Mi compañero de trabajo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pimball.
Todos mis relatos son producto de mi imaginación…
Estábamos todos borrachos y la noche estaba por terminar. Era fin diciembre y con el grupo del trabajo salimos a festejar el fin de año que se avecinaba.
Entre mis compañeros estaba Manuel, que si bien no éramos amigos, en el trabajo nos llevábamos muy bien. Estaba muy ebrio y como estaba en automóvil, le ofrecí que duerma en mi casa esa noche. Él accedió con gusto, ya que era consciente que no podría conducir en ese estado.
Al llegar a mi casa, en taxi, le ofrecí un café y comenzamos a charlar.
– Che, Carlos, vivís solo?- me preguntó.
– Si, hace un par de meses me divorcié y desde ahí me quedé solo en casa. Aparte sin chicos que criar, más solo que un perro.
– Bueno, pero sos joven, podes encontrar una mina y rehacer tu vida todavía. Cuantos años tenés? 33? 34?
– 34.
– Podés hacer lo que quieras con 34 años, mucha gente ni se casó todavía a esa edad. Yo, en tu lugar, vivo unos años de joda, con minas y sin compromiso.
– Sí, bueno, algunas macanas me mandé en este tiempito solo. Y vos? Que es de tu vida?- le pregunté.
– Yo, hace tres años que me casé, tengo una nena de 3 años y a mis 37 años me la paso laburando. Nada emocionante, siempre monótono y liso. Preferiría uno o dos años sabáticos, para vivir de joda, como vos ahora.- me respondió.
– Míralo por el lado positivo, yo a veces tengo ganas de culear y no tengo a quién, por lo que tengo que ir con una puta. Vos, en cambio, la tenés cuando querés.
– Con culear, a qué te réferis?
– A coger, garchar! Qué pensabas?
– Pensaba que te referías a tener solo sexo anal.
– Bueno, eso también, hablo de sexo en general.- le dije.
– Te cogías a tu mujer por el orto?- preguntó.
– Si, de vez en cuando. Vos?
– Yo ahí, tengo un problema, que aunque no lo parezca, a mí me está afectando cada vez más.- me responde.
– Que pasa? Tu esposa no quiere que te la garches por el culo?
– No quiere saber nada Carli, lo intenté un par de veces, pero nunca pude hacérselo.
– Bueno, pero alguna vez te haz descargado con alguna otra mina, no? O una prostituta.
– Si bueno eso sí, pero no es lo mismo, yo quiero a mi mujer totalmente entregada a mí y siento que sin hacerle el ano, no la tengo por completo.- comenta.
– Bueno, pero debe ser muy sensible su ano, además de muy cerradito. La pobre, no sabe lo que se pierde y si sigue así, nunca lo va a saber.- le digo.
– Ahí te estás equivocando Carlos, a su ano ya se lo desvirgaron, lo hizo con cada uno de sus ex novios. Entendes? Sus ex la tuvieron entera y yo no puedo.
– Pero que raro Manu, no lo entiendo. Porque a vos no te deja? Debe haber una razón, nunca te dijo nada?- le pregunté.
– Sí, hay una clara razón, pero creo que ella se podría ir adaptando de a poco y con todos estos años ya no sería un problema.
– Dale decime!- le dije.
– Dice que la tengo demasiado grande y que le va a doler mucho, ya que se lo voy a romper.
– Qué? Tan grande es?- le pregunté exaltado.
– Es grande, muy grande.- me dijo.
– Jajaja, que hijo de puta! La mina te tiene miedo. Va, le tiene miedo a tu pija. Pero es para tanto?- pregunté riendo.
– Mira si no es para tanto!.- me dijo levantándose de la silla para que viera su bulto.
– No puede ser cierto lo que veo!- exclamé.
Nunca me había imaginado que existieran vergas de tales dimensiones. Por sobre su muslo derecho, un enorme bulto cilíndrico lo recorría en más de la mitad de su extensión.
– Es grande?- me pregunta.
– No lo puedo creer Manu, que pedazo de verga cargás. Pero está parado, no?
– No man! Está blandito.- dijo levantándose otra vez, para mostrarme lo blando que estaba al tocárselo.
Sin querer una excitación me invadió y en pocos segundos, mi verga estaba bien al palo. Me imaginaba esa verga enorme, quería verla, tocarla, pero más me calentaba la idea de compararla con la mía, no sé por qué, pero así era. Nunca me había fijado en hombres, tampoco lo hacía ahora, pero esa verga hacía que yo no respondiera a mi excitación.
– Y vos? Como la tenés de grande?- me preguntó.
– La mía es de tamaño normal, 19cm x 5cm, maso. Minúscula, comparada con la tuya.- respondí.
– Sí, pero vos podés hacer el orto y yo no.
– Alguna persona se la va a bancar bien man. En internet yo he visto vergas muy grandes que entran y salen con facilidad de los culos. Cuando te pongas a navegar, buscá que vas a encontrar.- le sugerí.
– Y si nos conectamos ahora y me mostrás?
– Ahora? Bueno, dale.- accedí.
Unos minutos después estábamos navegando por la web, buscando hombres muy dotados teniendo sexo anal, pero él me decía que la tenía más grande que todos ellos. Y a medida que el tiempo pasaba me iba excitando cada vez más, pero no solo me había excitado yo.
– Carlos, estoy re caliente por ver estos vídeos, te molesta si me toco un poco? jeje.
– Te quería decir lo mismo y no me animaba. Jaja. Cuando quieras!- respondí.
– Pelamos?
– Dale!- le respondí.
Le miré el bulto y se veía gigantesco, pero también muy duro. Al mismo tiempo, nos bajamos las cremalleras y el slip. Mi verga salió como un resorte de mi pantalón, en cambio Manuel debió bajarse la ropa hasta la rodilla prácticamente, porque le era imposible sacar el descomunal miembro erecto de la forma que yo lo había hecho.
– Increíble!- dije.
Comenzamos a masturbarnos, pero yo podía dejar de ver esa enorme poronga, que estaba frente a mis ojos. Dimensiones descomunales, más de 35cm de largo y más de 8cm de diámetro, seguramente. Su glande también era enorme, verlo descubrirse del prepucio y volverse a esconder por las manos de Manuel, me excitaba cada vez más.
– Carlos, dejá de mirarme la pija, me da vergüenza.- me dijo.
– Que se siente?- le pregunté, elevando la mirada hacia su rostro.
– El qué?
– Tener una verga de tales dimensiones. No lo puedo creer todavía!
– Cuando me ven desnudo, instintivamente las minas se asombran por el tamaño, pero después el deseo de tocarla, tenerla y chuparla se hace inevitable. En hombres gay pasa lo mismo, pero nunca permití que un puto me la tocara.
– Pero yo soy un hombre heterosexual.- le dije.
– Veo que te morís de ganas por tocarla. Toda tuya, vas a ser el primer tipo al que le confío mi miembro.- agregó Manuel.
Con timidez estiré una mano agarrando el miembro a modo de empuñadura, estirando hacia abajo para dejar el descubierto se cabeza. Noté que una sola mano no bastaba para rodearlo completamente, así que lo tomé con mis dos manos y lo empecé a masturbar. Poco a poco fui acelerando la masturbación, Manuel se excitaba cada vez más y empezó a gemir de placer. Luego se relajó, se sentó en el sillón mirando hacia arriba, mostrando mucho placer. En ese momento de relajo, su verga se endureció cada vez más, pero también parecía más grande. Mi excitación explotó y en un santiamén derrumbó todos mis prejuicios, haciendo que le dé un lengüetazo al tronco erecto, para luego llegar al glande.
– Qué haces? Hasta una paja era Carlos!- gritó.
– Perdón Manu, no sé que me pasa, no me pude contener. Es espectacular!- dije y seguí lamiéndola y chupándola .
– Pero Carlos, sos puto? Por qué no me dijiste?
– No, no soy puto man!
– Flaco, te estás comiendo mi verga como loco!- exclamó.
– Es la primera vez que veo y me excita una pija. Te lo juro Manuel! Por lo que más quiera en el mundo! Por favor, déjame chuparla más tiempo!- le dije entre mamadas.
– Y bueno, está bien. Ahora no queda otro camino que terminar lo empezado.
Ni bien terminó de decirme eso, agarró mi cabeza fuertemente y me cogió la boca con esa descomunal verga, metiéndola hasta donde hacía tope. Por un rato, él me cogía la boca y por otro se la chupaba yo, inclusive me dieron varias arcadas cuando llenaba mi boca.
– Estoy re caliente Carlitos! Quiero probar tu colita.- me dijo.
– Mi colita?
– Sí Carlos. Si te la voy haciendo de a poco, más rápido se va a acostumbrar!- me dijo.
– Eso quiere decir que lo vamos a estar más veces juntos?- le pregunté con alegría.
– Si me la das sí!
– Hacerme mierda el culo entonces!- le dije y me di vueltas mostrándole mi colita virgen.
– No te muevas!- me dijo y salió del cuarto.
Cuando volvió, untó algo en mi ano introduciendo un dedo y luego dos dedos, que me hicieron gemir de placer.
– Nunca había experimentado el placer de mi cola! Es increíble.- le dije a Manuel.
– Quería que sientas placer anal, que lo conozcas y te prepare para el plato fuerte.
Unos minutos después saca los dedos, que al final eran cuatro y me apoya su rabo en mi ano, haciendo sutiles movimientos mientras lo puerteaba, haciendo que desee que esté dentro de mi recto. Yo me movía tratando de calentarlo aún más, con esos movimientos, pero parecía que no lo lograba porque él ni se movía. Que equivocado estaba, cuando ya me había acostumbrado a tenerla en la puerta, de una sola vez, con un empujón, su verga quedó 50% dentro de mí.
– Hay!!!!!!!!!! hayyy! Hahahaha. Que dolor!!! Hay!- grité yo, descolocado del dolor que sentía.
– Huy no, perdón Carlos! Te hice mierda! Te la voy a sacar, no te preocupes.
– Nooooo, no me la saques, dejala adentro, pero sin moverla, para que me acostumbre. Hay! que dolor!- dije un poco lloriqueando.
– Seguro?
– Seguro!- afirmé.
Unos minutos después, comenzó a moverse cada vez más velozmente y con más fuerza. La metía cada vez más dentro de mí, haciéndome gritar de dolor con cada cm más de verga que me introducía, pero al mismo tiempo mi goce crecía exponencialmente y el dolor fue quedando en un segundo plano, hasta que exploté en excitación.
– Ah! Si, si, hay. Ah! Voy a acabar!!! Me encanta!- grité.
Nunca había experimentado un orgasmo así, era espectacular y diferente a todo lo anterior. Empecé a descargar una enorme cantidad de semen, mucho más que en ninguna otra vez en mi vida. Cada embestida de él en mi ano, hacía que mi verga descargara un chorro de semen sin que yo me toque ni siquiera una sola vez, era como estar siendo ordeñado, ya que el roce de su enorme verga en mi próstata producía un gran estímulo en mí, pero con un increíble placer.
– Que increíble! Que increíble!- decía yo, mientras no terminaba de acabar.
– Que colita Carlitos! Tan apretadita que estaba, tan virgencita que era, ahora se siente tan relajadita y entregada.- dijo Manuel.
– Es toda tuya, solo tuya!- le dije.
– Toda mía? Ok, toda mía será.
Comenzó a cogerme muy fuerte, introduciendo cada vez más profundo su miembro, hasta que llegó a estar casi todo dentro de mí. Manuel gritaba de placer, gemía como loco y estaba eufórico, descontrolando su excitación en mí, de una manera brutal. Ahora el dolor reinaba nuevamente, empecé a llorar y suplicarle a Manuel que parara, pero él no me escuchaba en lo absoluto. El dolor era tan tremendo que había sacado todas mis fuerzas, dejándome indefenso ante él. Llegué a sentir que la sacaba completamente, para luego metérmela hasta el fondo de un solo empujón, una y otra vez.
Luego de unos minutos, que a mí me parecieron una eternidad, aceleró sus embestidas y acabó dentro de mi cola, llenándola de semen y haciendo descargar más semen de mi verga, pero esta vez sin placer alguno.
Creo que en ese momento me desmayé, no me acuerdo muy bien lo que pasó, pero cuando desperté estaba en mi cama y junto a mí estaba Manuel con cara de preocupado.
– Que paso? Dónde estoy?- dije.
– Por fin despertaste! Como te sentís?
– No sé, me duele un poco la cola.- le respondí.
– Es culpa mía, perdón! Me descontrolé y perdí el control de mis actos. Soy un hijo de puta.- me dijo.
– Me acuerdo un poco, me acuerdo que sentía mucho placer, pero luego fue mucho dolor.
– Me descontrolé Carlitos, cuando estaba llegando al orgasmo, me descontrolé y te rompí el ano, pero no me di cuenta hasta que acabé. Cuando saqué mi verga de tu cola, tu ano estaba desgarrado y vos estabas desmallado, sin reaccionar.- me dijo.
– Mi ano desgarrado? Y ahora que hago? Tengo que ir al médico! Que le digo? Que vergüenza!- dije un poco desesperado.
– Para! Para! No te preocupes Carlos! No te diste cuenta que tienes una gaza en la cola? Al verte así, me asusté muchísimo, tu cola sangraba y vos no reaccionabas. No me animaba a llevarte a un hospital, por lo que se me ocurrió llamar a un amigo de confianza absoluta que es cirujano. A pesar de vivir un poco lejos, mi amigo llegó en pocos minutos y se ocupó de tu ano.- me contó.
– Ok, menos mal! Me daría mucha vergüenza ir a un hospital con este problema. Pero que le contaste a tu amigo cirujano?
– Toda la verdad, no podía negarlo por las evidencias, había mucho semen en tu cola.
– Y como lo tomo él?- le pregunté.
– Pregúntale a él.- respondió Manuel.
– No te preocupes Carlos, tu secreto y el de Manuel está a salvo conmigo, es un secreto médico y no será revelado. Soy el doctor Rodriguez, cirujano general y mejor amigo de Manuel desde la infancia.- me dijo el doctor ante mi cara de asombro.
Luego, el doc me explicó como tenía que curarme la herida y los antibióticos que tendría que tomar.
Manuel se ofreció a ayudarme, compró los medicamentos y religiosamente venía a mi casa a curar mis heridas anales. Así nuestra amistad creció, ya no solo éramos compañeros de trabajo, ahora éramos verdaderos amigos. Pronto comencé a frecuentar su casa, comíamos asados los fines de semana con su esposa e hija que estaban encantadas conmigo llegando a tal punto que su mujer propuso que yo sea el padrino de su segundo hijo, el cual venía en camino.
Pero cuando estábamos solos, Manuel y yo, volvíamos a unirnos completamente. Con el tiempo, mi ano y mi recto se adaptaron al miembro de mi amigo, para alojarlo cómodamente. Ahora sentía solo placer, sin nada de dolor y ambos disfrutábamos plenamente nuestra relación sexual, que solo es eso, sin sentimientos más que los sentimientos que hay entre buenos amigos.
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