Mi consejero me Penetró
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leopoldodiga12.
Me he convertido en un antisocial, en el fenómeno de la escuela, en la "putita" de los bravucones, de los que sólo piensan en demostrar quien es más macho sin importar el autoestima del prójimo. Mis amigos se alejan, hablan a mis espaldas haciéndome sentir el ser más despreciable y asqueroso del planeta. En la escuela mis notas van en caída libre, poseo más faltas a clase que asistencias, mis padres no saben nada aún, lo único que quiero es permanecer en secreto, en ausencia o morir.
Valente, el vigilante de la colonia se ha convertido en mi único amigo, parece ser el único que me entiende y se preocupa por mi. Me parece un hombre muy amable y atento. Los fines de semana por la tarde salgo al parque, Él siempre se encuentra ahí, podando el césped, barriendo, dando mantenimiento a las canchas de fútbol, en fin es el trabajador de la privada que hace de todo, hasta vive ahí en un cuarto cerca de la caseta de vigilancia.
Me invita a merendar en su casa, ha comprado pan de dulce para hacer menos agobiada la tarde más que nada por Él que se la ha pasado trabajando muy duro.
-¿Qué te pasa? Últimamente te he notado distinto- pregunta.
-Problemas en el colegio- contesto.
Le confieso todo el episodio que ha ocurrido con mi compañero de clase, le cuento que le he comido la verga, le confieso que me he comportado como una "putita corriente".
El sentimiento de arrepentimiento invade mi ser rompiendo en llanto.
-No creí que me fuera a pasar esta clase de humillación- digo sollozando.
Se acerca, toma un pañuelo para secar mis lágrimas.
-Ya pasará, el tiempo lo borra todo- dice.
Sus palabras de aliento y sobre todo sus atenciones tan especiales me hicieron sentir mejor. Trago el último bocado del pan que me ha comprado Valente y le doy la gracias por habérmelo comprado.
-No es que te despida, pero me tengo que bañar antes de que el agua se ponga fría- exclama.
-Me puedo quedar un momento, es que mis padres aún no llegan- contesto suplicante.
Enciende un pequeño televisor a blanco y negro que está sobre un viejo ropero.
-Está bien, pero antes que anochezca tendrás que estar en tu casa- me dice.
Comienzo a aburrirme, en esa televisión sólo se ven un par de canales bastantes aburridos. Pienso en irme a mi casa, me levanto de la silla, dirigiéndome a la puerta de salida.
-Te vas con cuidado- menciona.
Me detengo dando media vuelta, está ahí frente a mi, húmedo, con una toalla amarilla sujeta a la cintura.
-No, sólo revisaba sí la puerta estaba cerrada- contesto.
Mi respuesta, originalmente estúpida de eso estoy seguro.
-Afortunadamente me tocó agua tibia- expresa.
Se despoja de la única prenda que posee, sin ningún aviso, y con tanta naturalidad que traté de pasar desapercibida la acción. Mi cuerpo reacciona, comienzo a calentarme, la temperatura sube, creo que tengo excitación.
Valente, el trabajador de la privada en donde vivo con mis padres, está ahí frente a mi totalmente desnudo, sin ningún pudor, un macho moreno muy moreno, estatura de 1.85 mts, aproximadamente, unos genitales ósculos como el carbón, un pene al descubierto, un pene circunciso, unos grandes y colgantes testículos negros y arrugados.
Me detengo a observarlo, me fascino con su cuerpo oscuro, su cuerpo de un trabajador, sus hermosos genitales oscuros. Las piernas me tiemblan, sin pensar me lanzo a comerme ese trozo de verga carbonizada, parezco un perro hambriento, como un perro rabioso ataco metiéndome toda su verga flácida dentro de mi boca, una verga que huele a limpio, huele a jabón.
-Mmm, con cuidado no me vallas a morder- susurra el trabajador.
Sólo lo escucho, no me detengo, sigo comiéndole el rabo, me encanta, me vuelve loco, me comporto como un salvaje, lamo perine, testículos y pene a la vez.
De pronto, Valente retrocede un paso haciendo salir de mi boca su gran pene, su pene oscuro como la ceniza. Hace que me ponga de pie, ahora su lengua es la que trabaja, lanza lengüetazos a mi cuello, la introduce mis oídos. Sus manos se apoderan de mi, me exploran el cuerpo, desde la espalda se deslizan hasta mis nalgas, las toma con sus manos estrujando las con fuerza, las presiona, las separa, las junta de nuevo y las vuelve a separar, con esa acción mi cuerpo responde, la zona anal se contrae autónomamente. Su lengua me sigue probando la piel, su respiración tan fuerte, tan profunda hace que me den escalofríos, mis labios cerrados se humedecen ahora de su saliva, me los lame de abajo hacia arriba, desliza ahora su lengua como sí fuera una tarjeta de crédito por mis labios introduciendo levemente su lengua en mi boca.
-Estás bien rico "mijo", quisiera seguir probando- susurra.
El cuerpo me tiembla, no es por el frío, supongo son los nervios, no sé. Sus manos me liberan las nalgas, sólo para darme vuelta. Pareciera un asalto, en la espalda siento como un arma blanca apuntando, un puñal presionando, pero no estoy tan lejos de la realidad, su pene erecto se presiona contra mi. Valente me baja los pantaloncillos hasta los tobillos, pasa sus dedos por la línea que separa mis glúteos, los pasa presionando hacia adentro como para alcanzar a tocar mi esfínter anal, lo hace un par de veces antes de llevarse los dedos a su nariz, los olfatea repetidas veces, inhala el aroma extraído de lo profundo de mis nalgas, lo hace como sí quisiera impregnarse de mi, como si quisiera guardar mi aroma, al exhalar lo hacía como tal cual comercial de la Coca/Cola al dar el primer trago al refresco.
No pronuncio ninguna palabra, me limito a sólo disfrutar la manera en que me toca, la manera en que me lame , la manera en la que él también me goza. Su brazo izquierdo me toma del abdomen como sí me abrazara, con el brazo derecho me abalanza contra el viejo ropero, me inclino y sujeto de el para no caer, me siento incómodo, me siento expuesto, mi culo está a disposición, me pongo más nervioso, no sé hasta donde llegará este episodio. Valente dobla sus rodillas a modo de posicionar su rostro frente a mis nalgas. Me acaricia esta vez con movimientos, suaves, lentos y circulares, ha tomado mis glúteos, los separa lentamente, con sus dedos decide hurgar, investiga el terreno frotando con la yema de su dedo contra el esfínter anal, al hacer eso, inconscientemente reacciono y trato de cerrarlo aún más.
-No quiero que te muevas- dice suavemente.
Mi esfínter anal se siente cálido y humedecido, la lengua de Valente se a apoderado de esa parte de mi, me lame como sí fuera un perro con su amo, me lame profundo y presionando, me vuelvo loco,quiero gritar, quiero gemir pero no lo hago por miedo a que descubran la escena que estoy viviendo. Me tranquilizo pero no demasiado, quiero gemir, pero me limito a mover mi culo, lo respingo y lo muevo de nuevo, Valente lo goza de lo lindo, no se cansa de lamerme, pareciera como sí no hubiera comido en años, me lengüetea, se empapa de mi, se alimenta de mi ano, me lanza pequeños piquetes con su lengua como queriendo introducirla en mi esfínter pero no lo dejo entrar, presiono con todas mis fuerzas y el sigue intentando, Yo gimo en silencio, la excitación me gana dejándolo entrar sólo por poco dentro de mi, logró sentir como entra la punta de su lengua en mi haciéndome pedir más, quiero más, mi cuerpo lo pide, me vuelvo loco y Valente también, mientras muevo el culo él trata de meter más la lengua. Tanta excitación me doblegaba las piernas, me hacia desvanecer, me hacia perder la cabeza.
-Que cerradito estás, me encanta tu culito- me dice.
Enderezo el cuerpo poniéndome frente a él, une nuestros labios haciendo que nos besemos, un beso que combinaba nuestras esencias, un beso que me hizo pedir más.
-Quiero que me hagas tuyo, quiero que seas mi hombre- le digo.
Retrocede, me mira a los ojos, le noto sorprendido, como salido de órbita, su expresión al alejarse me asusta dejándome inquieto.
-¿Estás seguro de lo que me pides?- me pregunta desconcertado.
-Si, quiero sentirte, quiero que me hagas el amor- le contesto.
(¿Hacer el amor?, que estúpido fui al decir eso en ese momento, gracia me causa ahora al recordar esa frase.)
Con mucha ternura me recuesta sobre la cama, me acaricia los pezones con movimientos circulares, los pincha levemente. Me mira a los ojos y sonríe, ese gestó me tranquiliza. Toma en sus manos una almohada para colocarla debajo de mi, la coloca en la zona de mi espalda baja, se posa sobre mi presionando su polla en mi abdomen, se mueve lento, nuestros labios nuevamente se encuentran, nos damos un beso, un beso realmente fantástico, sus labios en contraste a sus manos llenas de cayos son suaves, unos labios aterciopelados.
-¿Listo?¿Estas seguro, de lo que quieres?- me pregunta.
No le contesto con palabras, me limito sólo a darle un corto pero profundo beso como símbolo de una respuesta positiva a su pregunta.
-Prometo que no te lastimare, lo haré con cuidado- murmura.
Toma un poco de crema corporal y se lo unta desde la punta hasta la base de su pene que a juzgar por lo recuerdo parecía una macana, un pene negro brillante de unos 18 centímetros de largo y de un grosor sorprendente. Toma un poco más de crema entre sus dedos y me lo unta en medio de mis nalga, en mi esfínter anal, lo siento frío y doy un brinco como reacción, él sonríe mientras lo unta suavemente en mi.
Separa mis piernas al mismo tiempo que las levanta posandolas sobre sus hombros, se acerca más a mi hasta que siento su miembro viril recto rozarme el esfínter. Posiciona la punta de su trozo de carne contra mi año, hace presión pero no demasiado, lo hace lento y pausado, aún así me esta causando dolor, pero decido no manifestar el dolor que me causa, Nuestras miradas se cruzan y el precio a más contra mi, me siento desgarrar, me siento como sí me cortaran con una filosa daga, me duele mucho pero me aguanto. Ni siquiera me ha penetrado y ya siento morir, Valente presiona y poco a poco esa verga oscura se abre pasó dentro de mi cuerpo, el dolor es insoportable pero vale la pena, me estoy haciendo parte de él, cada segundo poco a poco se introduce más en mi, los pliegues del esfínter se desgarran ocasionando ardor, un ardor que quema.
-Respira profundo, relajare. Pronto el dolor acabará- susurra.
Obedezco pero parece no dar resultado, me sigue haciendo daño, un daño que duele pero que gusta la mismo tiempo.
-Estás muy estrechó, aprietas bien rico niño, ahí te va un poco de verga más- exclama.
Tal vez la lentitud del proceso lo hizo decir eso, la desesperación de Valente lo orillo a introducir de un solo empujón el resto de la cabeza del pene.
-¡Ay no, sacármela por favor!- grito desesperado.
-Tranquilo ya pasó, no te muevas y te dejará de doler- contesta.
Segundos nos quedamos sin movernos, el dolor era intenso un dolor punzante. Valente tenía razón, el dolor pasaría, mi culo pedía más verga y Valente estaba dispuesto a dármela, poco a poco me fue penetrando más y más hasta que toda su gran polla invadía mi cavidad anal, nos detenemos de nuevo para que mi esfínter se adapté al grosor sobre humano que posee la verga de Valente. Bajo mis piernas de sus hombros deslizandolas a los costados de su tórax, mis piernas ahorran lo envuelven, lo aprisionan, parezco un bebé chimpancé colgado de su madre, al aprisionarlo no le doy más que remedió que comenzar el movimiento de fricción, un introducir y sacar se vuelve continuo y repetitivo, de lento a salvaje, me folla de una manera romántica a una follada de animal, me trata como a una esposa y al mismo tiempo como a una prostituta.
Observo el rostro de Valente, se ve satisfecho, se ve agotado, noto que le pone empeño mientras me penetra, me penetra tan delicioso que sin tocarme exploto en una magnífica eyaculación espontánea, una eyaculación que me hace que expulsé toda es atención acumulada, al hacerlo contraigo y contraigo el esfínter ocasionando un extremo placer al hombre que esa tarde me había escuchado, al hombre que me entendía más que mis propios amigo. Valente al sentir que estaba a punto de experimentar la eyaculación trata de sacar su verga de mi culo para terminar fuera de mi, me percato de lo que trata de hacer y no lo permito, lo aprisiono fuertemente con mis piernas y no lo dejo ir, por el contrario. Meneo más y más el culo, aprieto y aprieto con todas mis fuerzas al esfínter anal, hasta que Valente explota de una vez por todas, explota y me embiste como enfurecido, me penetra hasta el fondo dejando dentro de mi todo ese manjar de macho, todo ese semen. Él gime fuertemente, gime y me embiste de nuevo. Ambos hemos terminado exhaustos y gozosamente.
Valente sigue dentro de mi, me doy cuenta que su erección está pasando pero aún así él mientras me besa me sigue penetrando como sí quisiera dejar su semen lo más dentro posible.
-Me tengo que ir, mis padres ya deben de estar en casa- susurro.
Me visto rápidamente para irme a casa antes de que salga a buscarme y tenga que darles una explicación.
-Leo, recuerda que a partir de hoy me perteneces- dice.
Al alejarme de Valente una tristeza me inunda por que no puedo quedarme toda la noche con el, pero la alegría regresa al recordar que al menos una parte de el me acompaña… sus fluidos masculino dentro de mi.
Atte. Tu amigo Mexicano LeopoldoDiga
Este ha sido uno de mis encuentros Homo Eróticos que he disfrutado.
Relato Original.
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