Mi Encuentro con Antonio
Esta historia es parte importante de mi vida, de como me he animado a tener sentimientos hacia otro hombre..
Lo que contaré en las siguientes líneas, corresponde a vivencias propias y reales de hace algunos años atrás y que aún hoy tienen incidencia en mi vida.
Mi nombre es Marcos, estoy casi en mis 40’s y la historia a continuación me tiene como protagonista a mi y a Antonio, el gran amor de mi vida.
Soy un hombre casado hasta hace un tiempo con una bella mujer y tengo un hijo. Hace varios años tomé la decisión de abrir una cuenta de redes sociales. La impericia en el tema me llevó a tener como contactos tanto a conocidos como desconocidos. Captaba de estos últimos todo lo que podía potencialmente llegar a servirme. Entre ellos, había un masajista, su nombre era Antonio. Lo agregué y un mensaje suyo a modo de bienvenida no se hizo esperar. Me escribió por privado, diciendo que era un gusto conocerme. Comenzamos a hablar de su trabajo, del mío, y de la vida de ambos. Cerró esa noche la charla, diciendo que le habían encantado mis fotos y que sintió especial debilidad aquellas en donde estaba con mi hijo. Al salir del chat, me di cuenta que le había dado me gusta a todas esas fotos. Esa noche me quedé pensando en lo bien que me había caído el tipo, hasta que me dormí. Al otro día, al despertar, tenía un mensaje de él, una foto con una linda sonrisa y un mensaje deseándome los buenos días. Me pareció raro, pero me gustó recibirlo. Obviamente retribuí los buenos deseos fuí a trabajar y al salir, nuevamente un mensaje. Era él, pidiendome disculpas si yo lo veía «pesado», le dije que no se preocupara, que me gustaba recibir sus mensajes. Esa noche hablamos de temas un poco más privados, de la vida en pareja de cada uno (me confesó que era gay), las cosas buenas y los conflictos y de a poco, sin darme cuenta, tenía un interés creciente hacia él. Desperté temprano al día siguiente, quería ser yo esta vez quien lo saludase y desearle los buenos días. Pero no me animé. Al salir de trabajar, tenía un mensaje de él saludando, hice lo propio y le conté de mi saludo «fallido». Me confesó que esperaba un mensaje mío…que le hubiera gustado recibirlo. Fué ahí en donde comencé a sentir algo más que una incipiente amistad con Antonio. Los días fueron pasando y las charlas subieron un poco de tono. Antonio me decía que no me lo tomara a mal, pero que se sentía muy atraído hacia mi. Le dije que no confunda las cosas, pasaron más días, en donde ganamos confianza y finalmente me invitó a su casa, para charlar y reírnos un rato. Llegué puntual y al tocar timbre bajó un hombre que me llevaba 10 años aproximadamente, pero un excelente estado físico, me miró unos segundos, me hizo pasar. El corazón me latía con fuerza y aún no sabía el porqué. Subimos hasta su departamento, mientras caminaba sentía su perfume y veía su ancha espalda y su estrecha cintura, y por mas que me haya costado aceptarlo, unas nalgas de infarto. Pasamos a su lugar, estaba solo, me llamó la atención que no esté su pareja, me dijo que a esa hora trabajaba… me miró de nuevo unos instantes y me abrazó fuerte, lentamente, como si quisiera sentir el roce de mi cuerpo con el suyo. Me besó la mejilla y bajó disimuladamente con un beso en el cuello. Eso hizo que me excitara un poco. Se sentó en el sillón y me invitó a hacer lo mismo. Charlamos un poco, el hablaba suave, pausado. Me invitó a sentarme a su lado. Accedí, y me empezó a masajear la espalda, acariciaba los hombros y bajaba hacia mis pectorales y abdomen. Me dijo que me sentara más cerca suyo y frente a frente… así lo hice, me empezó a masajear el cuello y acercó peligrosamente su cabeza hacia la mía. Mis sentidos no me respondían…estaba completamente hipnotizado. ¡Nunca me había pasado algo parecido con un hombre! Me acerqué un poco más, reuní coraje y le besé tímidamente los labios. Me miró y se sonrió. Lo tomé como un permiso y volví a besarlo, esta vez abriendo mi boca y empujando con mi lengua sus labios. Besaba cada rincón de su boca y bajaba al cuello como si la vida se me fuera en ese acto. Estaba excitado, y con un instinto casi animal. Le agarraba el cabello y lo tironeaba para girar su cabeza y seguir besando su cuello. Me pidió que no pare que le encantaba como besaba. Nos abrazabamos con fuerza y con esa misma fuerza nos besábamos. Me pidió permiso para desabrocharme el pantalón. No respondí, a lo que me dijo que no me iba a faltar el respeto. Por miedo a que se retracte accedí. Empezó a desabrochar el cinturón, tan lentamente mientras besaba mi abdomen, que lo único que quería era que lo hiciera rápido. Tenía mi pene que quería salir, no aguantaba más. Y a través de su pantalón pude ver que estaba muy excitado también. Me bajó la ropa interior, me olió alrededor de las ingles y lo disfrutaba, eso me excitó aún más. Paró su boca delante de la cabeza de mi pene y me miró como pidiendo permiso para meterlo en su boca. Le dije que sí, y empezó a darme la mejor mamada que tuve en la vida. Yo agarraba su cabello con fuerza y le hundía más la boca en mi pene. No me gustó nunca ningún hombre pero Antonio había derribado todas esas cuestiones, yo tenía un deseo cada vez más grande hacia él y comencé a tener unas ganas irrefrenables de verlo desnudo. Le saqué la ropa mientras él continuaba haciendo magistralmente lo que hacía con su boca. No dejó parte de mi cuerpo sin besar. Volvió al pene y siguió con el sube y baja hasta que sentí un calor en el cuello, le dije que estaba por venirme, me agarro fuerte las nalgas y metió mas mi pene en su boca. Acabé como nunca antes! Y tragó todo el semen que salió. Me miró, me abrazó fuerte y estuvo recostado en mi pecho acariciándome unos 10 minutos sin decir nada. Yo trataba de acomodar el remolino de pensamientos en mi cabeza. Llegó el momento de irme. Lo abracé con fuerza, no quería dejarlo. Cuando da media vuelta, lo tomo de la mano, lo atraigo hacia mi con fuerza y lo beso con toda la pasión que tenía, apretaba mis labios con fuerza y sentía como mi lengua ultrajaba su boca. Al terminar de besarlo lanzó un suspiro de excitación y atinó a decirme «andá porque te juro que te llevo adentro conmigo y no te suelto». Lo abracé, me despedí. Y me fui. Así fué mi primer encuentro con Antonio, por supuesto siguieron a lo largo del tiempo. No esperen nada fantástico ya que lo relatado es 100% real acerca de una historia entre un hombre gay y un hetero quien nunca había estado con un hombre. Háganme saber si desean saber más y continúo con el relato.
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