Mi jefe después de emborracharme disfruta al máximo de mi culo.
Un joven empleado de un almacén, celebrando con su jefe que han alcanzado las metas, se ponen a beber y a jugar cartas perdiendo el joven toda su ropa, pero queriendo seguir apostando, termina vestido de mujer, y comportándose como una puta. .
Mi jefe después de emborracharme disfruta al máximo de mi culo.
Cuando comencé a trabajar en el almacén de mi jefe, como yo era su único ayudante, y como la pensión donde yo vivía aparte de que estaba al otro lado de la ciudad, y me cobraban muy caro.
Mi jefe me propuso que me quedase a dormir en un apartamento al lado del almacén al igual que él lo hacía, por lo que fui limpiando el apartamento, y sus alrededores.
Por lo que, al mes de estar trabajando, y mientras limpiaba uno de los pasillos del almacén, encontré una maleta, estaba llena de ropa de mujer.
Tras volverlas a guardar, yo me olvidé de la existencia de esa maleta, y de su contenido, un tiempo después, mi jefe para celebrar la entrega de casi todos los paquetes abrió una botella de ron, y para pasar el rato nos pusimos a jugar cartas.
Hasta que perdí el poco efectivo que cargaba encima, por lo que pensé que él daría por terminada la partida, pero por insistencia de mi jefe, seguimos jugando, solo que yo comencé a apostar la ropa que cargaba puesta, claro con la idea de que al terminar la partida me la devolvería.
Al poco rato no tan solo perdí la camisa, sino que también los pantalones, los zapatos, y hasta mis interiores, quedando completamente desnudo.
Fue cuando mi jefe se dio cuenta de que yo era completamente lampiño, aunque después le aclaré que acostumbra a depilarme todo mi cuerpo.
Al quedarme completamente desnudo, pensé que había terminado el juego, o por lo menos eso pensaba yo, pero quizás por lo mucho que él, y yo habíamos bebido, insistió en seguir jugando.
Solo que me propuso que, si yo perdía la próxima mano, debía hacer todo lo que a él se diera la gana, como yo también estaba algo borracho, acepté, pero sin ponerme a pensar realmente en que era lo que mi jefe me mandaría hacer.
Así que cuando volví a perder, lo acepté de muy buena gana, y sin tan siquiera revisar las cartas, de inmediato me puse de pie, aunque casi cayéndome de lo borracho que me encontraba, le pregunté qué era lo que él quería que yo hiciera.
Y la verdad es que a él no se le ocurría nada, hasta que yo mismo comencé a darle varias ideas, las que en su mayorá me parecían, o muy tontas, o ridículas.
Cosas como que me vistiera, y actuara como una mujer, digamos que eran la menos descabellada, comparándola con la idea de irme a pie al centro del pueblo, tal y como estaba, para ponerme a bailar en el medio de la plaza.
Tras escucharme decir la idea de que me vistiera, y actuara como una mujer, me dijo que le hubiera gustado esa, solo que, para empezar, en el almacén no teníamos ropa de mujer.
En ese momento me acordé de la maleta, que estaban en uno de los pasillos del almacén, y sin que hiciera falta que me ayudase, me dirigí al pasillo, y cuando él regresé ya estaba completamente vestido, calzado, con una abundante peluca puesta, y maquillado como toda una mujer.
Lo que mi jefe, al verme así vestido, caminando y actuando como una chica se sorprendió, en esos momentos, no sé cómo ni por qué se me ocurrió actuar de esa manera, contoneando mis nalgas, y hablándole de manera bien femenina, le pregunté qué era lo que él deseaba que hiciéramos.
La verdad es mi jefe que estaba tan sorprendido al verme así vestido, y actuando de manera tan femenina, que no supo que decirme.
En ese instante puse algo de música, y le pregunté de manera algo seductora, que por qué no me invitaba a bailar, mi jefe la verdad así lo hizo, más que todo porque no se le había ocurrido nada realmente.
Fui yo mismo quien colocó una de sus manos sobre mis nalgas, y comencé a charlar como si fuera una puta buscando cliente, así estuvimos por un buen rato, y no sé si sería el estar rozando mi cuerpo contra el de él, pero comencé a sentir que su verga se iba poniendo bien dura.
En cierto momento, quizás por lo borracho que estaba, lo invité a que se sentase en el sofá, y diciéndole que me viera como toda una mujer, al tiempo que comencé a besarlo, y a los pocos segundos, él acariciaba mis muslos, y gran parte de mis nalgas, mientras continuaba besándolo, haciéndome la idea de que realmente yo era toda una hembra.
En un dos por tres, mi jefe ha sacado de su pantalón, su ya parada verga de su encierro, y como si fuera la cosa más natural del mundo, tras admirarla por unos segundos, de inmediato me dediqué a mamársela.
Por un largo rato disfruté de su verga, con toda mi boca, hasta que sin decirle nada dejé de mamar, le di la espalda, me bajé los pantis, ofreciéndole mis nalgas.
Mi jefe no dudó ni por un segundo en clavarme toda su verga, así que la dirigió al centro de mis nalgas, a medida que fui sintiendo como me fue penetrando.
Me preguntaba a mí mismo como era posible que voluntariamente me estuviera dejando dar por el culo por mi jefe, al tiempo que me quejaba y gemía al principio por el raro dolor que sentía, pero poco a poco fui sintiendo eso como lo más placentero que me pudo haber ocurrido, por lo que fui restregando mis nalgas contra su cuerpo.
Mi jefe por su parte no paraba de meter y sacar toda su verga de mi apretado culo, en esos momentos comencé a sentir como me mordisqueaba sabrosamente las orejas, chupaba mi cuello, y con sus manos me agarraba las tetillas, haciendo que yo disfrutase al máximo.
Razón por la que cambiamos de posición en par de ocasiones, en una me recosté sobre el sofá bocarriba, mientras que él separaba mis piernas tomándome por los tobillos, y volviendo a meterle toda su verga por mi culo, por lo que pude ver y de manera bien clara como su tremenda verga se abría paso entre mis apretadas nalgas.
Y en la otra me colocó bocabajo, mientras que de pie volvía a penetrarme sabrosamente, en fin, esa noche, le volví a mamar su verga, hasta que se vino dentro de mi boca, haciendo que yo me tragase todo su semen, voluntariamente.
Al día siguiente, al despertarme y encontrarme vestido de puta, recordé todo, en especial como yo le pedía que me diera más y más duro.
Aunque en esos momentos me sentí incomodo por la situación, al poco rato mientras me duchaba al pasar mis dedos por el hueco de mi culo, entendí que todo eso que me había pasado me había gustado y mucho.
Cuando mi jefe se levantó, actuó como si nada hubiera sucedido entre nosotros la noche anterior.
Luego de eso pasaron varias semanas, sin que nada pasara entre nosotros, hasta que una vez que volvimos a despachar nuevamente todos los paquetes, para celebrarlo nos pusimos a beber, y ha jugar otra partida de cartas.
Como a la hora, después de haber perdido nuevamente todo y quedarme completamente desnudito, sin que él me llegase a decir nada, me levanté de la mesa, y cuando regresé, volví convertido en su puta.
Claro que mi jefe me sigue el juego, y en ocasiones nada más al ver que abre la alacena donde guarda el ron, y saca el paquete de cartas, sé que es lo que me va a suceder.
Mi jefe después de emborracharme disfruta al máximo de mi culo.
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