Mi historia II ¿Son cosas que pasan?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace ya más de un año que publiqué esta primera parte de todo lo que me pasó, para los que no la leyeron y quieren estar al tanto les dejo el link:
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-39577.html
Todo aquello que relaté pasó a finales de segundo semestre de mi carrera y como dije, lo callé por 8 meses que fueron muy difíciles, pues solo yo sabía eso.
Pudieran pensar que no tenía nada de malo, pero no sabía qué había pasado, con él, conmigo.
Pues yo me sabía heterosexual y lo sabía a él heterosexual.
¿Entonces qué pasó? ¿Por qué pasó? ¿Qué es él? ¿Qué soy yo?
Entonces todo este problema y todo este acontecimiento me acechaba todos los días, todas esas preguntas y etiquetas las recordaba y ello me impedía vivir mi día a día.
Y no fui el único que notó que a mí me pasaba algo o que al menos pensaba en algo.
Todos también se daban cuenta que en verdad algo traía.
Y mi respuesta fue un “sí, pero no quiero hablar de eso, no puedo”.
Incluso era mi respuesta cuando Alejandro me preguntaba que qué me pasaba.
También el distanciamiento con mi familia se dio a notar, pues estaba cenando con mi familia y pensaba en otra cosa y caí en un episodio de depresión.
Era raro la verdad, y difícil.
A veces estaba bien, pues veía que Alejandro vivía normalmente y feliz siendo él mismo, pero claro, no recordaba ni sabía lo que él había hecho.
Todo este dilema interno, si contárselo o no, lo pensé durante todo el tercer semestre.
Y no fue fácil tomar la decisión de hablar con él.
Digo, y pensaba, tal vez mi amistad con él estaría en juego, no sé como reaccionará, no quiero que nos distanciemos.
Valoraba más su amistad que mi bienestar.
Como tratamiento/terapia en mis idas con mi doctora, porque sí, fui a una psicóloga, a la cual no le conté nada del tema, puntualmente, solo le dije que sabía algo de alguien a quien apreciaba mucho y no quería perderlo o que se enojara por eso ni que me tratara diferente, me dijo que escribiera todo, todo lo que pasó y que cada palabra escrita la aceptara como un “pasó” y siguiera adelante, pero que no afronte solo esto, y que si de verdad éramos amigos no importaría nada.
Ya no podía seguir así, me carcomía por dentro este problema y no me incumbía solo a mí.
Así que, ahora al final de tercer semestre, terminando exámenes y todo, encontré el momento de hablarle.
Afuera de su casa por una calle no muy transitada.
-Dime Emmanuel, me dijiste que querías hablar y yo haré todo lo posible por que estés bien, te escucharé—me dijo él muy sinceramente
-Gracias Alejandro—y sonreí, aún pensando si esto era lo correcto –verás, ¿recuerdas cuando en las fiestas o salidas casi siempre me ponía pensativo? ¿Qué todos me preguntaban que tenía? ¿Cuándo estaba en un lugar y parecía que no estaba ahí? Bien, tiene que ver con eso lo que te voy a decir, o más bien es eso de lo que te voy a decir—
-Ajá, dime te escucho, soy tu amigo—y me sonrió, y por ello me sentía aún más arrepentido de estar ahí hablando, pero ya no había marcha atrás
-¿Recuerdas que les dije que tenía un problema con alguien que era importante para mí? ¿Y que no quería hablarlo porque pudiera ser que esa persona y yo nos peleemos o distanciemos y no quería eso?—y él asintió, con cara de confundido, así que seguí—Pues ése eres tú—
Los ojos de él reflejaban una tremenda confusión, una sorpresa, yo estaba que temblaba con cada palabra que decía.
Tartamudeaba mucho, me era muy difícil estar haciendo todo eso.
-No entiendo, pero continúa—dijo él, ya su mirada reflejaba cierto miedo, también su voz.
-Mira, esta es la manera más sencilla que encontré que te enteraras de todo esto—le dije mientras le daba unos papeles, con toda la historia que había escrito, tal cuál pasó aquella primera noche hace 8 meses, como terapia que me dijo mi doctora.
—Léelo, pero antes promete que nada va a cambiar entre nosotros, porque es lo que mas temo, por favor—
-Claro Emmanuel, no te apures—dijo él.
Tomó las hojas arrancadas de mi diario y como era de noche sacó su teléfono para prender la linterna y poder leer.
Las primeras páginas relataban anécdotas con mis otros amigos de mi vieja ciudad, lo había hecho a propósito, él leía y reía a veces y continuaba leyendo.
Cuando llegó a la página del 18 de mayo del 2014 lo detuve.
-Hasta ahí son anécdotas de mí y mis otros amigos, y de ustedes, las más significativas y pudiste leer cuanto los estimo.
Era lo primero que quería que entendieras, cuan importantes son para mí, y cuán difícil es que una amistad esté en la cuerda floja.
¿Vale? —dije, yo ya estaba con las piernas recogidas, abrazándolas y temblando porque el leyera eso, con la cabeza agachada, por la futura vergüenza que venía.
-Continúa, la siguiente fecha es lo que quiero que sepas—Y él siguió leyendo.
Y leía, y forzaba su mirada mientras yo temblaba de miedo, no sabía exactamente qué sentía o qué esperaba él, ni yo.
No sabía como sentirme, pero me sentía arrepentido, pero no había vuelta atrás, recuerdo exactamente todo lo que escribí, y en mi mente yo iba leyendo lo que él estaba leyendo, y temblaba más.
Tenía miedo.
Hasta que, de golpe, el paró de leer.
Justo antes de la parte donde escribía que empezaban los tocamientos.
-No Emmanuel, creo que ya no tiene caso que siga leyendo esto, creo saber de que va el asunto—Dijo, tartamudeando, pensando bien sus palabras, también comenzaba a abrazarse las piernas.
Lo recuerdo, primero sonrió de vergüenza o pena, o porque sintió que había hecho algo malo, aún sin saber realmente lo que había hecho, o porque simplemente no sabía que hacer, pero sonrió.
–Mira, creo que este es un asunto que sí nos concierne a los dos, y sé que quisieras que terminara de leer pero no puedo y no quiero porque estoy seguro de saber cómo terminan estos desarrollos—
-Pero no terminaste de leer—Dije yo, sorprendido realmente, aún temblando – Siquiera lee todo para que veas en qué acabó y hasta donde se llegó todo—Ya decía yo, con cierta molestia.
-No – Y empezó a temblar más notoriamente – No es la primera vez que me pasa algo así.
Hace unos años en el bachi fuimos a un viaje para hospedarnos en un hotel, me tocó compartir cama con un wey al que le hacían burla de ser homosexual, pero sabes que siempre he respetado las preferencias de todos y sabes que mi ser es así.
— Y en efecto, él lo era.
Siempre defendía y estaba a favor de todo este tema, de que cada uno es libre de ser lo que quiera, lo importante es ser feliz al final de cuentas.
Yo creía que lo hacía para que nadie le dijera nada de sus a veces amaneraciones, o de sus gustos por la cultura pop y esos temas que no son muy masculinos.
— Ese día, esa noche, tomé de más y me puse borracho.
Cuando llegué al cuarto del hotel solo quería dormir y así lo hice, me acosté a un lado de mi amigo que ya estaba dormido.
Entre medio de la noche sentí como me alcanzó “ahí” y me desabrochó el pantalón y quería masturbarme.
No lo dejé y solo me voltié y lo ignoré.
Al siguiente día no comenté nada de eso con él—Le costaba a él decir cada palabra, contarme cada frase, se estaba sincerando.
Y yo lo entendía en cierta forma.
– Por eso sé de qué va el asunto y no es necesario que termine de leer, porque no quiero.
Mira son cosas que pasan y ya.
–
– ¿Cosas que pasan? Creo que esto no es algo que simplemente pase.
– Ya yo estaba molestándome al escuchar eso, ¿le estaba quitando importancia al asunto por el cual me puse mal tanto tiempo? – Léelo para que sepas en qué acabó todo, hasta dónde llegamos –
-No quiero Emmanuel – y se puso serio, triste, con miedo, como si lo estuvieran atacando – te conté esto para que supieras y entendieras que ya había dudado antes.
Antes, pero ya no.
Tengo novia, tengo otras amigas.
Mi sueño es tener una familia, forjarla, tener hijos.
Y entiendo esto, entiendo porqué te pusiste así, porque te ponías así en cada salida, en cada fiesta, no es algo fácil.
Yo ya pasé por eso y créeme que no es fácil, y te agradezco de verdad que te lo hayas guardado porque no iba a ser fácil la convivencia contigo en el semestre si me lo hubieras contado antes y no iba a ser fácil para mí verte después de saberlo.
Gracias por esperar y lamento que lo hayas hecho.
–
No voy a manipular el relato a mi favor, voy a contar la plática como realmente fue.
Por si Alejandro llega a leerlo, que lo dudo mucho.
Después de haberle escuchado decirme y platicarme todo eso, y de contarme anteriormente como se sentía muy agusto platicando por chat con otro hombre casi todo el día (eso me lo dijo anteriormente en otra salida, pedo me lo dijo, otra vez) que casi parecían “novios” como el decía, decidí contarle algo que verdaderamente me tenía guardado yo.
Y le conté como sufrí abusos por parte de un primo, curiosamente que compartía el mismo nombre que él, cuando era niño, algunos 6 o 7 años.
Pero que hasta la fecha solamente y hasta ese día a él le había platicado ahora.
Me sinceré con él verdaderamente en lágrimas, y él estaba ahí para consolarme, me daba su mano, me palpaba la espalda.
Cortando este momento, no quiero hacer el relato largo, quedamos en que fue un error de borrachos, quedamos como los mejores amigos que habíamos sido siempre y teníamos la ventaja de que eran vacaciones y no nos veríamos en un buen rato.
Y así fue.
Incluso unos 30 minutos luego de hablar lo acompañé a la fiesta de una de sus amigas y tomamos y reímos y bromeamos como si no hubiéramos platicado.
Y fue todo como antes.
Lo había sacado de mí, por fin se lo había dicho, ya no era el único que lo sabía y la persona que tenía que saberlo lo sabía.
Al menos una parte.
En ese momento eso era suficiente para mí.
Y lo fue mas saber que las cosas si podían ser como eran antes.
Incluso fui cómplice para que el se besara con una de sus amigas, claramente sin que su novia se enterara.
Me fui de ahí, contento, satisfecho.
Y pasaron las vacaciones.
Y llegó cuarto semestre y es aquí, justo al inicio donde comienza lo erótico.
La amistad con Alejandro estaba de perlas, de verdad tan solo el primer día lo sentí como si nada hubiera pasado, como en el pasado, sentí que tenía de vuelta a mi mejor amigo, o más bien el mejor amigo de él ya por fin estaba de vuelta.
En serio la convivencia era mejor que nunca, mejor que en el pasado.
Y así duró, 1 semana entera.
Luego de la primer semana de cuarto semestre de la universidad un compañero de nosotros cumplía años, y prometía una fiesta tremenda de regreso de clases y para celebrar su cumpleaños al mismo tiempo.
¿El lugar? La misma casa donde había ocurrido todo, después de todo el compañero que tenía esa casa vivía solo.
Bien pues, la fiesta empezó a la 1 de la tarde más o menos, bebiendo y comiendo poco y bebiendo más.
Bailando, haciendo desmadre.
Alejandro no pudo llegar a la hora de inicio, llegó a las 4 y obviamente todos estábamos ya muy tomados.
¿Recuerdan que Alejandro es malo para tomar? Pues a la media hora ya nos había alcanzado en estado de ebriedad y a las 5 estaba ahogado en alcohol.
Sí, que triste.
Ahora yo no estaba solo, eran muchas más personas, y estaba Marce con nosotros, que hacía medio año había terminado con su novia de varios años, en buen plan, y tenía ya cierta historia y tensión sexual con una compañera que estaba en esa fiesta.
Pues Marce y yo vimos a Alejandro así y que estaba haciendo un desmadre en el piso de abajo y le dije a Marce:
-La ultima vez que se puso así lo tuve que ayudar a bañar para que se le bajara y su madre no lo regañe—dije yo, sin miramientos ni morbo, solo en plan de amigos.
-Pues sí wey, está bien pedo.
Hay que ayudarlo entre tu y yo a subirlo a a bañarlo con agua bien fría para que se le baje—me dijo Marce.
Y pues así lo hicimos.
Entre nuestros hombros casi arrastrando lo subimos al segundo piso, nos metimos al cuarto con bañera y le pusimos seguro.
Lo desvestimos y dejamos en bóxer, pegaditos, rojos y con un agujero pequeño en su ingle derecha.
Lo noté, me tocó a mí quitarle su pantalón bastante ajustado y difícil de quitar.
Lo metimos a la regadera con agua fría y lo ayudamos a bañar, a veces podía sostenerse a veces no y lo estábamos cuidando.
Jamás le quitamos el bóxer, lo secamos y procedimos a ponerle el pantalón.
Cuando se lo estábamos subiendo, Alejandro ya acostado en la cama, vomita sobre la cama, sobre su pantalón y sobre su bóxer.
Después de maltratarlo verbalmente un rato, como todo buen amigo, nos dimos cuenta que pues no era su culpa, estaba ebrio.
Lo desvestimos nuevamente y nuevamente a la regadera.
Antes de meterlo esta vez le dije a Marce y le señalé que se había vomitado hasta el bóxer y entre que sí y que no se lo quitamos y lo bañamos desnudo.
Ya lo había visto antes, su pene, pero ahora lo ví flácido, y entendía porqué se le marcaba tan buen paquete.
Gordito, aún dormido y la punta del glande rosita sobresalía de su prepucio.
Terminamos de bañarlo ya por segunda vez, enjuagué el vómito de su bóxer y se lo puse.
Y Alejandro volvió a vomitar y ahora lo pusimos cerca de la taza del baño para que vomitara lo que quisiera.
Y se dejaba caer y lo sosteníamos.
Y le limpiábamos la saliva de su cara.
Y sus manos temblaban cuando se sostenía.
Estaba muy mal.
Decidimos no salir del baño por si quería seguir vomitando.
Y nos sentamos los tres, el en medio frente a la taza y Marce y yo a cada lado suyo.
Pasados pocos minutos Marce salió para ver como estaba el ambiente abajo.
Me dejó y era muy incomodo estar con el ahí, semidesnudo, después de haberlo visto desnudo.
Obviamente comencé a recordar todo lo que ya había pasado.
Alejandro dejó de vomitar y lo acosté sobre mis piernas, aún babeaba.
Y así lo tuve otros pocos minutos hasta que entró Marce al baño.
-Wey, ¿Cómo está Alejandro? ¿Todo bien? – parecía medio alterado.
-Si wey, todo bien.
Ya dejó de vomitar.
– respondí yo, extrañado por como estaba Marce le pregunté que había pasado
abajo-
-Que bueno.
Wey ocupo un favor de compas.
Tere (la compañera con la que tenía tensión sexual) está en el otro cuarto.
Ya me dejó meterle mano, no creo que cojamos porque no tengo condón pero si un faje rico.
¿Puedes cuidar a Alejandro tu solo? – dijo, muy rápido pero le entendí, se notaba que él estaba ansioso.
-Si wey – y me reí – Tu vé, no te preocupes, no se ve que despierte este cabrón ya.
Si quieres Antony (el compañero dueño de la casa) tiene condones en el tocador este – y señalé el tocador del baño, ya había visto los condones ahí en
otras ocasiones cuando eran fiestas.
-A ver.
– y tomó uno.
– Gracias wey, te encargo, igual cualquier cosa me tocas la puerta, le voy a poner seguro para que nadie entre.
Luego te cuento como estuvo.
– y se fue y le puso seguro a la puerta-
Y ahí me quedé yo, solo con Alejandro muy ebrio, semidesnudo cuidándolo.
Y mil cosas pasaban por mi cabeza, pero jamás lo que en verdad pasó.
Después de algunos 15 o 20 minutos Alejandro se despertó e hizo arcadas queriendo vomitar, pero no vomitó.
Me miró.
Sonrió.
Se sentó un poco derecho a un lado de donde estaba, se recargó en mí y cerró los ojos nuevamente.
-Wey ¿quién mas está aquí? – preguntó el, hablando entrecortado por los efectos del alcohol.
-Nadie, solo yo.
Estaba Marce pero se encerró en el otro cuarto con Tere.
– respondí tranquilamente.
– ¿Estamos solos? – volvió a preguntar.
-Si, estamos solos.
Estas muy ebrio.
– y me reí.
Y empezaba yo a temblar pero sin saber porqué.
-Wey, ¿te acuerdas de lo que hablamos el otro día? – me soltó.
Y yo me sorprendí bastante.
Totalmente no estaba preparado para eso, ni siquiera contaba con que Alejandro despertara.
– ¿Qué? – realmente no sabía que más responder.
No sabía como sentirme, solo temblaba.
-Si wey, lo pensé mucho y ya sabes que tu eres un gran amigo para mí.
Y no sé porqué pasó pero creo que si lo hice fue porque siento algo por ti –
No bastó nada más para quitarme de lo confundido.
Me quedé en shick un momento, pero luego reaccioné a sus palabras, siente algo por mí.
Creo que cuando te digan eso sea hombre o mujer, se siente bonito, y lo sentí.
Sentí bonito al escuchar eso.
Y me lancé, volví a besarlo.
Me acerqué a su boca y comencé a besarlo.
Y el correspondió al beso.
Y besaba muy rico.
A veces solo labios, a veces solo lengua.
Y mi mano comenzó a acariciar su pecho desnudo y su mano se puso arriba de mi cintura y la acariciaba.
Entonces sus besos fueron bajando por mis mejillas, por mi cuello, llegó a mis pezones y volvió a subir, cuello y boca otra vez.
Yo en cambio fui de sus mejillas a su lóbulo, y lo chupé y dí mordidas, y luego regresé a su boca y cambié al otro lóbulo.
Y volví a su boca y bajé al cuello, cuando le estaba besando el cuello mi mano ya estaba agarrando su pene sobre el bóxer, ya estaba endureciéndose.
Y su mano estaba sobando el mío sobre el pantalón.
Y me apartó de darle besos en su cuello y me acostó en el suelo boca arriba.
Y llevó su boca a la mía y no duró mucho tiempo, porque fue bajando al tiempo que me desbotonaba.
Y bruscamente y torpemente me quitó el pantalón, con mi ayuda.
Y empezó a chupar mi pene.
Yo solo disfrutaba y sentía como lo hacía, como apretaba sus labios y movía su lengua, como era succionado y jalaba mi pene para liberar el glande y succionarlo más.
Y yo disfrutaba.
Estaba extasiado con lo que estaba pasando.
Y su oral duró no sé cuantos minutos, pero paró y volvió a mi boca y me besaba desesperadamente, nos besábamos desesperadamente.
Y aún él con su bóxer y con su pene bien duro aún guardado ahí, se sentó encima de mi erección, y empecé a moverme como si lo estuviera penetrando, sin hacerlo, me estorbaba esa tela.
Y entonces me senté y lo abracé y ahora yo lo acosté boca arriba.
Estaba decidido a lucirme.
Y lo besé, mordía sus labios.
Bajé por su barbilla, mordía un poco su cuello, sus hombros mientras lo apretaba con mis manos.
Y mientras seguía besando su cuello y mordiéndolo mi mano ya había sacado su pene, más grueso que el mío de ese bóxer que estorbaba.
Y estaba muy lubricado.
Y lo masturbaba y besaba, sus pezones, su pecho, bajaba por todo su abdomen y subía, y besé su pubis, peludo y llegué a la base del pene y me concentré en hacerlo lo mejor que pude.
Recuerdo que primero junté mis labios y así los acerqué a su glande, hinchado y rosita y luego los abrí, y primero chupaba ese glande, y después poco a poco iba bajando más.
Y subía y bajaba un poco más aún.
Y no me cabía, hasta que bajé aún más y con mucho esfuerzo ya sentía mis labios rozando su vello púbico.
Y duré pocos segundos e hice arcadas y lo saqué de mi boca y respiré agitadamente.
Y lo ví, con los ojos cerrados, lo estaba disfrutando él también.
Entonces tuve en mis manos sus huevos, y los chupé y le gustó y le dio cosquillas porque se quiso levantar, pero volví a meterme su pene en la boca y seguí dándole una mamada.
Y no quería terminar, estaba yo totalmente perdido en ese momento.
Y paré y fui a besarlo, yo tenía precum en mi boca y así nos besamos.
Entonces hizo lo que nunca pensé, se volteó y quedó boca abajo, y besé su espalda.
Seguí bajando hasta que llegué a sus nalgas, con un poco de bello, y las mordí mientras acariciaba sus piernas gruesas, por jugar mucho al futbol, sus nalgas duras por la misma razón.
Y entonces, las separé.
Lo ví.
Su agujero estaba ciertamente muy muy cerrado, y lo olí un poco, estaba y olía a limpio pues estaba recién bañado.
Y solo me limité a escupir ahí.
Y regresé a besar su nuca poniendo mi pene entre sus nalgas, solo lo resbalaba, no me atrevía a meterlo.
Pero sentía muy rico, yo lubrico a chorros y aparte había escupido en la entrada de su ano.
Estaba super lubricado, y a veces punteaba en la entrada, y medio empujaba pero no me atrevía a más, solo que se resbalara por entre sus nalgas.
Hasta que él mismo me dijo:
-Así no, ponte condón—lo dijo muy torpemente, me recordó que seguía ebrio.
Pero yo quería continuar y el ya me había dado permiso.
El quería.
Así que busqué otro condón en el tocador del baño, me lo puse rápidamente y volví a mi posición en la que estaba.
Y lo puse en medio de sus nalgas y rápidamente se lubricó porque su raja ya tenía bastante de mi precum y saliva.
Y punteaba en la entrada, muchas veces.
Hasta que tomé mi pene y lo puse en la entrada y empujé y sentía como se abría paso.
Y Alejandro gemía.
Había entrado medio glande y lo saqué, no quería que gimiera.
Entonces pasé mi brazo sobre su cabeza, su boca quedó en mi antebrazo y articulación del codo.
Volví a intentar meterla.
Lo logré.
Alejandro se quejó y tomó y apretó mi brazo y ahogó el grito.
Tenía yo medio pene dentro y se sentía de lo más rico.
Y empujé más y metí todo y me sentía en el cielo.
Estaba caliente dentro de él, dí unas cuantas estocadas y Alejandro no aguantó y se volteó e hizo que me saliera dentro de él.
Estabamos respirando agitado, ví el condón y ví un poco de sangre y algo de heces.
Me lo quité y lo aventé a la taza.
Ví el pene de Alejandro, aún bien parado y el con los ojos cerrados respirando.
Yo quería probar, me parecía justo.
Tomé otro condón, volví a chuparle un poco el pene, se lo puse.
Le quedaba más apretado que a mí, lo ensalivé mucho, e igual ensalivé mi culo.
Tenía miedo.
Me senté arriba de él.
Él no abría los ojos.
Dirigí su pene a mi culo, intenté que entrara pero dolía, tan solo con un poco que metiera dolía.
Y no podía gritar.
Pero quería sentir.
Y volví a intentarlo, tomé uno de mis calcetines y lo mordí y mantenía mordido.
Y dirigí otra vez su pene a la entrada de mi ano, estaba muy resbaloso.
Y sentía como se abría paso y como cada centímetro iba entrando y en verdad dolía, y mordía mucho ese calcetín.
Me día cuenta que apenas iba el glande.
Y respiré y esperé, Alejandro no se movía y seguía aún con los ojos cerrados, y volví a morder el calcetín y dejé entrar más y sentí como Alejandro levantó su pelvis para que entrara aún más y del dolor me dejé caer y entró toda.
El peor dolor que he sentido en mi vida.
Empecé a suspirar y me quité el calcetín para poder respirar y quería gritar y sacarlo, pero quería levantarme y sentía que me dolía al querer sacarla así que mejor me estuve un rato así, arriba de él.
Penetrado por él.
El no se movía, y me acerqué para besarlo y ya no respondía mis besos, pero sentía dentro de mi como palpitaba su pene.
Luego de un rato ya no la estaba pasando bien yo, así que lo saqué y me senté rápidamente en la taza porque sentía hacer del baño, y volteé a verlo, su pene, estaba sangrado, mas que lo que yo había sacado de él, e igualmente estaba sucio.
Le quité el condón con cuidado de no mancharme, y lo tiré a la taza también, me limpié mi culo y me acosté boca arriba al lado de él.
Ver su pene aún bien duro fue suficiente para que el mío despertara.
Y comencé a masturbarlo, le acariciaba los huevos, a veces le chupaba el glande, ahora sabía a latex.
De repente y sin avisar el ya se estaba viniendo, y mucho.
Puse mi mano encima de su glande para no ensuciar nada que no fuera nuestros cuerpos.
Mi mano quedó sucia por su semen y lo probé, no sabía mal.
Y con el que me quedó en la mano empecé a masturbarme yo y me vine a chorros encima de él, sobre su abdomen y algo de su pubis.
Y me acosté al lado de él, yo estaba cansado, extasiado y solo quería acostarme un rato.
E instintivamente lo abracé y no mencioné ninguna palabra.
Luego de unos minutos me puse a limpiar su cuerpo, ya su pene estaba aguado, no había mucha diferencia en largo pero si en grosor.
Limpié todo lo mejor que pude, eché aromatizante y mientras limpiaba y le bajaba a la taza del baño pensaba ahora: ¿Qué había hecho? Pero recordé lo que él mencionó: “siento algo por ti” y se me dibujaba una sonrisa.
Estaba claro que hicimos el menor ruido que se pudo, que por la música abajo no nos escucharon, que porque en el otro cuarto arriba estaban en lo suyo tampoco nos escucharon.
Entonces tenía que volver a poner todo en su lugar.
Y volví a ponerle el bóxer a Alejandro que seguía sin abrir los ojos, ahora estaba inmóvil, dormido.
Y lo volví a poner sobre mi regazo como estaba antes.
Y me puse a pensar en todo lo que pasó.
Alrededor de 30 minutos pasaron y tocó la puerta Marce.
Parece que yo disfruté más que él, pues no consiguió ni siquiera un oral.
No encontró nada raro, nos encontró tal cual nos había dejado.
Y me dí cuenta que estuvimos solos alrededor de 1 hora y 20 minutos.
Marce comenzó a darle cachetadas a Alejandro para que reaccionara, no reaccionó y ya era algo tarde.
Lo bañamos otra vez con todo y bóxer, el agua fría sí que lo despertó y lo cambiamos.
Por razones de ser foráneo, llevaba mi maleta a esa fiesta, y como se había mojado su bóxer y calcetines, y su pantalón estaba vomitado le presté un bóxer, un pantalón y unos calcetines.
Y ya por fin estaba semi reaccionando mientras lo cambiábamos, pero los tres estábamos aún cansados así que nos fuimos a acostar a la cómoda cama que estaba ahí.
Como a las 2 horas reaccionó Alejandro aun mareado y lo llevamos a su casa.
Su madre era muy estricta pero fui el único que quiso acompañarlo hasta la puerta de su casa.
Lo único que me gané fue que su madre me cerrara la puerta en la cara y me odiara.
Cada uno se fue a su casa, y yo iba confundido, adolorido, pero con una sonrisa en el rostro porque sabía que él “sentía algo por mí”.
Esa noche pensé mejor las cosas, Alejandro estaba evidentemente ebrio, pero no se puede cometer el mismo error 2 veces, y menos decir semejantes cosas en ese estado.
Así que esta vez no me iba a quedar callado por nada de tiempo y al día siguiente lo comentaría con él.
Acabo este relato diciéndoles que ojalá esto tuviera un final feliz, pero no fue así.
Como adelanto su mágica respuesta: son cosas que pasan.
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