Mi esposa me agarró con las manos en la masa, o mejor dicho con una verga dentro de mi culo.
Lo que voy a contarles, me sucedió, con otro hombre, con el que mi mujer me agarró infraganti, las consecuencias que eso me trajo.
Mi esposa y yo llevábamos varios años de casados, y hasta esos momentos nunca habíamos tenido ningún problema, aparte de los económicos como la mayoría de las parejas que conocemos.
Tras mucho ahorrar y privarnos de bastantes gustos, finalmente reunimos lo suficiente como para comenzar a realizar las gestiones de comprar una casa.
Les hablo de todo eso para que se den una idea, ya que, por ahorrar dinero, decidí yo mismo realizar los arreglos de la casa, aunque por consejo de mi esposa, contraté un ayudante.
Durante el día sábado el ayudante que contraté, y yo nos pusimos desde temprano a limpiar, para luego dedicarnos a pintar.
Todo transcurría de manera normal, pero ya después del mediodía, debido al exceso de calor, mi ayudante se despojó de su camisa, quedando con todo su torso al descubierto, la verdad es que aun después de casado, en múltiples ocasione he tenido encuentros íntimos con muchos hombres, pero claro está sin que mi mujer, ni mis amistades o parientes se enterasen.
En esas ocasiones, siempre he adoptado un papel pasivo, pero todo lo que he hecho, ha sido de manera extremadamente discreta, pero al verlo a él, capturó por completo mi atención.
No es que fuera un galán, ni nada del otro mundo, más bien se puede decir que es el tipo de hombre común y corriente, en ocasiones mientras los dos estábamos pintando, me le quedaba observando, sin razón ni motivo alguno, y al parecer él también se dio cuenta de ello.
Ya que en más de una ocasión lo observé, como se agarraba provocativamente su instrumento, oculto bajo la tela de su pantalón, haciendo que, de una forma u otra, yo quedase en evidencia al no poder retirar mi vista de su bulto.
Ya a eso de las dos de la tarde, nos detuvimos a refrescarnos un poco, mientras conversábamos, caminando por la casa viendo lo que nos faltaba por terminar, cuando revisábamos el baño principal, sin vergüenza alguna, él se ha bajado los pantalones hasta las rodillas y dejando por completo al descubierto su verga y sus paradas nalgas, para ponerse a orinar frente a mí.
Por lo general soy una persona bien juiciosa y controlada, en lo relacionado a tener sexo con desconocidos, mientras él orinaba se me quedó viendo y jugando con su verga entre los dedos, me preguntó descaradamente. “¿Quieres agarrarla?”
Yo me quedé como hipnotizado viendo su todo su instrumento, sin detenerme a pensar en lo que estaba por hacer, alargué mi mano y con ella agarré su caliente miembro.
Por unos instantes, ni él ni yo dijimos una sola palabra, mientras que yo de manera confianzuda se lo comencé a jalar de manera seguida, masturbándolo ricamente, al tiempo que mi boca buscó la suya y quedamos unidos por un fogoso beso de lengua, hasta que, al separarse ligeramente de mi boca, le escuché preguntarme. “¿Si quieres, podemos aprovechar ahora que estamos solos?”
Mentalmente pensé que mi mujer nos pasaría a recoger, pero sería un poco más tarde, ya que ella estaba usando el auto, así que después de pensarlo, le dije que sí.
Dentro del mismo baño principal, sin demora me bajé los pantalones, pero de inmediato mi ayudante me dijo. “Me agradaría que le dieras una mamada para entrar en calor.”
Como es algo que en múltiples ocasiones he tenido que hacer, no lo dudé por un instante, pero antes de llevar su verga a mi boca, yo mismo se la lavé con agua y jabón, y en ese proceso, me di cuenta de que comenzó a ponerse más dura entre mis dedos.
Sin demora me agaché frente a mi ayudante, aún mantenía agarrada su verga entre mis dedos, jugueteando con ella, saqué mi lengua y comencé a pasarla sobre su glande, continué de inmediato lamiendo el resto de su largo tallo, para después dedicarme a chupársela como es debido.
A medida que succionaba casi todo su miembro, fui sintiendo como de manera rápida se puso aún más duro y bastante firme dentro de mi boca.
Con mis dedos no dejaba de acariciar sus peludas bolas, al tiempo que cabeceando seguía chupa que chupa, al levantar mi mirada, vi cómo me observaba con aire de superioridad, cosa que la verdad no me incomodó, ya que eso mismo me ha sucedido con otros fugases amantes que he tenido.
Mientras le daba una buena mamada, por mi parte yo mismo comencé a masturbarme, para también ir entrando en calor, pero después de un corto rato, sacando toda su verga llena de saliva de mi boca, le dije. “Ya está listo, no perdamos tiempo.”
De inmediato, busqué apoyo sobre el lavamanos, incliné mi cuerpo hacía adelante, y separé mis piernas, Acto seguido, acercó la cabeza de su miembro al centro de mis nalgas, y con la facilidad que da la práctica, comencé a sentir como sabrosamente su sabrosa verga comenzaba abrirse paso entre mis nalgas.
Gracias a la saliva, la penetración inicial no fue tan dolorosa, sus fuertes manos, me tomaron por las caderas, y con un ágil movimiento de sus caderas, terminé por recibir todo lo largo de su verga dentro de mi cuerpo.
En esos instantes disfrutaba de una de las cosas que más me agradan en el mundo, el tener a otro hombre clavándome por el culo.
Así que al tiempo que él me lo empujaba dentro de mí, yo seguí masturbándome, como en muchas otras ocasiones, el placer que sentía era sencillamente tremendo, a medida que él, me apretaba con fuerza masculina contra su cuerpo, yo apretaba mis nalgas contra el cuerpo de él, con el firme propósito de sentirlo mucho más dentro de mí.
El olor que había en el baño, me tenía embriagado, olía a sudor de macho, su boca y lengua jugaban con mis orejas, mientras que yo deleitándome cerraba mis ojos buscando sentir mucho más placer, cuando de momento en los instantes en que mi amante comenzó a mordisquearme el cuello y darme mucho más duro por el culo, en una de esas al voltear mi cabeza en dirección a la puerta, vi parada a mi mujer, ella nos observaba, sus ojos que parecían que se fueran a salir de sus orbitas y permanecía con toda su boca bien abierta, sujetándose del marco de la puerta.
Quizás pude ponerle fin en ese mismo instante, pero lo cierto es que no pude, o mejor dicho no lo quise hacer.
Aunque me moría de la vergüenza, seguí moviendo mis nalgas fuertemente contra el cuerpo del.
Él de seguro mantenía los ojos cerrados, por lo que no se dio cuenta de la presencia de mi esposa, hasta el mismo momento en que se vino dentro de mí.
En ese instante rápidamente, se separó de mi cuerpo, al tiempo que mi esposa bastante indignada, dio media vuelta y se retiró, sin decir una sola palabra.
Cuando salí del baño, pensé que no volvería a ver a mi mujer, más nunca, pero me equivoqué, ella nos esperó sentada en el auto, sin decir palabra, una vez que ambos nos montamos arrancó.
A él lo dejó donde de costumbre, y continuó para el apartamento donde aún vivíamos, fue cuando traté de comenzar a hablar con ella, pero apenas había comenzado, me preguntó. “¿Por qué no te callas?”
De inmediato me continuó diciéndome. “Ten por seguro, que de no ser por el tiempo que llevamos viviendo juntos, y la inversión de la casa, te mandaría al mismísimo infierno ya mismo, no sé ni me interesa, las excusas que quieras darme, mejor te las guardas para quien te las pida. Lo que estabas haciendo con ese tipo, no es de mi incumbencia, pero lo que sí te digo es que, de ahora en adelante, ya no eres mi marido. Puede que la rabia que tengo ahora se me pase, y que nos volvamos acostar juntos, pero eso que me has hecho no tiene perdón. Así que de seguro no te puedes molestar, si yo te pago con la misma moneda, y con quién y cómo se me antoje.”
Consecuencias de mi desliz, mi esposa se ha convertido en una mujer extremadamente liberada, o mejor dicho libertina.
Yo la verdad es que no tengo la fuerza moral, como para recrimínale nada en lo absoluto, y aunque le he jurado que eso fue algo pasajero, que no sé qué fue lo que me pasó, que no pude evitar que sucediera, hasta le inventé que el tipo ese me había golpeado en la cabeza para luego aprovecharse de mí.
Ella, cuando comencé a decirle esas cosas, me brindó una sonrisa, me dio un beso en la frente, para después decirme. “Mariquita te agarré infraganti, en ningún momento quisiste detenerte.”
“Además, yo llegué a la puerta del baño, cuando tú se lo estaba mamando, y le dijiste a tu amante. Ya está listo, no perdamos tiempo.”
“Eso quiere decir que te gusta mucho, que te den por el culo, como lo estaba haciendo ese tipo, así que no me vengas con cuentos.”
Desde el día que ella me encontró dejando que mi ayudante me diera por el culo, no volvimos a dormir juntos, y mucho menos a tener relaciones.
Pero recientemente, después de mudarnos a la condenada casa esa, donde ella duerme en el cuarto principal y yo en el más pequeño, al llegar un viernes de trabajar, mi esposa me sorprendió sirviéndome un fuerte trago de ron, y comenzamos a charlar, de un sinfín de cosas sin importancia, pero apenas terminaba de tomarme el trago, ella de inmediato me servía otro.
Ya cuando comenzó a trabárseme la lengua, mi esposa comenzó a realizarme preguntas intimas, como desde cuando yo dejaba que me dieran por el culo, si disfrutaba mamar vergas, preguntas que quizás por el mucho ron que ya había consumido le fui respondiendo con la verdad.
De momento me preguntó si me gustaba vestirme de mujer, y le dije que jamás lo había hecho, ella se quedó callada por un momento, y de inmediato me preguntó si me gustaría ponerme su ropa íntima.
No le respondí nada, pero casi de inmediato me dijo. “Por favor compláceme, de seguro te vas a ver muy bien.”
Eso bastó para que yo accediera a cumplir su deseo, por lo que fuimos a su habitación me ayudó a desnudarme, y una vez que estuve del todo desnudo, solo le basto insinuarme que me depilase todo mi cuerpo, y me diera un buen baño, para que yo así lo hiciera, con la ayuda de ella.
Poco a poco mi esposa me fue untando por todo mi cuerpo, incluso entre mis nalgas, mis axilas, y por todo mi miembro, una crema con olor a cítricos.
Luego con una pequeña toalla me la fue retirando, y todos mis vellos desaparecieron, o mejor dicho se cayeron, quedando todo mi cuerpo completamente depilado, luego me di una buena ducha y al salir, mi esposa me ayudó a secarme.
Pero para cuando vine a darme cuenta, sobre su cama se encontraba todo un sin número de ropa íntima femenina, la que ella fue escogiendo para que yo me la pusiera, al tiempo que me volvía a servir otro fuerte trago de ron.
Cuando terminé de ponerme las prendas que ella había escogido para mí, se dedicó no tan solo a maquillarme, y ponerme una abundante peluca, sino que también me puso uñas postizas y hasta me las pintó.
Después de eso, no sé por qué, sin que ella me lo indicase, comencé no tan solo a hablar como una chica, sino que también procuraba moverme y actuar como una.
En medio de la borrachera que estaba agarrando, me preguntaba a mi mismo por qué ella me pidió que me depilase y me pusiera su ropa íntima, cuando de momento sonó el timbre de la puerta.
Mi esposa se dirigió a la puerta de la calle dejándome solo en su cuarto, por lo que yo no sé por qué comencé a modelar frente al espejo de su peinadora, viendo el reflejo de mi imagen, y la verdad es que parecía toda una chica, aunque de pecho plano.
De momento la escuche decir. “Amor te voy a presentar una amiga.” Por lo que yo en medio de mi borrachera, salí de su habitación y que me encuentro a un tipo, como de un metro ochenta de alto, grueso, que se me quedó mirando, aguantando las ganas de reírse.
En ese momento me di cuenta que a quien llamó amor fue a él, y la amiga a la que ella le iba a presentar era yo.
Por la sorpresa me quedé paralizado, mientras mi esposa colocándose a su lado le dijo. “Esta, es mi esposo, como ya te conté es mariconcito, y de seguro le encantará ponerse a mamar tu verga.”
Yo pensé en retroceder, pero casi de inmediato el tipo ese me agarró la mano, y no es que me la haya apretado, simplemente me medio dobló la muñeca, y por el dolor caí de rodillas frente a él.
Sin soltarme la mano, cuando levanté la vista que me encuentro con su enorme verga ya fuera del pantalón, y mi esposa al lado de él diciéndome. “Primero quiero que se la mames, y luego te dejes dar por el culo, como aquella vez.”
Pensé en negarme, pero un ligero movimiento de su mano hizo que me olvidase de eso, y que de inmediato abriese mi boca.
Él tomó asiento en uno de los sofás de la sala, y sin soltarme la muñeca, hizo que me llevase su enorme verga a la boca, y que sin más ni más me dedicase a mamársela.
A medida que comencé a chupársela, el monstruo ese me fue retirando la presión que ejercía contra mi muñeca, cuando al buscar a mi esposa con la vista, que me doy cuenta que ella se encontraba por completo desnuda.
Al poco rato su amigo me ordenó que me recostase en el sofá, lo que apenas hice a sabiendas lo que me iba a pasar, él le dio un fuerte jalón a los pantis que cargaba puestos, separó mis piernas, y casi de inmediato comencé a sentir como su verga se fue abriendo paso entre mis nalgas.
Para completar mi desdicha, mi esposa colocó su coño frente a mi cara, ordenándome que se lo mamase, cosa que no pensaba hacer, hasta que la verga que comenzó atravesar mi culo, la sentí bien adentro de mí.
Mientras su amigo seguía reventándome el culo, mi esposa me agarró por las orejas, restregando todo su coño contra mi cara.
Lo curiosos de todo eso fue que a medida que yo seguía sintiendo como aquel enorme pedazo de carne entraba y salía de mi apretado culito, yo comencé a mover mis caderas, y me dediqué con más fuerzas a seguir mamando el coño de ella.
El resto de esa noche mi esposa y su amigo hicieron conmigo lo que les dio gusto y ganas, sin que yo ni tan siquiera me atreviera a protestar.
Al despertarme al siguiente día sentía todo mi culo adolorido, al verme en el espejo, me di cuenta que tenía lamparones de semen por todo mi cuerpo, incluso en mi cara.
Pero al terminar de ducharme y de expulsar todo lo que tenía dentro de mí, mi teléfono sonó, era mi esposa que en un tono bien seco lo primero que me dijo. “Tienes cuatro horas para que te marches de casa.” “Pero antes firma el acuerdo de divorcio, que se encuentra en el sobre blanco, y me lo dejas sobre la mesa, y si tienes algún inconveniente, abre el sobre amarillo y sigue las instrucciones.”
En dicho acuerdo, le cedía toda la casa a ella y la debía seguir pagando, así que cuando abrí el sobre amarillo, encontré un sin numero de fotos mías usando ropa íntima femenina, con peluca, y bien maquillado, mamando verga y dejándome dar por el culo, por su amigo.
En el sobre amarillo había una nota que decía, firma, o le hago llegar esas fotos a tu familia, y a tu trabajo.
Por lo que muy a pesar mío firme, recogí mi ropa, mis cosas y me marché, el divorcio supuestamente fue por mutuo acuerdo, y desde aquella noche no la he vuelto a ver.
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