Mi historia con Miguel
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Miguel y yo no solíamos ser amigos, estábamos en el mismo salón de la prepa; sin embargo sólo nos saludábamos. Quién diría que todo sería diferente a partir de aquella noche.
Era la fiesta de mi mejor amigo, César. Él es muy sociable (muy diferente a mí) así que invitó a todo el semestre y obviamente estaba incluido todo el salón. Llegué antes para ayudar a mi amigo César con los preparativos. No muchos del salón podían presumir que sus papás les prestaban el coche, por lo cual César pidió a Miguel que lo ayudara yendo a costco a comprar el alcohol para la que prometía ser la peda más grande a la que cualquiera de nuestra edad hubiera asistido. Teníamos, además, el compromiso de ir en su camioneta a casa de una amiga para recoger las mesas y algunas sillas para el desmadre. Miguel me saludó invitándome de su cigarro, a pesar de que no suelo fumar del mismo cigarro de otra persona acepté sin saber qué fue lo que me impulsó a hacerlo. Sonreí naturalmente y me senté en el lugar del copiloto. Platicamos un montón de cosas durante el camino hasta que llegamos nuevamente a casa de César completamente abastecidos y dispuestos a perdernos en alcohol. Después de una hora más o menos, comenzó a llegar la gente, la casa estaba a reventar. Antes de empezar a tomar, César, Miguel y yo acordamos quedarnos a dormir ahí para poder ponernos hasta la madre de pedos. Comenzaron los típicos juegos cuyos castigos era tomarse un shot de tequila. A mí me gusta mucho jugar así ya que me encanta el tequila, me hago el que pierdo a cada rato y así consigo consumir más alcohol que el resto del grupo (siempre me funciona). Sin embargo, en esta ocasión había una variante diferente, Miguel. Él descubrió mi juego y comenzó a hacer lo mismo. Ya para las once de la noche puedo decir que habíamos arrasado fácilmente con 2 botellas de tequila (sólo entre él y yo). Él tenía menos resistencia que yo al alcohol puesto que con eso ya se estaba medio cayendo y yo seguía como si nada.
La verdad es que Miguel es muy guapo, blanco, cabello castaño, un poco largo… ojos grandes pero ligeramente rasgados, labios carnosos y gruesos (si lo ves, no puedes evitar querer arrancarle un beso apasionado), 1.76m de alto, delgado, no musculoso, sin embargo, si lo ves con atención tiene ese aire seductor que lo hace ver simplemente irresistible. Pero hay algo extra que descubrí hasta esa noche… Él se estaba fajando con una chava, la típica puta que se metía con todos en la prepa. Escuché que él le decía que se iba a ir en su camioneta a conseguir más pomo a lo cual yo reaccioné de inmediato diciéndole que estaba pendejo si creía que lo dejaría ir. Siempre colgaba de una de sus presillas sus llaves por lo cual no fue difícil alcanzarlas, forcejeamos un rato e hice lo que generamente hago para ganar este tipo de riñas entre amigos, le agarré las nalgas así que él soltó las llaves y yo las aseguré dentro de mi pantalón. Solté su trasero pero no dejaba de pensar en lo rico que estaba. Generalmente es lo que veo en alguien pero en él no lo había notado hasta ahora, sus nalgas eran enormes pero nuca las exhibía puesto que le avergonzaba su figura (algo que descubrí años después).
La fiesta continuó y segúi tomando como cualquier chavo loco de 17 años que no tiene nada qué perder. La diferencia era que ahora mi atención estaba sobre Miguel. Extrañamente sentía celos al verlo con cualquier otra persona que no fuera yo, sólo quería estar con él durante el resto de la noche así que apliqué la de compadres borrachos que se abrazan de lado y comienzan a cantar como los peores borrachos… La fiesta comenzó a salirse de control así que la mamá de César se enojó tanto que corrió a todos de la casa. A ese punto de la noche, ya estábamos la mayoría hasta atrás de pedos. No querían dejar que Miguel manejar en ese estado por lo que yo me comprometí a quedarme con él hasta que se le bajara lo pedo (lo cual era una promesa vaga puesto que yo estaba igual de pedo que él ya que para esa hora habíamos acabado con unas 3 botellas de tequila y dos de torres 10 sólo entre él y yo, además de algunas cuantas cervezas, por lo que he de aceptar que ya no estaba en mis 5 sentidos). Pasó como una media hora y fuimos viendo como se iban uno a uno en taxis o cuando sus papás pasaban por ellos… "Nos quedamos solos", le dije. Él me dijo que estaba cansado y muy pedo como para manejar, yo asentí. Así que propuso que nos quedaramos a dormir en su camioneta a lo que sin pensar respondí que sí. Era una camioneta grande y cerrada por lo que no vi ningún inconveniente.
Nos subimos por la puerta de atrás, extendimos una cobija (que siempre carga por lo mismo de que toma mucho), nos quitamos las camisas y sudaderas para usarlas como almohadas y nos dispusimos a dormir. Como era marzo, no hacía frío. Sin embargo, después de un rato desperté algo sorprendido cuando sentí el cálido brazo suyo envolviendo el frente de mi cuerpo. En este punto, me di cuenta de que se veía aún mejor sin su ropa envolviéndolo y no podía dejar de preguntarme cómo se vería lo que había debajo de su pantalón. A pesar de todo, me contuve puesto que en lo sexual yo no era muy desinhibido en aquél entonces. Seguí así, sin dormir, sólo pensando en lo cálido de sus brazos y en cómo me encantaría poder probar sus labios… A esa edad tenía poca experiencia hasta en eso de los besos, no era virgen pero no me sentía muy cómodo con pensamientos sexuales como resultado de haber sido violado, y feo, en la infancia.
En la secundaria descubrí que era bisexual puesto que me fajaba e incluso tuve relaciones con 3 novias, pero también me gustaba jugar a las espaditas con algunos compañeros de confianza (Luego les publico esas historias). Ahora en la prepa, yo tenía novia en ese momento pero eso no me impedía sentirme bastante atraído hacia el chico que en esos momentos estaba desnudo del torso al lado mío. Cerré los ojos y cuando estaba a punto de conciliar el sueño noto que Miguel me está recorriendo el pecho con su mano derecha, noto que mis pezones se ponen duros por sentir su tacto pero ahora comienzo a fingir que estoy durmiendo… Su mano me sigue recorriendo y escucho que susurra mi nombre… sigo con mi actuación haciendo como si nada pasara. De reojo alcanzo a ver que tiene cara de confusión al llegar a mi cinturón… en ese momento y arriesgándome a que todo termine ahí, actúo como si despertara incómodo y le digo: "Oye Miguel -él también finge que se despierta con mi voz pero yo se que él estaba más que despierto en ese momento- ¿Te molesta si me quito el pantalón? lo que pasa es que suelo dormir en boxer y me siento incómodo porque me cala". Él responde que no hay ningún problema, y me pregunta que si me molestaría que él hiciera lo mismo; a lo que yo le digo que no hay ningún problema de mi parte. Nos zafamos el cinturón y desabrochamos el pantalón, yo no le quito el ojo de encima pues es mi oportunidad de ver sus nalgas, aunque sea en bóxer- que llevo imaginando toda la noche… Su bóxer es blanco por lo que se transparenta un poco debajo de él, yo suelo vestir ropa interior negra. Su piel es tan suave, me daba una idea porque es lampiño del torso y la espalda por lo que supuse que sería lo mismo debajo del pantalón, sin embargo, en la entrepierna, se nota que no es nada lampiño de su parte más íntima…
Proseguí haciéndome el dormido nuevamente, estando alerta a la oportunidad de que Miguel siguiera tocándome como lo hacía hace un momento, pero nada pasaba… Considero que ya serían las 4 de la mañana cuando de repente, se vuelve a avalanzar sobre mí. Sentir sus piernas rosando las mías y su cálido cuerpo cubriendome hace que de inmediato tenga una erección; y no tardo en sentir una como respuesta de su parte moviéndose, recorriendo mi pierna. Alcanzo a distinguir que no me quita los ojos de encima, noto su cara acercándose a la mía, siento su acelerada respiración sobre mi boca y es entonces cuando ya no puedo contenerme más…
Mis brazos llegan a su espalda, lo jalo hacia mí y hago que caiga encima mío mientras lo beso con tanta pasión como jamás en la vida lo había hecho. Duramos en ese beso -que nos deja sin aliento a ambos- fácilmente unos 15 minutos sin exagerar, no quería separarme de él pero es en ese momento cuando me doy cuenta de que tengo la oportunidad de tocar sus nalgas como yo quiera y aparte de eso, de verlas a todo color como lo deseé desde que lo palpé en la fiesta… Así que interrumpo el beso para decir lo primero que se me viene a la mente "¿Son reales?" él, sonrojado, responde que sí, alejándose de mí hacia el otro extremo de la camioneta, como si hubiese hecho la peor pregunta del mundo.
Nos quedamos inmóviles un momento, incrédulos… ¿Habías hecho algo así antes? le pregunto y él me dice que no, que seguramente fue el alcohol y la curiosidad de saber cómo sería. Me devuelve la pregunta, poniéndose como a la defensiva. Algo parecido -respondí- me violaron cuando era niño. Hasta ese momento, no lo había compartido con nadie, ni siquiera con mis mejores amigos; pero sentía que le debía algo por haberle hecho esa estúpida pregunta sobre su cuerpo. No se en qué estaba pensando pero me sentía extrañamente en confianza con él a pesar de que no habíamos compartido más que saludos hasta ése día. Cuando menos lo espero, mientras estoy inmerso en mis pensamientos, me interrumpe con un fuerte abrazo. Ni siquiera mi madre me abraza así, ése ha sido el mejor y más cálido abrazo que he recibido en la vida (ni siquiera él lo ha podido igualar). Mi reacción inmediata es avalanzarme hacia él y besarlo. Seguimos con lo nuestro, recorriendo nuestros cuerpos con la lengua, nos tocamos de una manera tan erótica que me es imposible describir lo que me hacía sentir, estábamos de rodillas pero con las piernas entrelazadas de tal forma que teníamos alcance a cualquier parte de nuestros cuerpos que con las manos quisiéramos alcanzar. Lo oigo susurrarme al oído "¿traes condones?" y le respondo que no. Los dos sentimos la decepción del otro cuando me dice que él tampoco, pero eso no nos detiene para proseguir bajándonos el bóxer el uno al otro. Yo estoy maravillado por su cuerpo y aún más por sus nalgas que eran tan blancas como el resto de su piel y suaves como las de un bebé (aún más creo yo, no he visto ni siquiera en películas un trasero más perfecto que el de él, no exagero) juntamos nuestros penes y los masturbamos así durante un rato. Se sentía bien, nunca había estado en una situación similar con otro chavo; me refiero a que en esta ocasión había algo más de por medio, supongo que era como hacer el amor y mis experiencias anteriores eran "como amigos", algo "de a cuates". Nuevamente estaba dentro de mis pensamientos cuando de repente lancé un gemido acompañado una exclamación de placer ¡Aghhh! !No manches!
Mi virilidad ya estaba dentro de su boca y eso me encantaba, alguna novia ya me había mamado el pito pero me raspaba con los dientes, esto para nada era igual. Se sentía suave, sus carnosos labios apretaban pero no lastimaban. Su lengua hacía círculos sobre mi glande, no sentí sus dientes en ningún momento. Sentía una calidez tan deliciosa de estar dentro de su boca que me olvidé de todas las vaginas que había penetrado antes, podía pasarme ahí el resto de mi vida y morir feliz con su boca saboreando mi miembro de esa manera. De repente se lo saca para dirigir su lengua a mi ingle ¡Uffffff! algo indescriptible. Siento lengüetazos sobre mis testículos mientras mi pene rebota sin que yo lo dirija sobre su cara. Para alguien sin experiencia con hombres lo hacía como si fuese un experto. Me daba miedo hacer lo mismo (ya que no sabía como reaccionaría él) pero me sentía en deuda después de todo ése placer que me estaba regalando sin ser mi cumpleaños. Así que me giré y me dirigí a su entrepierna para repetir en él todas esas maravillas que estaba haciendo en mí…
Aproveche para ver más de cerca sus nalgas y de paso le eché un vistazo a su rosado y cerrado culito, sin embargo evité la tentación de penetrarlo puesto que no teníamos condón; en esos días no pensaba en probarlo puesto que no sabía que eso se podía hacer y que producía tanto placer para el devorado. Sin embargo sí lo dedeé un poco puesto que yo estaba fascinado por sus nalgas… De repente le escucho un nuevo gemido, mi primer reacción es preguntarle ¿ya te vas a venir? a lo que él responde que sí y yo le digo que me espere un poco. Había visto en alguna película porno que siempre se querían venir igual, sin embargo, no había tenido la oportunidad de experimentarlo con las novias con quienes había intimado antes que Miguel. Así que nos volvimos a poner incados como estábamos antes del 69, volvimos a juntar nuestros miembros uno sobre otro, metí prisa a la masturbada y de repente… estábamos nuevamente abrazados, con mucha fuerza de por medio y con los abdomenes llenos de esperma… Buscamos algo de rollo, nos limpiamos y nos quedamos dormidos así, desnudos y abrazados, con las piernas entrelazadas. Satisfechos como nunca antes ninguno de los dos había estado.
Despertamos tarde y despreocupados ya que no se veía hacia dentro de su camioneta ni hacia fuera. Nos vestimos y me llevó a casa. No hablamos nada durante el camino, sólo lo dirigía para darle indicaciones de cómo llegar a mi destino.
Ya en la escuela fingimos que nada pasó, seguimos siendo los mismos de antes, esos que sólo se saludaban y al final del día se decían "¡sobres!" (así decimos Adiós en México de forma informal) bajo la luz de la luna cuando el otro subía al camión. Terminé con mi novia ya que me sentía culpable después del suceso con Miguel, así que estuve soltero por los meses que nos restaban en la prepa, él siguió con sus amistades ya que no tenía novia antes del acontecimiento. Nuestra historia parecía haber culminado en una riquísima aventura de una sola noche. O al menos eso habíamos creído…
Esperen la segunda parte…
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