MI ALUMNO preferido. Por Maurohotxxx
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Maurohotxxx.
La primera vez que lo vi fue en la calle principal, cerca de la plaza. De lejos parecía una chica. Alto, pelo corto y pintado rojo, al estilo de los jugadores de fútbol. Pantalones pitillos, muy pegados a su escultural cuerpo. Pompas salientes y abundantes. Caderas cimbreantes. Le daban un aire brasileño. Muy bronceado, llevaba los labios pintados de carmín.
Cuando pasó por mi lado, me quedé asombrado por su belleza andrógina. Miraba hacia un punto lejano absorto en la música que le proporcionaba su equipo de música, cuya presencia solo se advertía en sendos audífonos que le asomaban por sus bien formadas orejas.
Sentí un morbo especial, no sé si deseos de poseerlo o ser poseído por ese magnífico ejemplar de joven. Creo que al final mi deseo se perfiló en ser enculado por él. Un anhelo imposible si era lo que parecía. Un pasivo de tomo y lomo. Sentí ganas de besar sus labios rojos y húmedos… Una suerte de descarga de calor repentino y punzante. Miles de agujas que clavan…en tus partes sensibles, pudendas…
Averigüé con amigos algo acerca del muchacho que me tenía en ascuas. Alguien me dio su nombre. Extraño, exótico, de alguna novela rusa. Dimitri. Con ese dato, me dediqué a buscarlo en los sitios en que habitualmente se encuentra pareja homosexual con suma certeza. Varios días y sus noches me tomó esa tarea que no realizaba exhaustivamente. La abandonaba cada vez que encontraba otro punto erótico en que satisfacer mi morbo, mi lujuria…
Una noche en que navegaba por esas páginas, me propuse hallarlo. Escribí su nombre. Había tres Dimitri. Uno, de unos cuarenta años. Mal agestado. Lo deseché. El segundo, no pasaba los veinte y no tenía imagen. El tercero tenía fotografías de paisajes y de personajes de la farándula. Buscaba hombres de 20 a 50 años. Decidí enviarle un mensaje de chat.
“Hola, me interesa conocerte. Contéstame”.
Seguí navegando por los sitios porno XXX de sexo gay. Me calienta mucho ver a hombres que sodomizan a otros. Las distintas poses que muestran cómo el pene entra y sale desde el culo de un gay pasivo que gime, o cierra los ojos me enciende la imaginación… Soy yo enculado de nuevo por el cura, por los tres compañeros de celda en mi breve paso por la sección de detenidos en la lejana ciudad que tantos recuerdos me traía… En eso estaba cuando siento un sonido de alerta.
“Hola. ¿qué buscas?”
“Bueno, amistad con gente como uno”
“Y cómo eres?”
-Maduro. Caliente, Comprensivo, generoso…
-Ah, o sea, viejo. ¿Qué quieres decir con generoso?
-Eso, generoso–.
-Si te refieres a dinero, no soy puto…mijito.
-No, me extraña, jamás pagaría por sexo…
-Ah, bien. Te doy mi número y llámame. Bye
Al menos ya había hecho el primer contacto. No me decidí a llamarlo inmediatamente. Esperé dos días y lo llamé.
-Hola, Dim
-Holaaa, ¿quién eres?
-El que te contactó el otro día…
-Ah… (silencio) Dime…
-Bueno quería invitarte…
-¿A qué?
-A un carrete especial.
-¿Cómo especial?
-Es en mi casa. Y solo los dos ¡Beer, weed and sex!
-No bebo.
-Pero, fumas weed…
-Sí, siempre que sea de la buena…
-Me dijeron que era de la mejor…
Había quedado pendiente el tema del sexo.
No encontraba palabras o forma de plantearlo…
Pero él se adelantó.
-¿Cuál es tu rol?
-Bueno, pasivo y el tuyo, supongo que pasivo también… (Aventuré antes de la respuesta que parecía obvia).
-Moderno.
-¿Pasivo y activo?
-Sí, mijito… ¡Qué pregunta!
-Disculpa. Pregunta tonta. Tendrías que ser activo conmigo…
-¡Ah, quieres que te penetre!
-Sí. (Silencio)
-Bueno, no hay problema.
Respiro aliviado. Me había dado la respuesta que deseaba y que no me imaginaba. Si nos vieran nadie creería que el pasivo, la hembrita maricona, era yo.
-¿Puedes venir esta tarde a mi casa? Estoy solo.
-Ya lo habías dicho… Quiero una buena nota.
No necesitaba decirlo. Era un buen estudiante y ahora sería mi preferido.
Recordé las chicas que le habían precedido en mi época anterior. Las llevaba a un piso céntrico no lejos del colegio que se arrendaba por horas. El santo y seña era el señor Cruz. Todos éramos amigos del mítico señor.
Una erección revelaba la excitación que me había producido la respuesta del muchacho. Me costó mucho no masturbarme. Ya habría tiempo después.
Una afiebrada actividad para poner en orden toda la casa, incluido el dormitorio. En mi cama se llevaría a cabo la esperada relación en que pondría mi culo a su entera disposición… Me reí. Nerviosamente. Quería darle una buena impresión y, de paso, gozar, gozarlo…Comer su rabo, chuparlo, tragarlo… Besar entero su cuerpo de efebo. Recorrer su piel con las ávidas manos del condenado a muerte.
Busqué las pelis de sexo gay que habitualmente mantengo ocultas de los ojos de mi mujer.
Puse una en la sala y otra en el dormitorio… De modo que en cuanto llegara, vería hombres follando: maduros recibiendo la verga de muchachitos que los enculan con fuerza decisión y mucho morbo.
Aseé mi culo especialmente. Lavativas que me aseguraran que no saldría nada extraño después de varias horas de sexo gay.
Sentí dos, tres toques suaves. Abrí. Él. Vestía un short rojo y una polera transparente rosada. Devoré con mis ojos sus deliciosos pezones… No pude dejar de tocarlo con delicadeza. Me acerqué en el saludo para impregnarme de su aroma. Hubo un estremecimiento compartido.
¡Ay, profe…! Intenté besar sus labios que se me antojaban fresas incitantes..
¡No! Claro, pensé no quiere besos aún. Yo estaba listo para todo…
Saqué de su estuche el papel de arroz con que se lían los cigarrillos de marihuana.
Tomó uno y lo arrugó en sus manos.
Sacó un poco de weed. La olió.
-¡Sí, es de la buena!
Puse un poco en la pequeña pipa adquirida a una comerciante altiplánica en uno de mis viajes a la playa.
Prendimos al mismo tiempo. Una, dos caladas… Retuvimos el humo. El aroma de la yerba impregnó la sala. A mí me produce una reacción muy lujuriosa desde cuando era hetero y ahora que me he decidido a experimentar mi lado de putita.
La conversación se dirigió a las imágenes que desplegaba la pantalla. Un grueso y largo pene que el maduro lamía y hacía desaparecer en su boca.
-¿Te gusta eso?
-Sí, es rico…
No alcanzó a decir nada más. Mi mano se deslizó hacia la parte delantera de su short. Abrí con mano experta su bragueta y salió una hermosa verga morena, larga, ligeramente curvada hacia un lado y con una cabeza prominente sin ser exagerada… Mi boca, mi lengua se dieron a la tarea de ensalivarlo, mamarlo, tragarlo…
Cuando estuvo a punto de eyacular, me dijo:
-A lo que vinimos… Lo llevé cogido del pene a la amplia cama del dormitorio principal.
Se desnudó completamente. Su cuerpo fibroso y cubierto de una fina película de sudor.
No pude evitar besarlo. Degustar el elixir de su cuerpo.
-¡Mastúrbame! Me dijo. Cogí su herramienta y empecé a acariciarla, mientras la mamaba…
-¡Súbete! Me ordenó. Le pasé un preservativo. Se lo puso. Un tercio del pene le quedó sin cubrir.
Subí y lo cabalgué con mucha avidez. Me lo clavé a fondo. Ignoro si me dolió, porque sentí un enorme placer.
-¡Ponte en cuatro! Me ordenó de nuevo. Me producía mucha calentura esa forma autoritaria y un poco despótica de tratarme como su hembra.
Obedecí. Abrí mis nalgas y le ofrecí mi agujero dilatado y anhelante. Así le había ofrecido mi culo a mi primito después de que lo enculé la primera vez y le provoqué un dolor que evidenció con un alarido. Para poder continuar mi tarea de sodomización, debía darle una compensación. Sentí su verguita erecta y ansiosa penetrarme ayudada por mi mano experta ya después de mi experiencia con el cura que me quitó el virgo de mi cuevita. No duró mucho esa primera vez de mi primito, porque la sirviente nos conminó a dejar ese dormitorio en que nos habíamos refugiado para cumplir nuestra exploración de los placeres prohibidos.
Dimi me enculó a fondo y me dio vigorosas clavadas que sentía en todo el elástico canal de mi poto. Cada una de ellas me provocaba oleadas de placer, al avanzar y retroceder los pliegues de mi esfínter se distendían y luego aprisionaban al deseado cautivo o atrevido intruso. Él, sin embargo, culeaba silenciosa pero arduamente.
Me dio vuelta y me puso patas al hombro. Mi agujero abierto y dilatado absorbió la estocada como si se tratase de algo que le faltaba. Sentí, al apretarlo, de nuevo ese magnífico pene como me limaba… Era suya. Era su perra…
Cuando quiso acabar, me volvió a poner en cuatro al otro lado de la cama por la que habíamos rotado. Sin sacarlo esta vez procedió a masturbarlo con fuerza.
-¡Ahhhhhhhhhh! Tres, cuatro profundas enculadas. Siento como se hincha y aprisiono su cabeza. Escupe chorros de su jugo viril…Siento las contracciones de mi propio orgasmo.
Un momento de distensión. Saca el condón. Está lleno de blanca y espesa leche. No puedo resistir en darle la última chupada a su rica verga. La limpio y saboreo…
No será la única vez que lo tenga en mí…
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