METAMORFOSIS 90
Cabellos.
El recién nacido Carlos Augusto Rodolfo emitía cariño entre los hermanos Gustavito y Serafín cuando indistintamente entraban en su cuarto infantil diseñado los arreglos por Noelia, el niño era muy vivaz, hermosas facciones que combinaban alegremente con el pelo castaño muy parecido a Gustavito, le hacían mimos, poco lo hacía Gustavito al acercarse, todavía existía ese recelo de que Carlos Felipe del Olmo haya ocupado el lugar de su padre, Noelia pasaba apuros en la cocina con las empleadas para hacer los accesorios de aseo al bebé, Serafín gustoso le ayudaba a cambiarle de pañales mientras que a prudente distancia Gustavito los observaba, miraba a su hermanito menor muy risueño teniendo pocos meses de vida, junto con su primo Luis iban a tomar el tren que los condujeran a la estancia Buonanote, pues Noelia quería presentar su hijo recién nacido a su padre, iría acompañada de una empleada, Carlos diplomáticamente se excusó por exceso de trabajo, en realidad Noelia consideraba que todavía existía una brecha entre suegro y yerno a tal punto que de ambos lados los comentarios eran fríos, como de enemigos, Noelia anhelaba que la venida de su último hijo fuese el puente que uniera la amistad de su esposo y su padre, el recién nacido había conseguido el apego de su hermana Josefina que se puso muy contenta de ver al niño con facciones parecidas más a los Buonanote, la relación de hijastra y padrastro era de lo mejor, eso le complacía a Noelia, el viaje al campo desde la capital sería largo, nana Dulce muy contenta las recibiría, iba a conocer también al último hijo de Noelia.
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Las manos agitaban la loción que pasaba por la cara, Luis se miraba el pelo con algo de tristeza pues el pelo claro que tuvo de niño se había hecho castaño oscuro a su actual tiempo, recordó igual que el hijo de aquel campesino, su hermano, recordaba comparaciones en el espejo, ya no era aquel lunar que los identificaba, sino que también el pelo, sonreía irónicamente al pasarse el peine por el cabello lacio, solo los distinguía su piel, la de aquel niño era morena clara y la suya era blanca, Luis estaba desnudo en su cuarto, ya se había duchado, comenzó a afeitarse y le vino un gusto por frotarse las piernas al sentarse, recordaba que en esas piernas se había sentado desnudo Leandro, cerró los ojos para recordar las posturas sexuales recibidas y dadas, se acostó en la cama abriéndose la toalla viéndose su erecto pene blanco, lo acaricio frotándolo suave mente la punta de los dedos en su glande, se estaba dado placer, quería masturbarse de solo pensar en el traserito blanco de Leandro, pero también de Luciano de la Sierva, su actual amante, se ladeó frotándose las manos por los glúteos, metió sus dedos por el ano emitiendo gemidos simulando que esos dedos eran los penes de las personas que recordaba, se quedó inmóvil por un momento en su auto placer, el silencio y lo apartado de su cuarto le daba seguridad, se relajó un poco viéndose el pene erecto, abría y cerraba los ojos, se puso a recordar, sí, a recordar, a su mente abierta de pensamientos le vinieron el recordar cuando siendo muy niño le asustaba aquel sonido de aquellos rayos y truenos que no escampaban en aquella noche, en su mente a ojos cerrados recordaba que cada vez eran más fuertes, Luis se considera que había nacido con cierta timidez propia heredada de su madre Andreina y cuando estas tormentas aparecían siempre se llenaba de pavor saliendo de su habitación en búsqueda de su madre para que lo cobije en su regazo o metiéndose en las sábanas entre sus padres, pero aquella noche no se podía, estaba solo, no estaban sus padres ni su hermanito Maximiliano, vio el cuarto de sus padres vacío pues habían salido de visita por el alumbramiento de su tía Noelia aquel 9 de septiembre de 1929 y por su gripa había quedado en casa, su angustia fue presa del pavor desbordándose el llanto por la impotencia de no tener a sus padres, los llantos se incrementaban hasta tal punto de la tolerancia, de inmediato se abrió la puerta de la habitación, apareció Lastenio con un mechero, encendió la lámpara del cuarto y se encontró con la imagen del niño aterrado por las pesadillas y el miedo, en su mente a Luis le venían los recuerdos de que en esa noche estaba arrodillado sobre el colchón de su cama con las manos entrelazadas por los dedos, tembloroso con sudor y tos recurrente por el llanto aún incrementada con su gripa, constipaba con respiración moderada, sus ojos muy rojos de tanto llorar, el chico se acerca al niño que lo sienta al borde de la cama y se sienta junto a él diciéndole que pare de llorar porque muy pronto estarán sus padres, esa noticia calmó un poco a Luis, le pasó las manos por los brazos infantiles sudados, decidió que Luis debería quitarse la ropa así que le ayudó, primero le hizo levantar los brazos para sacarle la camisa con sudor, luego lo puso en pie desatándole el nudo del pantalón pijama cayendo al suelo, el chico observaba pausadamente cada movimiento que hacía el niño en desvestirse, a Lastenio el color de piel blanca que Luis que tenía le llamaba mucho la atención sobre todo al pasarle las manos por el trasero cuando a veces como ahora tocaba desvestirlo, su pene se ponía erecto por efecto del roce de sus manos en las nalgas de Luis y cuando sus dedos se ocultaban al pasar por el pelo rubio sedoso de Luis, o al roce de sus dedos por los labios de ese niño blanco hermoso de mirada afligida que ahora necesitaba cariño, Lastenio se sacó la camisa y se la pasó secándole el sudor a Luis por la espalda, pecho, rostro y extremidades, se quitó el pantalón pijama quedando igual que Luis en calzoncillos, Lastenio se sentó en la cama sacándose el pene por entre los espacios de los botones del calzoncillo deslizándose el prepucio dejando ver un glande mulato algo grueso para su edad, lo agitaba a los lados, Luis sabía lo que vendría y le daba como recelo y vergüenza lo que estaba viendo, para tomar confianza Lastenio se levantó tomándolo a Luis de la cintura sentándolo en la cama, la carita de Luis casi rozaba el pene de Lastenio, el mulato agitaba el pene, Luis no dejaba de ver agitarse y moverse a ese pene mulato por sus brazos y estómago, con voz baja Lastenio le decía a Luis, vamos Luis, déjate, vamos a jugar como siempre, ahora que no hay nadie lo vamos a hacer mejor, ya no te va a doler, verás que te va a gustar, te voy a enseñar muchas más cosas que te van a gustar tú si quieres, verdad, Luis resignado asintió y se dejó llevar como siempre de las intenciones sexuales de Lastenio; le ordenó a Luis que se quite el calzoncillo, lo hizo con poca timidez ya eso era costumbre como la de luego acostarse boca abajo en la cama cerrando sus ojos color miel que sentía el pesado cuerpo de Lastenio acostándose sobre él, luego los roces de ese pene mulato por las nalgas blanquitas y tersas a continuación su ano aguantaba la penetración delicada que el glande amoratado de Lastenio iba en movimiento, Luis respondía gimiendo y pujando en cada suave movimiento del glande en su ano no podía verse como lo trataba de penetrar de a poco en cada ocasión que tenían de estar así pero sentía el dolor y era ahí cuando se movía instintivamente tratando de quitarse de encima el cuerpo de Lastenio, el mulato entendía que era suficiente y le ordenaba a Luis que se acueste boca arriba, abriendo las piernas blancas de ese niño precioso quedando sus finos piececitos bien cuidados descansando a filo de cama, ahora Lastenio pasaba su pene por los muslos blancos también entre la raya de las nalgas recorriendo los testículos hasta llegar al tronco del pene donde se detenía y luego hacía movimientos en los que Luis podía ver que sus piernas estaban apoyadas en el pecho de Lastenio cuyo pene se movía dejándose ver los pelos negros de la pelvis que rozaban los testículos lampiños de Luis, en esa postura trataba de penetrarlo por el ano nuevamente, el movimiento agitado a los costados de las caderas de Luis hacían incómoda la tarea de penetración pese a que Lastenio le pedía que se quedara quietito, pero Luis se movía por el dolor, luego caían al colchón las piernas abiertas de Luis, Lastenio seguía agitando su pene con la mano ya bien erecto lo frotaba con el pene lampiño de Luis y mientras eso sucedía los labios de Lastenio buscaban las mejillas del niño para besarlo igual que en su pelo y en su frente, cada vez se sentía que se le venía el gustito por botar el semen y cuando eso sucedía Lastenio exclamaba frotándose la nariz mutuamente con Luis, en esta ocasión se dieron un corto beso apasionado más por parte de Lastenio que luego de un instante se levantó para darse cuenta que su semen había manchado la barriga de Luis, con cuidado lo levantó al niño, quitándole el semen de su cuerpo con su camisa de dormir del pijama, trajo agua para terminar de limpiarlo, viéndose los dos desnudos como estaban empezó Lastenio a hacer tocamientos en el pene de Luis poniéndolo algo erecto, Lastenio se acostó en la cama boca arriba y desde ahí lo llamaba a Luis diciéndole que se acerque con frases como cógeme, tírame, culéame, ven aquí, ven, házmelo, ahora yo soy la mamá y tú eres el papá, el niño sin mucho recelo con algo de seguridad que le daban esas palabras se acostó sobre el cuerpo de Lastenio su pene pequeño rozaba el muslo del chico, Lastenio lo tomaba de las nalgas para ponerlo en posición de que frotasen los penes, después Lastenio se ponía boca abajo para que de igual forma el pequeño Luis rozara su pene en el trasero de Lastenio, Luis veía su pene blanco rozar el trasero mulato de Lastenio, hacía movimientos muy acelerados y es porque eran estimulados con frases de Lastenio que le decía así, métemelo, métemelo, ahora tú eres el papá, así, así rico, rico, papacito, al rato el niño quedaba exhausto de tanto frote que se levantaba de la cama, Lastenio sacaba la bacinilla debajo de la cama y lo acuclillaba a Luis para que orine de esa forma no botaba la gran cantidad de orina al piso, se notaba la cara satisfecha de Luis por lo que había hecho y es que cada vez a él le gustaba más y más, desapareciendo su recelo de a poco; ya había pasado un buen rato de ese acto sexual, Luis que estaba desnudo le dijo que tenía frio y por eso le podía dar más gripa, Lastenio le respondía no te preocupes yo te abrazo por un ratito, con el calor de mi cuerpo verás que no pasa nada, se acostaron entre las sábanas de posición perfil Lastenio detrás de Luis abrazándolo con los dedos de sus manos entrelazados, Lastenio le susurraba a Luis en su oído si le había gustado, el niño asentía, eso hizo que Lastenio le bese el cuello y parte de ese precioso pelo rubio que se unía al sedoso pelo lacio negro del mulato al mismo instante que los dos rozaban sus piernas, de nuevo el pene de Lastenio estaba erecto, Luis sentía ese bulto que rozaba sus nalgas, Lastenio lo puso boca abajo al niño escupiéndole saliva en su ano como lo había visto hacer a los adultos cuando escondido los veía hacer el amor en el monte alejado del pueblo, lo mismo hizo ensalivando su pene, Luis se dejaba, sintió de nuevo molestia en su ano al ser sodomizado, apretaba con fuerza las sábanas, el chico le decía aguanta, aguanta, aguanta, quiero que entre otro poquito, así, así Luisito mi amor, ya casi, ya casi, pero el anito de Luis no podía soportar la penetrada de ese glande grueso y el niño quería llorar por el dolor que estaba sintiendo, Lastenio una vez más resignado dejaba de hacerlo, limpiándole el ano ensalivado con su camisa, siguieron un rato más así desnudos abrazaditos, las manos de Lastenio frotaban el pene lampiño de Luis que eso sí le gustaba que también lo haga en sus testículos, de pronto, se escucha el motor del coche, como un rayo ambos se visten, se asoman a la ventana Lastenio le dice a Luis que son sus padres y que se acueste con el secreto bien guardado, el chico corrió a su cuarto por otra camisa mientras la anterior la dejaba en remojo en una lavacara debajo de su cama ya que al amanecer la iba a lavar sin que nadie se dé cuenta, salió al llamado de Don Guillermo Izaguirre que le preguntaba por la salud de su hijo Luis, el muchacho le respondió sin novedad, la señora Andreina Buonanote cariñosamente pasó su mano por el hombro del chico agradeciéndole por haberlo cuidado, le dijeron que su hermana y los niños se quedaban a dormir en la estancia de Gustavo, Lastenio pidió permiso y se retiró a su cuarto en la intimidad sintiéndose seguro se corrió el pijama masturbándose el pene recordando las nalgas blancas de Luis, mientras tanto Luis acostado disimulando estar dormido sintió los pasos e sus padres que se acercaban, los labios humedecidos de sus padres besaron la frente del pequeño, el padre lo tomó en peso al niño sobre su hombro llevándolo a su casa contigua a la de sus abuelos donde vivía, el niño vio que lo subían a su cuarto acostándolo en su cama, escuchó que cerraban la puerta y apagaban las luces del mechero, Luis chupaba su dedo pulgar derecho y con la otra mano rozaba la división de sus nalgas tratando de meterse el dedo índice de la mano a lo que aguantaba su ano, sentía delicioso para luego frotarse el pene con la otra mano, se tocaba la punta del dedo índice con el prepucio del pene hasta olerse la orina que rato anterior había expulsado, Luis reaccionó volviendo a la realidad, siempre supo que en cada encuentro con Lastenio sus pensamientos eran más determinantes a causa de las emociones sexuales vividas que le quedaban marcadas de por vida, Lastenio fue su iniciador, era curioso, pero Luis lo recordaba amorosamente, se alisó el pelo y salió en búsqueda de su amante para desfogar por todo lo que había pensado.
FIN DEL NONAGÉSIMO EPISODIO
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