Mi chico literalmente especial (Capitulo uno)
Esta es la historia de amor entre un chico de veinte años y un hombre con retraso mental de Treinta..
Hola chicos, este es mi primer relato, quiero aclarar que se trata de una ficción, nada de esto es real, solo proviene de mi imaginación, es un relato bastante fuerte en su contenido sexual así que es solo acto para los más abiertos y atrevidos, ya que se exploran todo tipo de fetiches que podrían llegar a ser desagradables para algunos, si este relato les gusta y es apoyado (háganmelo saber por favor en los comentarios) empezaré a trabajar en el capítulo dos. Muchos saludos y disfruten 🙂
Capitulo I
Mi nombre es Manuel, tengo 20 años, mi es piel blanca como la nieve, mis ojos azules como el océano y mi cabello negro como el carbón, soy algo así como la versión masculina de blanca nieves, uso el cabello un poco largo, y este es bastante rebelde, razón por la cual casi no me peino, lo dejo al natural, he aprendido a amar mis rulos, mido uno ochenta centímetros y mi cuerpo no es gordo, pero tampoco muy flaco, me gusta hacer ejercicio, así que tengo un cuerpo bastante armónico y bonito, sin llegar a ser demasiado musculoso, me considero un chico físicamente atractivo.
Desde niño supe que era gay, en el proceso de la pubertad que viví en la escuela, me empecé a dar cuenta de que no me gustaban las chicas como les pasaba a mis amigos, sino que ellos mismos eran quienes a mi me gustaban, ellos eran el objeto de mi deseo, me enamoraba fácilmente de mis compañeros, y me daba celos escucharlos hablar de las chicas que les gustaban, aunque yo siempre he sido muy bueno disimulando.
Desde mi niñez hasta mi adolescencia tuve un mejor amigo llamado «Moisés», Dios mío ese hombre era hermoso, siempre estuve enamorado de él, pero Moisés era más hetero que cualquiera, desafortunadamente para mí, le encantaban las mujeres, las mejores masturbaciones que tuve en mi adolescencia fueron pensando en él, en mi imaginación ese hombrecito trigueño, cabello lacio y largo, con ese cuerpo tan sexy que veía diariamente desarrollarse, ensancharse y brotar era mío, y en mi cabeza disfrutaba de ese chico haciéndole todas las perversiones que mi sucia mente podía imaginar.
Tuve una infancia difícil, ser homosexual y tener a una mamá fanática religiosa no es una combinación benévola y agradable, siempre he ocultado mi orientación por miedo a ella, a decepcionarla, soy su único hijo, y lo soy todo para ella, desde que papá nos abandonó se a esforzado muchísimo por sacarme adelante, y decirle lo que soy sería sin duda devastador. Según la biblia soy un ser anormal, antinatural, un error, un enfermo que debe arrepentirse y rogar a Dios sanación y conversión. Después de todo lo que ha vivido, mi madre no soportaría que le dijera esta verdad.
Mi madre y yo vivimos solos en una pequeña casa en un barrio algo humilde, aunque no es de los peores de la ciudad, tampoco es de los mejores, esta casa era de mi abuela, ella murió cuando yo tenía diez, y esta fue la herencia que le dejó a mi madre. Al lado de nosotros vive una señora la cual también es evangélica, ella y mi madre son muy amigas y asisten juntas al templo y a las actividades que la iglesia realiza, las cuales son bastantes, los domingos pasan toda la mañana en la «escuela dominical» cómo le llaman, y casi todas las noches tienen también cultos, por lo que paso bastante tiempo solo en casa.
Nuestra vecina tiene un hijo llamado «chucho», bueno… en realidad ese es el apodo por el que todo el mundo lo conoce, su verdadero nombre es Jesús, un nombre típico de una madre cristiana, pero cual castigo divino su hijo le salió con una enfermedad, un retraso mental que le impide comunicarse normalmente, dice palabras sin sentido por lo cual es imposible entenderle, y aunque tiene ya treinta años y el cuerpo de todo un hombre, su mentalidad es la de un niño, siempre pensé que su enfermedad era el síndrome de down, pero le pregunté a su madre y me dijo que el mal que le aqueja no es ese, sino uno parecido pero aún más complejo y limitante.
Chucho es un chico moreno, de un metro setenta centímetros más o menos, ojos café oscuros, cabello negro corto, y algo gordito, tiene el cuerpo bastante velludo, físicamente no es muy atractivo, su cara es la típica de las personas con este tipo de enfermedades, cómo no terminada de formar, ojos grandes, idos e inocentes, pero cercanos y risueños a la vez, sonrisa amplia y rebosante de sentimientos, es como si la maldad no estuviera en él, tal vez por eso parece que su rostro no se formó completamente, pero pensándolo bien, eso le da cierto atractivo, algo muy subjetivo, por supuesto.
Siempre he convivido con él, ya que al ser mi madre y su madre tan unidas, desde pequeño ha sido como parte de mi familia, y me a tocado cuidarlo siempre que nuestras madres se van a sus tan repetitivas y constantes actividades eclesiásticas.
Juro que nunca lo había deseado sexualmente, pero teniendo en ese entonces dieciocho años, mi deseo sexual estaba rebosante y ya no se satisfacía con imaginaciones, sueños y auto competencias, anhelaba experimentar, quería llevar a la realidad todas los actos sexuales que mi perversa mente se imaginaba, quería un hombre y hacerlo mío, pero tenía miedo, no podía confiar en nadie, mi secreto no podía salir a la luz, y en una noche de insomnio en medio de un mar tempestuoso de pensamientos me vino a la mente mi querido chucho, ¿quien mejor para experimentar y dar rienda suelta a mi lascivia que con alguien con su lamentable condición?, él no podría hablar, no podría quejarse ni resistirse, y mucho menos delatarme, lo haría mi esclavo sexual, mi macho, con él cumpliría mis más oscuros deseos, pero de repente pensé «no, esto es una locura, él es un hombre indefenso, esto está mal, no puedes hacerle esto», pero ese vago pensamiento se vió eclipsado por el siguiente: las personas con su condición no viven mucho, él a tenido la suerte de vivir treinta años, pero puede morir en cualquier momento, y podría morir sin disfrutar de las delicias del sexo, él tiene también derecho de sentir placer sexual, y yo seré el encargado de devolverle el derecho que su enfermedad le quitó, yo le brindaré placer, nos daremos amor y placer mutuo, él será mío y yo seré suyo, no lo dejaré morir virgen y sin haber experimentado el amor y la pasión.
En ese momento tomé una decisión firme y estaba muy ansioso, casi todos los días me quedaba solo con chucho, así que podría cumplir mi deseo cuando quisiera.
La mañana siguiente transcurrió normal, era un viernes y mi madre estaba en su trabajo, así que estaba solo en casa, los viernes en la noche de cada quince días la iglesia realiza una vigilia, en la cual los feligreses se reúnen en el templo durante toda la noche a cantar y hacer oraciones, así que cada quince días la mamá de chucho me pedía el favor de cuidar de él hasta la mañana siguiente, yo siempre aceptaba pues no me quedaba de otra, pero en realidad no era una tarea difícil, él se quedaba en el cuarto de invitados y yo solo ojeaba de vez en cuando asegurándome de que estuviera bien, pero esta vez sería distinto, y estaba sumamente emocionado, esta noche él no dormiría en el cuarto de invitados, es más ni siquiera creo que dormiría mucho, él estaría conmigo, en mi habitación, disfrutando, yo me encargaría de eso.
Se hicieron las 7 de la noche y mi mamá ya estaba en casa preparándose para irse.
— Cariño, en el microondas está la cena, supongo que Alicia le habrá dado de cenar a chucho, pero si ves que se fastidia, dale algo para picar, ya sabes cómo es él, tenle paciencia. -me límite a solo asentir-
— Mañana llegaré muerta del cansancio así que no esperes que haga el desayuno, prepárate algo tú, de todas formas ahí hay cereal. El pastor me pidió que cantara una canción esta noche -dijo muy entusiasmada, ama cantar, pero lamentablemente no posee el don- espero hacerlo muy bien, ¿te imaginas a mi, Christina Mendoza, en el grupo de adoración de la iglesia? no me respondas, ya se lo que dirás, pero sería un sueño hecho realidad para mí, deséame suerte – al terminar de decir esto tocó la puerta nuestra vecina, mi mamá abrió la puerta y Alicia entró junto con chucho-
– Bueno cariño, pórtate bien, y tú también chucho.
– Nos portaremos bien mamá, cómo siempre, que tengan feliz noche.
Mi madre y su inseparable amiga se fueron, dejándonos a chucho y a mí completamente solos, desde ese momento empecé a sentir adrenalina, mi cuerpo estaba expectante de lo que venía, chucho vestía un short que le llegaba un poco más arriba de la rodilla, dejando ver sus piernas gruesas y peludas, además de una camiseta blanca, tenía una barba de una semana más o menos, no sé si era mi excitación pero se veía muy sexy.
De inmediato cerré todas las ventanas, y luego me dispuse saludar a chucho dandole un romántico beso en la mejilla y un abrazo con toqueteo, obviamente nunca lo saludaba de esa manera, por lo cual le resultó bastante extraño, me di cuenta por sus expresiones, aunque luego inocentemente me sonrió, mi chico estaba un poco maloliente, tenía un fuerte olor a sudor y a violín (mal olor en las axilas), pero eso lejos de causarme repulsión o asco, me causó mucha excitación, siempre me han gustado los olores fuertes de los machos, y mi macho de treinta años emanaba uno delicioso.
Luego lo tomé de la mano y lo llevé a mi habitación, lo senté en la cama y luego salí, apagué todas las luces de la casa dejando encendida únicamente la de mi habitación, con la intención de que los vecinos creyeran que estábamos durmiendo y no se les ocurriera molestar, regresé a mi cuarto y ahí estaba él, mi hombre, inocente con la mirada en la nada, se veía delicioso, yo estaba como un León viendo a la presa que degustaría, y me encantaba lo que veía, al verme empezó a decirme sus típicas palabras sin sentidos, a lo que yo le respondí siguiéndole la corriente y acercándome poco a poco caminando sensualmente, me senté a su lado y acerque mi cara a su cuello, aspiré su aroma, olía a sudor y a salitre.
Estaba extremadamente excitado en ese momento, me puse de pie frente a él, nos miramos fijamente, y aunque sabía que no me entendería, le dije:
–mi amor, esta noche nos pertenece.
Lentamente me empecé a quitar la ropa, la camiseta… El short… y por último el bóxer… quedando completamente desnudo frente a él, claramente nunca había visto a alguien desnudo, puso cara de sorprendido o de horror, aún no lo sé. Pero yo me acerqué y le di un abrazo cariñoso mientras le decía:
– mi amor, yo te amo… y yo quiero que me ames, esta noche voy a hacerte el amor, y te enseñaré a amarme. -Acariciaba su cabello, y le di un beso en su cabeza-
Él se tranquilizó, y su semblante tomó otro aspecto, en ese momento hice que se recostara en la cama cómodamente, me subí encima de él, y me acerque a su rostro quedando a muy pocos centímetros de distancia, lo ví a los ojos un momento, no sé muy bien lo que ví en su alma, creo que ví ausencia… vacío, él necesitaba amor, y yo se lo daría.
Lamí sus gruesos labios, los cuales estaban muy húmedos, por su condición se babeaba regularmente, saboreé su saliva, cuando lo hice él abrió un poco la boca y expiró, en ese momento me impactó el fuerte mal aliento que tenía, pero eso no me detuvo, aproveché su boca entreabierta y introduje mi lengua en ella, ambos abrimos nuestras bocas de par en par, mi lengua se encontró con la suya y la sentí, mojada, suave y movediza…, disfruté mucho de ese contacto, nuestras lenguas se abrazaban y bailaban al son del sonido de nuestra respiración, su boca era una cueva virgen, nunca antes visitada o descubierta, así que me dispuse a explorarla, comencé con mi lengua a recorrer cada rincón de su boca, su paladar blando y el duro, sus dientes, exploraba con mi lengua arriba y abajo, derecha e izquierda, y en círculos, lo hacía lentamente una y otra vez, se sentía muy agradable su sabor agridulce, metí mi lengua hasta lo más profundo que pude, hasta que él tuvo una arcada, me sorprendió que chucho colaborara de esa manera, no se quejó en ningún momento, él lo estaba disfrutando, se notaba, y así seguimos varios minutos, comiendo nuestras bocas, y yo gozaba tomando su nectar, esa savia de fuerte sabor acompañada del fuerte olor que emanaba de esa cueva, olor que me enloquecía, sabor que se convertiría en mi favorito, nectar que sabía que seguiría tomando por mucho tiempo.
Lamí su rostro, estaba algo baboso y brillaba a causa de su grasa natural, saboreé ese aceite, un aceite recién filtrado, totalmente puro, proveniente de un ser sin maldad, sentí que lo amaba, lo amaba de verdad, él me daba todo lo que siempre quise, y nada de él me daba asco, seguí lamiendo y saboreando cada rincón de su rostro, recorrí llanos, bosques, cerros y montañas, la sensación al lamer su barba y su bigote la disfruté en sobremanera. Llegué hasta su oreja derecha y la metí en mi boca, mientras con mi lengua la acariciaba, le dije al oído: te amo y te enseñaré a amarme. Levanté mi mano para alcanzar el interruptor de la luz, y la apagué mientras seguía lamiendo su rostro y comiéndome su boca, él tenía espasmos en la oscuridad, las sensaciones que estaba sintiendo lo sobrepasaban.
Le quité su camisa exponiendo así su pecho, lo tenía muy peludo, y estaba ansioso por perderme en ese bosque y disfrutar de sus delicias salvajes, pero primero besé su cuello, lo lamí tiernamente, con cuidado de no dejar ninguna marca que pusiera en evidencia nuestra pasión, mientras lo hacía mi amante se movía involuntariamente al sentir los cosquilleos y sensaciones que yo le provocaba, luego bajé lentamente hasta su pecho velludo y empecé a lamerlo, se sentía extraño debido a la largura de sus pelos, pero le agarré el gusto a la sensación de tenerlos en mi boca, en medio de la oscuridad me encontré con sus tetillas, las cuales estaban duras y firmes, me di cuenta que tenía unos pezones grandes y protuberantes, los chupé ansiosamente cuál bebé hambriento en el pecho de su madre, seguí saboreando su pecho y su abdomen, amaba ese sabor salado y ese olor fuerte que desprendía de él, ese olor me hechizó y me llevó hasta su fuente mayor, sus axilas, embobado fuí directo hacia ellas, le levanté el brazo derecho y pegué mi cara a su sobaco, Dios… que olor más delicioso y embriagante, los vellos de su axila eran extremadamente largos y abundantes, yo estaba extasiado de placer, y luego de un momento de aspirar su olor, empecé a lamerlo cómo si de una paleta se tratara, su sabor era único y delicioso, muy fuerte como el caviar, solo para los paladares más exquisitos, luego de un rato lamiendo su axila derecha fui a su axila izquierda he hice lo mismo, desde ese momento empecé a amar esa parte de su cuerpo, la cual es para mí adictiva.
Luego de disfrutar de esas deliciosas y apetitosas entradas, llegó el momento del plato fuerte, bajé hasta su pene y en la oscuridad lo toqué, empecé a masajearlo, estaba duro como roca, debo admitir que no era muy grande, pero para mí era un pene glorioso, porque me pertenecía, estaba a mi completa disposición, su miembro estaba rodeado por una gruesa y frondosa capa de vellos, cómo un volcán rodeado de vegetación y a punto de erupcionar, acerqué mi cara y percibí un aroma fuerte, distinto al de las axilas, pero igual de delicioso, olía a orina mezclado con el olor del pene en sí, cómo a vino añejo, un olor muy particular, su pene estaba bastante mojado ya, chucho estaba muy exitado, mientras le masturbaba él empezaba a tener espasmos más fuertes y a gemir descontroladamente, se notaba que nunca había sentido esas deliciosas sensaciones, sumergí mi rostro en ese bosque y lamí sus testículos, estos eran enormes y estaban cargados de leche, la cual estaba ansioso por tomar, así que decidido a ordeñar a mi macho metí su pene en mi boca, sentí un sabor amargo y salado, mientras chupaba salían líquidos de su interior, esto como antesala a lo que se venía, yo estaba ansioso por beber de su leche fresca, seguí chupando y él gemía, su pene palpitaba cada vez más fuerte hasta que cómo un géiser empezó a soltar grandes chorros de leche en mi boca, y él gritó de incontrolable placer, en mi boca tenía el fruto de su interior, el nectar de la vida, se sentía baboso, salado y delicioso en sabor, decidí ser generoso y quise compartir, así que fuí a su boca y le besé apasionadamente, transfiriendo a su anhelante y abierta cueva su propia leche, la cual saboreamos unos minutos, nuestras bocas degustaban en conjunto su semen y nuestras lenguas bailaron nuevamente alegres como nunca lo habían estado, ni la más deliciosa comida del mejor restaurante se comparaba con eso, tragamos esa gloriosa mezcla de esperma y saliva, él quedó inmóvil y respirando fuertemente.
— me acerqué a su oído y le dije: eres mío, y yo soy tuyo, ahora nos convertiremos en uno solo.
Le dí un tierno beso en su boca y fui bajando lentamente por su cuerpo, pasando por su cuello, su pecho, y siguiendo el camino de los vellos de su abdomen llegué a su pene, lo besé y luego besé sus testículos peludos, estaba ansioso por probar su ano, el cual estaba rodeado de mucha vegetación y olía delicioso, levanté sus piernas y acerqué mi rostro a su hoyo, disfruté su aroma, olía a sudor y a suciedad, olía a hombre, lo lamí, pasaba mi lengua como un niño disfrutando de su dulce chupeta, mientras lo hacía su ano se contraía y expandía en movimientos constantes, chucho gemía y se retorcía, a veces me quedaban pelos en la boca de los tantos que había en la oscura jungla de mi amado, después de unos minutos su hueco estaba cada vez más relajado y dilatado, aproveché e introduje mi lengua allí y con movimientos circulares degusté el misterioso e intrigante sabor del interior de mi macho, se sentía tan sueve su interior y su sabor era muy fuerte, no era muy agradable al paladar, pero estaba demasiado excitado y lo disfruté como a un manjar, fue como un delicioso postre, necesitaba descargar, así que levanté aún más las piernas de chucho, apunté mi pene a su ano como una flecha apunta al blanco, y me abalancé sobre él, dí en el blanco, entró completamente, mi amado dió un fuerte grito de dolor, puse mi mano sobre su boca, acerqué mi rostro a su oido y le dije con un susurro: tranquilo, sé que te duele ahora, pero el dolor pasará y se convertirá en placer, ahora somos uno solo. Empecé suavemente a mover mis caderas arriba y abajo una y otra vez, mientras besaba tierna y apasionadamente su boca intercambiando saliva, metí mi lengua en ella y la masajeaba, él se quejaba del dolor que le infligía mi pene de 18 centímetros que además es bastante grueso, se sentía vulnerable y adolorido, así que me pareció lindo darle amor mientras lo hacía, luego de unos minutos, se tranquilizó y empezó a disfrutarlo, en ese momento empecé embestirlo cada vez más fuerte y con movimientos más rápidos y agresivos, el gemía como una niña, eso me excitó aún más, seguí cada vez más fuerte, mis testículos chocaban contra él y resonaban como una percusión, generando un ritmo que acompañaba al melodioso latir de nuestros corazones, nuestros cuerpos estaban sudados, olorosos y resbalosos, de mi frente caían como una cascada muchas gotas de sudor a la cara de mi amante, empecé a sentir un fuerte corrientazo por todo mi cuerpo, no recuerdo haber tenido antes un orgasmo tan delicioso como el de esa noche, de mi interior salieron expulsados los líquidos que allí residían, y formaron un río blanco sobre la tierra marrón de su interior, en ese momento grité de placer.
Estaba agotado y extasiado, me coloqué al lado de chucho y recosté mi cabeza en su brazo mientras lo abrazaba y sentía su olor, su sudor combinado con el mío formaba uno solo, no lo podía creer, esa noche nuestros cuerpos habían sido uno, y eso era muy especial para mí. Esa noche oscura y calurosa fue el comienzo de una linda historia de amor y pasión entre dos seres tan diferentes pero tan parecidos a la vez, unidos por el amor y el deseo, esa historia siguió y sigue hasta el día de hoy, nuestras vidas cambiaron completamente, desde entonces han pasado dos años, y en ese tiempo hemos vivido muchas cosas.
Me gustó mucho tu historia, ya quiero saber que paso después y que sea más descriptivo y explicito de tu amigo.