Mi Angelito
Esta historia sucedió hace aproximadamente veinte años atrás..
Esta historia sucedió hace aproximadamente veinte años atrás. Hoy, tengo veintisiete años, y me pareció una experiencia bastante grata.
Todo sucedió, en una época de mi vida cuando mis padres estaban ya en sus crisis final, que desencadenó en su separación. En aquella época, ellos peleaban mucho, y generalmente, para no ver aquello, solía quedarme en casa de una de mis tías.
Aquél día, que por el tiempo que ya ha pasado, no estoy seguro si era de mañana, o mediodía o tarde, lo que sí recuerdo, es que hacia un calor bárbaro, Yo jugueteaba en la casa de mi tía con algún avión de juguete, cuando su comadre Juana le mandó a llamar a que le hiciera un favor urgente. Ha de haber sido grave porque mi tía salió inmediatamente para allá, con mi prima.
La casa de Juana, era acogedoramente bonita y fresca. Ella tenía dos hijos. Mi tía y Juana, estuvieron en el patio de la casa conversando, y yo jugaba con mi avión. Prontamente emprenden una salida y quedo yo solo en el patio. Eso creí yo.
Quedé jugando en la terraza, que era blanca, de piso rústico, una entrada lateral que daba a la entrada de la casa, y una entrada trasera, que daba a una cocina que estaba en el tras patio, la cocina no tenia techo, pero era la parte más escondida y apartada de la casa.
En mi corretear por la terraza, me llama Angelito, el hijo de Juana, (así le decían) a la cocina. Él estaba parado en la abertura donde debía ir una puerta, Angelito, según recuerdo, vestía una una remera blanca, tal vez, y unas cortas bermudas que sólo llegaban a media pierna. Angelito era un muchacho que calculo, él tendría entonces unos diecinueve o veinte años, él era blanco, cabello corto y sedoso, grandes dientes, labios muy rojos y delgado. Así lo recuerdo, un adolescente entrando en la edad adulta.
Angelito me llama, indicándome que fuera hacía él, y entramos en la cocina trasera. Hacía un sol intenso, lo que hacia verle un poco más blanco de lo que realmente era, tal vez haya sido algún efecto óptico con que la luz solar se reflejaba en la pared blanca.
Bueno, sin decir palabra alguna, Angelito se sacó la verga.
«Chupa» me dijo.
Simplemente, yo no entendía, no estaba asustado, pero de alguna manera, pese a mi corta edad aquello me generó dos cosas:
1) curiosidad.
2) si me lo decía estando solos, es porque era secreto.
Por mi curiosidad, y también porque desde pequeño he sido parcialmente sumiso, me acerqué, y me metí en la boca la verga de Angelito dándole una mamada en la cabeza y me la saqué de la boca.
«Pásale la lengua» me decía ahora.
Pasé mi lengüita desde más o menos la mitad de su verga hasta la cabeza donde está el meato, y ya.
Me dijo que siguiera, y comencé a jugar así. Subiendo mi lengua desde la mitad hasta la cabecita. Su verga era rosadita y recta como lápiz, también era delgada y con una cabecita brillante roja, y tenía muy pocos vellos. (Hoy en día, deduzco que se afeitaba) su verga estaba dura por mi juego con la lengua. Me dijo que chupara la cabecita y lamiera sin morder. Al hacerlo me empezó a gustar saborear aquel pedazo de carne de unos 17cm, que a tan corta edad ya me llegaba a gustar.
En ese jueguito alternado de lamerle la verga a Angelito, y chupar esa roja cabecita, estuve como cinco minutos. Angelito no gimió ni suspiró hondo, simplemente me mandó un chorro en la boca de leche (eso lo sé ahora) que escupí pensando que era orina.
«Ya» me dijo, y se guardó su verga dentro de su corto negro.
No entendí que pasó entonces, pero me gustó mucho. Angelito con una servilleta quiso limpiarme, y yo quería seguir mamándole aquella verga y se la agarré encima de la ropa y se la amasaba.
Angelito caminó a la sala y se sentó en un sofá. Yo lo seguía tocando, ahora fuera de la ropa, no entendí porque se la guardó.
Angelito abrió sus piernas y yo estaba tocando su flácido bulto sobre su ropa. Él se levantó, fue al baño, lo vi mear, se pasó papel higiénico en la cabeza de la verga flácida, y me dijo que la chupara. Eso lo obedecí en un segundo. Me gustó, me encantaba chuparlo, sentí como fue creciendo.
Me la saqué de la boca
«haré algo» dije, y comencé a jalar el prepucio de su verga hacia atrás, y hacia adelante. Angelito soltó un suspiro. Lo estaba masturbando, aunque en ese momento yo no lo sabía, además fue solo un momento porque lo llevé mi boca, y lo lamia como si fuera un dulce que me encantaba comer.
Mientras se lo mamaba me explicaba que me daría leche y que se podía tomar. Me sacó la verga de la boca, tomo mi mano, la llevó a su verga y me hizo una mueca… Comencé a jugar de nuevo con su verga.
«Se llama hacer la paja» me dijo. «Sigue, qué rico pajeas bebé, te voy a dar tu lechita» dijo casi entrecortado del placer.
«¿puedo chupar tu pinito cuántas veces yo quiera?» le pregunté.
«Sí, cuando quieras» dijo, «¿Te gusta mamarme el güevo?» me preguntó.
«Sí, te quiero chupar mucho» dije bobamente.
Todavía no le terminaba de decir y se corrió la paja que yo le hacía, en mi mano, él estaba tan caliente, que se tumbó en el sofá. «Ya» me dijo, y lanzó un hondo suspiro.
Yo probé la leche que quedó en mi mano, pero era muy salada a mi gusto. Eso lo debió haber excitado porque casi al instante se sacó su verga dura de nuevo.
«Chupa» me dijo, ahí sentado.
Tomé su verga con una mano y me la metí a la boca. Me cabía la cabeza pero me dijo que entrara más… Así que me la metía lo más que podía, y esta me llegaba como a la mitad… Me la sacó de la boca, y me indicó que lamiera la cabecita y el frenito. Cosa que obedecí, y así estuve un rato hasta que me dio leche que me hizo tomar. Solamente fueron unas gotas así que fue tolerable para mi.
Se guardó la verga, me había sentado a su lado tranquilo. Estiré mi mano para agarrarsela nuevamente, estaba suave, y retiré mi mano rápidamente al sentir las llaves abriendo la puerta. Juana llegó con mi tía.
Mucho humor, mucha gala, aquí no ha pasado nada. Sólo estuve aquel día, probando la mejor leche, y dándole a Angelito una mamada que estoy seguro hoy no olvida..
HTA
wow, muy rico relato <3
Me gustó el relato no abra una continuación?
Sí, pronto.