METAMORFOSIS 81
Confirmaciones.
La taza de café estaba caliente, la sintió en el primer sorbo, pero no apartó su mirada de aquel estudiante que graciosamente se movía discretamente en forma amanerada, aquel profesor estaba muy atento a todos los movimientos del joven, el olor a café lo relajaba, sintió erecto su pene dentro del pantalón, pasó su mano disimuladamente por debajo de la mesa sin que los presentes lo notaran pese a los constantes saludos que recibía, es que era uno de los profesores más populares pero a la vez muy estricto en las actividades escolares con sus alumnos, se caracterizaba por su consejo, desde hace mucho tiempo tenía fijación por ese estudiante de apellido Izaguirre, Luisín, como le decían sus compañeros, aquel joven, pensó el profesor, el hijo de su amigo de estudios Guillermo Izaguirre, desde hace mucho tiempo sentía una atracción por ese joven, el respeto y el temor de ser rechazado por el joven no había osado hacer un acercamiento, Luis de pronto lo vio y cruzando miradas se saludaron como de costumbre, ahora que era el último periodo de la preparatoria estaba dispuesto a ir más allá de aquella amistad, había confianza para hacerlo, los días de preparación para los exámenes finales eran trabajables, hubo una oportunidad de estar a solas, juntos se cruzaban las miradas, les daba por reír, Luis correspondía a las observaciones del profesor Luciano de la Sierva, descendiente de una familia española que había sido acaudalada y que ahora era un heredero magro que afrontaba la crisis que había adoptado siendo adolescente, Luciano había pasado penurias, a sus casi cuarenta años no estaba casado, su infancia fue alterada sexualmente por uno de los choferes de la casa cuando su familia aún tenía dinero, así, su inclinación sexual cambio, pero lo tenía disimuladamente bien aplicada; ahora el profesor Luciano acariciaba los brazos del joven, Luis de inmediato notó las insinuaciones al sentir la piel caliente, respondió sonriendo, él desde hace tiempo atrás sentía una discreta atracción por el amigo de su supuesto padre, las manos se rozaron, las miradas se hicieron más intensas, la lengua pasaba por los labios en señal de insinuante sed sexual, las miradas fijas y sonrisas sentidas continuaban con determinada expresión, desde hace mucho se reflejaban, ahora, con más intensidad, el ambiente solitario del cuarto del profesor se prestaba para ir más allá, el cuarentón tomó la iniciativa de pasarle la mano por aquellas mejillas de aquel joven casi bachiller, Luis se quedó inmóvil presenciando y sintiendo él algo más, quería comprobar lo intuido, las sonrisas no menguaron, al contrario, se volvieron más intensas, de pronto, un acercamiento inusual entre los labios, tan cerca, tan caliente el ambiente, tan deseoso de ir más allá, ambos al mismo tiempo cerraron los ojos, y se dejaron llevar por la emoción del deseo, los labios unidos, al fin, para ambos, ya está, la miel transformada en saliva candente, introdujeron las lenguas, ambos desde hace tiempo se deseaban en silencio por la ternura que se brindaban al estar tan cerca, esperaban que uno de los dos diera el primer paso, a Luis no le importó que estuviera besando a su profesor Luciano de la Sierva, quien había sido en su juventud contemporáneo compañero de estudios de Guillermo Izaguirre, a fin de cuentas Guillermo Izaguirre no era su padre, a Luis su madre Andreina le hizo creer que Guillermo Izaguirre era su padre pero el día de su agonía ella le confesó la verdadera identidad de su padre, era aquel campesino marido de Lucrecia; los besos continuaron apasionadamente entre alumno y maestro, lentamente se quitaron la ropa viéndose sus cuerpos desnudos al fin por vez primera, el primero en acostarse al extremo de la cama fue Luis, el profesor con su ´pene untado con crema recorría la piel de los glúteos de Luis, el profesor jadeaba, empezó alocadamente a besarle toda la espalada y recorrer con su lengua todos los glúteos y parte de los sobresalidos testículos velludos de Luis, el alumno pidió al profesor que se lo metiera, Luciano iba a confirmar que analmente Luis no era virgen, algo de decepción sintió cuando notó que su pene estaba totalmente dentro del ano de Luis, se detuvo por unos instantes, luego el mete y saca desaforado, las pieles sudorosas, las manos del profesor apoyadas sobre los hombros del alumno, ambos con los ojos cerrados sentían aquel placer sexual, el deseo inundaba la habitación, por vez primera había la ansiada entrega carnal, tan reprimida por varios años, Luciano sonreía, tanto cuidar de ese precioso cuerpito para hacerlo sentir ahora, lo embestía firme, Luis sintió el semen dentro de su ano y gimió prolongadamente, no era un pene tan grueso como los que había probado antes pero si le gustó la dulzura de su trato, después Luciano en posición perrito sobre la cama sentía la embestida del pene de Luis, le decía que siguiera, que no pare, que hace mucho tiempo deseaba eso, Luis pegó sus testículos en la piel de los glúteos del profesor, dejó su semen dentro de aquellas entrañas, los dos desfallecidos cayeron en la cama viendo sus penes erectos con semen, no importaba manchar las sábanas en ese momento, ambos habían sido desvirgados años anteriores, no era el momento para contar aquello, era el tiempo de abrazarse, de sentirse piel a piel, se preguntaban por qué no lo habían hecho antes, esa tarde y noche fue causa de un encuentro apasionado que se prolongaría con el tiempo, Luis en su cuarto de estudio pensó que en aquellas dos materias ya tendría la aprobación.
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Aquella tarde septembrina de 1945 estaba de intenso calor en el ambiente, eso hizo que Dagoberto tuviera el deseo de bañarse, lo estaba haciendo cuando por el boquete ve a Melquiades caminando a su cuarto con un balón rodeándolo con su brazo, iba muy contento, Dagoberto se dio cuenta que estaba solo pues abrió con la llave que le había dejado su madre ya que ésta había salido hace rato con su hijito y el amanuense Alpízar, como pudo se vistió rápidamente, es que Dagoberto tenía la necesidad de estar con Melquiades, desde hace algunos días no había hecho el amor con él, se acercó al cuarto del muchacho, éste le abrió la puerta, Dagoberto con pretextos entró al cuarto y sin medir más palabrotas lo tomó abrazándolo por detrás y levantándolo lo acostó boca abajo en la cama, con movimiento rápido le deslizó el short ajustado que llevaba puesto, quieto Melquiades se dejaba, le gustaba aquello, Dagoberto empezó con las caricias en el trasero así como los besos apasionados en los glúteos, luego las lamidas y posteriormente las chupadas en el ano haciéndolo retorcer al sentir todo aquello, Melquiades con eso estaba en otra dimensión del placer y el deseo, sintió su pene erecto sobre el colchón, vio a Dagoberto deslizarse la ropa, su carita apoyada en la cama sonreía, Dagoberto tenía su pene ya bien ensalivado, igual lo hizo con el traserito de Melquiades que se movía en todo al sentir la lubricación del dedo ensalivado de Dagoberto que entraba en su ano, después el glande ya estaba entre los glúteos del trasero de Melquiades, un empujón y ya todo el pene de Dagoberto estaba dentro del ano de Melquiades, las caderas se movían, ambos gemían, todo estaba yendo de maravillas para ambos, se sentían piel a piel sudorosas de tanta embestida, Melquiades aguantando el mete y saca, las manos de Dagoberto se deslizaron por la sábana hasta llegar al pene del muchacho de diez años, comenzó a frotarlo, a masturbarlo mientras lo penetraba, los gemidos de Melquiades aumentaban igual que los de Dagoberto, le decía al oído de ese pequeño de 10 años que ese culito le pertenecía, que se lo había roto ya, que aguante, que era su mujercita, las caderas se movían pausadamente, ante cada embestida, salía gemidos de los rosáceos labios de Melquiades el pequeño niño hijo de militar, ellos no se habían dado cuenta que unos ojos los estaban observando por un resquicio de la ventana, se ampliaron más por la sorpresa, se escucharon los sonidos de una llave agitando con fuerza la puerta, el ingreso de aquella persona fue de inmediato al cuarto de Melquiades, así, eran sorprendidos en el hecho, no hubo tiempo a disimulos ni mucho menos a justificaciones, peor la emisión de palabras, la madre de Melquiades iracunda se lanzó con las manos a la cara del vecino como si fuera una leona cuidando de sus cachorros, las garras de uñas trataban de desfigurar el rostro de Dagoberto, en la entrada del cuarto estaba el pequeño niño llorando, todo fue tan rápido que aún no se borraba la expresión de asombro de Melquiades, lentamente se acomodaba el short arrimado a un lado de la cama, su madre estaba peleando con el vecino por lo desagradable que había visto, las uñas se clavaron en el rostro del sorprendido Dagoberto mientras buscaba su ropa y salir despavorido del cuarto, se zafó a golpes, la iracunda mujer de militar fue en búsqueda de un cuchillo para seguirlo y matarlo, descontrolada se acercó al cuarto de Dagoberto profiriendo maldiciones y palabrotas gruesas, golpeaba la puerta alocadamente, la vecindad se limitaba a escucharle, una vecina de al lado salió a calmarla diciéndole que ahí no estaba, corrió en dirección al mercado en brazos de su hijo más pequeño, están ahí con un grupo de vecinos Elena le contaba a la madre de Dagoberto lo que había hecho con su hijo, le dijo que era un violador de menores, el populacho estaba enardecido, la señora madre de Dagoberto inocentemente sorprendida se limitó a negarlo todo pero la prueba era contundente, en un rincón Melquiades estaba sollozando, la señora no supo decir el paradero de su hijo, todo era confusión, angustias, amenazas, la señora fue vejada por el populacho y al día siguiente tuvo que irse de la vecindad sin saber el paradero de su hijo, se repetía otra desgracia, ya había pasado con su difunto esposo cuando mató a un hombre y fue asesinado también, la desgracia de su hija Lucrecia quien había sido objeto de vejámenes en su familia y no soportó en haber querido ser violada por parte de un familiar, por eso ella tomó a su hijo y salió en ruta hacia el pueblo, ventajosamente estaba bien ahora económicamente, a raíz de aquel intento de violación hubo peleas con los familiares lo que hizo que con su hijo Dagoberto arrendaran ese cuarto en el que ahora abandonaría con mucho pesar, sus ventas en el mercado disminuirían ocasionándole una profunda crisis económica, pero saldría adelante en los siguientes meses, sólo que lamentaba no saber el paradero de su hijo desde aquel día tormentoso, las vistas amenazadoras del militar padre de Melquiades eran constantes hacia la madre de Dagoberto, hubo un momento que llevó a la policía para meterla presa, estuvo por unos meses encerrada dizque como cómplice, pero luego recobró la libertad, Raúl sentía un hondo dolor al saber la situación sexual de su hijo, ahora se confirmaba sus lucubraciones y sospechas, su orgullo militar estaba por los suelos, le indignaba saber que era el padre de un desviado sexual como se decía en aquella época machista, Elena por su parte se le pasó rápido la angustia, sorprendentemente para ella más valía o importaba su relación con el amante amanuense, que estar con su hijo mayor en su desdicha de ser sodomizado, llegó a marginarlo dándole castigos a Melquiades por ser así, un desviado sexual, de igual manera se sumó Raúl que no aceptaba la situación sexual real de su primogénito; Melquiades con despecho se entregaba a Contardo en los paseos en bicicleta que hacía por el parque yendo monte adentro a donde no eran vistos, ahí el ano de Melquiades sentía el furor del pene de aquel hombre, definitivamente Melquiades ya tenía su metamorfosis bien definida, Dagoberto le había dejado una huella imborrable en su piel y ano, Contardo era el continuador de los placeres sexuales.
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Era viernes 7 de septiembre de 1945, faltaban dos días para celebrar el cumpleaños de Gustavito, ahora, su número dieciséis, cuando de pronto en aquella tarde septembrina de 1945 fue visitado por su madre Noelia, sin avisarle a su padre e hijo se había casado en secreto con Carlos Felipe del Olmo, el sorprendido muchacho hizo puños de ira y cólera al enterarse de la noticia, se sentía defraudado, pensó con iracundo juicio que su madre había profanado la memoria de su difunto padre, le dijo que no se lo perdonaría por no habérselo dicho, de no confiar en él, casarse con el hombre que tanto daño le había hecho, era inaudito, ella se esforzaba en hacerle entender sus motivos, pero el muchacho con voz elevada propia de su altivez de edad inmadura quería hacer prevalecer su opinión, con la rabia inmadura propia de su edad ya estaba a punto de perder el juicio, con gruesas palabras y voz elevada irrespetando a su madre, en eso tuvo que entrar intempestivamente Carlos Felipe del Olmo para decirle al muchacho algo más concreto con tono fuerte, le dijo que su madre esperaba un hijo de él, los ojos del muchacho al enterarse se abultaron, negando con su cabeza lo escuchado con admiración, se sentó viendo extrañado al recenté esposo de su madre, las lágrimas incontenidas llenas de dolor recorrieron sus mejillas, pidió que se fueran, que lo dejaran solo, pero los adultos no aceptaron hasta que lo escuche todo, le dijeron que afuera se encontraba Josefina y su esposo quienes siempre estuvieron de acuerdo con la relación, Gustavito en un aire de soberbia y prepotencia salió en búsqueda de su hermana diciéndole gruesas palabras por haberse prestado para tal ignominia según él, aquel hombre de negro salió en su defensa haciéndolo callar de una bofetada, la impresión para Josefina fue demasiado fuerte ante el intento del muchacho de agarrarse a golpes con su cuñado, Gustavito estaba fuera de sí, profería gruesas palabras, desconocidas ante su crianza de noble, Josefina también andaba por los día de dar a luz, tuvo un desmayo ante fuerte impresión, cuando volvió en sí se encontraba en el hospital, le vinieron las contracciones y los dolores, el médico les dijo a los familiares que no había tiempo que perder, que Josefina debía parir, todos en la sala con la angustia, en un rincón sentado y triste estaba Gustavito, se creía culpable del estado de su hermana, se imaginaba lo peor, su madre se acercó a consolarlo pese a todo lo que había hecho, Noelia era su madre mostrando abnegación, Carlos al ver aquello sintió también una angustia por el muchacho, esa actitud maternal le vino a enternecer, recordaba a su padre, durante todo el tiempo en que estaban juntos nunca hubo una molestia, pese a lo pasado anteriormente Carlos seguía sintiendo por el muchacho un gran afecto, al verlo recostado sobre el regazo de su madre quiso instintivamente acercarse a sobarle el pelo con mano extendida en muestra de cariño pero se detuvo en sus deseos, Noelia vio sus intenciones y se puso cabizbaja, pensó que no era el momento de hablar con decisiones sino de acariciar a su hijo y en pensar en el estado de su hija que la tenía angustiada, en definitiva, obró con su silencio de madre, Gustavito era su hijo más querido y en eso se daba cuenta Carlos Felipe del Olmo, de inmediato el doctor salió con una enfermera, estaba sudoroso y cabizbajo, muy pensativo, fue directo en sus palabras diciendo que había nacido un precioso sano varoncito y los dos están bien, al oír aquello todos se sintieron en paz, abrazándose madre e hijo, Carlos estrechaba la mano a Emilio agradeciendo a la providencia, más aún Gustavito que agradecía a Dios por haber escuchado sus plegarias, rato después los hermanos se perdonaban, la atención fue para el pequeño Emilio José Augusto nacido en aquella noche del 7 de septiembre de 1945, su hermanito Andrés Teodomiro estiró su manito alrededor de la cuna hasta ponerse en contacto piel a piel sobando a su hermanito recién nacido, éste respondía apretándole el dedo con sus manitos, era la primera acción de alianza y cariño entre ambos hermanos, Teodomiro le logró sacar una sonrisa al recién nacido, los adultos vieron eso como un buen presagio entre hermanos, la llegada del segundo hijo de Josefina Pozzo Buonanote marcó la atención durante todo el tiempo de aquellos primeros meses de vida, otro familiar emocionado fue su abuelito Teodomiro y su bisabuelo Don Rodolfo Buonanote que al verlo sin dudarlo al día siguiente montó gran fiesta invitando a los prestantes del pueblo, era su segundo bisnieto en vida, Emilio José era un hermoso bebé que había nacido de buena estrella, se decían para así, era blanquito y se podía ver su pelito que sería rubio, Rodolfo vaticinó que se parecería a su hijo René, y sus observaciones como bisabuelo a futuro serían las correctas.
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Serafín estaba pensativo en su cama aquella mañana sabatina de aquel mes de septiembre, tenía pereza de levantarse, al rato escuchó el golpe de la puerta, era la empleada, aquella voluptuosa mujer que al entrar lo miraba con mucha atención, se tenían confianza que creció más tras la muerte de sus familiares, contándole sus intimidades y preocupaciones propias de su edad, el muchacho la vio pasar a realizar el aseo en camino al baño, él se hundió entre las sábanas y empuñó su pene viéndola en esa posición con su trasero voluptuoso, tanto así que su pene estaba muy erecto tras el calor corporal que sentía al pasarse las manos, ella se dio cuenta de la acción del muchacho entre las sábanas, sonreía entre sí, recordando aquel día en que lo sorprendió oliendo sus calzones en la ropa a lavar y en otra al hacer el aseo vio uno de sus bragas debajo del colchón donde dormía Serafín, al recordar a aquello miró al chico muy insinuante, pasó su dedo pulgar por la vagina vestida con la intención de la viera Serafín respondiendo con mayor movimiento de sus manos dentro de las sábanas al mismo tiempo que observaba ese movimiento femenino sexual insinuante, la saliva se atragantaba en ambos, la mujer se animó a acercarse y a rozarle las manos por las mejillas, pasando por las sábanas donde estaban escondidas sus manos, el intercambio de miradas se hizo con expresión fogosa, confirmaban su atracción y deseo, ella lentamente deslizaba la sábana, Serafín entre querer y estar absorto miraba ese movimiento hasta llegar a su manos hechas bulto dentro del pijama, las sacó mostrándose un pene erecto amoldado en la tela del fino pijama, más sorprendido se puso viendo las manos de la mujer deslizando el pijama, la nariz se acercó al pene virgen cubierto por el prepucio, la empleada lo corrió con los dedos a donde pudo oliéndolo mejor, Serafín inmóvil miraba la acción de la mujer que su lengua lamía la punta de su glande descubierto a medias, a sus dieciséis años todavía era virgen, la mujer pensó que era la oportunidad de hacer sexo, Carlos Felipe y Noelia habían salido al chequeo médico, la intimidad de estar a solas potenció su atracción, lentamente acercaron sus labios dándose un profundo beso, era cálida la atracción de lo caliente de sus pieles unidas, ella en su delante se quitaba la ropa quedando desnuda, luego sus manos femeninas deslizaban el pijama de Serafín, con lentitud la tela al moverse mostraba esa piel suave conservada de Serafín, tenía pelos en la pelvis, sintió recelo que fue diluyéndose con los movimientos de los dedos de la mujer que le hacía a su pene poniéndolo más erecto, su piel se puso rojiza, empezaba la metamorfosis de atracción mutua, el deseo invadía la habitación, los besos de ambos se hicieron en un 69 improvisado por vez primera entre ambos, los manoseos se incrementaron, el muchacho con ansias besaba los pezones chupándolos y lamiéndolos ella emitía gemidos, él se entusiasmaba, se estaba cumpliendo su fantasía sexual cuando olía las bragas, ella lentamente se acostó con las piernas abiertas acomodando sus caderas con las del muchacho para que el pene roce la vagina, esa tibieza entre genitales cautivó a Serafín, ella tomó lentamente el pene y se lo puso a la entrada de la vagina sin dejar de besarlo con lengua le tomó de la cintura y le hizo alzar y bajar, Serafín gimió al sentir molestia del deslizamiento de su prepucio, en parte estaba siendo desvirgado, empujó más haciendo que el pene ingrese un poco, el gemido de Serafín aumentó, ella con los ojos cerrados sentía con placer de estar comiéndose un virgo masculino, su primer muchachito, ese pene era grueso y largo, le gustaba a ella, lo sentó al extremo de la cama haciéndole abrir las piernas, le vio el pene con el prepucio corrido a medias, los labios chupaban el pene, ya totalmente ensalivado ella acercó su vagina rozándosela y poniéndola a la entrada, Serafín se acostaba lentamente en el colchón, ella rodeó las piernas de Serafín en su cadera y con él debajo de ella se iban acostando hasta que de pronto de un impulso de cadera el pene de Serafín entró por completo dentro de la vagina, así se quedaron quietecitos por unos instantes, Serafín mordía sus labios y dio un grito con alto gemido que al sacar su pene vio su glande totalmente descubierto, había sido desvirgado por ella, lentamente le puso saliva y se la volvió a meter en la vagina, ahora con el movimiento de cadera iba metiendo y sacando el pene haciendo de los gemidos de Serafín altisonantes, ella también gimió al realizar su orgasmo, el tronco y el prepucio del pene de Serafín estaban humedecidos, al sentirse lubricado su pene a plenitud completamente mojado le vino el gustito al muchacho y eyaculó en parte quedando el semen dentro de la vagina y otra parte fuera, ella lo tenía ajustado a sus brazos besándole el pecho se acomodó en esa postura para que su cara quede en ese pecho masculino juvenil, se había comido ese virgo, ella lentamente salió cerrando la puerta sin articular palabra, Serafín quedó a solas sentado en la cama viéndose el pene con el prepucio descubierto, se pasaba el dedo y le dolía, le había llegado el llamado de la metamorfosis natural, el cambio de estado viril, la puerta se abre, ella entra con una crema antiséptica, lo lleva al baño lavándole el glande descubierto con mucha agua y jabón al aguante de dolor Serafín soportaba el paso de los dedos femeninos, tuvo calma al ponerse la crema pero volvió la incomodidad al sentir el roce de la tela con su recién descubierto prepucio, pero esa molestia desaparecía cuando al sentirse a solas el y ella hacían el amor inclusive a diario, la fogosidad de ambos estaba al máximo de su plenitud haciéndose mutuamente que se necesitaran sus cuerpos, así Serafín estableció el inicio de su carrera sexual.
FIN DEL OCTOGÉSIMO PRIMER EPISODIO
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