METAMOROSIS 16
QUEMEIMPORTISMO Y CURIOSIDAD.
La tarde le estaba dando paso a la noche de aquel viernes, Leonor de ocho años jugaba sentada en el portal de la casa con su hermana y unas amiguitas del sector, estaba tan concentrada en el juego que no se percató de un par de zapatos de lona manchados de polvo que estaban detrás de su cuerpo, una de las niñas observó al dueño que calzaba los zapatos Leonor sintió el roce en sus nalgas que disimuladamente el muchacho le hacía, se dio cuenta y con gestos de alegría Leonor se incorporó limpiándose las piernas sin dejar de perder la vista en el chico que le sonreía, era Sebastián, se miraron con detenimiento unos segundos que fueron interrumpidos por unos trastes que caían al suelo dentro de casa junto con los gritos fuertes de Noelia y Gustavo discutiendo junto al llanto del pequeño Gustavo Adolfo, desde la ventana se podía ver la escena teniendo agrupados a los chicos curiosos, la pareja de esposos se dio cuenta pero seguían vociferando culpas mutuas, momentos después se escuchaba sólo los gritos de Gustavo, Andreina con prudencia salía en silencio de la casa, su hijo Luis y su padre habían tomado el tren en la mañana para visitar a Guillermo, eso le daba campo libre a ella para ir en dirección al consultorio de Daniel Pérez a pasar una noche de pasión como siempre, Gustavo se calmó un poco cuando vio subir las escaleras a la apesadumbrada anciana Micaela encerrándose en su cuarto, Noelia llevó al niño afuera indicándole a su hija mayor que se fuera a jugar al parque con su hermanita y que regresen en bastante rato, Noelia ni bien entró y siguieron las altas voces de culpa con su esposo Gustavo, Leonor junto a sus hermanos caminaron varias cuadras al parque, la acompañaban sus amiguitas y Sebastián, el lugar era en su mayoría oscuro, por largo rato Sebastián contemplaba a las chicas jugar a las cuerdas y participaba de un juego aparte con el pequeño Gustavo Adolfo y otros pequeños que se acercaron, la pequeña Leonor miraba a Sebastián sentado en la banqueta que a propósito se abría de piernas rascándose el pene vestido insinuándole el deseo de estar juntos a solas, ella le mostraba sonrisas de complicidad pasándose la mano por fuera del calzón sin que los otros niños se dieran cuenta, ella también deseaba estar con él, Sebastián se despedía y al pasar cerca de Leonor le hizo señas en dirección al baño que allí la esperaría, ella le respondió con una sonrisa cómplice como aceptando la propuesta, el chico rodeó el parque cerciorándose de no ser visto, corrió al lugar oscuro del baño y esperó por largo rato con sus manos metidas en los calzoncillos manoseándose el pene hasta dejarlo erecto, escuchó unos pasos y luego una voz infantil que al bajo sonido mencionaba su nombre, era Leonor sin duda se decía Sebastián, salió de su escondite dejándose ver y sin palabras muy rápido la tomó de los brazos llevándola adentro de la letrina, ella se dejaba desvestir por Sebastián, la respiración acelerada del chico le hizo elevar la temperatura de la piel, la recostó sobre la tasa abriéndole ampliamente las piernitas, le frotó el dedo por los labios vaginales y cuando le frotó el clítoris ella comenzó a moverse a los costados tratando de cerrar las piernas con algo de gemidos, Sebastián se bajó la ropa agitando su pene tanto así que le palpitaba en las manos cuando se lo apretaba, lo llevó a la barriga de la niña frotándolo para que ella sintiera el calor de la piel de ese miembro viril después de buen tiempo rozó el pene circularmente por los labios vaginales de la pequeña aprovechando al mismo tiempo para darle de a besitos en la boca, ella le correspondía, Sebastián sintió la vagina húmeda de la niña procediéndole a meter solo la puntita del pene entre los labios vaginales, la tibieza de esa vagina estimulaba a meterle y sacarle el pedacito de glande salido por el prepucio, ella se dejaba respondiendo con gemidos a lo que el al escucharlos se detenía tapándole la boca, era incómoda la postura en la que la tenía pero su deseo de cogerla así le animaba a seguir con los movimientos de la punta del glande del pene trigueño en la entrada esa vaginita rubia virgen de piel blanca, ella sintió gusto y le vino las ganas de orinar, se lo dijo, pero él cerrando sus ojos concentrado en sentir el roce de ambos genitales diciéndole que aguante así, así que ya casi, ya casi hasta que de pronto botó el semen mojándole la vagina a la niña, Sebastián se apartó quedando ella con las piernas abiertas pasándose la mano por la vagina quitándose el semen, después de eso ella se levantó y orinó, la oscuridad apenas permitía ver sus cuerpos, Leonor al tanteo recogió la ropa y cuando se iba a poner el calzón Sebastián le dijo que siguiera dejándose, ella aceptó a que la siguiera cogiendo, algo vio a trasluz poniendo el cuerpo de ella recostada diciéndole que le iba a dar por ahí sobándole el trasero, Sebastián se sintió seguro de ella, esa actitud de haber venido por su voluntad y ahora esa aceptación sin reclamos por parte de ella le hizo compenetrarse más con Leonor y de inmediato parte de su pecho se posó sobre la espalda de la pequeña así estaba unidas piel trigueña y blanca, el pene aún mojado con olor a semen de Sebastián actuaba entre las nalgas de Leonor, la hizo mover por largo rato, ella solo sentía el delicioso roce del pene trigueño en sus nalgas, cerraba los ojos dejándose llevar por lo delicioso del momento, el emocionado Sebastián le decía que si con esto que le estaba haciendo ella era su niña, su mujer, ella le respondía afirmativamente pidiéndole que siguiera, Sebastián le preguntó si su primo Luis le hacía lo mismo y ella respondía negativamente, preguntó por otros niños si alguno le hacía esto y ella volvía a responder negativamente, eso lo hizo sentirse seguro al saber que era el único que la cogía así de esa manera, sin prevenir le hizo un empujón del pene entre las nalgas metiéndole un poco más el glande, lo que hizo que la niña gimiera por un poco de dolor, la dejó, ella se puso de cuclillas y se metía los dedos por entre las nalgas tanteándose el ano llevándose los dedos a la nariz oliendo lo mojado del semen que el muchacho le había dejado en la piel, Sebastián le pidió que se vistiera y que saliera de aquel lugar porque podrían ser descubiertos puesto que habían pasado largo rato encerrados, ella salió en carrera y él se quedó sentado abierto de piernas manoseándose el pene y los testículos complacido por lo que le había hecho a la que ya consideraba su preciosa niña, Leonor rato después fue a su casa con sus hermanos al llegar estaba recostada en un sofá su madre con visibles muestras de maltrato físico en su rostro no parando de llorar su padre había salido a la calle regresando borracho a la madrugada.
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La llegada de Luis con su abuelo a la estancia significaba para Guillermo un estado de ánimo diferente, de poca importancia a medida que el tiempo transcurría, veía al niño de once años casi como a un estorbo, no era su hijo a fin de cuentas, Luis pensaba que Guillermo era su padre, qué gran mentira, el hacendado no se lo decía por pena a que se pueda traumar, pero en Guillermo había ese rencor constante hacia Andreina creciendo a raíz de la muerte de su hijo Maximiliano, ése si era el hijo de Guillermo que tuvo con Andreina, cada vez que miraba el rostro de Luis veía reflejarse el producto de la traición de Andreina con otro hombre, por eso la poca importancia de Guillermo a Luis en cuanto a sus sentimientos, a medida que crecía le era indiferente, pues se acrecentaba el recelo de una caricia y un apoyo moral, de esto se daba cuenta Luis lo cual se preguntaba por qué su “padre” lo trataba de esa manera, en cada visita los buenos tratos iban decreciendo y más eran los llamados de atención por insignificancias, parecería que Guillermo no deseaba ver al niño cuando lo visitase, esas meditaciones Luis las hacía cuando cabalgaba por los linderos de la hacienda sintiendo mucha pena por el trato que recibía ello incrementaba su rebeldía, más al saber que sus padres estaban separados y su madre andaba con un médico de la ciudad que en parte era dueño de aquellas tierras que ahora cabalgaba y que antes eran las de su padre, Guillermo lo sabía pero le era indiferente la vida de su ex esposa, Luis cabalgaba a paso lento por los matorrales de la hacienda vecina, de pronto escuchó pisadas, observó a lo lejos la figura de un muchacho grande que corría en dirección a la hondonada, lo seguía un niño muy pequeño, Luis no los conoció y trató de no dejarse ver por recelo, tenía miedo pues no estaba en su territorio, ató el caballo entre la maleza tupida para no dejarse escuchar, estaban cerca el muchacho trigueño vestido de ropas de campo y el niño de piel blanca en cambio vestía ropa fina, pasaron corriendo a cierta distancia, Luis estuvo escondido entre los montes altos viéndolos que se acuclillaban sobre un pequeño claro de la hondonada, el muchacho mayor se paró dando unos pasos percatándose si los seguían, el niño pequeño se acostaba boca arriba sobre el monte seco, de tal suerte que abría sus piernas metiéndose las manos por dentro del pantalón corto que llevaba puesto, Luis observaba aquel pequeño que hacía bulto con sus manitos moviéndolas dentro del pantalón corto, el chico más grande que estaba de espaldas viendo por si alguien venía de repente se dio la vuelta viendo lo que el pequeño hacía, se cruzaron miradas cargándose de risa cómplice, el muchacho grande se acercó a donde estaba el pequeño acostado, también se metió las manos dentro del pantalón, deslizó la cremallera dejándose ver salir un pene grueso que era agitado cuyo movimiento era fijamente visto por aquel niño pequeño acostado que sacó las manos deslizando su cremallera sacando el penecito agitándolo de igual forma que lo hacía el muchacho mayor, los agitaron por un instante hasta que el muchacho se acostó despacio sobre el pequeño haciéndolo pujar por el peso que tenía, levantó su tronco para estirar los brazos al mismo tiempo que acomodaba la cadera encima de la del pequeño tanto así que se miraban los penes que se frotaban por buen rato, a veces el muchacho se apoyaba en los codos para llegar con su cara a las mejillas del pequeño para darle de besos o frotando su nariz por los labios y mejillas, ambos tenían el deseo de acariciarse pese a la mucha edad que los separaba, parecía que el muchacho había hecho que el pequeño le gustara mucho esos frotes, Luis viendo todo eso desde lejos escondido entre matorrales tupidos ya había deslizado su cremallera frotando con delicia el pene hasta ponerlo bien erecto, el muchacho se levantó deslizándose el pantalón y calzoncillo por las piernas y siguió agitándose el pene con la mano, el pequeño miraba con risa desabotonándose el pantalón, el muchacho le ayudó a deslizárselo por las piernas hasta que de lejos Luis pudo ver la piel blanca de aquel niño en contraste con la piel del otro muchacho tostada por el sol, ahora se veía mejor la cadera del muchacho sobre la cadera del niño que hacían más cómodo el frote de sus penes, era claro el contraste del pene peludo del muchacho sobre el pene sin pelos del niño, los testículos se frotaban, el muchacho emitía gemidos, el niño daba de pujes al movimiento de las caderas a los costados, al rato unieron los pechos, por un instante unieron las mejillas, el muchacho lo hizo que se ponga de rodillas al niño y el muchacho se puso de cuclillas así en esa postura hizo que las mejillas del niño sintieran el paso del roce del glande del muchacho y luego aquel glande grueso frotaba los labios infantiles abriendo un poco la boca para algo meter el glande, eso que miraba le gustó mucho a Luis, mientras el muchacho con una mano sostenía el pene pasándolo por los labios del pequeño con la otra mano la pasaba por la espalda y los dedos recorrían la separación de las nalgas agitando el trasero infantil, el pequeño hizo un alto a orden del muchacho, le hizo acostar al pequeño boca abajo, la nariz del muchacho frotaba la separación de las nalgas infantiles, el pequeño movía las caderas a los lados sintiendo ese cosquilleo característico que muchas otras veces atrás le había hecho y le gustaba sentir ese rico movimiento de nariz y chupetes de lengua que le hacía en el trasero para después ese pene con liquido pre seminal deslizado por el grueso glande que se frotaba entre las nalguitas del pequeño niño, al muchacho se le podía ver el deseo de coger por lo cerrado de sus ojos y su mordida de labios mientras que en el rostro del pequeño se apreciaba la rigidez de su cara frunciéndola con pujes debido a los movimientos acelerados del roce del glande y resto de pene en la piel de las nalgas, cada instante el muchacho hacía un corto alto para descender su cara y besarle el cuello y pelo del niño hasta que de pronto el muchacho se quedó quieto de cadera con respiración acelerada y piel sudorosa levantando apenas su cadera dejando el libre tránsito del semen que salía chocaba en las nalgas del pequeño niño que estaba quietecito luego de someterse a los movimientos sexuales de quien lo dominaba, ahora recibía como siempre desde hace tiempo ese liquido viscoso pegajoso, el muchacho se levantó del cuerpo infantil, hizo que el niño se levante limpiándole con un papel que sacó del bolsillo del pantalón del niño que siempre su mamá le ponía por cualquier emergencia en las caminatas que hacían y que la señora confiaba a su pequeño para que el muchacho lo cuide, vaya manera de hacerlo, quién de los padres del pequeño se podría imaginar que la emergencia era esa de carácter sexual, muy lejos estaban de pensarlo, Luis vio que el muchacho y el pequeño estaban parados por unos instantes así desnudos, se vieron los penes, se abrazaron uniendo las caderas, el muchacho encorvó su espalda para estar a la altura de los penes y de nuevo los frotaron cayendo al suelo revolcándose llenos de sonrisa, rato después mutuamente se quitaron la basura, el muchacho le dijo algo al niño que puso una cara de estar muy feliz y juntos se alejaron del lugar quedando Luis que ya sintiéndose no descubierto se acostó por un buen rato a manosearse el pene hasta que le vino ganas de orinar, lo hizo creyéndose estar seguro, solo que a espaldas de Luis a cierta distancia un hombre con cara tapada y revólver en la cintura lo había seguido desde hace rato desde lejos no le dejaba de mirar, dentro de si anhelaba que Luis saliera de ese territorio que no le pertenecía para tenerlo cerca y quién sabe qué hacerle, aquel hombre misterioso era el asesino de René y Lastenio, aquel hombre esperó que Luis galopara siguiéndolo por un rato, al escuchar voces se alejó de Luis sin ser visto.
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Aquella noche para Luis fue de profunda meditación por lo que había visto en el campo, le llamó la atención ese pene del muchacho grande que le sobaba en las nalga del pequeñín, esos dos chicos a los que no conocía, le gustó la forma en cómo el pene del muchacho había cogido al pequeño y se preguntaba por qué a él no le salía esa baba blanca que a otros chicos y adultos le salía, quedó dudando un rato y se respondió tal vez por su edad, Luis se acordó de sus amiguitos a los que tampoco le salían pelos ni baba blanca, deseaba cogerlos por detrás en alguna ocasión cuando estuviera a solas en casa con ellos, la metamorfosis en Luis por curiosidad estaba surtiendo efecto aún más desde las inmemorables cogidas que le dio su difunto tío René, se durmió pensando en aquel muchacho de la hondonada y pensó regresar al siguiente día.
FIN DEL DÉCIMO SEXTO EPISODIO
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