Mi historia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre evidentemente estará alterado, así como el de los demás.
Me haré llamar Emanuel.
Viví en el centro del país toda mi infancia, al comenzar mi carrera universitaria ya estaba viviendo en un pequeño estado costero de México, caluroso, no muy poblado, lejos de la gente que quería.
Atado a mi familia aún, con la cual no llevo buena relación.
Si no fuera por el sustento económico estaría aún en el centro del país, pero la realidad es otra y tuve que cambiar todo ello, mi vida, amigos y demás.
Soy de ojos castaños, ceja gruesa, cabello negro, cara algo redondeada y tez clara, no soy feo a decir verdad, solo me faltan arreglarme los dientes, cosa que espero hacer pronto.
Mido casi 1.80 metros y mi contextura física es esbelta.
No soy el más deportista del mundo, no le hago el feo al deporte, pero entiendo que mis talentos no son propios de ello.
Soy muy inteligente, retengo información fácilmente y aprendo con la misma facilidad.
Al empezar mi carrera universitaria en el 2013 contaba con 18 años, me atrasé un año en el bachillerato, y estaba seguro de mis preferencias sexuales, me gustaban las mujeres.
Al entrar a la universidad iba con las expectativas bajas, sin saber qué hacer y deseando estar en mi anterior ciudad.
Maldecía mi situación, aborrecía esta nueva ciudad y todo lo que me pasaba.
Siempre he sido muy reservado por lo que hablaba poco con pocos.
La verdad no sé como pasó, no recuerdo como pasó pero terminé estando y formando parte de un grupo de amigos.
Lo que sí recuerdo es el orden en que los conocí.
Al primero que le hablé fue a Marce, más alto que yo y un poco más moreno.
La mayoría de los que estudiaban conmigo se conocían del bachi, al parecer a todos les interesó la misma carrera, casi.
Por lo que por Marce conocí luego a Alejandro.
Más bajo que yo, de cabello oscuro y ojos castaños, nariz redonda, labios más gruesos que los míos y lo primero que notas en él: sonrisa bonita, ortodoncia hecha a tiempo.
Lo segundo que notas y lo primero que piensas de Alejandro: parece gay.
Amaneraciones a veces, forma de vestir, música que escucha, gustos en general, es la primera impresión que te da.
Es difícil de explicar, pero en realidad es lo primero que piensas.
Claro, luego que lo conoces te das cuenta de que no es gay, es un maldito infiel mujeriego.
Y al tercero que le hablé, por el lugar donde me sentaba es a Joshua, el más alto de nosotros, y más reservado, sin embargo cuando lo conoces y te toma confianza, te das cuenta de la espléndida persona que es y de lo afortunado que eres si él te considera tu amigo.
En fin, lo repito, no sé como pasó, terminamos los 4 formando un circulo de amigos, el mejor en el que he estado.
Alejandro tenía novia, pero era la persona más engañada que conocía yo.
Nunca le fue infiel a nivel sexual, porque no se prestó la oportunidad, pero ganas no le faltaban.
Marce tenía novia también, pero es todo lo contrario a Alejandro, el mejor prospecto de novio que conozco.
Todo primer semestre nos alcanzó para empezar a conocernos, las fiestas que se hacían en el grupo eran lo normal de cualquier grupo universitario, entre juegos sexuales, retos, besos, etc.
a final de semestre y habiendo permitido cada una de esas 3 personas que los conociera, cambió mi modo de empezar a ver esa ciudad.
No era tan mala después de todo.
Llegó el 2014, y llegando al tema de interés, debo decir que en verdad nos unimos más y más y ya poseíamos una identidad dentro del grupo e incluso ubicados por los profesores.
Somos buenos académicamente, nos sentimos agusto de trabajar uno con el otro.
Nos unimos, eso es importante que sepan.
Tuve un especial nexo con Alejandro, no sé explicarlo, veía en él a mí mismo, en su forma de ser veía lo que yo era antes.
En mi vida anterior en mi otra ciudad, muy placentera, fui como él alguna vez.
Tuve un amigo que me jalaba para todos lados y me presentaba chicas con las que terminaba en la cama al cabo de unos días, y pocas ocasiones al cabo de unas horas.
Entonces veía en Alejandro y en su infidelidad a quien yo era, y quería ayudarlo con ello.
Me divertía lo que le pasaba, me alegraba incluso.
Me sentía feliz con él, por él.
En la fase final de segundo semestre ya consideraba a esas 3 personas como mejores amigos, a Alejandro en especial.
Recuerdo que a veces salíamos entre semana él y yo, simplemente a platicar y tomarnos una o dos cervezas, desestresarnos, contarnos lo que nos pasaba, aconsejándonos.
En una noche de borrachera Alejandro me dijo que yo era uno de sus mejores amigos y que me valoraba mucho.
Que me digan eso a mí, no solo me agrada, lo aprecio inimaginablemente.
Entonces llegó otra tarde de borrachera, en la que todo pintaba muy bien para pasarla agusto.
Fue tarde de chicos, hubo pizza, chelas, FIFA en el Xbox, chistes, bromas y muchas risas.
Fue en casa de otro compañero de clase.
En esa misma tarde Alejandro se puso muy borracho, siempre fue debil al alcohol, se empedaba rápido y lo hizo.
Al ser hijo de madre soltera muy estricta tenía que llegar a su casa, pero no podía hacerlo en el estado en el que estaba.
La opción que el propuso es bañarse, me pidió que lo ayudase y así fue.
Sin malicia alguna fuimos al baño, se desvistió hasta quedar en bóxer y se metió a bañar, lo único en que lo ayudé fue a sostenerse mientras se desvestía y a pasarla la toalla para secarse, y ayudarle a vestirse nuevamente.
No pasó nada realmente ni por mi mente.
Se veía mejor, aparentaba verse mejor, decidió espera un rato más y bajamos.
Yo me sentía muy bien y seguí jugando, bebiendo, cotorreando, y bebiendo más.
No recuerdo si él también siguió bebiendo, creo que sí, pero en fin ahora era yo el que se sentía mal, y también tenía que llegar a mi casa por lo que su idea de bañarse no me pareció mala.
Pasamos al baño y ahora era él el que me sostenía y ayudaba a desvestirme, en la misma situación quedé en bóxers, me bañé, el agua fría me despertó de mi mareo.
Me ayudó a secarme y vestirme.
Cuando ya estuvo todo listo él salió primero y en lugar de irse para con los demás, abajo, se dirigió a un cuarto del segundo piso donde estaba el baño del que salimos.
Yo lo seguí.
Los demás estaban abajo por lo que el segundo piso estaba vació salvo por nosotros dos.
Se sentó en la cama que había y yo me senté a su derecha.
Comenzamos a hablar.
De lo primero que hablamos fue de como nos sentíamos, luego la conversación se tornó sexual, sobre nuestras experiencias, (yo ya había tenido la experiencia de un trío, 2 hombres 1 mujer, nada homosexual pasó entre ese amigo y yo), hablando sobre eso después recuerdo este diálogo:
-Wey, algún día tenemos que compartir una vieja– dijo Alejandro
-Ja, ja, simona wey, estaría bien perro– dije yo, riéndome, mi pierna izquierda estaba pegada a su pierna derecha
-Ja, ja, ya sé, así conozco al ******– dijo él, y me sobó el paquete, a propósito y levemente (los asteriscos quieren decir el nombre que yo le decía a mi pene)
Yo estaba con los brazos apoyados detrás de mí, por lo que no hice nada para evitar la sobada.
Debo decir que dado la plática mi pene no estaba totalmente dormido pero tampoco erecto, a lo que solo quité su mano:
-Aguanta wey– le dije quitando su mano
Deben saber para esto, que este tipo de tocamientos era normal entre los amigos, en broma, obviamente.
Meramente juegos entre nosotros que nos sacaban y siguen sacando risas entre nosotros, nalgadas, golpe en los huevos, etc.
Por lo que nos teníamos confianza.
Esa sobada que me dió, empezó a despertar más aún a mi pene, y no quería que lo notara.
-Sí, sí, al ******– decía él, volviendo a sobar, y yo volviendo a quitarle la mano, volvió a hacerlo y se percató de que ahora yo tenía una erección.
Sin dejar de sobar puso otra mano donde estaban mi botón del pantalón y lo desabrochó.
-Aguanta ¿qué haces?– viendo su mano, pero no haciendo nada, ya no hacía nada.
-No lo conozco– dijo cuando me bajaba el cierre, y ahora sobaba solo encima de mi bóxer gris de licra.
Juro, lo juro, estaba yo consciente de todo lo que estaba pasando, pero no daba crédito a lo que estaba pasando.
No podía creerlo.
Aejandro, el mujeriego del salón, quién tiene novia, mi mejor amigo, estaba agarrándome el pene sobre el bóxer, acariciándolo, y yo ahí, dejándome.
Metió su mano bajo mi bóxer y sacó mi pene, no es grande ni grueso, pero no me quejo, apenas llego a los 16 cm y no estoy circunsidado.
Comenzó a masturbarme con su mano izquierda, miraba mi pene, me miró a mí mientras me masturbaba y luego siguió viendo mi pene.
Lo estaba disfrutando, yo lo estaba disfrutando.
Me acosté y bajé un poco más mi ropa para sacar mis huevos.
Él seguía masturbándome, con su mano izquierda.
Pareció un largo rato que ya llevaba haciéndolo, y lo veía, y lo disfrutaba.
Como estaba un poco arqueado, puse mi mano izquierda en su cabeza y lo direccioné hacia mi pene bien erecto.
Me comenzó a dar sexo oral.
Solo sentí humedad en mi pene, a decir verdad no sabía él lo que hacía pero yo sentía todo.
Como intentaba con su lengua ponerla alrededor de mi tronco, pasarla por mi glande.
No se metió toda, era un poco torpe, pero yo disfrutaba.
Cuando se apartó me volteó a ver.
Yo me levanté, no aguanté más.
Seguía masturbándome y viendo mi pene, con mi mano derecha tomé su mentón y lo dirigí hacia mí.
Me miró a los ojos, tenía cara de excitación.
Lo acerqué aún más, él cerro los ojos y lo besé.
El mejor beso que me han dado, él siempre se jactaba de los besos que él daba a las chicas, lo constato ahora.
Primero los labios, en el momento justo supo meter la lengua, jugaba con la mía y yo con la suya.
-Me gusta experimentar contigo—mencionó él en un lapso en que nuestros labios se apartaron.
-Mejor que sea con un mejor amigo—me limité a decir yo, que estaba que explotaba de la excitación, quería hacer más.
Para ese momento mi mano bajó a su entrepierna, sobaba su paquete aún dentro de su pantalón.
La tercer cosa que notas cuando conoces a Alejandro es precisamente su paquete, puede ser por los pantalones que usa, pero su paquete siempre resaltaba.
Ahora lo notaba.
Desbotoné su pantalón y bajé su cierre, sobé su pene encima de su bóxer.
Grueso, es lo primero que pensé al tacto.
Quería verlo, quería rodearlo con mi mano, masturbarlo.
Metí mi mano en su bóxer negro y lo acaricié, lo rodeé con la mano y pasé mi pulgar en su glande, estaba más que lubricado por su precum.
Dejó de masturbarme y se paró frente a mí.
Se bajó más el pantalón junto a su bóxer y salió su pene, 16 cm sin circuncisión, con un pubis con vello recortado, grueso, teníamos aprox la misma longitud pero el suyo se veía más grande.
Lo masturbé un poco y acerqué mi boca instintivamente y lamí su glande.
Escuché un leve gemido y arqueó hacia atrás su cabeza, disfrutando.
Me lo metí a la boca e intenté darle sexo oral.
Acariciaba sus nalgas velluditas y las apretaba al tiempo que se la chupaba.
No pasó mucho rato de eso que me dí cuenta que todo lo hacíamos con la puerta abierta del cuarto.
Me levanté, lo besé y le dije que se acostara, cerré la puerta con seguro.
Nada pasaba por mi mente que no fuera que estaba disfrutando el momento, ya no lo veía como amigo en ese instante.
Lo ví, acostado con el pantalón y su interior en las rodillas, boca arriba con su pene bien erecto, el glande ya estaba libre de prepucio.
Me acosté a su lado y seguimos con los besos, al tiempo nos masturbábamos mutuamente.
Bajé mis besos y comencé a besar su pecho, sus tetillas, al lado del ombligo donde a mí y él nos dan cosquillas eróticas.
Bajé más y besé su pubis, continué y ví de cerca y detenidamente su glande.
Una gota de precum lo coronaba y la toqué con la lengua para seguir chupándosela al tiempo que escuchaba como gemía en voz baja.
Unos pasos de varias personas subiendo las escaleras me sacó de mi excitación y a él también.
Nos llevó a la preocupación.
-ahí vienen—dijo él, subiéndose el bóxer y el pantalón.
Yo igual me los subí y dije lo primero que se me vino a la mente.
-tranquilo, acuéstate boca abajo y haste el dormido, la puerta tiene seguro, no entrarán—el solo hizo lo que le dije, aún pensando más me acerqué le dí un último beso, correspondido, y añadí
-no mencionemos esto con nadie, luego hablamos ¿va?— le dije al oído, acostado.
-está bien—y se empezó a hacer el dormido
Para eso empezamos a escuchar que tocaban la puerta, y los típicos amigos que hacen bromas preguntando que si estábamos cogiendo ahí adentro.
“Casi, si no hubieran subido a lo mejor sí” pensé yo.
Dejé que pasaran unos 2 minutos más y les abrí.
Puse mi mejor cara de sueño para que pensaran que también estaba dormido y que solo estábamos ahí para que se nos bajara lo borrachos, pero obvio con la puerta cerrada con seguro, era lo mejor que teníamos, la mejor excusa.
Alejandro siguió con la cuartada que quedamos y nos creyeron, después de todo nada iba a pasar si Alejandro era el mujeriego del salón.
(Debo agregar que todo ello desde el inicio de los tocamientos pasó en alrededor de 15 minutos).
Pregunté la hora, era tarde y Alejandro escuchó.
Dijo que ya se tenía que ir alegando que su mamá lo iba a regañar muy seguramente.
Como vivimos para el rumbo decidí acompañarlo también, tal vez en el camino hablaríamos sobre lo sucedido.
Nos depedimos y partimos.
Estuvimos hablando pero sobre lo bien que la pasamos con los amigos y que de verdad a él se le habían pasado las copas, era lo que decía.
-Pero ¿entonces no recuerdas nada?—pregunté yo
-La verdad no—dijo él con cara de confundido, es decir, con cara de honestidad de que no recordaba nada, creo yo.
-¿Porqué? ¿Cuánto tiempo pasó?
-No, por nada, no sabes beber jaja—fue lo único que se me ocurrió decir.
Lo dejé en la esquina de su casa, me aparté una cuadra más y saqué las lágrimas.
Rompí en llanto por el coraje de lo que había pasado, coraje porque había pasado, coraje porque ni siquiera sabía por qué sentía coraje a ciencia cierta.
Es decir ¿Qué pasó? ¿Qué ocurrió conmigo? ¿Qué ocurrió con él? ¿Qué soy? En serio que la pasaba mal, golpeaba postes, lloraba, me preguntaba todo ello ¿Qué iba a pasar con él? ¿Qué iba a pasar conmigo? ¿Qué iba a pasar entre nosotros? ¿Cómo reaccionará mañana? ¿Qué soy?.
Llegué a mi casa y tomé un baño, caí rendido a la cama después de un rato de más preguntas internas y unas cuantas lágrimas más.
En medio de la noche, estaba soñando y recordando lo que pasó, mi pene estaba aprisionado en el bóxer queriendo salir.
Me desperté entre noche a masturbarme recordando más que los tocamientos lo que él me dijo y sus expresiones, me excitaba bastante ello, estaba caliente por no poder terminar hace rato y me vine sin contener el orgasmo, fueron muchas contracciones en el pene, muchos chorros.
Después de limpiarme me miré al espejo, no me reconocía, había hecho algo que nunca, y nuevamente me recriminé por ello.
Dudas, coraje, incertidumbre, dormí con todo ello nuevamente.
Desperté, sin resaca por el alcohol.
Me preparé para ir a la escuela, tenía miedo.
Seguía cuestionándome, pero no quería pensar en ello.
El día en la escuela fue normal, vi a Alejandro y me trató normal, pero muy normal.
Yo quería hablar con él, quería que él hablara conmigo sobre lo sucedido, ya que en verdad no creía que se le había olvidado o pensaba que lo recordaría más tarde porque ¿Quién no recordaría algo así por más ebrio que esté? Además, con lo que hacía y decía no parecía en estado de ebriedad.
Para cerrar con este primer relato, no dije nada.
Me callé por un tiempo, por 8 meses la verdad entre Alejandro y yo y lo que pasó.
¿Porqué? Porque con el paso de los días yo veía a Alejandro feliz, pleno, alegre y la amistad era la misma de antes entre él y yo, no quería acongojarlo con ello, con el tema, pensaba que se molestaría o me dejaría de hablar si se lo dijera, o que la pasaría mal y no quería eso para él.
Pero en ese tiempo el que la pasaba mal era yo, pues no sabía las respuestas a las interrogantes que me atormentaban y eso me carcomía internamente, poco a poco.
Después de ese tiempo encontré el momento de decirle, y lo que pasó lo contaré en otro relato…
Saludos
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