Mi deporte favorito.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace como un año, en enero del 2014, había entrado a practicar un arte marcial llamado Hapkido, era totalmente nuevo en los artes marciales, era un total inexperto, con el tiempo me fui incorporando y cada vez me fue costando menos, y eso facilitó estar todos los días practicando, no es una academia muy grande, así que no vienen muchos alumnos regularmente, solo 5 o 6 más los profesores y el maestro, el dueño de la academia, un día en particular, que vine a practicar ya con el uniforme puesto, noté que el maestro no había venido, y no había ningún alumno, solo estaba un profesor, el profesor Bruno Gomez (nombre y apellido cambiado por obvias razones), tiene 23 años, estaba vestido con unos jeans, unos zapatos lotto, y una camiseta, es un hombre de cabello marrón, ojos algo verdosos y una nariz normal por así decirlo, yo no soy muy atractivo o no me considero así, tengo el pelo negro y lacio, ojos café claros y mi nariz está algo pequeña la verdad, no tanto pero alguito pequeña, el uniforme de la academia, en prácticas normales es un short rojo y negro hasta las rodillas, y en entrenamientos con otras academias y torneos es uno negro hasta los tobillos. la cinta del color que corresponda y una camiseta negra con el logo de la academia en el pectoral izquierdo, por alguna razón que no recuerdo, no llevaba ropa interior, no le di mucha importancia a eso hasta más tarde, lo vi y le pregunté porqué no había venido nadie.
M:¿Profesor Gomez?
G: Manuel, que gusto verte, ¿vienes a practicar?
M: Eh, sí, ¿dónde están los demás?
G: Pues nadie ha venido y el maestro tuvo un compromiso, me dejó a cargo de la academia
M: Ah ya veo
G: ¿Aún así quieres practicar?
M: Sí, porqué no
G: Está bien, iré a ponerme el uniforme, haz el precalentamiento mientras.
Entonces fue cuando entró detrás una cortina a vestirse, empecé a estirar un poco las piernas y mis brazos, cuando de repente noto que la cortina estaba medio entreabierta, y me permitía verlo perfectamente, mientras se sacaba sus jeans, y sus bóxers, y me permitía ver su enorme verga flácida, en ese momento, tuve una erección, lo que a mi mismo me sorprendió, porque como ya dije nunca me habían atraído los hombres, mi pene mide 23 cm y me iba a ser difícil disimular la erección ya que no tenía ninguna ropa interior, él se había puesto el buzo de color negro que le llegaba hasta los tobillos, cuando salió, me vio y hechó una pequeña risita, le pregunté que qué era y me dijo que nada, practicamos como si nada, hicimos el calentamiento, se me había pasado la erección, en una parte del calentamiento, había un estiramiento que necesitaba de dos personas, uno levantaba las dos piernas, y estiraba una hacia cada lado estirándolas, quedando en posición como para meterla, no tenía ningún significado sexual para mi, hasta ahora, me hizo recostar en el tatami (la colchoneta sobre la cual practicamos) y me abrió las piernas estirándolas, lo hacía despacio y esto hacía que no me doliera, como no estaba empezando a contar hasta 10 como es usual en cada estiramiento, iba a empezar a contar yo, hasta que me dijo lo que me dijo.
M: Un- * me interrumpe*
G: ¿Te exitaste al verme entre las cortinas?
M: ¿¡EH!? *dije fuerte y con algo de miedo*
G: No te hagas del que no sabes…
*silencio*
G: Sabes… algunas veces… yo me he exitado viéndote practicar
Por la situación, yo me empezaba a calentar y pronto tuve una erección.
M: Profesor Gomez… no soy g-
G: ¿Gay?
M: Sí.
G: Pues tu cuerpo parece reaccionar de otra manera *dijo tocándome la verga por encima del short*
Yo en ese momento no sabía qué hacer, estaba tan exitado, en ese momento, tenía tantas ganas de comerle la verga, en ese momento me soltó las piernas y se acercó a mi, yo aún en el suelo, y me dio un beso, uno de los mejores que me han dado diría yo, me metió la lengua hasta el fondo de la garganta, casi literalmente, dejó de besarme y acto seguido, se quita la camiseta, dejando ver sus hermosos abdominales y pectorales tan fuertes, no tenía pelo, lo agarré por la espalda y empecé a lamer sus pectorales, lo bajé hasta que se acueste en el tatami y le empecé a lamer lentamente, fui bajando cada vez a ritmo más lento, esta vez dándole besitos en el abdomen, hasta bajar hasta su pene, lo tocaba y lo acariciaba por encima de su buzo, hasta que bajé su pantalón, su verga era tan hermosa con esos pelitos al rededor y ese movimiento palpitante que me volvía loco, luego me agaché un poquito y empecé a darle ligeras lamiditas a la punta de su verga, era tan grande, aún más que la mía, me la metí toda a mi boca con cuidadito de que no rozaran mis dientes, escuchaba esos gemidos tan tiernos que me exitaban aún más, movía mi cabeza chupándole la verga, lo hacía al igual que mis manos, en un rato, él alcanzó un climax dejando salir una cantidad de leche realmente abundante, era tan deliciosa, la sentía deliciosa, la tragué sin dudarlo y dando lamiditas a la punta de su verga limpiaba el resto de semen que no había caído en mi boca, con estas lamiditas, pronto se había puesto dura otra vez.
Estaba encima de él, me acosté en el piso esperando que hiciera lo mismo que yo le hice, pero no, cuando me acosté, inmediatamente me dijo que me dara la vuelta y levantara la colita un poquito, al principio me asusté pero decidí obedecerlo, nunca antes me habían cogido por el culito ni había metido nada, así que no sabía cómo era eso, me quitó el short, dejándome sin nada, ya que les recuerdo, no tenía ropa interior, mis glúteos son bastante firmes para un hombre, no tengo pelos ahí ni en la verga ya que me lo depilaba porque sabía cómo hacerlo, pensaba que el día que cogiera con una chica no le gustaría ver eso, no me lo hubiera imaginado que pasaría con un hombre, él empezó a lamerme suavemente el ano, y a darle besitos, mientras con una mano me masturbaba lentamente, luego de un rato, puso su verga en la entrada de mi ano, pensé que tardaría algo en entrar y que me dolería, pero entró de una, y si que dolía, y los primeros mete saca eran un dolor insoportable que trataba de disfrutar, pero luego se convirtió en un inmenso placer que no quería dejar de recibir, sentía cómo sus huevos golpeaban mis nalgas, y me encantaba, era lo más rico que había sentido en toda mi vida, le pedí gimiendo que me diera palmadas en las nalgas, y así lo hizo, empezó a decirme "Eres mi putita? ah ah ah" a lo que yo, gustoso respondía "si papi, soy tu putita, aahh aahh"
Luego de un rato así, yo estando en el cielo, siento una chorrada de leche caliente y espesa dentro de mi, él había terminado y su leche no dejaba de salir, sacó su pene de dentro de mi y me hizo dar vuelta, acostado, me hizo limpiarle la verga con mi lengüita, y así lo hice, recorriendo cada parte de su verga, en cuanto terminé de lamerla, fue más abajo y empezó a lamerme y chuparme la verga, le daba besitos y lamiditas de vez en cuando, me encantaba, mientras movía su cabeza chupándomela, llegué a un maravilloso climax, llenándole su boquita de mi semen, que no paraba de salir y era abundante, había tenido el mejor rato de toda mi vida, sin dudarlo, me dio un beso metiéndome la lengua, y acto seguido se levantó a ponerse su ropa, yo hice lo mismo, desde ahí en todas las prácticas, cuando nadie ve, nos damos uno o dos piquitos, llegué a tener otras experiencias con él y con más hombres, pero es cosa que contaré en otro relato.
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