Mi hermana mayor descubrió que usaba su ropa, y me obligó a que me vistiera de chica, para complacerla mamando su coño, y algo más.
La hermana mayor de un chico afeminado descubre que él está usando su ropa y la de sus otras hermanas, por lo que lo chantajea, convirtiéndolo en su nena esclava sexual..
Mi hermana mayor descubrió que usaba su ropa, y me obligó a que me vistiera de chica, para complacerla mamando su coño, y algo más.
Cuando comencé a dejarme el cabello largo, e iba a clases con los pantis puestas, para complacer a mi macho, claro sin que nadie lo supiera a parte de él.
Me arreglaba las uñas y usaba suavemente un perfume de mi madre, estaba de lo más envuelto en mi relación con mi amante, que cometí varios descuidos.
Descuidos que una de mis hermanas, para colmo de males, a la que no le gustan los hombres, se dio cuenta, y al poco tiempo me dijo que ya sabía que era lo que a mí me gustaba.
Yo no le hice mucho caso hasta que me dijo. “Aparte de ponerte nuestra ropa a escondidas, como que te quedó el gusto de que te dieran por el culo, ¿verdad?”
Al escucharla me asusté, y tonta o inocentemente le pregunté cómo se había enterado, pero al ver su rostro me di cuenta de que con la respuesta que le di, confirmé sus sospechas.
De inmediato, le supliqué que no se lo dijera a mamá, mi hermana, me dijo. “Está bien, yo guardaré silencio, pero a cambio de eso tu harás lo que yo te ordene, sin chistar.”
Lo cierto que no pensé jamás que, a los pocos días, cuando nuestra madre nos indicó que iríamos a la finca de un tío nuestro, mi hermana me dijo que le dijera a mamá que yo prefería quedarme en casa, por aquello de que aún me sentía incomodo, por lo que me había sucedido.
Así lo hice y nuestra madre entendió mi supuesto malestar, por lo que no me obligó a que las acompañase, además mi hermana también había decidido quedarse en casa y que estudiando para un examen.
Apenas mi madre, mi abuela y el resto de mis hermanas se marcharon, me ordenó que fuera a su habitación.
Cuando entré me ordenó, que me quitase toda la ropa, y me recordó que yo debía hacer todo lo que ella me ordenase sin chistar, así que no me quedó más remedio que obedecerle.
Para colmo de males, ese día estaba usando uno de sus pantis, y ella se dio cuenta, pero no me dijo nada.
Una vez que estuve completamente desnudo me dijo. “Ahora vamos a jugar un rato, así que lo primero que vamos a hacer es depilarte, una chica linda como tú, no puede tener pelos en los brazos o piernas a menos que sea evangélica, y de seguro tú no eres evangélica.”
Durante todo ese tiempo me sentía sumamente incomodo, mi hermana me depilo todo mi cuerpo, mis axilas, las piernas entre mis muslos y nalgas, así como mis brazos, e incluso hasta los pelos de mis testículos.
Cuando terminó mientras ella me veía mis nalgas me comentó, al tiempo que me daba una suave nalgada. “Ahora si pareces una nena, por lo menos de espalda.”
Yo no decía nada, en realidad me sentía muy raro, solo permanecía con mis manos ocultando mi miembro, ya que en algunos momentos se me ponía algo duro, y no sé, pero creo que mi hermana no debía verlo así.
Al terminar de depilarme, mi hermana me arreglo el cabello, con una tijera recortó las puntas, y al terminar me dijo. “Este corte estilo paje, te permitirá peinarte tanto como una nena como un nene.”
Después de eso comenzó a maquillarme, después hasta me pinto las uñas de las manos y pies, para finalmente indicarme que me pusiera todo lo que ella había sacado de su closet y dejado sobre su cama.
Sus pantis me quedaban a la medida, a pesar de que ocasionalmente mi miembro se ponía duro, pero ella solucionó eso ajustándolo entre mis piernas.
En cambio, el sostén debió sacar unos de los sostenes de nuestra hermana menor que tiene catorce años, ya que era talla doble A, los que al ponérmelos me quedaron ni que mandados hacer.
El esto fue un vestidito bien simple, luego me puse unos zapatos altos de mi hermana mayor, con los cuales caminé el resto del día hasta que aprendí a dominarlos.
En fin, al verme al espejo parecía que estuviera viendo a la menor de mis hermanas, en ese momento mi hermana mayor me dijo, que la acompañaría a casa de una de sus amigas, pero que no le dijera a ninguna persona en esa casa, que yo era un chico.
Al principio tuve miedo de salir a la calle, pero basto que una de las vecinas al verme me confundiera con otra de mis hermanas, y me dijera, adiós.
Para que caminase de lo más tranquila hasta la casa de las amigas de mi hermana, la verdad lo único que hice fue sentarme, y después de un buen rato regresamos a casa.
Mi hermana estaba molesta no sé por qué razón, pero ya en casa, cuando me disponía a comenzar a quitarme la ropa, me preguntó. “¿Quién te dijo que hicieras eso?”
Y entendí que debía quedarme vestido de nena hasta que ella quisiera, al poco rato me dijo que trajera de su cuarto una botella de ron, y apenas se la fui a dar me ordenó que me diera un trago, lo que hice, solo para que no se molestase conmigo.
Después ella también se dio un trago, y me dijo que pusiera algo de música, lo que hice, y ella se puso a bailar conmigo, diciéndome que la verdad parecía una verdadera quinceañera, aún más bonita que el resto de nuestras hermanas.
Por un corto rato bailamos, y ocasionalmente mi hermana se daba un trago y me obligaba a que yo también me lo diera, de momento ella comenzó a acariciar mi cuerpo, y a besarme en la boca.
Lo que hizo que me pusiera bien nervioso, al punto que traté de evitarlo por lo que mi hermana, se molestó conmigo regañándome, recordándome que yo debía hacer todo lo que ella me ordenase, o le diría a todo el mundo lo que a ella le diera la gana.
De momento se subió su falda, se bajó los pantis y agarrándose su coño me dijo enseñándomelo de manera bien vulgar. “Quiero que me lo mames chiquita.”
Yo jamás pensé que mi hermana me fuera a ordenar algo así, pero al verla a la cara supe que debía hacerle caso o atenerme a las consecuencias.
Por lo que me arrodillé frente a ella que tomó asiento en una de las butacas de la sala, desde bien chico yo había estado viendo en muchas ocasiones a mis hermanas sin ropa alguna.
Por lo que verla así, no me hizo sentir nada nuevo, pero al ella agarrarme por el cabello, y pegar mi rostro a su coño al tiempo que me ordenaba que se lo chupase, me gustó.
No precisamente porque fuera un coño, sino más bien en la manera en que me obligó hacerlo.
Por un rato permanecí mamando el coño de mi hermana, era evidente que ella lo disfrutaba, lo que yo obedeciendo sus órdenes le hacía con mi boca a su coño.
Hasta que de momento me dijo que dejase de mamar su coño, y tomándome por la mano me atrajo hacia ella y de inmediato me comenzó a besar, al principio me resultó algo bien raro el estar besando a mi propias hermana.
Pero a medida que lo seguíamos haciendo, aun contra mi propia voluntad sentí que todo mi miembro se ponía duro, y una excitación tal, como cuando mi compañero de clases, me besaba y acariciaba todo mi cuerpo.
Ella me recostó sobre el sofá de la sala, donde nos encontrábamos, sin vergüenza alguna se terminó de desnudar y prácticamente se arrancó los pantis.
Casi de inmediato me subió la falda del vestido que yo usaba, me bajó los pantis que yo tenía puestas, tomó mi miembro entre sus manos, y lo dirigió a su coño.
Una vez que de un solo golpe prácticamente se lo enterró todo, comenzó a tratarme nuevamente como si yo fuera una chica.
Era una especie de locura, se portaba tal y como lo hace mi novio cuando me da por el culo.
Mientras que yo creo que me comportaba como si realmente fuera una chica, al principio con mucho miedo y lleno de vergüenza.
Mi hermana montada sobre mi cuerpo empujaba su coño contra mi verga, una y otra vez, me pedía que me moviera, me besaba de manera salvaje y aunque no tenía tetas me agarraba las tetillas mías, las acariciaba y chupaba como si realmente fueran tetas.
Así estuvimos un largo rato hasta que en cierta manera se puede decir que alcancé un orgasmo, al momento de venirme dentro del coño de ella.
Ella prácticamente eyaculo sobre mí, ya que un fuerte chorro de no sé qué, que salió de su caliente coño me empapó casi todo de la cintura para abajo.
Finalmente, mi hermana me dio un largo beso, y levantándose me dijo, al tiempo que me agarraba por la mano, acompáñame a mi cuarto.
Ya dentro de su habitación me dijo que me fuera a lavar, y que regresase, lo que hice casi de inmediato.
La encontré recostada sobre su cama con sus piernas bien abiertas, y acariciando su coño, al verme nuevamente me ordenó que le mamase su coño.
Al momento en que comencé a pasar mi lengua por entre los labios de su vagina, sentí ese inconfundible sabor a semen que brotaba de su coño.
Yo continué chupándose, imaginándome en cierta manera que se lo chupaba la verga de mi novio, hasta que después de un largo rato, y de haberle limpiado todo mi semen, me dijo. “Querida te voy a mostrar mi nuevo juguete.”
Extrayéndolo de una caja de zapatos, sacó un grueso y largo pene de goma, que en su centro se encontraba pegado a unas correas, al principio no comprendí cual era el fin de todo eso.
Hasta que frente a mí se lo colocó, introduciendo dentro de su coño peludo coño, una parte de eso, mientras que la otra mitad quedaba fuera dando la impresión de ser una verdadera verga.
Sin perder tiempo me ordenó que se lo mamase, y al colocar mis labios sobre ese negro pene de goma, prácticamente me sentí como si realmente estuviera mamando uno de verdad.
Y por otro largo rato cabecee sobre su coño empujando y chupando esa cosa, que a medida que yo hacía eso, mi hermana terminó disfrutando de otro orgasmo.
Yo pensé que finalmente me dejaría en paz, pero me equivoqué, ya que cuando pensaba salir de su habitación me ordenó que me acostase boca abajo en su cama.
Que separase mis piernas y me quedase quieta hasta que ella terminase de meterme su verga entre mis nalgas.
Yo estaba sorprendido o mejor dicho sorprendida, obedientemente le hice caso a mi hermana y a los pocos segundos comenzó primero por pasar sus dedos sobre mi culito, acariciando mis nalgas, y embadurnándome con vaselina, todo el ojete de mi culo.
Yo en el fondo me moría de la alegría, quizás fue eso que me hizo beber, pero me sentía deseosa de ser clavada por ella, así que en cierta manera le seguí su juego al decirle que por favor no me hiciera daño, y sé que solo eso la excitó más.
Cuando le dije que mi culito era virgen, aunque era mentira, ella me siguió el juego, diciéndome, prepárate mamita que te lo voy a partir en dos ese parado culito, putita viciosa.
Yo comencé a sentir, como su verga negra de goma, me comenzaba a penetrar por mi aro de la felicidad.
Quizás la crema que me puso lo facilitó mucho, se deslizaba dentro de mí de manera increíble, y al igual que me hacía mi novio, mi hermana, me apretaba contra su cuerpo mientras que su boca me mordisqueaba mi nuca, produciendo un muy raro placer.
Al sentirme completamente dominada, y para colmo de mi felicidad por mi propia hermana lo que hacía mucho más morbosa y excitante la situación.
Por mi parte cuando comencé a sentir que me lo metía, en cierta manera me quejé de un falso dolor, le pedí que no me hiciera daño y con más fuerza me lo metía.
Mi cuerpo temblaba de placer, las dos perdimos la noción del tiempo, ya que quien sabe por cuantas horas mi hermana me estuvo dando por el culo.
En par de ocasiones volví a venirme, apenas y sin tocar mi pene, mientras que ella alcanzó un sin número de orgasmos, por lo que ambas quedamos exhaustas y dormidas.
En la mañana al despertarme, después de darme una rápida ducha y ponerme algunas de sus prendas íntimas, me dediqué a preparar el desayuno, mientras que mi hermana aun dormía.
Al levantarse, me dijo que lo había hecho muy bien, y que seguramente lo repetiríamos en otra ocasión.
Ella después de desayunar se vistió y se fue a la universidad diciéndome, que regresaría como a las diez de la noche que me preparase para que la acompañase a una discoteca.
Qué hermosa historia. Me encantaría tener una hermana así Disfrutar de coño y luego de con su verga de hule.
Muy buen relato, la cantidad necesaria de detalles y escenas.