Mi Familia con Dos Papas (8@ parte El divorcio).
Luego de la visita de mi hermano para compartir Matias, regresa a su casa y se encuentra con una sorpresa……..
En la mañana siguiente, ya mi hermano habiéndose marchado a su casa, yo en la oficina y Matías en el colegio, de nuevo un mensaje de WhatsApp de mi hermano. En esta ocasión lo dejé pasar ya que estaba ocupado y no fue sino hasta la hora de colación que le llamé, y fue ahí que me relató que, al llegar a su casa, se encontró con que su mujer le había abandonado. No estaba su ropa ni nada de los artículos personales, tampoco alguna carta de despedida.
Le pregunté si se extrañaba sabiendo que las relaciones de ambos hacía tiempo que no caminaban, y reconoció que en realidad no le extrañaba pero que al menos hubiera esperado una llamada o una nota, pero nada.
Y bueno, le dije, has estado mucho tiempo sin pareja, será volver a la rutina anterior. Así mismo es, reconoció.
Me quedé dando vueltas a la situación y al observar el calendario me fijé que la semana siguiente era feriado el día viernes, ideal para una escapada, así que llamé a mi hermano y le dije que iríamos con Mati a visitarle esos días, previos a su traslado a la cordillera al trabajo, lo que aceptó alegremente sabiendo que estaríamos con mi hijo los tres días, para disfrutar y disfrutarlo. No le quise mencionar que invitaría a Gerardo, ya que eso dependía del permiso de sus padres, lo que prontamente fui a conseguir que lo autorizaron sin problemas. Menuda fiesta que haríamos, jejeje.
El día sábado en nuestro encuentro habitual, Gerardo nos preguntaba por mi hermano, el tamaño de su verga, otros detalles. Matías con gran propiedad le comentaba sobre el tamaño y grosor y lo rico que se lo cogía, en especial le comentó el color de la verga, que si bien como ya señalé somos mellizos pero muy diferente en todos los aspectos, y en nuestros sexos especialmente notorio que el suyo es muy negro, grueso y algo más largo que el mío, que en contraste es blanco y delgado (un par de centímetros menos, 18/20 cms), todo lo cual iba calentando más al vecinito, quien follaba a mi hijo y a cada palabra se excitaba más y clavaba a fondo a mi niño ya nada de inocente. Por supuesto el resultado fue mi propia calentura así que sin contemplaciones le hice un sándwich ensartando mi verga hasta el fondo de su culito lo que llevó a él mismo a hacerlo a Matías, quedando el acoplamiento perfecto.
Y así es que llegó el día jueves previo al feriado y nos aprontamos a salir apenas pudimos. Lamentablemente no fuimos los únicos con la idea de salir de week end, y la carretera estaba insoportable de vehículos. Los chicos no se complicaban ya que ambos iban en el asiento trasero y como mi coche es una van con vidrios entintados, podían irse “entreteniendo” sin problemas, que por el espejo retrovisor los miraba como se magreaban e incluso se daban sus mamadas mutuas que en especial Gerardo ya no tenía límites para disfrutar su sexualidad.
Al llegar a la ciudad costera donde ansioso Ismael nos esperaba, Algarrobo zona costera muy hermosa en el litoral central de Chile, fuimos directamente al estacionamiento subterráneo y nos ubicamos donde corresponde. Apenas nos estacionamos Matías bajó corriendo y se abrazó a su tío en estilo koala, quien por supuesto le agarró del culito con la doble intención de afirmarlo y por supuesto amasarlo y hacerle sentir el bulto que ya traía. Fue cuando vio bajarse a nuestro vecinito ante lo cual me miro con cara de sorpresa y una sonrisa que no le cabía en la cara. Dejó a mi hijo en el suelo y fue a abrazar al recién llegado. Vaya, el famoso Gerardo le dijo, a la vez que abría sus brazos invitándole a un abrazo que el chico inmediatamente le dio. Mi hermano con la semioscuridad cómplice del subterráneo, le dio un beso en la boca al chico mientras lo apretaba a su cuerpo haciéndole notar su tremenda erección, a la par de amasarle las nalgas con sus fuertes manos de minero. No hacía falta más presentación.
Subimos rápidamente al piso y ahí dejando los bolsos en el suelo empezó un verdadero striptease, la ropa empezó a caer por todos lados y a mi hermano le faltaban manos para agarrar a los chicos y ya desnudos todos al dormitorio. Mi hermano de partida les ofreció su verga de 20 cms, obscura, venosa, la cual fue inmediatamente compartida por los chicos ya expertos en las artes mamatorias, lamiendo, chupando y de paso besándose ambos con sus lenguas sedientas de sexo.
Por supuesto ante aquella visión digna de una orgía griega de un adulto disfrutando de dos jovencitos, me arrodillé detrás de los chicos y empecé a lamer sus culos de forma alternada, sintiendo en mis manos sus duras nalgas y ese olor a juventud, las que abría alternadamente para introducir mi lengua en sus agujeros que ya palpitaban de calentura, sabiendo la jornada que se avecinaba. Yo sentía el sonido de sus bocas, lamiendo chupando y besándose, junto a las exclamaciones de placer de mi dotado hermano.
Luego de algunos minutos en la posición señalada, Ismael se acomodó en la cama quedando sentado con su espalda apoyada en la cabecera de la cama y con su verga erecta cual una lanza y preguntó a los chicos por cual sería el primero en sentarse en ella, mientras eso decía se untaba abundantemente con lubricante. Los chicos se miraron y decidieron definirlo en piedra papel y tijera, y luego de dos o tres intentos, fue mi hijo Matías el vencedor, quien no se hizo de rogar y se ubicó adecuadamente para auto empalarse. Gerardo y yo nos pusimos a ambos lados de la cama a pocos centímetros de la acción para ver como aquel negro trozo de carne iba desapareciendo en el rosado hoyito de mi hijo, la mitad y un poco más de golpe, el resto poco a poco, sacándolo un tanto para recuperar lo sacado y aumentar otro poco, así hasta terminar completamente ensartado, con los pelos del pubis de mi hermano tocando las blancas nalgas del niño. En ese momento se quedó quieto para adaptarse al garrote de carne invasor.
Por mi parte, y aprovechando la posición que tenía Gerardo, boca abajo en la cama mirando muy de cerca la ensartada incestuosa de su amiguito en su tío, me ubiqué detrás suyo, y puse mi verga que estaba a mil en la entrada trasera de mi sobrinito adoptado, quien me miró sonriente y se preparó para recibir mis 18 cms, los que sin dilación empecé a introducir suavemente, pero de modo constante, hasta llegar al fondo, con lo que ambos chicos quedaron ensartados cual sendas brochetas.
A estas alturas, ya mi hijo estaba saltando en la verga de mi hermano, sus manos abrazaban el cuello de su empalador, quien lo atraía a cada instante para besarle y así sacar casi la totalidad de su verga, para devolverle a la posición anterior ensartándole por completo en un solo movimiento con lo que ambos gemían de placer, por mi parte también entusiasmado con la visión, le daba duro al meter y sacar en el culito de Gerardo y lo hacía girar la cabeza para también besarnos y así conseguir una penetración total.
Fue en ese momento que mi hermano sugirió hacer un cambio, lo que para nada me extrañó pues imaginaba su ansia de probar el culito nuevo para él, así que mi hijo se levantó dejando a la vista un húmedo agujero en su culito el que rápidamente se fue cerrando, quedando dispuesto para mi follada. Gerardo por su parte, y ya bien dilatado por mí se ubicó en la misma posición que antes tenía mi hijo y se fue sentando en la caliente barra de carne que mi hermano le ofrecía. No costó nada prácticamente para quedar completamente empalado, iniciando sin dilación, los saltos característicos de aquella pose, besando a mi hermano quien le acariciaba la espalda, las nalgas absorto por completo en la lujuria de aquel momento de ensueño.
Y yo, obviamente no perdí el tiempo, y para dejar que Matías viera a su amigo tragarse la verga de su tío, lo monté en la misma pose que estaba Gerardo e inicié el mete saca correspondiente. Debo señalar que a pesar que como mencioné cuando Mati se despegó de su tío se veía un gran agujero en su culito, éste se cerró rápidamente y mi pene al entrar lo hizo lo suficientemente apretado para darme el placer a que me tenía acostumbrado. Increíble la elasticidad de la piel de los jovencitos.
Y mientras estaba en esos menesteres, mi hermano exclamó en voz alta, “ Oh, voy a acabar, voy a acabar” abrazando fuertemente a Gerardito, mientras emitía exclamaciones, y sonidos que a las claras decían lo que estaba experimentando, daba unos pequeños saltos sin soltar al chico, el que indudablemente estaba siendo inyectado en semen, para luego quedar unos instantes inmóviles. Cuando se separan un poco se pudo observar el pecho de mi hermano y del chico que chorreaban de semen. Precisamente Gerardo había eyaculado abundantemente sin siquiera tocarse, lo que demuestra la calentura del momento vivido, lo que solo llevó a apurar mi propio momento de clímax, inundando el culito de mi hijo, quien como siempre lo recibió con mucha alegría.
Ya mis queridos lectores imaginarán lo que paso en los días siguientes y que de todas formas les relataré en mi próxima entrega.
No nos dejes en ascuas y cuéntanos más!!! 🤪