Mi mejor amigo y yo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Bien, como siempre digo, J. y yo, M., nos solíamos ver mucho, puesto que sus padres y los míos eran muy amigos desde hacía años, más incluso de los que tengo ahora (19). Siempre nos hemos visto desnudos de que éramos pequeñitos y nunca dudábamos de qué hacer para pasar el rato. Ahora soy un chico de 1,76m de altura, 68 kg de peso, no muy musculado pero si con tono muscular, pelo corto con tupé y un pene de 18cm erecto, flácido estará como unos 11cm.
Un día, viendo unas películas en el sofá de mi casa en verano, le dije que me tenía que duchar y depilarme, (siempre que nos vemos hay algún encuentro sexual entre nosotros) y me dijo que no pasaba nada, que él de mientras estaría jugando a la play, o a la xbox o se vería otra película. Al haber tanta confianza entre ambos, cuando estábamos solos, comíamos desnudos, y nos pasábamos gran parte del tiempo así, porque, ¿alguna vez han pensado en el placer que da estar desnudo, independientemente que sea con un amigo, tu novio, tu novia, etc.?
Mientras yo subía las escaleras me iban rebotando los testículos y el pene, y J. estaba mirándome en el momento en el que me levanté. Me metí en el baño, me dispuse a enjabonarme, y como no estaba cerrada la puerta, vi que J. me dijo que él se quería duchar también. Se desnudó y dejó al descubierto unos 13 cm de polla flácida y rasurada. Él no es que sea un chico muy agraciado, es más bien bajito, no sé si llegará al 1,63m, no muy atlético, muy peludo, barbudo y con ojos verdes, pelo rapado entero.
Él abrió la puerta abatible de la ducha y se metió en ella, conmigo dentro. Por suerte es una ducha muy espaciosa y tiene dos alcachofas de ducha, por lo que dos personas pueden ducharse a la vez (tengo una casa bastante grande por suerte jajaja). Como siempre, yo estaba pasándome el jabón por todo el cuerpo, especialmente en las zonas erógenas que posteriormente J. me iba a lamer después sin duda alguna. Él estaba limpiándose el pelo hasta que me dice: "ojalá tener tu pene en mi boca y poder lamerlo." Yo lo escuché vagamente, porque con el ruido del agua no oía nada. Cuando ya me estaba depilando mis piernas, mi pecho, mis axilas, y mis nalgas, el me dice que le gustaría agarrar la cuchilla y depilarme a su modo y manera.
Obviamente yo no me pude negar, porque, por una parte yo no trabajaba, y por otra parte me gustaba experimentar. He de decir que lentamente me iba rasurando poco a poco, sin hacerme ningún tipo de corte, ni nada por el estilo. Cuando estaba en mi pubis, decidió hacerme un triángulo de pelo, porque decía que se veía muy sexy.
Ya cuando se acercó a mi ano, dilatado ya por otros miembros de algún compañero de clase, del gimnasio y demás, noté cómo algo caliente se acercaba a él. Era su lengua y su aliento acercándose por el perineo, le daba unas pequeñas lamidas, algún pequeño mordisco que otro, y pasaba su lengua por mi ano como si fuera un auténtico docto en estas situaciones.
Me dijo que por favor, me pusiera boca arriba. Mi pene aún estaba flácido, por lo que alcanzó a meterse los testículos y el miembro, y lentamente comenzó a jugar con la lengua, haciendo que tuviera una erección bien grande, solo por el hecho de imaginarme cómo iba a acabar aquello. Salimos de la ducha, y entre que nos secábamos y demás, el me metía un par de dedos en mi culo y los movía como si le fuera la vida en ello… Qué bien se sentía el tener algo dentro de mí otorgándome tanto placer, que a los dos minutos ya estaba corriéndome en su mano. Estaba tan excitado que yo mismo me sorprendí por cómo eyaculé de rápido.
Después nos fuimos a mi cama, y me puso allí con el culo en pompa, con todo mi ano bien visible para que pudiera deleitarse. Le encantaba rozar su glande contra el mío y hacer presión para que se viera toda la abertura del mismo y su diámetro estando dilatado. Me agarró el pene y comenzó a masturbarlo muuuy lentamente mientras me pasaba la lengua en mi orificio y por el perineo, mientras se metía los testículos en la boca y jugaba con ellos.
Me estaba volviendo loco, hasta el punto que le dije que, con por favor incluido, me penetrara, no aguantaba más sin tenerle dentro de mi. En ello, me la metió del tirón, mientras yo soltaba un gemido. Me elevó la espalda, haciendo que se pegara contra su pecho y comenzó un baile perfectamente coordinado que me estaba llevando al cielo. Me encantaba sentir cómo rebotan sus testículos en mis nalgas, que me la meta del tirón y me agarre el pene mientras me lo masturba bien lento, apretando la base con la punta de sus dedos, así como cuando clava un poquito las uñas en el conducto uretral (por fuera) y el glande. Me la sacó y se dispuso a recorrerse todo mi glande con su lengua. Hicimos un 69, se lo pedí. He de reconocer que después de que estuviera dentro de mi no sabía muy bien, pero me gustaba la sensación de recorrerme aquél glande cabezón y metérmelo en la boca, hacer círculos con mi lengua en él y meterme todo su pene hasta la garganta. Hacerle una garganta profunda me encantaba. No sé por qué.
Acto seguido, J. me tumbó de lado en la cama y me abrió las piernas. Volvió a introducirla dentro de mi, y me dijo: "Voy a hacer que te corras sin masturbarte ni nada." Iba a ser mi segunda corrida, pero me daba igual, sólo quería tenerlo dentro de mí y cabalgar esa polla bien dura y gorda hasta que me llevara al paraíso. Me la metió, muy despacio, habiéndome rozado antes el perineo y los testículos, y comenzó un "metesaca" tremendo, que me hacía gemir de placer, yo no podía más, le avisé diez minutos después que iba a venirme. El paró y me puso boca abajo, con mi pene apuntando hacia él, y comenzó a lamerme el glande mientras me metía dos dedos. Qué placer me estaba dando. Yo agarraba las sábanas y me mordía el labio. Estaba gimiendo como una gata en celo.
Y allí estaba el, dándole a la lengua. Un minuto después me corrí en su boca. Le encantaba hacerme llegar, y más aún si era en sus labios. Me limpió bien todo el semen que había soltado en esa tremenda eyaculación, y me lo puso en el culo. Me la volvió a meter, y me volvió a dar una follada tremenda, la vez que mejor me lo había hecho. Y le dije que se corriese en mi boca. Pero prefirió correrse dentro de mi… Notaba como brotaba de semejante pene el líquido caliente e inundaba mi interior… Sólo de pensar cómo me encantaba ese muchacho, me ponía "contento". Fue genial.
Hubo más veces en las que él y yo tuvimos sesiones de sexo interminable, pero ya les contaré eso en otro momento. Espero que este relato les haya gustado. Llevaba mucho tiempo sin escribir y contarles todo lo que me ha sucedido desde que comencé mi vida sexual, y temía porque no les gustara.
Hasta otra ocasión amigos. M.
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