METAMORFOSIS 92
Canes.
La suave brisa se acomodaba para un buen roce fresco en el rostro de Valentín, caminaba muy contento de la mano del sargento Robinson ascendido hace poco por sus acertadas labores militares, pasaron por un parque amplio, se sentaron un poco a tomar aire y seguir rumbo a la escuela, era su primer día escolar para Valentín, había mucha expectativa para todos, de repente aparece la novia del sargento, los tres entraron a la escuela, parecían una familia funcional, el niño tomado de las manos era muy feliz, el ambiente de aula como en el exterior de la escuela fue agradable teniendo él sus más de seis años de vida, pronto hizo amiguitos, así, los días y semanas pasaban en la vida de Valentín, las visitas de la novia al departamento eran frecuentes, ella se quedaba a dormir y en la madrugada Valentín estaba pendiente de escuchar los gemidos y así era que se le despertaba la curiosidad por lo que inmediatamente se levantaba descalzo de la cama dando pasos sigilosos en dirección al cuarto donde estaban los novios, Valentín al escuchar los gemidos ya se imaginaba lo que estarían haciendo, y al entreabrir discretamente la puerta veía a la mujer sentada sobre la pelvis del hombre cabalgando con el pene dentro de la vagina, él la sostenía de las caderas haciendo que se alcen y se bajen, los ojos de Valentín inocentemente se abrían más al ver esa postura sexual, era nueva para él en ese momento, de pronto que el sargento se relaja acostándose en la cama y ella arrodillada junto a su cuerpo tomaba el pene y viéndose sonrientes se lo llevaba a la boca introduciéndolo y a la vez que lo lamía con la lengua ensalivándolo y chupándolo a la vez mostrándose lo brilloso de la saliva, para Valentín eso era inquietante sobre todo viendo el rostro de satisfacción de ambos amantes, el niño se preguntaba qué sentirían al hacerlo, en sus adentros él también deseaba conocer sobre aquel sentir, de pronto vio que el semen mojaba el rostro de la mujer que le daba palmadas en los muslos pues protestaba que ese semen quería que se lo hubiese dejado dentro de la vagina, el hombre musculoso la rodeó con sus brazos y haciéndola acostar debajo de su cuerpo la fue manoseando y colmando de besos hasta hacerla relajar tanto así que Valentín vio que en ese movimiento el pene grueso, venoso y peludo entraba en esa vagina depilada de la mujer, mientras la penetraba sus labios estaban unidos, Valentín no paraba de ver ese movimiento de caderas alzándose y bajándose, ella lo tomaba de los hombros pidiéndole más y más, él la complacía moviendo más rápido las caderas, para su sorpresa el niño vio que el sargento ponía las piernas de su novia apoyadas en su hombro militar, así la penetración era mucho más dinámica de un pene bien tieso que entraba y salía de la vagina, Valentín curiosamente exploraba viendo esa escena sexual, sacaba sus conclusiones de juicio mental, pensaba equivocadamente con inocencia que eso era agradable pues los tocamientos y caricias eran similares a los que él recibía de ellos, sonrió pero a su vez se contenía de ser visto pues no quería invadir esa privacidad, algo muy dentro de su ser le daba a entender de estar discreto, los vio moverse así desaforadamente, escuchaba las frases dulces que el militar le decía a la mujer mientras la penetraba rápidamente con el movimiento de cadera hasta quedar exhaustos, allí los vio tendidos en la cama mirándose amorosamente con las manos entrelazadas, lentamente se retiró a su habitación, caminaba pausado pero meditabundo, miraba sus piecitos descalzos que lo llevaban a su cama, se sentó en el filo de la cama, cerró los ojos pensando en lo que había visto, suspiró profundamente, luego abrió los ojos y ya estaba viéndose su pene vestido que hacía una puntita en la tela, instintivamente sonrió, sus dos deditos deslizaron el pijama para mostrarse su pene lampiño erecto, lo tocaba deslizando los dedos, sonreía de verlo, repetidamente volvía a suspirar, se acariciaba el pene cerrando los ojos sintiendo una sensación muy original, lentamente se fue recostando en la cama sin dejar de suspirar y sin dejar de estirarse el pene, con ese movimiento de manos en el pene había descubierto una grata sensación de autocomplacencia, se miraba el pene por rato a través de la luz de luna intensa para esas horas de la madrugada, ya para ese momento el sueño lo estaba venciendo y se arropa entre las sábanas; al día siguiente, Valentín sale descalzo de la cama en dirección al baño, al abrir la puerta los ve besándose, sonríe y toma la pasta dental para asearse, miraba a la pareja dándose cariño del bueno, salió a vestirse y en instantes estaba desayunando para ir luego a la escuela de la mano del sargento, las clases para el niño eran rutinarias, en parte se aburría viendo hacia el patio estando de lejos los baños, tuvo necesidad de ir al baño pidiendo permiso, un docente monitor lo acompañaba quedando vigilante a cierta distancia del urinario donde se encontraba el pequeño Valentín, al sacarse el pene lo vio que estaba erecto, sonreía viendo salir orina, una vez que terminó lo agitaba, de pronto aparece un niño de más edad a su lado a micciar, miraba el pene de Valentín, sus miradas se chocaron, instintivamente sonrieron el uno para el otro, miraron ese pene lampiño de Valentín y el muchacho se manoseaba el pene vestido de sólo ver el pene lampiño del niño, y así no dejaban de sonreír, miraron a donde estaba el docente monitor pero éste estaba distraído con un documento, de repente se acercó al niño mayor diciéndole que lleve a Valentín al aula una vez que se desocupe de micciar, el muchacho asintió alegremente, el docente sale presuroso con papel en mano en dirección a su oficina de turno dejando a Valentín con el muchacho de mayor edad, este muchacho se arrimó a la pared del urinario sin dejar de mirar a todos los lados y le pregunta si desea ver su pene, Valentín simplemente asiente, era la curiosidad que le movía a hacer aquello de aceptar, rápidamente el muchacho se baja la cremallera del pantalón, Valentín observa ese pene mucho más grueso que el suyo, el muchacho le hace gestos para que rápidamente se acerque sin dejar de mirar a todos lados, lo abraza por la espalda acercándose sus cuerpos, así se nota que ambos penes empiezan a rozarse por efecto de que las manos del niño encorvado sostenían las caderas de Valentín para que sus penes continúen rozándose, la carita de Valentín daba en el mentón del muchacho que expulsaba su respiración chocando con el pelito del niño, Valentín estaba viendo esos movimientos de pene a petición del muchacho, ambos penes se rozaban con el roce de las cremalleras, la mano del muchacho empezó a estirar el pene de Valentín, luego volvía a encorvarse a seguir rozándose los pene, esa postura para el muchacho era incómodo estar así, Valentín no dejaba de mirar ese roce de penes que estaba recibiendo por vez primera de parte de ese muchacho de escuela, Valentín imitada al muchacho el mirar a todos lados, de repente uniendo las frentes y apoyando su mano al hombro de Valentín le preguntaba si le había gustado “eso” que hicieron, el inocente Valentín cabizbajo asentía, sonrieron, el muchacho le hizo un gesto que lo acompañe, corrieron hacia lo más distante de la escuela entre unas plantas tupidas bajo árboles frondosos rodeadas de hojas y pequeñas ramas secas, Valentín miraba por los alrededores del lugar, nunca había estado allí, al sentirse seguros a solas el muchacho le abraza por delante al niño, así que despacio lo va acostando sobre las hojas y ramas secas que crujían al contacto del peso del cuerpo de Valentín, rápidamente las manos del muchacho desabotonaba el pantalón corto y bajaba la cremallera, Valentín observaba que ese pantalón corto se deslizaba hasta llegar a sus muslos, luego las manos del muchacho rápidamente deslizaban el calzoncillo del pequeño dejándole ver ese penecito flácido que se puso erecto con el contacto de los dedos del muchacho agitándolo, allí Valentín se quedó quietecito acostado viendo que el muchacho de más edad se deslizaba su pantalón corto, así que rápidamente Valentín sintió venirse ese cuerpo del muchacho sobre el suyo, algo pujaba al sentir el peso, vio que las caderas del muchacho se alzaban y se bajaban haciendo de roces en el penecito, se notaba la marcad diferencia de edades en el tamaño de esos dos penes que se rozaban mutuamente, Valentín seguía pujando por le peso del muchacho que dio cuenta de aquello, apoyó las manos en el suelo estirando los brazos, así se aligeraba el peso y Valentín a indicación del muchacho miraba el roce de los penes, de inmediato el muchacho se puso en pie y discretamente se acercó por los matorrales con su mirada hacia las aulas y baño de la escuela, sonrió sintiéndose a solas con el niño, mientras tanto Valentín seguía acostado en el suelo a órdenes del muchacho, instintivamente se tocaba el pene, meditaba lo que estaba haciendo, cerraba los ojos y en su mente comparaba esto que hacía con el muchacho con lo que hacía el sargento Robinson y su novia, recordaba la cara de satisfacción ambos al hacer “eso”, suspiró, muy cerca de allí el muchacho ve la ausencia de gente por los alrededores del lugar, regresa rápidamente donde estaba Valentín aún acostado ahora agitándose el pene, el muchacho sonríe al verle en esa acción, se acuclilla delante del niño y le agita el pene llevándoselo a la boca, Valentín recordaba lo d elos dos amantes que hacían lo mismo que ahora se lo hacían a él, ese penecito estaba ensalivado en la boca del muchacho que repetidamente lo sacaba y lo volvía a meter, lo sacaba y lo volvía a meter, así quedó Valentín acostado por un instante abierto de piernas agitándose el pene ensalivado, el muchacho sonríe de verle al aniño en esa posición, luego se acuesta sobre el niño y siguen rozándose los penes, unían las frentes, Valentín sentía ese roce, de pronto el muchacho se aparta y le hace girar acostándole a Valentín de cara a las hojas secas que no paraban de crujir, Valentín siente el peso del muchacho y a la vez un roce en sus glúteos, el muchacho veía su pene rozando los glúteos por entre la separación de ese voluminoso potito, Valentín pujaba por el peso pero sentía algo raro en su culito, nunca antes lo había experimentado, nadie se había acostado sobre él de esa forma, el pene con glande recubierto del muchacho rozaba el traserito de Valentín, el muchacho se complacía de la pasividad del niño recibiendo ese deslizamiento del tronco del pene, lentamente se apartó del niño y fue a micciar sobre el tronco de un frondoso árbol, desde allí miraba hacia las aulas, mientras tanto, Valentín continuaba acostado de perfil viendo micciar al muchacho para luego arreglarse la ropa, fue donde estaba el pequeño y le puso en pie, fue a micciar en el mismo lugar donde antes lo había hecho el muchacho, le limpiaba la cabeza quitándole restos de hojas secas, también le limpiaba la ropa, instantes después Valentín era llevado de la mano del muchacho al aula, la maestra agradeció el buen gesto del muchacho alejándose del aula y a Valentín le llamó la atención por la demora a seguir en la clase, recibió tarea extra, más de la ya recibida en aquel aparatado lugar de la escuela con un muchacho que sólo lo había visto casualmente sin saber su nombre, su inocencia y en parte también lo de su timidez fue lo que permitió que tuviese su primera experiencia de ese muchacho de mayor edad, al salir de la escuela se encontraron casualmente en la puerta, la novia del sargento Robinson tomaba de la mano al chiquillo que miraba a aquel muchacho que no dejaba de mirarle con mirada muy fija en él, un auto lujoso se acercó dónde estaba el muchacho, del auto se baja el chófer a tomar la mochila del muchacho y algo que le llamó mucho a Valentín fue que la mano del chofer disimuladamente rozaba tocando el trasero del muchacho que aceptaba y cuando el muchacho se disponía a subir al auto la mano del chófer tocaba el pene vestido del muchacho pasando a decirle algo al oído, el auto lujoso tomó la marcha, solo Valentín vio esos movimientos, al pasar por donde estaba el niño las manos del muchacho se agitaban en señal de saludo, Valentín correspondía al saludo mientras el auto marchaba lentamente del lugar, el muchacho regresó a ver a través del vidrio trasero no dejando de ver a Valentín caminando en la acera hasta perderse de vista, el muchacho tomaba asiento cómodamente abriendo las piernas cerrando los ojos en señal de complacencia de lo que había hecho con ese niño en aquel lugar distante de las aulas de la escuela, la mejor manera de sentir complacencia por aquello que hizo fue el manosearse el pene vestido con sus piernas muy abiertas, el chófer lo miró por el retrovisor, el muchacho abrió los ojos viendo la mirada del chófer por el retrovisor, le hizo una seña a la que el muchacho asentía, el auto tomó más velocidad hasta llegar a ese conocido lugar, el auto se detiene, el chófer sale del auto, abre la puerta para que salga el muchacho pero éste hace un gesto de negación, sin embargo tuvo una amplia sonrisa que le contagió al cambiándole la cara de perturbado y contrariado chófer, le dijo al chófer quería ahora hacerlo dentro del auto y luego de decir aquello se fue quitando de a poco la ropa hasta quedar desnudo, lo mismo hizo el chófer y ya para ese momento dentro del auto dos cuerpos desnudos se unían en el sexo entre abrazos y besos apasionados, posteriormente el cuerpo del muchacho se desliza acostándose sobre los muslos del chofer sentado en el asiento trasero, el muchacho mostraba su traserito lampiño que era manoseado, las manos del chófer daban masajes a los glúteos infantiles, al sentir eso los pies descalzos del muchacho se alzaban y bajaban, los dos dedos ensalivados entraban en el ano lubricado del muchacho, se sentía bien al experimentar aquello, el chofer besaba repetidamente el traserito del muchacho sin dejar de masajearle como al muchacho le gustaba, luego el chófer salió del auto, con sus manos deslizó el cuerpo del muchacho quedando con los pies en la tierra y el pecho sobre el asiento con su cuerpo encorvado, el chófer le abrió la separación de glúteos y empezó a acariciarle, besarle y ensalivar la entrada del ano para sodomizarlo, pues ya ensalivado el potito y el pene ya empezaba la penetración en el culito del muchacho, el chófer le dijo que tenía mucha “lechita” para él, así que tomó el pene y se lo fue metiendo despacio hasta que el muchacho lo tuvo todo dentro de su ano, eso lo hizo bufar, gemir y luego suspirar al muchacho hijo del patrón, el chófer recordaba los desplantes que le hacía su patrón en público y ahora se desquitaba embistiendo ese ano delicioso, esa posición encorvada del muchacho era ideal para que el pene del chófer lo someta, continuaba con el meter y sacar hasta que se detuvo por un instante y luego siguió con el meter y sacar solo que ya para ese instante el pene mojado de semen entraba y salía muy lubricado en ese potito, para el muchacho eso era de complacencia, se detuvo y sacó lentamente el pene del ano, le dio vuelta y empezó a besarle apasionadamente, unieron las frentes muy sonrientes, el adulto le decía al muchacho que él le pertenecía porque fue su primer amor, el muchacho respondía asintiendo, así que los labios se unían en sentidos besos con lengua, se acuclilló en su delante y así que encorvado como estaba mostraba su pene erecto a disposición, la boca del chofer va al pene del muchacho chupándole y lamiéndole por repetidas ocasiones hasta dejarle ese pene ensalivado completamente, así quedó quietecito tras ver que la boca del chofer se separaba del pene virgen del muchacho, de inmediato el muchacho se aparta del auto y el chofer se encorva en el asiento abriéndose los glúteos para que por detrás el muchacho con su pene le pase por el trasero del adulto, el chófer se reía ante ese movimiento del muchacho que pasivamente recibía esos entusiastas agites, la cara del muchacho se posaba sobre la espalda del adulto mientras sus caderas alzaban y bajaban el pene que a su vez seguía deslizándose sobre el trasero del chófer, lo hizo tan seguido hasta que se detuvo apartándose lentamente del cuerpo de su iniciador, fue caminando con su cuerpo desnudo a micciar sobre la rueda del auto, el chófer se unió a hacer lo mismo, se miraban de forma cómplice mientras botaban la orina, se manoseaban los traseros y empezaron a correr a las topadas sobre ese lugar tan conocido por ellos, se adentraron a los matorrales hasta que el chófer lo sostuvo por detrás al muchacho, ambos cuerpos desnudos rodaban sobre el suelo arenoso, hasta que el chofer quedo encima del cuerpo del muchacho y lentamente acercaron sus labios para darse apasionados besos con lengua, el chofer se apartó del muchacho a la vez que le sostuvo las piernas llevándolas a los hombros y allí fue que el pene del chófer entraba en el ano del muchacho haciendo seguidas embestidas lo que ocasionaba gemidos en el muchacho, en cada embestida le recordaba que era el primero en haber desvirgado ese potito, el primero en amarle de veras, no como a los otros que él tenía, en cada embestida le recordaba que era el dueño de su culito, el niño asentía, se aferraba con su manos a los brazos de quien lo tenía sodomizado, esas caderas se movían con fijación moviendo el pene con seguridad haciendo que el ano se dilate transmitiéndole complacencia al muchacho, así que mientras lo penetraba también le acariciaba las mejillas, jadeantes quedaron en el piso, así acostados, aún el pene dentro del ano del muchacho que con el pasar del tiempo el pene iba saliendo flácido de ese culito que el chofer se había “comido”, se manosearon los cuerpos aun así acostados, vieron el intenso sol de aquella tarde septembrina de 1946, el chófer le decía que mantuviese el secreto de su relación, el muchacho muy sonriente y seguro le aprobaba su petición haciendo movimientos afirmativos en su cabeza, el chófer sonriente también le besaba, ya era el momento de partir, el carro tomaba la carretera interestatal en construcción, tiempo después una madre preocupada esperaba el retorno de su hijo, estaba parada en la puerta principal de esa mansión, era su único hijo, el “junior” lo había tenido tras varios intentos infructuosos de quedar embarazada, con angustia se acercó al auto, al bajar lo miraba en repetidas ocasiones ante la presencia del atento chófer que le miraba con disimulado desdén pues la mujer mirando con reprobación al adulto le decía a su hijito lo preocupada que estaba por su tardanza, se había imaginado lo peor, el chófer llevaba consigo la mochila del muchacho dejándola en la sala en un sillón muy amplio, la madre entraba con su retoño preguntándole cómo le había ido en ese ante último año de escuela, al cruzar mirada con el chófer la mujer vio la mirada puesta en una sonrisa irónica, en la mente del chófer estaba el pensar de la señora si supiera lo que venía haciendo con su tierno hijo hace poco, los vio entrar en la biblioteca, un preocupado padre lo estaba esperando, se hacía tarde para ir a jugar polo, el muchacho saltando de alegría fue a comer y a cambiarse de ropa para acompañar a su padre, ya al salir suena el teléfono, su padre atiende la llamada de negocios de una localidad distante, le pide a su hijo que lo espere en la cochera junto con el chófer, el muchacho vestía una remera y un short deportivo con tenis, al llegar vio al chofer sentado en una silla, lo recibió con una amplia sonrisa, le dijo que espere pues su padre iba a tardar en atender una llamada, el chofer sentado se manosea el pene vestido ante la mirada del muchacho que emite una sonrisa cómplice, se pone en pie sin dejar de manosearse, el muchacho extiende su mano manoseando el pene vestido del sorprendido chófer, ambos ríen, el chófer le da un beso en la mejilla y le lame la oreja, era señal de “hacerlo”, caminaron aprisa hacia la bodega, desde allí discretamente se podía ver la llegada del patrón sin interrumpir “eso”, de inmediato el chofer arrima al muchacho al extremo de una mesa recostándole el pecho, sintió que bajaba su short y trusa a los tobillos y luego sintió el pene entrando en su ano, le dijo que no acabe adentro, el chófer le dijo “okay” y continuaron las embestidas, el niño gemía aferrando sus manos al filo de la mesa, sentía en su espalda el pecho de aquel que lo inició desvirgándole cuando era más pequeño, ese grueso pene hacía estragos en ese potito, el muchacho no dejaba de jadear ni de gemir, esos sonidos del muchacho lo estimulaban a embestir más y más al chófer, cuando de repente el muchacho siente que el pene sale de su culito, volteó para ver que del glande salido del culito se notaba el semen que iba saliendo impactándose en la pared del lugar, le pasó un pedazo de papel para que se limpie el culo y el chofer se estaba limpiando el glande, fue en ese momento que el chófer le dijo que salga a esperar a su padre, el muchacho lanza el papel al tacho de basura y luego se arregló la trusa y el short saliendo como si nada a sentarse en el auto a esperar a su padre que aún no salía, el chófer se sentó junto al volante también a esperar al patrón que lo trataba con prepotencia pero él tenía su modo de vengarse de los desplantes de su patrón usando sexualmente a su hijo, sonreía sarcásticamente viendo al muchacho por el retrovisor, alzaba la una mano haciendo una “o” entre el pulgar y el índice y con el índice de la otra mano lo metía entre los dos dedos que hacían el circulo simulando que el pene entraba al ano, “eso te gusta” le decía ante el movimiento de los dedos haciendo simulada penetración, el muchacho sonreía, y se ponía cabizbajo, a lo que le respondía al chófer que a él “eso” también le gustaba, ambos sonrieron, fue en ese instante que el patrón llegó a sentarse, al verles reír preguntó por el chista, a lo que el chófer respondió que al pasar por la carretera casi atropellan a una perra y a un perro que estaban prendidos de los genitales revolcándose por la carretera, y que por susto se soltaron y que no les pasó nada al separase, al decir eso el patrón sonrió no dándose cuenta la sonrisa irónica y cómplice entre el chófer y el hijo del patrón, el auto emprendió la marcha, al llegar, un grupo de amigos de su equipo de polo lo esperaba, la competencia de hoy era en contra el equipo de agregados militares entre los que figuraba el sargento Robinson, el partido de polo fue intenso, ganaron los militares a los civiles, el padre del muchacho invitó a ambos equipos a la fiesta que brindaría por el décimo quinto aniversario de boda y a la vez del cumpleaños de su único hijo varón con el que sería su décimo cumpleaños, les presentó a su hijo y a su vez los invitados aceptaron de forma entusiasta, mientras se efectuaba la tertulia en ese club de polo, el sargento Robinson fue designado para hacer montar a los pequeños hijos de los militares a los que agregó al muchacho, de allí en ese ocaso y entrada la noche se entabló una empatía amistosa entre ambos, en su conversación sale lo de la escuela y el muchacho le habla del nombre de la suya, para coincidencia el sargento Robinson le dice que en esa misma escuela estudia su hijo Valentín, y que sería de buen agrado invitarle a su casa para que se conocieran, para el padre del muchacho no habría inconveniente pues la amabilidad del sargento Robinson le había caído bien y de acuerdo a su política de negocios era importante llevar bien su relación con los militares en este mundo empresarial de armas que era lo que este prestante hombre fabricaba, al llegar a casa el sargento Robinson le habló a Valentín acerca de un chico que conoció en el club, hijo de millonarios y de buena amistad, le avisó que pronto se conocerían, el sargento Robinson dejó esa inquietud en Valentín.
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Squeo estaba satisfecho con la recuperación de su hijo de aquella paliza que había recibido, padre e hijo pasaron muchos momentos amenos en la capital, sin embargo la gente sabía la debilidad sexual que delataba en su modismo el joven Contardo de veintiséis años, fueron invitados por un amigo de Squeo a pescar en el mar, la playa estaba limpia y se podía ver a los pescadores llegar a buen puerto con sus pescados, fue tanta la buena suerte que Contardo logró pescar un buen ejemplar, decidió llevárselo a su madre para prepararlo en el campo, su padre aceptó, al otro día Contardo llegaba a la estancia, la hermana y la madre felicitaban por su destreza en pescar, junto a ellos estaba Estiven con sus hermanitos Asdrúbal y Milena, viviendo el momento, se hizo con el pescado un buen banquete para todos, ya había pasado bastante tiempo desde aquel diciembre del año pasado que ahora en septiembre se volvían a ver Contardo y Asdrúbal, desde que se vieron hubo un recelo mutuo que con el pasar de las horas se iba diluyendo, tanto así que en un tiempo determinado ya bromeaban los dos tras largo rato de juegos, a pesar de aquello, Contardo tenía la mirada puesta en Estiven, el “inglesito” como le decían a aquel muchacho de once años; para el día siguiente Contardo decidió reparar su motocicleta que se encontraba en un cuartucho que funcionaba como bodega, era amplio y oscuro, estaba muy alejado de la casa, habían piezas de diferentes máquinas, había un tractor y un auto, también varios costales y cajas superpuestas, entre los fierros estaba su motocicleta, su padre le había regalado dinero para que compre los repuestos, Contardo era muy habilidoso y comenzó a reparar, escuchó unos pasitos aproximarse, era Asdrúbal tomando de la mano a su hermanita Milena, se saludaron sonrientes, Contardo vio aquellas piernitas gruesas así como también los deditos gruesos de pies descalzos sobre el piso y ese penecito amoldado a la tela ajustada al traserito de Asdrúbal, las sonrisas continuaron de manera cómplice, Contardo vio sentarse a la niña, no tenía puesto interior mostrándose su vaginita, estaba para cumplir los tres años aquella niñita hermosa, Asdrúbal hace pocos meses había cumplido los seis años, Contardo permitió que los niños jueguen con cuidado entre la chatarra y fierros viejos, la inquietud de Asdrúbal lo hacía montarse sobre el viejo tractor y el auto descompuesto moviendo alegremente el volante, los niños sabían de aquel cuartucho pero pasaba siempre cerrado con llave, estaban maravillados jugando con los objetos del lugar, Contardo vio a Asdrúbal que se metía debajo del auto, su pantaloncito corto tenía un hueco en la entrepierna notándose su penecito y parte de su traserito, la niña estaba alejada de los dos, Asdrúbal boca arriba acostado miraba y pasaba sus manitos por las piezas del auto y fue cuando aprovechó Contardo en ponerse en cuclillas, Asdrúbal notó muy cerca su presencia, vio que se bajaba la cremallera y sacaba el pene peludo entre la tela del calzoncillo, el niño miró con detenimiento el movimiento de aquel pene, Contardo en silencio se limitaba a movérselo y a sonreír, Asdrúbal hizo lo mismo estirándose su penecito sin dejar de sonreír viendo de manera cómplice que su hermana se encontraba entre los trastes viejos del lugar y que estaba muy distraída jugando con las piezas, el glande pasaba por los muslos del niño, se fue acomodando acostándose de lado junto a él para que mire y sienta el roce de su glande en ese penecito descubierto, de inmediato salieron al momento en que la pequeña Milena se acercaba a ellos; rato después con la motocicleta funcionando Contardo les hizo dar un paseo a los dos niños, maravillados por el paseo reían en forma desbordante, de la casa salió la mamá de los niños, reía viéndolos pasear, Contardo los paseó por toda la propiedad en lo que se podía transitar, los peones los veían al pasar levantando polvadera, llegaron a un pequeño claro en el bosque y se sentaron, al disimulo Contardo sacó su pene para micciar, Asdrúbal miraba receloso el pene de Contardo que lanzaba orina, Contardo le pidió que se lo sacase pero el niño se limitaba a sonreír forzosamente, el largo paseo hizo que la pequeña comience a cabecear de sueño y la acostaron delicada mente sobre el suelo debajo de un árbol, Asdrúbal de seis años se quedó acostado junto a su hermanita, Contardo se adentró al monte y desde ahí lo llamaba a Asdrúbal, el niño obediente se acercó curiosamente para saber el motivo del inusitado llamado, en su delante vio a Contardo desnudo de la cintura para abajo, el niño sonríe cabizbajo, Contardo agarra al niño y éste se deja quitar la ropa, lo hace que se acueste el niño, por unos segundos Contardo observa ese traserito desvirgado de meses, era suyo, le decía a Asdrúbal señalando el potito desvirgado, lo abre y le introduce saliva con un dedo, Asdrúbal siente esa presión pero Contardo lo calma en su intención de no dejarse hacer, luego son dos dedos con abundante saliva los que dilatan el ano, el niño resignado siente algo de placer, Contardo lo nota en esa carita fruncida y luego apacible, pone saliva en su glande y se lo va metiendo lentamente, se escucha un gemido y un chillido fuerte, Contardo no hace caso y continúa penetrándolo, de un empujón le mete todo el pene, el niño bufaba, gemía y jadeaba pujando, Asdrúbal sintió un cambio inmediato consistente en algo de temor que se transformaba de súbito a relax, ya no le dolía la entrada del pene en su ano como antes, Contardo feliz sometiendo el traserito de un niño de seis años, al que meses atrás había desvirgado, suspiraba diciendo que el potito de Asdrúbal era suyo, le recordaba al niño que él era el primero en su culito, que él era su iniciador, eso le decía a los oídos y teniéndole a ojos cerrados del niño para que siempre recuerde aquello, al venirle a la mente de Contardo aquella primera vez los movimientos de cadera y del pene se hicieron seguidos y fuertes, solo se detuvieron cuando Contardo dejó el semen dentro del ano de Asdrúbal, el niño se puso en cuclillas viendo salir el semen cayendo al suelo, en su delante ve que orina Contardo y se limpia el pene de su semen, el ano del niño late pero con placer, así lo siente, luego de limpiarse van tomados de la mano a ver a la niña que aún sigue durmiendo, Contardo se sienta y en su regazo lo sienta a Asdrúbal, lo abraza y le da de besos en el cabello lacio, le saca el penecito por el huequito de aquel pantaloncito y le hace delicados movimientos de masturbe, Contardo se pone en su delante arrodillado, de esa manera lo acuesta al niño y procede a mamarle el pene dejándolo completamente ensalivado, notan que la niña va a despertarse y de inmediato se arreglan la ropa, rato después tomarían camino de regreso a casa.
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Los niños corrían por el lugar donde se estaba haciendo el asado de carne, las vísceras y demás, el humo vertido cubría el sector, el olor atrayente, a comida, se notaban los movimientos de manos de las mujeres que ayudaban pasando los platos y la comida, en una sobria mesa estaba Gustavito el homenajeado junto con su abuelo, el muchacho decidió celebrar su cumpleaños junto con su abuelo Rodolfo, con pesar su madre y padrastro habían aceptado aquella petición aunque ellos no estarían presentes, la petición fue sorpresiva, Gustavito la hizo un par de días antes que partiera a la estancia de su abuelo, Noelia y Carlos le dieron varios obsequios que el joven que ahora de cumplir diecisiete años los aceptó con gélido ánimo; la fiesta estaba en todo su apogeo, con música salida de una vitola, los peones y campesinos animados bebían ron a vista y paciencia del anfitrión, entre ellos estaba Gumersindo observando los movimientos de los nietos y a la vez escuchando las palabras emitidas por el prestante terrateniente, el anciano estaba muy emotivo, a su lado estaba su ahora compañera Amacilia de sesenta y cinco años, junto a ellos estada su nieto Leandro y del otro extremo estaba Luis de veintitrés años, una fulgurante luz repetida hacía efecto para la foto de la posteridad en la mesa de los invitados, Luis observaba con detenimiento cada detalle de la fiesta ofrecida por su abuelo a su nieto favorito, Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote, a él su abuelo ya le había hecho antes muchas fiestas de cumpleaños siendo niño, como también a sus demás hermanos y primos, pero no eran tan significativas como lo eran las que se homenajeaban a Gustavito, de aparte se sentía algo de celos por parte de la expresión de Luis, que siendo el nieto primogénito debería tener más apego de su abuelo Rodolfo, pero, no, no era así, Luis pensaba que su abuelo seguramente por conocer que por ser él verdaderamente hijo de un campesino y de su madre Andreina Buonanote y no de quien se imaginaba su supuesto padre, Guillermo Izaguirre, entonces seguramente por eso su abuelo no tenía ese afecto, Luis comprendía la situación que ahora pasaba su tía Noelia con su último hijo cuando su abuelo Rodolfo le dijo que no reconocía como nieto al hijo que había engendrado con Carlos Felipe del Olmo, su enemigo acérrimo, Carlos Felipe al saber aquel desaire le prohibió a su esposa que visitase a su padre para evitar más afrentas, Luis seguía sumido en sus pensamientos, Leandro se unió a jugar con el grupo de niños, Gustavito era constantemente sacado a bailar por las chicas del lugar, de igual modo que a su primo Luis; Amacilia y Rodolfo también lo hacían periódicamente, ya era sabido por todos de su relación que inclusive ella ya vivía en la estancia Buonanote y estaba encargada de los cuidados del hombre prestante, nana Dulce por su parte pasaba mayormente semanas en la capital con su nieta Griselda con permiso de su patrón Rodolfo, la fiesta amenizada adecuadamente por la música de la época, Luis tuvo una necesidad de ir al baño, caminaba apresurado, el lugar estaba solitario, él sentado en silencio meditaba, al pujar recordaba a Leandro y también las embestidas que le daba su profesor amante por el ano, ya estaba a punto de dejar de estar sentado en el inodoro cuando de afuera escuchó a un grupo de niños que hacían algarabías, eran tres los pequeños que se habían salido de la fiesta pomposa, Luis se acomodó la ropa y muy cauto vio por el tragaluz que los niños rodeaban a un par de canes que estaban pegados de sus genitales, los niños quisieron apartar los canes lanzándoles piedras pero tan solo con eso consiguieron que los animalitos huyeran monte adentro, Leandro y otros dos niños siguieron a los canes que se iban cayendo por falta de equilibrio al estar pegados, los tres niños miraron con detenimiento a los canes jadeantes, Luis estaba escondido a cierta distancia, vio a Leandro arrimarse a un grueso árbol y que se estiraba el pene vestido y se metía la otra mano por detrás de la cintura deslizándola por entre la piel y la tela de su pantaloncito corto rascándose el culito, se notaba placer en su rostro, un bultito se le hizo por detrás con la mano y también otro bultito al estirarse el pene por dentro, Luis sonrió desde su escondite, discretamente, Leandro se apegó por detrás a uno de los niños, lo llevó a su pecho, arrimó su espalda al árbol, puso su mentón sobre el pelo de su amiguito más pequeño de estatura y por detrás movía la cadera en el traserito vestido de su amiguito que estaba muy atento a los canes, los canes se llamaban Goliat y Fifí, ambos animalitos jadeaban, el niño de adelante optó por lanzarles piedras, Leandro tenía todavía a su amiguito de menor edad que él agarrado por detrás sujeto de la cintura haciéndolo mover adelante y atrás, ya era evidente el movimiento sexual de caderas, el otro amiguito se adentró en el monte ya que los canes emprendían la huida, mientras quedaba Leandro con su amiguito retenido a la espera, regresaron hasta llegar a unos árboles frondosos, Luis los seguía oculto a prudente distancia; mientras caminaban Leandro seguía abrazándolo por detrás a manera de juego para que su amiguito estuviese inocente de las intenciones, posteriormente lo fue acostando lentamente boca arriba a manera de jugar a las luchitas, el amiguito vio que Leandro le deslizaba la ropa a la rodilla hasta verse descubierto el penecito, Leandro no dejaba de sonreír, de esa manera se desabotonó el pantaloncito corto y se deslizó la cremallera sacándose el penecito y lentamente fue acostándose sobre su amiguito haciendo que ambos penes lampiños se frotasen alzando y bajando la cadera por parte del gringo Leandro, el amiguito miraba con atención el movimiento de aquellos penes lampiños, la piel del niño blanco era de contraste con la piel de aquel amiguito de piel morena clara hijo de un peón, Luis desde su escondite se estiraba el pene y le vino el deseo de hacerlo suyo a Leandro, los dos niños se levantaron, se miraron los dos penes aún tiesos, los manosearon, Leandro lo tomó por la espalda y ahora lo hacía acostar muy lentamente sobre suelo, el amiguito quedó de cara al piso mientras que el penecito lampiño de Leandro recorría la piel de los glúteos alzándolo y bajándolo al movimiento de sus caderas, Leandro se acostó de cara al suelo diciéndole a su amiguito que le pasara el pene por su traserito, así lo hizo por un instante, Luis miraba con desesperación ese traserito que lo había desvirgado, que era suyo y ahora otro penecito le estaba haciendo lo que él le hacía, los dos niños se levantaron, esos movimientos sexuales fueron muy rápido, al llegar el otro amiguito, ya Leandro y su amiguito estaban vestidos sentados sobre una gran roca, al rato tomaron camino a la fiesta; Luis miraba al gringo inquieto, bebía grandes sorbos de ron, para la llegada del ocaso de aquel día Luis ya estaba un tanto mareado viendo libidinosamente a Leandro que jugaba con algunos niños, por un largo rato lo perdió de vista, disimuladamente lo buscaba con la mirada, el tiempo transcurría hasta que apareció Leandro a vista de Luis, aquel niño rubio estaba arrimado sobre el marco de la gran puerta del salón, su mirada pensativa, se estiraba el penecito vestido, su pierna cruzada, vestía pantaloncito corto de traje marinero que estaba manchado de arcilla, a su lado pasó un niño de seis años, era el niño que Luis había visto en el bosque con Leandro, el gringo miró a su amiguito con detenimiento, agachó la cara, el niño giró su cuerpo para verlo y se sentó en un amplio sillón, los invitados caminaban entre ellos, el niño inclinó su cuerpo un poco de costado, estiraba su pantaloncito, metía las manos entre la tela con disimulo acomodándose la ropa interna, Leandro observaba esos movimientos de aquel niño haciendo más rápido el movimiento de su pene vestido con una pícara sonrisa, ambos niños se miraban brindándose una sonrisa cómplice, Leandro le hizo gestos con movimiento de cabeza, seguramente para ir a aquel lugar a seguir haciendo lo que antes ya lo habían hecho, los dos se miraban cómplices de acto estirándose los penecitos, el primeros en retirarse del lugar fue el gringo, rato después lo hizo su amiguito, Luis lo siguió con aparente disimulo, los últimos rayos de sol le permitieron ver a Luis que el gringo le hacía señas a su amiguito de entre los montes perdiéndose entre la maleza, Luis quiso seguirlos pero una voz lo detuvo, era su abuelo que le iba a presentar a unos amigos de la capital, entre ellos un abogado para que le agilite los trámites de su herencia, Luis escuchaba con tolerancia y paciencia mientras su pensamiento se concentraba en lo que seguramente estaban haciendo esos niños en el bosque, el tiempo transcurría, Luis se resignó a no poder ver lo que estaban haciendo, su abuelo los condujo a su gran salón, por las amplias ventanas vio al gringo de regreso, detrás lo seguía su amiguito con mirada pensativa cabizbajo, le vino una angustia a Luis, deseaba poseer al gringo en ese momento mirándose el bulto que se hacía en su entrepierna, al disimulo se arrimó a la ventana, escuchaba las frases y estrategias legales para poder obtener parte de la herencia Pérez, consistía en una gran cantidad de terreno y cabezas de ganado con plantaciones de cacao, Luis solo asentía ante las indicaciones del abogado, su abuelo rígido en temple asestaba con mirada tosca a su nieto primogénito, la charla duró varios minutos, salieron con el acuerdo de lo que se debe hacer, la seriedad de Rodolfo se diluye viendo a Gustavito, bailaba con una hermosa muchacha del pueblo, animó a Luis para que lo hiciera, el nieto asintió y sacó a bailar a la primera muchacha que se encontraba a su diestra, con el movimiento de los pasos de baile vio a Leandro sentado disfrutando de una gaseosa junto a su amiguito, la fiesta continuó por varias horas más, de a poco los invitados se retiraban luego de la comida y pastel opulento, ya los peones se retiraban muy mareados, igual que el resto de invitados, de esa forma Gustavito celebró su cumpleaños aquel nueve de septiembre de 1946, estaba a un año de cumplir su mayoría de edad.
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La mujer tendía la ropa en el patio con la ayuda de candiles, se le había hecho tarde, los grillos daban su canto alegremente aquella noche, pensaba en su la visita fugaz de su marido que le había hecho hace unos momentos atrás, de repente vio una silueta arrimada a la barra del cerco junto a la puerta, a trasluz se podía ver el humo salido de su boca, era un hombre, que al verse a solas, poco a poco se fue acercando, de un fuerte impulso rodeo las caderas con sus brazos, la llevó a su pecho, se dieron repetidos besos apasionados, se correspondían con pasión, ella lo olió borracho, esa era su manera de acercarse a ella, a solo poseerla sexualmente, pero irónicamente eso a ella le encantaba ser poseía, con vehemencia de manos, así, el hombre cometía su deseo de manoseo, llegando sus dedos a la vagina, ella le hacía lo mismo en el pene mientras cerrados estaban sus ojos besándose apasionadamente, su hijo el mayor de once años, no estaba, y el pequeño, de tan solo dos años, recién cumplidos en aquel día, dormía plácidamente, el hombre sacó de su bolsillo unos billetes poniéndolos debajo de un adorno de cristal, muy presuroso el hombre fue a ver al cumpleañero, efectivamente seguía dormido, el hombre le dio mimos y besos en su frente, la mujer contemplaba, le pidió que se fuera, en cualquier momento llegaría su hijo o su esposo, pero el visitante tenía otros planes, la tomó de la cintura haciéndola acostar lentamente y de súbito se fueron despojando de los interiores, el grueso pene de Heriberto entró en la vagina de Elena haciéndola gemir, esos sonidos provocan que el niño se despierte y vea sin ser notado lo que su madre y aquel militar estaban haciendo semidesnudos en la acama, aquel hombre encima de su mamá se movía, el pequeño no entendía de aquello, desde su cuna miraba el pene de Heriberto entrar y salir de la vagina de Elena, los movimientos se hicieron rápidos, como también aquellos gemidos y jadeos con alocados besos con lengua, él se alejó de ella donde estaba acostada con piernas abiertas manando flujos, se tomaba el pene agitándolo viendo esa vagina húmeda, se sentó junto a ella a filo de cama, le hizo gestos, ella se arrodilló a mamarle el pene y el niño vio al poco rato el semen salido del pene de Heriberto que se impregnaba en las mejillas y labios de Elena, el hombre cayó de espaldas a la cama desfallecido, ella le limpiaba el pene, le ayudó a ponerse la ropa, cuando el hombre fue a despedirse vio al pequeño despierto dándole una sonrisa, Elena se puso ruborosa, su pequeño hijito había visto el sexo, le calmaba saber que el niño a su edad no entendía aquello, lo alzó marcándolo, Heriberto se despidió dándole mimos, caricias y besitos en las mejillas y frente, Elena y su hijo lo vieron partir, ella todavía sentía el latir de su vagina, en el camino Heriberto se topó con Melquiades el hijo mayor de Elena, el militar le hizo un gesto de sarcástica satisfacción, el muchacho se imaginó en qué consistió la visita que aquel le hizo a su madre, ya antes los había sorprendido haciendo el amor a espaldas de su padre, aquel muchacho continuó su camino, al llegar tuvo la necesidad de ir a la letrina y vio a su madre lavando los interiores, el muchacho vio la expresión de su madre al saludarle, se puso cabizbajo y entró a realizar su necesidad biológica, estaba resignado, su madre había hecho el amor con aquel hombre.
FIN DEL NONAGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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