METAMORFOSIS 91
Mimos.
El cuerpo desnudo de la niña daba vueltas sobre la cama, tenía mucha pereza, estiraba sus extremidades confirmando su dejadez, ella se encontraba completamente desnuda en la cama, con su pensamiento en el infinito, estaba abierta de piernas con su dedo pasándolo por la entrada de la vaginita dándose placer, casi medio dedo entró, lo hizo penetrar hasta sentir algo de molestia que después se fue convirtiendo en gusto y consecuente necesidad, esos mismos dedos los hacía pasar por la nariz, se encontraba con su hermanito de más de un año que ahora estaba durmiendo, antes se había despertado en horas de la madrugada ya que sus padres irían de visita a casa de un familiar enfermo y retornarían en horas primeras de la noche, todavía no aparecían los rayos del sol cuando se despidió quedándose en casa con su hermanito, estaba indecisa en cambiarse ya de ropa, se puso a caminar por el interior de la casa en algunos momentos completamente desnuda, hasta que así desnuda decidió llegar a su habitación cayendo de bruces en la cama, alzaba las piernas y a la vez que las abría descansando sus pies en las sábanas descoloridas de su cama, y era que ahora se manoseaba la vaginita, repetía la acción de varios dedos que estiraban aquellos labios vaginales infantiles, les hacía movimientos con círculos, mientras se manoseaba se acordaba lo sucedido aquella noche, de lo que le hizo el cuarentón, de aquel dolor sufrido por su vaginita al ser penetrada por ese pene peludo que era difícil de olvidar, de su secreto con él, de mantener ese encuentro en silencio, que nadie se entere, miraba al techo meditando, pensaba en aquel hombre dueño de la abacería que la desvirgó, suspiraba de solo pensar lo de aquella madrugada, de solo recordarlo le dio admiración, le vino unos sentimientos encontrados de miedo y a la vez de necesidad de estar con aquel hombre que lo había desvirgado, si, cerraba los ojos sentía el olor de aquel hombre, suspiraba y suspiraba, le vino también algo de gusto placentero de lo que había experimentado y se incrementaba el suspirar al pasarse los dedos por la vaginita imaginándose que uno de los dedos era el pene del cuarentón que la rozaba, seguía suspirando con los ojos cerrado, recordaba el rostro de ese hombre que se pasaba la lengua humedeciendo los labios y mostrando el rostro de lujuria a la luz de luna, por un rato quedó en absoluto pensamiento, vio a su hermano dormido profundamente en su cuna improvisada, seguía dándose vueltas así desnuda, en sus pensamientos estaba ese pene ensangrentado que le había hecho doler pero a la vez le había ahora de gustar, todo este tiempo para ella al verlo fue de cierto temor y recelo pero que también irónicamente la había hecho sentir cosas nuevas que antes no las había sentido, en su mente estaba aquel pene entrando en su vaginita haciendo furor en sus entrañas, hizo lo mismo tratando de repetir esa escena de su pensamiento con su dedo y así gimiendo, se vio que le entraba a la mitad y salía húmedo, se lo metía en repetidas ocasiones cada vez más adentro como se lo había hecho antes el cuarentón; empezó a gemir, pero ya le dolía y se dejó estar acostada relajada, se acariciaba el pelo pensativa, se sentía otra desde aquella noche de madrugada, aún no aparecían los rayos de sol cuando ella se puso en pie caminando desnuda y descalza por el piso pasando cerca de la cuna de su hermanito, se asomó a la ventana que daba al patio desde su cama, se escuchaba el canto de los gallos, ella miraba por la ventana pasándose el dedo por vagina, pensaba que en una noche así lo hizo con el dueño de la abacería, estaba muy pensativa suspirando y manoseándose la vagina cuando de repente vio abrirse la puerta saliendo el cuarentón teniendo puesta una toalla que rodeaba su cintura, su pecho descubierto podía notarse lo peludo, la niña lo miró con detenimiento, iba descalzo llevando jabón en una mano, estaba algo despeinado, como era de costumbre todos los días a esa hora se daba su duchazo con un balde echándose agua tomándola de una gran tanque, los ojos de la niña se abrieron más viendo el agua que recorría aquel cuerpo masculino adulto, el hombre pudo ver a la niña, discretamente se puso de un ángulo de vista apropiado para que ella viera el momento en que se enjabonaba el pene agitándolo, deslizando el prepucio para que se vea el glande de su prominente pene venoso, velludo y grueso, ella con mucha fijación no perdía movimiento de detalle, el hombre pensó que le gustaba a la niña todo eso así que limpiaba su glande erecto lentamente con jabón luego vinieron los chorros de agua del balde, se bañaba a discreción, estuvo un largo rato parado escurriéndose el agua de su cuerpo, pasó la toalla, la niña miraba ese pene con detenimiento, aquel pene que la había desvirgado, el cuarentón a distancia le sonreía, vio que ella le correspondía tímidamente a su saludo y entró, pasaron unos minutos y ella estaba observando por la ventana; pasaron unos cuantos minutos, ella estaba acostada en la cama abierta de piernas y de brazos viéndose desnuda cuando tocan a la puerta, se puso su remendado camisón de dormir de tela muy fina en el que se podía apreciar su piel, aún los rayos de sol no salían al abrir la puerta, los gallos cantaban, la niña se encontró en su delante al cuarentón con una amplia sonrisa viendo aquellas líneas del cuerpo que se notaban debajo del camisón de dormir, tenía en su mano un pequeño bulto, le pidió que lo deje pasar, ella tímidamente lo dejó entrar, el cuarentón puso el bultito en la mesa, le dijo a la niña que lo abriera, había unos chocolates preferidos por ella, lo miró con una sonrisa amplia, le gustó ese gesto, el hombre seguía viendo las líneas del cuerpo de la pequeña, curiosamente su vaginita se podía ver a medias por la tela, el hombre estaba perfumado, bien peinado, se podía sentir la piel suave del recién bañado que pasaba por los brazos de la pequeña, sus deditos abrían la envoltura de aquella golosina, el hombre pacientemente miraba a su alrededor, se acercó a la cuna viendo al niñito de más de año y medio de vida profundamente dormido, pasó sus dedos por las mejillas, ambos niños eran muy bonitos de cara, tenían unos labios finos bien formados así como sus cejas y pestañas, lo miró al niño por unos instantes y regresó su mirada en la niña que seguía sentada, entre mastique le decía al cuarentón que sus padres habían salido de visita a pueblo lejano, que llegaría su tía a cuidarlos, el hombre ya sabía aquello, muy temprano en la madrugada había visto a los padres de la pequeña salir de la casa de arriendo cuando se disponía a bañarse, estaba allí por ella, la deseaba, se le hizo un nudo en la garganta debido a la ansiedad de ver aquella hermosa niña que tiempo atrás la había desvirgado, en recuerdo de aquello y de que muy pronto estaría la tía de la pequeña tomó impulso acercándose a ella rodeándola por detrás con los brazos, al principio ella se portaba esquiva pero de a poco fue cediendo, la niña sentía aquel bulto vestido rozándole su trasero cubierto en fina tela, la puso de frente para que sintiera ahora el bulto en su vagina, ambos vieron las manos del hombre deslizar la cremallera y sacar el pene, ella estaba contemplativa viendo ese glande rozando por la tela del camisón, el glande buscaba dentro de la tela la vaginita deliciosa de aquella preciosa niñita, ya para entonces el pene del hombre estaba bien erecto deseo de hacerle el amor, le dijo que ese “gusanito” quería entrar en su “cuevita” señalándole con el glande la vagina vestida, ella hizo unos pequeños esquivos, la miró al rostro precioso que tenía, le dio varios besos, pidiéndole “jugar” al “papá y a la mamá” a esos besos y caricias ella los sentía extraños, hubo un momento en que le correspondió y eso permitió que se caliente la temperatura de la piel de aquel cuarentón, ella sintió esa piel rodeando su tierno cuerpo de casi ya seis años, abrazada fue conducida lentamente a la cama de sus padres, se dejó acostar, el hombre encima de ella con los brazos estirados y manos apoyadas en la cama le rozaba la nariz por su cara, luego pasaba a su vientre y después a su vagina vestida, ahí quedó su cara por unos instantes oliendo esa vaginita desvirgada, la niña estaba con sentimientos encontrados, el hombre notó aquello y le dijo que tuviera tranquilidad que se deje llevar por el “jueguito” que iban a hacer, pero ella seguía inquieta más cuando vio que las manos del hombre levantaban su camisón de dormir viendo su vaginita, sus manitos la cubrían pero el hombre con sus toscas manos las separó, su lengua pasaba por los labios vaginales, lamió y chupó estirándole el clítoris por repetidas ocasiones haciéndola gemir, se dio cuenta del tiempo que ya estaba en ese cuarto y se deslizó el pantalón, la niña vio una cicatriz de herida grande en su ingle y otra en su estómago, vio que ese pene con el glande se acercaba a su vaginita, rozaba los labios vaginales, la punta estuvo en la entrada y ya cuando iba a entrar sintió molestia queriéndose apartar del cuerpo que la cubría pero sin éxito, el hombre le pidió que se relaje que si se dejaba le iba a dar más regalos y dinero, la niña confundida por el dolor del glande en su vagina no podía zafarse, sintió que algo grueso más entraba, era que el glande a media talla ya estaba casi metido en la vagina, el hombre hizo que el glande de su pene ensalivado entrase hasta la mitad y saliera, le dijo que estaban “jugando” rico, que era con cuidado y cariño, que se dejase, ella no paraba de gemir al sentir que el glande entraba cada vez más, en ese vaivén el cuarentón empujó con fuerza su cadera, el gemido de la pequeña fue demasiado fuerte hasta el punto que le tapó la boca, vio que ella tenía bien abiertos los ojos, el pene había entrado totalmente en su pequeña vaginita, unas lágrimas le salieron, el hombre lentamente empezó el meter y sacar, entre roce de piel de pene y vagina ella sentía las embestidas del pene de aquel hombre mayor, los vellos del hombre rozaban la vagina lampiña, aquel perfume del cuarentón quedaría en los sentidos de la niña para siempre, sintió un líquido depositado dentro su vagina al tiempo que el hombre se quedaba quieto, el pene estaba dentro de la vagina, el hombre reinició con el meter y sacar, para ese momento la boca de la niña estaba destapada, miraba el pene entrar y salir de su vagina, ya no era sangre sino un líquido que mojaba el tronco del pene que al hacer el meter y sacar hacía un sonido original para ella, continuaba así, diciéndole que era suya, que le pertenecía, que era su primer “jugador” y que le iba a dar siempre buenos regalos, le prometió que la iba a proteger y que no la desamparaba por nada, así de escuchar eso y él decirle aquello, el hombre se levantó de la cama viéndose satisfecho el pene con semen salido de esa vagina ya totalmente abierta, ella lentamente se sentó en el costado de la cama, le ayudó a que no manchase la sabana con semen salido de su vaginita, el hombre fue por papel que tenía en el bolsillo, se miraba el pene con semen, puso el papel en la mesita, fue a donde estaba la niña y la acostó en el extremo de la cama de cara al colchón, a la niña le besaba repetidamente los muslos y los glúteos, la lengua la deslizaba por el coxis y espina dorsal, le escuchaba los suspiros que le provocaba ese roce, golpeaba ese pene con semen en los glúteos, ella sintió saliva en la entrada de su potito, luego sintió algo duro que enraba en su ano, el hombre vio su glande a medio talle, a la vez que miraba las manitos de ella agarrando la sábana puños, ya parecía bufar al sentir ese pene erecto cuyo glande dilataba la entrada del ano, comenzó ella a hacer movimientos de cadera, ella le decía suplicante que ya no más por ahí porque le dolía mucho, el hombre vio el amanecer y decidió apartarse de ella dándole repetidos besos en el cuello y espalda, tomó el papel para limpiarse, ella miraba ese pene con glande limpio, le hizo sentar y le ordenó que abra la boquita y así el pene con el glande rozagante pasaba por los labios y entraba en la boca de la niña, le acarició las mejillas, se apartó de ella y se limpió el pene, la niña a pasos lentos fue a la letrina a lavarse, mientras se aseaba acuclillada se miraba el semen en su vaginita, desde la ventana el hombre la miraba discretamente, ella se pasó los dedos, en verdad que al principio sintió molestia, su vagina t potito estaban dilatados por ese glande de prominente pene, pero al final para su tierna edad le quedó una sensación indescriptible de placer, se dijo ella que seguramente era el “jueguito” que la dejaba así, mientras tanto dentro del cuarto el hombre seguía limpiándose el pene con papel, se acercó a la cuna y pasó la punta del papel con semen por los labios del pequeño que seguía profundamente dormido, sonrió y en su mente articulaba la idea de que probase el niño el olor de su semen y el de su hermanita, el hombre salió del cuarto sin despedirse de la pequeña sin ser visto por los vecinos, ya para ese rato los rayos del sol comenzaban a salir en todo su esplendor, fue a buen tiempo su salida porque rato después tocaban a la puerta de la niña, era su tía que había llegado a cuidarla iba junto con su hijito de tres añitos, un niño muy tímido y servicial; el cuarentón estaba sentado mirando desde el mostrador hacia el cuarto de la pequeña, tenía sus reservas de pensar que diría algo, estaba inquieto, cuál fue su gusto que la niña salió del cuarto en compañía de los dos niños tomados de las manos y dirigiéndose alegremente a comprar donde estaba el cuarentón, con dulzura y algo de inocencia pidió el mandado por parte de su tía que le había ordenado comprar, el hombre la miró con alegría, de regalo a cada niño le dio una barrita fina de dulce artesanal, los niños contentos caminaban lamiendo sus dulces, el hombre se fijó en el traserito de la niña y se estiró el pene vestido, rato antes le había hecho y mimos haciéndola suya; pasaron las horas cuando el cuarentón vio al niñito de año y medio con su primito de tres añitos jugando con un balón de trapo, a esa hora después del almuerzo la gente se dedicaba a descansar por aquel apartado lugar de la capital, el hombre miro con detenimiento los movimientos de aquel hermoso niño hermano de aquella niña desvirgada y del otro de tres años, vio que cuando estaban de cuclillas solamente tenían puesto un pantaloncito corto remendado que por las costuras sobresalían los testículos, observaba aquellos hermosos labios infantiles, no esperó a más deseo y les hizo señas de que se acerquen, los niños presurosos fueron donde el hombre con su pelota que precisamente se la había regalado a la niña, les dijo que si le hacían caso les daba una barra de dulce como hace rato, los niños con su típica inocencia brincaron de gusto, el hombre le dijo al niño de tres años que se quedara al pendiente de la abacería por si llegaba alguien que le llamase, muy contento el niño mayor asentía obediente sentado probando su barrita de dulce artesanal, con rapidez el hombre tomó del hombro al más pequeño y lo llevó detrás a la bodega diciéndole que le ayude en algo, sin perder tiempo le desabotonó y le bajó la cremallera del pantalón corto dejándolo encorvado de pecho sobre una gran caja de madera, se podía apreciar su traserito descubierto con su pantaloncito corto, le puso saliva introduciéndole el dedo al aguante de los gemidos del niño, el hombre se complacía haciendo aquello, viendo ahora que su glande rozaba aquella piel de delicioso traserito, el glande estaba en la entrada del traserito y empujaba lubricado con saliva al mismo tiempo que le masturbaba el penecito al pequeño, el niñito apretaba los dientes, gemía, el hombre vio incómodo seguir con la intención de sodomizarlo por el traserito así que le dio de vuelta acostándolo boca arriba, y así como estaba encorvado le lamió y chupó el penecito por unos segundos, luego hizo que el penecito lampiño se confundiera con el grande pene peludo, los dos penes se frotaban, el cuarentón se recostó, el niño pujaba ante el peso grande de aquel hombre sobre su cuerpito, estaba su pechito sobre el abdomen del hombre que al alzar y bajar caderas miraba el roce de los penes, sabía que no tenía mucho tiempo para hacer eso pues en cualquier momento le llamarían, luego de tanto roce el niño vio que del pene de aquel dueño de la abacería le salía un líquido algo blanco que recorría la piel suave infantil de aquel niñito más de año y medio, el hombre le pasó papel por la piel, tomó un trapo húmedo y se lo pasó por el penecito lampiño, el niño no dejaba de ver aquel grueso pene del hombre, no entendía aquello, después el hombre le diría que era un “jueguito” y que no contase nada de aquello, lo vistió y le dijo que saliese que lo esperase junto con su primito, la inocencia del niño al ignorar aquel acto sexual hizo que saliera alegremente como si nada hubiese pasado, el cuarentón con mucha complacencia se estiraba y agitaba el pene, esa mañana y tarde había hecho el amor a los dos hermanos.
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Las manos de color pasaban cariñosamente por la frente y mejillas del precioso rubito hijo de Noelia que aguardaba junto con su hijo Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote y su sobrino Luis Izaguirre Buonanote, la presencia de Don Rodolfo Buonanote, el prestante terrateniente, patriarca familiar que con su presencia daría a resaltar la escena, la nana Dulce estaba muy feliz de tener en sus brazos al quinto hijo de Noelia, comentaba que ese niño era muy precioso, lo colmaba de mimos, Gustavito solo se limitaba a observar sonriente cómo la nana que lo crió ahora acariciaba a su medio hermano, pasaban los minutos y el anciano de setenta y seis años no bajaba, la nana Dulce caminaba por el gran salón de la casa victoriana aplicando el ro a ese precioso niño rubio descendiente nobles hidalgos y de caucásicos, hubo un leve silencio que fue cortado por los pasos dados sobre el entablado crujiendo la madera bien pulida y olorosa, en las escaleras fue donde se observaba el paso lento pero firme del anciano terrateniente, venía con mucha seriedad y pensativo, su prosa altiva típica de los oriundos del Cáucaso mostraba un rictus en su rostro, en silencio, con gesto serio los saluda a los presente y se sentó, Noelia le hizo la reverencia y se le acercó pidiéndole el niño a la nana Dulce, la hija se acercó al padre, los jóvenes presenciaban muy atentos la escena, hubo un corto silencio roto por el sonido del pequeño, el anciano algo indiferente vio al niño al principio con seriedad, no lo tomó en los brazos como su hija hubiese querido, simplemente hizo un gesto gélido en su rostro mirándole a su hija Noelia fijamente a los ojos, lo que entendió Noelia apartándose de su padre con su hijo en brazos, el altivo personaje pidió quedarse a solas con su hija, fue obedecido de inmediato, nana Dulce llevaba en brazos al pequeño, la charla duró poco, ambas puertas amplias se abrieron, Noelia salió con un pañuelo secándose las lágrimas, tomó a su hijo y salió en dirección al auto que la esperaba para llevarla a su estancia, Gustavito tuvo la reacción de entrar a preguntar a su abuelo pero lo encontró pensativo con dos de sus dedos entre ojos y nariz, su mirar era distante como referido hacia el infinito, su respiración acelerada hacía que la mirada fulminante del anciano puesta en su rostro le hizo comprender a su joven nieto que deseaba estar solo, como de costumbre Gustavito le hizo una reverencia a su abuelo y salió en búsqueda de su madre, más tarde ella le confesaría que su abuelo no aceptaba familiaridad con su hijo, el hijo que había tenido con su peor enemigo, Carlos Felipe del Olmo, y que tampoco como era lógico de suponer estaba de acuerdo con la relación de ella con el padre de su hijo, Gustavito se puso muy triste al escuchar aquello; en varias ocasiones trató que su abuelo acepte a su medio hermano sin distinguir quien era el padre de aquel niño, pero no fue posible, hasta tal punto que amenazó con desheredarle y desconocerle, Noelia entendía ahora que su padre Don Rodolfo Buonanote había asumido una actitud muy fuerte y férrea ante aquel hecho, igual que la actitud de su hijo Gustavito que no le perdonaba el haberse comprometido con el enemigo de su padre Gustavo Pozzo.
FIN DEL NONAGÉSIMO PRIMER EPISODIO
Amigo buenos relatos seguire esperando los demas que seguro estaran muy buenos como estos tres saludos amigo…. 🙂 😉 🙂 😉 🙂
ok. Gracias.
ok. gracias