MI MEJOR AMIGO, MIGUEL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi mejor amigo se llama Miguel, desde que nos conocemos nos decimos algunas cosas excitantes pero siempre que nos vemos no hacemos nada menos jugar.
Aquel día, domingo, yo le invité a mi casa a comer.
Él no tenía nada que hacer y aceptó con el permiso de su madre, que era una gran persona a mi modo de ver.
Llegó a la 1:30 y en mi casa solíamos comer a las 3:30, pero aquella vez lo hicimos antes.
Mientras se terminaba la comida y mi madre hablaba por telefono con una amiga, nosotros mirabamos la tv en silencio.
Él no se contaba nada, yo tampoco y me sentía incómodo y aburrido, pero seguimos así hasta que mi madre nos avisó y nos hizo poner la mesa.
Durante la comida, fue mi madre la que conversó más con él; le preguntaba que tal iba su madre, si andava bien en los estudios, él solo respondía sí a todo.
Estaba siendo un domingo aburrido y lento y soleado, pero aquello no era malo, a mi me gustaba.
Después de terminar los spaggeti, nos fuimos a nuestra habitación.
Normalmente mi madre nos haría recojer a nosotros la mesa, pero nos lo dejó pasar y lo hizo ella.
Yo en aquel momento ni reparé en ello, estaba entretenido hablando a Miguel, y al llegar a mi cuarto encendí directamente la xbox y nos pusimos a jugar, yo sentado en la cama y él en una silla de escritorio.
Jugabamos a Dragon ball, y le dí una paliza sin muchas ganas y vi que a él tampoco le apetecía demadiado jugar.
Le dije si jugabamos mejor al de coches, y él bostezó y respondió que no tenía muchas ganas de jugar.
Le hice caso, además yo tampoco las tenía.
Pasamos cinco minutos eternos y yo igual bostecé.
Aquello se estaba volviendo aburrido, y encendí el portátil, después de eso abrí mi face book y nos pusimos a mirar lo que subía la gente y a comentarlo.
Él sacó su móbil y se puso a hacer lo mismo por separado, de vez en cuando nos enseñábamos cosas el uno al otro y así nos aburrimos y primero cerré mi portátil y en un rato él dejó lo que estaba haciendo.
Bostecé y nos miramos.
Mi madre en aquel momento irrumpió en mi habitación y nos dijo que tenía que salir y que llegaría en un par de horas, yo asentí y me despedí con un "vale hasta luego", entonces mi madre se fue.
Abrí de nuevo el portátil y Miguel se puso a mi lado en la cama, estuvimos viendo videos durante media hora hasta que mi amigo entró en google y puso "porno gay".
Aquello me sorprendió, pero no me negué.
–¿Tú has visto de esto? –me preguntó.
– Sí.
¿E-eres gay?
– Sí, pensé que lo sabrías.
Yo no sabía nada, pero aquello me alivió.
Yo también lo era y me gustaba mucho él, era normalito pero me gustaba.
– ¿Nos masturbamos? El uno al otro digo.
Me daba vergüenza decir que sí así que me encogí de hombros.
—¡No sé! –respondí.
Aquello había ido muy rápidamente– Como quieras.
– Si quieres algo más –rió desabrochándose el pantalón y sacando su verga– Te gusta.
Puedes chupármela.
– Chúpala tú.
– Sé que quieres.
Si no me la chupas estaré muy avergonzado.
Yo en más de una ocasión lo había deseado, acerqué mi cara y él me puso sus manos en la nunca, él estaba estirado en la cama y encogido con su verga a un palmo de mi cara y sus manos ejerciendo presión en la nuca.
–¡Venga va no te lo pienses tanto! –exclamó.
Dejé que me empujara hacia su verga, abrí la boca y me la metió.
Gimió y me agarró del cabello y luego comenzó a moverse con movimientos cortos pero veloces.
Yo movía la lengua y sorbía y aflojaba.
Mientrás él cada vez me hacía mas presión en mi nuca y yo más resistencia debía ejercer para poder moverme.
Finalmente él se corrió y yo me aparté sin dejar que me entrara todo.
Él quedó allí estirado con la respiración acelerada y yo encogido sobre sus rodillas, aterrorizado por lo que acababa de hacer y manchado de su semen.
Me tiré de la cama, abrí la puerta, las ventanas de toda la casa, y eché ambientador por cada rincón para que mi madre no se diera cuenta.
Miguel se levantó y fue al cuarto de baño para ducharse, luego a mitad de la ducha me pidió toalla y yo se la di.
Nada más salir del baño y calzarse se despidió y se fue antes de que llegara mi madre.
Yo me quedé solo, solo esperaba que mi madre no se diera cuenta.
Sin pensarmelo mucho me cogí una toalla y quise ducharme, no faltaba mucho para que mi madre llegara así que iba con prisa, pero para mi no existe la prisa en la ducha y mientras me enjabonaba el cuerpo me puse a cantar.
Cuando salí me sentí fresco y límpido, como si nada hubiera pasado, pero nada más lejos de la realidad; salí del cuarto de baño y el portátil estaba en la mesa del comedor con una página abierta de porno gay, y mi madre al lado, seria, apoyada en la mesa con una mano y la otra sujetándose la ijada.
Jamás pasé tanta vergüenza, ni me salían las palabras.
– ¿Qué habeis estado haciendo? –preguntó completamente seria– ¿Y porqué huele a ambientador?
Me quedé en silencio, y ella confirmó sus sospechas.
Se puso a caminar y solamente dijo:
–Voy a llamar a la madre de Miguel.
Suspiré sobresaltado con ganas de llorar y me fui a mi habitación a descargar mis lágrimas y me dormí.
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