METAMORFOSIS 94
Acercamiento carnal.
La cara infantil se le pone rojiza porque puja al defecar, mira la tira salir del ano cayendo al suelo, su ano late al mismo tiempo que le sale un poco de orina, sus manos se apoyan en las rodillas, su espalda algo arrimada al pie de un frondoso árbol, en eso, a lo lejos, la hierba cruje al pisoteo, él no la escucha, sigue concentrado en su necesidad natural, a distancia prudente, unas manos abren la yerba tupida alta muy de a poco, el rostro agitado se transforma en sonrisa pura ya que se complace viendo la figura acuclillada mirando el defecar, Luis Alfonso estaba concentrado en su acción natural que no pudo evitar ser visto por Dagoberto de veinte años, minutos antes Dagoberto iba manejando su moto yendo por la carretera y a muy lejos vio la figura del niño paseando en bicicleta, estaba solo, como de costumbre se había alejado de la estancia Pérez para no oír la discusión de sus padres que cada vez eran más frecuentes cuando su padre los visitaba, Luis Alfonso recorría con su bicicleta los alrededores de la propiedad de su padre, Dagoberto mantuvo distancia con marcha lenta en el momento que vio al niño entrando en un sendero en el monte para poder defecar; ahora que el niño terminaba de limpiarse el traserito ve acercarse a Dagoberto que lo mira fijamente sin dejar de sonreír tímidamente, Dagoberto le ve el penecito bien erecto, sus miradas cómplices se confunden viéndose con sonrisas cortas con parpadeos, los ojos de Dagoberto estaban concentrados en ese penecito erecto, en esas piernitas, en esos deditos alargaditos bien formaditos en las que se podía apreciar esas recortadas uñas con el típico aseo de hijo del patrón de la época, Dagoberto en delante del niño se le acuclilla lentamente, le manosea aquellas piernas quietas rígidas suaves del niño, los dedos recorren la piel suave infantil de la barriga bajando por la ingle, lo toma a dos dedos al penecito y lo estira corriendo el prepucio dejando descubierto el glande a medias, lo cual le hace moverse por instinto de conservación, pero eso no evita que le pase la punta de su lengua lamiendo y dejándole brilloso por efecto de la saliva depositada, ya para eso al niño le hizo dar unos cortos pasitos detrás del árbol, así que ya estaba acostado en el suelo, en eso el niño se dejó manosear las piernas y el penecito lampiño agitándoselo, Dagoberto lo vio al penecito muy erecto y se lo introduce en la boca y chupa fuerte haciéndolo gemir al niño que luego lentamente se dejaba manosear acostado en el suelo con sus piernas lo más abiertas posibles, sus piernas ahora arqueadas y sus piecitos sobre el piso, las manos de Dagoberto recorrían los muslos del pequeño así como también se dejaba manosear los glúteos, fue por largo rato aquello, la cara de Dagoberto se confundía entre las piernas suaves infantiles, sus mejillas rozaban los muslos del niño y continuó lamiendo y chupando el penecito con sabor a orina recién expuesta, las manitos del niño se apoyaron en el piso, apretaban el monte demostrando así su gemido complementario en esa escena de placer que a su corta edad de seis años iba experimentando de mejor forma, seguramente igual que lo experimentado años atrás por su difunto hermano Arnulfo, ahora, el pequeño Luis Alfonso en la soledad del lugar gemía de buena manera al sentir delicioso el pase de los labios por su pene, estaba complaciente dejándose hacer posturas que Dagoberto le insinuaba y en efecto lo guiaba a ubicarse y en todas aprovechaba para seguir mamando el penecito, una de esas posturas fue colocarlo con piernas abiertas y lo agarró bien de la cintura llevándose las piernitas del niño a su pechito infantil, Luis Alfonso vio salir el peludo pene erecto del ya desnudo Dagoberto que rozaba su trasero especialmente sus glúteos, sintió molestia en su ano, algo de dolor, algo de inquietud, vio moverse aquellas caderas, se miraron las caras, los movimientos de roce sobre la piel del niño se hicieron más rápidos, el glande de Dagoberto rozaba el ano y se introdujo a medias, eso hizo que Luis Alfonso gimiera fuerte agarrándose tensamente a la tierra, sus ojos estaban bien abiertos, Dagoberto hizo una pausa, lamió la entrada del ano del niño y chupó por largo rato el penecito infantil lampiño, y le vino a hacer de nuevo la postura, el ano ensalivado permitía el roce del glande, lo tenía agarrado de la cintura sentado en el suelo, sintió lo duro del glande tratando de entrar en su ano, los roces continuaron, un empujón más de cintura y el niño gemía, otro más y el niño gemía más, así, otro, otro y otro, luego ya despacito, ya despacito el glande iba entrando, Dagoberto sonreía complaciente viendo el glande entrando apenas por el ano lampiño y se complacía de ver al niño con las caderas agitando, seguía agarrándole de la cintura, buscaba los labios infantiles dándole cortos besos, se detuvo, al niño lo acostó de bruces al suelo, su carita tocaba la tierra, miraba sus bracitos y sus manitos extendidas con su mentón sobre la arena y su respiración en parte levantando polvo, sintió una molestia en su ano, le pedía que ya no más, que le dolía el traserito, Dagoberto abrió los glúteos lo que más se podía, puso saliva a la entrada del ano y en su glande, abrió los más los glúteos e introdujo algo un dedo ensalivado, luego el glande rozaba en ese ano dilatado que lo metió a medias haciendo gemir al niño, apenas entraba se lo sacaba, así, así, por varias ocasiones, delicioso se sentía para Dagoberto pero no así para Luis Alfonso, le gustaba mirar su glande que rozaba ese traserito, el hijo del patrón era suyo, se decía complaciente, de nuevo miraba el pene rozando los glúteos, Luis Alfonso estaba quieto suspirando ahora al sentir besos en sus glúteos con lamidos, Dagoberto se dio cuenta que al niño eso le gustaba y continuó haciéndole eso por un rato alternando la metida dedo ensalivado en el ano infantil, metió lo que pudo, medio glande, suficiente para hacerlo sentir al niño, quiso penetrarlo más pero se vino en semen quedando en la entrada del anito, lentamente Dagoberto se apartó con su pene del cuerpo de Luis Alfonso, el niño se sentó viendo a Dagoberto que se limpiada el pene con su calzoncillo, Dagoberto sonreía, Luis Alfonso se puso cabizbajo viéndose el pene, pasó su mano entre el ano y los testículos sacando un líquido blanco para entendimiento del niño, era el semen de Dagoberto, algo le latía el ano a Luis Alfonso, había sentido sensaciones nuevas mucho más intensas que las que sentía cuando su amiguito Rómulo de siete años le tocaba su cuerpo, su amiguito se acostaba sobre su cuerpo de seis años a rozarle el pene en sus glúteos, lentamente Dagoberto y Luis Alfonso se vistieron y caminaron por el sendero, el primero en salir con su moto fue Dagoberto que estaba atrasado con la entrega, luego lo hizo el pequeño Luis Alfonso, al llegar a la estancia su madre le estaba esperando en la gran puerta de entrada, a su lado estaba Rómulo, la madre le llamó la atención por haberse distanciado con la bicicleta, luego los dos niños fueron a jugar a la habitación de Luis Alfonso, al rato Luis Alfonso voluntariamente se acuesta al filo de la cama deslizándose su pantaloncito corto y calzoncillo de la época quedándole ambos en los tobillos, Rómulo hizo lo mismo y se acostaba sobre su amiguito y así también frotaba su pene en el traserito de Luis Alfonso que se lo pedía, las caderas se movían, la cara del hijo del patrón estaba acostada en el colchón haciéndose hacia adelante y atrás, dio la vuelta para ver ahora los dos pechos unidos y que se alzaban para verse frotar entre sí los penecitos lampiños, todo se interrumpió cuando se escuchó en el piso de abajo las voces de la mamá de Rómulo llamándolo, de inmediato Rómulo se vistió y salió en precipitada carrera, en cambio Luis Alfonso quedó tendido en la cama con la cara entre las almohadas, pensativo a su inocente edad daba crédito a las sensaciones vividas con Dagoberto, su cuerpo interpretó que le gustaba esa entrada de pene en su traserito, de inmediato se puso en posición perrito introduciéndose el dedo medio ensalivado en su ano, se estaba dando los primeros placeres sexuales, y se los seguiría haciendo cuando se sentía a solas sin ser vigilado o al dormir, su metamorfosis respecto a «eso» ya estaba en marcha.
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Tocan muy temprano a la puerta aquella madrugada de novembrino mes de 1946, el hombre se despierta ante tanta insistencia de golpes en la madera, con ojos entrecortados camina lentamente, abre la puerta y se encuentra con sus dos vecinos, le cuentan su salida de viaje, le recomiendan a sus dos hijos que quedaban el cuarto de arriendo, la tía de los niños acompañaban a la pareja de esposos en esta ocasión, el primito de los niños también quedaba en el cuarto, los tres vecinos confiaban en aquel hombre, el padre de los niños extendió la mano para darle las llaves del cuarto, a la vez que estrechaban las manos, los vecinos prometieron estar a media tarde, se fueron camino a la terminal de buses, el hombre dueño de la abacería entró agitando las llaves juguetonamente, se le dibujó en el rostro una sonrisa libidinosa, aprovechó del momento para vestirse pronto e ir al cuarto donde estaban los niños, lo hizo súbitamente, al entrar vio a los dos niños profundamente dormidos acostados en el suelo sobre un colchón, ella de seis años y su hermanito de más de dos años estaban cubiertos con una gran sábana, a su lado otra sabana revuelta, seguramente a su lado había dormido otra persona, el dueño de la abacería recorrió la casa por dentro, al entrar al cuarto de los padres de los niños vio en la cama al primito de tres años profundamente dormido, al hombre le llamó la atención la forma en que estaba acostado el niño, la sábana estaba cubriéndolo a medias, se percató de la completa desnudes del niño al deslizarle sábana, ahí se encontraba el pequeño de tres años con sus dos manos sobre los muslos, el pene lampiño doblado sobre sus testículos, el hombre pasó los dedos por el pene luego llevándoselos a la nariz, seguramente que estaba desnudo porque seguramente se había orinado en aquel lugar de las sábanas revueltas, le acarició el pelo lacio negro, al sentirse a solas con el niño se bajó el pantalón y el interior, su pene estaba erecto, se puso de rodillas en la cama y alzando su cuerpo con los brazos extendidos y las manos apoyadas n la cama hizo rozar los penes, el glande rozaba el penecito flácido que estaba sobre los lampiños testículos luego con cuidado le pasó su pene por las mejillas del niño que seguía dormido, acarició todo lo descrito en aquel cuerpo infantil de tres años, al hacerlo despertó el niño con una pasividad de pereza descrita en sus ojos entreabiertos, luego vinieron los bostezos y restregada de ojos, el hombre se acostó junto al niño poniéndole suavemente de espaladas, la pereza del niño hacía que el hombre domine la situación, el niño levemente bostezaba, el glande con liquido preseminal se colocó en la entrada del ano y empezó a rozarlo por los alrededores del potito, el niño sentía medianamente el roce delicioso para aquel hombre dueño de la abacería, eso le hizo despertar a medias, acercó el hombre sus labios al oído del pequeño y que al preguntarle si le gustaba éste asentía, lentamente lo puso boca abajo, con más calma le abrió los glúteos lamiendo y chupando la entrada del ano, eso hizo que el niño se despierte por completo para saber su situación, debido a su corta edad el niño hacía movimientos tan bruscos que era incómodo seguir ahora con la punta de la lengua en el pene, el hombre calmó al niño, poniéndole de cara al colchón, depositó con su boca un poco de saliva en la entrada del ano del niño, con un dedo le fue lubricando hasta que aguantase el niño, sostuvo el pene peludo con una mano y lo fue metiendo entre la piel del orificio infantil latente, el hombre cerraba los ojos de placer al sentir esa tibieza que le daba la entrada del ano en su glande, empujó despacio y con cuidado, se escucharon los primeros gemidos de ese precioso niño, el pene se ponía en contacto con la saliva interna y se lubricaba facilitándole el paso, el niño gemía ahora más fuerte, sentía algo de dolor, su cara puesta sobre el colchón mostraba extrañeza, era la primera vez que le hacían eso en su traserito, y eso en parte le hacía moverse pero las manos de aquel hombre le calmaban en parte, aquel hombre se complacía con gran gusto viendo al niño ahora en posición perrito sobre la cama y el glande entre los glúteos subiendo y bajando por los testículos, de inmediato la lengua del hombre recorría la piel de la espalda del niño desde el coxis hasta llegar al pelo lacio sedoso el que lo besaba repetidamente con deseo y pasión pues e encontraba sobre un precioso nene, buscaba las mejillas del niño para besarle, le hacía movimientos adelante y atrás, de pronto el hombre escuchó su nombre salido de una voz infantil, era ella, se había despertado seguramente con los gemidos, ella estaba viendo que el dueño de la abacería sodomizaba a su primito, el hombre sonriente se desprendió del niño y fue a abrazar por detrás a la niña recordándole lo que sus padres le había comentado de cuidarles y por eso estaba allí para “jugar” como lo estaba siendo con el pequeño, claro está, sin decir a alguien sobre ese “jueguito” que era su secretos, así que lentamente la fue acostando a base de cosquillas, el primito quedó sentado sobre el espaldar de la cama con sus piernas recogidas que entre ellas se notaba su pene, los brazos rodeaban las piernas y su mentón apoyado en los brazos en las rodillas viendo que el hombre lentamente le deslizaba el camisón de dormir de su prima, la vieron desnuda por completo, el hombre le besaba el cuerpo, el primito desde donde estaba pasivamente miraba atento, la cara del hombre se puso entre las piernas de la niña, la lengua lamía el clítoris, le abría más la vagina para que pueda entrar más y hacerla gemir lo más posible, el movimiento rápido de lengua la hacía a la niña contraer su cuerpo, sus manitos acariciaban el pelo de su iniciador en el sexo, chupaba el clítoris y salían fuertes gemidos, a ellos se unió el pequeño hermanito de la niña que se acercaba bostezando, restregándose los dedos en los ojos y que sin conocer aquel movimiento en la cama de aquel cuarentón y su hermanita se limitó a sentarse junto a su primito optando por la postura, la carita del niño se apoyó sobre sus rodillas y sus manos agarraban sus piecitos, su primito le imitó a seguir con aquella pose, ambos vieron que el hombre tomaba el pene y lo ponía con saliva en la entrada de la vagina, vieron que entraba lentamente toda aquella pieza de carne, la niña tenía puestas sus piernas apoyadas sobre los hombros del hombre, curiosamente se acercaron a ver y señalar con sus deditos índices que el pene del dueño de la abacería entraba y salía ensalivado y que a ella le gustaba aquello, mordiendo los labios, apretando los dientes y cerrando los ojos sentía que le hacían el amor, aquel hombre alzaba y bajaba las caderas a un ritmo pausado, sonreía viendo las caras de los niños que con curiosidad no perdían detalle viendo el movimiento del pene entrando y saliendo de la vaginita, el hombre lo hizo despacio para que los ojos de los niños puedan apreciar ese movimiento, les decía que ese era “jueguito” que se debe hacer pero que no se sepa, que se guarde en secreto, instintivamente el primito se estiraba el penecito desnudo, el hombre se separó de la niña y los sentó a ambos niños al filo de la cama, ambas manos del hombre estiraban y encogían los prepucios infantiles en sentido de masturbación, al niño de tres años lo recostó lentamente y puso a rodear las piernas infantiles sobre sus caderas empujó cuanto pudo el pene por la entrada del traserito, el niño se movía tratando de zafarse, el hombre se alejó y a la niña la acostó al extremo de la cama, ahora le abrió la vagina lo más que pudo poniendo el glande en la entrada y empujó lentamente, el niño de tres años se acercó curiosamente a seguir viendo ese movimiento de pene, el hermanito estaba indiferente ahora queriendo beber agua, ene se momento no se le hacía caso a lo que pedía, el hombre hizo un alto, se arrodilló delante del niño que estaba parado junto a la cama, le recostó al extremo de la cama y abrió la boca chupando y lamiendo por largo rato ese penecito, ya ensalivado lo acercó a la vagina de la niña, el prepucio del niño salido a medias y le rozaba torpemente queriendo entrar en la vagina de la niña, pero se doblaba y salía por los costados, el cuarentón sonreía viendo esos movimientos torpes, el niño trataba de imitar lo que el hombre le hizo a su primita, detrás del niño se puso el hombre, al mismo tiempo los dos empujaban de cadera hacia la niña, el niño más pequeño salió de la habitación en busca de agua, su primito lo acompañó, quedó a placer el hombre con la niña, la sentó sobre sus caderas de tal forma que el pene entraba y salía al momento en que la niña alzaba y bajaba las caderas repitiendo los gemidos, lentamente la puso en posición perrito y por detrás puso el pene en la vagina, la agarró de la cintura empujándola de la cadera, se escuchaba el sonido de los testículos chocando con la entrada de su vagina desvirgada, el semen depositado dentro comenzó a salir de la vagina de la niña, el hombre satisfecho caminó en dirección de la letrina para lavarse, en su camino vio en otro cuarto al niño de tres años acostado encima de su primito de más de dos años que con su penecito rozaba el traserito, el hombre entró y tomó al niño de tres años sentándolo, le hizo abrir la boca y el glande con restos de semen lo rozó por los labios y por las mejillas, le hizo abrir la boca metiéndole parte del glande, el niño sintió raro aquello, por varias ocasiones sintió ese pene peludo medianamente en su cavidad bucal debido al grueso glande, al pasar el tiempo todo se hacía caluroso, de tanto sexo el hombre vio su pene muy rojo, decidió que era suficiente y se fue a lavar, les dijo a los niños que él estaba a cargo de su cuidado, tiempo después los niños jugaban en el patio, luego de un buen rato el hombre solo vio al pequeño de más de dos años que estaba jugando, el hombre pensó que ella y su primito seguramente entraron a su cuarto, el dueño de la abacería entró al cuarto de la niña, su primito estaba encima de ella con su pene rozándole la vaginita, el hombre discretamente salió con una gran sonrisa, esa mañana a ese niño le había despertado ese “jueguito”.
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El sol reflejaba el brillo del pelo rubio infantil, el niño estiraba las manos agitándolas alegremente como acto elemental de ternura, las manos maternas correspondían a su enlace, al mismo tiempo que las manos de color se sumaban al abrazo maternal de aquel precioso niño rubio vestido con fina ropa de encajes propios de la época al estilo marinerito, su mechón de pelo bordeaba el sombrerito que completaba su ajuar infantil, ya daba sus primeras sentadas sobre el amplio mantel tendido y lo hacía con ayuda de su madre y nana, el niño no dejaba de sonreír, en eso que su padre se acerca, se arrodilla en el césped del amplio parque capitalino a contemplar la amplia sonrisa de su hijo que por ese tiempo tenía siete meses de vida, el padre abre los brazos a distancia incitando al niño a que abra sus brazos con amplia sonrisa haciendo gestos de llamado a su padre quien lo abraza y lo levanta por los aires, la sonrisa del niño es amplia y se incrementa con aullidos de alegría, Noelia y nana Dulce sentadas en la banca del parque observan a Carlos Felipe dando roles sobre el césped con su hijo Carlos Augusto Rodolfo, la dicha desbordaba al prestante empresario y comerciante, las dos mujeres se tomaron de las manos, la nana en acto maternal le pasó la mano por los finos cabellos lacios rubios quitándole las lágrimas de la mejilla, la mirada fija de Noelia en su hijo y esposo la hacía llorar de satisfacción, ante todo había algo que la turbaba, la desaparición de su hijo y la negación de su padre de aceptarla con su último hijo; a lo lejos ve acercarse entre la gente a su hija Josefina, ya había cumplido la mayoría de edad meses atrás, iba tomada de la mano de su hijo Gustavo Andrés Teodomiro que en el próximo 30 de noviembre cumplirá sus cinco años, el abrazo fue extenso, Carlos sentado desde el césped abrazado de su hijo miraba a las tres mujeres en un solo abrazo, el niño se acercó a Carlos y le hizo mimos a su hijo, las mujeres sonrientes miraban jugar a los dos niños, Josefina saludó cordialmente a su padrastro, no se percataron de la presencia de un auto Chevrolet negro brilloso estacionado debajo de un frondoso árbol, en su interior una mujer miraba con detenimiento agregando una mueca producto de sonrisa irónica al expulsar respiración honda, la mano de su copiloto se extendió portando un cerillo encendido, la mujer encendió su cigarrillo haciendo bocanadas expulsando el humo, terminando de disfrutar su cigarrillo hizo gestos a su copiloto para que encienda el auto y así saliendo lentamente del lugar, los ojos furtivos femeninos eran electrizantes, hizo puños de rabia golpeando la puerta cerca del vidrio de la ventana del auto, en su rostro se podía apreciar los celos girando su cara hasta mantener la mirada puestas en ese hombre y su tierno hijo, la envidia y la diatriba se hacían sentir en su alma mucha pena y dolor; Carlos Felipe del Olmo les invitó a una bebida refrescante en la fuente de sodas del parque, nana Dulce se emocionó al ver en el lugar a uno de los hijos de su nieta Griselda a quien presentó sumándose a la mesa a petición de Carlos, Josefina les dio la gran noticia reiterada que esperaba un hijo y el lugar se llenó de algarabía brindando jocosamente con gaseosa y pastel, Carlos Felipe invitó a comer en fino restaurant bromeando y diciendo que con Noelia tendrían por lo menos tantos hijos como un equipo de fútbol, las risas eran las correspondientes a tertulias de la época, al salir de aquel fino restaurant no se percataron de un niño rubio parado en una esquina esperando que su apoderado compre unas herramientas para el jardín de su casa, aquel apoderado era Guillermo Izaguirre que vio de lejos a Noelia y a su esposo, presurosamente tomó de la mano al muchacho de once años caminando en sentido contrario, Pedro Artemio no entendía el cambio repentino de carácter en Guillermo, pensó seguramente en lo incómodo de los precios o la noticia de los asesinatos que se estaban dando en las tierras donde antes había sido dueño, vendrían a futuro tiempos de insurrección en el país de la canela.
FIN DE NONAGÉSIMO CUARTO EPISODIO
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