Mi niñez en el Internado parte I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Mi nombre es Killian, hoy cuento con 18 años de edad recién cumplidos, vivo en Chile, mido 1.80m lo cual aquí es considerado mucho, soy de contextura normal, mi cabello es negro y mis ojos cafés con unas pestañas muy largas. Hace unos años termine mi tratamiento de ortodoncia por lo cual se podría decir que tengo una sonrisa agradable.
Mis padres me tuvieron cuando apenas eran unos adolescentes, mi mamá tenía 15 años y mi papá 17. Cuando sus familias se enteraron que iban a ser padres los largaron a la calle a vivir la vida de adultos tal y como jugaron a ser cuando me hicieron. Mi papá en ese momento, un adolescente, en plena edad del “pavo”, busco el método más fácil de ganar dinero. Robar. De esa manera pudo mantener a mi mamá y a mí, quizás sin muchas comodidades pero por lo menos teníamos que comer y donde dormir.
Cuando cumplí 3 años mi papá se fue a la cárcel pues se metió en un lio muy pero muy peligroso con gente que no debía y que estaba por encima de lo que él solía hacer. 6 años, eso fue lo que le dieron, que después se alargarían por intentos de fuga y otros problemas internos. ¿Qué iba a hacer mi madre con 18 años de edad y un hijo estorbo de 3 años? No se iba a quedar esperando la respuesta y salió a buscar trabajo. Aquí es cuando comienza el infierno para mí.
Mi madre encontró trabajo de empleada en una casa de muy alta alcurnia, ahí tendría que lavar, planchar, asear y cocinar por lo que estaría allá de 8:00am hasta 4:00pm. ¿Qué iba a pasar conmigo durante ese periodo? Pues ese era el problema. No podía acompañarla a trabajar, no había ningún jardín infantil cerca, así que la única solución era que me quedara en la casa de la vecina. Esta mujer tendría unos 35 años (según lo que mi madre me contó, en el barrio se decía que esa mujer alguna vez fue prostituta, pero nunca se supo si era verdad) era aparentemente una mujer decente, aunque cuando hablaba denotaba la poca cultura que tenía.
Al poco tiempo mi madre ya le estaba yendo bien en el trabajo y yo pues intentaba acostumbrarme a esa mujer pues a ella le encantaba escuchar música a alto volumen y bailar como posesa, lo que a mí me asustaba un poco. 2 años después de que ya me había acostumbrado a su modo de vida e incluso tomado afecto, la mujer comenzó a salir con un chico que se veía en sus ojos la maldad innata que poseía. Cuando entro por primera vez a la casa recuerdo que sentí un escalofríos por todo el cuerpo, su voz era grave y dura como si en todo momento estuviera enojado por algo. Nunca supe su edad, pero más de 30 no tenia, era muy alto ante mis ojos, con unos ojos verdes imponentes, y un cuerpo que le hacía justicia. El siempre me trato con indiferencia pues no le gustaba que su “novia” se hiciera cargo de un estorbo como yo. (aunque ahora que lo pienso era solo porque conmigo ahí no podían follar como se les ocurriera)
La primera vez que tuve problemas con él fue cuando estaba a punto de cumplir 6 años. Tenía ganas de ir al baño y siempre que iba la mujer me acompañaba pues la tapa del W.C. estaba descompuesta y se caía sola por lo que alguien me la tenía que sujetar. Justo en ese momento la Ana (la mujer) fue al almacén a comprar unas cosas y yo estaba apenas aguantando así que no pude más y le pedí a Fermín (el chico) que me acompañara. Le explique tímidamente lo que debía hacer y cuando lo hizo lentamente afirme mi pequeña verguita en el borde del W.C. pues por poco alcanzaba. Libere toda la carga que tenía mientras el miraba con repudio y sin esperar a que terminara, dejo caer la tapa sobre la punta de mi pene. Lance un grito de dolor que el rápidamente ahogó con su mano mientras me decía cínicamente que lo perdonara. Claro que su cara cínica se disipo en menos de un segundo cuando de mi pequeño glande comenzó a brotar sangre. Mi llanto no se hizo esperar y más aún cuando vi salir sangre de mi pene, estaba descontrolado y Fermín solo tapaba mi boca mientras que con papel higiénico me limpiaba la sangre. En ese momento llego Ana y Fermín la llamó, rápidamente le dijo que yo había venido solo al baño y que se me había caído la tapa en el pene, yo iba a protestar pero me lanzó una mirada de pocos amigos y solo seguí llorando.
¿Por qué la sangre? Bueno, pues porque se me rompió el frenillo. Si señores, me “desvirgo” la tapa del W.C a los 6 años.
Mi mamá al enterarse me regañó y me dijo que tuviera más cuidado y demases. Y así fue que cada vez que me quedaba con Ana, Fermín aprovechaba los momentos a solas en los que se quedaba conmigo para torturarme. Sin motivos me jalaba las orejas, me tiraba el pelo, me pellizcaba las nalgas bien fuerte (siempre he sido nalgón y él fue el primero en refregármelo en la cara). Tiempo después volví a quedarme solo con él y sin más me bajo los pantalones y comenzó a nalguearme, me tomaba las nalgas y las apretaba o las abría, estuvo así unos 10 minutos y cuando mi culito estaba casi rojo me dejó en paz. Me mandó a dormir y me prohibió hablar de eso. Cuando llegó mi mamá me fue a buscar y me vio con los ojos rojos por las lágrimas, me pregunto una y mil veces hasta que le dije la verdad. Se armó un escándalo en el barrio y nunca más me volví a quedar con Ana.
Como ya estaba un poco más grande podía acompañar a mi mamá a trabajar, la ayudaba en lo que podía e intentaba no estorbar. Pero a mí me faltaba poco para comenzar la escuela y justo a ella le ofrecieron un trabajo puertas adentro y ya no podría cuidar de mí. Fue así que decidió enviarme a un internado rural donde ella pensó que podría estar mejor al aire libre y con espacio para jugar. ERROR. Fue peor la cura que la enfermedad.
A penas entre a clases el primer día yo ya me convertí en el consentido de los maestros, pues porque era un chico muy tierno además de maduro ya que estaba acostumbrado a tratar con adultos. También fue así que me di cuenta que era un chico bastante inteligente, como que todo lo que me explicaban lo entendía rápidamente. De esta manera me gane muchos enemigos.
Durante todo ese año solo conseguí hacerme de un amigo, al que aislaban por ser algo afeminado aunque era un muy buen chico. Claro que por juntarme con él todos comenzaron a decir que éramos novios, lo cual no era cierto. Fue así que comenzaron los maltratos cuando salíamos al patio y sobretodo de los mayores ya que al ser un internado más o menos pequeño, todos se conocían.
Carlos y yo siempre teníamos que ocultarnos para poder jugar tranquilos porque de lo contrario los chicos más grandes nos empujaban y nos decían groserías.
El internado constaba de dos jornadas, los chicos de 7 a 14 años iban en la tarde y lo de 15 a 18 iban en la mañana. Entre los chismes de las habitaciones se decía que los chicos del último grado se follaban a los de otros cursos y se “elegían” a los más tímidos y los más afeminados (haciendo alusión a Carlos y a mí). Nosotros que éramos más nuevos no sabíamos que era precisamente follar, pero si sabíamos que era malo por la forma prohibida que lo decían. Además de que no teníamos la certeza de que realmente pasara eso.
Cuando cumplí 9 años mi amigo Carlitos se fue a vivir a otra ciudad por lo cual lo cambiaron de colegio, así que me vi solo y desprotegido ya que ambos nos protegíamos. Y un día jugando cerca de la laguna encontré algo que hubiera deseado no haber encontrado. Entre los matorrales estaba Daniel, el chico más rudo de todo el internado con un chico de unos 7 u 8 años que estaba con el pecho sobre el suelo y su culito en pompa mientras Daniel lo perforaba sin piedad. Jamás había visto algo parecido y entre el asombro no me di cuenta que yo estaba en un lugar para nada oculto así que Daniel al levantar la vista me vio y se supo descubierto. Me hizo una seña que indicaba silencio mientras yo aún estaba de pie hipnotizado viendo ese suceso para mi completamente desconocido. El pobre chico solo sollozaba, su bella carita estaba manchada con la tierra, su blanco y frágil cuerpo era abrazado y manoseado por Daniel que morbosamente me miraba a los ojos mientras yo veía como su pelvis golpeaba las turgentes nalgas del pequeño niño. De pronto vi como su frente se arrugaba, comenzó a gemir como un toro mientras aceleraba las embestidas (a todo esto en ese momento no le vi el pene ni nada, solo veía su pelvis chocando contra el culo del otro chico) y lanzándome un beso mientras lentamente caía sobre la espalda del niño sin dejar de mirarme con sus hermosos ojos azules hasta quedar completamente relajado.
Cuando lo vi ahí exhausto pensé que le había dado un ataque o algo y rápidamente retomé la conciencia y me fui rápidamente, a lo lejos solo escuchaba… “Ey, ey… ¡no te vayas! “
Corriendo llegue hasta el baño de hombres, me mire al espejo, tome un poco de agua y me moje el rostro pues lo tenía todo transpirado. Comencé a pensar y por lo poco que sabía sobre el tema, me imagine que lo que hacía Daniel era follar y que a eso se referían los demás niños que los más grandes hacían a escondidas con los más chicos. Luego de refrescarme procedí a salir pero grande fue mi sorpresa cuando justo Daniel venia entrando, me sonrío maliciosamente y tomándome de los hombros me llevo al final del baño. Yo iba a ponerme a llorar pero antes de pensarlo Daniel me sujetó del pelo, advirtiéndome que al menor ruido me iría muy mal, por lo cual solo sollozaba en silencio y le preguntaba sobre para que me llevaba hacia ese lugar.
El comenzó a acariciarme el cuello y me decía que lo que yo había visto no debía decírselo a ningún profesor porque él no estaba haciendo nada malo. Yo le decía que vi a ese niño con cara de mucho dolor y que no le creía lo que decía porque si estaba haciendo cosas malas por causarle dolor a ese niño. Me iba a ir pero él enfadado me tomo del cuello y me lanzo contra la pared, poniéndome en claro que el mandaba y que si llegaba a abrir la boca con algún maestro él se encargaría de hacer que yo lo lamentara. Cuando vi sus hermosos ojos que me miraban con ira sentí una mezcla de sentimientos, por un lado era el temor a que me golpeara y por otro era una especie de excitación. Lo que si sabía era que me perdía en ellos, me hipnotizaban, sentía que lo que él me dijera yo obedientemente lo haría. Fue así cuando me toma de la nuca y comienza a empujarme hacia abajo, hasta la altura de su paquete, luego se desabrocha el pantalón y deja salir un gran pene (para ese momento yo lo encontraba grande, aunque quizás solo mediría 15 o 16cm y de un grosor agradable) y muy lindo, con apenas unos bellos en la base que a mí se me hacían desconocidos ya que yo con suerte tenía pelos en la cabeza.
No sabía qué hacer, solo miraba ese pene y no tenía idea de lo que Daniel tramaba, claro que no se hizo esperar su mandato pues imponentemente me ordeno mamársela. Cuando me lo dijo quedé en un semi-shock porque no tenía idea de cómo hacerlo, además de que no quería. Si bien su pene me llamaba la atención pero no precisamente me causaba ganas de metérmelo a la boca ya que me producía un cierto asco y antes de que me dijera algo yo inconscientemente le pregunte sobre lo que él estaba haciendo con el chico, a lo que él me dijo que “le estaba metiendo la polla en su rico culo” y que no preguntara eso ahora porque en vez de ocupar mi boca para hablar mejor la usara para chupar.
Yo le dije que no quería, que me daba asco más aun sabiendo que había estado dentro del culo de ese niño…. Ese lugar donde sale el “popo”. Además de que aún no entendía como ese pene caía dentro de tan pequeño agujero. En ese momento me di cuenta que la paciencia no era una virtud que Daniel poseyera pues sin tomar en consideración lo que yo quería me tomo del mentón y me obligó a abrir la boca. Cuando intente cerrarla solo una fuerte cachetada hizo que la volviera a abrir y apenas lo hice su pene comenzó a invadir mi boca, inundándola de un sabor particularmente salado que no me era tan desagradable. Me dijo que succionara aunque no podía porque me obligaba a tragar mucha verga y no me cabía en la boca causándome arcadas. Le pedí por favor que parara porque me dolía pero el solo estaba concentrado en su propio placer y se deleitaba viendo mis ojitos húmedos sufriendo por el dolor que el mismo me causaba. Siguió así hasta que de pronto comenzó a moverse más rápido, mi garganta me dolía un montón y esos preciosos ojos no dejaban de verme causándome una cierta inquietud porque su mirada me hacía sentir desnudo, como que miraba lo más profundo en mí. A medida que subía el ritmo, su respiración se agitaba más y más, yo estaba con mi cuello y cara toda mojada por la saliva que salía de mi boca, hasta que de pronto sentí un grito ahogado acompañado de muchos espasmos en su pene que poco a poco iba soltando un líquido viscoso dentro de mi boca.
Intente escupir pero otro golpe de su parte me dio a entender que eso me lo tenía que tragar. Fuero quizás unos dos o tres chorros de semen que tuve que tragar y que su particular sabor y textura quedaron pegados por un buen rato en mis amígdalas. Luego de su orgasmo el se arregló el pantalón, me tomo del cabello y me hizo parar, me miro a los ojos y sonrientemente me volvió a repetir que esto no lo debía contar. Yo solo lloraba en silencio y sentía ganas de vomitar, él solo reía como si lo que hizo fuera solo una simple travesura de adolescente mientras iba saliendo del baño y antes de alejarse por completo me dijo “Pequeño killy desde ahora tú y yo la pasaremos muy bien”
Yo nuevamente me limpie la cara y con un fuerte dolor en la boca me fui camino a mi habitación, pensé en lo que Daniel me dijo y me imagine que me haría lo mismo que al otro niño. No quería que me hiciera eso porque estaba mal, los niños no debían de hacer esas cosas, además de que intuía que causaba mucho dolor pues ese pene no podía entrar en tan pequeño agujero y así fue como decidí explorar mi culo mientras estaba acostado. Me baje los calzoncillos y suavemente fui en busca de mi ano, al rozarlo me causo una pequeña corriente por esa zona y pude sentir los pliegues de mi ano y la suavidad de mis nalgas.
Sin querer imagine que Daniel me acariciaba lo que sin darme cuenta me excito de sobremanera causándome una erección. Luego un ruido me devolvió a la tierra y me di cuenta del error que cometía al pensar en eso, así que decidí dejar hasta ahí la exploración y tomar la decisión de intentar huir de Daniel aunque al día siguiente ese plan no dio resultado lo cual hizo aún más doloroso lo que él me tenía preparado…
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