Mi hermano lo comenzó. 1° Parte
No sé cómo llegue a este punto, sin embargo, aquí me encuentro, con el cuerpo de mi hermano sobre el mío, siento su pene endurecido entre su trusa, sobre mi bóxer, incluso puedo sentir su glande palpitar sobre el aquel sitio dónde mis bolas terminan y comienza la base de mi pene..
No sé cómo llegue a este punto, sin embargo, aquí me encuentro, con el cuerpo de mi hermano sobre el mío, siento su pene endurecido entre su trusa, sobre mi bóxer, incluso puedo sentir su glande palpitar sobre el aquel sitio dónde mis bolas terminan y comienza la base de mi pene.
Muchos pensamientos comienzan a llegar a mi mente, pensamientos qué me dicen qué esta mal, mientras por otro lado su boca comienza a susurrar cosas en mi oído.
-Ya es tiempo de que lo aceptes, Daniel. – Gemía mi hermano susurrando en mi oído izquierdo.
-No- Tartamudeé, – Es-to no está b-bien.- Proseguí, me costaba pronunciar las palabras.
Esa cálida noche, una guerra se libraba en mí, mi cuerpo estaba sintiendo algo que nunca había sentido, mientras una ola de calor comenzaba a formarse en mis mejillas, sé extendía por toda mi cabeza y llegaba a mi nuca. En mi mente mientras tanto pasaban muchas cosas a la vez, pensaba en mi familia, mis padres, mi hermano, vi todas las señales, la vez que descaradamente se masturbo frente a mí sin ningún pudor, pero sobre todo pensaba en mi novia, en que no le podía hacer eso, que diría ella si me encontrará en está situación. Cuando de repente y sin avisar un choque eléctrico golpeó mi entre pierna junto con mis bolas.
Comencé a sudar y a agitarme, mi razón volvió en sí.
-Pero que diablos fue lo que paso, eso estuvo muy mal y no me gusto- Afirmé.
-Tu bóxer dice otra cosa, Daniel – Sonrió mi hermano mientras con su dedo índice señalaba mi bóxer.
Bajé la mirada y observe mi bóxer mojado, una inmensa mancha de semen se podía visualizar y comenzaba a derramarse por el borde de mi bóxer, tome mi toalla y con mucha vergüenza por lo que acaba de pasar camine al baño del primer piso y comencé a darme una ducha.
Traté de relajarme y abrí el grifo, en seguida un chorro cálido de agua comenzó a recorrer mi espalda, metí la cabeza y mis pensamientos parecían aclararse, tomé el jabón y lo restregué en mis brazos, la blanca espuma por alguna razón me tranquilizaba, mi abdomen y espalda le siguieron, y en seguida comencé a restregar mi pene y a tratar de limpiar el resto de semen que aún quedaba, mis manos acariciaron esa parte y mi cabeza trabajó rápido, aún en ese baño, podía tener la sensación del pene de mi hermano frotando mis bolas y latiendo sobre mi glande.
Sin darme cuenta me había erectado, mi pene se encontraba duro como una piedra, rápidamente, me enjuagué y me sequé con la toalla, subí a mi habitación y por suerte no se encontraba nadie, le puse seguro a la puerta y en seguida una notificación llegó a mi teléfono.
-Esta noche no te molestaré, te dejaré procesar todo- Decía el mensaje que me cuyo remitente era mi hermano.
Apagué el teléfono, encendí el aire acondicionado y procedí a dormir.
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El inicio.
Esta historia comienza hace dos años, en ese momento tenía 19 años, me encontraba en 3° semestre de universidad, pertenezco al equipo de beisbol propio de la universidad, me iba muy bien en la escuela, no tenía mucho empecé una relación con mi exnovia en aquel momento, Cindy.
Mi familia se encontraba en un buen momento, papá disponía de un buen sueldo, le iba muy bien en los negocios que teníamos, mismos que mi madre atiende, mis padres llevaban más de 19 años casados, y siempre estaba muy bien, felices, no había discusiones fuertes, ni diferencias que no se pudieran solucionar. Solo tengo un hermano, Diego, en ese momento estaba a escasos meses de cumplir 16, yo por mi parte estaba a un mes de los 20.
Se podría decir que gozo de un cuerpo muy bien trabajado, no puedo decir que soy un fisicoculturista, para nada, me encuentro muy alejado de ello, sin embargo, tengo un abdomen muy bien marcado, unos brazos muy bien definidos y una “V” que se me forma en la parte baja del abdomen, pero lo que más destaca de mi es un trasero muy grande, como casi todos los beisbolistas, yo no era la excepción de estar nalgón.
Mi vida transcurría normal, entre los entrenamientos, la escuela, el gimnasio y mi novia, aunque estaba saturado de tiempo, no me podía quejar.
Un día me encontré llegando a casa un par de horas más temprano de lo normal, por un incidente ocurrido con un par de chicos antes de empezar el entrenamiento, la escuela decidió suspender el entrenamiento de esta semana y aunque al principio me sentí algo desanimado por eso, por otra parte, mientras caminaba a casa podía reflexionar sobre cómo podría descansar y despreocuparme esa semana.
Llegué a casa y al entrar en la sala me di cuenta de que mamá no se encontraba, normal sabiendo que tenía que estar atendiendo el negocio, papá se encontraba de viaje, y supuse que diego se encontraba en su habitación, subí las escaleras y al llegar al pasillo me di cuenta que la puerta de mi habitación se encontraba abierta, no toda completa pero si estaba poco más de entre abierta, caminé y me acerqué a la puerta, me quedé congelado, frente a mi se encontraba mi hermano menor, Diego, con los ojos cerrados, sentado en mi sofá individual completamente desnudo sosteniendo un bóxer el cual olfateaba y luego lo frotaba contra su abdomen de arriba hasta llegar a su pene y posteriormente volvía a subir, ante esto, no supe cómo reaccionar, pensé entrar y reprenderlo por hacer eso en mi habitación, pero en lugar de eso, entre cerré la puerta y seguí observando, prestando un poco más de atención, me di cuenta que el bóxer que Diego sostenía me pertenecía.
No pude hacer nada más que observar a mi hermano, ya había pasado más de 8 años desde la última vez que nos habíamos duchado juntos, observar su cuerpo me hizo dar cuenta de lo mucho que había crecido, ahora tenía unos brazos más definidos, su abdomen estaba levemente marcado y sus piernas estaban grandes y gruesas, supuse que debido a que pertenece a un equipo de futbol, sin embargo mirar su pene fue la confirmación de que ya no estaba sobre un niño, si no frente a un hombre, un pene moreno con la cabeza rosa y de tamaño grande se encontraba siendo masajeado de un lado frenéticamente, el color de su pene contrastaba con su piel blanca, parecía que se trataba de un Duvalín,
No se cuánto tiempo me quedé parado frente a la puerta observando, solo pude volver otra vez en mí, cuando comenzó a mover su pene más fuerte de lo normal.
-David, David. – Susurraba mi hermano mi nombre mientras unos potentes chorros de leche caían en su abdomen.
En ese momento me alejé de la puerta, y baje las escaleras, llegue al baño del primer piso y al darme cuenta una dura erección estaba formada en mi short deportivo, baje un poco mi bóxer y mi pene saltó un poco, de mi glande escurrían unas gotas de líquido viscoso, tomé un poco de papel de baño y decidí limpiarme, al terminar me remojé la cara en el lavabo y procedí a secarla, de esta forma tratando de que mi erección cediera.
-Qué verga me pasa – Hablé para mí mismo.
Nunca me había sentido así, un cosquilleo comenzaba a aparecer en mi abdomen e iba subiendo hacía arriba, en mi mente se reproducían imágenes de lo que acaba de ver, del cuerpo de mi hermano, de sus piernas, sus brazos, y sobre todo su pene.
Me miré al espejo y pronuncié
-Yo no soy marica, no me gustan los hombres, y menos mi hermano. – Musité mientras me dí una cachetada para despejar mi mente
Salí del baño un poco ya más calmado y subí las escaleras en dirección a mi cuarto, ya al llegar al último escalón, mi hermano salió de su habitación sin su ropa y con una toalla sobre su espalda.
-Qué rollo David, llegaste más temprano – Saludo chocándonos las manos y finalizando con el puño.
-Sí, wey, hubieron unos pedos (problemas) en el equipo y suspendieron entrenamientos hasta la siguiente semana – Respondí
-Chale, lo bueno es que es nada más una semana- dijo
-Si, no hay bronca, voy a descansar- respondí, – Chale wey tienes que pasearte desnudo por los pasillos – Agregué.
-No mames, siempre he salido así, ¿hasta apenas te das cuenta? – Respondió riendo.
Y si era cierto, no era la primera vez que lo veía así, sin embargo, después de lo ocurrido, fue la primera vez que comencé a ser consciente de ello, no pude evitar sonrojarme al pensar en ello, inevitablemente bajé mi mirada su pene que se encontraba dormido, pude observarlo mejor, su prepucio cubría poco más de medio glande, sus bolas con un poco de vellos se veían gordas, al mirar su pene pensé que se miraba lindo.
-¿Lindo?, ¿pero que estoy pensando?, no hay nada lindo en eso. – pensé
Procedí a ignorarlo, seguí caminando a mi cuarto y el en dirección contraria al baño. Al llegar a la puerta de mi cuarto me detuve y voltee hacía atrás, la imagen de la espalda definida de mi hermano de 15 años comenzaba a ocasionar cosquillas en mi abdomen nuevamente.
Llegué a mi habitación, me encerré y procedí a acostarme tratando de dormir un rato, pero justo cuando estaba a punto de dormir, las imágenes de mi hermano salían disparadas como si flashes se tratarán salieron disparadas en cada neurona de mi cerebro, mi cerebro volvió a recorrer su cuerpo en mi imaginación, su abdomen, sus definidos brazos y piernas. Me encontraba en el límite de mis pensamientos, maldecí a la vida por un momento, no era justo para mí pasar por esto en estos momentos, entre tanto lamento una erección volvió a aparecer en mí, me baje el short junto con el bóxer y mi verga rebotó como un resorte, la miré y me di cuenta de que no era diferente a la de mi hermano, mi verga era sin duda más grande y más blanca qué la de Diego,
No dejé pasar más tiempo y comencé a masturbarme, empecé pensando en mi novia, pero se sentía insuficiente, luego empecé a imaginarme a mí mismo tocando el cuerpo de Diego, en mi cabeza recreaba incluso la textura y temperatura la cual tendría su verga, pronto deseé masturbarlo lentamente apreciando la sensación de su piel, hasta que eventualmente expulsaba semen, gracias a ello me sentía en la gloría, mi verga rugía cada vez más, hasta que en un intenso gemido expulse 8 chorros calientes de leche, uno encima de otro, llenando incluso mi cara de 2 brochazos de mi propia leche.
-Ahhhhhhhh, ohhhhh, mmmm. -Gemí
Miré bajo mi cama y ví una toalla, procedí a limpiarme, quise ir al baño, pero después de semejante chaqueta (paja) mi cuerpo se sentía más cansado que nunca.
Procedí a dormir.
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Pasarón ya dos semanas desde aquél infortunado (¿o afortunado?) incidente, seguí la semana con tranquilidad, no pude entrenar una semana, pero por suerte pudimos reunirnos en casa de un compañero para ver algunos partidos de las ligas mayores.
Llegó el sábado y desperté muy temprano, yo y Cindy habíamos planeado ir a Six-Flags para tener un día para nosotros, me levanté y procedí a ir al baño, tomé mi toalla, abrí y encendí la regadera, chorros de agua comenzaban a caer, mi cabeza se comenzaba a refrescar cuando alguien tocó a la puerta.
-Quién? – Pregunté un poco enojado.
-Soy yo wey, tira paro, déjame entrar que me ando miando, pero en el baño de abajo está papá y sabes cómo tarda- Pidió mi hermano usar el baño
-Nel wey, ¿que no puedes esperarte o qué?
-No seas culero wey, ya no aguanto- Suplicó
Algo indeciso procedí a quitarle el seguro a la puerta, y en seguida Diego entró, y con una erección monumental apunto a la t aza y comenzó a mear.
Puso una cara de satisfacción difícil de olvidar, su medía sonrisa adornaba sus ojos cafés entre cerrados y sus rulos definidos, pero lo que más llamaba mi atención era su moreno pene el cual le costaba algo de trabajo mantener con sus manos apuntando abajo.
El cosquilleó regreso, ¿Por qué sentía esto?, Me pregunté, decidí voltearme para no mirar nada, mi hermanó dejo de orinar, pensé que se iría, pero no fue el caso.
-¿Qué tal si me doy un baño de una vez? – Preguntó mi hermano sin dejarme responder ya que sin avisar se metió
Sin darme tiempo de procesar tenía a mí hermano frente a mí acorralándome a la pared para poder mojarse con el agua, su verga casi rozaba mi pierna.
– ¿Acaso no puedes controlarte?, entiendo qué estás morrillo, pero no deberías tenerla dura frente a mí – Reprendí
-Apenas voy a cumplir 16 estoy caliente todo el tiempo, ¿Nunca fuiste morro o qué? – Carcajeó
Procedí a calmar mis nervios e ignorarlo, quizá si lo hacía, este incidente no pasaría a mayores, me dí la vuelta y comencé a restregar mi cuerpo, iba a tallar mi cuello, cuando de pronto su mano me quitó el Jabón
-déjame ayudarte-
Diego tomó el jabón y comenzó a masajear mi espalda con él, sus manos comenzaron a dar una sensación muy placentera sobre mí, tomaba el jabón y hacía círculos con él, y con sus yemas rozaba mi piel, provocándome un placer como no había sentido antes, mi verga estaba más dura que nunca y podía sentir la suya dándome piquetes en las piernas.
-Voy a bajar un poco- Dijo diego.
Diego comenzó a llegar un poco más abajo, a la zona anterior a mis glúteos, donde comenzó a aplicar su masaje ya anticipado, un placer envolvía cada parte de mí, el agua cayendo sobre mi pene directamente hacia mas sencillo el estar disfrutando esto, sus ásperas manos bajaron más hasta llegar a mis nalgas, las amaso con sus manos.
Fue en ese momento que mi conciencia regresó a mí.
-¡Qué te pasa no soy joto! – Respondí volteándome y quedando frente a frente.
-No estoy diciendo que lo seas, pero mira. – Diego señalo hacía abajo y pude ver la realidad.
Nuestras vergas estaban a casi milímetros de tocarse, su verga dura con prepucio estaba a nada de besar mi verga que no dejaba de latir, me separé más de él.
-Ya te dije que no soy joto wey, ya vete a la verga- Respondí enojado, tomando mi toalla, envolviéndome aun incluso con algo de jabón en mis glúteos,
Diego solamente rio y yo proseguí a llega a mi habitación.
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¡Genial!, muy excitante. ¡Cómo me habría gustado tener un hermano como el tuyo!
Ansiosamente esperaré la segunda parte.
Que delicia de relato… pronto la segunda parte!!!
segunda parte por favor
Como sigue?
Excelente relato… como sigue…?
Ufff… Como sigue? Me encanta como inicia esta historia.
Uufff… Tengo la polla durísima después de leer el relato… menuda fantasía.
como sigue? Me encanta tu relación con tu hermano.
parte 2 por faovr