Mi hermano, mi héroe 4
Continua la historia, con más morbo.
Esta es la cuarta entrega del relato.
Después de esa noche de desenfreno sexual, nuestra relación se volvió más estrecha. Por desgracia, entre semana no había posibilidades de hacer nada, pues nuestros padres estaban en casa cuando estábamos los dos, y mi hermano pasaba poco tiempo en casa por los partidos. Nos daba miedo que nos pillaran, y lo único que hacíamos era alguna sobada de polla cuando nos cruzábamos.
Por la noche, antes de dormir, hablábamos por el móvil, ya que, por desgracia, mi hermano dormía en el piso de arriba. Nos decíamos las ganas que teníamos de chupar nuestras pollas, de sentirlas bien duras en nuestras manos y en nuestra boca. Nos decíamos lo dura que la teníamos y la paja que nos estábamos haciendo pensando cada uno en el otro. Cuando nos corríamos, cada uno le decía el otro las ganas que hubiera tenido de recibir su néctar en la boca y poder compartirlo en esos besos tan lujuriosos que nos dábamos. Todos los días hacíamos eso, una paja segura antes de dormir, más las dos que me hacía por la tarde de lo cachondo que me notaba siempre.
Ese martes, mi amigo Rubén volvió a decirme que si quería ir a su casa para hacernos una paja como la otra vez. Yo sabía que debía ocultar esto a mi hermano, porque se volvería a enfadar. Yo estaba con tantas ganas de sexo que no podía aguantar al viernes con mi hermano. Rápidamente le dije que sí.
Cuando llego la tarde, subimos a su cuarto y Rubén me esperaba sin camiseta y en calzoncillos, con el bulto bien marcado. Tenía muchas más ganas que yo.
-Hoy no ponemos porno? – le dije por ver qué decía.
-Ah… Sí, si claro – obviamente solo pensaba en pajearse conmigo, nada de ver porno. Cogió su portátil y puso un video parecido al anterior, que empezaba con una mamada. Me quité toda la ropa y me bajé los calzoncillos y él también.
-Que te parece si nos hacemos una paja cruzada? – dije sin perder ni un minuto.
-Te refieres…? – vi que se ponía nervioso.
-Si, yo te pajeo y tú me pajeas a mí… Mientras vemos el vídeo, claro – le dije tranquilamente. Su polla estaba más dura, aunque como dije, más pequeña q la mía.
-Mmm…vale
Nos sentamos en un sofá enfrente de su pc. Rápidamente fui a coger su polla y el salto que dio fue bastante gracioso. Él también fue a agarrar mi polla.
-Que dura esta… – me dijo Rubén.
-La tuya también…
Ambos empezamos el vaivén de manos, el me apretaba bastante la polla. Estaba como fuera de sí, sudando e iba bastante rápido. Yo iba a mi ritmo, pero se preveía que no duraria mucho, por tanto decidí dar un paso más.
-Por qué me sueltas …? – pero antes de acabar la frase ya tenía su polla dentro de mi boca y la estaba devorando. Rubén se quedó sin palabras y se quedó embobado y gimiendo levemente cuando metía y sacaba su miembro de mi boca. Podía sentirme como mi hermano, pues esta polla si me cabía entera en la boca y podía hacerlo casi sin atragantarme.
-No me avises cuando te vayas a correr – le dije antes su mirada perdida. Asintió, pero la verdad es que era una tontería, pues sus gemidos me anunciaron su corrida, la cual me roció mi boca. Había bastante más leche, llevaba al menos dos o tres días sin pajearse. Automáticamente, me levanté con la boca perdida y fui a besarle.
Rubén casi se atraganta metiéndome la lengua en mi boca. Estaba muy cachondo. Me agarró la polla mientras me besaba y me pajeaba bastante rápido.
-Eres increíble – me dijo separándose un segundo de mis labios y siguió besándome y meneando mi polla.
-Ven aquí y comete tu primera polla – yo también estaba muy cachondo y metí mi polla un poco bruscamente en su boca. Le folle la boca y Rubén notaba que no le gustaba tanto, pero estaba tan cachondo que también le llene su boca de todo mi semen, el cual le caia por su barbilla.
-Ha sido increíble… – me dijo con la polla totalmente empalmada otra vez. Le hice una paja rápida y se corrió de nuevo, pero ya casi nada de cantidad.
Me limpié, le dije que repetiríamos y él s quedó desnudo sentado en su cama, aún loco por todo lo que había pasado.
Por otra parte, con mi hermano, una de nuestras normas era que el jueves siempre debíamos de abstenernos de masturbarnos, así dejábamos generar un poco más de semen para poder rociarnos el viernes noche. Que difícil era el jueves dormir sin la conversación guarra con mi hermano y la paja que cada uno se hacia en su cuarto, además de pensar en las ganas del viernes.
Ese viernes, mis padres volvieron a irse y mi hermano decidió que ese día nos bañariamos juntos, como cuando eramos más pequeños. Cuando entramos al baño, mi hermano se echo encima de mi y comenzo a besarme lentamente. Nos besábamos y nos pegábamos para notar la polla del otro bien tiesa en nuestros pantalones. Mi hermano llevaba siempre la iniciativa, al ser el mayor, y acariciaba mi cuello y poco a poco bajaba hasta deslizar su mano hasta mi bulto. Lo agarraba, lo acariciaba de arriba a abajo y metía su mano lentamente hasta encontrar su premio bajo de mi ropa.
-Que ganas tenía de agarrar tu polla hermanito… – me dijo susurrándome y mordiéndome el lóbulo de la oreja. Yo solo podía cerrar los ojos y dejarme llevar.
-Me encanta sentir tu fuerza de hermanito pequeño aquí… – me dijo mientras apretaba mi polla y mis huevos a la vez.
Acto seguido, bajo mis pantalones y mi calzoncillo. Yo ya esperaba la humedad de su boca en mi pene, pero tuve que hacer esperar. Me quitó la camiseta y acarició mi cuerpo.
-Metete en la bañera…
Me fui a meter en la bañera con mi polla bien tiesa, esperando el premio de cada viernes. Mi hermano se quitó toda su ropa y yo me senté en la parte derecha de la bañera, como hacíamos cuando éramos niños. Él se sentó a la izquierda, y a diferencia de años antes, nuestras pollas salían disparadas hacia arriba, sumergidas del agua caliente que ya había preparado mi hermano con antelación.
-Que quieres hacer, hermano? – le pregunté
-Quiero ver cómo te pajeas y me mires como lo hago yo… – dijo mi hermano. Asentí y llevé mi mano a mi rabo, duro como una piedra. Mi hermano hizo lo mismo. Yo miraba la polla de mi hermano, enorme en mi visión, acompañado de su cuerpo que tanto me excita. Veía como se marcaban algunos de sus músculos, sobre todo sus abdominales y pecho. El bíceps estaba tenso de las subidas y bajadas tremendas que hacía en su deliciosa polla. Salpicaba mucha agua de lo violenta que era su masturbación. Yo, mientras tanto, me pajeaba a ritmo medio, sin quitarle ojo a su cuerpo, polla y ojos. Mi hermano me miraba a los ojos y a mí polla, continuamente. Apretaba y mordía sus labios, deseando tenerme ya en su poder. La paja mirándonos fue excitante, aunque breve, pues a los 3 minutos mi hermano mandó parar.
-Ahora quiero que vengas aquí y enjabones todo mi cuerpo, hazlo como quieras- mi hermano se levantó y yo también. Cogí el gel y me eché en mis manos. Antes de empezar, comencé a enjabonar su torso, deleitándome en sus abdominales y su pecho.
-Que bueno estás, hermanito… – dije pasando mi dedo por sus cuadraditos tan bien formados, mientras agarraba mi polla y le daba unas cuantas sacudidas. -Tu cuerpo me la pone tan dura… – le dije mientras me daba unos cuantos meneos en mi polla para aterarme algo más
Después, bajé poco a poco y enjaboné sus inglés, sin rozar su gran sable y sus huevos, lentamente y rozandolos. Tras un minuto o dos de provocación, bajé la piel con mi mano derecha y empecé a enjabonar lentamente toda su polla, ya con el gesto de la mano en forma de masturbación.
Subí y baje su polla con una mano mientras con la otra lo enjabonaba. Mi hermano me miraba y su polla estaba más dura que nunca. Tras ello, le quité el jabón con el grifo del agua y no esperé más a metermela en la boca. Que ganas tenía de notar su enormidad y su poder entre mi lengua y el interior de mi boca. No sabía tanto a hombre por el jabón, pero notar su poder y dureza era ya lo más. Después de varias chupadas e internadas de polla en mi boca, mi hermano me paró y me dijo que me sentará apoyado en el final de la bañera.
-Espera, déjame que te haga lo mismo. Mi hermano se arrodilló entre mis piernas y cogió el jabón y fue directo a mi polla. Se enjabonó las manos y empezó una paja lenta (raro en él) mientras veía mi polla más grande que nunca, de unos 14 cm. En dos semanas, mi joven polla había tenido muchísimo sexo, pero quería más y más, deseosa de entrar en la boquita de mi hermano y de regarle la boca con mi esencia.
-Tengo ganas de que me llenes de tu lechita, hermanito – me dijo como leyéndome la mente.
-Y yo de recibir tu leche de hombre, hermano. – dije relamiéndome.
Mi hermano apretó mi polla y mientras me agarraba mis huevos con una mano, me masturbaba lentamente con la otra. Me tenía totalmente atrapado. Yo, con los ojos cerrados y mi cuerpo marcado por la tensión, esperaba la mano de mi hermano para poder sacar toda mi esencia. Mi hermano apretó y aceleró, meneando mi pene a toda velocidad.
-Cuando notes que estás un poco cerca, me avisas.
A los dos minutos, noté ya que no aguantaría mucho más y le avisé.
-Ponte de pie y pajeate sobre mi boca.
Por primera vez, hice lo mismo que había hecho mi hermano el día anterior. Lo tenía de rodillas ante mi con su boca abierta.
-Puedo hacer lo que me hiciste tú? – le pregunté.
-Si.
Agarre mi polla y empecé a golpearla sobre su boca y su lengua, la cual era sacada por mi hermano para recibir los golpes de mi polla. Me notaba poderoso al tener a mi hermano ante mi para recibir mi semen. Empecé a pajearme rápido y poco a poco noté que venía el premio, está vez noté que venía más que otras veces, y así fue, regué con tres chorros intensos la lengua de mi hermano, la cual recibió el primero y rápidamente se cerró para poder recibir el resto en sus labios. Ahora fui yo quien me lance a su boca a lamer sus labios y él quien abrió su boca con su lengua llena de mi esencia para poder morrearnos y compartir toda mi lechita adolescente en nuestras bocas.
-Bffff que delicia de lechita… – dijo mi hermano cuando nos separamos ambos con las bocas bien húmedas.
-Trae esa pollita otra vez… – mi hermano se metió mi polla, ya desinflada, en su boca y la relamió llevándose la poca leche que quedaba en ella y metiéndola toda en su boca, para mayor placer mío.
-Hermano, ahora me toca a mí. Dame tu polla ya, por favor…llevo una semana deseando tenerla en mis labios… – le dije casi suplicándole.
La manada que le hice duró más de media hora. Lenta, pero constante. Cuando me decía que estaba cerca, paraba y le besaba durante unos minutos. Luego proseguía mi limpieza de sable, hasta que llegó mi momento más deseado, recibir el manjar de mi hermano mayor.
La corrida fue antológica, me lleno la cara y mi boca. Volvimos a ese beso húmedo que tanto nos ponía cachondos.
-Eres increíble, hermanito – dijo besándome con lengua de nuevo.
Nos lavamos y nos fuimos a dormir. Nos besamos, nos seguimos chupando nuestras pollas, nos pajeamos y nos volvimos a correr en las bocas, ya con mejor cantidad.
Y le conté lo de Rubén. No se enfadó, porque le dije que tenía la fantasía de que Rubén y yo le hiciéramos una mamada conjunta. Le dije que también me gustó probar una polla diferente, que me sentí como él, dominando la situación con Rubén. Pareció convencerle la frase que le dije.
-Tu polla es mia y mi polla es tuya. Pero creeme, te gustará recibir una mamada buena de ambos a la vez. El chaval está bastante bien, su polla no es muy grande pero es bonita.
Le describí su polla, de unos 13-14 cm, con poco pelo. Su cuerpo, también atlético y bonito. Era moreno, con pecas y bastante guapo. Le convenció, porque dijo que vale. Me premió con otra mamada increíble y cada uno se fue a dormir.
Continuarà.
Como sigue?