interior del ano, instintivamente era intuido a entrar, la naturaleza de la metamorfosis en ese momento así lo ameritaba, David se estaba transformando, unos leves empujones más y se completaría la obra del adulto, su deseo, su sueño, su aspiración por tener ese culito virgen ya luego desvirgado, así, así, le decía al niño, siente como te lo meto, siente, que eres mío, siente, siente, siente, le decía con orgasmo, David solo gemía y gritaba, esos gritos llegaban al salón donde estaba Joel sentado con una revista a la mano y en su delante aquel cómplice que lo miraba fijamente con vaso de brandy a la mano, los gritos se hacían más fuertes en el ambiente, es que David estaba siendo sodomizado, Joel dejó en la mesita la revista a orden de aquel hombre, le dijo con señas que saliese y fuese a bañarse a la alberca, el muchacho salió adelante y el hombre atrás, aun así hasta ese lugar llegaban los gemidos y alaridos de David, Joel sabía que se estaban comiendo la virginidad del potito de su amiguito, sin embargo, continuó bañándose, en la habitación, el pene estaba sujeto a la mano del iniciador, el glande sentía la tibieza dl ano, le entró un gustito, el pene estaba totalmente erecto el glande latía, lo entalló, fue entrando con la lubricación de la crema, poquito a poquito, milímetro a milímetro, hasta que se escuchó un grito desgarrador que llego a los ocupantes de la alberca, la cara de sorpresa de David dibujaba extrañeza y dolor, sus labios rosáceos abiertos de su boca por completo, sus manitos seguían aferradas al extremo de la tina de baño, sobre ellas las de aquel hombre, se podía ver la postura sexual de esos cuerpos desnudos, David desfallecía, fruncía ahora su rostro, no paraba de sollozar, allí estaba todo el glande y parte del tronco dentro de ese culito desvirgado, se había cumplido la obra de aquella fantasía sexual, ahora era una realidad, lo había desvirgado allí en la tina de baño, estaba quietecito con el pene adentro, David lloraba desconsoladamente, ese hombre había hecho más de lo que Joel le hizo con sus roces de pene en su culito, lentamente se lo fue sacando el pene de ese culito de niño precioso, David estaba quietecito por el dolor imperante en su potito, el pene mostraba restos de excremento, semen y… sangre, el hombre se sentó a verse el pene, David seguía arrimado a la tina de baño, de su culito salía el hilillo de sangre que definía líneas sanguíneas en la piel de sus muslo yéndose al agua donde se mostraba esa coloración sanguínea, el niño al verle sentado vio también cómo el agua de su alrededor se tornaba en rosácea, era la evidencia de haber sido desvirgado, su potito le latía, instintivamente se llevó las manos al traserito y vio la sangre entre sus dedos, David dio cuenta que aquel hombre le había desgarrado el ano, sonriente aquel hombre a David lo recostó en la tina de un tirón, mostraba su autoridad y prepotencia al nene, abrió el tapón de la tina yéndose esa agua, le deslizó acostándole en la tina, se sentó sobre su pecho, el pene rozaba los labios diciéndole que pruebe su pene, ese pene que lo había hecho hembrita, ese pene que por vez primera lo había hecho suyo, que le pertenecía y que ahora David debería hacer lo que se lo mande, el glande pasó por los labios, David siendo intimidado hizo abrir a su boca, así el pene entraba ante el rostro de rictus del niño, el pene se desliaba por esos labios, el niño sentía repugnancia pero estaba sometido, en la alberca los ocupantes sintieron el silencio, se vieron al rostro, el hombre sentado en la silla miraba a Joel que estaba arrimado a la piscina, sus miradas se decían que ya todo había pasado, pero de pronto otra vez los alaridos de David, era que aquel hombre lo había marcado llevándole a la cama a David, le había abierto de piernas poniéndolas a sus hombros y metiéndole nuevamente el pene en el traserito, entraba más el tronco del pene en esa postura, los dolores eran más graves en el nene, no importaba ese pene con sangre ahora perforando más ese culito, le hizo por unos minutos cortos, resignad David sentía las embestidas de ese pene, el niño no paraba de llorar ante el intenso dolor producido por el mete y saca de ese pene en su culito, hasta que se detuvo, David asustado sentía un líquido ingresando a sus entrañas, lentamente lo iba sacando, se lo mostraba al nene, el glande rozaba los glúteos de las piernas aun alzadas que luego lentamente descansaban en la cama, no importaba que las sabanas estuviesen con rastros de sangre, ahora importaba acostarse detrás del niño para acariciarle el pelo y las mejillas y hacerle entender lo valioso que había sido lo de ese jueguito, se acostó detrás del nene acariciándole el pelo y dándole repetidos besos, para ese momento Joel y el cómplice entraron a la habitación, el tiempo transcurría y David no aparecía, de pronto otra vez los alaridos del niño, ambos sonrieron al escuchar aquello, se notaba que ese hombre era incansable en el sexo, no aparentaba lo que era, un ser frágil de carácter como lo demostraba en público, los alaridos se debían a que ahora el niño estaba arrimado al borde de la cama y recibía embestidas del pene de ese hombre en el traserito, quería que ese cajoncito se abriera por completo, deseaba que ese culito esté abierto por completo, el pene entraba y salía, con algo aún de sangre, le había desgarrado el ano pero no importaba, esa sangre en su tronco de pene lo estimulaba ya que entendía que ese culito era suyo, que era el primer amante de ese nene, las manitos de David agarraban las sabanas deformando su pliegue, su carita descansaba sobre el colchón, así su cuerpito se hacía para adelante y para atrás ante el movimiento de pelvis de aquel hombre, cansado de tantas embestidas se lo fue sacando lentamente, lo sentó junto a él en la cama, le mostraba el pene, le dijo que era suyo, que siempre será suyo, el niño lo miraba con recelo aun teniendo lágrimas en los ojos, vio al hombre sacar de su bolsillo, se acercó extendiéndole un billete de mediana denominación, esperaba ver en el nene un semblante de alegría pero fue todo lo contrario, se podía apreciar que en el rostro infantil se dibujaba un acto de seriedad y acusación, en su semblante se mostraba hacia él un por qué lo hizo, el hombre agitando el billete insistía en que lo tomase, los deditos alargaditos lo agarraron, le dijo que se vistiese y salga con una frialdad descomunal típico de aquel que había conseguido lo que quiso y ahora ya no era valor de importancia, el niño caminó pensativo hacia su ropa que se la puso, salió de la habitación cabizbajo sin verle, abajo una puerta del salón se abre, aparee el cabizbajo David, el cómplice de un salto se aparta de la silla yendo a donde estaba su patrón esperándole para darle instrucción, al llegar el hombre estaba en bata de dormir, vio las señas de sangre en la tina y en la cama, le dijo algo al oído que el hombre asintió en aprobación, saliendo de la habitación, desde la ventana con habano en la boca haciendo boconadas vio partir al auto en aquella fría noche, dos días pasaron cuando al abrir el periódico de la mañana se muestra la noticia de que en la carretera interdepartamental se encontraron los restos de dos niños tirados al borde de la carretera con un tiro en cada cabeza, aquel hombre leyó con detenimiento la noticia en la que aún no establecía con claridad los móviles dl caso, volteó la página del diario en la que se describía la noticia de que en un oscuro zaguán un hombre que prestaba servicios de seguridad en las empresas de comercio estaba abaleado de dos impactos de bala en su cabeza al no dejarse robar por pandilleros de poca monta, el hombre hizo a un lado la prensa luego de leerla, cerró los ojos, recordaba a David con pena, recordaba cuando en la tina de baño le tomó de los pies y empezó a besarlos, se introdujo cada dedito en la boca, los labios recorrían la piel de las piernas, le dijo que el jueguito había salido mejor de lo planificado, suspiró y abrió los ojos, fue a servirse una copa de brandy, se sentó con los pies puestos en el escritorio con un aire de complacencia viendo la ciudad desde lo alto de las ventanas, volvió a suspirar complaciente con los hechos leídos; Mateo Arichabala nunca olvidará ese miércoles 20 de diciembre de 1944.
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El caballo brioso que galopaba Tiburcio hizo pausa repentina, ocurrió cuando el jinete mira de lejos la figura de Agripina bañándose muy alegremente con Luis Alfonso y Rómulo, los dos niños correteaban desnudos en la arena del arroyo que daba al río, el agua era cristalina y podía verse el interior de baño que Agripina tenía puesto, el jinete emocionado de verla bracear en el agua bajó en intenso galope, anhelaba estar cuanto antes con ella, tenía el deseo de poseerla, ella en cuanto lo vió dibujó una risa en su cara con necesidad sexual que el muchacho al paso se dio cuenta y se sentó en la arena sacando al disimulo su pene entre el pantalón, ella lo vió erecto y desde el agua se reía pasándose la lengua por los labios, él correspondía con sonrisa y mirada insinuante, los niños a lo lejos estaban corriendo y lanzándose al agua, de apoco se iban alejando del lugar, Tiburcio lentamente se sacaba la ropa, se metió en el agua a jugar con los pequeños lanzándolos al agua desde sus hombros muy cerca donde ella estaba intercambiándose miradas, los niños estaban muy alejados y Tiburcio nadó donde ella estaba, el saludo con caricias y abrazos no se hicieron esperar, eso hicieron al ver que los niños estaban correteando monte adentro, lo que en verdad hacían los pequeños traviesos era el de esconderse para ver lo que Agripina y Tiburcio hacían en el agua, Luis Alfonso estaba acostado en la arena viendo por entre los montes mientras que Rómulo parado también miraba estirándose el pene, vieron que la pareja en el agua se manoseaba besándose con lengua repetidamente, Rómulo vio a su amiguito que en coincidencia cruzaron miradas riéndose, Rómulo se arrodilló y estirando sus brazos deslizando con sus manos el calzoncillo de su amiguito, la tela pasaba por las piernas, Luis Alfonso ayudo a que saliera totalmente dándose vuelta mostrándole el pene con algo de arena, Rómulo se acostó sobre él, ambos penes se rozaban, hubo risas entre ellos, igual que la pareja se abrazaron frotándose los labios, ambos cerraron sus ojos experimentando instintivamente el placer sexual, sus manos imitaban el manoseo de la pareja, Luis Alfonso puso su cara en la arena, el pene de Rómulo se deslizaba por la piel de glúteos, todo eso era agradable para ambos pequeños concentrados en su roce de piel; a cierta distancia Tiburcio abría las piernas igual que su amada, de cintura a pies dentro del agua, el roce del pene en la vagina de la niña fue imponente, ella gemía con los ojos cerrados arrimada su espalda a una gran roca, los dos pechos unidos sin dejar de separar sus ardientes labios, ella sintió que dentro de su ser se introducía ese delicioso pene de Tiburcio, hubo deseo y concentración en lo que estaban haciendo, ella buenamente le correspondía acomodándose mejor para sentir ese mete y saca que con el pasar de los segundo se hacía cada vez más furibundo, dejó su semen dentro d ela vagina, ella sorprendida observo el agua tinturarse de sangre, se asustó y se separó del muchacho, se sentó en la orilla viéndose salir sangre de su vagina, Tiburcio rió, sabía que para ella eso era su primer periodo y se lo dijo pausadamente, ella fue tomando confianza de él pero siguió sentada, los niños salieron en carrera donde estaban escondidos lanzándose al agua, ella se cubrió como pudo, Tiburcio simplemente se alejó del lugar, ella lo vio partir montando en su caballo a pasos lentos, regresó a brindarle una sonrisa, ella en parte complaciente se acostó sobre la arena dándole los rayos de sol en la cara en aquel día decembrino de 1944.
FIN DEL SEPTUAGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
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