Mi aventura con un novato II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por tarod71.
MI AVENTURA CON UN NOVATO II
Hola amigos, como lo prometido es deuda, acá está la segunda parte de mi relato, espero que les guste tanto como la primera parte y aprovecho de agradecer todos los mails y palabras de felicitaciones, eso ha hecho que me den más ganas de escribir y contar las cosas que me han sucedido.
El viernes había sido mi primer encuentro con el novato, cosa que fue relatada en la primera parte (http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-17789.html). El fin de semana estuvo tranquilo junto a mi pareja, obviamente yo no toqué el tema de mi aventura y él no se dio cuenta de nada.
El Lunes temprano, mi pareja salió a trabajar y yo seguí en cama por un rato más, cuando suena el timbre, me levanto de malas ganas, me pongo la bata y abro la puerta. Tamaña sorpresa al ver que quien tocaba a mi puerta era “mi novato”, estaba congelado, lo hago pasar y nos saludamos de un abrazo.
– Hola, quieres un café
– Si por favor (tiritaba de frío)
– Toma asiento, lo traigo enseguida.
Partí a la cocina, serví dos cafés y volví al living sentándome a su lado. Puse mi mano en su pierna y lo miré fijo a los ojos.
– ¿Qué te pasa?
– No nada
– Pero ¿qué haces acá tan temprano?
– Es que…. no he dejado de pensar en lo que sucedió el viernes
– ¿Y eso te complica? ¿Te sientes mal por eso?
– No, la verdad es que me siento muy feliz, he pensado todo el fin de semana en ti, en lo que hicimos y lo que nos queda por hacer; me masturbé, pero eso ya no es lo mismo, no es tan placentero como estar contigo.
– Bueno, pero ya estás acá y podemos seguir en lo que quedamos. ¿Te parece?
En ese momento dejó de hablar y sólo me abrazó. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo y mi bata se abrió fácilmente para facilitarle la tarea. No sé de donde saqué fuerzas para detenerlo, ya que mi calentura estaba al 100, pero agarré sus manos con fuerza y dándole un suave beso en la boca, le dije que antes de empezar cualquier cosa había algunas cosas que quería cambiar de él.
Con cara de sorpresa y duda me pregunta
– ¿Qué cosa no te gusta?
– Tú me gustas entero, pero quiero que te relajes y me permitas hacerte algo, ¿Te parece?
– Sé que no me harás daño, así que hagamos lo que quieras.
Lo levanté del sillón y fuimos de la mano a la habitación, la cual estaba a oscuras y con la cama aún deshecha. Lo tendí en ella y le fui sacando la ropa de apoco, primero la camisa y nuevamente puede observar ese pecho firme, pude tocarlo y besarlo a mi antojo. Mis manos seguían bajando por su cuerpo, mientras mi boca y lengua jugueteaban con sus pezones, los cuales se ponían cada vez más duros, pasaba de una tetilla a la otra. Cuando tenía una, completamente erecta y mojada, la dejaba para regresar con la otra.
Esta vez él no gemía tanto como la primera, pero se retorcía más. Con mis manos lo tomé firmemente de las muñecas, dejándolas pegadas la cama por sobre su cabeza, lo cual le daba pocas posibilidades de moverse, yo estaba sentado sobre su pelvis y mi boca seguía con sus lengüetazos, dejé sus tetillas y me dispuse a saborear sus axilas, cuando mi lengua hizo el primer contacto, un estremecimiento de su cuerpo pasó de arriba a bajo recorriéndolo entero y un gemido salió de su boca, la respiración ya se había acelerado y algo empujaba por debajo mío. Notaba como ya estaba erecto, así que lo solté y bajé a sus pantalones para sentir con mi mano la dureza que había aparecido en su entrepierna, le saqué el cinturón y abrí lentamente cada botón de sus jeans. De un solo tirón le saqué completamente los pantalones quedando solo en slips. Los zapatos no sé en que momento desaparecieron, peor cuando bajé los pantalones, estos ya no estaban.
La habitación ya empezaba a iluminarse con los rayos del sol y sus gemidos inundaban todo el ambiente. Mi boca con su lengua juguetona, volvieron a la tarea de besarlo entero. Partí esta vez desde los tobillos, subía por su pantorrilla hasta legar a su rodilla, a la cual le dediqué bastante tiempo, haciendo que sus movimientos cadenciosos de serpiente, fueran cada vez más intensos. Le separé un poco las piernas y mi lengua siguió su recorrido ascendente, pero por la parte interna del muslo. Al llegar a su bulto, sentí que estaba a punto de estallar, los slips mostraban otra vez una mancha húmeda de sus líquidos y por el borde superior asomaba magnífica la cabeza de su verga. Lentamente le bajé los calzoncillos, hasta dejar ese miembro erecto apuntando al techo con un aire de orgullo. Mis manos se fueron a su cintura, pero mis dedos apenas rozaban su piel, haciendo que esta se pusiera de gallina y su estómago se hundiera.
Mi lengua mojaba su cadera, bajando por entre las piernas, pero sin tocar su miembro, soplaba su glande a la distancia y ese aire hacía que se pusiera más duro aquel falo, mi boca engulló sus dos bolas en un sólo movimiento y mi compañero soltó otro gemido más. Cuando le tenía bien caliente, dejé lo que estaba haciendo, me levanté y salí de la habitación, regresando a los pocos segundos con la recortadora de patillas, la enchufé y procedí a recortarle los bellos púbicos. El no se negó, lentamente y con calma lo dejé con los pendejos de no más de 0,5 centímetros de largo, tanto en su parte superior como en las bolas. Él, con las vibraciones de la maquina, no perdió por ningún momento la erección, así que de improviso metí todo aquel instrumento en mi calida y húmeda boca, llegando hasta la base, cosa que lo hizo nuevamente saltar y gemir. Estuve en esto pocos segundos, para nuevamente dejarlo solo en la habitación y regresando esta vez con una crema depilatoria, la cual esparcí generosamente por sus bellas y redondas bolas, su pirineo y hasta la entrada al ano, dejé los implementos a un lado y mi boca partió a encontrarse con la suya y mis manos fueron directamente a su falo, el cual masturbaron por un buen rato.
Luego de los 8 minutos necesarios, dejé los besos y masturbación para proceder a retirar la crema y los pelos junto con ella, la vista que tenía era maravillosa, se veían en todo su esplendor, los testículos colgar por entre sus piernas, su pene se veía más largo, gordo y duro. Realmente eso era lo que le faltaba para verse como a mi me gusta. Le di unos cuantos lengüetazos más y lo dirigí a la ducha, a que se limpiara los restos de crema depilatoria.
Yo regresé a la habitación y procedí a quitarme la bata, a los 5 minutos regresa mi novato con un nuevo look genital. Le pregunté que le parecía y dijo que se veía más imponente que le agradaba mucho.
– Bien ahora podemos hacer lo que quieras, ya estás como me gusta.
– Quiero hacerte sentir todo lo que viví contigo el viernes.
– Bueno, pero tratame con cuidado y besa cada parte de mi cuerpo.
No terminé de decir esto, cuando él ya estaba besándome el cuello y sus manos recorrían mi anatomía. Sus manos estaban tibias y el roce con mi piel era delicioso, sus besos eran húmedos y apasionados. Yo me encontraba completamente desnudo acostado de espalda, con mi pene apuntando al techo, él se puso sobre mi y sus manos se fueron deslizando por mi cuerpo, acariciando con calma todas mis zonas erógenas, sentía como inspiraba profundamente para poder apreciar todos mis aromas. Su lengua recorría mi cuerpo humedeciéndolo entero, el tenía un movimiento de vaivén sobre mi, lo que me ponía cada vez más cachondo, su lengua llegó a mis tetillas las que ya se encontraban erectas y las lamió por bastante rato. Las dejó de lado para bajar rápidamente a mi pene que estaba enhiesto, esta vez lo olió con calma, sus ojos estaban perdidos en otro mundo, su cara denotaba placer, el placer de hacer lo que uno quiere, de lograr lo que añoraba. Un lengüetazo pasó por mi glande al mismo tiempo que yo jadeaba, con su lengua se llevó parte de mis líquidos, que ya lubricaban toda mi cabeza, y poco a poco se fue introduciendo mi miembro en la boca, lentamente y sin retroceder, cada centímetro entró en su boca, hasta sentir que sus labios tocaban la base de mi pene.
Mi novato ya se estaba convirtiendo en todo un experto, dejó mi falo adentro unos segundos, para empezar con el sube y baja, despacio, apretando bien los labios y su lengua circundando mi miembro, me estaba llevando al séptimo cielo, a ratos se dedicaba solo a la cabeza, a jugar con el meato, a darme lengüetazos y mirarme a los ojos mientras lo hacía.
No sé cuanto tiempo estuvo en esa tarea. Sus manos no se quedaban quietas y recorrían mi cuerpo, me separó las piernas y se puso arrodillado en la cama por entre ellas. Cada mano suya estaba en una nalga mía y era él quien hacía la fuerza de elevarme para introducirse el pene en su boca, sus dedos pulgares estaban libres y empezó separarme los cachetes y a rozarme el ano. Me pidió que me pusiera de pie dándole la espalda y apoyándome en la pared, me abrió las piernas y comenzó a lamer desde los huevos hasta mi ano. Cada movimiento de él me hacía estremecer y dilatar, se ensalivó un dedo y lo metió con suavidad, al igual que como me chupaba el pene introdujo su dedo en mi, solamente con movimientos de entrada, cada vez más profundos, al rato lubricó un segundo dedo, el cual también metió. Así estuvo un buen rato, hasta que me dilató y los dedos salían y entraban con facilidad.
Me pidió un condón, el que se puso rápidamente, vertió un poco de lubricante sobre su verga y en la entrada de mi ano, posó su cabeza haciendo presión, lentamente fue entrando y sus gemidos acompañaban cada uno de sus movimientos, su cuerpo se tensaba y sus manos recorrían mi pecho y pene. A pesar de lo caliente que estaba yo y lo dilatado, no puedo negar que me dolía un poco y de mi boca salían gemidos y quejidos, eso lo iba calentando más y más, sus movimientos se aceleraron de pronto, y eran cada vez más profundos, no deben haber pasado más de 5 minutos desde que empezó a penetrarme, cuando siento que sus quejidos eran muy fuertes, me apretó con fuerzas y a eso le siguieron sus contracciones, cuando suelta un gemido desde lo más profundo de su ser (era casi de ultratumba) y acaba dentro mío, dejando toda su leche en el condón, sacó su pene de mi interior cayendo exhausto en la cama.
Mi pene seguía erguido emanando muchos líquidos, por lo que se lo llevé la boca, con la intención de que me hiciera acabar en ella, lo saboreó unos instantes, para pedirme que lo penetre, que quería volver a sentirme dentro. Rápidamente agarré dos condones (no quería que pasara lo mismo de la primera vez), lubriqué mi pene y sin preámbulo puse el pene en su entrada, lentamente fue entrando, con más facilidad que el primer encuentro, mis movimientos lentos, pero rítmicos, ayudaron a entrar completamente en él, haciendo además que su pene volviera a levantarse.
El estaba de espaldas con las piernas hacia el techo, yo se las sujetaba desde los tobillos y las iba abriendo o cerrando para sentir mejor cada envestida mía; gracias al doble condón, mi sensibilidad era bastante baja, por lo que debía hacer movimientos más fuertes para lograr mayor satisfacción, él gemía y se retorcía, puse mis manos en su espalda y de un solo movimiento lo llevé hacia mi, quedando los dos sentados unidos por el abrazo y me pene que no salía de su interior. En esa posición la penetración no es muy profunda, así que echándome hacia atrás quedé acostado de espaldas y él sentado sobre mi verga, con lo que dejaba a mi novato el control de los movimientos. Él como un experto equitador subía y bajaba por mi falo y su pene erecto se balanceaba de arriba abajo golpeando mi estomago y el suyo propio, eso producía más placer y agregaba más sonidos al concierto que ya teníamos.
Debemos haber estado en esa posición unos 15 minutos y yo ni rastros de querer correrme, por lo que le pedí que sin sacar mi pene de su interior se diera vuelta dándome la espalda, lentamente cambió de posición y yo me fui levantando para quedar en posición perritos, la visión de mi penetrándolo era increíble, sacaba por completo mi verga de su ano y sin ayuda volví a meterla de un solo movimiento. No sé como lo logramos, pero lentamente nos pusimos de pie sobre la cama, él apoyado con sus manos sobre la pared y sus piernas abiertas, yo detrás tomándolo de la cintura, las gotas de sudor me corrían todo el , cuerpo uniéndose a las de él. En ese momento éramos una sola persona, nuestras respiraciones estaban acompasadas, nuestros gemidos iban al unísono y en volumen ascendente, hasta que empecé a sentir un cosquilleo que venía desde la planta de mis pies, subía por mi pantorrilla, mis pelos se ponían de punta avanzando por mi columna, llegando a mi cuello y bajando nuevamente hasta recoger mi escroto, sentí como mis testículos subían y se apretaban contra mi cuerpo, mi verga se hacía más dura y gruesa; mis movimientos fueron más acelerados y pude sentir como me iba quemando el semen, al recorrer su camino hasta la salida de mi pene, estallando dentro de mi joven acompañante. Pude notar que él sentía lo mismo y su espalda se erizaba con cada movimiento mío, hasta que sus lechazos fueron a estrellarse contra la pared, quedando ambos temblorosos, con nuestras respiraciones agitadas desvaneciéndonos poco a poco y cayendo en la cama abrazados.
Nos quedamos dormidos, pasaron como 30 minutos, cuando despierto y empiezo a acariciarlo y lentamente se despierta, nuestros cuerpos aún estaban mojados por nuestra transpiración así que nos fuimos a la ducha juntos, nos enjabonamos completamente y nuestras manos recorrían cada parte de nuestra anatomía, lo cual nuevamente nos puso cachondos, salimos de la ducha sin secarnos para ir a la habitación nuevamente, donde continuamos con nuestros besos y caricias, su pene jugueteaba en mi culo lo cual me puso a 100, por lo que le pedí que me penetrara de nuevo, ahora que ya había acabado dos veces debería durar un poco más y así poder sentirlo adentro mío. Sin pedirlo dos veces aceptó, saqué un condón y esta vez se lo puse yo, lo fui desenrollando con mi boca al tiempo que me iba tragando su pene erecto, llegué hasta la base de su pene y me quedé lamiéndolo un rato y él con sus dedos intruseaba mi ano; tomó las riendas de la situación y me dio vuelta, me abrió de piernas y su lengua recorrió toda mi parte posterior, haciéndome soltar gemidos, me dilató, esta vez sólo con su lengua y procedió a meter su magnifico pene en mi.
Esta vez me dolió menos y sus movimientos fueron más controlados, me hizo el amor por un buen tiempo, por momentos hacía puros movimientos cortos en la entrada de mi ano, para después hacer uno profundo, llegando a chocar sus bolas con las mías. En otros momentos eran puros movimientos largos y profundos, sintiendo yo cada centímetro de su verga, se sentía deliciosa, su respiración en mi cuello, sus manos masturbándome al ritmo de cada una de sus embestidas, me tenía en la gloria, hasta que sus gemidos se hicieron más largos y uno pegado al otro, parecían no acabar, pude sentir como se iban contrayendo cada uno de los músculos de su cuerpo y junto con los de él, se contraían los míos, aceleró el ritmo y acabamos en un aullido cual lobos en celo.
Fue magnífico, sentir como su pene se convulsionaba dentro mío, como mi cuerpo le daba placer al suyo y viceversa.
Después descansamos un tiempo breve y cuando se disponía a vestirse le pedí un regalo, “déjame tus slips de recuerdo, quiero guardarlos y sentir tu olor cuando quiera”. Él no se negó y me los dejó. Se vistió, nos dimos un beso y se fue.
Desde ese día nunca más lo he visto, pero conservo sus slips y cada vez que lo recuerdo los busco y huelo. Aún tienen marcada la mancha de líquidos pre seminales que su pene dejó y ese olor tan delicioso, hacen que me masturbe cada vez que los tengo en mis manos.
Lamentablemente mi pareja leyó mi primer relato en la página y buscó en el PC, encontrando este aún sin publicar, eso lo hizo registrar toda la casa buscando los famosos slips, para confirmar si la historia era verídica. Desafortunadamente los encontró, pero eso es otra historia, que espero contar más adelante.
Como en el relato anterior, espero sus comentarios a mi correo
Tarod
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