Mi deseo por Raimundo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde que abrí mis ojos al mundo lo primero que vi fue el mar, la mayor parte de mi vida lo viví en un puerto de pescadores donde mi padre tenía un barco de pesca artesanal y mandaba a la tripulación, por ese entonces yo era el último de seis hijos y tenía como seis años, jugaba con caracoles, conchas, cangrejos y otros crustáceos, conocí a Raimundo que era hijo de uno de los pescadores que estaba a las ordenes de mi padre, Raimundo que tenía algo así como nueve años, recién estaba viviendo un año en el puerto, era muy bueno conmigo
Mi familia confiaba mucho en Raimundo y en toda su familia, él me cuidaba cuando nos adentrábamos en el manglar yo siempre llevaba el saco para recolectar conchas y ostras grandes, poco recolectábamos durante la mañana, ya en la trade vendíamos a los compradores, me gustaba mostrarle el poco dinerito ganado a mis padres y a mis hermanos que se me reían.
Cuando caminábamos juntos adentrándonos en el manglar lo veía que se rascaba por dentro de la trusa y yo también le seguía con el dizque juego, al principio me daba recelo que me viera el pene cuando orinaba, me llenaba de recelo pero con el paso del tiempo tomé confianza hasta que nos mostrábamos los penes al orinar una vez me sentó sin trusa con las piernas abierta y me enseñó como masturbarme con los dedos de forma deliciosa, en las ocasiones después de orinar nos pegábamos los penes, el suyo era más grande, nos corríamos los penes con los dedos hasta ponerlos gruesos y erectos, Raimundo me hacía señas que me acueste boca arriba sobre la mancha de suelo seco me daba cuenta que su cuerpo se acostaba sobre mi humanidad pegando nuestros penes sobándolos después me daba la vuelta para sentir el paso de su pene por mi espalda, pompis y muslos yo después le hacía algo igual.
En otras veces antes de empezar la recolecta tendíamos los sacos me hacía juegos por detrás de mi espalda con las manos sobándome todo el cuerpo y haciéndome que lentamente me arrodille y me acueste sobre los sacos tendidos completamente acostado boca abajo, soportando el peso de su cuerpo sobre mi humanidad, me acariciaba mucho la espalda golpeando el aliento por mi cuello, sentí el recorrer de sus manos por mi piel mi trusa se corría lentamente por la fuerza de sus manos sacándola por mis pies poniéndola junto a la suya para eso ya mi culo estaba al descubierto de ahí venía ese roce rico de su pene por mis culo y de nuevo se acostaba completamente moviendo su cuerpo rápido deteniendo cuando ya lo creía conveniente, después yo me acostaba sobre su espalda corriéndole mi pene en el culo, después nos parábamos para orinar en el mangle, callaba a mis padres de lo que Raimundo y yo hacíamos porque me iba gustando, ya con el paso del tiempo permitía que me hiciera el amor a mi culo con metidas al aguante porque ya me acostumbraba a sentir eso rico de su pene pero tuvo que irse y ahí quedó esa deliciosa experiencia en el mangle, lo extrañé mucho.
Con el pasar del tiempo hacía esos mismos jueguitos con mis amigos más pequeños pero sus penes pequeños no se comparaban con ese pene grueso de Raimundo que me hacía sentir al pasar por mi culo.
Pasaron los años, ya estaba en la edad de adolescente con mis doce años, mis inquietudes sexuales estaban creciendo, notaba mi pene que crecía al masturbarme deliciosamente con mis amigos pequeños que los invitaba al mangle o en mi casa, en mi cama me acostaba sobre ellos con nuestros cuerpos desnudos entre sábanas calladito que los adultos no se dieran cuenta, lo hacía más frecuentemente con Nicandro, un chiquillo precioso de ocho años, tenía un hermano que se llamaba Lorenzo de once años.
Yo me miraba la pelvis y ya tenía pelitos, en una ocasión en que lo tenía acomodado a Nicandro en filo de cama pasándole el pene me entró un gustito más delicioso de lo que estaba acostumbrado, al principio sentí extraño, como que mi cerebro latía, mis venas circulaban sangre muy rápido, mi corazón acelerado, se contrajo mi ano latiéndome mucho el pene y me salió un deseo de botar un liquido entre transparente y blanco chorreado, había sido mi primer semen que mojaba el culo de Nicandro, me quedé un ratito viendole como le brillaba el culo reaccione en limpiarlo con mi trusa y después salimos del cuarto, me quedo grabada esa rica sensación y con Nicandro se lo hice así varias veces, cada oportunidad con mayor gusto.
Me dio mucha alegría saber que Raimundo retornaba con su familia a trabajar al puerto, tenía voz ronca, había engordado un poco, sus manos gruesas pero no había perdido su belleza física ni su hermosura interior, desde el primer momento Raimundo fue muy amistoso conmigo, intercambiamos sobre el tiempo de nuestra ausencia en decirnos muchas cosas, menos el tema de nuestros juegos de infancia, a sus diecisesis años tenía un pene muy grueso que se notaba en la trusa cuando se bañaba, desde lejos no podía dejar de mirar ese pene que años atrás me había hecho feliz mi culo y esas piernas y su culo que tanto las había rozado con mis manos.
Una mañana de fin de semana llovía fuerte, Raimundo y yo estábamos limpiando la cubierta del pesquero, fuimos dentro a secarnos, nos vimos las trusas con los penes amoldados, sentados muy cerca oímos música me dejé rozar disimuladamente las piernas y la espalda. Raimundo tenía una mirada especial hacia mí, pero se interrumpió por el movimiento de otras personas en el barco, desde ese día pensé que no había olvidado como yo aquellos momentos de nuestra infancia.
Me estaba bañando en el mar con unos amigos, de lejos veo que Raimundo se adentra en el manglar con Lorenzo y Nicandro, de repente Nicandro se acerca donde estábamos nostros, se unía a bañarse con nosotros, intuí que algo pasaba y nadando me alejaba al dismulo de donde estaban mis amigos cuando pude me adentré en el mangle, caminaba despacio con mucho cuidado cuando vi a Raimundo acostado sobre Lorenzo, no tenían puesta la ropa, habían puestro unas ramas como cama, ya estaban para irse del lugar y yo regresé donde me estaba bañando, momentos después veo que se acercan Lorenzo y Raimundo a bañarse con nosotros, me vino como un tonto celo de verlos jugar y abrzarse en el agua, lo que vi me puso caliente, de regreso a casa, veo a mi mamá y a mis tres hermanas lavando detrás de casa me acerqué a enjuagarme, estaba solo dentro de mi casa iba a mi cuarto a pajearme en nombre de Raimundo pero por la ventana veo pasar a Nicandro que solo tenía puesta la trusa bien a justada que hacía visible su culo y su pene, eso me calentó mucho, lo llamo y entra a casa, aproveché de ese momento para llevarlo rapidito a mi cuarto quitarle la trusa y besarle como un loco todo su cuerpo le mamé el pene pensando que era el de Raimundo, tenía en mente el poco tiempo para culearlo a Nicandro que le gustaba lo que le estábamos haciendo como en otras veces, me acordé de la escena del manglar que vi hace rato me recosté en el filo de la cama puse dtrás a Nicandro que su pene se ponía algo tieso, abrí con una mano mi culo para que se descubriera mi ano, con mi otra mano hacía que el pene de Nicandro entrara, me gustaba mucho que su cuerpo descanse sobre mi espalda y su cintura se moviera a mi orden para adelante y para atrás, luego lo tomaba de la cintura y lo ponía a filo de cama, me ponía detrás abriéndole el culo para meterle la cabeza de mi pene, esa vez se la metí más que casi lo hice llorar no se dejaba que se la siguiera metiendo, me salión un buen chorro de semen que cayó al piso, rapidito nos pusimos la trusa, Nicandro se fue a jugar y yo me quedé con una respiración pausada escuchando música acostado en mi cama sobándome el pene pronunciando el nombre de Raimundo con el aliento que me salía.
Hubo oprtunidad de estar a solas en casa de Raimundo jugando cartas o damas, de a poco fuimos insinuándonos logrando plenamente acariciarnos en secreto, la mayoría de veces lo hacíamos en su casa, yo simplemente cerraba mis ojos y me dejaba llevar por sus manos y su voz, cuando sentí su pene me entró un deseo con escalofrío, tomaba su pene haciéndolo recorrer por mis muslos, barriga, pecho y llegando a mis labios que junto a mi nariz ya percibía su olor natural, en su casa le mamaba el pene, terminábamos culeandonos desnudos en la cama, hacíamos varias posturas, la que más me gustaba era la de apoyarme al piso con las manos bien abierto de piernas y Raimundo por detrás de mi estaba arrodillado frotando el pene en mi culo, me hacía penetradas al aguante y luego dejaba su semen en mi piel, huebieron pocas veces que le mamaba el pene lleno de semen.
Aquella vez que remábamos en una canoa por el estero el sol era fuerte íbamos por la orilla ayudándonos de las sombras, de repente Raimundo se abalanza contra mi moviéndose sobre mi cuerpo con besos y caricias ambos teníamos nuestra piel caliente, como pude me encorvé sobre la tabla que cruzaba la canoa, Raimundo y yo desnudos con nuestra canoa metida en el manglar cuidadndo que no nos vieran, aprovechamos de nuestro momento con movimientos lentos que me hacía con el pene en mi culo aguantando la metida de su pedazo de rica carne, yo me entumecía desde el fondo de mi alma deseaba que me culeara bien mi ano pero sentía recelo y miedo, mi instinto hacía separar mi ano de su pene que lo soportaba al aguante, escuchaba que me decía que me dejara, me sujetó los hombros con más determinación haciéndome mover para atr´ñas y para adelante, ya sudábamos tanto, sacaba el pene y me daba de golpecito en mi coxis, lo pasaba húmedo por mis muslos, la saliva salía de su boca en dirección a mi ano como escupitajos, si, desea ser suyo, pero el miedo me invadía, no pude más con sus caricias y me dejé llevar, su pene entraba de nuevo, el dolor se hacía fuerte, de un templón sentí adentro un dolor latente, Raimundo no dejaba de hacerme le mete y saca yo pujaba le pedía que me dejara pero el insistía en romperme el culo totalmente y dejarme bien abierto el ano, los movimientos aceleraban y mi dolor aumentaba, solo cerraba mis ojos apretando mis dientes, haciendo muecas de dolor gimiendo y pujando ya no sentía mis piernas, manos y brazos se me adormecían por estar en esa posición de perrito, Raimundo terminó con su faena en mi culo por un rato estuve quieto me paré con dificultad con un fuerte dolor en el culo, la sangre recorría mis muslos con algo de semen, Raimundo en silencio tomó su trusa y la pasó por mi culo aseándolo, el latido de mi ano así como la ardencia no paraba, me quedé sentado con la imagen ene l infinito mediatando lo que habíamos hecho, lo vi a Raimundo que lavaba su trusa en el agua de mar algo d ecolor rojo podía verse, crero que esa era la prueba de haberme desvirgado, Raimundo remaba yo lo miraba detrás no hablamos mucho, casi al llegar al muelle me pidió perdón, yo no sabía que decirle tenía un fuerte impacto emocional, dentro demí me decía que eso lo había buscado desenado ese pene dentro de mi, pero me sentía raro, por unos días no hablamos.
De lejos nos mirábamos, Raimundo cortó el hiuelo y volvimos a tener confianza, a solas en mi casa pensdaba en esa culeada de la canoa y en el desvirgue que me había hecho, tenía fija en mi mente el pene de Raimundo de cómo se lo mamaba y lo sentí dentro de mi, me masturbaba pensando en él y me metía los dedos ene lano pensando que era su pene, las veces que estaba solo con Nicandro en casa le hacía meter el pene en mi ano pero no snetía algo igual como el pene de Raimundo, decidí insinuarme para que me culeara, aprovechaba de vez en cuando se quedaba solo en casa, allí sin decir mucho me dejaba culear en su cama, me gustaba más y más ese pene, deseaba sentirlo y le ayudaba a metérmelo me decía en mi mente con los ojos cerrados así, así, así, mi amor, culeame, culéame, el semen quedaba por mi ano y terminábamos abrazandonos con nuestros cuerpos desnudos sudados cubiertos por sábanas.
Me tocó de viajar a otro pueblo a estudiar, mi amaneramiento se hacía algo notorio pese a dismularlo, Raimundo me culeaba los fines de semana ya sea en su casa, bañándonos en el muelle a escondidas pero más lo hacíamos en el mangle, en aquel lugar donde iniciamos con nuestros culeos en la infancia. Fue un bonito perido de mi juventud, Raimundo tengo tu foto cerca de mi velador, vives en mi mente, pasarán los años, pero aún te amo mi amor.
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