METAMORFOSIS 83
En contacto.
Las piernas rozaban entre si sus vellos, solo que unos eran castaños claros y otros eran negros, el contacto de piel se hacía cada vez más intenso, todo hacía suponer que pronto se vendría los manoseos, y era así, los labios juveniles recorrían las tetillas de aquel hombre adulto que gemía en cada contacto de piel, ambos estaban acalorados, aún el clima estaba así, no se inmutaron a seguir con la obra del deseo, faltaban pocos días para navidad, a su alrededor estaba sus regalos intercambiados, los ojos de ambos cerrados, sintiéndose el olor de su piel, la lengua pasando saliva por aquellos cuerpos deseosos de sexo, el calor de sus aliento y respiración al unísono desplegaban deseo y dicha por sentirse, Luis estaba como loco dando vueltas en la cama con Luciano de la Sierva, los besos eran desaforados, era entendible aquello, vendrían dos semanas sin verse en aquel cuarto que se había convertido en mudo testigo de su aparente modo de enseñanza pero que en realidad era el sitio de encuentro de su pasión, desde hace tiempo habían encontrado la oportunidad de sentirse a plenitud sexual, Luis era el más animado, tomaba la iniciativa aunque los acomodos lo hacía Luciano, era la última que se verían en ese año de 1945, el licor había rodado la noche anterior, ahora en esa fresca mañana Luis tendría que tomar el tren en dirección a la estancia Pérez y luego a la Buonanote, las súplicas de Luciano por pedirle que se quedara un rato más hicieron mella en la paciencia de Luis, que animado lamía y chupaba el pene de Luciano después se ponía en posición fetal y Luciano por detrás introducía el pene ensalivado en ese ano juvenil de veintidós años, los gemidos no se hicieron esperar por parte de ambos, la calentura de piel se incrementó, las piernas de Luis ahora se dejaban llevar por las manos de Luciano a sus hombros, Luis miraba el pene introducirse con más firmeza dentro de su ano, cerraba los ojos para sentir ese contacto, ese impacto de testículos en la piel de sus glúteos y expirar sus gemidos hasta sentir dentro de sus entrañas ese semen de su profesor Luciano que caía desfallecido sobre su cuerpo, luego lentamente Luis se arrodillaba sobre la cama lamiendo el ano de su profesor, ya muy ensalivado igual que su pene, lo introdujo lentamente sobre el cuerpo boca debajo de aquel hombre maduro con soltería, Luis vio entrar su pene en ese ano y empezó a sentir delicia y placer con el mete y saca, recordó lo que le hacía al pequeño Leandro y le vino la fuerza de supuestamente estar haciéndole el amor, la dureza de entrada y salida del pene ensalivado en su ano daba para que Luciano dé su mejor lado para continuar dejándose amar de su alumno, el semen recorría su espalda, sonrió complaciente, fueron al baño dándose una ducha en la que se enjabonaban su piel, los besos debajo del agua cayendo sobre sus cabezas daban un tono ideal a su pasión, se vieron los penes unidos, Luis pese a ser más joven tenía mayor estatura, típico de os descendientes caucásicos, también así lo estaba haciendo en estatura su primo Gustavito, al salir del baño se tumbaron en la cama, la pasión era tal que no calcularon el tiempo, a Luis le quedaban pocas horas en la ciudad, tenía que ir a las estancias, se vistieron, Luciano acompañó a Luis, sentados esperando el turno de viaje conversaban de sus planes futuros, de seguir guardando la discreción o sería el fin para el profesor, platicaron de muy pronto volverse a ver y de la preocupación que pronto terminaban las clases y que Luciano no lo volvería a ver, Luis para darle ánimo le dijo que no importaba aquello, que de mejor manera se verían sin el compromiso alumno profesor que ahora tenían, Luciano animado hizo el ademán para que Luis lo acompañase al baño de la estación, de un fuerte impulso entraron en una caseta de baño, se dieron besos apasionados pidiéndole Luciano no abandonarse entre sí, que siempre estarían juntos, Luis con recelo asentía, esa locura casi les cuesta ser sorprendidos por un pasajero que segundos después aparece en el momento en que ellos salen, el tren llega, Luis lo aborda, Luciano con un simple movimiento de manos se despide tomándose la entrepierna, Luis al mover las manos despidiéndose ve el movimiento de manos de Luciano, él, simplemente… sonríe.
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El fuerte viento de mar golpeaba ese rostro infantil de cinco años, atrás quedaba la Europa devastada, de lejos su mirada se centraba ahora en observar hacia aquella pequeña isla Ellis, se había convertido desde 1890 en la principal aduana de la ciudad, su designación se remonta a la década de 1770, cuando Samuel Ellis se convirtió en su propietario, en aquella fría mañana del miércoles doce de diciembre de 1945, tomado de la mano de un soldado bajaba de aquel barco, llevaba un simple morral, miró el horizonte cifrado por enormes rascacielos, algunos en construcción, suspiró y avanzó, una nueva vida le esperaba al pequeño Valentín.
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Las bragas de aquella mujer estaban en el suelo del cuarto de lavandería, unos pies descalzos se acercaron, una mano alzó una de ellas, fue llevada a la nariz dibujándose el rostro de Serafín con deseos de amar, recordando aquella primera vez con la portadora de la braga, aquella sensual mujer que definitivamente le había despertado la metamorfosis sexual, Serafín olía la braga, estaba ensimismado, se sentó sobre el piso húmedo de la habitación a seguir oliéndola, sus ojo cerraron, se sentía solo en esa gran casa, la empleada, su amante, había llevado a su hija de compras, su padre Carlos Felipe del Olmo y su nueva esposa Noelia Buonanote también de compras, la relación con la señora era algo cordial, Serafín se había dispuesto a darse una ducha y al pasar por el lugar de lavado vio esas bragas, disfrutaba el momento de estar a solas oliéndolas, no perdía detalle, seguía ensimismado oliendo, de pronto sintió su erecto pene, desvirgado hace pocos días, muy erecto, con deseos de sexo, se deslizó el calzoncillo de mangas que tenía puesto hasta dejarse descubierto el pene, bajó la braga restregándola sobre la piel de su candente pene, serafín aún con molestia al tocarse el glande lo contemplaba descubierto a plenitud, rosáceo, sí, muy rosáceo, sonreía, en el rostro de Serafín se mostraba que la deseaba, y mucho, a sus dieciséis años estaba con toda su potencialidad sexual, fue interrumpido por voces altisonantes provenientes de la entrada principal, era la empleada y su hija que retornaban, ahora estaban acompañadas de dos niñas compañeritas, las súplicas de permiso de las niñas fueron tomadas en cuenta por la empleada, la algarabía se escuchaba a la calle, la nena salió de la casa con permiso de su madre acompañada de sus compañeritas, el motivo, tomarse un helado y caminar por el parque, Serafín quiso dar pasos presurosos a su habitación y en el momento fue interceptado por ella, que tenía las manos cargadas con los comprados, lo vio de pies a cabeza, todavía el pene erecto, allí estaba Serafín parado solo teniendo el calzoncillo donde se observaba su pene amoldado erecto a la tela suave, ella por unos instantes miró con fijación ese bulto de tela, sonrió, dejó los comprados en el suelo, se arrodilló, Serafín vio que las manos de la empleada deslizaban su calzoncillo, su pene estaba descubierto, la mujer decidida tomó el pene viéndole la cara de aceptación de Serafín, ella abrió la boca y se introdujo el pene, Serafín se sentía otro con aquello, estaba por las nubes, la garró del pelo mostrándose sus gemidos e intensas acciones de placer, ella rápidamente se lo sacaba y se lo metía, de pronto Serafín botó semen cubriendo los labios y parte de las mejillas de la sirvienta, fueron a la habitación de Serafín, la desvistió lentamente hasta poder ver a plenitud ese hermoso cuerpo de hembra, pese a haber eyaculado, su pene estaba todavía algo erecto, ella se acostó rodeando sus piernas abiertas sobre los hombros de Serafín conteniéndolos, ella tomó el pene y se lo introdujo en la vagina, Serafín se dejó llevar y con placer miraba su pene entrar y salir de esa vagina que lo había desvirgado, ella gemía, después de todo el pene de Serafín era muy grueso para su edad, ese tamaño de pene la enamoraba, todavía algo le dolía a Serafín ese roce de piel en su glande pero gusto y placer eran más que aquella molestia que con el tiempo desaparecería, naciendo la necesidad de él estar con ella, se sentían solos a gusto haciéndose le amor, sin palabras solos sus cuerpos hablaban en movimiento y en contacto, Serafín sintió todo su pene mojado, es que ella había terminado dando un fuerte gemido propio de su orgasmo, lentamente los cuerpos salieron del contacto, se vieron sus genitales, estaban rosados de tanto frote, el pene estaba húmedo, se vieron al rostro dándose de besos, caricias y sonrisas cómplices, se volvieron a unir en un fuerte contacto fundido en un abrazo acostados en la cama se besaban, sus cuerpos sudorosos, se miraban el rostro, Serafín algo tímido todavía, miraba el roce que se daban los genitales queriendo estar juntos de nuevo en ese maravilloso contacto sexual, la tarde era de ellos, los glúteos de Serafín eran sujetos por las manos de la mujer deseosa de más sexo, de mayor penetración, las caderas se movían mutuamente, se sentían con deseos de continuar y media hora después de estar acostados ambos ya botaban sus mieles, ella se apartó saliendo lentamente de la habitación, en sus piernas estaban los fluidos y semen de Serafín que fijamente atendía ese cuerpo voluptuoso de hembra y que había sido suyo y al que también él pertenecía, pero en realidad no era tan suyo ese cuerpo pues ya antes ella había iniciado una relación amorosa con un hombre de su edad, un reconocido comerciante de estado civil viudo quien la esperaba a la salida del trabajo, desde hace mucho tiempo él le había pedido que deje ese trabajo pero ella quería estar segura de la relación, no quería tener otro arrepentimiento en su vida, Serafín caminó a la ventana, vio pasar a transeúntes, entre ellos, Pedro Artemio, aquel amiguito escolar, pasaba con una anciana, muy presurosos cargando maletas, hicieron un alto, iban en dirección a la estación del tren, por instinto Pedro levantó su cabeza y de lejos vio a Serafín, sus miradas se encontraron, el saludo con las manos salió con fluidez, se miraron alegremente, desde la calle aquel niño rubio sonreía, iba a cumplir sus diez años, Serafín de dieciséis correspondía desde lo alto de su casa prolongando el saludo, la anciana sin ver esa acción de saludo, tomó al chico de las manos con prisa para pasar la calle, el niño rubio se alejaba de la vista de Serafín, le vino una angustia indescriptible, algo que no entendía en sus entrañas por qué el motivo, pero que estaba allí, pocos minutos después se escucha un largo sonido de claxon y el continuado el grito de la gente, dos cuerpos tirados en el asfalto, el más maltrecho el de la anciana que había quedado con los ojos abiertos, así la encontró la parca, mientras que el niño sentado sobre la acera no daba crédito a lo que estaba viviendo, segundos antes un vehículo estuvo a punto de impactarlo pero la anciana lo empujó salvándolo, llegaron los enfermeros solo para comprobar el deceso, al niño lo llevaron al hospital a los primeros auxilios, contusiones leves se dijo por parte de los galenos, horas después un angustiado y conmovido Guillermo Izaguirre llegaba para el reconocimiento del cuerpo de su familiar y de su apoderado, la vida había querido que los dos siguieran más unidos que nunca y la tragedia los seguía pero eso afirmaba su necesidad de seguir juntos pese a todas las desavenencias; luego de tres días de luto se acercaba la navidad, Guillermo había comprado un auto y paseaba taciturno a baja marcha, Pedro entró a casa, Guillermo Izaguirre prefirió dar un paseo, quería estar reconfortado, en la casa recordaría a su familiar querido que ahora tanta falta le hace para sus consejos, mira a lo lejos a una chica cargando comprados y de pronto sin darse cuenta apenas fue tocada por un ciclista, cae al piso, Guillermo frena de inmediato y corre a ver el estado de la muchacha, las miradas se cruzan, aquella señorita se levanta con la ayuda de Guillermo limpiándose la ropa, Sara Guillermina estaba contrariada con el golpe, los transeúntes se acercaban aumentando el número de curiosos, por seguridad ella aceptó ser llevada en el auto descapotable de la época, a varias cuadras se detuvo, la chica algo golpeada agradecía al buen samaritano la ayuda, unos ojos muy abiertos contemplaban la escena desde el interior de la vivienda, un niño salió en ayuda de su hermana cargando los comprados, Guillermo se despidió sonriente de la señorita, al ingresar fue increpada por su madre al haber aceptado ayuda de un extraño, Griselda de veintiocho años no entendía justificaciones de su hija acalorándose la discusión por parte de los reclamos de la madre, le prohibió a su hija que volviera a verse con extraños manejando autos y especialmente con ese señor que días antes la había auxiliado, cabizbaja Sara Guillermina fue a asearse, el esposo en silencio observaba los ademanes de cólera de la esposa, fue a la cocina a preparar los alimentos, Griselda lloraba desconsoladamente, el destino había querido que fuese testigo del encuentro casual en el contacto de padre e hija.
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La noche de antevíspera de navidad era animada en la vecindad de Elena, su esposo estaba de guardia, se sentía sola tan solo con sus hijos, Melquiades que anda por la calle, se había vuelto algo rebelde, es que violencia genera violencia, su padre Raúl ya no lo apreciaba como aquel niño bueno de antes, desde que fue sodomizado su carácter con la ayuda de la indiferencia de su padre se fue haciendo irritante, andaba en la calle con sus amigos, su madre también sentía algo de vergüenza de saber que su hijo se estaba haciendo un amanerado, ya Melquiades aprendió a fumar y de a poco se dedicaba a beber, Elena solo tenía la compañía de su hijo menor Heriberto, fruto de su desliz con Heriberto Alpízar amigo de Elena y Raúl, esa noche Elena miraba a su hijo sentado en la acera del parque con sus amigos, algo le dijo pero Melquiades se portó indiferente, los compañeros se dieron cuenta de la mala acción y se pusieron cabizbajo y serios, Elena retornó a la vivienda, pensaba, quería irse de ese lugar, por varias ocasiones había pedido a su esposo que le dieran el pase de transferencia, pero nada, ellos no sabían que Heriberto a escondidas los retenía con su influencia en el mando militar, ella pensativa mirando por la ventana a la gente pasar, un hombre que se acerca cubierto con un sombrero y unos lentes oscuros, hace el toque característico de la puerta, ella animada le abre, el hombre se saca el sombrero y de inmediato va a la cuna colmando de sutiles besos al niño que allí dormía, a fin de cuentas era su hijo, fruto del amor prohibido con Elena, Heriberto Alpízar cierra la puerta con seguro, abraza con vehemencia a su amante y sin decir palabra se desnuda en su delante en la sala, estaba algo mareado, deseaba estar con ella, lentamente en su camino al cuarto iban dejando la ropa ya en la cama estaban desnudos completamente, ella le sugirió que pronto pues su hijo podría llegar, él obediente la abrazó y la colmó de besos, ella arrodillada le hacía el sexo oral, ambos cuerpos se pusieron de nuevo en contacto piel a piel, al manosearse vieron la cuna, el niño estaba quedito profundamente dormido, el pene de Heriberto entró en la vagina de Elena, la cama se movía fuerte ante los movimientos repetidos y contundentes de dos cuerpos en pleno sexo total, ella lo besaba desesperada, le pedía más y más y él sin control le decía soeces que a ella más le estimulaban hasta que se produjo su orgasmo, él al sentir todo su pene mojado, de pronto que la voltea, y le introduce el pene dentro del ano asimismo la colmaba de besos en la espalda dejándole hilillos de saliva en la piel, el contacto duró mucho, la sábana estaba manchada del orgasmo de Elena, el pene entraba y salía del ano de aquella mujer deseosa de sexo por varios días que ahora se satisfacía, de nuevo la volteó y le introdujo el pene en la vagina, la agarró bien de los brazos y le lamió los senos con vehemencia, de perfil acostados se hacían el amor, él sin dejar de lamer los senos le introducía el dedo índice por el ano haciéndola delirar, ya bien sujeta de las caderas el pene de Heriberto hizo su acción de penetrar, los gemidos no se hicieron esperar, Elena estaba muy animada con esa postura, de pronto sintió el roce y contacto piel a piel profundo del glande de su amante, ella pujaba cerrando los ojos, concentrada, deseosa, esperando el alto de su amante para hacerlo terminar con el siempre sexo oral, pero esta vez no sería asía, Heriberto con voz firme y acción genital contundente eyaculó con fuerza dentro de la vagina de Elena diciéndole que le estaba haciendo otro hijo, que deseaba otro hijo con ella, Elena respondió que sí, sí , sí quiero con los ojos cerrados y voz altisonante, con respiración aleatoria, si quiero decía mientras el semen quedaba depositado dentro de su vagina, no le importaba nada, ella lo amaba, no le importaba serle infiel a su marido que se había convertido en un energúmeno tras la desviación sexual de su hijo Melquiades, el militar quedo desfallecido sobre el cuerpo de su amada amante, el pene seguía adentro, latían los genitales, de a poco se hizo flácido, salió con semen, ella le agarró de la cabeza dándose besos con lengua, le pidió que se lo metiera por detrás, el hombre accedió gustoso, al hacerle la penetrada le decía que ella era suya, Elena respondía asintiendo y diciendo que Heriberto era su hijo, unos ojos llorosos que habían estado viendo la escena desde hace poco rato se abrieron más al escuchar terrible declaración de labios de su madre, Melquiades no soportó ver más y se alejó con prudencia de no ser visto, sus amigos lo encontraron sentado apesadumbrado en la acera, pidió que le regalasen cigarrillo, al rato mira tembloroso a un hombre caminar con paso lento llevaba un sombrero puestas las gafas en aquella noche triste para su vida, hizo puños, quiso ir y pegarle pero se contuvo, su asombro pudo más, ahora justificaba todas las atenciones de ese hombre a su hermanito menor, con lo escuchado su carácter se hizo de rebeldía acentuada.
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Gustavito iba pensativo en el tren, decidió viajar solo, no se limaban completamente las asperezas con su padrastro, tenía celos de la venida de su nuevo hermanito, su madre ahora le ponía poca atención a causa de su embarazo, sentía un carácter de rebeldía, sin embrago sonreía pensando lo que semanas atrás había ocurrido aquella noche en la que fue llevado por los amigos a un burdel de poca monta, le dieron a escoger la prostituta y él se inclinó por una mulata que ya antes la había tenido fija, al principio nervios pero a salir satisfacción en inquietud pura, su glande descubierto totalmente rozaba la tela del pantalón que le incomodaba al caminar, la prostituta con soez estado gritaba que se había festinado un virgo, los amigos lo rodearon y se reían, había sufrido el llamado de la naturaleza en una metamorfosis plena de gusto, el movimiento del tren le hizo salir del pensamiento, vio la carretera en paralelo, estaba asfaltada, algunos autos ya transitaban, las horas del tren en su uso quedarían con poca prioridad, Gustavito sonreía, anhelaba que estos días pasen parta volver a aquel delicioso lugar y verse con ella, con la despampanante rumorosa como la llamaban sus clientes a ese monumento de mujer.
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Contardo en su mecedora se movía en lo alto del balcón de sus estancia campestre, pensaba en el viaje del día siguiente a la capital y de lo que haría en esos días de navidad y año nuevo, estaba recuperándose, esperaba con impaciencia a su madre y hermana que ahora se encontraban comprando en el pueblo, desde arriba donde se encontraba observaba a la madre de Estiven lavando ropa en el amplio patio con cerramiento rustico de piedra y madera, el sol era poco intenso en aquella mañana, ese clima agradable había hecho que Conrado saliera por aire fresco, desde su puesto contemplaba el panorama de la propiedad de su madre heredada de sus abuelos, todo era verdor, de repente ve a unos niños correr jugando sobre el piso del patio amplio de la estancia, de entre ellos estaba el hermano de Estiven, Asdrúbal, que alegremente jugaba, estaba descalzo como la mayoría de niños de su clase humilde, tenía puesta sólo una trusa muy ajustada a su cuerpito, se podía ver claramente los movimientos que daban sus glúteos al momento de correr, seguramente iba a ser bañado por su madre o hermano mayor, Contardo observaba con detenimiento que Asdrúbal se estiraba el penecito, es que la tela muy ajustada se lo apretaba, de igual forma a tres dedos se estiraba la tela que se chupaba entre los glúteos, debería ser aquella trusa de su hermano mayor a la que él usaba ahora, al ver eso le calentó fogosamente a Contardo, Asdrúbal, continuaba corriendo y cayéndose al suelo dando vueltas, la madre simplemente lo miraba sonriéndole, los niños jugaban a las luchitas, Asdrúbal, se acostaba sobre sus amiguitos quedando por instantes quietos, Contardo que miraba con detenimiento se estiraba el pene en señal de deseo, luego los niños jugaban sobre la arena del patio, Asdrúbal, se ponía en cuclillas a jugar o en otras se ponía en posición de perrito mostrándose los glúteos de su traserito bien amoldados por el ajuste a la tela que definía las líneas de su cuerpito sudoroso de cabellera al viento, el nene se sentaba sobre un grueso tronco para agitar sus piecitos llenos de arena con las piernas abiertas, de esa forma Contardo podía apreciar ese penecito ajustado a la tela amoldado satisfactoriamente a la vista, del interior del pijama sacó su pene con cuidado de no ser visto arrimado a la ventana, lo rozaba al glande con la yema de sus dedos, podía ver los traseritos de niñas y niños, mas su atención seguía con Asdrúbal, que ahora estaba sentado en la arena con su carita apoyada en las rodillas con sus bracitos estirados y sus manitos regando arena, sus labios gruesos brillaban producto de su saliva, desde la ventana cerraba sus ojos pensando en aquellos momentos en que esos labios habían deslizado su tronco de pene y ese traserito había sido rozado por su pene venoso velludo, Contardo días atrás había besado por varias ocasiones esos labios infantiles, tan tiernos y tan suaves con delicadeza, los quería tener de nuevo, pero se resignaba por esta vez a solo contemplarlos, pensó que en pocos minutos luego se masturbaría, le saldría el semen y ya está, punto, así que, ya lo iba a hacer, impulsándose yendo a la mecedora, cuando de pronto ve a lo lejos a un muchacho corriendo a toda prisa, saltó el cerco de piedra y madera llegando a decirle algo a la madre de Estiven, la noticia le vino a la señora como a un rayo, lanzó la ropa, presurosa se quitó el delantal, entró a la casa llamando a la muchacha vecina que ayudaba en la cocina pidiéndole que cuide a su hijito y luego salió corriendo con el muchacho y con algunos niños que jugaban con Asdrúbal, se notaba la alta preocupación al salir de la estancia, Asdrúbal, quedó triste por la partida presurosa de su madre, pero se distrajo rato después con sus amiguitos que quedaron que eran hermanos menores de la muchacha, Contardo un poco inquieto le preguntó a la muchacha que había pasado y se enteró de la labios de ella que Estiven había sufrido un accidente, cayéndose de un árbol y se encontraba en estado inconsciente, lo llevaron al boticario del pueblo para que fuera atendido, no se sabía más de su estado, Contardo quedó enterado del hecho, Asdrúbal, había quedado al cuidado de la muchacha que con él eran los únicos mayores en la estancia, la hermanita de Asdrúbal se encontraba dormida en el cuarto apartado, la muchacha tomó la ropa y siguió lavándola, pasaron varios minutos y los niños seguían jugando, Asdrúbal, tenía en sus manos un bote con agua, estaba de cuclillas haciendo pocitos con el agua en la arena, sus otros amiguitos de juegos estaban un poco apartados de él, su hermanita que se había despertado ya estaba a lo lejos con una niña jugando a la comidita y vistiendo a las muñecas de trapo, Contardo terminó la plática y tiempo después se alejó sonriente de la muchacha, y en cuanto le dio la espalda, rápidamente se acercó a Asdrúbal, preguntándole lo que estaba haciendo, el niño le respondía con la natural ingenuidad de sus cinco años que tenía en ese momento, Contardo regresó a ver a la muchacha que le daba la espalda y vio que la muchacha estaba concentrada en el lavado de ropa, de nuevo regresó a ver a Asdrúbal, sentado en el piso, tenía los piecitos y manitos sucias de arena producto del juego de abrir más el hueco hecho en el suelo, vio el penecito bien ajustado a la tela y esas piernitas rellenitas, se acercó al niño con disimulo y con rapidez le dijo al oído que vaya y subiera a su habitación, que lo esperaba para darle unas galletas, pero que sólo eran para él, y que no dijera a nadie, que no leve a ningún otro niño, que esas galletas eran para él, Asdrúbal muy contento aceptó, Contardo le acarició el pelo le dijo que luego lo esperaba, y cuando le acarició la mejilla le dijo al niño que estuviera viendo hacia el balcón muy alerta de la señal que le iba a dar para que suba, el hermoso niño de piel canela asintió obediente con los ojos abiertos y siguió jugando; desde la ventana de su habitación oculto en cortina, Contardo miraba los gestos repetidos del niño atento a su señal, Contardo sonreía, preparó la cama, Asdrúbal iba a ser suyo pensó, fue al balcón y con disimulo le hizo la señal para que suba, Contardo se quitó la ropa metiéndose desnudo en la cama, ya su pene erecto botaba liquido pre seminal dejando marca en la sábana que se definía como un mástil el pene en la tela de la sábana, vio su pene erecto que hacía una figura con movimientos pausados en la tela y reía, su mirada estaba puesta en la puerta, dentro de la sábana se manoseaba el pene sacándose del glande el líquido pre seminal, ya su cuerpo había incrementado su temperatura, empezaba a sudar, vio el bote de crema en el velador, luego escuchó unos pasos por la escalera, pasos cortos, era él, se dijo a sí, la puerta lentamente se abría algo chirriona , Asdrúbal dejaba ver sus dedos en el filo de la puerta, apareció su carita arrimada al filo de la puerta, en su rostro se dibujaba una amplia sonrisa, Contardo le hizo gestos para que ingrese presuroso, al hacerlo, el niño vio con gusto las galletas puestas en la cama, había también una barra de chocolate en el velador junto a la crema, Contardo le pidió que cierre la puerta con seguro, le hizo notar al pequeño Asdrúbal, que junto a él, en un rincón había un recipiente con una toalla colgada, le dijo que se limpie los pies y las manos, que así con mugre no podría comer bien las deliciosas galletas que estaban en la cama, el niño obediente se limpiaba, Contardo lo miraba de pies a cabeza, ya deseaba tenerlo, muy difícil que alguien se lo impediría, estaban solos en aquella habitación, observaba las piernitas gruesas del niño, los deditos gruesos de pies descalzos sobre el piso y ese penecito amoldado a la tela ajustada a su traserito, se pasó la toalla por la espalda hasta quedar algo limpio mejor que antes, le hizo señas a Asdrúbal que se acercase y cuando lo tuvo cerca lo metió en la cama entre las sábanas, le deslió las manos entre la tela, se acostaba sobre él, lo abrazó y repetidamente lo besaba, le fue deslizando la trusa dejándola a un lado del piso junto a la cama Asdrúbal sintió el paso del pene grueso de Contardo en la barriga y entre su pene y testículos lampiños, sentía con agrado la piel del niño que le besaba el pelo con ardiente deseo, solo se apreciaba los pies salidos de Contardo por las sábanas, y el bulto que hacían sus cuerpos, pues Asdrúbal, estaba acostado encima del cuerpo de Contardo con sus penes unidos rozándose mutuamente, el aliento de Contardo chocaba en el pecho del niño que daba su frente moviéndose en su piel, le decía que se moviera más mientras lo tenía sostenido con sus manos en los glúteos abriéndoles y rozándole el dedo índice entre ellos, Asdrúbal gemía lentamente haciendo que su respiración acelerase con el movimiento, tenía los ojos cerrados, se sentía la piel rozándose entre sí y el sudor recurrente de esos cuerpos, le hizo ladear y ahora él estando encima de Asdrúbal, fue ahora su pene que rozaba la piel de los glúteos, el pequeño estaba quieto sintiendo ese movimiento de pene por su piel, las sabanas se movían ante la intensidad sexual que le imponía Contardo sobre el pequeño haciéndolo gemir más y más, oír aquello más lo excitaba a Contardo a continuar haciéndole el amor de esa forma, de pronto que le suena la puerta, un frío corrió por el cuerpo de Contardo, pensó seguramente era la muchacha buscando al pequeño Asdrúbal, como pudo se puso el pijama, se relajó un poco pese a la insistencia de los golpes a la puerta, por órdenes de Contardo Asdrúbal se puso la trusa y se metió debajo de la cama, Contardo abrió la puerta y no era la muchacha del lavado sino Milena, la hermana de Asdrúbal, seguramente aquella niña de dos años había seguido a su hermanito y en su búsqueda sabía que estaría allí, de inmediato la hizo pasar para que tome una galleta y se fuera, pero en ese instante Asdrúbal sale inocentemente debajo de la cama seguramente cuando ve que su hermana toma la galleta y es así que fue visto por su hermana, se ponen a pelear por la posesión de galletas, Contardo le da unas galletas y la niña se sienta a comerlas arrimada a la pared, mientras que Contardo y Asdrúbal se meten dentro de la sábana dejándose libre los penes para frotárselos entre sí, tomándose de la cintura haciendo movimientos con las caderas, cuando sacaron la cabeza por las sábanas Milena había salido del cuarto dejando la puerta entreabierta llevándose el chocolate en la mano, de un salto Contardo puso seguro a la puerta, lo sentó a Asdrúbal en el filo de la cama, le lamió el dedo gordo del pie y trataba de metérselo entre los glúteos, Asdrúbal sólo miraba sonriente, después el penecito de Asdrúbal rozaba la piel del glúteo de Contardo, Contardo se sentó en la cama y le hizo acercar el pene a los labios de Asdrúbal que estaba arrodillado en su delante, le hizo abrir la boca metiéndole el pene tan adentro como podía, rato después salía semen del pene de Contardo que se deslizaba por la comisura y labios de Asdrúbal, el pequeño se quitó el semen con los deditos, miró por unos instantes al pene de Contardo agitándose y sacando el poco semen que le quedaba, le hizo acostar boca abajo y con suavidad se acostó Contardo sobre el cuerpito de Asdrúbal, le olía su piel sudada característica de niño de campo, le lamió las orejas por varios segundos, asimismo besó la espaldita d Asdrúbal que hacía leves quites por sentir cosquillas pero difícil evitar el cuerpo al que estaba sometido, le dijo al oído que iba a ser suyo, el niño no entendió pero sintió liquido entre los glúteos, es que Contardo abría los glúteos de Asdrúbal poniéndole saliva al ano, luego le metió el dedo índice, Contardo le dijo a Asdrúbal que aguante, el niño sintió más molestia al ser intento de sodomización, Contardo miraba complaciente la entrada del pene cada vez más entre los glúteos de piel morena clara, el niño ya no pujaba tan solo sino que gemía y bufaba sintiendo a cada momento el dolor intenso, le tapó la boca y no contento con eso puso la cara del niño entre las almohadas y empezó a meter el glande, se sentía el desflore del ano, el pequeño lloraba fuerte, Contardo de un solo empujón de cadera introdujo completamente el pene, lo dejó adentro por unos segundos y de a poco se lo fue sacando, pero luego lo fue metiendo y así en un meter y sacar leve pero contundente el glande para ese entonces ya tenía restos de sangre, se había comido el virgo de Asdrúbal en ese contacto sexual, se apartó del niño que estaba desfallecido en la cama, de su ano se podía ver el hilillo de sangre que caía en la sábana, despacio como pudo saco al pequeño Asdrúbal de la cama, le hizo caminar despacio para limpiarlo, la sangre se había detenido, Asdrúbal estaba desnudo siendo limpiado por el propio Contardo que le repetía en varias ocasiones que no contase de lo ocurrido, lentamente Asdrúbal salió de la habitación con una galleta en mano, caminaba con dificultad muy pensativo de lo que le había pasado, por un momento el hijo de los patrones sintió vergüenza, temor y recelo por eso lo siguió a prudente distancia, Asdrúbal llegó a donde se encontraba jugando su hermanita y amiguitos, se sentó pensativo mirándose siempre atrás su molestia, estaba ido, muy pensativo, se puso a llorar, Contardo estaba preocupado, pese a todo le había roto el virgo anal de Asdrúbal, discretamente Contardo lo llamaba al niño para curarlo, le dio varias monedas para que guardase el secreto, la dolencia de Asdrúbal no fue notada por la madre pues más atención le daba a su hijo que ya había salido del estado de inconsciencia pero seguía siendo atendido en el hospital, la vida de Asdrúbal había experimentado la metamorfosis, a vísperas de partir de la estancia, Contardo su madre y hermana fueron a visitar a Estiven ya algo repuesto vendadas sus costillas, Contardo vio a Asdrúbal jugando en la entrada de su casita con unos pedazos de madera que simulaban ser autitos, el niño lo recibió con timidez, Contardo se limitó a saludarle y acariciarle el pelo diciéndole que tan pronto regrese le traería unos autitos, el inocente Asdrúbal muy feliz se levantó y con sus bracitos inocentemente le rodeó la cintura diciéndole que pronto regrese con el regalo, le marcó con cariño, dieron unos cuantos pasos y al no ser vistos se metieron en un cuartucho donde guardaban el maíz seco, rápidamente Contardo le bajó el pantaloncito corto de Asdrúbal cayendo a los tobillos, y Contardo se bajó la cremallera sacándose el pene, al niño se lo arrimó por detrás, su erecto pene se encorvó para rozar el traserito de Asdrúbal que se quedaba estático sintiendo ese roce, algo del glande se introducía en el ano del niño que su instinto al principio fue con recelo separase del cuerpo de Contardo pero al escuchar que de no dejarse no tendría el regalo decidió dejarse, el dolor que le vino no fue tan fuerte como la primera vez, Asdrúbal sintió gusto, era su potito predilecto, así se había convertido, Contardo lo alejó para de inmediato en su delante botar semen cayendo al suelo, Asdrúbal vio el pene de Contardo aquel que lo había desvirgado saliéndole semen del glande, el pequeño Asdrúbal se sentó en el suelo esperando a que saliera primero Contardo, sintió que su traserito le latía y se pasó el dedo entre los glúteos, olió el dedo, se lo volvió a pasar en repetidas ocasiones sintiendo cada vez más delicioso aquello y terminó introduciéndose el dedo hasta el aguante, la metamorfosis en Asdrúbal se estaba consumando en cada encuentro sexual, su vida desde ahora sería otra por obra de Contardo, su iniciador en el sexo.
FIN DEL OCTOGÉSIMO TERCER EPISODIO
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