Mi Familia con Dos Papas (10@ parte).
Y sigue mejorando la relacion familiar.
Como ya les relaté a mis lectores en el capítulo anterior, yo dormía con Gerardo el vecinito adolescente y mi hermano con Matías, mi hijito de 8 años, agotados de la acción de la recepción que nos brindó mi hermano, pero uno como adulto siempre despierta ante cualquier ruido extraño y en esta ocasión sentía movimiento en la cama en la habitación contigua donde ya dije estaba durmiendo (o eso creía yo) Ismael y Matías, por lo que me levanté y fui a indagar a que se debía esos ruidos.
El dormitorio estaba tenuemente iluminado con la lámpara de noche y observé a mi hermano cabalgando a mi hijo, por lo que encendí la luz principal para observar claramente lo que ocurría. Precisamente mi hermano tenía a mi hijo boca abajo, ensartándole su negra y voluminosa verga en un lujurioso ritmo de entra y sale en su totalidad. Mi hijo estaba profundamente dormido, tenía un cojín en su bajo vientre lo que hacía que su hermoso culito quedara en una posición de altura ideal para ser penetrado, que era precisamente lo que mi hermano hacía, y al yo encender la luz me recibió con una gran sonrisa de placer y morbo a la vez que exclamaba ¡ vaya delicia de sobrino!
Yo la verdad no me extrañé, dado que cuando recién inicie la actividad sexual con mi retoño, mi calentura era tan intensa que quería cogérmelo a cada rato y lo hacía varias veces al día incluidas las noches, en donde el niño seguía durmiendo plácidamente mientras yo daba rienda suelta a mi calentura follándolo en todas las poses imaginables que el en su estado de sueño profundo se quedaba en la posición que lo pusiera y así dar rienda a mis bajos instintos paternales, lo que ahora era replicado por el tío.
Yo seguía parado en el dintel de la puerta cuando siento que Gerardo se para a mi lado a observar el morboso espectáculo que teníamos enfrente. Le abracé y bajé mi mano a su culito tratando de introducir mi dedo medio en él, sin embargo, el chico se movió y me rogó que no lo hiciera ya que estaba adolorido. Bueno, nada de extrañarse con las cogidas que había disfrutado en las últimas horas.
En ese momento fue que mi hermano me pidió le ayudara, yo sin saber que pretendía me acerque, mientras el sacaba su húmeda y erecta verga del culo de mi hijo, lo giró y me pidió que lo levantara de los pies mientras él se acomodaba en una posición de piernas al hombro, pero al estar dormido Matías había que sujetar sus piernecitas. Cuando ya encontramos la posición lo penetró completamente y lo empezó a atraer a su cuerpo y separarlo, follandolo profundamente mientras yo se lo sostenía por los pies.
Gerardo miraba muy entusiasmado mientras iniciaba una paja muy suave al principio. Fue en ese momento que le pedí fuera en busca de mi teléfono y que empezara a grabar toda la acción, y así mientras con una mano sostenía el móvil en modo grabación, con su otra mana se autosatisfacía, suavemente como queriendo que aquellos instantes fueran eternos, acción que duró varios minutos para placer de los tres (el niño no cuenta que seguía en brazos de Morfeo) hasta que en un momento se sintió un ruido de algo líquido que se batía acompañado de una exclamación de Ismael, eyaculando en el culito del bello durmiente, inundando la habitación del especial aroma del sexo.
Con cuidado devolví a la posición normal a mi hijo mientras mi hermano se iba al baño a asearse. Limpié un poco a Matías con unas toallitas húmedas y regrese a mi dormitorio junto a Gerardo, y a sabiendas que su culito estaba adolorido le propuse repetir el 69 de un par de horas antes lo que fue inmediatamente aceptado para lo cual se ubicó junto a mi metiéndose mi duro miembro a la boca lo que por mi parte hice respecto del suyo y nos dimos una gran mamada con eyaculación de cada uno en la boca del otro, todo lo que fue coronado con un “beso blanco” revolviendo nuestro semen en la boca de ambos por medio de un beso muy bien lubricado.
Nos devolvimos a la posición normal y abrazados en “cucharita” nos dormimos plácidamente.
El día siguiente, viernes, nos levantamos tarde, tomamos un desayuno con jugos sándwiches, fruta, e hicimos planes para ir a un resort exclusivo de nuestro litoral, se llama San Alfonso del Mar y es un sector muy lujoso que cuenta con la segunda piscina más grande del mundo con una longitud que supera un kilómetro y que se abastece de agua directamente del mar. En ese sitio disfrutamos toda la tarde bañándonos y descansando. En lo personal meditaba de lo afortunados que somos de poder compartir los 4 como una familia disfrutando de placeres que para muchos son prohibidos y que nosotros disfrutamos en libertad, sin presiones ni amenazas y mostrando que para el placer no hay edad.
Ya en la tarde, nos regresamos al apartamento, los chicos cantando y riendo haciendo notar la felicidad que los embarga a ellos y también a nosotros los adultos.
Llegados al departamento una ducha, para sacarnos la sal del baño en la piscina, y a dormir, que el agotamiento se manifestaba en especial en los chicos que habían corrido y retozado toda la tarde.
Siguiendo nuestro acuerdo, en esta ocasión hubo cambios en el compañero de cama, a mí me corresponde mi hijo Mati mientras que Gerardo se fue a dormir con mi hermano….¿dormir dije? Para nada, ya imaginarán que apenas me metí entre las sábanas sentí un característico ruido procedente del dormitorio vecino, algunos murmullos que no dejaban dudas en lo que ocurría y que era que mi hermano se estaba cogiendo al vecinito, sobrino putativo ya a estas alturas de la vida. Sintiéndome agotado, simplemente abracé a mi hijo y me dormí.
No obstante, y ya avanzada la noche ¿o seria madrugada? Nuevamente sentí ruidos en el dormitorio vecino y una tenue luz de la lámpara de noche. Esta vez me levanté sigilosamente, lo que era inoficioso dado que ya he comentado mi hijo duerme y no despierta ni que pase un tanque a su lado. Así que me dirigí al otro cuarto y encendí la luz principal para ver mejor aquella escena. Estaba Gerardo de pie, afirmado en la pared con las piernas abiertas y su culito bien tirado hacia atrás, mientras mi hermano lo apuntalaba con sus 20 cms, dándole una ración de meter y saca, para lo cual lo sostenía fuertemente de las caderas y llegaba a levantarlo a cada embestida que arrancaba un gemido al joven.
Me acerqué y tomé la cabeza del joven girándola hacia mí, para darle un intenso beso introduciendo mi lengua casi hasta llegar a sus amígdalas, mientras con mi otra mano agarraba el pene del muchacho que estaba a plena erección y lo empecé a masturbar cadenciosamente, con lo que los gemidos aumentaron de intensidad.
Aquella escena creo era la mejor expresión de las enseñanzas de Sigmund Freud, ya que el chico estaba experimentando el placer anal, oral y genital a la vez, lo que lo tenía en el quinto cielo.
Mi hermano seguramente lo estaba cogiendo de hacía rato antes que yo llegara, por lo que de pronto empezó a acelerar las embestidas haciendo que Gerardo literalmente quedara en el aire sostenido solo por el pene que tenía incrustado en su culo y llegó así al clímax, iniciando la inundación anal del maduro semen de Ismael. Dos, tres y cuatro embestidas finales para dejar al jovencito con sus pies en el suelo y sacando el pene del culo que rebalsaba leche caliente. Al desacoplarse se sintió un ruido similar al destape de una botella de champaña, y yo sin perder el tiempo ocupé el sitio de mi hermano metiendo mi verga sin dificultad hasta el fondo, mientras con una mano retomaba la masturbación al jovencito quien gimió de nuevo al sentir mi mano moviendo su pene, llevando su glande hasta lo más atrás posible para devolverlo a su posición natural.
Tampoco duré demasiado. La excitación alcanzada con la visión del joven ensartado contra la muralla, el olor a sexo, en fin, todo lo vivido, solo me dejó disfrutar un par de minutos y fue cuando me empecé a vaciar dentro de mi joven vecino, lo que casi de forma automática hizo que el empezara a lanzar sonoros chorros de semen que iban a dar contra la pared, dejándola toda manchada, sin contar que mi mano también rebosaba de aquel joven y espeso líquido que daba cuenta del inefable placer que había experimentado.
El semen chorreaba por las piernas de Gerardo, así que tomé un poco de papel higiénico y de la mano me lo llevé a la ducha donde procedimos a bañarnos. Me preocupé de enjabonar su cuerpo, aprovechando de acariciarle y besarle cariñosamente. Su pene aún mantenía su erección y me preocupé de lavarlo con pulcritud. Ahí me fije bien en como en el último tiempo había crecido la mata de pelitos amarillos que rodean el tronco de su miembro, pelos que no estaban en otro sitio de su cuerpo salvo el cabello. Su culito dos veces abusado en los últimos minutos también ocupó mi atención.
En un momento me miró tiernamente y me abrazó, le acaricié la cabeza y le di unos besos en el pelo, ¡gracias tío! Eres lo mejor que me ha pasado……
Regresamos al dormitorio, mi hermano se había preocupado de limpiar la pared y el suelo de la habitación donde minutos antes había un verdadero charco de semen, de dos adultos y de un jovencito que ya estaba disfrutando a plenitud su sexualidad en un ambiente adecuado para su seguridad y la de todos.
El chico estaba agotado, lo acompañé a la cama y lo cubrí con una manta, mi hermano a su lado ya roncaba. Le di un beso muy dulce en la boca y me despedí, apagué la luz y me fui a mi habitación,
Allí, Matías dormía……
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