METAMORFOSIS 97
En un pequeño motel.
Los testículos y penecito estaban sobre la arena, siendo estirados por los deditos, los pies descalzos dejaban huellas en la fina arena levantándola al viento al momento de moverse en forma agitada, el inquieto “niño” abría las piernas infantiles al momento de recostarse lentamente de espalda en el suelo de ese patio humilde donde vivía con su hermanita y padres, cada vez que los piecitos colgaban se iban alzándose más para mostrar los glúteos abiertos del traserito y ese penecito con testículos lampiños bien rozagantes que lo manoseaba sutilmente, otras manos le pasaban sobre las suaves piernitas y piecitos de aquel precioso niñito que seguía acostado en el suelo sonriente, eran las de su primito ayudándole a limpiarse para tratar de ponerle en pie y jugar, en esa mañana calurosa, el “niño” completamente desnudo esperaban por el baño que le daría su hermana la “niña” mientras su primito estaba vestido con remerita y pantalón corto y que estaba muy descalzo, a pocos pasos desde una ventana el dueño de la abacería no perdía detalles del movimiento de esos dos preciosos niños mirando tras la cortina y se manoseaba el pene pues puesto solamente con el calzoncillo, miraba con detenimiento que las manitos del primito pasaban por las piernitas del “niño” llegando a rozarle juguetonamente el penecito estirándole suavemente, ambos reían por ese travieso movimiento, lentamente el niño bajaba sus piernitas quedándose completamente acostadito en el suelo y el primito le seguía moviéndole el penecito, se miraron de forma cómplice, lentamente el primito se deslizó el pantaloncito corto a los muslos dejándose ver ese penecito lampiño erecto y se acostó sobre el “niño” como le decían cariñosamente en la colonia humilde donde vivían, el adulto vio con lujuria el momento en que el primito se acostaba encima del “niño” y así empieza a subir y bajar las caderas con suaves movimientos sexuales en los que se notaba el roce de los penecitos lampiños de una diferencia de un año de edad entre ambos primos, unieron sus frentes y luego las mejillas, el primito se puso en pie rápidamente señalando aquel apartado rincón, el “niño” obedeció yendo a ese lugar acostándose ahora de cara al suelo, el primito caminó hacia allá mostrándose el culito a medio descubrir, iba estirándose el penecito, se le acostó encima alzando y moviendo las caderas con su carita sobre el pelo del “niño” que era en ese momento el pasivo, de pronto sale la niña a tender ropa, ellos se apartan rápidamente, pes creen que aún no eran vistos por ella, así que el primito se acomoda la ropa, ella algo vio de aquellos movimientos pero asume con la indiferencia de lo que los niños estaban haciendo al jugar y luego de tender la ropa entra a casa con la idea de arreglar la casa, le dice a su hermanito que al rato lo bañaba, ella tenía que hacer la tarea de limpieza pues llegada la noche vendrán sus padres con sus tíos luego de viajar hacia un trabajo cansado, a distancia el adulto se dio cuenta que no estaba la tía que los cuidaba, tiempo después el hermanito de la “niña” como le decían a ella cariñosamente en la colonia seguía alzando sus piernitas, el otro niño, su primito, dio unos pasos en dirección a un extremo rincón apartado del patio donde habían estado antes, el hombre desde la ventana hizo un giro a su cuerpo haciendo a un lado las cortinas pero no dejándose ver su rostro y de esa forma fue siguiendo el movimiento de aquel niño precioso que se baja el pantalón corto y el interior ahora a los tobillos dejándose ver por completo el traserito voluminoso que tenía, el precioso nene además tenía una mano sujetando su remera viéndose el pene que expulsaba orina, esto calentó al dueño de la abacería estirándose su grueso pene salido por el calzoncillo, el niño se pasó el dedo por entre sus glúteos llevándoselos a oler, pausadamente se rascaba la piel del traserito, el adulto se sorprendió al notar el hecho de insistir en rozarse varias veces un dedo entre los glúteos, ese nene se inclina acuclillándose abriéndose con una mano el culito y con la otra mano pasándose uno de sus deditos que trataba de meterlo en su hoyito, hizo pujes y luego se puso en pie arrimado al cerco a estirarse el pene oliéndose el dedo que antes se lo había pasado por el culito, fue que en ese instante que el “niño” se une a orinar, ven sus penes lampiños y al terminar de orinar el “niño” el primito se inclina y lo toma de la cintura apegándoselo al pecho usando sus brazos rodeándole la cadera, de tal manera que sus penes empezaron a rozarse al movimiento que daba la cintura, desde la ventana discretamente el hombre estaba más caliente viendo eso, vio que el primito lo hacía acostar lentamente en el suelo al “niño” que estaba completamente desnudo, se acostó encima alzando y bajando las caderas de modo que sus penes se rozan constantemente, unieron sus frentes y así lo tuvo por unos instantes hasta que se levantó viéndose el “niño” que su penecito que seguía algo erecto, luego el primito aún acostado sobre el cuerpo del “niño” vio hacia el interior del cuarto de arriendo, se subió el pantaloncito corto sin dejarse de estirar el penecito ahora vestido, al “niño” le hizo acuclillar poniéndole de carita levemente al suelo, le abrió el culito tratando de meter el dedo haciéndole gemir, vio a los lados en especial al interior del cuarto, le dijo al “niño” con gestos en sus manos para que fuese al rincón, mientras, el primito entró al cuarto, luego salió, fue a donde estaba el “niño” esperándole, lo encorvó al suelo, así estando parado el primito se bajó el pantalón corto llegando a los tobillos y su pene lo rozaba en los glúteos del “niño” era que se movían las caderas así su cuerpo se fue inclinado sobre el del “niño”, tanto así que lentamente el “niño” quedó acostado de cara en el suelo y los movimientos de cadera continuaban, Luego le ayudó a levantarse y luego se acodó la ropa y continuaron sentados jugando en ese rincón, el hombre había estado a punto de eyacular viendo ese movimiento sexual entre el “niño” y su primito, pero se contuvo, siguió viendo al “niño” jugando a las luchitas alzando las piernas con su pene llenos de tierra y polvo igual que sus glúteos, llegado el momento del juego aparte su primito le ayudaba y las abría mostrando su anito, graciosamente le pasaba el dedito y se reían, el hombre pensó que ese primito del “niño” pese a su corta edad e inocencia había ya experimentado sexo, seguramente con su primita pues ella con el dueño de la abacería hacían las mismas cosas sexuales y no era raro que ella se lo haga a su primito más aún cuando estaban a solas en el cuarto; al rato vio que el “niño” fue tomado de la mano de su hermanita y llevado a la improvisada letrina junto a la lavandería para ducharse, el primito quedó sentado jugando en el interior del cuarto de arriendo, no deseaba que su prima lo bañase, ella bañaba al “niño” pasándole jabón por la entrepierna dejándose ver el pene enjabonado, lo que le excitaba más a aquel adulto, y de inmediato ella entró a seguir haciendo sus tareas de casa, allí quedó el niño acuclillado completamente desnudo esperando a escurrirse la humedad de su cuerpo y luego entrar a su cuarto, de pronto la “niña” sale tomado de la mano de su primito de edad menor que ella, le pone una toalla al “niño” sobre su espalda diciéndole que se quedase allí, que ella lo vendría a ver y que no entre al cuarto, el pequeño estaba cabizbajo mirando el agua que se escurría por sus piernitas, su mirada estaba en sus dedos de los pies moviéndoles para que se escurra el agua viendo las gotas por los talones y por los dedos, la “niña” lo lleva tomado de la mano a su primito de regreso, entraron al cuarto y el “niño” ve que la puerta se cierra, estuvo allí acuclillado inmóvil por unos segundos cubierto por la toalla que su hermana le había puesto, luego de un instante el “niño” se puso en pie y fue con su toalla puesta a apegarse a la puerta, escuchaba gemidos del otro lado, como pudo con su estatura se empinó a la ventana pequeña que daba del cuarto al patio y vio los cuerpos desnudos de su hermanita con su primito acostados en la cama, lo tenía al primito abierto de piernas mientras ella con sus dos manitos agitaba el penecito y se lo llevaba a la boca, estaba bien salivado de tanto chupar, de inmediato se sentó sobre él agitando más el penecito y llevándoselo a la entrada de su vaginita, quería sentir dentro de sus entrañas el penecito de su primito, ella se acostaba sobre el nene haciendo círculos a la cadera, el primito gemía de dolor, lo acomodaba para tratar de metérselo, de pronto el primito hizo un gesto estirando su brazo indicando con el dedo a la ventana, la “niña” vio el rostro inocente de su hermanito mostrado en la ventana, de inmediato se bajó de la cama dejando acostado a su primito con las piernas abiertas, ella se puso la pantaleta y salió a increparle a su hermanito para que siguiera acuclillado en el lugar y que no se moviese de allí, luego la “niña” entró cerrando la puerta y deslizando la cortina de la ventana, pero ya el adulto la había visto sin que ella se diese cuenta, así, el “niño” a pasos lentos caminaba al lugar donde antes estaba, por una de esas casualidades en lo que estaba acuclillado el “niño” alzó su carita viendo a la ventana donde estaba el dueño de la abacería que ahora le brindaba una sonrisa, el “niño” le devolvió la cortesía también con una sonrisa, el hombre aprovechó para hacerle señas de que se acercase, el “niño” sabía que sería para algo bueno pues cada vez que lo llamaba de esa manera le regalaba algo que le gustaba mucho y que sus padres no le podían comprar, sobre todo dulces finos o galletas importadas de Europa, sin pensar más emprendió veloz carrera, una puerta se abrió y cerrándose luego de haber entrado el pequeño, le hizo recorrer por la bodega de la abacería que en esos momentos de mediodía estaba cerrada al público, fue así que aprovechó mostrándole los dulces, el niño eligió uno, se acercó a donde estaba sentado el dueño de al abacería, lo tomó de la cintura acercándole entre sus piernas abiertas que rozaban sus caderita, le acariciaba el pelo y pasaba sus dedos por el rostro del “niño”, le decía lo guapo que era, esas eran formas de ganarse la confianza del pequeño vecinito, vio esos labios infantiles rozagantes por donde deslizaba el dulce de barra de chocolate, el hombre abrió sus piernas y se encogió más para estar cómodo atrayéndole al pequeño aún más a su cuerpo, le besaba el pecho y el cuello, el niño respondía sonriente, las piernas se rozaban mutuamente, las manos se deslizaban por la piernitas hasta llegar a manosear el traserito voluminoso del “niño”, ya para ese momento se dibujaba amoldado el pene erecto en la tela del calzoncillo, el hombre cerraba sus ojos mostrándose su rostro lascivo, sentía a piel del niño, la piel de ese culito yendo luego a rozarle el penecito, fue en ese momento que la toalla se deslizaba por el cuerpo del “niño” mostrándose su cuerpo desnudo a plenitud, el hombre sonrió, le abrazó y le dio un beso en los labios, luego al “niño” le hizo dar unos pasos hacia atrás mientras el adulto se deslizaba el calzoncillo, se mostraba el pene erecto lo que el “niño” respondía con una sonrisa medio tímida, lo tomó de los glúteos llevándose el cuerpito al pecho, los penes se rozaban, así lo tuvo abrazado por unos instantes hasta que salieron de la silla, el niño quedó sentado en la silla mientras el hombre cruzaba la cortina que daba al negocio, de regreso el “niño” brincaba alegre sobre la silla, miraba que el hombre tenía otra barra de chocolate en la mano, fue abriendo la envoltura y se pasó un poco de chocolate en el glande, así sonriente se acercó al “niño” y le dio la golosina, lo miraba al “niño” sentado disfrutando de esa barra de chocolate, al terminársela el dueño de la abacería se acercó a besarle el pelo, acercó lentamente su pene con chocolate al rostro del pequeño, le dijo que abriese la boca para que disfrute de esta otra barra con chocolate, el “niño” abría la boca y probaba el pene con chocolate, el pene entraba y salí por la boca del “niño”, vio que en el glande salía un líquido transparente, de inmediato el adulto con sus manos tomaba el glande que rozaba las mejillas del “niño”, así de satisfecho en parte el adulto le hizo poner en pie y le dijo que lo acompañase, que lo luego lo daría otro, lo tomó de la mano llevándolo a su habitación, se sentaron en la cama, lentamente las manos del hombre recorrieron las piernas suaves de aquel niño, le hizo parar y le fue acariciando, lo sentó abriéndole las piernas metiendo su cara en la entrepierna hasta oler y lamer el penecito lampiño, de inmediato le hizo acostar de cara al colchón junto al extremo de la cama mientras el hombre se agitaba el pene, el “niño” no pudo ver pero si sentir aquel grueso pene peludo latente con venas prominentes que recorría la piel de aquellos suaves glúteos, el hombre aprovechó para besarle el pelo, el cuello, la espalda del “niño” que permanecía quietecito, luego fue llegando a lamer el ano y ahí fue que el “niño” empezó a retorcerse, el hombre estaba sonriente viendo el movimiento de aquellos glúteos bien formados siendo manoseados, parecían los de una hembrita, así se lo hacía saber, continuaron los besos en la piel del “niño”, luego el hombre se sentó en el extremo de la cama, el niño vio aquellas cicatrices de arma de fuego en ese adulto cuerpo peludo a la altura del estómago, bajó su mirada viendo las piernas abiertas del dueño de la abacería sujetándose su pene, lo llamó para que se acerque, le hizo arrodillar al pequeño y ya tan cerca su cara del pene recibió los roces en sus labios y mejillas por parte del glande, para aquel hombre era extraordinario que el niño humilde se dejase hacer aquello sin recelos, le hizo abrir la boca y fue introduciendo su glande en la cavidad bucal, el niño algo asombrado hizo un quite que fue diluido por las órdenes del adulto para que continuase con la boca abierta, y a medias le metió el pene, después lo hizo que se pare y lo tomó de la cintura sentándolo sobre su cuerpo que seguía sentado en el borde de la cama, le daba de besos en las mejillas y pelo, el hombre le decía cosas en el oído al niño entre ellas que era un buen niño y que si siempre se dejaba hacer este “jueguito” lo premiaría con un buen regalo y que obedeciera cuando lo llamase, y que no diga nada de lo que aquí ocurría, le preguntó al niño que si estaba de acuerdo en todo lo que le dijo y el pequeño con timidez le respondía que si saliéndole una leve y tímida sonrisa, al escuchar eso, el hombre lo acostó sobre la cama, con lentitud el “niño” se acomodaba en el extremo de la cama, el hombre ayudaba para que el cuerpecito quedara bien arqueado, siguió besándolo y esta vez lamía más seguido el traserito, el hombre se acordaba lo que este niño había hecho con su primito minutos antes y pasó el dedo por entre los glúteos infantiles, el “niño” hizo su primer gemido al sentir el dedo entrando en su ano, el hombre con su dedo ensalivado se lo metía y sacaba lentamente, luego abrió lo que más pudo aquellos glúteos voluminosos depositando saliva a la entrada del ano y con su glande ensalivado procedió a tratar en lo posible de algo penetrarlo, lo contuvo de la espalda con las manos para que no se moviera tanto pues ya sentía la penetración en la entrada de su anito, el “niño” gemía deformándose su cara por la molestia causada, luego de un tiempo le puso más saliva y continúo con la intención de penetrarlo más pero se dio cuenta que todavía era muy cerradito el ano y decidió rozarle el pene entre los glúteos infantiles, hasta que el niño sintió en su espalda algo tibio, era pues el semen de aquel hombre que por primera vez le había hecho algo así con más detenimiento a diferencia de las otras ocasiones, tomó papel y lo limpió, luego lo sentó en la cama, el hombre arrodillado frente al niño le dijo que guardara todo esto en silencio, vio ese penecito y lampiño y no dudó ni un momento en acercar su cara metiéndola entre las piernas del niño chupando y lamiendo ese penecito lampiño, el “niño” lentamente quedó de espaldas en la cama viendo la cara del hombre que se metía el penecito por la boca, la piel ensalivada del penecito brillaba, la lengua rodeaba el tronco del pene, los labios y dientes estiraban deliciosamente su prepucio virgen, el niño sentía sensaciones nuevas, estaba experimentando su metamorfosis que el hombre dueño de la abacería le estaba iniciando, sin más, el “niño” vio el pene del hombre que se posaba sobre su penecito empezando un roce entre los penes, se podía ver la marcada diferencia de tamaño, el penecito lampiño se perdía entre los pelos del pene grueso de aquel hombre, terminaron con ese movimiento y antes de que el niño pudiera levantarse de la cama el hombre le dio prolongados besos con lengua en la boca, el niño sintió rareza pasándose el antebrazo por los ensalivados labios que antes habían sido estirados por los labios y dientes de aquel hombre, poco a poco lo fue vistiendo, antes de despedirse lo abrazó y lo marcaba haciéndole mimos y luego en ese instante le dio de besos en los glúteos, habían sido suyos en esa mañana, como que aún no se quería deshacer de ese precioso nene y así que le dio giro y volvió a lamer y besar repetidamente el penecito lampiño del “niño” se limitaba a verlo con algo de sorpresa, pese a todo aquel hombre lo había iniciado con sensaciones nuevas más de las que ya conocía, el niño salió con su premio; rato después el dueño de la abacería vería aparecerse delante de su puerta del negocio nuevamente al “niño” con pies descalzos y que con significativa inocencia le pedía un dulce de regalo, el hombre sonriente le hizo pasar, antes de darle el dulce lo llevó a la cama bajándole la simple trusa que llevaba ahora llevaba puesta con una remerita corta remendada, ahí estaba ese traserito que antes se había elevado, le ensalivó el ano y su glande y procedió a metérselo hasta el aguante del “niño” que tuvo intenciones de chillar al sentir dolor de ese glande tratando de entrar lo más posible en su anito como hace un rato, el hombre se apartó besándole por todo su cuerpo, le hizo girara y le lamió el penecito, luego lo vistió y le dio un pequeño dulce, al rato los vio jugando a él y a su primito, el “niño” estaba acuclillado jugando en el patio y cuando alzó su traserito se pudo notar una mancha en la tela de su trusa, era la evidencia de que había sido sexualmente tomado por el dueño de la abacería aquel inolvidable ante último día del mes de abril de 1947.
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Los colegiales salían contentos presurosos a sus almuerzos hogareños para retornar a al jornada vespertina, Serafín estaba sentado en el parque esperando a una de sus enamoradas para darle un obsequio pues ella cumplía años, de pronto escucha un claxon de un Chevrolet del año color blanco con matices de gris de la ventana trasera se extiende una mano femenina bien enjoyada brillante ante el sol de la tarde capitalina, con los dedos hace gestos de llamado al joven Del Olmo, quien obediente se acerca, la conoce y se amplía su sonrisa, no lo piensa dos veces y sube al auto, sus amigos lo ven perderse, al rato llega la cumpleañera, malas noticias, serafín acaba de irse con una señora, es el aviso jocoso de sus amigos, en el interior del auto el chófer sonriente mira a través del retrovisor las miradas cómplices de la pareja con las manos entrelazadas, ella bien vestida, él con su colegial uniforme rompiendo protocolo al sacarse la corbata dentro de su porta de útiles con correa de fino cocodrilo, típico de la moda, Sandra la ex amante de Carlos Felipe del Olmo se lleva a la boca un cigarrillo y Serafín hijo de Carlos Felipe se lo enciende, el joven de dieciséis años no lo sabe, ignora el pasado de aquella mujer con su padre, malévola, en cada encuentro al muchacho lo enreda en su telaraña de pasión, aún tiene belleza fresca, sabe que no puede tener hijos y eso le hace ser más esplendida sin temores, entraña a un motel, el dueño cabizbajo se limita a darle las llaves al joven, ella ya subió las escaleras, se desnuda frente a él se sienta en la cama y lo llama en su delante, le baja la cremallera desabotonando el pantalón y la correa, la ropa cae, queda un pene semi erecto que el muchacho lo ve fijamente, ella abre su boca y se lo lleva todo dentro, chupa, lame, mordisquea con sutileza, serafín se contrae tomándole de los cabellos, ella se desliza en la cama, abre sus piernas, lo llama, para que se acerque, Serafín obedece, ve que su pene es agarrado por las manos de Sandra que se lo lleva a su vagina, lo introduce empujando la cadera, Serafín siente el humedecido placer de una vagina experta, ambos se lamen los pezones, Serafín cierra los ojos sintiendo placer, la hace gemir con bruscos movimientos de meter y sacar, su pene ya está erecto a plenitud, es muy grueso, ella queda admirada, el más grueso que ha entrado en su vagina, sorprendente, a los dieciséis, se lo hace saber al muchacho, Serafín con los ojos cerrados sonríe ante el cumplido, siente que eso lo enamora más de ella, Sandra como gata mimosa le orientaba en las poses sexuales más ardientes, Serafín en parte con sumo cuidado tomaba en cuenta aquellas maniobras de kamasutra, ella lo transportaba al éxtasis, lo estaba haciendo suyo cayendo en las redes tentadoras de unas nuevas sensaciones que el muchacho experimentaba, ella lo estaba iniciando en ser su amante, su chico maravilla, su chico preferido, su nene hermoso, su acompañante en la escena sexual, Serafín simplemente se dejaba llevar, se dejaba hacer sentir un macho viril, tenía a esa hembra mayor que le daba conocimientos de sexo, se movían bien en la cama, con los acostumbrados movimientos sean estos cóncavos y convexos, todo era placer en esa habitación de motel, las piernas de ella rozaban la velludas piernas de Serafín, viendo la cara del muchacho recordaba la cara de Carlos Felipe, ella se lanzaba con besos apasionados colmándolo de dicha por efecto de aquella entrega, todo estaba planificado para ella, como viuda negra malévolamente enredaba en su telaraña de sexo al muchacho, hipócritamente se decía pertenecerle al muchacho y que la poseyera, así lo turbaba más haciéndolo suyo, pisos abajo un hombre mal encarado esperaba recostado en un pilar, fumaba repetidamente sonriendo irónicamente con el pensamiento de lo que supuestamente su patrona estaría haciendo con ese colegial, veía pasar transeúntes y autos lujosos, entre ellos iba circulando el de Carlos Felipe del Olmo, la sonrisa creció en la cara del hombre, si supiera que su hijo estaba con su peor enemiga en aquella habitación de motel, lo estaba preparando para su golpe emocional; en la habitación seguían los besos y caricias con promesas de verse siempre ya que se prometían ser el uno para el otro y que no se iban a separar, con el paso del tiempo los manoseos eran más intensos, él probaba el néctar de los flujos de la vagina de esa hembra que se entregaba sin reservas a su cuerpo viril, volvían los gemidos y los deseos de probarse ambos la disimulada fidelidad que ella sentía, Serafín con fuerza arrebatadora impulsaba su cadera hundiendo el pene la vagina de Sandra, su amante, hasta que su semen quedó en sus entrañas femeninas, cayó desfallecido ante la insistencia de ella a seguir más y más, el chico obediente continuó después de la pausa, todo era movimiento en esa cama y ya se escuchaban los resortes, ella terminó también y él lo sintió en su pene haciendo un sonido viscoso de fricción, las manos estaban entrelazadas, llegaron los oportunos besos con lengua y otros que ella le enseñaba, ahí quedó Serafín tendido en la cama viéndose su rojo pene de tanta acción sexual bien mojado de semen, vio el trasero de ella que se lo movía cerca de su cara, voluntariamente se puso sobre el extremo de la cama insinuándole que le dé por el ano, Serafín tomo su pene entrando fácilmente y le hizo embestidas al ano, todo iba bien se decía ella, con eso más lo tenía sujeto en su telaraña sexual emocional, el grueso pene la hacía sentir, era su macho joven, Sandra sonreía pensando que el tamaño del pene de Serafín era más grueso que el de su padre Carlos Felipe, irónico, ella hizo el amor con el padre y ahora con el hijo, sonreía dando después carcajadas al sentir que el pene de Serafín salía del ano, sus cuerpos desnudos dieron roles en la cama con sentidos besos, al vestirse se prometieron verse siempre, él estaría siempre al pendiente de su llamado o mensajes, al poco rato el Chevrolet se acerca a las puertas de la preparatoria de él baja un feliz Serafín y a su paso sale su enamorada con el reclamo de la cita no cumplida, Serafín hipócritamente la toma de los hombros y la lleva dentro en presencia de amigos que no paraban de reír, imaginándose de dónde vendría.
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Melquiades con su amaneramiento causa la constante atención de los vecinos, vestía como un niño normal con su pantaloncito corto y su camisa de tirantes con sandalias y medias las rodillas pero su manera de desplazar los pies como una cadenciosa hembrita que se delataban en los movimientos de brazos y manos dobladas que hacían del comentario de los chicos y adultos una opinión mordaz por debajo con sigilo de los padres, era un susurro, todos comentaban la maldad que el prófugo vecino Dagoberto le había hecho siendo muy niño al sodomizarlo, pero también los vecinos comentaban en voz baja que se debió al descuido de su madre en andanzas con el mejor amigo de su esposo, la culpaban de su irresponsabilidad en dejar morir a su segundo hijo y el niño pequeño de ahora iba por el mismo camino del descuido, todos miraban con detenimiento al niño Melquiades de casi doce años, irónico, un hijo de militar con aquellos gestos de amaneramiento, el padre vive avergonzado y le da malos tratos sobre todo cuando llega mareado y en eso lo sufre Elena en carne propia, el muchacho encontró amistad sincera y se le ha visto con su reciente amigo Wilson de veintiséis años, el trato de ambos es cordial, se conocieron en los juegos del parque, aquel tipo desde hace buen tiempo venido del interior era discreto entre los amigos y vecinos, no se le ha conocido novia, y es dedicado a su trabajo de mensajería conseguido en las oficinas de gobierno junto con otros amigos del sector, se sabe que no fue buen estudiante, sin embargo es muy emprendedor y ejerce cualquier corto negocio que le soliciten de su participación y lo hace con eficiencia, da a entender su honestidad y fue así como llegó a conocer más de cerca a la familia de Melquiades haciéndoles favores de mensajería y que también de esa forma conoció al amanuense Alpízar aquel militar verdadero padre del último hijo de Elena; hubo un instante en los paseos de los muchachos del vecindario que Wilson sorprendió a Melquiades metiéndose el dedo en el ano dentro del agua, eso lo calentó y lo dejó con el pendiente confirmando así el porqué de su amaneramiento de un niño de aquel nene, pensó seguramente que éste ya había sido violado y quedó así; mientras tanto Elena aspira a pronto irse de la ciudad capital, su idilio con Alpízar continúa so pretexto de que su amante los visite, su hijo ya tiene dos años y es la adoración de su amante que a fin de cuentas es su hijo, tiene miedo que se descubra la traición hacia su esposo, aunque Melquiades su hijo mayor ya lo sabe, la vida en ese hogar es terrible, Melquiades desobedece en parte a su madre y su padre le pone los límites a golpes, con pocas palabras y afecto nulo; llegó el momento en que estando a solas Wilson fue el de la iniciativa de rozarle con sus dedos las manos de Melquiades, la atracción fue inmediata, Melquiades correspondió de igual forma yéndose a las piernas y tomando el bulto de entrepierna que se había formado, apretándoselo con suavidad aflojándolo, se bajaron las cremalleras mostrándose los penes, miraron a todos lados con la seguridad de no ser vistos en el claro oscuro parque y caminaron con prisa adentrándose en el monte del sector, allí Melquiades olió, lamió y chupó el pene de Wilson y ya ensalivado voluntariamente se puso en posición fetal para que Wilson con su pene ensalivado lo introduzca en el ano mostrado para ser sodomizado, fue el primer contacto de muchos, fue la entrega de Melquiades a Wilson, el semen quedó en las entrañas de Melquiades que gemía retorciéndose de placer, era un pene grueso como los que le gustaban, estaba complacido aunque todo fue muy rápido, se levantaron y se vistieron sin decir palabra pero viéndose los penes, Wilson había probado del néctar anal de Melquiades, unas cuadras distantes se podía ver acercarse un brilloso auto blanco con filos de carrocería cromada, en su interior iba Contardo pensativo pero tal fue la irrupción que al ver a aquel nene su corazón palpitó, se limitó a verlo por el vidrio trasero a la carrocería moviendo bruscamente su cuerpo al pasar, el chófer por el retrovisor alcanzó a ver la cara de satisfacción de Contardo que se estiraba su pene vestido delatándole el fino casimir y poliéster que llevaba puesto, la sonrisa amplia de Contardo delataba su complacencia, pese al peligro, haría todo lo posible por verle otra vez.
FIN DE NONAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
No manches sigue contando estaba esperando tus relatos muy buenos con todo y historia de cada personaje wow buen relato amigo… 🙂 😉 🙂 😉