Mi amigo Alexander
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por efeyitan.
Era el día de la postulation para estudiar una carrera en la universidad y allí estaba yo en la fila, esperando a que fuera mi turno para entregar mis recaudos y demás.
Y en otra fila, lo vi.
Era un chico más bajo que yo, de piel blanca, cabellos negros cortos, ancho de hombros y brazos fuertes.
Algo de él me llamó la atención que no podía apartarle la mirada.
Y él lo notó.
Él me veía y yo lo seguía mirando.
Era muy lindo, todo él.
Lo veía tanto que él no tuvo de otra que venir a donde estaba.
se estaba acercando y yo lo seguía viendo como anonadado.
Sé que me estaba diciendo algo, pero más de cerca me gustaba aún más y estaba como lelo.
Él me pedía algo y su rostro empezó a dibujar una sonrisa pícara, como quien sabe que algo pasaba.
"Pana", me dijo.
"¿Me prestas tu bolígrafo?".
Al fin volví en mí y también sonriendo como tonto, se lo presté.
Y allí se quedó conmigo, esperando el turno y hablamos un rato de lo que sería estudiar en esa universidad.
Ambos íbamos por la misma carrera y ya cuando estaba a punto de entrar me dijo "Nos veremos por ahí.
Hasta pueda que nos toque juntos".
Y era lo que más deseaba.
Ya no lo vi cuando salí y tuve que esperar unas semanas para el inicio de clases.
Esperaba verlo de nuevo por los pasillos, pero lo mejor fue cuando entré al aula que me correspondía y él estaba ahí.
Como si nos conociéramos de antes, él me hizo señas, sonriendo otra vez, pícaro, y me senté a su lado.
Rápidamente nos hicimos amigos.
Él era muy diferente a mí en lo social.
Era amigable con todos, practicaba fútbol en sus ratos libres, era social y extrovertido.
Yo más tranquilo y asocial, sólo con él me sentía a gusto.
Tuvimos muchos roces durante nuestra estancia en la universidad.
Me abrazaba algunas veces.
Yo como podía lo acariciaba, lo tomaba por los brazos, cuando estudiábamos juntos, me sentaba muy cerca de él, para sentir su piel junto a la mía.
Era una especie de juego pícaro que había entre nosotros.
Una vez conversábamos sobre nuestras motivaciones para estudiar la carrera y yo le dije que me había enamorado de alguien de la universidad.
Otra vez esa sonrisa pícara de él, indagando quién era esa persona.
Me preguntó si era un hombre o una mujer y yo me quedé paralizado, sonriendo con él igual.
"Un hombre", le dije.
"Uno de los chicos más bellos que he conocido en mi vida, pero no sé si él sienta lo mismo".
"Puede que sí, uno no sabe", me responde.
No fuimos nunca muy directos en nuestras intenciones.
Hasta que al cabo de ya meses de juegos e indirectas, me invita a su casa a estudiar y termino durmiendo con él.
Ese día me recibe en su casa y empezamos a hacer las tareas.
Llegada la tarde me propone que me quede para echar broma y eso.
Le dije que estaba bien.
Hicimos comida, yo preparé unas arepas, comida típica de mi país, Venezuela y él siempre con sus juegos me dice "con un hombre como tú quién necesita mujer".
"Menos mal que me tienes", le dije.
Así pasamos, comimos, hablamos, nos echábamos indirectas.
Yo estaba locamente enamorado de él.
Me encantaba.
Ya a la hora de dormir, me dice que podía dormir en ropa interior si quería, que él haría lo mismo.
Y allí, frente de mí, se quita la ropa y queda en bóxers.
Pude ver su cuerpo, sus piernas formadas, ese estómago marcado pero no exagerado, ese pecho lampiño con sus tetillas pequeñas pero bien formado.
Sus brazos musculosos, y su paquete.
No le dije nada, me desvestí y me acosté.
Ya con la luz apagada, él se acostó a mi lado, habiendo otra cama en la habitación.
Allí la cosa se puso más intensa.
Una vez que se acostó, yo me le acerqué y puse mi pierna sobre él, la cual quedó sobre su pene, fui sintiendo como se iba erectando a medida que lo acariciaba.
Mientras lo hacía, le dije lo mucho que me gustan, que siempre me había gustado, desde la primera vez.
Que era algo increíble lo que sentía por él.
Que tenía miedo de que esto estropeara nuestra relación, nuestra amistad.
Él no me decía nada, solo me escuchaba.
"Te quiero", le decía.
"Quiero un beso tuyo".
Pero él e dijo que no podía hacer eso.
"Si quieres, podemos hacerlo pero no puedo besarte.
Hasta ahí no llego", me dijo.
Eso me dolió un poco.
¿Por qué?, le preguntaba, pero él no me decía nada.
Lo tenía cerca de mi, su brazo rodeaba mi cabeza, apoyada sobre sus hombros, hablándole bajito al oído, con mi pierna doblada sobre su cuerpo, posando sobre su miembro erecto, mi brazo acariciando su pecho y brazos.
"Déjame besarte el cuerpo", le dije, pero él no respondía.
Así lo fui besando, lento, con amor, sintiendo su cuerpo, rozando su miembro con mis manos, pasando mi boca por su pecho, tocando con mi lengua sus tetillas, acariciando sus brazos y aprentándolos un tanto para sentir sus músculos.
Fui bajando hacia su miembro, besando su estómago poco a poco.
Sentí su erección en mi cara.
Sobre sus bóxers, olia su pene, pasaba mi lengua sobre él, contorneando su forma, empujando mi cara sobre él para sentirlo aún mejor.
No quería solo sexo nada más, lo quería a él en todo su ser.
Un rato estuve así, besándolo y acariciándolo.
Sobre el bóxer, abría mi boca e introducía su pene en ella, sintiendo y mordisqueando su erección.
Él me tomó por mi cabeza con una de sus manos y con la otra, sacó su pene y pude sentir su piel sobre mi cara.
Lo besaba tiernamente.
Lo besé y pasaba mi lengua por todo su pene ya afuera por completo.
Me metía solo la punta en mi boca y poco a poco lo fue introduciendo más y más.
"Así, uuufff", decía él.
Me empujaba la cabeza cuando me metía su pene en la boca y movía su pelvis para penetrarla más.
Yo me puse de rodillas sobre la cama, estiré mis manos sobre su cuerpo, sintiendo la forma de sus pechos en mis palmas y me metí todo su pene en mi boca, ayudando con su empuje.
Era una verga grande, gruesa y lampiña.
Pero era cómoda en la boca.
Me la tragué toda y él me empujaba aún más.
Yo jadeaba y él gemía de placer.
Yo estaba mamándosela al chico con quien soñaba tantas veces.
Yo seguía mamando esa verga con locura.
La masturbaba y me la introducía en mi boca.
Gemía de placer y le decía lo rico que la tenía, lo bien que se sentía.
"¿la quieres en tu culito"? me dijo.
"yo quiero metértela.
Tienes un culo rico, paradito como me gustan".
"¿en serio"? Le digo, con tono morboso y lujurioso.
"¿te gusta mi culo?" Yo me acosté sobre él y puse mi pene sobre el suyo, yo aún estaba en bóxers.
Me recosté sobre él y besaba su cuello, sintiendo su pene contra mi estómago, pues yo soy más alto que él.
"así, no", me decía, esquivando la cara por si acaso lo quería besar.
"Dame tu culito", me insistía.
"Vas a tener que ghanártelo", le dije y me lancé hacia un lado de la cama, me quedé acostado a espaldas de él y se acercó, me empujo sobre la cama que quedara boca abajo, se puso sobre mí y me empujaba su miembro sobre la ranura de mis nalgas.
"Rico, así", me decía.
"Así quiero tu culito".
Empujaba su miembro, y apretaba mis nalgas con su mano.
Me bajó el bóxer.
Me volvió a poner de espaldas y yo paré mi culito para sentir su pene dentro de mí.
Él rozaba mi ano con su verga.
Apretaba mis nalgas y me decía que estaban ricas, paraditas "parecen de mujer", me dijo.
Rozaba su pene y lo quería introducir en mi ano.
Abría mis nalgas y jugaba con mi ano, untándolo con un vacelina que tenia.
Se echó un poco en su pene y lo fue introduciendo poco a poco en mi ano.
Yo mordía las sabanas.
Cuando lo metía, me dolía y yo me movía hacia adelante.
Pero no quería parar.
Quería sentirlo dentro de mí.
Él poco a poco me fue dilatando con sus dedos e intentado la penetración hasta que logró introducirlo sin que yo pusiera resistencia.
El movimiento del va y ven se hizo más profundo.
Lo empujaba más y lo sacaba en un ritmo suave como para sentir bien cómo mi culo lo apretaba y se contraría con esa verga dentro.
Sólo gemía y decía "uuufff", "rico".
Se recostó sobre mí, yo con mi culo parado, las piernas abiertas.
Él dentro de mí, con sus piernas cerradas dentro de las mías, sus brazos pasaban por debajo de los míos y me tomó por los hombros para tomar impulso e introducir su verga en mi culo con más fuerza.
Su cara estaba sobre la mía, oía su respiración agitada en mi oído, sus gemidos suaves, si piel sudada, caliente sobre la mía.
Sus movimientos eran profundos pero suaves.
No sólo empujaba su pene hacia adentro, sino que movía su pelvis a los lados, en círculos.
No me besó, pero su cara estaba sobre la mía, podía sentir su boca abierta jadeando cerca de la mía.
Luego, se entornó un poco, empujando su cara sobre mi espalda curvada.
Se puso de rodillas y yo quedé en cuatro sobre la cama.
Sus movimientos eran más rápidos pero siempre empujaba un poco más adentro y por segundos se quedaba así antes de retraerlo y volverlo a empujar.
Me tomaba por la cintura, me acariciaba las nalgas.
Me ponía la mano en la espalda; me tomó por los hombros; me estaba metiendo la verga toda en mi ano hasta que sentí sus palpitaciones, oía su respiración más agitada y empujó más hacia dentro.
Había llegado dentro de mí.
Yo quedé con el culo parado, pero recosté mi cara sobre la cama y él se colocó sobre mí también.
Por unos segundos, solo lo oía respirar cansado, aún sobre mí y con el pene dentro de mi ano.
Lo sacó, me dijo algo y se fue al baño a limpiarse.
Luego de todo, él se fue a dormir a la otra cama.
Al día siguiente, se despertó más temprano que yo.
Cuando yo lo hice, no estaba en la habitación.
Me fui al baño, me cepillé, arreglé, vestí y cuando salí estaba en el patio haciendo unas tareas del hogar.
Rápidamente vino donde estaba yo, le dije que me iba y nos despedimos sin muchas palabras.
En la universidad todo cambió.
poco a poco nos veíamos menos y menos.
No sé si fui yo o él, pero nuestra relación jamás volvió a ser la misma.
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