Mi iniciación
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Por aquella época yo era un chiquillo de 12 años, siempre me consideraron guapo, porque aunque estaba poco desarrollado para mi edad, tenía una cara de niño con unos grandes ojos verde claro que le encantaban a todo el mundo y que destacaban en mi tez clara y mi pelo negro. Siempre fui un niño muy inocente, mis padres no le dejaron a los del colegio que me diesen educación sexual, puesto que para ellos el sexo era un tabú. Mi madre me controlaba el tiempo que pasaba en la ducha, puesto que no quería que me masturbase, sobretodo desde la primera erección que tuve, entonces me tiene las 24 horas del día controlado. Una vez cuando era hora de dormir me vio frotándome el pecho porque me había dado un golpe y mi madre me vio, aunque le intentase explicar lo que realmente ocurrió ella no quiso creerme y me dejó una semana castigado sin salir.
Todo cambió cuando en verano vino mi tío de visita de Francia, se había mudado allí hace muchos años porque encontró un trabajo muy bien pagado, tiene un hijo que en ese momento tenía 16 años recién cumplidos, Dylan se llamaba, era rubio, bastante más alto que yo, con unos bonitos ojos azules y un buen porte atlético, casi no le conocía, pero verle solo me bastó para admirarle.
Los primeros días se desenvolvieron muy lentamente, Dylan y yo casi no hablábamos, el no era para nada tímido, pero yo si, y mucho, como tenía mucho miedo de meter la pata al hablar con evitaba estar a solas con él cuando estábamos todos juntos.
Pasados unos días mis padres y mi tío fueron a ver a la abuela, yo no quería ir siempre me aburría mucho y no soportaba cuando la abuela me pellizcaba las mejillas, por eso mis padres nos propusieron que le enseñase la ciudad, los dos aceptamos.
Salimos de casa y paseamos en silencio durante un buen rato, no me atrevía hablarle, aunque tampoco sabría que decirle. Sin querer le llevé al típico parque donde van las parejitas a darse el lote, me puse rojo como un tomate, pretendía dar la vuelta, pero Dylan se adelantó.
_Oooh Cam, pero ¿dónde me has traído?_ Dijo con una sonrisa llena de picardía_ ¿Qué pretendes hacerme?
Yo rojo de vergüenza quise negarlo, pero antes de que me dejase decir nada su brazo se pasó por detrás de mi cintura abrazándome fuertemente.
_¿Qué haces?_ Pregunté con la voz quebrada.
Dylan sonrió acariciándome la cabeza.
_¿No era lo que querías?
Antes de pudiésemos seguir empezaron a caer gotas de lluvia helada lo que se incrementó hasta convertirse en una tormenta muy fuerte. Fuimos corriendo a casa, yo logré no mojarme, pero Dylan estaba calado hasta los huesos, le miré de reojo se le transparentaba la camiseta, se le notaba sus músculos bien esculpidos, yo intentaba no mirarlo, pero era imposible me estaba volviendo loco.
Cuando estuvimos dentro me pidió si se podía dar una ducha para entrar en calor, yo asentí. Sin quererlo vi como se desnudaba completamente, pude ver sus músculos perfectos, sus piernas largas atléticas, sus nalgas redondas y perfectas, y su pene que aunque estaba en reposo era mucho más grande que el mío. Quise apartar la mirada, pero estaba fascinado, un calor me empezó a subir por todo el cuerpo, miré para abajo, de mis pantalones sobresalía un bulto, asustado dejé de mirarle, pero vi algo peor, sus boxes negros, húmedos estaban tirados en el suelo, sin pensarlo dos veces los agarré, el olor que desprendían me excitaba aun más, me los restregué por el cuerpo, instantaneamente me quité toda la ropa dejando ver mi pene en erección. No estaba seguro de lo que iba a hacer, pero no lo resistía más y sin pensarlo me froté mi pene con una mano y con la otra me frotaba los muslos y el culo con los boxes, en pocos minutos debido a mi increíble excitación tuve mi primer orgasmo, manche de mi semen los boxes y parte de mi tripa, soltando con ello un gemido de placer.
Avergonzado por lo que acababa de hacer me fui a mi habitación y me quedé allí, por suerte mis padres y mi tío llegaron en poco tiempo. Aquella noche cenamos todos juntos, seguía avergonzado, no era capaz de mencionar una palabra y mucho menos mirar a Dylan. Se tuvieron que quedar a dormir esa noche en casa porque las carreteras estaban cortadas debido a la tormenta, por suerte había habitaciones de sobra y Dylan y yo no tuvimos que compartir habitación. Todavía seguía muy excitado, mi pene volvió a crecer nada más meterme en la cama al principio no quería, pero acabé masturbándome una vez más, cada vez que llegaba al orgasmo, soltaba un gran chorro de semen seguido de varios gemidos.
Al día siguiente, la tormenta cesó y Dylan y yo nos quedamos una vez solos en el salón de casa porque nos negamos a ir con ellos a ver a unos familiares que ni yo conocía que acababan de llegar. Me daba vergüenza quedarme solo con Dylan por lo ocurrido la pasada noche. Hablamos de diversos temas durante bastante rato, hasta que la conversación se desvió hasta llegar a la parte del sexo.
_¿Tú te masturbas?_ Preguntó.
Se me subieron los colores a las mejillas y negué con la cabeza.
_Vamos, no me mientas Cam_ Dijo_ Yo a tu edad también lo hacía, además te oí ayer por la noche, y ya me explicaras por qué mis boxes estaban llenos de lefa.
Una sensación horrible me recorrió el cuerpo, pero sin quererlo me estaba excitando otra vez.. Sin darme tiempo a decir nada Dylan me besó, al principio quise apartarle, pero me encantaba sentir su lengua jugando con la mía, le pasé las manos por debajo de la camiseta para notar los músculos bien esculpidos. Me quitó la camiseta y me mordisqueó los pezones suavemente mientras yo gemía de placer, con una linea de besos bajó hasta mi abdomen el cual lambió gustosamente. Me cogió en brazos mientras nos seguimos besando y fuimos a mi habitación, donde me tumbó en la cama y me bajó los pantalones, besándome y lambiendome por encima de mis calzoncillos mi pene duro a más no poder, me los sacó con su boca dejando ver al completo todo mi sexo, me masturbó el pene con su mano mientras me besaba yo no podía dejar de gemir, volvió a bajar y se metió mi pene en su boca chupándolo con gusto. Nunca había sentido tanto placer, me daba igual que nos pillaran, en ese momento lo único que quería era gemir de placer. Dylan se desnudó rapidamente, me acerqué a su pene sin pensarlo y le chupé gustosamente su pene, era demasiado grande para mi boca me cogía poco más de la mitad, era delicioso, Dylan gemía de placer y me seguía masturbando mientras le chupaba su deliciosa carne dura, estaba a punto de correrme cuando él se volvió a bajar para que yo me corriese en su boca, y así fue, tuve otro orgasmo, pero esta vez con Dylan, mis fantasías se estaban cumpliendo, subió para besarme todavía con mi semen en su boca, me encantaba sentir como nuestras leguas se juntaban y como mi semen fluía de la una a la otra.
Me abrió a un más de piernas, mi pene se volvió a endurecer otra vez, pero esta vez se centró en mi culo, recorrió mis nalgas con su lengua, y se acercó a mi ano virginal, lo chupo durante un rato, esta vez no me masturbaba porque si lo hacía me correría enseguida, después de chupármelo un buen rato Dylan me introdujo mi su dedo por mi ano, me dolió un poco al principio pero después solo sentía más placer, después procedió a introducirme otro más, estuvo así unos pocos minutos, luego me puso las piernas abiertas sobre sus hombros, me preguntó si quería seguir, casi no podía hablar por mis continuos gemidos, pero por supuesto que accedí aunque me diese miedo por el gran tamaño de su pene. Empujó en mi ano para introducírmelo, consiguió meterme su glande, me dolía bastante, pero a la vez me encantaba, siguió presionando y consiguió meterme la mitad, me dolía muchísimo, pero no quería que se me notase porque no quería que parara, me lo consiguió meter todo, Dylan notó que me dolía por eso lo dejó un rato inmovil dentro para que mi cuerpo se adaptase. Al cabo de unos minutos se empezó a mover, gemíamos los dos, sobretodo yo, tanto de placer como de dolor, no podía estar más excitado.
Dylan me dio la vuelta, después de unos minutos en esa posición, y a cuatro patas me la siguió metiendo y sacando. Me volví a correr, notaba como Dylan estaba a punto, de correrse por eso me saqué el pene de mi culo, y lo metí sin pensármelo en la boca corriéndose el en mi boca.
Nos volvimos a besar esta vez con menos intensidad, estábamos los dos empapados en sudor, no quería que ese momento se terminase nuca. Dylan me tumbó en su pecho mientras me acariciaba mis nalgas, y mi espalda y abrazados nos quedamos los dos dormidos.
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